domingo, 13 de julio de 2025

14 de julio del 2025: lunes de la decimoquinta semana del tiempo ordinario-I- Memoria de San Camilo de Lelis

 

Santo del día:

San Camilo de Lellis

1550-1614. «Lo que se hace a los pobres enfermos se hace a Dios», repetía el hombre que fundó, en 1582, la orden de los Siervos de los Enfermos (Camilos). Santo patrón de los enfermeros.

 

Dios libera

(Éxodo 1, 8-14.22) El libro del Éxodo da testimonio de la fe en un Dios que libera. Podemos leerlo desde la perspectiva de la historia de Israel y también desde la de nuestro propio camino.

La libertad no es algo que se dé por sentado: la deseamos tanto como la tememos, para nosotros mismos y para los demás.

Todo proceso de crecimiento y liberación suscita resistencias. Sea como sea, nadie puede frustrar el proyecto de Dios de hacer de nosotros “adoradores en espíritu y en verdad”.

Emmanuelle Billoteau, ermite

 

 

Primera lectura

Éx 1,8-14.22

Obremos astutamente contra Israel, para que no se multiplique más

Lectura del libro del Éxodo.

EN aquellos días, surgió en Egipto un faraón nuevo que no había conocido a José, y dijo a su pueblo:
«Miren, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros: obremos astutamente contra él, para que no se multiplique más; no vaya a declararse una guerra y se alíe con nuestros enemigos, nos ataque y después se marche del país».
Así pues, nombraron capataces que los oprimieran con cargas, en la construcción de las ciudades granero, Pitón y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, ellos crecían y se propagaban más, de modo que los egipcios sintieron aversión hacia los hijos de Israel.
Los egipcios esclavizaron a los hijos de Israel con crueldad y les amargaron su vida con el duro trabajo del barro y de los ladrillos y con toda clase de faenas del campo; los esclavizaron con trabajos crueles.
Y el faraón ordenó a todo su pueblo:
«Cuando nazca un niño, échenlo al Nilo; si es niña, déjanla con vida».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 124(123),1-3.4-6. 7-8 (R. 8a)

R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

V. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. 
R.

V. Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
en presa a sus dientes. 
R.

V. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. R.

 

Evangelio

Mt 10,34 - 11,1

No he venido a sembrar paz, sino espada

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No piensen que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad les digo que no perderá su recompensa».
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.


Palabra del Señor

 

 

1

Fidelidad en la opresión: cuando vivir el Evangelio incomoda

 

📖 1. Un nuevo Faraón que no conocía a José

Queridos hermanos y hermanas:

El texto del Éxodo que escuchamos hoy marca un punto de quiebre en la historia de salvación. Hasta ahora, el pueblo de Israel había gozado de cierta estabilidad en Egipto gracias a la memoria de José, aquel patriarca sabio que había sido instrumento de salvación para el imperio. Pero la memoria es frágil cuando el poder está en juego. Un nuevo faraón, que no conocía a José —o que no quería recordarlo— comienza a ver con desconfianza a este pueblo numeroso, y lo convierte en una amenaza.

Lo que fue una tierra de refugio, se convierte en una tierra de opresión. Lo que fue tierra de oportunidades, se vuelve campo de trabajos forzados. Este es el drama de tantos pueblos migrantes, de tantas minorías, de tantos cristianos hoy en el mundo. A veces, el que ayuda y sirve, con el tiempo se vuelve invisible… o molesto. Así es la lógica del pecado y del miedo cuando se apodera del corazón humano.


🕊️ 2. Una minoría amenazante… ¿o una luz en medio de las sombras?

¿Acaso no sigue ocurriendo lo mismo hoy? Los cristianos, los hombres y mujeres de fe, aquellos que buscamos vivir la misericordia, la justicia, el perdón… muchas veces somos tratados con sospecha, ridiculizados o silenciados. No por violentos, sino por fieles. No por peligrosos, sino porque, al poner a Dios en el centro, desestabilizamos los ídolos modernos: el consumo, el egoísmo, el éxito fácil, la corrupción institucionalizada.

Somos, muchas veces, esa "minoría que incomoda" porque seguimos apostando por el Evangelio en un mundo donde la indiferencia, la mentira o el “todo vale” parecen tener más audiencia.


🔥 3. Jesús no promete paz… sino conflicto interior

Por eso, el Evangelio de hoy resulta sorprendente y hasta desconcertante:

“No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada” (Mt 10,34).

¿Acaso no es Jesús el Príncipe de la Paz? ¿No predicó las Bienaventuranzas, el perdón, el amor a los enemigos?

Claro que sí. Pero Jesús no habla aquí de una paz superficial, de la que sirve para mantener las apariencias. La espada que Él trae es la de la verdad. Es la que corta las ambigüedades, la que desnuda nuestros intereses ocultos, la que divide incluso dentro del mismo hogar cuando uno opta radicalmente por Él y otros no.

El Evangelio es tan profundo, tan transformador, que no se puede vivir a medias. Seguir a Cristo implica reordenar toda la vida, cambiar prioridades, elegir lo que a veces duele. El que ama más a su padre, a su madre, a su hijo… que a Cristo, no es digno de Él. No porque amar a la familia esté mal, sino porque ese amor solo encuentra su plenitud cuando nace del amor primero a Dios.


🙏 4. Fidelidad que da fruto

En medio de esa exigencia, el Evangelio nos ofrece también una promesa luminosa:

“El que haya dado siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, no quedará sin recompensa” (Mt 10,42).

¡Qué bello contraste! Si el mundo nos rechaza, si somos perseguidos por vivir el Evangelio, Dios no olvida ninguna obra de amor. Él no es como el faraón que se olvida de José. Él tiene memoria fiel, y recoge cada gesto de generosidad, cada cruz aceptada con fe, cada paso dado por fidelidad al Evangelio.


✝️ 5. Aplicaciones pastorales y jubilares

Querida comunidad, en este tiempo del Jubileo en que nos llamamos “Peregrinos de la Esperanza”, esta Palabra nos interpela profundamente:

  • ¿Estamos dispuestos a ser fieles a Cristo aun cuando nos cueste?
  • ¿Nos dejamos llevar por la comodidad o estamos dispuestos a cargar nuestra cruz?
  • ¿Nos mantenemos firmes en la fe, incluso cuando la cultura o el entorno nos dice que callemos?
  • ¿Estamos educando a nuestros hijos, catequistas y comunidades para una fe madura y valiente, o solo para ritos vacíos?

Hoy es urgente pasar de una fe sociológica a una fe comprometida. Como los hebreos en Egipto, como los discípulos enviados por Jesús, somos llamados a resistir, a perseverar, a confiar.


🙌 6. Conclusión: El Evangelio no adormece… ¡despierta!

Vivir el Evangelio, queridos hermanos, no es una anestesia que nos hace olvidar los problemas. Es una medicina fuerte que cura, que incomoda a veces, pero que salva. Es una luz que, cuando brilla, molesta a los que viven en las sombras. Pero esa luz viene de Cristo, y quien lo sigue, no camina en tinieblas.

En esta Eucaristía, pongamos sobre el altar nuestros miedos, nuestras fidelidades a medias, nuestras cruces cotidianas… y pidamos al Señor la fuerza para no adormecernos, para no ceder a la tentación del silencio o la mediocridad. ¡Que el Evangelio sea fuego en nuestro corazón y compromiso en nuestras obras!

Amén.

 

2

Dios nos quiere libres: la libertad según el Espíritu


Contexto: Memoria de San Camilo de Lelis, oración por los fieles difuntos, Año Jubilar – Peregrinos de la Esperanza


📖 1. Dios libera… pero el camino no es fácil

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy el libro del Éxodo nos introduce en una de las escenas más dolorosas de la historia del pueblo de Israel. Aquel Egipto que una vez fue refugio, gracias a José, se ha convertido ahora en un campo de esclavitud. Un nuevo faraón, lleno de miedo y desconfianza, olvida el bien que los israelitas habían hecho, y los somete a trabajos forzados. Peor aún, ordena la muerte de sus hijos varones.

Pero este relato no es solo una denuncia histórica, es una proclamación de fe en un Dios que no se queda indiferente ante la opresión. El libro del Éxodo es, en toda su estructura, un grito: “Dios libera”. Y esa libertad no es algo abstracto, sino real, concreta, dolorosamente conquistada a través de un proceso largo, de lucha, fe y resistencia.


🔥 2. ¿Deseamos realmente ser libres?

Decimos que anhelamos la libertad, pero si somos honestos, muchas veces la tememos. Porque la verdadera libertad conlleva responsabilidad, decisiones, fidelidad, desprendimiento. Por eso, tantos prefieren las cadenas conocidas a los caminos inciertos del Espíritu. “La libertad no se da por sentada; la deseamos tanto como la tememos”.

El faraón que oprime desde fuera puede volverse símbolo del faraón que cada uno lleva dentro: la pereza, el egoísmo, el miedo, la costumbre de vivir sin pensar, sin amar, sin arriesgarse por Dios.


✝️ 3. Jesús no adormece, despierta

El Evangelio de hoy (Mt 10,34–11,1) puede desconcertarnos:

“No he venido a traer paz, sino espada”.

¿Qué quiere decir Jesús? Que su Palabra es como espada afilada que divide, purifica, exige decisiones. Quien lo pone en el centro no puede seguir viviendo como si nada hubiera cambiado. A veces incluso los vínculos familiares se tensan, los amigos se alejan, el mundo no comprende. Pero Jesús no nos llama a agradar al mundo, sino a ser adoradores en espíritu y en verdad.

Ser fiel a Cristo puede significar incomodar a quienes prefieren que todo siga igual. Y ese es el precio de la libertad espiritual.


🕯️ 4. San Camilo de Lelis: el evangelio de la compasión

Hoy la Iglesia celebra a San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos, hospitales y del personal sanitario. Un hombre que supo lo que era estar esclavizado por el pecado, por la adicción, por la vida superficial… hasta que un día Cristo tocó su corazón.

Y una vez liberado, puso su vida al servicio de los más vulnerables: los enfermos, los moribundos, los olvidados. Fundó la Orden de los Ministros de los Enfermos, y llevó el amor de Cristo hasta las camas de los agonizantes.

Camilo no se quedó en una espiritualidad cómoda: entendió que la verdadera adoración a Dios nace del amor concreto, del servicio al que sufre. Por eso su testimonio es actual, jubilar y necesario.


🙏 5. Oración por los difuntos: la libertad que nos espera

Este día, en el marco del Año Jubilar, elevamos también una oración por nuestros fieles difuntos. Ellos también fueron peregrinos de la esperanza. Algunos vivieron largos años de dolor, otros murieron en soledad, otros partieron sin despedirse. Pero si han muerto en Cristo, han entrado ya en la libertad definitiva, aquella que no se compra con oro, sino con fe.

El Dios que liberó a Israel de Egipto, el Cristo que dio su vida en la cruz, es el mismo que resucitará a los que duermen en Él. Por eso, la muerte no es el fin del camino, sino la puerta de la Pascua.


💬 6. Conclusión: Nadie puede frustrar el plan de Dios

Queridos hermanos:

El Éxodo nos recuerda hoy que nadie puede frustrar el proyecto de Dios. Aunque los poderes del mundo se opongan, aunque haya faraones y cruces, el plan de Dios es hacernos libres, santos y verdaderos adoradores. Camilo de Lelis lo comprendió, y por eso vivió de rodillas ante el Sagrario y de pie junto a las camas de los enfermos.

Nosotros también, como pueblo peregrino, estamos llamados a liberarnos de toda esclavitud interior, a caminar sin miedo hacia la tierra prometida, a confiar en el Dios que no olvida, que no abandona, que salva.

Que esta Eucaristía nos fortalezca en el camino. Y que un día, junto con nuestros difuntos, podamos cantar en la tierra nueva:
“Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 123).

Amén.

 

 

3

Amar como Cristo: la cruz de la verdad

 

📖 1. ¿A quién amamos más?

Queridos hermanos:

La enseñanza de Jesús hoy es radical, clara, y profundamente verdadera:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí...”

A primera vista, esto suena duro. ¿Cómo puede Jesús, el Hijo del Amor, pedirnos que lo amemos más que a nuestros propios padres o hijos? Pero no se trata de competir en afecto. Jesús no pide menos amor por los demás, sino un amor ordenado, purificado, centrado en Él.

Porque si amamos a alguien más que a Dios, ese amor se vuelve un ídolo. Y ese ídolo, con el tiempo, puede destruirnos.


⚖️ 2. La libertad y el amor verdadero: una prueba difícil

La primera lectura del Éxodo nos muestra a un pueblo que, por miedo del faraón, pasa de ser acogido a ser perseguido. El faraón teme a los hebreos y, para controlarlos, los esclaviza. Pero el texto nos deja ver una gran verdad: los hombres pueden oprimir, pero no pueden frenar el plan de Dios.

Algo similar sucede cuando intentamos amar a otros, incluso a nuestros hijos o padres, más que a Dios: terminamos esclavizados por afectos mal entendidos, por culpas emocionales, por manipulaciones disfrazadas de cariño.

El Evangelio nos dice: si seguimos a Cristo, debemos cargar con la cruz del amor que duele: el amor que se niega a aceptar el pecado como norma, el amor que dice “no” cuando todos esperan que digas “sí”, el amor que se atreve a parecer duro para ser fiel.


💔 3. La cruz de ser malinterpretado

Cuando una madre rechaza apoyar a su hijo en una decisión que sabe que ofende a Dios, aunque lo haga con lágrimas y oración, ¿no está cargando una cruz?

Cuando un sacerdote, catequista o amigo habla con caridad, pero firmeza, y es tildado de “fanático”, ¿no está viviendo la cruz del Evangelio?

Este tipo de sufrimiento, aunque no se ve, es una forma de martirio moral. No por odio, sino por amor auténtico. Un amor que se arrodilla ante la verdad, aunque la verdad sea dolorosa.


🕯️ 4. Una oración por los que nos amaron en verdad

Hoy, en el marco del Año Jubilar, oramos por nuestros fieles difuntos. ¡Cuántos de ellos nos enseñaron este amor sacrificado! Padres que rezaron por nosotros en silencio. Abuelos que corrigieron con firmeza y ternura. Amigos que no aceptaron nuestras sombras, sino que nos llamaron a la luz.

Ellos vivieron esa cruz de amar más a Dios que a nosotros… y gracias a eso, hoy estamos aquí. Elevemos por ellos una oración de gratitud. Y si aún les debemos algo —una reconciliación, una palabra, un perdón— hagámoslo en esta Eucaristía, como ofrenda viva en Cristo.


🙏 5. Conclusión: ¿Amamos con el corazón de Cristo?

El amor auténtico no es blando ni permisivo. Es firme, puro, y lleno de verdad. Jesús no nos pide un amor fácil, sino un amor eterno. Uno que no cede al capricho, sino que camina con la cruz hasta la resurrección.

En un mundo que exalta el sentimentalismo y castiga la verdad, el cristiano está llamado a ser profeta del amor verdadero. No un moralista sin compasión, ni un tibio que disfraza la mentira de afecto. Sino un discípulo que ama con la mente y el corazón de Cristo, y que no teme perder vínculos humanos si eso significa ganar la comunión eterna.

Hoy, pidamos al Señor la gracia de amar así. Que el Espíritu nos dé la fortaleza para amar bien, aunque duela, y la humildad para ser amados en la verdad, aunque nos cueste aceptarlo.

Señor Jesús, que aprendamos a amar como Tú. A cargar la cruz de la verdad, a no temer el rechazo, y a buscar siempre la salvación del otro por encima del consuelo momentáneo. Que así, un día, podamos amar en el Cielo como tú nos amaste en la Cruz. Amén.

 

 

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