Santo del día:
San Pedro Claver
1580-1654.
Nacido cerca de Barcelona, este jesuita se trasladó a Cartagena (Colombia),
donde, durante cuarenta años, se dedicó a ayudar a los esclavos negros
deportados a América. Fue canonizado en 1888.
El triunfo de la fe y del amor
(Colosenses 2, 6-15) El autor de la carta a los Colosenses tiene un gran sentido de la fórmula. Presenta el bautismo como una verdadera resurrección, el paso de una vida a otra.
Es
en todo nuestro ser, y por lo tanto en nuestro cuerpo, donde se juega la
victoria sobre la “carne”, es decir, el triunfo de la fe y del amor sobre las
“fuerzas que rigen el mundo”: el miedo, la inquietud, la sed de tener y de
poder, que repliegan al ser humano sobre sí mismo.
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
Primera lectura
Col
2,6-15
El
Señor los vivificó con él, y nos perdonó todos los pecados
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
HERMANOS:
Ya que han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, procedan unidos a él, arraigados
y edificados en él, afianzados en la fe que les enseñaron, y rebosando
agradecimiento.
Cuidado con que nadie los envuelva con teorías y con vanas seducciones de
tradición humana, fundadas en los elementos del mundo y no en Cristo.
Porque en él habita la plenitud de la divinidad corporalmente, y por él, que es
cabeza de todo Principado y Potestad, han obtenido su plenitud.
En él han sido también circuncidados con una circuncisión no hecha por manos
humanas mediante el despojo del cuerpo de carne, con la circuncisión de Cristo.
Por el bautismo fueron sepultados con Cristo y han resucitado con él, por la fe
en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos. Y a ustedes, que estaban
muertos por sus pecados y la incircuncisión de su carne, los vivificó con él, y
nos perdonó todos los pecados.
Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a
nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz, y, destituyendo por
medio de Cristo a las Potestades y los Principados, los exhibió en público
espectáculo, y los llevó cautivos en su cortejo.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
145(144),1-2.8-9.10-11 (R. 9a)
R. El Señor es bueno con
todos.
V. Te ensalzaré, Dios
mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
V. El Señor es clemente
y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
V. Que todas tus
criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
Aclamación
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Yo los he
elegido del mundo -dice el Señor-, para que vayan y den fruto, y su fruto
permanezca. R.
Evangelio
Lc
6,12-19
Pasó
la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a
los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés,
su hermano;
Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón,
llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de
discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por
espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque
salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Palabra del Señor.
1
Con Cristo es suficiente (Col 2,6-15)
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy la Palabra de Dios nos invita a una certeza
fundamental: Cristo es suficiente. San Pablo, escribiendo a los
colosenses, advierte de los peligros de dejarse arrastrar por falsas
enseñanzas, filosofías vacías y prácticas que no conducen a la vida. A esos
primeros cristianos —y también a nosotros— les recuerda que quien tiene a
Cristo lo tiene todo, porque en Él habita la plenitud de Dios.
1. La plenitud en Cristo
El apóstol insiste: no necesitamos añadir nada a
Cristo, porque en Él se nos ha revelado el rostro del Padre. Cuántas veces
también hoy somos tentados a buscar fuera de Cristo la plenitud de sentido: en
ideologías, espiritualidades superficiales, en promesas fáciles de bienestar.
Pero, como dice Pablo, todo eso es humo.
Lo esencial es permanecer arraigados en Cristo, edificados en Él, firmes en la
fe. Por eso, el bautismo no es solo un rito de iniciación, sino la experiencia
radical de morir con Cristo y resucitar con Él. Sumergidos en el agua, hemos
dejado atrás la vida del pecado; saliendo del agua, hemos comenzado una vida
nueva.
2. Una Iglesia “equipo de choque”
El evangelio de hoy (Lc 6,12-19) nos presenta a
Jesús después de una noche de oración eligiendo a los Doce apóstoles. Son su
“equipo de choque”: hombres distintos, con sus luces y sombras, pero llamados a
ser columnas de la Iglesia.
Ese grupo diverso nos recuerda que la Iglesia no es un club selecto, sino una
comunidad misionera que integra diferencias y las pone al servicio de un único
fin: anunciar el Reino de Dios. Jesús llama y envía a cada uno, no porque sean
perfectos, sino porque son capaces de dejarse transformar por Él.
Hoy, la misión sigue vigente: cada uno de nosotros es parte de ese “equipo
apostólico” en el mundo. Nuestra diversidad, cuando se vive en comunión, es
fuerza evangelizadora.
3. San Pedro Claver, servidor de
los más pobres
En este día hacemos memoria de San Pedro Claver,
jesuita que en el puerto de Cartagena de Indias se hizo “esclavo de los
esclavos para siempre”. Bautizó a miles de africanos recién desembarcados, les
llevó alimento, cuidado y consuelo. No solo los atendió en su cuerpo, sino que
los reconoció en su dignidad de hijos de Dios.
Pedro Claver es ejemplo vivo de lo que significa estar arraigados en Cristo:
quien vive en Cristo no puede permanecer indiferente al sufrimiento del
hermano. Él comprendió que la plenitud de Cristo se hace concreta en el
servicio, en la caridad, en la defensa de los más pequeños.
4. Un Año Jubilar de esperanza
En el marco de este Año Jubilar, la liturgia nos
recuerda que estamos llamados a ser peregrinos de la esperanza, testigos
de la misericordia de Dios que renueva todo. Jubileo significa volver al
centro, volver a Cristo, reconocer que solo Él basta, que todo lo demás es
pasajero.
Hoy, además, oramos de modo especial por nuestros benefactores. Gracias
a ellos, la Iglesia mantiene en pie muchas obras de evangelización, caridad y
misión. Así como Pedro Claver se entregó al servicio de los más necesitados,
también muchos benefactores —con su apoyo silencioso y generoso— hacen posible
que la Buena Nueva llegue más lejos. Que el Señor los bendiga abundantemente.
5. Aplicaciones concretas
- Vivir
el bautismo:
recordar cada día que somos bautizados, muertos al pecado y vivos para
Dios.
- Ser
Iglesia en salida: como los apóstoles, dejarnos enviar a anunciar con palabras y
gestos el Evangelio.
- Imitar
a San Pedro Claver: servir con compasión, especialmente a los más olvidados.
- Agradecer
a los benefactores: reconocer que su aporte es parte del “equipo apostólico” que hace
viva la misión.
Oración final
Dios
todopoderoso y Padre nuestro,
en Cristo Jesús nos has dado la plenitud de tu amor y tu gracia.
Haz que, arraigados en Él, no nos dejemos seducir por falsas seguridades,
sino que vivamos como bautizados que mueren al pecado y resucitan a la vida
nueva.
Concédenos, a ejemplo de San Pedro Claver,
ser servidores de los más pequeños y defender la dignidad de cada ser humano.
Bendice a nuestros benefactores,
que con generosidad sostienen la misión de la Iglesia,
y haznos, en este Año Jubilar,
peregrinos de esperanza en medio del mundo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
2
El
triunfo de la fe y del amor (Col 2,6-15)
Queridos hermanos y hermanas:
La liturgia de hoy nos recuerda que el cristianismo
no es simplemente una idea, ni un conjunto de doctrinas, sino una vida nueva
en Cristo. San Pablo lo expresa con fuerza: el bautismo es un verdadero
paso de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud del
pecado a la libertad de los hijos de Dios.
1. El bautismo: una resurrección
en Cristo
El apóstol presenta el bautismo como una resurrección.
No es un simple signo externo, sino la experiencia radical de morir con Cristo
y resucitar con Él. Esto significa que en cada bautizado se da un cambio
profundo: ya no vivimos bajo el dominio de la carne, entendida como las fuerzas
del egoísmo, la codicia, el miedo y el orgullo, sino que vivimos en la dinámica
del Espíritu, que es fe y amor.
El bautismo nos recuerda que no podemos vivir encerrados en nosotros mismos.
Quien se encierra por miedo, por inseguridad o por el afán de poseer y dominar,
en realidad no vive. Solo el amor abre el corazón, solo la fe lo fortalece.
2. Cristo vence a las fuerzas del
mundo
San Pablo dice que en Cristo ha sido desarmado todo
poder que nos esclaviza. Hoy también hay “fuerzas del mundo” que buscan
dominar: la cultura del consumismo, la idolatría del poder, la indiferencia
frente al dolor humano. El cristiano está llamado a vencer estas fuerzas con la
fe y el amor.
El triunfo de Cristo no se mide en riquezas ni en títulos, sino en la capacidad
de amar hasta el extremo, como Él lo hizo en la cruz.
3. La comunidad apostólica:
diversidad que se convierte en misión
El evangelio nos muestra a Jesús eligiendo a los
Doce. Diversos, frágiles, pecadores, pero escogidos para ser testigos. Así
también nosotros: la Iglesia es una comunidad de personas distintas, llamadas a
unirse no por conveniencia, sino por misión. El triunfo de la fe y del amor se
hace visible cuando dejamos que Cristo transforme nuestras diferencias en
riqueza y nuestras debilidades en fortaleza.
4. San Pedro Claver: el triunfo
del amor sobre la esclavitud
Hoy celebramos la memoria de San Pedro Claver,
jesuita que hizo del Evangelio un compromiso radical de amor. Mientras muchos
veían a los esclavos africanos como mercancía, él los reconoció como hermanos.
Se hizo “esclavo de los esclavos” para llevarles la ternura de Cristo,
bautizarlos y cuidar de ellos. Su vida es testimonio del triunfo del amor sobre
el odio, de la fe sobre la injusticia.
Pedro Claver nos enseña que la verdadera victoria cristiana no se da en el
dominio sobre otros, sino en el servicio generoso y compasivo.
5. Año Jubilar y acción de gracias
por los benefactores
En este Año Jubilar somos llamados a ser peregrinos
de la esperanza, a volver a lo esencial: Cristo muerto y resucitado que nos
da vida nueva. Y hoy, de manera especial, damos gracias por nuestros benefactores,
hombres y mujeres que, con su ayuda discreta y generosa, sostienen la misión de
la Iglesia. Ellos, aunque quizá no predican con palabras, hacen posible que la
Palabra llegue a más corazones. En ellos también se refleja el triunfo del amor
sobre el egoísmo.
🙏 Oración
final
Señor
Dios de la vida,
tú nos has dado en el bautismo el paso de la muerte a la resurrección.
Haz que la fe y el amor triunfen en nuestro corazón
sobre el miedo, la codicia y la indiferencia.
Que a ejemplo de San Pedro Claver
sepamos reconocer en cada persona la dignidad de hijo tuyo.
Bendice a nuestros benefactores,
que con su generosidad prolongan tu obra en la Iglesia.
Y en este Año Jubilar, haznos testigos alegres
del triunfo de Cristo Resucitado en el mundo.
Amén.
3
Escuchar
y sanar: con Cristo es suficiente
Queridos
hermanos y hermanas:
La liturgia de hoy nos ofrece un mensaje
profundamente unitario que se articula en tres movimientos: la primera lectura
de San Pablo a los colosenses, el salmo responsorial y el evangelio de San
Lucas. Todos convergen en una certeza: Cristo es suficiente, porque en Él
tenemos la victoria del amor que sana y transforma.
1. La plenitud de Cristo:
victoria sobre el pecado
San Pablo recuerda a los colosenses que en Cristo
hemos recibido la plenitud de Dios. Ellos estaban tentados por falsas
filosofías y prácticas que prometían salvación, pero el apóstol insiste: el
bautismo nos ha dado todo. Ser bautizados significa haber pasado por una
verdadera resurrección: morir al pecado y resucitar a la vida nueva en Cristo.
Pablo nos dice que “desarmó a los poderes y principados, los exhibió
públicamente y los llevó cautivos en el cortejo triunfal de Cristo” (Col 2,15).
Esta es la gran victoria: no es el poder del mundo, sino el triunfo de la fe y
del amor sobre el miedo, la codicia y la violencia.
2. El canto del salmo: la bondad
de Dios para todos
El Salmo 144 prolonga este mensaje con un
canto de confianza: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira
y rico en clemencia. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus
criaturas”.
El salmista proclama que la misericordia de Dios se derrama sin distinción. Su
compasión abraza a todos, como lo hará Jesús en el evangelio, acogiendo tanto a
judíos como a paganos. El salmo nos enseña a responder al don del bautismo con
un corazón agradecido y confiado en la bondad del Señor.
3. El evangelio: escuchar y sanar
San Lucas nos presenta a Jesús en la llanura
rodeado de multitudes de discípulos y de gente que llegaba de todas partes,
incluso de Tiro y Sidón, territorios paganos. Venían con dos deseos: escucharlo
y ser sanados. Y Lucas lo resume con una frase maravillosa: “todos
querían tocarlo, porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos”.
Aquí se cumple lo que proclamamos en el salmo: el Señor es bueno con todos,
compasivo con todas sus criaturas. Jesús es la misericordia del Padre hecha
carne, y su palabra, junto a sus gestos de sanación, son signos de un Reino que
libera.
Sin embargo, el mayor milagro no es la curación externa, sino la transformación
interior. La fuerza de Cristo que sana es, ante todo, su palabra viva que
cambia el corazón, que nos hace pasar del egoísmo a la entrega, del miedo a la
confianza, de la soledad a la comunión.
4. San Pedro Claver: escuchar el
clamor, sanar con amor
Hoy celebramos a San Pedro Claver, el
jesuita que en Cartagena se hizo “esclavo de los esclavos”. Él encarnó el
evangelio que hemos escuchado: supo escuchar el clamor de los hombres y
mujeres esclavizados, y se hizo para ellos instrumento de sanación,
cuidando sus cuerpos y dignificando sus almas con el bautismo y el consuelo
cristiano.
En Pedro Claver vemos que la verdadera escucha de Cristo nos lleva a salir de
nosotros mismos para servir, y que la verdadera sanación pasa por reconocer la
dignidad de cada ser humano como hijo de Dios.
5. Año Jubilar y gratitud por los
benefactores
En este Año Jubilar, el Señor nos invita a
vivir como peregrinos de la esperanza, reconociendo que en Cristo
tenemos lo esencial y que Él basta. Hoy, además, damos gracias a Dios por
nuestros benefactores, que con su generosidad hacen posible que la
Iglesia continúe escuchando y sanando a tantas personas en cuerpo y alma. Ellos
son testigos silenciosos de la misericordia de Dios que es “cariñoso con todas
sus criaturas”.
Aplicaciones concretas
- Recordar
nuestro bautismo:
morir al pecado, resucitar en Cristo, vivir como hombres y mujeres nuevos.
- Responder
como el salmista:
confiar en la bondad de Dios y alabar su misericordia en todo momento.
- Dejarse
tocar por Cristo:
abrirse a la fuerza sanadora de su palabra y de su gracia.
- Imitar
a San Pedro Claver: ser signos de dignidad y amor en medio de un mundo que todavía
margina y esclaviza.
- Agradecer
a los benefactores: reconocerlos como colaboradores de la misión, instrumentos de la
bondad de Dios.
Oración final
Señor
Jesús,
tú eres la plenitud de Dios en medio de nosotros.
Haz que recordemos siempre la gracia de nuestro bautismo,
que nos une a tu muerte y resurrección.
Que tu Palabra viva transforme nuestro corazón
y tu gracia sane nuestras heridas.
Que, a ejemplo de San Pedro Claver,
sepamos escuchar el clamor de los más pobres
y ser instrumentos de tu amor compasivo.
Bendice a nuestros benefactores,
que sostienen con generosidad la misión de tu Iglesia.
Y en este Año Jubilar,
haznos peregrinos de esperanza y testigos de tu misericordia.
Amén.
***********
9 de septiembre: San Pedro Claver,
presbítero —
Memoria en EE. UU.
1581–1654
Patrono
de: las misiones africanas, los afroamericanos, las misiones
entre personas negras, los pueblos negros, las misiones extranjeras, la
justicia interracial, los esclavos y de Colombia.
Invocado
contra: la esclavitud.
Canonizado
por: el papa León XIII el 15 de enero de 1888.
📜 Cita
“Ayer, 30 de mayo de 1627, en la fiesta de la
Santísima Trinidad, desembarcaron de un gran navío numerosos negros traídos de
los ríos de África. Llevando dos canastas de naranjas, limones, dulces,
bizcochos y no sé qué más, nos apresuramos hacia ellos. Al acercarnos a sus
alojamientos, pensamos que entrábamos en otra Guinea. Tuvimos que abrirnos paso
a la fuerza entre la multitud hasta llegar a los enfermos. Un gran número de
ellos yacían en el suelo húmedo o más bien en charcos de barro. Para evitar la
humedad excesiva, alguien había pensado en amontonar una mezcla de tejas y
pedazos de ladrillo roto. Ese, entonces, era su lecho, muy incómodo no solo por
esa razón, sino sobre todo porque estaban desnudos, sin ninguna ropa que los
protegiera…”
~ Carta
de San Pedro Claver
✝️ Reflexión
San Pedro Claver nació en 1581 en Verdú, Cataluña,
España, en el seno de una familia devota y de clase acomodada. Poco se conoce de
sus primeros años. A los veinte ingresó en el noviciado jesuita y fue enviado a
estudiar al colegio de Montesión, en Mallorca. Allí conoció al hermano Alfonso
Rodríguez, portero del colegio durante cuarenta y seis años, hombre de
humildad, piedad y discernimiento espiritual. Pedro buscó su consejo y nació
entre ambos una amistad que lo marcaría. Animado por Rodríguez, decidió ser
misionero en las colonias españolas de América. En 1610 partió hacia Cartagena
de Indias, en la actual Colombia.
La ciudad portuaria de Cartagena, fundada en
1533, era en el siglo XVII un centro estratégico del comercio trasatlántico de
esclavos. Para cuando Pedro Claver fue ordenado sacerdote, se calcula que unos
10.000 esclavos eran transportados anualmente en barcos españoles hasta
Cartagena, donde luego eran vendidos.
Las condiciones en los barcos eran inhumanas:
cadenas, hacinamiento, hambre, enfermedades. Se estima que un tercio de los
esclavos moría durante la travesía. Los colonizadores recurrieron a los
africanos porque la población indígena había sido diezmada por enfermedades
europeas. Pese a protestas de algunos sectores de la Iglesia, incluida la voz
de papas, el tráfico y los abusos continuaron.
En Cartagena, tras completar estudios en Tunja y
Bogotá, Pedro fue ordenado sacerdote. Mientras la mayoría de los clérigos
atendía a los colonizadores, él decidió que su “parroquia” serían los esclavos.
En su profesión perpetua escribió de su puño y letra: “Pedro Claver, esclavo
de los esclavos para siempre.”
Durante 38 años de ministerio en Cartagena, se
calcula que catequizó y bautizó a más de 300.000 esclavos. Su práctica
era esperar en el puerto la llegada de cada barco, a menudo cargado con 500
personas encadenadas, maltratadas y famélicas tras meses de travesía. Con un
grupo de intérpretes y colaboradores, entraba en las bodegas pestilentes, donde
hallaba muertos y enfermos. Los atendía con alimentos, medicinas improvisadas,
y hasta con gestos de ternura inauditos: besaba sus llagas, chupaba el pus
de sus heridas, lavaba sus cuerpos con sus pañuelos. Alimentaba a los
hambrientos, bautizaba a los niños, consolaba con palabras de fe y esperanza.
Su enfoque era único: más que agitar rebeliones,
buscaba la salvación de las almas. Anunciaba a Cristo crucificado,
levantaba el crucifijo mostrando al Dios que había sufrido por ellos y les
ofrecía la libertad interior que ningún amo podía quitarles. La dignidad que
les devolvía no dependía de condiciones externas, sino de la fe y el bautismo
que los hacía hijos de Dios.
Cuando no había barcos, recorría las plantaciones
visitando a los esclavos ya bautizados. Dormía en sus barracones, compartía su
comida y les enseñaba la fe. Si caían en pecados, los corregía con firmeza y
cariño, restaurando su dignidad cristiana.
Después de más de 40 años de ministerio, Pedro cayó
enfermo y pasó sus últimos días soportando malos tratos de un esclavo encargado
de cuidarlo. Lejos de quejarse, ofreció ese sufrimiento como penitencia,
uniéndolo a la cruz de Cristo y a la suerte de aquellos a quienes había servido
toda su vida.
La Escritura dice: “Nadie tiene amor más grande
que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). San Pedro Claver,
“esclavo de los esclavos”, gastó su vida en el servicio más radical y generoso,
ofreciendo esperanza y salvación a quienes vivían en condiciones inhumanas.
Su ejemplo nos interpela hoy: luchar contra la
injusticia es esencial, pero trabajar por la salvación de las almas es la obra
de misericordia más grande. Él nos recuerda que, incluso en medio de
sufrimientos y opresiones, nadie puede arrebatarnos la dignidad y la alegría si
vivimos en Cristo y dejamos que su misericordia nos transforme.
🙏 Oración
San Pedro
Claver,
emprendiste un camino hacia el infierno de la esclavitud y la deshumanización,
causado por la avaricia y la falta de respeto por la dignidad humana. Allí
llevaste la luz de Cristo y la gracia de los sacramentos, ofreciendo esperanza
a los más necesitados.
Ruega por mí, para que yo sea un faro de esperanza en medio de las tinieblas,
que predique siempre a Cristo crucificado y ponga la salvación de las almas
—comenzando por la mía— como la primera prioridad de mi vida.
San Pedro Claver, ruega por nosotros.
Jesús, en Ti confío.
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