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26 de julio del 2023 miércoles de la decimosexta semana del Tiempo ordinario: San Joaquín y Santa Ana


Testigos de la fe

Santa Ana y San Joaquín

La Iglesia celebra en este día a los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, cuyos nombres se mencionan por primera vez en un escrito del siglo II, atribuido a Santiago el Menor.

Ana ha creído sin haber visto ni escuchado a Cristo Resucitado. Sin prueba tangible más que  la sólo Escritura, ella ha demostrado, con su esposo Joaquín, una fe ejemplar. 

Todas las personas bautizadas están invitadas hoy a contemplar este modelo que les ofrece la tradición de la Iglesia.


(Éxodo 16, 1-5.9-15; Mateo 13, 1-9) Los textos de este día evocan a un Dios que trabaja y no escatima esfuerzos ni recursos para ganarse la vida. En medio del desierto, despliega su creatividad para alimentar a su pueblo a su manera. 

El sembrador del evangelio, por otro lado, llega a desperdiciar parte del grano que siembra para no perder ni una onza de buena tierra, confiado en que la cosecha compensará con creces la pérdida. ■

Jean-Marc Liautaud, Fundador




 (Mateo 13,40-43) Es muy fácil enojarse y molestarse por las victorias diarias del maligno. Pero no temas y no te preocupes. Dios verdaderamente tiene el control. Él sabe lo que está haciendo y tendrá la gloriosa victoria final sobre todas las cosas.



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (16,1-5.9-15):

Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad.»
El Señor dijo a Moisés: «Yo haré llover pan del cielo; que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no. el día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recojan a diario.»
Moisés dijo a Aarón: «Di a la comunidad de los israelitas: "Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones".»
Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.
El Señor dijo a Moisés: «He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi parte: "Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan, para que sepáis que yo soy el Señor, Dios vuestro".»
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo parecido a la escarcha.
Al verlo, los israelitas se dijeron: «¿Qué es esto?»
Pues no sabían lo que era.
Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 77,18-19.23-24.25-26.27-28

R./ El Señor les dio pan del cielo

Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto;
hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto?» R./

Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R./

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el Levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur. R./

Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. R./



Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-9):

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol. se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor



1

San Joaquín y Santa Ana: modelos de fertilidad de la Palabra

Celebramos hoy en Iglesia a los Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús. Santa Ana es muy venerada en la provincia de Quebec-Canadá, tanto que fue designada patrona de la misma desde hace muchos años.

La Palabra de Dios de este día, nos habla de alimento, de pan, del grano que genera el alimento o sea la semilla. La primera lectura, nos sitúa en el desierto, mientras el pueblo peregrina conducido por la mano de Moisés.

El desierto es un lugar que nos recuerda y hace ver las necesidades esenciales. Cada día, los israelitas, aprenden a esperar el alimento de Dios y lo reciben como un regalo, no como algo debido. Cada uno toma, de acuerdo a sus necesidades de cada día. Es inútil hacer reservas, no debe haber pánico! mañana Dios dará lo necesario.

En el Evangelio, volvemos a encontrarnos con la parábola del sembrador y la variedad de las semillas que arroja a los distintos terrenos: al bordo del camino, entre los espinos, entre las piedras y por supuesto en la buena tierra. Jesús explica en seguida que las semillas representan la Palabra de Dios.
 
El sembrador, es decir, Jesús, le da a todos los terrenos la misma oportunidad de acoger la Palabra. Él siembra a los cuatro vientos, en todas partes, sin miedo.

Que al igual que San Joaquín y Santa Ana, quienes supieron acoger la Palabra de Dios y la hicieron fructificar en su vida y en la persona de la Virgen María, porque eran terrenos fértiles, supliquémosle al Señor esa misma disponibilidad y apertura para dejar fructificar en nosotros su Palabra. Que nuestra vida sea terreno fértil en el mundo. Amén!


2

Hablando en parábolas

 


Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas

Mateo 13:1–3

 


¿Por qué Jesús habló en parábolas? En el Evangelio de hoy, Jesús continúa enseñando la familiar “Parábola del sembrador”.

 Inmediatamente después de esa parábola en el Evangelio de hoy, los discípulos le hacen esta pregunta a Jesús. Ellos preguntan: “¿Por qué les hablas en parábolas?” Jesús les responde: “Porque a vosotros se os ha concedido el conocimiento de los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no”. Entonces, ¿por qué esto así?

En primer lugar, una historia es fácil de escuchar. Mantiene nuestra atención y es fácil de recordar. 

En la “Parábola del sembrador” que escuchamos hoy, Jesús explica que la semilla sembrada por el sembrador cae en el camino, en pedregales, entre espinos o en tierra fértil. Esta es una descripción muy visible que llevaría a las personas a sacar conclusiones de inmediato. Todo el mundo sabe que el lugar ideal para sembrar la semilla es un suelo fértil. Y todo el mundo sabe que la semilla sembrada en el camino, en pedregales y entre espinos tiene pocas esperanzas de dar fruto. Por lo tanto, esta parábola atrae fácilmente al oyente para que comprenda algunas lecciones básicas.

Dicho esto, esta historia solo se convertirá en una parábola si se aprende la lección más profunda. Claramente, Jesús quería que la multitud entendiera que solo entenderán los misterios que Él les está enseñando si son como la tierra fértil. Y también quería que entendieran que mucho de lo que les estaba enseñando no estaba cayendo en tierra fértil en sus corazones.

Esta parábola, así como todas las parábolas de Jesús, tiene el efecto de hacer pensar al oyente. El pensar conduce a lo que podemos llamar una santa curiosidad. Y esta santa curiosidad comenzará a producir el suelo fértil que se necesitaba en ellos para abrir la puerta a los misterios más profundos del Reino de los Cielos.

¿Cómo te habla Jesús? ¿Eres capaz de escuchar a Jesús hablarte directamente, en la oración, para revelarte los misterios más profundos del Cielo? Cuando Dios te habla, en oración y meditación, ¿la semilla de Su Palabra echa raíces en tu alma? ¿Su voz suave, tranquila pero transformadora te comunica quién es Él y cuál es su voluntad para tu vida? Si no, entonces las parábolas son para ti. Y saber eso es un descubrimiento importante.

Reflexiona hoy sobre el deseo que tiene Dios de hablarte. Si tienes dificultades para escuchar la voz clara y profunda de Dios resonar dentro de tu alma, entonces no tengas miedo de pasar tiempo con las muchas parábolas que Jesús contó. Trata de ubicarte dentro de la escena. Mírate a ti mismo como un participante. 

En la parábola de hoy, ve tu ser interior como el campo. Piensa en esas cosas en tu vida que impiden que tu alma sea tierra fértil. Permite que esta historia de Jesús te hable. Mientras lo hace, debes estar atento a la Voz de Dios. Escúchalo y obedécelo. Y cuando lo escuches, debes saber que la semilla que Él ha esparcido ha comenzado a alcanzar esa rica tierra de tu corazón.

 

Mi enseñante Señor, Tú deseas hablarme y revelarme todo lo que eres. Ayúdame a escuchar Tu Voz para que llegue a conocerte más. Haz de mi corazón tierra verdaderamente fértil en la que se siembra la semilla de tu Palabra, para que puedas producir en mí abundancia de buenos frutos. Jesús, en Ti confío.


3

Santos Joaquín y Ana
Finales del siglo I a.C.-principios del siglo I d.C.


Patronos de los abuelos y de Canadá (Ana)

 

Dios tiene un árbol genealógico, como todos los hombres. 


 

Muchos padres piensan que su hijo es perfecto. Solo dos parejas de padres en la historia han tenido razón. Santa María y San José tuvieron un hijo por gracia y criaron a ese perfecto hijo hasta la edad adulta.

 

Los padres de Santa María concibieron a su hija a la manera humana normal, pero sin la mancha del pecado original. Así que su hija fue superior a ellos desde el principio, pero no tenía nada que ver con la arrogancia. 

 

La fiesta de hoy celebra a esos humildes padres de María conocidos por una larga tradición como los santos Joaquín y Ana, aunque no se mencionan en las Escrituras. 


La primera mención de Ana y Joaquín en la tradición cristiana está en un texto apócrifo del siglo II que los primeros estudiosos de las Escrituras consideraron fraudulento. 

El Corán musulmán se refiere a Santa Ana en árabe como Hannah, dice que ella concibió en su vejez, esperando un varón, pero se le dio una hija y la llamó María. Honramos a los santos Ana y Joaquín porque criaron a la niña perfecta y fueron los abuelos del Hijo de Dios.  


Es natural que la Iglesia exalte los orígenes terrenales de Jesús de Nazaret. Comunica algo importante: que todos venimos de algún lugar y de alguien, incluso el hijo de Dios. 

 

El Jesús histórico planta una bandera en el suelo de cierto lugar, cierto tiempo y cierta familia. Nadie es de todas partes. No tiene tanta razón Facundo Cabral al cantar “Ni soy de aquí ni soy de allá” …Nadie es de todas partes. Nadie es ciudadano del mundo, real y verdaderamente. Todos tienen una mamá, un papá y cuatro abuelos. 

 

Existe una poderosa tendencia moderna a espiritualizar a Jesús de Nazaret, al afirmar que lo más importante es lo que Él fue, no quién fue o qué fue. Lo que hizo. 

 

Esta espiritualización ve a Jesús como la manifestación humana más alta de un ideal, un concepto o un principio religioso, pero no necesariamente como un hombre real. Tal pensamiento acepta fácilmente que lo divino está en la gran amplitud del tiempo, en los caprichos universales expresados ​​por el karma, el trascendentalismo, el chi, el tao, la naturaleza y el atrapa sueños. Este enfoque ve implícitamente la realidad material como una máscara y el entorno natural como una cortina que debe correrse hacia un lado para revelar las realidades más verdaderas y ocultas del mundo basado en el espíritu que invisiblemente gobierna la tierra. 


Hay muchos problemas con tal visión del mundo. Más significativamente, rechaza, a priori, que Dios se comunique a nosotros en formas externas, tangibles e históricas. 

 

El cristianismo no es un pastiche de preocupaciones ambientales, emociones, perogrulladas morales y amor suave. 

 

La Iglesia no es una gran manta eléctrica que cubre todo el mundo. Ella no existe para hacernos sentir cómodos. Dios viene a nosotros a través de las formas históricas más externas de una institución jerárquica, a través del agua, el pan, el vino y el aceite de los sacramentos, a través de las palabras, los acontecimientos y las personas. Dios puede hablarnos desde dentro, desde el espíritu, desde la quietud del corazón. Sí. Pero Él viene a nosotros principalmente, de una manera protegida de la mala interpretación subjetiva, en la exterioridad, en el tiempo y en las estructuras. 

 

El Ser Supremo no sólo sustenta la historia, sino que se encuentra en un punto determinado dentro de la historia. La historia, para el cristiano, no se limita a retroceder más y más hacia el pasado. Siempre es presente porque Dios está siempre presente para nosotros.  

 

Para la salvación de un solo hombre no haría falta la Iglesia, ni la encarnación, ni la cruz. Pero nadie existe por sí mismo, por lo que nadie puede salvarse por sí mismo. Nunca hay un solo hombre. Todos provienen de otros dos. El cuerpo implica descendencia de otros de una manera que no lo hace un espíritu. Jesucristo nos dio Su Cuerpo y Sangre en la Sagrada Eucaristía, no un tratado de elevados ideales. No repartió biblias en la Última Cena, miró a los Apóstoles a los ojos y dijo: “Hagan esto en memoria mía”. Cuando nos da Su cuerpo, nos da el ADN de María, Ana y Joaquín. Tocamos a Dios. Comemos a Dios. Digerimos a Dios. Dios se vuelve parte de nosotros. Su cuerpo se convierte en nuestro cuerpo. Y ese Cuerpo, esa carne y esa sangre, descendió a través de Sus abuelos, Santos Joaquín y Ana.  

 

 

Santos Joaquín y Ana, que sus roles silenciosos y ocultos en el plan Divino inspiren a todos los que hacen el trabajo de la Iglesia entre bastidores y a la vista de todos, a perseverar en el apoyo a la misión salvadora de la Iglesia.

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