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27 de abril del 2014: 2o Domingo de Pascua. Domingo de la Misericordia (A,B,C)


La resurrección en el día a día

Acostumbrados a los relatos de la Resurrección, nosotros corremos el riesgo de no ver las sacudidas y movimientos que hace surgir en nuestra vida.
La Liturgia de este domingo 2º de Pascua es un llamado a descubrir la frescura de la Pascua.


EVANGELIO DE NUESTRO SENOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-31
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
20.Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor.
21.Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.»
22.Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo:
23.a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»
24.Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
25.Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Pero él contestó: «Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.»
26.Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté con ustedes.»
27.Después dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.»
28.Tomás exclamó: «Tú eres mi Señor y mi Dios.»
29.Jesús replicó: «Crees porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero creen!»
30.Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro.
31.Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y tendrán vida por su Nombre.

A GUISA DE INTRODUCCIÓN:

 Recibir la confianza de los otros, para creer…

1.     Creer, es antes que nada, creer en sí mismo, en sus capacidades. Tener confianza en sí, llega a ser posible, cuando alguien tiene confianza “en nosotros”.
Si un cónyuge tiene confianza en su esposa, ésta gana más confianza en sí misma; y es verdad para el conyugue también, cuando su esposa se fía de su marido. Lo que es válido para los hijos hacia los padres; y para los padres con respecto a sus hijos.
Confiar en alguien, es la más grande marca de amistad, y es el signo de que se cree en los valores fundamentales de la humanidad.

2.     La fe en sí mismo y en el otro no se asocian necesariamente con la FE en Dios, igual si es verdad que ella dispone alguien a la confianza en una actitud positiva.
Si ciertas personas buscan signos para cimentar su FE, es porque necesitan estar seguros. Estas personas que están en búsqueda de signos para aumentar su fe o para tenerla simplemente, toman un camino equivocado y o falso.

3.     En nuestra FE, nosotros tenemos necesidad del apoyo o sustento de la Comunidad (como signo para nuestra FE), al ejemplo del apóstol Tomas, para el encuentro con el Resucitado.
Las personas convencidas en su FE tienen como papel o rol principal revitalizar la comunidad, para que esta llegue a ser un lugar real de recorrido o camino de la FE, por la Palabra y el pan compartidos, la fraternidad y la acción.

“y por lo tanto, yo pienso en ello…
yo he visto hombres…yo he visto mujeres;
yo he visto jóvenes y niños cristianos de verdad.
No muy numerosos, es verdad, pero los he visto…
He visto ojos, que se abrían a la luz,
y que en lo cotidiano de sus vidas,
leían tu presencia magnifica, maravillosa!
Hombres sin esperanza retomaban gusto por la vida…
Hombres que aparecían ante los ojos de los otros como inútiles,
ineficaces, hombres que era necesario arrastrar,
hombres que no eran ya hombres han surgido de la tierra,
y volvieron a vivir.
Todo eso, yo lo he visto.
Mas el vidente, no eres Tu Señor a quien he visto?
 No eres Tú a quien he tocado?
Es verdad, yo lo sé, yo lo he visto, yo lo creo.
Mi Salvador está vivo.
Mi Señor y mi Dios.”   (Jacques Grand Maison).



Una aproximación psicológica al texto del Evangelio:

JESÚS NO CREE EN MILAGROS 

Para muchas personas que viven un cuerpo a cuerpo (en la lucha) entre sus dudas y su fe, las palabras que Jesús dirige a Tomás aparecen difíciles de aceptar. 

En el sentido como se han comprendido habitualmente, es decir, “cree sin preguntarte, sin cuestionarte tanto”, esta frase o expresión es inaceptable. Y no solamente inaceptable, es totalmente contraria al pensamiento de Jesús. 

En efecto, Jesús nos dice: antes de creer, antes de seguirme, antes de tomar la decisión de hacerte mi discípulo, tomate el tiempo para sentarte! ( es la parábola de la torre a construir y del ejercito a afrontar- Lucas 14,25-33). Examina, escudriña primero el terreno, aprende a conocerte, explora tu potencial. De otro modo tú te preparas para enfrentar preocupaciones, estar aburrido tener y dolores de cabeza! 

San Pablo retoma la misma exigencia de exploración y de verificación rigurosa en lo referente a la vida espiritual, cuando  pide: “Verifiquen, examínenlo todo: lo que es bueno, reténganlo (quédense con ello) (1 Tes 5,21). 

Sería entonces bastante inverosímil que Jesús reprochara a Tomàs por poner cuidado a las cuestiones que surgían en su interior. 

La reacción de Jesús se comprende mucho mejor si la situamos en el contexto de su actitud habitual de cara a aquellos que “piden o exigen signos”. Esta manera de exigir milagros para arreglar sus problemas de fe, indisponía profundamente a Jesús (Marcos 8,11-13) y hacia que se impacientara tanto que dejaba plantado allí todo el mundo en medio de la discusión (Mateo 16,4). 

Jesús no creía en milagros, en los “signos”, para fundamentar la fe (Juan 2,23-25), 
y aquello lo frustraba tanto el que se asociara la fe con la vista de un milagro (Juan 
3,48). 

Así entonces, lo que le reprocha a Tomas no es que éste se cuestione (o se haga preguntas) acerca del sentido de los sucesos de la Pascua o sobre el sentido de su relación personal. Lo que le reprocha a Tomas, es que él piense que el simple hecho de verle (a él) a Jesús podrá arreglar todos sus problemas. 

 Bienaventurados (o felices) aquellos que no esperan  respuestas ya hechas, pero que son capaces de situarse en su fe, yendo hasta el final de las preguntas que ellos llevan consigo! 

Fuente: 
JEAN-LUC HETU, en “Les options de Jésus”



REFLEXIÓN CENTRAL


La constante evolución de su (mi, nuestra) FE

Con la edad, como en mi caso, nos puede pasar que somos como  Tomás Dídimo, de tener mayor dificultad para CREER, de sentir menos que antes LA PRESENCIA DE DIOS. Qué es lo que pasa entonces?

El más bello paralelo que muchos autores creyentes como yo han podido encontrar para comprender la evolución de la FE es la relación padre-hijo.

En nuestra infancia, la presencia de nuestros padres era constante, estaban muy presentes (quizás asfixiantes, en el caso de los sobreprotectores), protegiéndonos y mimándonos (contemplándonos como decimos en la zona paisa), pues éramos totalmente dependientes de ellos.  En el campo espiritual, durante la infancia, nosotros nos sentimos bendecidos por Dios y su presencia se hace sentir a cada instante. En el Evangelio este periodo corresponde a la narración de los milagros donde se cantan las maravillas de Dios. Una Teresa de Lisieux (Santa Teresita del Nino Jesús) se regocijaba como un niño al ver esa nieve excepcional que ella había pedido y la cual caía en el momento de su profesión religiosa. Un Ayrton Senna, campeón conductor de Formula 1, se enorgullecía de ser protegido por Dios.

Después viene la adolescencia, cuando se descubre otro mundo distinto al de los padres y que cuestiona. En el mundo de la Fe, esto es la constatación que se puede vivir muy bien sin Dios y ser autentico, y sobre todo que las injusticias y el mal están tan presentes en nuestro mundo, y que esta tierra parece girar sin que Dios haga algo. En el Evangelio, esta crisis está presente sobre todo con la llegada de la Pasión y el Proceso de Jesús: no hay más milagros, hay solamente la dura realidad de la vida. De igual modo una Teresita del Nino Jesús vive la tortura del cuestionamiento. Ayrton Senna perece en un accidente de la Formula 1.

En qué se convierten los padres para los hijos en la edad adulta? Al menos que se siga siendo una persona dependiente, no tenemos más una relación utilitaria. La única posibilidad: un nuevo tipo de relación, más de igual a igual, fijada o anclada más en una forma de amistad (y yo agregaría de agradecimiento). No pasará un poco de igual manera por el lado de Dios? Alguien podría reaccionar indignado ante mi afirmación, recordándome que nosotros no somos Dios…Pero Jesús acaso no ha dicho: “ya no les llamo más servidores…yo los llamo amigos”.

Todo el evangelio de este domingo que se sitúa después de la muerte de Jesús, va en el mismo sentido. Por qué los discípulos se regocijan al ver a Jesús? La fuente de esta alegría es el simple hecho que Él esté presente, que Él esté vivo. Uno diría igualmente, que una tal actitud no es posible sino después de una experiencia de duelo y de tristeza, tal como lo han vivido los discípulos, como si hubiese sido necesario que muera el rostro omnipresente y omnisciente del padre o de la madre.

Qué es lo que lleva Tomás a grita: “Señor mío y Dios mío”. Habría recibido para él un favor especial, por ejemplo una curación? No en absoluto. Este grito de FE viene después de sentirse reconocido por Jesús: en efecto, tal exclamación retoma todas las palabras dichas por Tomás 8 días antes y delante los demás discípulos, como si él hubiera estado allí. Este conocimiento es el que existe nada más en una relación de amor profundo.

Algo parecido o igual puede decirse de aquello que ha vivido María Magdalena con el jardinero cerca al sepulcro vacio, cuando éste le dice: “María” y ella reacciona exclamando “Rabí”, como lo dice el evangelio de Juan: “El pastor conoce sus ovejas por su nombre”…

Cuando Jesús dice: “Como el Padre me ha enviado, yo también los envío”, nosotros somos reenviados al momento cuando los padres desaparecen (o se borran) para dejar a los hijos tomar la antorcha o la llama. Para continuar una misión, hace falta un mínimo de relación de igualdad. Es por otro lado el sentido del don del Espíritu.

Nosotros somos capaces de descentrarnos de nosotros mismos, y de engendrar a nuestro turno. Teresa de Lisieux decía antes de morir: “Cuando yo muera…quiero continuar siendo misionera”.

He escrito y o dicho todo esto, porque estoy convencido que este paradigma permite hacer la transición hacia una FE adulta, a una FE sin miedos, sin desconfianzas (de Iglesia), sin reparos u odios,  salida de, fruto y don de la Pascua. A pesar de ser seres creados, finitos, limitados y pecadores, estamos llamados a un amor de intimidad como si fuéramos iguales a nuestro creador.
Esto no impide o no quita los momentos cuando gritamos pidiendo ayuda, pero también se hace en un contexto de un ser que se abre a un amigo. He aquí la mejor definición del Evangelio de Juan.

Mi dificultad a (de) creer viene probablemente del difícil nacimiento de la FE después de Pascua, donde es necesario antes tener la experiencia de una forma de duelo en nuestra percepción de aquel que nosotros llamados Dios.
En el transcurso de la celebración de este fin de semana, por qué no exclamar fuerte como se dice en francés después de la consagración del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y que llamamos Anamnesis (memoria):  “Il est grand le mystère de la foi”( “Cómo es de grande (inmenso) el misterio de la FE”. )



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