lunes, 14 de abril de 2014

20 de abril del 2014: Domingo de Pascua y de la Resurrección del Señor

Luz plena :

Cristo es vencedor de la muerte! Ante  el sepulcro vacío, estamos llamados a CREER, ya sea inmediatamente, como el apóstol Juan, o más tarde como María Magdalena. Tras los pasos de Cristo, estamos invitados a salir de nuestros sepulcros para una VIDA ETERNA, LA VIDA DE RESUCITADOS.



EVANGELIO DE  NUESTRO SENOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN:

1.El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida.
2.Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
3.Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro.
4.Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
5.Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró.
6.Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados.
7.El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar.
8.Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó.
9.Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos!

A guisa de introducción: 

El deseo de vivir

Indudablemente que lo que deseamos todos es una VIDA PLENA, humana, en salud, en bienestar. Esta es una de las aspiraciones más profundas, uno de los deseos más reales y o verdaderos, anclados en nuestra existencia. Nosotros deseamos vivir…FELICES.

Jesús lo había comprendido, este deseo de vivir. Más allá del fracaso, de las apariencias, Él ha rencontrado la vida. Él les ha devuelto el gusto de vivir a todos aquellos que han creído en Él.

La ceremonia del Sábado Santo habla de la vida, por las lecturas bíblicas de la Creación, del Éxodo (deseo de vivir libre), por la Carta de San Pablo a los Romanos (vida del bautismo), por el Evangelio de la Resurrección.

El deseo de vivir puede ser colmado en parte por nuestra energía o esfuerzo personal, por nuestros medios modernos. Debemos dejar de VIVIR en un estilo que no tiene futuro (el de AMO y sirvientes o esclavos). Rencontremos un estilo de vida actual que tenga cuenta de lo humano, del buen sentido; no escamoteemos la realidad con principios de antaño. Vivamos la realidad de hoy, con principios que den cuenta de la VIDA, de una vida arraigada en este mundo, puesto que nosotros vivimos en esta época y no en otro tiempo, ni en otro lado, con el objetivo de ir más lejos.

Rencontremos el gusto de implicarnos en nuestros asuntos, como Iglesia de Bautizados; algo así como las “partes” o miembros de una empresa, dando ánimo a los empleados para que realicen bien su trabajo y diciéndoles esto les pertenece, es nuestra propiedad… Los Bautizados tienen el deber de informarse sobre lo que ellos son, de formarse, de ser y de llegar a ser lo que ellos son.

La vida supera los sacramentos. Es muy importante mirar cómo se evangeliza en el corazón o centro de la vida y de la existencia (en lo cotidiano).

El deseo de vivir puede ser satisfecho, sobre todo por la FE en la Resurrección de Cristo.
Los cristianos, convencidos de la Resurrección de Cristo, poseen un optimismo, un entusiasmo comunicativos, esta es la esperanza en su esencia, genuina.

Cristo es vencedor. Él ha merecido y ganado bien la medalla de Oro en la carrera contra la muerte.


La Vida de Pascua, es mucho más que los conejos en o rellenos de chocolate (y que por el excesivo mercantilismo y consumismo se come aun fuera del tiempo). La vida de Pascua es la esperanza de vivir por (para) siempre. Vivir inmediatamente, enseguida con Cristo viviente.


Una aproximación psicológica al texto del evangelio:

Tú conocerás a Yahvé

La resurrección es la intervención de Dios en el caso Jesús.
Es la toma deposición de Dios de cara a las opciones de Jesús. 
Es Dios quien interviene para decir: si, tiene sentido, eso de orar como Él lo ha hecho, de luchar como Él ha luchado, de morir como Él ha muerto.

La resurrección, es Dios quien interviene para contradecir los cínicos que dicen: la militancia, ahí vemos donde lleva eso; el amor, ahí constatamos lo que él da; la búsqueda de Dios, podemos bien concluir a dónde, eso  lleva.

En la resurrección, Dios afirma que hay un más allá 
de la represión por el poder, 
de la traición que decepciona el amor, 
de la noche que desemboca en oración; 
y que represión, traición y noche son un pasaje hacia otra cosa, que esta oscuridad desemboca sobre la luz y sobre una posibilidad nueva de comunión.

La resurrección de Jesús aparece entonces como una consecuencia comprensible de lo que le ha precedido. No porque este evento no sea pura gracia de Dios, sino a causa justamente del deseo gracioso de Dios de ser reconocido por el hombre.

Conocer a Dios, es primero que todo vivir de la justicia: “No hay ni sinceridad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país,  sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia…” (Oseas 4,2).

Aquel que se comprometiera con todas sus fuerzas a “conocer Dios” en la búsqueda de la justicia social, este mismo no podrá actuar de otro modo que desembocar un día sobre Dios, y esto en virtud misma de su promesa: “yo te haré mi novia en la justicia y en el derecho, en la ternura y en el amor; yo te haré mi novia en la fidelidad, y tu conocerás a Yahvé” (Oseas 2,21).

He aquí que esto fue lo que le sucedió a Jesús. 
El cómo de su resurrección permanece ciertamente como una realidad misteriosa, pero su sentido es claro: ella es la muestra de  la fidelidad de Dios a su compromiso, un compromiso también real y creador como el compromiso de Jesús: concreto, fuerte y cimentado en la esperanza.



Reflexión central:

El compromiso es ahora
Pascua es la fiesta cristiana más grande del año. Es la fiesta de la vida, de la primavera, de la renovación, de la alegría.
Lo que distingue los cristianos de los no creyentes es la resurrección, es la fe y la confianza en un Dios que rechaza la idea de poner fin a la vida y que no acepta que todo se termine en el cementerio. De otro lado, la palabra que los cristianos utilizaban para indicar el lugar donde ellos enterraban sus difuntos era la palabra griega “koimiterion”, que ha llegado a ser nuestra palabra “cementerio” y que quería decir “hotel para visitantes extranjeros”, “refugio de pasaje”.
La liturgia del domingo de Pascuas está impregnada de paz y serenidad.
“El Señor ha resucitado!”; “El sol se ha puesto: no busquen más entre los muertos a Aquel que vive. EL ha roto las cadenas de la muerte!”. Jesús le había dicho a María la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida. Si alguien cree en mí, mismo si él muere vivirá”.
La resurrección, es la respuesta de Dios Padre a la violencia, a la injusticia de la tortura y de la cruz. Aquellos que han condenado a Jesús creían que podían hacerle callar y deshacerse definitivamente de Él. Pero el padre lo ha resucitado, aprobando los valores que Él ha querido promover durante su vida.
Nuestra fe cristiana no se limita a recordarnos que Cristo ha resucitado y que nuestra vida no se termina con la muerte. La Pascua y la resurrección conducen a una nueva primavera después de un invierno abominable, asesino y glacial. La pascua y la resurrección nos incitan a comprometernos ahora, a tomar la vida en serio. Cristo nos invita a vivir plenamente desde ahora, a salir de nuestros sepulcros, de nuestras decepciones o desalientos, de nuestros miedos, de nuestros temores.
“Salgan de sus tumbas”, de sus vidas sin esperanza. Recomiencen a respirar a pleno pulmón…”Yo he venido para que tengan vida y la vida en abundancia” (Juan 10,10).
Después de la ultima cena, yendo al Monte de los Olivos, Jesús había dicho a sus discípulos: “Una vez que haya resucitado, yo iré delante de ustedes en Galilea”. Es esta misma invitación que Jesús transmite a las mujeres después de la resurrección: “Vayan a anunciar a mis hermanos que deben estar presentes en Galilea: es ahí que ellos me verán”. Ellos son convidados a retornar a su Galilea natal, a su lugar de origen, a sus familias, a sus barcas y a sus redes.
Nuestra religión es una religión pascual. No ignoramos por lo tanto el mal presente en el mundo, mas rechazamos creer que este mal tendrá la última palabra, y hacemos todo para que él sea vencido.
Es verdad que vivimos en un mundo de muerte. Cien millones de personas han perdido la vida a causa de la guerra durante el último siglo, 60% de la población mundial sufre de pobreza crónica y de malnutrición. Vivimos en un mundo de discriminación, de violencia, de terrorismo, de suicidio, de drogas, del abuso de alcohol, de malos hábitos alimentarios, de falta de respeto hacia la naturaleza. Y sin embargo nosotros queremos luchar contra todos esos fenómenos y esos abusos mortales.
Es por eso , que al recordar la Pascua, cada “primer día de la semana”, nos reunimos alrededor del Señor. El Sabbat (sábado) era el último día de la semana : “el séptimo día”…Para los cristianos, “el primer día de la semana” es un día de fiesta y de adoración antes del trabajo que va continuar. El domingo cristiano inaugura e impregna los días que seguirán.
Cristo resucitado está presente entre nosotros: “cada vez que dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Él nos invita a escuchar su palabra, a compartir su vida, a retomar fuerzas antes de retornar a “nuestra Galilea”, donde Él nos acompaña día a día: “He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Hoy, festejamos la más grande fiesta cristiana del año, la fiesta de Pascua. Cristo resucitado nos da el coraje para volver al interior de nuestras familias, a nuestro trabajo, para vivir la primavera de Dios.
En este primer día de la semana, en este día de la Resurrección del Señor,
Felices Pascuas para todos. “El Señor resucito, aleluya, aleluya!”

Referencias:

Biblia Latinoamericana 
http://paroissesaintefamilledevalcourt.org
Jean-Luc Hétu, Les Options de Jésus
http://cursillos.ca

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