lunes, 21 de julio de 2025

22 de julio del 2025: Fiesta o Memoria obligatoria de Santa María Magdalena,

 

Santo del día:

Santa María Magdalena

Siglo I. Nacida en Magdala, a orillas del mar de Galilea, estuvo al pie de la cruz cuando Jesús murió. Dos días después, encontró la tumba vacía, vio a Cristo resucitado y corrió a anunciar la extraordinaria noticia a los discípulos.

 

Giro (o "Cambio radical")

(Juan 20, 1.11-18) La aparición a María Magdalena pone en escena uno de los muchos malentendidos del cuarto Evangelio. Al tomar a Jesús por el jardinero del cementerio, María Magdalena revela su intención: "llevarse" a aquel que le ha sido arrebatado.

Ahora bien, el Resucitado no puede ser "retenido", guardado para sí: Él envía en misión, orienta a los suyos hacia los demás y hacia el testimonio.

Así, la mujer desconsolada se convierte en “apóstol de los Apóstoles”.

Jean-Marc Liautaud, Fondacio

 


Primera lectura

Cant 3, 1-4b


Encontré al amor de mi alma

Lectura del libro del Cantar de los Cantares.

ESTO dice la esposa:
«En mi lecho, por la noche,
buscaba al amor de mi alma;
lo buscaba, y no lo encontraba.
“Me levantaré y rondaré por la ciudad,
por las calles y las plazas,
buscaré al amor de mi alma”.
Lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los centinelas
que hacen la ronda por la ciudad.
“¿Han visto al amor de mi alma?”.
En cuanto los hube pasado,
encontré al amor de mi alma».


Palabra de Dios.

O bien:

2 Cor 5, 14-17

Ahora ya no conocemos a Cristo según la carne

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
.

HERMANOS:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.
Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.


Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: cf. 2b)

R. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío.

V. Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
 R.

V. ¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. 
R.

V. Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos. 
R.

V. Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene
. R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. «¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada». R.

 

Evangelio

Jn 20, 1-2. 11-18
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?

Lectura del santo Evangelio según san Juan.


EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».


Palabra del Señor.

 

1

Él te llama por tu nombre

 

🕯️ Introducción

Queridos hermanos y hermanas en la fe:

Celebramos hoy con gozo la memoria de Santa María Magdalena, la mujer que fue testigo privilegiada del poder de la misericordia de Cristo y de su victoria sobre la muerte. Ella, que fue liberada por Jesús de siete demonios, se convirtió en discípula fervorosa y en la primera anunciadora del Resucitado.

En este Año Jubilar, en el que caminamos como peregrinos de la esperanza, su figura brilla como un faro para todos los que buscan al Señor entre lágrimas, como ella lo hizo. Hoy, esta celebración nos invita también a orar con gratitud por nuestros benefactores, hombres y mujeres que, a semejanza de María Magdalena, han amado y servido generosamente al Señor y a su Iglesia.


📖 1. Buscando al Amado en la noche del alma (Ct 3,1-4a)

La primera lectura del Cantar de los Cantares nos presenta el alma enamorada que no puede soportar la ausencia del Amado. De noche, en la oscuridad del alma, la amada sale en su búsqueda. No puede dormir ni quedarse quieta. Su anhelo es tan profundo que arriesga la comodidad y la seguridad para hallar a Aquél a quien su alma ama.

Santa María Magdalena personifica este poema. Su vida fue transformada por el amor misericordioso de Jesús, y desde entonces no pudo vivir sin Él. Por eso, después de la crucifixión, mientras los discípulos se escondían por miedo, ella madrugó al sepulcro, movida no por la costumbre sino por el amor.

Ella lo había conocido como Maestro, como Salvador, como Redentor de su historia herida. Había sido alcanzada por su ternura y por eso, cuando el cuerpo de Jesús desaparece, su dolor es más fuerte que el de la muerte misma. La ausencia del Amado es para ella la noche más oscura.

Y en ese gesto tan humano de buscar, de preguntar, de llorar... nos reconocemos todos. ¿Cuántas veces hemos buscado al Señor en la noche de nuestras incertidumbres? ¿Cuántos bienhechores de nuestra comunidad han sostenido la Iglesia con su generosidad aún en tiempos difíciles, como expresión de un amor que no descansa?


2. Él te llama por tu nombre (Jn 20,1.11-18)

El Evangelio de san Juan nos narra un momento profundamente íntimo y revelador. María está junto al sepulcro, llorando. Ve a los ángeles, ve a Jesús... pero no lo reconoce. No lo reconoce. ¿Por qué? Porque su corazón está todavía velado por el dolor.

Entonces sucede lo inaudito: Jesús la llama por su nombre. “¡María!”
Y todo cambia.

El Resucitado no se presenta con títulos ni con pruebas. No le ofrece discursos ni argumentos. Solo pronuncia su nombre. Y en esa voz hay una ternura que derrite la tristeza, una autoridad que vence la muerte, una presencia que devuelve la esperanza.

Esta escena es la clave de todo encuentro con Cristo. No es suficiente ver el sepulcro vacío, no basta con escuchar palabras celestiales... hay que escuchar que Él nos llama por nuestro nombre. Solo así se enciende la fe.

María Magdalena, la pecadora convertida en discípula, nos enseña que Dios no nos ama genéricamente, sino personalmente. Conoce nuestras heridas, nuestras búsquedas, nuestros nombres y nuestras lágrimas. Y es precisamente allí, donde hemos llorado, donde Jesús se deja encontrar.


🙏 3. Gratitud por los que han amado mucho: nuestros benefactores

Jesús dijo que “al que mucho se le perdona, mucho ama”. María Magdalena es la prueba viva de esto. Ella fue perdonada y respondió con una entrega total.

Hoy, al orar por nuestros benefactores, queremos agradecer a Dios por tantas personas que, como María Magdalena, han amado mucho. Han ofrecido su tiempo, sus recursos, sus talentos, sus oraciones, para sostener esta comunidad, esta misión, esta obra de Dios.

Muchos lo han hecho en silencio, sin buscar reconocimiento, solo movidos por ese amor profundo que brota del corazón agradecido. Ellos también han escuchado su nombre pronunciado por el Resucitado, y han respondido con obras concretas.

Hoy les decimos: gracias. Gracias porque con su generosidad hacen posible que el Evangelio siga siendo anunciado, que los pobres sean ayudados, que la fe se mantenga encendida. En ustedes reconocemos el rostro de una Iglesia viva, apasionada, esperanzada.


🌿 4. María Magdalena, peregrina de la esperanza

En este Año Jubilar, Santa María Magdalena es figura perfecta de una peregrina de la esperanza. Ella no se quedó en el pasado, en la culpa, en la muerte o en la nostalgia. Caminó hacia la luz del día, escuchó la voz del Maestro, y se convirtió en apóstol de la esperanza para los mismos apóstoles.

La tradición la ha llamado “apóstol de los apóstoles”, porque fue ella quien llevó la noticia más grande jamás dicha: ¡Él vive! ¡He visto al Señor! (Jn 20,18)

¿No es ese también nuestro llamado hoy? Ser como ella: testigos de esperanza en medio del dolor, anunciadores de la vida en medio del miedo, discípulos apasionados que no se cansan de buscar al Amado.


Conclusión: Él también te llama hoy por tu nombre

Querido hermano, querida hermana: Jesús también te llama hoy por tu nombre. Tal vez estés en una noche oscura, como María en el huerto. Tal vez te falten respuestas, señales, certezas... pero Él está allí. Y cuando lo escuches, cuando reconozcas su voz que te llama personalmente, tu alma revivirá.

Que Santa María Magdalena interceda por nosotros para tener su misma pasión por Cristo. Que no nos contentemos con ver de lejos, sino que salgamos a buscarlo. Que podamos oírlo llamándonos. Que podamos anunciarlo con valentía.

Y que hoy, de manera especial, el Señor bendiga a nuestros benefactores, llamándolos también por su nombre, consolando sus penas, recompensando su generosidad y haciéndolos testigos del Resucitado en sus hogares, trabajos y comunidades.


🙏 Oración final

Señor Jesús, Buen Pastor resucitado,
hoy recordamos con gratitud a tu discípula María Magdalena,
la mujer que te amó con el alma entera y que no descansó hasta encontrarte.

Gracias porque también a nosotros nos llamas por nuestro nombre,
porque nos conoces, nos sanas y nos envías.

Te pedimos por todos nuestros benefactores:
tómalos de la mano, consuélalos en sus luchas,
bendícelos con tu paz,
y permíteles ser, como María Magdalena,
testigos vivos de tu victoria.
Amén.

 

2

El giro de una vida: de la lágrima al anuncio

 

1. La noche del alma: cuando el amor busca sin tregua (Ct 3,1-4a)

Queridos hermanos:

La Palabra de Dios hoy nos lleva a contemplar uno de los momentos más tiernos y transformadores del Evangelio. Pero antes de llegar a ese encuentro en el huerto, el Cantar de los Cantares nos describe con poesía lo que muchos hemos experimentado: el alma que busca al Amado y no lo encuentra.

En esa noche del alma, María Magdalena camina entre tinieblas. La mujer liberada por Jesús, aquella que lo siguió con fidelidad hasta la cruz, no puede aceptar la idea de haberlo perdido también en la muerte. Por eso, sale en su búsqueda, como la amada del Cantar, en la oscuridad, impulsada por un amor que no descansa.

La imagen es profundamente nupcial: es un amor que no se conforma con el recuerdo, que no se resigna a la ausencia, que anhela volver a abrazar. María busca a Jesús, pero aún no lo ha reconocido resucitado. Y en eso, hermanos, está su humanidad... y la nuestra.

Cuántas veces buscamos a Dios en medio de la confusión, sin saber que Él ya está a nuestro lado. Cuántas veces lloramos, sin saber que ya ha comenzado una nueva mañana.


🌿 2. El malentendido que abre los ojos (Jn 20,1.11-18)

El Evangelio de Juan nos regala una escena profundamente simbólica. María Magdalena ve a Jesús, pero no lo reconoce. Lo confunde con el jardinero. Es uno de los “malentendidos” característicos del cuarto Evangelio, como bien lo señala el comentario que nos inspira hoy.

Y en ese malentendido hay una verdad espiritual poderosa:
María busca al muerto, pero el que se le presenta es el Viviente. Ella quiere “tomar”, “retener” al Maestro que le ha sido arrebatado, quiere aferrarse a un recuerdo, a una presencia física, al Jesús que conocía. Pero el Resucitado no puede ser poseído ni encerrado. Él se manifiesta para enviar, no para ser guardado.

Este es el gran giro (retournement):
María Magdalena, mujer desconsolada, se transforma en discípula enviada. Pasa del llanto al anuncio, de la pérdida al testimonio, del sepulcro a la misión. Jesús la llama por su nombre —“¡María!”— y al pronunciarlo, la devuelve a la vida. En esa sola palabra, todo cambia. Todo empieza de nuevo.

La resurrección no consiste solo en ver a Jesús, sino en ser transformado por Él y en salir a anunciarlo.


🎁 3. Nuestros benefactores: testigos del amor que no se guarda

En esta memoria de la discípula enviada, queremos dar gracias a Dios por nuestros benefactores: personas que, como María Magdalena, han conocido a Jesús, lo han amado profundamente, y no lo han querido guardar solo para sí, sino que lo han compartido con generosidad.

Un benefactor es alguien que ha hecho el giro pascual: ha pasado del amor egoísta al amor generoso, del temor al don, del acaparar al ofrecer. Sus gestos, sus aportes, sus oraciones, sus presencias, sostienen la vida de la Iglesia.

¡Cuántas obras no existirían sin ellos! ¡Cuántos templos, seminarios, obras sociales, y comunidades parroquiales son testimonio del paso fecundo de benefactores silenciosos y fieles!

Hoy, en este año de gracia, queremos proclamar que el Reino de Dios también se edifica gracias al amor concreto de quienes no retienen, sino que entregan. A ellos les decimos: “Gracias por ser María Magdalena en medio del pueblo de Dios”. Gracias por haber oído la voz del Maestro, y por haber dicho con su vida: “He visto al Señor”.


🌅 4. El Salmo 62: el alma sedienta se convierte en testigo

El salmo responsorial canta con fuerza el anhelo de quien ha sido tocado por el amor divino:
"Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo; mi alma está sedienta de ti..." (Sal 62,2)

Esta oración encarna el corazón de María Magdalena. Su búsqueda, sus lágrimas, su deseo, son expresión de un alma que no se conforma con lo superficial. Solo quien ama así, puede reconocer al Señor cuando se le revela.

Y así como ella se convirtió en “apóstol de los Apóstoles”, también nosotros estamos llamados a ser anunciadores de la esperanza, en un mundo que muchas veces solo ve cementerios y no jardines, que se queda en la muerte sin ver la resurrección.

En este Año Jubilar, necesitamos más María Magdalenas: personas capaces de llorar, de esperar, de escuchar su nombre, y de correr a contar que la vida ha vencido.


🙏 5. Conclusión: ¿Quién necesita que tú le digas “He visto al Señor”?

Queridos hermanos:

Jesús está vivo. Pero no todos lo saben. Y muchos lo han buscado donde no está, o se han quedado llorando junto al sepulcro de sus frustraciones.

María Magdalena nos enseña que el encuentro con el Resucitado no es para guardarlo, sino para proclamarlo. No basta con haber sido salvados. Tenemos que convertirnos en testigos y benefactores de la esperanza.

Y así como ella fue enviada a los apóstoles, también tú eres enviado a tu familia, a tu comunidad, a tu entorno. ¿Quién necesita que tú le digas hoy: “He visto al Señor”?

Que Santa María Magdalena, fiel testigo del amor, interceda por nosotros. Que su ejemplo nos ayude a no guardar a Jesús solo para nosotros, sino a ofrecerlo con gozo. Y que nuestros benefactores, por quienes hoy oramos con gratitud, sean colmados de bendiciones, de consuelo y de paz.


Oración final por los benefactores

Señor Jesús,
Resucitado y glorioso,
Tú que pronuncias el nombre de cada uno con ternura y poder,
hoy te pedimos por nuestros benefactores.

Bendícelos con tu luz y tu paz,
dales salud, esperanza y fortaleza.
Que su generosidad, como la de María Magdalena,
fructifique en obras de amor para muchos.

Hazlos testigos de tu Resurrección
en sus familias, en sus trabajos y en su servicio a la Iglesia.
Y cuando llegue su hora,
llámalos por su nombre,
y dales parte en tu alegría eterna.
Amén.

 

3

Una fidelidad sin fisuras

 

1. Las lágrimas de quien ha sido redimida (Jn 20,1.11-18)

Queridos hermanos:

La escena del Evangelio de hoy es una de las más conmovedoras de toda la Escritura. María Magdalena, mujer transformada por el amor de Cristo, se queda junto al sepulcro... llorando. Sus lágrimas no son de resignación, sino de amor. Son las lágrimas de quien ha recibido tanto que no concibe haber perdido al Señor.

Este detalle, aparentemente simple, encierra un misterio profundo: la fidelidad de María no depende de certezas, sino de amor. Ella no comprende aún la resurrección. Pero permanece. No tiene explicaciones, pero permanece. No ve, pero cree con el corazón. Su amor no se interrumpe ante la oscuridad.

Ese es el corazón de la homilía de hoy: una fidelidad sin fisuras, una fidelidad que permanece cuando todo parece perdido. Y en ese amor que no se rinde, María es figura de tantos benefactores, personas que siguen sosteniendo la obra de Dios incluso cuando no ven resultados inmediatos, incluso cuando atraviesan pruebas o silencios de Dios.


🌿 2. El corazón transformado por el perdón

Hay un hecho clave en la historia entre María Magdalena y Jesús, recordemos que el Maestro expulsó siete demonios de María Magdalena (cf. Lc 8,2). Aquella mujer atormentada, quizás marginada y señalada, fue liberada por la gracia.

Y su vida cambió radicalmente. Se convirtió en discípula, servidora, y testigo. Con sus recursos sostuvo la misión, con su presencia acompañó al Crucificado, y con su fe acogió al Resucitado. Fue una mujer con pasado, sí… pero sobre todo con futuro.

¡Cuántos de nosotros, y cuántos de nuestros benefactores, también cargan historias marcadas por heridas, errores, caídas... pero que han sido redimidas! María Magdalena nos enseña que lo importante no es de dónde venimos, sino a quién seguimos. Que el verdadero amor nace de haber sido tocados por la misericordia de Cristo.


📖 3. La búsqueda apasionada del Amado (Ct 3,1-4a)

La primera lectura, del Cantar de los Cantares, representa la búsqueda apasionada del alma enamorada. De noche, la amada se levanta y va en busca de su Amado. Lo busca por las calles, pregunta por él, no se detiene hasta encontrarlo.

Esta escena poética cobra carne en la figura de María Magdalena. Su búsqueda es ardiente, es total, es desbordada. No le importa exponerse, no le importa llorar en público, no le importa la incomprensión. El amor no calcula, el amor simplemente busca.

Esta es también la actitud del verdadero discípulo y del auténtico benefactor: buscar el rostro de Dios, y colaborar en que otros también lo encuentren. En el Año Jubilar, este poema se convierte en lema: “He encontrado al Amor de mi alma” (Ct 3,4a). ¿Qué más podríamos desear?


🙌 4. El alma que anhela y permanece (Sal 62)

El salmo canta: “Mi alma está sedienta de ti, Señor, como tierra reseca, agostada, sin agua”.
Y también: “Tu gracia vale más que la vida”.

Es el salmo perfecto para quien ama con todo el corazón. Es el suspiro de María Magdalena junto al sepulcro. Es el clamor de tantos fieles y benefactores que no han dejado de confiar, de buscar, de servir, incluso cuando todo parece oscuro.

El alma que ha sido tocada por la gracia no puede dejar de anhelar a su Señor. Y ese anhelo lo transforma todo: las lágrimas se vuelven alabanza, el llanto se vuelve misión, la pérdida se vuelve encuentro. Y el silencio se llena de una voz que llama por el nombre: “¡María!”.


🕊️ 5. Benefactores: testigos de una fidelidad activa

Hoy queremos orar por nuestros benefactores, aquellos hombres y mujeres que, con su fidelidad silenciosa, hacen visible el rostro de María Magdalena en la Iglesia de hoy.

Ellos, como ella, no se han apartado del Señor en los momentos difíciles. Han sostenido templos, obras sociales, vocaciones, misioneros... No han buscado protagonismo, sino servicio. No se han movido por moda, sino por amor.

Su fidelidad también ha sido sin fisuras. Una fidelidad que nace de haber sido tocados por la misericordia. Una fidelidad que permanece, que se desvive, que colabora con generosidad. Hoy el Resucitado les dice también a ellos:
“Ve y dile a mis hermanos que estoy vivo”.


🌅 6. Conclusión: Fidelidad que transforma la historia

Querido hermano, querida hermana:
Santa María Magdalena nos deja una lección eterna.
Ella no fue la más sabia, ni la más influyente, ni la más pura...
Pero amó más que todos, y fue fiel hasta el final.

Por eso, Jesús se dejó ver primero por ella. Por eso la hizo mensajera de la Resurrección. Por eso la historia cambió a través de sus lágrimas.

En este Año Jubilar, Dios también nos llama a esa fidelidad. No necesariamente heroica, pero sí constante. No siempre pública, pero sí real. Que el ejemplo de María Magdalena nos impulse a amar más, servir más, confiar más.

Y que el Señor bendiga con abundancia a nuestros benefactores, recompensando su fidelidad, su generosidad y su amor. Que un día, también a ellos les diga con ternura:
“Has sido fiel en lo poco… entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21)


🙏 Oración final

Señor Jesús,
tú que transformaste el corazón de María Magdalena
y la hiciste testigo privilegiada de tu resurrección,
te damos gracias por quienes, como ella,
te han amado con fidelidad incansable.

Bendice a nuestros benefactores,
sostenlos con tu fuerza,
renueva su esperanza en los momentos difíciles
y concédeles la gracia de verte un día cara a cara.

Que sus obras generosas den fruto abundante,
y que su ejemplo inspire a otros a servir con amor.
Jesús resucitado, en ti confiamos.
Amén.

 

 

22 de julio: Santa María Magdalena — Fiesta

Siglo I
Patrona de: farmacéuticos, contemplativos, conversos, guanteros, peluqueros, pecadores penitentes, personas ridiculizadas por su piedad, perfumeros, prostitutas reformadas, curtidores, mujeres.
Invocada contra: tentaciones sexuales



📖 Cita:

Jesús le dijo:
—«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el jardinero, le dijo:
—«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.»
Jesús le dijo:
—«¡María!»
Ella se volvió y le dijo en hebreo:
—«¡Rabbuní!», que significa
Maestro.
Jesús le dijo:
—«No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y Padre vuestro, a mi Dios y Dios vuestro.”»
Entonces María de Magdala fue y anunció a los discípulos:
—«¡He visto al Señor!» y contó lo que Él le había dicho.
~ Juan 20,11–18


💭 Reflexión:

Santa María Magdalena, también conocida como la Magdalena o María de Magdala, probablemente lleva su nombre del bullicioso pueblo pesquero de Magdala, situado en la costa occidental del Mar de Galilea. Toda la información sobre María proviene de los Evangelios. En Lucas 8,1–3 se la presenta como una de las muchas mujeres que acompañaban a Jesús y a los Doce, proveyéndoles con sus propios recursos. Se dice que estas mujeres fueron “curadas de espíritus malignos y enfermedades”, y específicamente se indica que María fue liberada de “siete demonios”.

Ser liberada de siete demonios tiene implicaciones significativas. Podría significar que María fue realmente poseída, obsesionada u oprimida por siete demonios distintos. El número siete también simboliza la plenitud o totalidad, lo que implica que pudo haber estado completamente poseída o que su liberación fue una liberación perfecta. Es decir, que nunca regresó a los pecados de los que Jesús la rescató. Algunos sugieren que los siete demonios representan los siete pecados capitales, lo cual implicaría que María había cometido graves transgresiones en cada uno de ellos y fue liberada de todos esos hábitos pecaminosos.

En el capítulo anterior del Evangelio de Lucas, Lucas 7,36–50, se narra la historia de una mujer pecadora anónima que interrumpe una cena a la que asistía Jesús en casa de Simón el fariseo. No se nombra el pecado de esta mujer, pero su arrepentimiento es claro. Trae consigo un “frasco de alabastro con perfume”, se coloca detrás de Jesús, llora, lava sus pies con lágrimas, los seca con su cabello y los unge con el perfume. Después de una conversación con Simón, que juzgaba tanto a la mujer como a Jesús en su interior, el Señor dice:
“Se le han perdonado muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor.”
Y luego le dice a ella: “Tus pecados están perdonados... Vete en paz.”

A lo largo de los siglos, muchos han presumido que esta mujer pecadora era María Magdalena. Aunque es posible, y algunos lo consideran probable, no hay manera definitiva de saberlo. Esta mujer pecadora podría haber sido María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta. Podría haber sido otra mujer no mencionada en otros pasajes bíblicos, o una de las muchas mujeres que acompañaban a Jesús.

La segunda vez que se menciona explícitamente a María Magdalena en la Biblia es en la crucifixión de Jesús. Mateo, Marcos y Lucas afirman que ella y otras mujeres estaban presentes, observando desde cierta distancia. El Evangelio de Juan, sin embargo, dice que estaba junto a la cruz, cerca de la madre de Jesús y de su tía:
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María de Magdala” (Jn 19,25).

La tercera vez que aparece es después de la Resurrección. Mateo, Marcos y Lucas indican que fue al sepulcro temprano el domingo para ungir el cuerpo de Jesús, acompañada por otras mujeres. El Evangelio de Juan, sin embargo, dice que fue sola, encontró la piedra removida y el cuerpo de Jesús ausente. Corrió entonces a avisar a Pedro y a Juan, quienes encontraron el sepulcro tal como ella lo describió. Ellos se marcharon, pero María permaneció llorando junto al sepulcro.

Dos ángeles se le aparecen dentro del sepulcro. Luego se da la vuelta y ve a alguien que confunde con el jardinero. Le pregunta si él ha tomado el cuerpo de Jesús. En ese momento, Jesús le dice su nombre: “¡María!”, y ella lo reconoce. Jesús le dice:
“No me retengas, porque aún no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’” (Jn 20,17).
Entonces, María va rápidamente y anuncia a los discípulos que ha visto al Señor.

Debido a que fue María quien fue enviada primero a anunciar la Resurrección de Cristo, Santo Tomás de Aquino la llamó “Apóstol de los Apóstoles”. Aunque se puede inferir de la Escritura que María Magdalena fue la primera en ver al Señor resucitado, algunos sostienen que Jesús apareció primero a su propia Madre, la Virgen María, aunque los Evangelios no lo mencionan explícitamente. El Papa San Juan Pablo II se refirió a esto, diciendo:

“Es legítimo pensar que la Madre fue probablemente la primera persona a quien se apareció Jesús resucitado. ¿No podría su ausencia en el grupo de mujeres que fue al sepulcro indicar que ya se había encontrado con Él?” (Audiencia general, 3 de abril de 1996).

Nada más se sabe con certeza sobre María Magdalena después de estos relatos bíblicos. Una antigua tradición sostiene que acompañó a Juan y a la Virgen María a Éfeso, donde pasó el resto de sus días.


🌟 Celebramos hoy la misericordia sin límites de Dios.

El encuentro con Jesús cambió la vida de María para siempre. Jesús no dudó en asociarse con esta mujer liberada de siete demonios. De la misma manera, Jesús nunca duda en unirse a quienes se arrepienten sinceramente de sus pecados, sin importar su pasado.

La vida de María nos dice que hay esperanza para todos. Antes de su transformación, muchos probablemente la consideraban sin remedio. Pero Jesús no la descartó, y tampoco descarta a nadie.

En el año 2016, el Papa Francisco elevó la memoria de Santa María Magdalena al rango de fiesta en el calendario litúrgico. Lo hizo durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, para resaltar la importancia del papel de Santa María Magdalena en los Evangelios, la profundidad de su amor por Cristo, y destacar la Divina Misericordia de Dios.


🙏 Oración

Santa María Magdalena,
tú viviste una vida de pecado,
pero al encontrarte con Jesús,
te arrepentiste y lo seguiste.

Fuiste fiel a Él durante todo su ministerio
y fuiste testigo de su muerte y resurrección.
Ruega por mí,
para que siempre tenga el valor de arrepentirme de mis pecados
y permanecer contigo al pie de la cruz,
para que también pueda ser testigo de los efectos transformadores
de la Resurrección.

Santa María Magdalena, ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.

 

 

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