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29 de mayo del 2025: jueves de la sexta semana de Pascua

 

Docilidad 

(Hechos 18:1-8) En nuestras vidas, tenemos metas y proyectos muy valiosos. Sin embargo, pueden surgir dificultades o circunstancias imprevistas. Seamos capaces de leer los acontecimientos y si es necesario, seamos lo suficientemente dóciles para cambiar de rumbo. Que el Espíritu Santo nos ayude en esto.


(Jn 16,16-20) La vida humana transcurre entre sombras y luces, entre dudas y horizontes nuevos. O si se quiere decir: entre “Paradigmas Nuevos” que crean inseguridad, pero que, nos empujan hacia adelante con la confianza de que, el Dios de la Vida nos envuelve y nos plenifica.  



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,1-8):

 

EN aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.

Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías,

Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:

«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».

Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.

 

Palabra de Dios

 


Salmo

Sal 97,1-2ab.2cd-3ab.3cd-4

 

R/. El Señor revela a las naciones su victoria

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,

porque ha hecho maravillas.

Su diestra le ha dado la victoria,

su santo brazo. R/.

 

El Señor da a conocer su salvación,

revela a las naciones su justicia.

Se acordó de su misericordia y su fidelidad

en favor de la casa de Israel. R/.

 

Los confines de la tierra han contemplado

la victoria de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera;

gritad, vitoread, tocad. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,16-20):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».

Comentaron entonces algunos discípulos:

«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».

Y se preguntaban:

«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:

«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

Palabra del Señor



1

Homilía: “Cambiar de rumbo con fe y docilidad”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En este tiempo de Pascua, seguimos acompañando a la Iglesia naciente en su camino de evangelización. Hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a San Pablo en una nueva etapa de su misión: después de dejar Atenas, llega a Corinto. No lo hace como un turista, ni como un predicador itinerante más; llega como un apóstol que sabe adaptarse a las circunstancias, y que en medio de los cambios, mantiene firme su misión. El Espíritu Santo, que lo guía, le va mostrando nuevos caminos.

I. El discernimiento del rumbo

Pablo tenía grandes proyectos. Él soñaba con llegar a todos los rincones del mundo conocido para anunciar el Evangelio. Sin embargo, en ocasiones, el Señor le cerraba una puerta y le abría otra. En Corinto, en lugar de predicar de inmediato con grandes discursos, lo vemos realizando un gesto muy humano: se une a Priscila y Aquila, con quienes comparte el oficio de fabricar tiendas. Pablo no desprecia el trabajo manual, ni se desespera porque su misión parezca estancada. Más bien, lee los acontecimientos, se adapta, trabaja, y en ese contexto, sigue evangelizando.

La vida es así. Todos tenemos metas y proyectos: un ministerio pastoral, una vocación familiar, un ideal misionero o académico. Pero de pronto, las cosas cambian: enfermedades, pérdidas, traslados inesperados, fracasos humanos. ¿Qué hacemos en esos momentos? ¿Nos quejamos? ¿Abandonamos la esperanza? ¿O sabemos, como Pablo, hacer un silencio interior, ponernos en oración y discernir el nuevo rumbo al que el Señor nos llama?

El Espíritu Santo es clave en este proceso. Él no es un viento que arrebata sin sentido, sino una brisa suave que susurra a nuestro corazón: “Sigue este nuevo camino. No tengas miedo. Aquí también estoy contigo”.

II. La fidelidad da fruto

Pablo, aun en la dificultad, predica. Y aunque en un momento se ve rechazado por los suyos —los judíos de la sinagoga— no se encierra en la frustración. Se sacude el polvo de encima, va a la casa de Ticio Justo, y allí sigue anunciando. ¿Y cuál es el fruto? ¡Crispo, el jefe de la sinagoga, se convierte con toda su familia!

Esto nos enseña que cuando somos fieles, incluso si debemos cambiar de estrategia, el fruto llega. La obra de Dios nunca se frustra si nosotros permanecemos en actitud de docilidad. Tal vez no veremos la cosecha de inmediato, pero el Espíritu sigue actuando.

III. “Vuestra tristeza se convertirá en gozo”

El Evangelio de hoy, tomado de san Juan, nos sitúa en un momento de tensión para los discípulos: Jesús les habla de una partida inminente, de una “poca” de tiempo en la que no lo verán. Ellos no entienden. Se sienten confundidos y tristes. Sin embargo, Jesús les asegura que su tristeza se convertirá en alegría.

Esta es una palabra también para nosotros. A veces Dios parece esconderse. Las cosas no salen como esperábamos. La vida toma rumbos que no planificamos. Pero esa ausencia aparente es preparación para una presencia más profunda. Jesús se va para que venga el Espíritu. La tristeza del momento se transformará en gozo pascual si permanecemos en la fe.

Así es nuestra vida espiritual: ciclos de aparente pérdida que se transforman en gracia, como la cruz que se convierte en resurrección. Jesús no nos deja solos: nos prepara para una presencia más íntima, la del Espíritu que nos guía desde dentro.

IV. Cantar la salvación de Dios

El Salmo 98 nos invita hoy a cantar: “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”. La verdadera alabanza no brota de vidas perfectas ni de proyectos sin dificultades, sino de corazones que han visto la fidelidad de Dios incluso en medio de los cambios, los giros y las noches oscuras. Por eso el salmista canta: “Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios”.

Queridos hermanos: en este Año Jubilar, en el que nos reconocemos como peregrinos de la esperanza, esta Palabra nos exhorta a confiar, a dejarnos conducir por el Espíritu, a no temer si las cosas no salen como esperábamos. Como Pablo, como los primeros discípulos, también nosotros seremos testigos de que Dios es capaz de sacar alegría de la tristeza, fruto del fracaso, camino de la aparente pérdida.

Que no nos aferremos a lo que fue. Que no nos angustiemos por lo que no entendemos. Más bien, dejémonos guiar por el Espíritu, y en medio de cada cambio o crisis, oremos diciendo: “Señor, si este no era el camino que yo pensaba, enséñame el que tú me propones. Si debo empezar de nuevo, dame la fuerza y la paz. Si debo esperar, regálame la paciencia. Pero sobre todo, no me sueltes de tu mano”.


Conclusión y exhortación final

Como Pablo en Corinto, como los discípulos en el cenáculo, nosotros también estamos llamados a ser dóciles y fieles. Aunque a veces no entendamos, aunque nos sintamos tristes o desconcertados, el Señor no deja de acompañarnos.

Él sigue obrando maravillas en nuestras vidas, especialmente cuando somos humildes para cambiar de rumbo, si es necesario, y permitir que el Espíritu conduzca nuestros pasos. Y cuando menos lo esperemos, nuestra tristeza se transformará en gozo.

Que María, en este mes de mayo, interceda por nosotros y nos enseñe a decir cada día: “Hágase en mí según tu Palabra”. Amén.

 


2

Disipando Dudas

Reflexión a la luz de Juan 16,17-18

Comentaron entonces algunos discípulos: «¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?» Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
(Juan 16,17-18)

¿Y tú? ¿Entiendes lo que quiso decir Jesús? ¿O, como aquellos discípulos, también te sientes confundido por sus palabras?

Aunque el orgullo nos tiente a aparentar una comprensión total del Evangelio, la verdad humilde y honesta es que muchas veces estamos tan perplejos como ellos. Pero esta confusión, lejos de ser un defecto, puede ser un punto de partida para la fe auténtica.

La duda sincera de los discípulos es una señal de que tomaban a Jesús en serio. No eran indiferentes. Escuchaban con atención, reflexionaban, dialogaban… Y reconocían su incapacidad para comprender del todo. Esa actitud humilde les abría el corazón para recibir la verdad.

Jesús no los regaña por no entender. Al contrario, sigue hablándoles con ternura, usando imágenes y palabras profundas, porque las verdades del Reino de Dios no son lecciones escolares, sino misterios que solo se penetran desde la fe.

Y es que la fe no es lo contrario de la razón, sino su elevación. Es el don que Dios nos da para creer incluso cuando no vemos con claridad. Es la luz que comienza como chispa y se convierte en faro cuando es acogida con humildad y perseverancia. Y esa fe, con el tiempo, abre la puerta a una comprensión más profunda.

Más adelante en el mismo capítulo, los discípulos exclaman con alegría:

«Ahora entendemos que lo sabes todo… Por eso creemos que has venido de Dios» (Juan 16,30).

Esa es la meta del camino espiritual: pasar de la confusión a la fe, y de la fe a la confianza total.


Para meditar hoy:

¿Estoy luchando con dudas o confusión en mi fe? ¿Estoy tentado a la indiferencia, o me comprometo como los discípulos a seguir escuchando, buscando, preguntando?

No temas tus dudas. Preséntaselas al Señor. Él no busca eruditos perfectos, sino corazones abiertos y sinceros. Ruega por el don de la fe y permite que esa luz divina ilumine tu caminar en medio de los misterios de la vida.


Oración:

Señor Jesús,
Tú eres misterio insondable, fuente de sabiduría y verdad.
Gracias por hablarme con paciencia,
incluso cuando no entiendo del todo.
Hazme humilde para reconocer mis dudas
y perseverante para seguir escuchándote.
Dame la fe para creer sin ver,
y la esperanza de que un día comprenderé mejor.
Creo, Señor. Ayuda mi incredulidad.
Jesús, en Ti confío.


29 de mayo: San Pablo VI, Papa — Memoria opcional

1897–1978
Patrono del Concilio Vaticano II
Canonizado por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018



Cita:


Y lo más importante de todo, al despedirme de esta escena terrenal y encaminarme a enfrentar el juicio y la misericordia de Dios, hay tantas cosas que debería decir, muchísimas.
Sobre el estado de la Iglesia: que escuche algunas de nuestras palabras que pronunciamos en su favor con seriedad y amor.
Sobre el Concilio: que se lleve a buen término y que se implementen sus disposiciones.
En cuanto al ecumenismo: debe continuar el acercamiento a los Hermanos separados, con gran comprensión y paciencia, con gran amor; pero sin desviarse de la verdadera doctrina católica.
En cuanto al mundo: no se debe pensar que se le ayuda adoptando sus formas de pensar, sus hábitos y gustos, sino estudiándolo, amándolo y sirviéndolo.
Cierro los ojos ante este mundo doloroso, dramático y magnífico, invocando una vez más sobre él la bondad divina.
Bendigo nuevamente a todos, especialmente a Roma, Milán y Brescia.
Para Tierra Santa, la tierra de Jesús, donde fui como peregrino de fe y paz, un saludo y bendición especial.

~ Testamento espiritual de Pablo VI


Reflexión:

Giovanni Battista Montini nació en el norte de Italia, a unos 80 kilómetros al este de Milán. Fue el segundo de tres hermanos. Su padre era abogado, dirigía un periódico católico en la provincia de Brescia y era miembro de la Acción Católica Italiana, una organización laical que promovía mayor influencia de la fe católica en la sociedad. Su madre provenía de una familia noble adinerada, pero tras la muerte temprana de sus padres, pasó gran parte de su adolescencia en un internado dirigido por religiosas francesas en Milán.

De niño, su familia lo llamaba "Battista". Fue educado por jesuitas, disfrutaba los deportes y jugar a las cartas. A los doce años fue diagnosticado con una afección cardíaca crónica y problemas intestinales, por lo que a menudo debía ausentarse largos períodos de la escuela y recibir tutorías privadas en la villa familiar.

Aunque por mucho tiempo quiso ser periodista como su padre, Battista ingresó al seminario a los 18 años y fue ordenado sacerdote cuatro años después. Poco tiempo después fue enviado a Roma para estudiar Derecho Canónico. A pesar de sus problemas de salud, obtuvo el doctorado y se preparó para el cuerpo diplomático del Vaticano. Sirvió brevemente en la nunciatura en Varsovia, Polonia, y luego regresó a Roma para trabajar con el Papa Pío XI como diplomático de la Santa Sede, colaborando también con la Signatura Apostólica, el Santo Oficio y la Secretaría de Estado.

Cuando Pío XII fue elegido en 1939, Montini trabajó con él diariamente y se convirtió, de hecho, en su secretario personal. Durante la Segunda Guerra Mundial, ayudó al papa a enfrentar el caos. Organizó la asistencia del Vaticano a los refugiados en Roma: alojamiento, alimentación, escondites y atención espiritual.

En 1952 fue nombrado Prosecretario de Estado para Asuntos Generales, y en 1954 fue ordenado Arzobispo de Milán y secretario de la Conferencia Episcopal Italiana. Allí demostró gran capacidad organizativa: fundó parroquias, reformó la catequesis diocesana y buscó nuevas formas de evangelización. En respuesta al auge del marxismo, defendió la dignidad del trabajador y promovió los derechos de los inmigrantes, además de establecer vínculos con otros cristianos, judíos, musulmanes y no creyentes.

Cuando murió Pío XII en 1958, muchos pensaron que Montini sería su sucesor. No obstante, no era cardenal, aunque se supo después que Pío XII le había ofrecido el cardenalato al menos en dos ocasiones, y él las había rechazado. El cónclave eligió entonces al Patriarca de Venecia, Juan XXIII, quien tenía gran aprecio por Montini. Al poco tiempo de su elección, lo nombró cardenal y le confirió varias responsabilidades en la Curia romana.

Entre 1958 y 1960, el Cardenal Montini mostró gran interés por la Iglesia universal, visitando países de África, Sudamérica, Estados Unidos y Europa. En 1961 fue nombrado miembro de la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II. Aunque al principio fue escéptico, colaboró fielmente.

El 11 de octubre de 1962, el Papa Juan XXIII abrió oficialmente el Concilio. Su visión era actualizar la fe de la Iglesia, buscando una nueva primavera espiritual y mayor diálogo con los no creyentes. Quería que la Iglesia afrontara temas como la modernización, el comunismo, el desarrollo económico, la guerra y la pobreza.

Tras la muerte de Juan XXIII en 1963, Montini fue elegido Papa el 21 de junio. Reanudó el Concilio y supervisó su implementación. Reformó los ritos litúrgicos y el calendario litúrgico. Fue el primer papa viajero, visitando 17 países. En Tierra Santa se reunió con el Patriarca Atenágoras, levantando mutuamente las excomuniones de 1054. En sus viajes, promovió la paz, la justicia social, la alfabetización, el ecumenismo y la unidad mundial.

Una de sus decisiones más difíciles fue publicar la encíclica Humanae Vitae, que reafirmó la enseñanza tradicional sobre la anticoncepción. Aunque fue muy criticado, especialmente en Occidente, siguió su conciencia en oración y con firmeza. Su encíclica anticipó consecuencias del uso indiscriminado de anticonceptivos: infidelidad, decadencia moral, cosificación de la mujer, abusos del poder estatal y el error de creer que tenemos dominio total sobre nuestros cuerpos. Hoy, muchas de esas advertencias se han cumplido.

San Pablo VI fue uno de los primeros papas en afrontar los desafíos del mundo moderno. Buscó mantener la fe antigua de la Iglesia siempre viva, nueva y pertinente. Promovió la unidad, la paz y la dignidad humana. Sus decisiones han influido directamente en nuestra forma actual de celebrar la liturgia y vivir los sacramentos.


Oración:

San Pablo VI, Papa, fuiste un fiel servidor de Cristo y de su Iglesia. Con oración y valentía buscaste compartir la fe antigua y gloriosa con el mundo entero. Ruega por mí, para que también yo sea un fiel servidor de la Iglesia de Cristo, cumpliendo con amor la misión de llevar la gracia y la misericordia de Dios a todos.
San Pablo VI, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

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