martes, 26 de agosto de 2014

En los 100 años del nacimiento de Julio Cortázar

«Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo». (Julio Cortázar)

El narrador y novelista argentino Julio Cortázar es un franco tirador de la literatura.
Caso complejo y personal de insurrección permanente contra los lugares comunes, la pasividad del espíritu, da vida al verbo creando su propio lenguaje. Su humor sutil, destructor, su visión dramática del hombre moderno, su inquietud ontológica aliada a una observación aguda de lo cotidiano crea cuentos originales, una novela dinámica y metafísica. Sus ficciones tratan los problemas del hombre americano actual y los sitúan dentro de un terreno universal. Superando a todos sus contemporáneos de América Latina en el riesgo de la innovación, se sale de toda nomenclatura y ofrece, según la opinión de un crítico americano, “la más poderosa enciclopedia de emociones y de visiones que emerge de la generación de los escritores internaciones de la post guerra”.



Hoy el mundo literario y especialmente Argentina donde creció y Bélgica donde nació celebran 100 años del nacimiento de Julio Cortázar.

Confieso de entrada que nunca fui devoto del escritor belga argentino y que sólo siempre me sentí inclinado a leer su relato en prosa “los premios”, que a finales de los 70 llevara a la tv la programadora RTI en Colombia.

Pero si tuve y tengo amigos que se aman a Cortázar y han leído casi toda su producción literaria…y por ellos también quiero hacer este pequeño e ignorante homenaje a quien es considerado uno de los más importantes escritores latinoamericanos al lado de Pablo Neruda,  Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Ernesto Sábato.

En la gran red virtual y en las calles de Buenos Aires muchos celebran este primer siglo del nacimiento del hombre, del escritor seductor surrealista, que supo ser Cortázar.
He escuchado de sus “cronopios”, de sus ”bestiarios”,  de “Rayuela”, de su compleja pero bella oda, de sus cuentos desconcertantes (de los cuales uno alguna vez leí en mi juventud).

Intelectual comprometido que ejerció un importante papel en la vida de Argentina y América Latina, estuvo exiliado más de 30 años en Francia, país donde adquirirá la nacionalidad en 1981 y a los 67 años, justo 3 años antes de su muerte.

Julio Cortázar nació en Ixelles, situado al sur de Bruselas (Bélgica) un día como hoy el 26 de agosto de 1914. Maestro de la novela conoció la fama gracias a la novela “Rayuela”.

“Rayuela” que en francés se llama “Marelle”, fue  Escrita en París y publicada por primera vez en España el 3 de octubre de 1963, constituye una de las obras centrales del boom latinoamericano.

Se trata de una narración introspectiva, en monólogo interior, que narra la historia de Horacio Oliveira, su protagonista, de un modo tal que juega con la subjetividad del lector y tiene múltiples finales. A esta obra suele llamársela «antinovela», aunque el mismo Cortázar prefería denominarla «contranovela».
Si bien el estilo que se mantiene a lo largo de la obra es muy variado, se la considera una de las primeras obras surrealistas de laliteratura argentina. «De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura», dijo Cortázar de Rayuela cuando se le preguntó qué significaba para él.

Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.", ha escrito este martes, citando una frase de su libro faro, la página de acogida del buscador Google en español y sobretodo Argentina. La frase aparece encima de una rayuela donde se ve una foto del escritor.
La obra de Cortázar que mezcla a menudo fantasía y surrealismo, ha sido traducida a más de 30 lenguas y solo a lo largo de este año ha logrado vender más de 100.000 ejemplares en los países de lengua española.

"Fue uno de los grandes autores que nos hizo despertar y ver la literatura de otro modo, con una reivindicación muy importante del cuento", explica a Europa Press la escritora Soledad Puértolas, quien ha resaltado la relación "entre la magia y lo cotidiano" que desprendía la literatura de Cortázar.

"No es realismo mágico, pero la magia está ahí, en lo cotidiano y al lado del elemento de sorpresa. Se trata de la magia de los misterios de las personas, la confianza en el azar o la esperanza", señala Puértolas.

 Con sensibilidad  de izquierda, apoyando en particular las revoluciones cubana y sandinista, en 1951 se vió obligado a dejar Argentina e irse a Francia, como protesta contra la dictadura del General Perón.

Cortázar además de haber escrito sus propias obras,  también había trabajado como traductor, posibilitando pasar del español al francés autores como Marguerite Yourcenar o Lautréamont.



domingo, 17 de agosto de 2014

24 de agosto del 2014: 21º Domingo del Tiempo Ordinario (A)



Las llaves le han sido entregadas

Jesús ha confiado a Pedro y a sus discípulos la misión de edificar su Iglesia y de abrir las puertas de su Reino. El papa, los obispos y todas las personas bautizadas han de vivir en Iglesia (juntos en asamblea)  y anunciar el Reino de justicia y del amor de Dios.




EVANGELIO  Mateo 16, 13-20

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» 
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor


A guisa de introducción:

Osar tomar la palabra…

En nuestros días, las maneras de comunicarnos se han diversificado: teléfono, blogs, sms (mensajes de texto), correos y sitios de internet, no son más que algunos ejemplos.

Las oportunidades de tomar la palabra, de compartir nuestra opinión y lo que nos hace vivir o anima, antes no habían sido nunca tan numerosas.

Por lo tanto, no es simple o fácil tomar la palabra cuando uno se pone a reflexionar sobre las repercusiones de este acto, es decir, cuando uno es consciente de la gravedad que va a decir, expresarse no es nada sencillo.

Cuando se presenta la necesidad de afirmar una verdad, esto llega a ser una tarea muy delicada. Y sobre todo cuando nuestro interlocutor es una persona con la que tenemos una relación afectivamente estrecha…A veces caminamos como sobre huevos, “como loro en tunal”, al decir del humorista clásico…midiendo nuestras palabras para que el mensaje sea bien acogido o al menos bien comprendido.

Un ejemplo para nosotros sacerdotes: nuestra tarea de predicadores es bastante exigente: esta implica conocer bien nuestros interlocutores, su nivel de comprensión, sus preocupaciones, sus esperanzas, sus utopías y bien decía el recordado hermano Padre “Calixto”: “no regañemos a los pocos que vienen  a la misa”. Hoy más que nunca sabemos que los discursos moralistas, condenadores, las homilías que solo ven la paja en el ojo ajeno están ya para recoger y mejorar. Y cuando se trata de denuncia o profecía (porque es necesario y en caso de que eso se quisiera), entonces hay que hablar con voz más fuerte, sin lugar a dudas…Por ello, es esencial conocer  los contextos, el público al que nos dirigimos… y sabemos que al templo, difícilmente vienen aquellos que necesitan escuchar tales sermones…

En el evangelio de hoy, Pedro toma la palabra para afirmar lo que era evidente hasta ese momento y que parecía escondido a los ojos de todos.

Declarar que Jesús es “el Mesías, el  Hijo del Dios viviente”, podría cambiar la imagen de Jesús entre los discípulos, chocarles y finalmente dividirlos.

Pero enseguida, Jesús confirma la afirmación del jefe de los doce, descubriéndoles el origen de esta revelación: El Padre que está en los cielos.

Tomar la Palabra se constituye a veces en un acto de valentía, en particular cuando se trata de nuestras convicciones profundas que todo el mundo no podrá aceptar ni tampoco comprender.

Al ejemplo de Pedro, seamos de aquellos que osan tomar la palabra para compartir su fe y proponer la presencia de Dios en un mundo que parece más sugerir su ausencia.

Aproximación psicológica al texto del evangelio:


De la selva densa a la roca solida

En el espacio de 3 versículos se nos exponen 3 expresiones de gran complejidad a saber: EL HIJO DEL HOMBRE, CRISTO y EL HIJO DE DIOS. Estas expresiones llamadas títulos mesiánicos, corresponden a maneras bien precisas con las cuales los primeros cristianos comprendieron y expresaron su fe en Jesús.

Los exegetas continúan discutiendo entre ellos la cuestión de saber si Jesús se aplicó esto títulos a sí mismo, y la respuesta aun no es bien clara.

Una cosa cierta es que estos títulos estaban estrechamente ligados al contexto religioso judío, y desaparecieron cuando la fe fue trasladada al mundo grecorromano. Así, nosotros los conocemos hoy más bajo la forma de nombres propios: El Mesías, Jesucristo.

En verdad, no hay nada que lamentar en esta evolución, ya que estos títulos logran bastante mal expresar la identidad de Jesús, a dar una buena concepción o toma de significado  sobre su misterio.

Jesús se opone en alguna parte  a “dar signos” de su autoridad (Mt 12,38-39), dejando a sus oyentes la tarea de evaluar por ellos mismos el conjunto de su acción (su práctica).  Se podría hablar de igual manera de su rechazo a dar definiciones teológicas de su identidad, rechazo que llevaría a sus contemporáneos a descubrir por ellos mismos quien era Él.

Esto no significa de ninguna manera que todo nos resbale entre los dedos, y que Jesús  quede  para siempre como  una figura fugitiva e inalcanzable. Pero la crítica textual y el análisis teológico de los títulos mesiánicos es representada como una selva densa en la cual se perderían de modo seguro los más pequeños (Mt 11,25). Ahora, Jesús declara que justamente son estos últimos quienes tienen acceso a su misterio.

Es menester entonces decir que tenemos acceso directo a lo que importa saber sobre Jesús, y esto tiene dentro algunas convicciones de fondo, que toda persona sincera puede  tener después de una lectura atenta del evangelio.

Ante todo, Jesús se muestra convencido de que Dios se ha acercado a todo ser humano, y que Él está presente como un Padre en su vida de cada día.

Enseguida, Él está plenamente convencido de estar en una causa común con Dios, y él deja entender que la actitud que se asuma de cara él  (Jesús) es la misma actitud que se asume ante Dios mismo. Finalmente, él está convencido que los pobres y los oprimidos son los primeros en recibir la ternura de Dios, que la fiesta que viene será ante todo su fiesta, y que es con ellos que es necesario construir nuestras primeras solidaridades.

He aquí algunas de las convicciones de Jesús. Es reflexionando sobre ellas y acerca de la manera como Jesús vivió toda su vida en conformidad con ellas, que nosotros podremos comprometernos en una búsqueda espiritual auténtica.

Construir (formar) sobre la roca un grupo comprometido

Jesús un día decide dejar su trabajo de carpintero ordinario para llegar a ser constructor de hombres, y el agrupa pescadores ordinarios con el objetivo de hacerlos pescadores de hombres. Acá rencontramos el mismo paralelo entre la actividad de Jesús y la de sus discípulos: Jesús construirá su comunidad, su gran asamblea, y sus discípulos, representados por Pedro, se comprometerán ellos mismos en la realización de este proyecto.

Notemos acá que Jesús entiende quedar como el actor principal. Puesto que Él no dice a los discípulos: construyan ustedes una iglesia. Si Él les dona poderes, es únicamente para que sus discípulos realicen su proyecto (suyo), con la misma apertura y la misma libertad de cara a  las instituciones y al poder.

Este famoso poder de las llaves confiado a los apóstoles no debe ser comprendido como el poder que es a veces arbitrariamente ejercido sobre las conciencias por ciertos eclesiásticos “puntillosos”.

Un comentador de las escrituras remarca sobre esto, que en la lengua semítica (lengua original de la biblia) “se emplea grupos de dos palabras opuestas para indicar la totalidad”. De tal modo que el acento no se pone sobre el ejercicio del juicio, mas sobre la capacidad (y la misión!) de desatar los seres humanos, de liberarlos de todas sus ataduras (obstáculos, lo que les estorba y no les deja ser libres).

De otro lado,  esta manera de comprender el versículo 19,  va en la línea de la comprensión  que Jesús tenia de su propia misión. “El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”, y no perder (atar) lo que estaba salvado o lo que no estaba perdido (cf. Luc 19,10).

Al construir su comunidad sobre la piedra (o roca) (ver el juego de palabras del versículo 18), Jesús evoca su parábola de la casa construida sobre la roca (Mt 7,24-27). Se trataba en aquella parábola de fundar su experiencia espiritual sobre la piedra, es decir, sobre la puesta en práctica de  la Palabra de Dios. La solidez que es prometida a la comunidad eclesial reenvía entonces a la exigencia de una práctica seria y fiel del evangelio.

Vemos aquí entonces el encadenamiento de textos reveladores en este sentido: “las puertas del infierno no prevalecerán contra mi iglesia”: el mal no tendrá la última palabra con los miembros de mi grupo: el infierno no podrá retener prisioneros los miembros de mi iglesia: “mis ovejas no perecerán nunca y nadie podrá arrancarlas de mi mano” (Jn 10,28); pero, cómo se llega a ser oveja, como se llega a ser discípulo?  “no es diciendo Señor, Señor (…) sino haciendo la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21).

Así pues,  pertenencia a la Iglesia, solidez de la Iglesia y práctica eficaz de la Palabra  liberadora de Dios, son 3 realidades que aparecen íntimamente unidas entre ellas. Más que una prueba de la solidez de la institución, este pasaje contiene entonces en filigrana este compromiso en la acción que es típica de toda palabra de Jesús.


Reflexiòn  central

Una autoridad de servicio o un servicio de autoridad

Después de la muerte de Juan el bautista, Jesús ha dejado la tierra de Galilea.  Ahora elude  las multitudes y se consagra por entero a sus apóstoles a quienes va revelarles el misterio de su pasión. El Mesías sufriente, humillado llega a ser el punto central de su predicación.

Jesús sabe lo que se piensa de él. Pero con todo, el lanza la pregunta: “De acuerdo a lo que se dice, se rumora qué dice la gente quién es el hijo del hombre? “  Las respuestas son variadas: Juan Bautista resucitado, Elías de quien se esperaba su retorno, Jeremías, uno de los grandes profetas…Y los doce no se atreven a recordarle lo que dicen los jefes religiosos a propósito de él: un hereje, un poseído, un seductor de masas, un glotón, un borracho.

Y entonces es cuando enseguida Cristo les hace la pregunta muy personal: ¿“pero, y ustedes quien dicen que soy yo?”

Y es Pedro quien responde en nombre de los 12: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.  Es evidente que esta respuesta no ha sido suficientemente comprendida por Pedro y por los apóstoles que después de la Resurrección, mismo si el evangelista la utiliza aquí, antes de la entrada a Jerusalén. En el cuarto evangelio (San Juan)  se menciona otra profesión de fe de Pedro. Cuando los discípulos en gran cantidad,  abandonan el Señor, y éste demanda a sus apóstoles: “ustedes también quieren irse (abandonarme?)” Y Pedro responde:  ¿“A quién iremos Señor?, solo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,67).

Pedro es quien a menudo habla en nombre de los otros. Es un impulsivo y comete a menudo errores (“mete la pata”, “se equivoca”). Pero a pesar de todas sus lagunas ama a Cristo y es escogido para ser el fundamento de la Iglesia. Es necesario recordar acá que Jesús es el constructor de la Iglesia, y no Pedro: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra, yo construiré mi Iglesia”. Jesús promete al jefe de los apóstoles un carisma especial: “Yo he orado por ti para que tu fe no desfallezca. Tú, entonces, cuando vuelvas, asegura la fe, la confianza de tus hermanos” (Lucas 22,32).

La autoridad conferida a Pedro no es una autoridad de poder sino una autoridad de servicio. Es para expresar este tipo de autoridad que Jesús insiste en lavarle los pies la tarde del jueves santo, y esto a pesar de las reticencias del pescador galileo. Pedro y los apóstoles reciben las llaves del Reino para que ellos abran las puertas a todos.

Recordemos que Cristo había acusado los escribas y a los fariseos de cerrar la entrada del Reino de Dios: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cierran el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni ustedes entran, ni a los que están entrando dejan entrar” (Mt 23,13).

Jesús no quiere que hagamos lo mismo que los escribas y fariseos en su Iglesia.

El rol (papel) de Pedro es el de ser también un símbolo de unidad en la Iglesia. Miremos lo que sucedió en el Primer Concilio de Jerusalén, cuando cuatro o cinco grupos experimentan ideas diferentes sobre la adhesión de los no judíos al cristianismo.

Es Pedro quien supo religar al Pablo liberal, a Santiago el conservador, a los griegos de la izquierda, y a los fariseos cristianos de la derecha. Todos se pusieron de acuerdo alrededor de Pedro que ha explicado lo que le había sucedido en casa del centurión romano: “Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú impuro”  (Hechos 11,9).

Pedro, es entonces, aquel, alrededor de cual los cristianos forman unidad.  A través de los siglos, no ha sido siempre  el caso  con los sucesores de Pedro, pero hoy los gestos de unidad y de reconciliación se multiplican: Pablo VI y Juan Pablo II con los ortodoxos, los protestantes y los líderes de otras religiones, Benedicto XVI en la sinagoga de Colonia, Francisco recientemente en el Medio Oriente. El papel principal del Papa es promover la unidad: primero, al interior de la Iglesia (entre los partidarios de la derecha y los partidarios de la izquierda), enseguida, con aquellos que se han alejado de Roma (los protestantes y los ortodoxos), y con los miembros de otras religiones.

La unidad es importante, puesto que juntos participamos en la vida del Reino. El Concilio vaticano II definió la Iglesia como “el pueblo de Dios”. Es imposible ser cristiano y de tener la fe, vivenciarla solo. La no-práctica religiosa, el alejamiento de la comunidad cristiana provocan continuamente la atrofia y la desaparición de la fe. Cuando algunos  dicen, que ellos son cristianos practicantes, quieren decir por lo regular que ellos van a la misa el domingo. Pero ser “cristiano practicante”, es mucho más que asistir a la liturgia dominical, es practicar también la justicia, la fraternidad, la hospitalidad, el respeto de los otros, actuar con justicia en los asuntos y negocios, perdonar las ofensas, amar sus enemigos, ser promotores de paz, rechazar la violencia, ser tolerante…

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) un gran teólogo  y  pastor polaco –alemán muy conocido, llevado a la horca por los nazis debido a sus ideas religiosas y por su defensa de los judíos, preguntaba un día  a sus feligreses parroquianos  de Berlín: “Si hoy se les acusara a ustedes de ser cristianos, es que se encontrarían suficientes pruebas para condenarles?”. Bonhoeffer sabía la importancia de la fidelidad a las exigencias del evangelio.

El abad Pierre, el apóstol de los pobres, afirmaba: “Cuando lleguemos al final de nuestra vida, no se nos preguntara si hemos sido creyentes, sino más bien si hemos sido creíbles”, es decir, si nuestras acciones corresponden a nuestra profesión de fe! “No son aquellos que dicen: Señor, Señor, que entraran en el Reino de los Cielos, sino más bien aquellos que hacen la voluntad de mi Padre”.

El cristianismo es una gran esperanza, pero ella tienes sus exigencias evangélicas.  Debemos constantemente verificar nuestra práctica religiosa y nuestra adhesión a Cristo a la luz del evangelio. La respuesta a la pregunta de Cristo: Para ustedes, quien soy yo? determinará el tipo o clase de cristiano que nosotros somos.


FUENTES BIBLIOGRAFICAS :

Petit livret de ×Prions en église, misal dominical version quebequense.
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Reflexion chretienne, P. Yvon-Jacques Allard, s.d.v (http://cursillos.ca.


HÉTU, Jean-Luc. Les options de Jésus.

martes, 5 de agosto de 2014

21 de septiembre del 2014: 25º Domingo del Tiempo Ordinario


 Bondad divina!

Buena Noticia! la bondad del Señor supera todo entendimiento o comprensión y está por encima de toda justicia. Alabémoslo con agradecimiento por su amor que nos guarda y nos cuida. Sepamos acoger su generosidad con todos, sin envidia, ni espíritu de rivalidad. Él es bueno.



EVANGELIO LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -- El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.Palabra del Señor. 


A guisa de introducción:

“Busquen al Señor mientras se le encuentra”. ¿Qué significa esta frase al comienzo de la primera lectura que escuchamos hoy? Qué significa “buscar a Dios”? ¿Luego, cuando se es creyente,  es que uno no lo ha encontrado ya? 

Una gran cantidad de creyentes han heredado una visión de Dios, según la cual Él sería lejano y severo: un Dios con el que hay que  estar en regla y al que se le frecuenta por obligación o un deber.

Otros, al contrario, conservan y es fuerte en ellos de acuerdo a su educación cristiana la imagen de un Dios al que se ha ganado (se ha echado al bolsillo) con anticipación en razón de su bondad y misericordia. En ambos casos, no hay nada (valido o dogmático)  para despertar el deseo de Dios y suscitar una búsqueda, indagación  (o aventura) espiritual.

Somos aun  nosotros sensibles al misterio de Dios? “Mis caminos no son sus caminos, declara el Señor”, leemos en el libro de Isaías. Una misma trampa arruina nuestra relación con Dios y nuestras relaciones humanas: creer que al otro ya se le tiene o se le ha adquirido…La fe también puede dormirse en la rutina. Por lo tanto, ¿el Dios vivo no desearía que nosotros estemos atentos a su presencia y así poder manifestarnos su amor?  Siendo a la vez muy cercano y distante,  Él desea que le busquemos sin cesar. 

El corazón de la vida espiritual cristiana, es el encuentro siempre renovado entre el deseo de Dios y nuestro deseo de Él. Bajo la inspiración y o movimiento del Espíritu Santo, Dios nos hace entrar cada vez más en las profundidades de su misterio. Acaso, nos bastara nuestra vida para realizar esta diligencia?


APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA DEL EVANGELIO

Del código del trabajo al amor…

La certeza de una recompensa divina asociada a las buenas obras del ser humano, era el dogma (creencia) número uno en la mentalidad (pensamiento) judía (o).

El mismo Jesús continuaba hablando de recompensa, pero si miramos de cerca, Él da un golpe de gracia a este dogma que se refiere al derecho que tiene   el hombre de adquirir a Dios, a causa de sus buenas obras.

Un siervo no tiene ningún derecho sobre su patrón. Es por ello que Jesús acá, decide más bien hablar de obreros, los cuales están protegidos por un acuerdo contractual preciso con su empleador: “el patrón conviene (se pone de acuerdo)  con los obreros en la paga de una moneda (denario o pieza) por jornada” (v.2).

Era la mentalidad típica de la época de cara a la retribución divina de las buenas obras: yo hago esto y aquello por ti, y después de mi vida (mi muerte acá), tú me das el cielo. Era en otras palabras, el código del trabajo referido (reportado) en la espiritualidad: Dios que deja de ser Él y al que se descubre en la alegría, para convertirse en el patrón lejano para quien se trabaja duro con la única esperanza de un retiro (pensión, jubilación) confortable.

Pero Jesús combate con encono,  y a grandes pasos se abre camino dentro de esta mentalidad burguesa. El dios de Jesús se desentiende plenamente de una dinámica mercantil,  y está libre por completo de un acuerdo contractual con el hombre.

Dios tiene reservas inextinguibles (inagotables) de ternura y de bondad, y Él quiere llevar a su provecho  a todo hombre, “los malos, los buenos, los justos y los injustos”  (Mt 5,45).

Su única exigencia: que uno no tenga  envidia ( “el ojo malo”, según las traducciones francesas)  (v.15), que uno supere esta envidia absurda que me conduce a dejar de ser feliz si  descubro que el vecino tiene tanto (parecido o igual) como yo.

Desde luego que Dios no se presenta acá como un comerciante que distribuye bombones a la hora de la comida y de acuerdo a la moneda que el hombre deposite sobre el mostrador. Él es el Padre libre  tanto del protocolo como de la propiedad privada, y que acoge en su mesa todos aquellos que se presentan para el festín.

Como Dios, los justos que son presentados en la profecía del juicio final han superado completamente la idea del mérito. Mismo ellos no sabían que iban a ser recompensados. Ellos actuaban por convicción, no por cálculo (Mt 25,31-46).

En contraste, aquellos que Dios quiere tener lejos de Él, son aquellos quienes habrían hecho bien las cosas, si ellos hubieran sabido; sin embargo, entonces ellos    habrían  actuado no por convicción sino por la recompensa sentida en los extremos de los dedos  y sin que el corazón esté presente.

La profecía del juicio final y la parábola de los obreros tienen en común un punto. Es necesario vivir por convicción  y no por cálculo, y dejar surgir (aflorar)  la bondad de Dios como ella quiera, admitiendo a la larga que el amor siempre tiene la razón.




UNA PRIMERA  REFLEXIÓN

No un código de relaciones de trabajo

Primero que todo, es útil   señalar que esta parábola del evangelio no habla de las relaciones que deben existir entre los hombres, sino más bien de la relación que Dios tiene con nosotros.

Al narrarla, con certeza,  hemos de precisar que Jesús  no tenía la intención de presentarnos el retrato de un patrón ideal, ni tampoco pretendía proponer un nuevo código de relaciones de trabajo viable (0 válido) para su época y para las épocas venideras.

Nos equivocaríamos mucho si quisiéramos aplicar en nuestras sociedades la manera de comportarse del patrón que la parábola pone en escena. Sería del todo y simplemente inaceptable. En los contratos que los hombres establecen entre ellos, todo debe reposar sobre la justicia, y sobre una justicia estrictamente aplicada.

En el dominio de las relaciones laborales, en particular, el paternalismo, lo arbitrario y saltarse los derechos  no tienen lugar.

Se entiende que los obreros de la primera hora hayan “gruñido” contra aquel que les había empleado. Podríamos imaginarnos el descontento de los trabajadores de hoy que hubieran sido tratados así. Pero no insistamos ya que la intención de la parábola es ilustrarnos sobre la manera como Dios, al final de los tiempos, se comportara con aquellos que se encontraran frente a Él.

DIOS ES BUENO

El primer trazo a remarcar es que Dios no actuara como nosotros estamos inclinados a hacerlo. Para recompensar a los suyos, Dios no se ceñirá a nuestros criterios de justicia. Dios se mostrara igualmente generoso con todos aquellos que habrán trabajado por Él, y que habrán creído y esperado en Él. Poco importa si ellos habrán trabajado después de mucho tiempo o después de algunos instantes; no le interesa a Dios si ellos habrán sido creyentes desde su nacimiento  o habrán creído en los  últimos momentos de su vida. El salario será igual para todos.

Esta actitud, en verdad  no puede sorprender sino a aquellos que no saben quién es Dios. Si Él es amor, como dice San Juan, queda claro que Dios no  está animado por el amor, dejándose guiar por las leyes del amor. Ahora, el verdadero amor sabe darse sin reticencia y es igual para todos. También es parte de la naturaleza de Dios trascender la justicia sin dejar (o despreciar) a nadie.

Muchos padres de familia experimentan a lo largo de su vida esta capacidad que tiene el verdadero amor de darse y manifestarse independientemente de los méritos (del hijo) de aquel a quien se dirige. Ellos saben amar, el hijo difícil (la oveja negra) como al retoño dócil, acoger el hijo prodigo con los brazos abiertos sin descuidar (ni privar)  ni dejar de brindar el amor ni lo necesario  a los hijos que constantemente se muestran fieles y amorosos.

Si, Dios es así. Él es Padre. Cuando da, no se deja guiar que por la espontaneidad y la generosidad de su amor. Basta con que alguien, en cualquier momento que sea, se torne sinceramente hacia Él, para que  Dios le ofrezca todo lo que Él es y todo lo que Él tiene.

El amor de Dios es siempre un amor sin reticencia.

DIOS NO ES INJUSTO

Al actuar de este modo, Dios es injusto? Es difícil pretenderlo por dos razones.

Hemos evocado la primera razón diciendo que actuar según los criterios del amor y de la misericordia no es actuar con injusticia sino que es ir más allá de la justicia.

En realidad es comportarse teniendo en cuenta las situaciones particulares como nunca sabría hacerlo la simple y estricta justicia. Dicho de otro modo y como nos lo hacía ver el evangelio del domingo pasado superando la legalidad para llegar a la legitimidad.

Si Dios se permite de dar a todos una recompensa similar cuando algunos parecerían merecer mucho más y otros menos , es porque Él juzga con su corazón viendo el fondo de los corazones. Es porque su corazón , como el nuestro , “tiene sus razones que la razón no entiende”, según el decir de Blas Pascal. No hay ninguna injusticia acá.

La segunda razón que nos impide decir que Dios es injusto, es porque no existe ningún contrato incontestable entre Él y el ser humano.  En efecto, nadie puede presentarse ante Dios y exigir no importa qué. Nadie puede pretender tener el mérito de ser salvado (salvo) y amado. En este dominio, todo es don (regalo) y don gratuito. La igualdad de las recompensas de la cual habla la parábola,  evoca la alegría plena que colmará a todos los creyentes. Tanto para los trabajadores de la última hora como de la primera hora la alegría será desbordante.

Nadie tendrá que quejarse por lo que su vecino ha recibido, porque nadie habrá merecido nada y porque todos tendrán más de lo que ellos podían esperar.

ALEGRARSE DE LA BONDAD DE DIOS

En la parábola, los obreros de la primera hora se consideran tratados injustamente y le reclaman a su patrón. La respuesta que se les da es desconcertante: “¿vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Esta respuesta nos invita en todo momento a cuestionarnos si somos capaces de maravillarnos de la inmensa bondad de Dios.

No tengamos por hecho (ganado, adquirido) que estamos salvados. Extremadamente sensibles de la justicia, cuidadosos o delicados con respecto a nuestros derechos, conscientes de los esfuerzos que hacemos por vivir de acuerdo al evangelio, no es seguro que estemos siempre dispuestos  a dar gracias a Dios que es bueno. Pensemos en las personas que nos han herido profundamente, pensemos en nuestros sufrimientos y desgracias que consideramos a menudo en referencia con los de los demás.

No se nos ha ocurrido decir a propósito de esto: “yo espero que un día se hará justicia” se hará justicia sin duda en el Reino. Pero el Reino será también reino de perdón y de amor. Es por esto, primero que todo, que Dios quiere que nos alegremos. Si se nos dificulta hacerlo, es porque quizás creemos tener derechos ante Dios? Luego, no tenemos derecho.

DEJAR HABLAR Y ACTUAR AL CORAZÓN

Es claro que las relaciones humanas deben ante todo basarse en la justicia. Nada más verdadero si… pero también es necesario preguntarnos  si la aplicación de la justicia es suficiente para que los hombres sean felices.

Es cierto que sin justicia la felicidad es imposible. Pero faltaría decir que sin amor y sin misericordia, la felicidad que podríamos esperar no puede ser que de corta duración. 
Lograremos humanizar verdadera y profundamente la tierra, lograremos hacerle cantar y bailar si nos preocupamos nada más que por la justicia?  No será necesario y urgente que más allá de la justicia, instauremos por todo lado espacios de bondad, de perdón y de generosidad accesibles para todos?  ¿Si es indispensable que trabajemos para que la justicia exista entre los hombres y las naciones, no es de igual modo  necesario que en ciertos días al menos-y lo más a menudo posible- dejemos hablar y actuar nuestro corazón? Qué mundo estamos construyendo?

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VAYAN TAMBIÉN USTEDES A MI VINA (2)

Durante 3 domingos consecutivos, escucharemos tres parábolas de Jesús sobre la viña. Cristo nos propone hoy la de los trabajadores contratados en distintas horas de la jornada (también llamada de  “los viñadores de la última hora”); el próximo domingo tendremos la de los dos hijos a quien el Padre les pide ir a trabajar a su viña y el domingo siguiente, la parábola de los obreros que quieren apoderarse de la viña.

La PARABOLA DE hoy comienza muy temprano en la mañana, en la plaza pública de un pueblo. Se trata de una escena que se ve muy a menudo hoy en ciertos pueblos y ciudades del planeta. Los “jornaleros” están ahí, esperando que se les contrate (ocupe)…Estas personas que vivían con muy poco diariamente, esperaban que alguien les diera trabajo:"¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" , pregunta Jesús. "Porque nadie nos ha contratado".

El problema del desempleo (no falta de trabajo,  como dicen los franceses, que es distinto, pues trabajo hay mucho) es una de las plagas de nuestro tiempo. En los países industrializados, millones de puestos de trabajo han sido suprimidos en los últimos años. A través del mundo, la mitad de la población no tiene trabajo fijo y debe sobrevivir con un salario de hambre (de uno o dos dólares por mes). La parábola de los obreros de la viña nos recuerda (hace tomar conciencia) de este problema actual y permanente.

Jesús subraya en este relato 3 puntos importantes:

En primer lugar, todos son invitados a trabajar en la viña del Señor.
En el mundo bíblico, es un símbolo muy fuerte. Ella representa el pueblo de Israel y después el Reino de Dios.
 En esta viña no hay desempleo y nunca es tarde para responder a la invitación de Jesús.

Enseguida, a la hora de la paga, estamos seguros que el Señor nos dará un salario equitativo y generoso: “Vayan a mi vina y yo les daré lo que es justo”.

Por último y es quizás el punto más importante, mismo si no hemos trabajado toda la jornada- a causa de las circunstancias de la vida o aún por negligencia, descuido o falta de interés- El Señor continúa invitándonos. Nunca estamos muy viejos  para retomar el trabajo o para unirnos a los otros trabajadores.

Si a lo largo de nuestra vida nunca hemos sido muy vigilantes, tenemos buenas oportunidades de llegar a ser nosotros también trabajadores de la última hora. Cuando las arrugas se acentúan en nuestro rostro, cuando la fatiga y la debilidad se apoderan de nosotros, cuando nuestro sol esta a punto de desaparecer en el horizonte, el Señor nos repite su confianza y nos invita de nuevo: “Vayan también ustedes a mi viña”.

Nosotros que nos consideramos obreros de la primera hora, nos damos cuenta que no tenemos gran cosa hasta aquí. Con humildad, debemos acomodarnos entre los obreros del fin del día, al lado de los ociosos (perezosos) y de los pecadores, conscientes de haber hecho si poco a lo largo de nuestra vida, pero contando con la misericordia y la bondad de Dios. En la mañana, a medio día o al atardecer de nuestra vida, el Señor nos invita a su viña y nos promete un salario justo y equitativo. Esta parábola de Jesús pone en evidencia la contabilidad de Dios de cara a nuestra contabilidad a menudo mezquina. 

No hay prima de vejez en la viña del Señor pero hay siempre un salario generoso al fin de la jornada.

Para Dios, no somos ni mercenarios, ni empleados, somos sus amigos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia…vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" La amistad, la ternura y el amor guían el comportamiento del Señor. Si Él actuara según nuestra mentalidad mercantil, el jornalero que no ha trabajado que una hora volvería a casa con las manos casi vacías y no podría alimentar su familia. Dios entonces tiene piedad de él, de su mujer, de sus hijos. No se trata aquí de justicia distributiva sino de generosidad gratuita.

Nuestro Dios es un Dios que reparte sus beneficios en profusión  (con prodigalidad, generosidad) , que “llama” e “invita” a toda hora, en toda edad, en todas las situaciones…

Hay cristianos que creen que la religión es lo que nosotros hacemos por Dios. Y de hecho, la religión es lo que Dios hace por nosotros. Dios acoge el hijo prodigo, busca la oveja perdida, le da otra oportunidad a la higuera que no da frutos, abre el paraíso al buen ladrón, come con los publicanos y los pecadores, inicia una conversación con la samaritana, reintegra María Magdalena a la comunidad, protege a la mujer adúltera, saca a los leprosos de su marginación, perdona a Pedro después de su negación, escoge a Pablo de Tarso, el perseguidor, etc, etc.

También nosotros estamos invitados a entrar en la viña del Señor, lugar de felicidad y alegría, de alianza con Dios y con los otros, símbolo de la bondad y de la generosidad de Dios:“Vayan también ustedes a mi vina!”



RERERENCIAS:
1.      
     1. Misal “Prions en Église”, Quebec. Ed, Novalis, Septembre  2011.

2.  HÉTU, Jean-Luc. Les options de Jésus. 

3.      3.   Revista « Rassembler »  antigua edicion.


4.     4.  http://cursillos.ca (Réflexion chrétienne du P. Yvon-Michel Allard, s.v.d., directeur du Centre biblique des Missionnaires du Verbe Divin, Granby, QC, Canada).

22 de septiembre del 2025: lunes de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario-I

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