Tres hacen Uno
Desde antes de los siglos, desde el principio, desde siempre, existe una presencia, una comunión: el Señor me hizo para Él.
La
lectura de los Proverbios hace resonar una realidad que no podemos captar
plenamente, sino únicamente acoger por gracia. La figura de la Sabiduría que
allí se esboza remite a Dios, más allá de todo lo creado, a quien sólo podemos
llamar «el Inconocible».
La unión profunda entre el Señor Creador y la
Sabiduría se expresa en términos de presencia: «Yo estaba allí […], crecía
junto a Él […], era su delicia día tras día […], encontraba mis delicias con
los hijos de los hombres». Una presencia abierta a lo creado, a la amistad con
la humanidad.
Esta figura de la Sabiduría la vemos encarnarse en
Jesús, el Hijo de Dios, en los escritos del Nuevo Testamento. Él, que crecía en
sabiduría y gracia en medio de los suyos en Nazaret. Él, que entrega su vida,
amando hasta el extremo, para reunir a todos los hijos e hijas de Dios que
somos nosotros, y presentarlos al Padre para su gloria. Él, que ha prometido
estar con nosotros cada día para siempre, en el corazón de nuestra vida
cotidiana.
Conducidos por el Espíritu, somos poco a poco introducidos en un conocimiento interior de Cristo Jesús para compartir con Él, por Él y en Él una comunión íntima con el Padre.
Padre, Hijo, Espíritu: tres
personas distintas en un único Dios: misterio de nuestra fe, fuente de nuestra
alegría, gracia de una esperanza que no defrauda.
¿Puedo reconocer cómo el Espíritu Santo me conduce a glorificar al Padre en lo concreto de cada día?
¿Cómo puedo testimoniar mi fe en la Trinidad en mi lugar de trabajo, con mis
seres queridos?
Anne Da, xavière
Primera lectura
Pr 8,22-31
Antes de que la tierra existiera, la Sabiduría fue engendrada
Lectura del libro de los Proverbios.
ESTO dice la Sabiduría de Dios:
«El Señor me creó al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remoto fui formada,
antes de que la tierra existiera.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Aún no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;
cuando sujetaba las nubes en la altura,
y fijaba las fuentes abismales;
cuando ponía un límite al mar,
cuyas aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como arquitecto,
y día tras día lo alegraba,
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra,
y mis delicias están con los hijos de los hombres».
Palabra de Dios.
Salmo
Sal 8,4-5.6-7.8-9 (R. 2a)
R. ¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
V. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R.
V. Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R.
V. Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar. R.
Segunda lectura
Rm 5,1-5
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado por el Espíritu
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
HERMANOS:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; al Dios que es, al que era y al que ha de venir. R.
Evangelio
Jn 16,12-15
Lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá y tomará de lo mío y se lo anunciará
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por decirles, pero no pueden cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y les comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que recibirá y tomará de lo mío y se lo anunciará».
Palabra del Señor.
1
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Hoy celebramos dos
acontecimientos que se iluminan mutuamente: la solemnidad de la Santísima
Trinidad, corazón de nuestra fe cristiana, y el Día del Padre, en el que
honramos y agradecemos el don de nuestros padres, aquellos hombres que, en el
seno de las familias, reflejan de modo humano la paternidad divina.
1. La
Trinidad: comunión de amor eterno
El libro de los
Proverbios, en la primera lectura, nos habla de la Sabiduría, que existía junto
a Dios antes de la creación:
«Desde la eternidad fui
establecida, desde el principio, antes de la tierra.»
Esta Sabiduría, que
desde siempre estaba con Dios, es una prefiguración del Hijo eterno,
Jesucristo, que vive en comunión con el Padre y el Espíritu Santo desde
siempre. Esta es la gran noticia de nuestra fe: Dios no es soledad, sino
comunión de amor. Un Dios que no se encierra en sí mismo, sino que se desborda
en amor creador, redentor y santificador.
Y esa comunión es la
fuente de toda la vida. Toda la creación, cada ser humano, cada familia, nace
del deseo amoroso de Dios de compartir su vida.
2. Los
padres: reflejo de la paternidad divina
Hoy, en este marco,
queremos elevar una oración especial por los padres de familia. Ellos, con sus
virtudes y fragilidades, son llamados a ser imagen del Padre celestial:
·
Fuente
de vida en la familia.
·
Protector
y custodio de los suyos.
·
Educador
que enseña a vivir, a discernir, a caminar.
·
Testigo
de la fe que transmite los valores del Evangelio.
Cuando un padre se
esfuerza por ser justo, paciente, comprensivo y firme en el amor, está
reflejando, aunque de manera limitada, el amor infinito del Padre del cielo.
San Pablo nos decía en la segunda lectura:
«El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.»
Ese amor es el que los
padres transmiten cada día con su entrega silenciosa: trabajando, enseñando,
corrigiendo, acompañando a sus hijos. Son los primeros catequistas del hogar.
Con sus palabras y, sobre todo, con su ejemplo, siembran en el corazón de los
hijos la semilla de la fe.
3. La
familia: pequeña iglesia, imagen de la Trinidad
La Trinidad no es solo
un misterio para contemplar, sino un modelo para imitar. La familia cristiana
está llamada a ser "icono de la Trinidad", como decía San Juan Pablo
II. En el amor mutuo de los esposos, en la entrega a los hijos, en la vida
compartida, la familia refleja el misterio del Dios Uno y Trino.
Por eso, queridos
padres: cada gesto de amor, cada palabra de consuelo, cada esfuerzo por
mantener la unidad, es un modo concreto de hacer presente el misterio
trinitario en la tierra. Aún en las dificultades —que las hay—, Dios los
acompaña y fortalece.
4. El
Espíritu nos conduce al corazón de la Trinidad
En el Evangelio de hoy,
Jesús dice:
«Cuando venga el
Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena.»
Es el Espíritu Santo
quien nos va introduciendo, día tras día, en este misterio de amor. Los padres
necesitan invocar constantemente al Espíritu para saber educar, para tener
sabiduría en la corrección, paciencia en las dificultades y fortaleza en el
testimonio de la fe.
No están solos. La gracia
de Dios los sostiene en su misión, incluso cuando los frutos no son inmediatos,
incluso cuando hay lágrimas y desilusiones. Como nos recuerda San Pablo:
«La esperanza no
defrauda.»
5. Testimoniar
la fe en lo cotidiano
El misterio trinitario
nos impulsa a vivir la fe en lo cotidiano, también en el trabajo, en las
responsabilidades familiares, en el compromiso con la sociedad. Los padres
están llamados a ser testigos de fe en medio de un mundo que muchas veces niega
a Dios. Con su ejemplo honesto de trabajo, respeto, oración y compromiso,
enseñan a sus hijos a caminar en la verdad.
Por eso, en este día,
la Iglesia eleva su oración por todos los padres:
·
Por
los padres jóvenes que comienzan su camino.
·
Por
los padres que llevan años de entrega silenciosa.
·
Por
los abuelos, que siguen siendo transmisores de fe y sabiduría.
·
Por
los padres ausentes o que han partido al encuentro del Padre eterno.
6. Oración
final
Padre
Santo, fuente de toda paternidad:
Te damos gracias por el
don de los padres.
Bendice a quienes, día a día, con esfuerzo y sacrificio, cuidan de sus familias.
Dales sabiduría para guiar, paciencia para acompañar, fortaleza para sostener.
Que sean testigos de tu amor misericordioso, reflejo de tu ternura de Padre.
Y a los que ya partieron de este mundo, concédeles el gozo eterno en tu
presencia.
Santísima Trinidad,
comunión de amor perfecto, haz de nuestras familias un reflejo vivo de tu
unidad.
Amén.
2
"Un Dios cercano: el Amor que nos
sostiene"
Queridos hermanos y hermanas:
Celebrar hoy la solemnidad de la Santísima Trinidad
es sumergirnos en el corazón mismo de nuestra fe. No hablamos de un concepto
abstracto o de una doctrina lejana. Hoy contemplamos al Dios vivo, al Dios que
es amor, al Dios que nos habita y nos sostiene en cada rincón de nuestra vida,
también aquí, en nuestra tierra insular bendecida por la creación.
El riesgo de un Dios lejano
En el mundo moderno —también en nuestras islas—
corremos el riesgo de sentir a Dios como lejano. Las preocupaciones diarias, la
búsqueda de progreso, las dificultades sociales, la lucha por el sustento,
pueden hacer que experimentemos cierto silencio de Dios. En ocasiones, hasta
nuestros propios jóvenes, absorbidos por las pantallas y la cultura digital,
pueden preguntarse: ¿Dónde está Dios en medio de todo esto?
Pero la fiesta de hoy viene a recordarnos que Dios
no está lejos, está profundamente presente. San Agustín lo expresaba con
palabras conmovedoras:
“¿Qué amo cuando amo a mi Dios? No amo la belleza
corporal, ni el resplandor de esta luz temporal, ni las dulces armonías de este
mundo... Sin embargo, cuando amo a Dios, amo una luz, una voz, un perfume, un
alimento, un abrazo; pero de un orden espiritual, dentro de mí mismo.”
Un Dios que es comunión de amor
Al contemplar la Trinidad, comprendemos que Dios es
comunión: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas, un solo Dios. Esta
comunión de amor es el modelo de toda comunidad, también de nuestra Iglesia
particular aquí en el Vicariato. El Padre nos ha creado, el Hijo nos ha
redimido, el Espíritu Santo nos guía día a día.
Cuando miramos nuestras familias, nuestras
comunidades parroquiales, nuestras pequeñas islas en medio del mar Caribe,
estamos llamados a reflejar esa unidad trinitaria: viviendo en fraternidad,
cuidando unos de otros, acompañando al que sufre, escuchando al que está solo,
sirviendo con generosidad.
Una Trinidad que también se
refleja en nuestra historia insular
En nuestra propia historia de pueblo creyente
también encontramos huellas de la Trinidad:
- En
nuestras familias, donde el padre, la madre y los hijos son reflejo de amor
y comunión.
- En
nuestra vida eclesial, donde los laicos, los religiosos y los sacerdotes
compartimos juntos la misión de evangelizar.
- En
nuestra tierra, donde la belleza de la creación, la dignidad de cada
persona y la acción del Espíritu Santo en la cultura isleña nos hablan de
un Dios presente.
En este Año Jubilar, como Peregrinos de la
Esperanza, estamos invitados a mirar a la Trinidad no como un misterio
distante, sino como la fuente de fortaleza para enfrentar los desafíos
sociales, económicos y espirituales que vivimos.
Romper con la mentalidad del
mundo
El mundo moderno, como decía el Papa Benedicto XVI,
muchas veces quiere construirlo todo sin Dios. Hoy recordamos cómo ideologías y
pensamientos como los de Darwin, Marx o Freud —aunque aportaron algunos
elementos al conocimiento humano— intentaron explicar la vida dejando a Dios
fuera del centro.
Nosotros, por el contrario, proclamamos un Dios que
no es fruto de la imaginación humana, sino que es la fuente misma del ser, del
amor y de la verdad. No es un Dios frío, sino el Padre que nos llama, el Hijo
que nos abraza desde la cruz, y el Espíritu que sopla sobre nuestra Iglesia
para renovarla.
Un llamado a vivir la Trinidad
Nuestra vida de fe debe reflejar ese amor
trinitario:
- Seamos
creativos como el Padre, llevando esperanza y nuevas iniciativas a
nuestras comunidades.
- Seamos
compasivos como el Hijo, acercándonos a los enfermos, a los migrantes, a
los que han perdido el rumbo.
- Seamos
generosos como el Espíritu Santo, poniendo nuestros dones al servicio del
bien común de nuestras islas.
Alusión especial en el Día del
Padre
Queridos hermanos, y de manera muy especial,
queridos padres de familia:
Hoy, en esta solemnidad que nos habla de comunión y
amor, también celebramos el Día del Padre. Y qué hermoso es contemplar su
vocación a la luz de la Santísima Trinidad.
El Padre Celestial es el modelo supremo de todo
padre: fuente de vida, protector, educador en el amor. Ustedes, queridos
padres, están llamados a ser, en el corazón de la familia, signo visible de ese
amor creador y fiel. Ustedes son los primeros acompañantes de la fe de sus
hijos. En sus manos está la preciosa tarea de enseñarles a sus hijos a mirar al
cielo, a orar, a confiar, a buscar la verdad y a vivir con dignidad.
Cuando un padre ora con sus hijos, cuando los
bendice, cuando los escucha y los guía con firmeza y ternura, está construyendo
en ellos el templo donde habitará la Trinidad. Su testimonio de fe marcará para
siempre el alma de sus hijos. Como decía San Juan Pablo II: "La familia
es la primera escuela de oración."
Por eso hoy, como Iglesia, queremos:
- Dar
gracias por cada padre que, en medio de las dificultades, permanece fiel a
su misión.
- Animar
a quienes sienten el peso de sus responsabilidades a no desfallecer,
sabiendo que el mismo Dios Padre los sostiene.
- Y
pedir a los hijos y esposas que oren por sus padres, los respeten y los
acompañen con amor.
Conclusión
Queridos hermanos:
La Trinidad no es un misterio lejano. La Trinidad
es el hogar hacia el cual caminamos, la comunión que ya desde ahora podemos
gustar, el amor que nos transforma y nos envía.
Por eso, en este día santo, unimos nuestras voces
para proclamar con fe y gratitud:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
3
HOMILÍA
CATEQUÉTICA Y FAMILIAR PARA LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y EL DÍA DEL
PADRE
"Dios
es un misterio de amor, pero nos da pistas para conocerlo"
Queridos
niños, jóvenes, familias y comunidad:
Hoy
celebramos una de las grandes fiestas de nuestra fe: la Solemnidad de la
Santísima Trinidad. Y hoy, además, celebramos con gratitud y cariño el Día
del Padre. Ambas celebraciones se iluminan mutuamente, porque Dios mismo,
al revelarse como Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos enseña el verdadero sentido
de la paternidad, el amor, la familia y la comunión.
Cuando
hablamos de la Trinidad siempre surge la gran pregunta: ¿cómo puede haber un
solo Dios y, al mismo tiempo, tres Personas distintas? Aunque es un misterio
profundo, vamos a acercarnos con algunos ejemplos sencillos:
1️⃣ El amor trinitario en la familia: el chiste de
Adán y Eva
Cuentan
que un día, en el Jardín del Edén, Adán le preguntó a Dios:
— "Señor, ¿por qué hiciste a Eva tan hermosa y distinta de mí?"
— "Para que pudieras amarla."
— "¿Y por qué le diste ese cabello tan bonito?"
— "Para que la amaras aún más."
— "Pero... ¿por qué la hiciste algo distraída?"
— "Ah, Adán, para que ella pudiera amarte a ti."
Así es el
amor: busca al otro, se dona, se entrega. Y ese es precisamente el misterio de
la Trinidad: el Padre ama al Hijo, el Hijo ama al Padre, y el Espíritu Santo es
ese Amor vivo que los une. En la familia, este amor trinitario se refleja en el
esposo, la esposa y los hijos, formando la Iglesia doméstica, donde se
aprende a amar, perdonar y vivir en comunión.
2️⃣ La paternidad: reflejo de Dios Padre
Queridos
papás: hoy la Iglesia les honra y les recuerda su gran misión. Ustedes están
llamados a ser imagen viva de Dios Padre en sus hogares. Así como el Padre
eterno cuida, sostiene, corrige con amor y nunca abandona, también ustedes
están llamados a:
- Proteger a sus hijos,
- Guiarlos en la fe,
- Educar con paciencia,
- Corregir con ternura,
- Ser ejemplo de oración,
trabajo honesto y generosidad.
La misión
de ser padre no es fácil; requiere sacrificio, constancia y fortaleza. Pero,
queridos papás, sepan que no están solos: Dios Padre los acompaña, el
Espíritu Santo los fortalece, y la Iglesia los sostiene con la oración y los
sacramentos.
Hoy
felicitamos de corazón a los padres que, aún en medio de las dificultades,
siguen firmes en su compromiso familiar, que rezan por sus hijos, que luchan
día a día por ser mejores esposos y padres. ¡Que Dios los bendiga y les conceda
sabiduría, salud y fortaleza!
3️⃣ Oración por los padres ausentes o en dificultad
También
elevamos nuestra oración por aquellos padres que, por diversas razones, han
fallado o no han asumido plenamente su responsabilidad. Rogamos al Señor que
los ilumine, los sane, y los ayude a reencontrar el camino de su vocación
paterna.
Que los
hijos y esposas afectados por estas situaciones encuentren consuelo, perdón y
restauración en el amor del Padre celestial, que nunca abandona.
4️⃣ Volviendo al misterio de la Trinidad
Un día un
sacerdote preguntó en la escuela:
— "¿Quién me explica qué es la Santísima Trinidad?"
Una niña contestó:
— "¡Es un misterio! Tres personas en un solo Dios."
¡Y tenía
toda la razón! No intentamos comprenderlo todo, sino vivirlo. Vemos la
Trinidad en:
- El Bautismo de Jesús: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
- La señal de la cruz: En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
- Los sacramentos que
fortalecen nuestras familias.
- La vida misma de la familia
cristiana, cuando hay amor, entrega y comunión.
5️⃣ ¿Cómo vivir este misterio en familia?
- Amándonos, sirviéndonos y
perdonándonos.
- Orando juntos, enseñando a
los hijos a confiar en Dios.
- Dando testimonio de fe en
medio de las pruebas cotidianas.
- Acercándonos siempre a los
sacramentos, fuente de fortaleza.
🧡 Conclusión
Como
decía Karl Rahner:
"No intentes explicarlo demasiado: adóralo."
Por eso
hoy, llenos de fe, celebramos al Dios Trinidad que es amor y, al mismo tiempo,
damos gracias por el don de los padres, llamados a ser reflejo de ese amor
trinitario en cada hogar.
Que la
Santísima Trinidad bendiga a cada familia, fortalezca a cada padre en su
misión, y haga de cada hogar una pequeña Iglesia doméstica, donde reine el
amor, la paz y la comunión.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
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