miércoles, 5 de marzo de 2025

5 de marzo del 2025: Miércoles de Ceniza

  

El día de la salvación

(2 Corintios 5:20 – 6:2) Cuando recibimos las cenizas, el temor puede apoderarse de nosotros.

Hacemos buenos propósitos, pero la experiencia ya nos dice que no seremos capaces de cumplirlos.

San Pablo viene en nuestra ayuda cuando dice: «Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de salvación.

"Sólo por hoy", tarareaba en eco la pequeña Teresita. Este estribillo nos permitirá llegar apresuradamente a la Pascua, sin desanimarnos.

Benedicta de la Cruz, cisterciense


Primera lectura

Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):

«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»

Palabra de Dios


Salmo

Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17


R/.
 Misericordia, Señor: hemos pecado

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor,
me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

 

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2):

Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»

Palabra del Señor

 



2

Cuaresma: Combatir el pecado con la virtud

 

“Pero cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha…
Más bien, cuando ores, entra en tu aposento, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto.
Pero cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara…”

Mateo 6:3 ; 6 ; 17

 

Un Padre de la Iglesia explica que la limosna, la oración y el ayuno son tres actos que nos ayudan a combatir las tres tentaciones que Jesús venció en el desierto.

En primer lugar, nuestro Señor venció la gula cuando el maligno lo tentó a convertir piedras en pan para saciar su hambre después de ayunar durante 40 días.

En segundo lugar, nuestro Señor venció la vanagloria cuando el maligno lo llevó a lo más alto del templo y lo tentó a arrojarse desde abajo para que los ángeles de Dios lo salvaran, probando así su divinidad.

En tercer lugar, nuestro Señor venció la avaricia cuando el maligno lo llevó a una montaña alta y le mostró todos los reinos del mundo, prometiéndole dárselos a Jesús si lo adoraba.

El Evangelio de hoy identifica las tres maneras en que podemos vencer estas mismas tentaciones de la gula, la vanagloria y la avaricia.

La limosna, o generosidad, es la cura para la avaricia.

La oración en el “cuarto interior” de tu alma es la cura para la vanagloria. El ayuno es la cura para la gula.

Al comenzar la Cuaresma, también se nos invita a ir al desierto durante 40 días. Se nos invita a enfrentar las muchas tentaciones que soportamos en la vida para poder vencerlas con el poder de Dios.

Si luchas con alguna de estas tentaciones mencionadas, con todas ellas o con alguna tentación similar, la cura se encuentra cuando se identifica la tentación y se abraza la virtud contraria.

¿Tienes problemas con la avaricia? Si es así, piensa en ser generoso durante esta Cuaresma. Dios ha prometido satisfacer tus necesidades. No te ha prometido riquezas terrenales, pero sí te ha prometido cuidar de ti. Creer en esa promesa te dará una gran libertad. Una forma de confiar más plenamente en la providencia de Dios es dar generosamente de tu dinero a los necesitados. No dudes en hacerlo si esta es tu lucha.

¿Tienes problemas con el deseo de vanagloria y un deseo desmesurado de demostrar tu valor a los demás? Si es así, recurre a la oración. Es en la oración personal, dentro de esa “habitación interior” de tu corazón, donde Dios te encontrará y te revelará tu verdadero valor y dignidad. A medida que descubras tu dignidad en la oración, descubrirás que no tienes necesidad de demostrar esa dignidad y valor a los demás por medios orgullosos.

¿Luchas contra la glotonería y buscas saciar tus anhelos con el consumo excesivo de comida y bebida? Si es así, la cura la encontrarás en el ayuno. Negar tus apetitos desordenados tiene un gran valor espiritual. El ayuno combinado con la oración abre tu alma para buscar satisfacción sólo en Dios, y no en la carne o en lo sensual.

Reflexiona hoy sobre lo que debe ser tu principal objetivo durante esta Cuaresma.

¿Qué es lo que te aleja de Dios?

¿Con qué tentaciones luchas más?

Tal vez la avaricia, la vanagloria o la gula estén entre tus luchas. Si es así, no dudes en comprometerte con las curas antídotos, durante esta Cuaresma. El resultado final será que “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”.

 

Señor liberador, ayúdame a ver mis pecados más grandes en esta Cuaresma y a comenzar el proceso de superarlos. Por favor, revélame las virtudes que necesito abrazar para liberarme de estas cargas y crecer más firmemente en mi amor por Ti y por los demás. Jesús, confío en Ti.

 

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