Posteriormente
(Éxodo 12, 37-42) Que la noche de la
salida de Egipto fuera una noche de vela para Israel resulta evidente. Pero no
olvidemos que primero fue una noche de vela para el Señor.
Esto hace eco al salmo:
«No
duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda, está a tu lado y te
protege» (Sal 120[121], 4-5).
Es una convicción que debe acogerse con una fe que se alimenta de la
experiencia vivida, sabiendo que, como Jacob (cf. Gn 28, 16), la
mayoría de las veces sólo descubrimos la presencia de Dios a
posteriori,
es decir, después de haber vivido los acontecimientos.
Emmanuelle Billoteau, ermite
Primera lectura
Fue la noche
en que el Señor sacó a Israel de la tierra de Egipto
Lectura del libro del Éxodo.
EN aquellos días, los hijos de Israel marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Además, les seguía una
multitud inmensa, con ovejas y vacas, y una enorme cantidad de ganado.
Cocieron la masa que habían sacado de Egipto en forma de panes ácimos, pues aún
no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban
detenerse. Tampoco se llevaron provisiones.
La estancia de los hijos de Israel en Egipto duró cuatrocientos treinta años.
Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las
legiones del Señor.
Fue la noche en que veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto. Será la
noche de vela, en honor del Señor, para los hijos de Israel por todas las
generaciones.
Palabra de Dios.
Salmo
R. Porque
es eterna su misericordia.
O bien:
R. Aleluya.
V. Den
gracias al Señor porque es bueno. R.
V. En
nuestra humillación se acordó de nosotros. R.
V. Y nos libró
de nuestros opresores. R.
V. Él
hirió a Egipto en sus primogénitos. R.
V. Y sacó a Israel
de aquel país. R.
V. Con mano
poderosa, con brazo extendido. R.
V. Él dividió
en dos partes el mar Rojo. R.
V. Y
condujo por en medio a Israel. R.
V. Arrojó
en el mar Rojo al faraón y a su ejército. R.
Aclamación
V. Dios estaba
en Cristo reconciliando al mundo consigo, y ha puesto en nosotros el mensaje de
la reconciliación. R.
Evangelio
Les mando que
no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por el profeta
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo
de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.
Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Miren a mi siervo, mi elegido,
mi amado, en quien me complazco.
Sobre él pondré mi espíritu
para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz
por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará,
hasta llevar el derecho a la victoria;
en su nombre esperarán las naciones».
Palabra del Señor.
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
En
este sábado, en que la Iglesia contempla con amor filial a la Santísima Virgen
María, y dentro del camino que nos ofrece el Año Jubilar de la Esperanza, la Palabra de
Dios nos abre a una profunda verdad: Dios
vela por nosotros incluso en la noche, incluso cuando creemos que está ausente,
incluso cuando no sentimos su cercanía.
🌃 “Fue
una noche de vela para el Señor”
La
primera lectura (Éx 12,37-42) nos presenta la noche de la salida de Egipto: el
gran éxodo, la liberación de los israelitas tras siglos de esclavitud. El texto
dice: “Aquel día fue una noche
de vela en honor del Señor, porque los sacó de Egipto.” Pero el
comentario que hemos leído añade un matiz precioso: esa noche fue primero una noche de vela para
el mismo Dios.
¡Qué
misterio más grande! Antes de que el pueblo estuviera en vela, Dios ya estaba despierto,
atento, vigilante, lleno de compasión y justicia. El salmo lo confirma con
poesía sublime: “El Señor no
duerme ni reposa. Es tu guardián, tu sombra protectora.”
Cuando
los israelitas corrían con pies descalzos hacia la libertad, no lo hacían
solos. Dios iba delante
como una columna de fuego, y detrás como centinela silencioso.
Es decir: la historia de
la salvación es historia de un Dios que no duerme, que vela,
que espera pacientemente el momento oportuno para actuar, como lo hará más
adelante en la plenitud de los tiempos, en el seno de María.
👁️ “No
lo supe, pero el Señor estaba allí”
El
comentario también nos recuerda a Jacob, aquel patriarca que durmió con una
piedra por almohada y soñó con una escalera al cielo. Al despertar exclamó: “¡Verdaderamente el Señor estaba en este
lugar y yo no lo sabía!” (Gn 28,16).
Cuántas
veces en nuestra vida nos pasa lo mismo. Solo
después de haber atravesado el valle oscuro, comprendemos que no estábamos
solos. En el momento no entendemos, nos quejamos, sentimos que
Dios está lejos. Pero, al mirar en retrospectiva, como desde una colina
elevada, vemos cómo su
mano nos sostenía.
Este
es el sentido del título francés: “Après-coup”,
o sea, la fe que reconoce
a Dios después del golpe, después del suceso, en el eco del acontecimiento.
Es una fe que no se construye en teorías, sino en la experiencia. Es la fe del
pueblo que ha vivido el dolor y ha sido salvado. Es la fe que en este Año
Jubilar debemos reavivar, testimoniar y enseñar.
🙌
Jesús, el Siervo de la esperanza
El
Evangelio de hoy (Mt 12,14-21) presenta a Jesús como el Siervo de Yahveh,
humilde y manso, que no
grita, no rompe la caña resquebrajada ni apaga la mecha que apenas humea.
Este es el rostro del Mesías que Mateo toma del profeta Isaías. Un Mesías que no impone, sino propone; que no castiga,
sino que espera; que no exige fuerza, sino que camina con los débiles.
Así
ha sido también el estilo de Dios con su pueblo en Egipto, y así fue el estilo
de Dios con María. Ella
también vivió noches de silencio, de espera, de dolor, y de éxodo interior.
Desde su “sí” en Nazaret hasta el Gólgota, María fue mujer de vela, de
esperanza callada, de luz que se enciende en la noche. ¿No fue acaso la primera discípula en
vivir el “après-coup”? María entendió muchas cosas después, guardándolas en su
corazón, como dice Lucas.
🎒
Peregrinos de la esperanza… como María
Queridos
hermanos: en este Año
Jubilar que nos llama a ser peregrinos de la esperanza, miremos a María
y aprendamos a caminar con
Dios aunque no lo veamos del todo. Aprendamos a vivir las
noches creyendo que Él vela por nosotros. Aprendamos a mirar nuestra historia
personal y comunitaria, con los ojos del alma, reconociendo su fidelidad.
Como
dice el salmo responsorial: “Dad
gracias al Señor, porque es eterna su misericordia… Él nos libró de nuestros
enemigos y nos sacó de Egipto con brazo poderoso.” Él sigue obrando
así hoy, aunque muchas veces solo lo comprendamos “después”.
🙏
Conclusión: Oración jubilar
Señor Dios
que no duermes ni descansas,
que velas por tus hijos aún en sus noches más largas,
te damos gracias por habernos liberado,
por habernos acompañado en tantos silencios,
y por habernos enviado a tu Hijo Jesús,
el Siervo manso, la luz que no se apaga.
Que como
María,
madre vigilante, mujer del alba,
sepamos confiar incluso cuando no entendemos,
y al mirar atrás, reconozcamos con humildad:
Tú estabas allí, y yo no
lo sabía.
Amén.
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