Santo del día:
San Camilo de Lellis
1550-1614. «Lo que se hace a
los pobres enfermos se hace a Dios», repetía el hombre que fundó, en 1582,
la orden de los Siervos de los Enfermos (Camilos). Santo patrón de los
enfermeros.
Dios libera
(Éxodo 1, 8-14.22) El
libro del Éxodo da testimonio de la fe en un Dios que libera. Podemos leerlo
desde la perspectiva de la historia de Israel y también desde la de nuestro
propio camino.
La libertad no es algo que se
dé por sentado: la deseamos tanto como la tememos, para nosotros mismos y para
los demás.
Todo proceso de crecimiento y
liberación suscita resistencias. Sea como sea, nadie puede frustrar el proyecto
de Dios de hacer de nosotros “adoradores en espíritu y en verdad”.
Emmanuelle Billoteau, ermite
Primera lectura
Éx
1,8-14.22
Obremos
astutamente contra Israel, para que no se multiplique más
Lectura del libro del Éxodo.
EN aquellos días, surgió en Egipto un faraón nuevo que no había conocido a
José, y dijo a su pueblo:
«Miren, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros:
obremos astutamente contra él, para que no se multiplique más; no vaya a
declararse una guerra y se alíe con nuestros enemigos, nos ataque y después se
marche del país».
Así pues, nombraron capataces que los oprimieran con cargas, en la construcción
de las ciudades granero, Pitón y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, ellos
crecían y se propagaban más, de modo que los egipcios sintieron aversión hacia
los hijos de Israel.
Los egipcios esclavizaron a los hijos de Israel con crueldad y les amargaron su
vida con el duro trabajo del barro y de los ladrillos y con toda clase de
faenas del campo; los esclavizaron con trabajos crueles.
Y el faraón ordenó a todo su pueblo:
«Cuando nazca un niño, échenlo al Nilo; si es niña, déjanla con vida».
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
124(123),1-3.4-6. 7-8 (R. 8a)
R. Nuestro auxilio es el
nombre del Señor.
V. Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.
V. Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
en presa a sus dientes. R.
V. Hemos salvado la
vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya,
aleluya.
V. Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos. R.
Evangelio
Mt
10,34 - 11,1
No
he venido a sembrar paz, sino espada
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No piensen que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar
paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con
su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su
propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que
quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga
con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá,
y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que
me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa
de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de
justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos
pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad les digo que no perderá su
recompensa».
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí
para enseñar y predicar en sus ciudades.
Palabra del Señor
1
Fidelidad en la opresión: cuando vivir el Evangelio
incomoda
📖 1. Un
nuevo Faraón que no conocía a José
Queridos hermanos y hermanas:
El texto del Éxodo que escuchamos hoy marca un punto
de quiebre en la historia de salvación. Hasta ahora, el pueblo de Israel
había gozado de cierta estabilidad en Egipto gracias a la memoria de José,
aquel patriarca sabio que había sido instrumento de salvación para el imperio.
Pero la memoria es frágil cuando el poder está en juego. Un nuevo faraón, que
no conocía a José —o que no quería recordarlo— comienza a ver con
desconfianza a este pueblo numeroso, y lo convierte en una amenaza.
Lo que fue una tierra de refugio, se convierte
en una tierra de opresión. Lo que fue tierra de oportunidades, se vuelve
campo de trabajos forzados. Este es el drama de tantos pueblos migrantes, de
tantas minorías, de tantos cristianos hoy en el mundo. A veces, el que ayuda y
sirve, con el tiempo se vuelve invisible… o molesto. Así es la lógica del
pecado y del miedo cuando se apodera del corazón humano.
🕊️ 2. Una
minoría amenazante… ¿o una luz en medio de las sombras?
¿Acaso no sigue ocurriendo lo mismo hoy? Los
cristianos, los hombres y mujeres de fe, aquellos que buscamos vivir la
misericordia, la justicia, el perdón… muchas veces somos tratados con sospecha,
ridiculizados o silenciados. No por violentos, sino por fieles. No por
peligrosos, sino porque, al poner a Dios en el centro, desestabilizamos los
ídolos modernos: el consumo, el egoísmo, el éxito fácil, la corrupción
institucionalizada.
Somos, muchas veces, esa "minoría que
incomoda" porque seguimos apostando por el Evangelio en un mundo donde la
indiferencia, la mentira o el “todo vale” parecen tener más audiencia.
🔥 3. Jesús
no promete paz… sino conflicto interior
Por eso, el Evangelio de hoy resulta sorprendente y
hasta desconcertante:
“No piensen que he venido a traer la paz a la
tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada” (Mt 10,34).
¿Acaso no es Jesús el Príncipe de la Paz?
¿No predicó las Bienaventuranzas, el perdón, el amor a los enemigos?
Claro que sí. Pero Jesús no habla aquí de una paz
superficial, de la que sirve para mantener las apariencias. La espada que Él
trae es la de la verdad. Es la que corta las ambigüedades, la que desnuda
nuestros intereses ocultos, la que divide incluso dentro del mismo hogar cuando
uno opta radicalmente por Él y otros no.
El Evangelio es tan profundo, tan transformador,
que no se puede vivir a medias. Seguir a Cristo implica reordenar toda la
vida, cambiar prioridades, elegir lo que a veces duele. El que ama más a su
padre, a su madre, a su hijo… que a Cristo, no es digno de Él. No porque amar a
la familia esté mal, sino porque ese amor solo encuentra su plenitud cuando
nace del amor primero a Dios.
🙏 4. Fidelidad
que da fruto
En medio de esa exigencia, el Evangelio nos ofrece
también una promesa luminosa:
“El que haya dado siquiera un vaso de agua fresca a
uno de estos pequeños, no quedará sin recompensa” (Mt 10,42).
¡Qué bello contraste! Si el mundo nos rechaza, si
somos perseguidos por vivir el Evangelio, Dios no olvida ninguna obra de
amor. Él no es como el faraón que se olvida de José. Él tiene memoria fiel,
y recoge cada gesto de generosidad, cada cruz aceptada con fe, cada paso dado
por fidelidad al Evangelio.
✝️ 5. Aplicaciones
pastorales y jubilares
Querida comunidad, en este tiempo del Jubileo en
que nos llamamos “Peregrinos de la Esperanza”, esta Palabra nos
interpela profundamente:
- ¿Estamos
dispuestos a ser fieles a Cristo aun cuando nos cueste?
- ¿Nos
dejamos llevar por la comodidad o estamos dispuestos a cargar nuestra
cruz?
- ¿Nos
mantenemos firmes en la fe, incluso cuando la cultura o el entorno nos
dice que callemos?
- ¿Estamos
educando a nuestros hijos, catequistas y comunidades para una fe madura y
valiente, o solo para ritos vacíos?
Hoy es urgente pasar de una fe sociológica a una fe
comprometida. Como los hebreos en Egipto, como los discípulos enviados por
Jesús, somos llamados a resistir, a perseverar, a confiar.
🙌 6. Conclusión:
El Evangelio no adormece… ¡despierta!
Vivir el Evangelio, queridos hermanos, no es una
anestesia que nos hace olvidar los problemas. Es una medicina fuerte que
cura, que incomoda a veces, pero que salva. Es una luz que, cuando brilla,
molesta a los que viven en las sombras. Pero esa luz viene de Cristo, y quien
lo sigue, no camina en tinieblas.
En esta Eucaristía, pongamos sobre el altar
nuestros miedos, nuestras fidelidades a medias, nuestras cruces cotidianas… y
pidamos al Señor la fuerza para no adormecernos, para no ceder a la tentación
del silencio o la mediocridad. ¡Que el Evangelio sea fuego en nuestro
corazón y compromiso en nuestras obras!
Amén.
2
Dios nos quiere libres: la
libertad según el Espíritu
Contexto:
Memoria de San Camilo de
Lelis, oración por los fieles difuntos, Año Jubilar – Peregrinos de la Esperanza
📖 1. Dios
libera… pero el camino no es fácil
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy
el libro del Éxodo nos introduce en una de las escenas más dolorosas de la
historia del pueblo de Israel. Aquel Egipto que una vez fue refugio, gracias a
José, se ha convertido ahora en un campo de esclavitud. Un nuevo faraón, lleno
de miedo y desconfianza, olvida el bien que los israelitas habían hecho, y los
somete a trabajos forzados. Peor aún, ordena la muerte de sus hijos varones.
Pero
este relato no es solo una denuncia histórica, es una proclamación de fe en un Dios que no se
queda indiferente ante la opresión. El libro del Éxodo es, en
toda su estructura, un grito: “Dios libera”. Y esa libertad no es algo
abstracto, sino real, concreta, dolorosamente conquistada a través de un
proceso largo, de lucha, fe y resistencia.
🔥 2. ¿Deseamos
realmente ser libres?
Decimos
que anhelamos la libertad, pero si somos honestos, muchas veces la tememos.
Porque la verdadera libertad conlleva responsabilidad, decisiones, fidelidad,
desprendimiento. Por eso, tantos prefieren las cadenas conocidas a los caminos
inciertos del Espíritu. “La
libertad no se da por sentada; la deseamos tanto como la tememos”.
El
faraón que oprime desde fuera puede volverse símbolo del faraón que cada uno
lleva dentro: la pereza,
el egoísmo, el miedo, la costumbre de vivir sin pensar, sin amar, sin
arriesgarse por Dios.
✝️ 3. Jesús
no adormece, despierta
El
Evangelio de hoy (Mt 10,34–11,1) puede desconcertarnos:
“No he venido a traer paz, sino espada”.
¿Qué
quiere decir Jesús? Que su Palabra es como espada afilada que divide, purifica, exige decisiones.
Quien lo pone en el centro no puede seguir viviendo como si nada hubiera
cambiado. A veces incluso los vínculos familiares se tensan, los amigos se alejan,
el mundo no comprende. Pero Jesús no nos llama a agradar al mundo, sino a ser adoradores en espíritu y en verdad.
Ser fiel a Cristo puede significar incomodar a quienes
prefieren que todo siga igual. Y ese es el precio de la libertad espiritual.
🕯️ 4. San
Camilo de Lelis: el evangelio de la compasión
Hoy
la Iglesia celebra a San
Camilo de Lelis, patrono de los enfermos, hospitales y del
personal sanitario. Un hombre que supo lo que era estar esclavizado por el pecado,
por la adicción, por la vida superficial… hasta que un día Cristo tocó su
corazón.
Y
una vez liberado, puso su
vida al servicio de los más vulnerables: los enfermos, los
moribundos, los olvidados. Fundó la Orden de los Ministros de los Enfermos, y llevó
el amor de Cristo hasta las camas de los agonizantes.
Camilo
no se quedó en una espiritualidad cómoda: entendió que la verdadera adoración a Dios nace del
amor concreto, del servicio al que sufre. Por eso su testimonio
es actual, jubilar y necesario.
🙏 5. Oración
por los difuntos: la libertad que nos espera
Este
día, en el marco del Año Jubilar, elevamos también una oración por nuestros fieles difuntos. Ellos
también fueron peregrinos de la esperanza. Algunos vivieron largos años de
dolor, otros murieron en soledad, otros partieron sin despedirse. Pero si han
muerto en Cristo, han entrado ya en la libertad
definitiva, aquella que no se compra con oro, sino con fe.
El
Dios que liberó a Israel de Egipto, el Cristo que dio su vida en la cruz, es el mismo que resucitará a los que
duermen en Él. Por eso, la muerte no es el fin del camino, sino
la puerta de la Pascua.
💬 6. Conclusión:
Nadie puede frustrar el plan de Dios
Queridos
hermanos:
El
Éxodo nos recuerda hoy que nadie
puede frustrar el proyecto de Dios. Aunque los poderes del
mundo se opongan, aunque haya faraones y cruces, el plan de Dios es hacernos libres,
santos y verdaderos adoradores. Camilo de Lelis lo comprendió,
y por eso vivió de rodillas ante el Sagrario y de pie junto a las camas de los
enfermos.
Nosotros
también, como pueblo peregrino, estamos llamados a liberarnos de toda
esclavitud interior, a caminar sin miedo hacia la tierra prometida, a confiar en el Dios que no olvida, que
no abandona, que salva.
Que
esta Eucaristía nos fortalezca en el camino. Y que un día, junto con nuestros
difuntos, podamos cantar en la tierra nueva:
“Nuestro auxilio es el
nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 123).
Amén.
3
Amar como Cristo: la cruz de
la verdad
📖 1. ¿A
quién amamos más?
Queridos
hermanos:
La
enseñanza de Jesús hoy es radical, clara, y profundamente verdadera:
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es
digno de mí...”
A
primera vista, esto suena duro. ¿Cómo puede Jesús, el Hijo del Amor, pedirnos
que lo amemos más que a nuestros propios padres o hijos? Pero no se trata de competir
en afecto. Jesús no pide
menos amor por los demás, sino un amor ordenado, purificado, centrado en Él.
Porque
si amamos a alguien más que a Dios, ese amor se vuelve un ídolo. Y ese ídolo,
con el tiempo, puede destruirnos.
⚖️ 2. La
libertad y el amor verdadero: una prueba difícil
La
primera lectura del Éxodo nos muestra a un pueblo que, por miedo del faraón,
pasa de ser acogido a ser perseguido. El faraón teme a los hebreos y, para
controlarlos, los esclaviza. Pero el texto nos deja ver una gran verdad: los hombres pueden oprimir, pero no
pueden frenar el plan de Dios.
Algo
similar sucede cuando intentamos amar a otros, incluso a nuestros hijos o
padres, más que a Dios: terminamos esclavizados por afectos mal entendidos, por
culpas emocionales, por manipulaciones disfrazadas de cariño.
El
Evangelio nos dice: si seguimos a Cristo, debemos cargar con la cruz del amor que duele:
el amor que se niega a aceptar el pecado como norma, el amor que dice “no”
cuando todos esperan que digas “sí”, el amor que se atreve a parecer duro para
ser fiel.
💔 3. La
cruz de ser malinterpretado
Cuando
una madre rechaza apoyar a su hijo en una decisión que sabe que ofende a Dios,
aunque lo haga con lágrimas y oración, ¿no está cargando una cruz?
Cuando
un sacerdote, catequista o amigo habla con caridad, pero firmeza, y es tildado
de “fanático”, ¿no está viviendo la cruz del Evangelio?
Este
tipo de sufrimiento, aunque no se ve, es
una forma de martirio moral. No por odio, sino por amor
auténtico. Un amor que se arrodilla ante la verdad, aunque la verdad sea dolorosa.
🕯️ 4. Una
oración por los que nos amaron en verdad
Hoy,
en el marco del Año Jubilar, oramos por nuestros fieles difuntos. ¡Cuántos de
ellos nos enseñaron este amor sacrificado! Padres que rezaron por nosotros en
silencio. Abuelos que corrigieron con firmeza y ternura. Amigos que no
aceptaron nuestras sombras, sino que nos llamaron a la luz.
Ellos
vivieron esa cruz de amar más a Dios que a nosotros… y gracias a eso, hoy
estamos aquí. Elevemos por ellos una oración de gratitud. Y si aún les debemos
algo —una reconciliación, una palabra, un perdón— hagámoslo en esta Eucaristía,
como ofrenda viva en Cristo.
🙏 5. Conclusión:
¿Amamos con el corazón de Cristo?
El
amor auténtico no es blando ni permisivo. Es firme, puro, y lleno de verdad.
Jesús no nos pide un amor
fácil, sino un amor eterno. Uno que no cede al capricho, sino
que camina con la cruz hasta la resurrección.
En
un mundo que exalta el sentimentalismo y castiga la verdad, el cristiano está
llamado a ser profeta del
amor verdadero. No un moralista sin compasión, ni un tibio que
disfraza la mentira de afecto. Sino un discípulo que ama con la mente y el
corazón de Cristo, y que no teme perder vínculos humanos si eso significa ganar
la comunión eterna.
Hoy,
pidamos al Señor la gracia de amar así. Que el Espíritu nos dé la fortaleza para amar bien, aunque duela,
y la humildad para ser
amados en la verdad, aunque nos cueste aceptarlo.
Señor Jesús, que aprendamos a amar como Tú. A
cargar la cruz de la verdad, a no temer el rechazo, y a buscar siempre la
salvación del otro por encima del consuelo momentáneo. Que así, un día, podamos
amar en el Cielo como tú nos amaste en la Cruz. Amén.
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