domingo, 10 de agosto de 2025

11 de agosto del 2025: lunes de la decimonovena semana del tiempo ordinario-I- Memoria de Santa Clara de Asís, Virgen

 

Santo del día:

Santa Clara de Asís

1193-1253. “Coloca tu mente ante el espejo de la eternidad; coloca tu alma en el esplendor de la gloria, coloca tu corazón en la imagen de la sustancia divina y transfórmate enteramente por medio de la contemplación.” Esta es una de las bellas frases de la hermana del “poverello” de Asís

Clara fue una joven noble que, movida por la predicación y el ejemplo de San Francisco de Asís, dejó su vida acomodada para consagrarse totalmente a Cristo en la pobreza y la fraternidad. Fundó la Orden de las Hermanas Pobres, más conocidas como Clarisas, adoptando una forma de vida centrada en la oración, la austeridad y la confianza absoluta en la Providencia. Fue la primera mujer en la historia de la Iglesia que redactó y logró la aprobación de una regla monástica propia.

Hay un hecho significativo de su vida, digno a destacar: Enferma y postrada, no pudo asistir a la misa de Navidad en la basílica de San Francisco. Sin embargo, el Señor le concedió ver y escuchar toda la celebración desde su lecho, como si estuviera allí presente. Este hecho, registrado por sus hermanas y atestiguado en su proceso de canonización, inspiró al papa Pío XII, en 1958, a proclamarla Patrona de la televisión y de todos los que, a distancia, se unen espiritualmente a la liturgia.

«¡Bendito seas, Señor, ¡por haberme creado!»: estas fueron las últimas palabras de «la pequeña planta de San Francisco», fundadora de la segunda orden franciscana, la de las Clarisas.

 

 

Libertad infinita

(Mateo 17, 22-27) La tristeza de los discípulos es inseparable del contexto judeo-romano: es más fácil imaginar la muerte de Jesús a manos del poder de hombres hostiles que su resurrección por el poder de Dios. El pez pescado por Pedro es entonces el signo de que el impuesto debido a los poderosos está subordinado al don del Creador de toda vida. Jesús es infinitamente libre con respecto a los reyes de la tierra precisamente porque es Hijo de Dios.

Nicolas Tarralle, prêtre assomptionniste

 

Primera lectura

Dt 10,12-22
Circunciden sus corazones. Amarán al emigrante, porque emigrantes fueron

Lectura del libro del Deuteronomio.


MOISÉS dijo al pueblo:
«Ahora Israel ¿qué te pide el Señor, tu Dios, sino que temas al Señor, tu Dios, siguiendo todos sus caminos, y que le ames y que sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando los preceptos del Señor y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien?
Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita. Mas solo de sus padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia los escogió a ustedes entre todos los pueblos, como sucede hoy.
Circunciden su corazón, no endurezcan su cerviz, pues el Señor, su Dios es Dios de dioses y Señor de señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no es parcial ni acepta soborno, que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama al emigrante, dándole pan y vestido. Amarán al emigrante, porque emigrantes fueron en Egipto. Temerás al Señor, tu Dios, le servirás, te adherirás a él y en su nombre jurarás.
Él es tu alabanza y él es tu Dios, que hizo a tu favor las terribles hazañas que tus ojos han visto. Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 147(146-147),12-13.14-15.19-20 (R. 12a)

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

o bien:


R.
 Aleluya.

V. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. 
R.

V. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. 
R.

V. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. 
R.


Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Dios nos llamó por medio del Evangelio para que lleguemos a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.




Evangelio

Mt 17,22-27

Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos del impuesto

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«Su Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Sí».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Palabra del Señor.

 

 

1

 

1.    Introducción a la homilía

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos con alegría la memoria de Santa Clara de Asís, nacida el 16 de julio de 1194 y llamada por Dios a seguir de cerca a Cristo pobre y crucificado, bajo la inspiración de San Francisco. Su vida fue un canto de amor a la Eucaristía, a la pobreza evangélica y a la fraternidad. Fundadora de la Orden de las Hermanas Pobres —las Clarisas—, fue una mujer fuerte, humilde y profundamente contemplativa.

Hay un episodio hermoso de sus últimos días: enferma y postrada, no pudo asistir a la misa de Navidad en la basílica de San Francisco. Sin embargo, el Señor le concedió ver y escuchar toda la celebración desde su lecho, como si estuviera allí presente. Este hecho, registrado por sus hermanas y atestiguado en su proceso de canonización, inspiró al papa Pío XII, en 1958, a proclamarla Patrona de la televisión y de todos los que, a distancia, se unen espiritualmente a la liturgia. Es un detalle que nos recuerda que, cuando el corazón está encendido de amor a Dios, ninguna barrera física puede impedir la comunión con Él.

Hoy, a la luz de las lecturas que hemos proclamado, podemos descubrir que el carisma de Santa Clara se resume en una invitación a vivir con fe vigilante y amor confiado, como nos pide el Evangelio. La fe que espera y actúa, la fe que ve más allá de lo visible, la fe que convierte nuestra vida en un espejo de la gloria de Dios, como ella misma escribió: “Coloca tu mente ante el espejo de la eternidad, tu alma en el esplendor de la gloria, y tu corazón en la imagen de la sustancia divina”.


 

2

La verdadera libertad nace de pertenecer a Dios


1. Introducción

Queridos hermanos:
Hoy, mientras recordamos a Santa Clara de Asís, mujer pobre y libre en Cristo, la Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre una libertad más profunda que la que ofrecen las leyes humanas: la libertad de los hijos de Dios. En este Año Jubilar, donde el Papa nos llama Peregrinos de la Esperanza, celebramos la memoria de una santa que vivió sin miedo a los poderosos y sin ataduras a las riquezas, porque su corazón pertenecía solo al Señor.

Y hoy traemos a esta Eucaristía la memoria de nuestros hermanos difuntos, orando por ellos para que gocen ya de la libertad perfecta que da la resurrección en Cristo.


2. Primera lectura: Amar, servir y caminar con Dios (Dt 10,12-22)

Moisés le recuerda a Israel lo que el Señor pide: temerle, caminar en sus caminos, amarlo, servirlo y guardar sus mandamientos.

  • No es un Dios parcial: hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al extranjero.
  • Invita al pueblo a recordar que ellos mismos fueron extranjeros y esclavos en Egipto, y que el Señor los liberó.

Aquí encontramos la raíz de toda libertad: pertenecer a Dios. La verdadera independencia no nace de romper vínculos, sino de enraizarnos en Él, que es justo y misericordioso.


3. Salmo 147: El Señor sostiene y bendice

El salmo proclama que Dios refuerza los cerrojos de las puertas, bendice a los hijos, envía su palabra y sacia con flor de harina.

  • Es un canto de confianza: quien vive unido al Señor está seguro, aunque las circunstancias sean difíciles.
  • Esta es la fe que sostiene también nuestra oración por los difuntos: creemos que Dios no los abandona, sino que los conduce a su paz eterna.

4. Evangelio: Libertad infinita (Mt 17,22-27)

En el camino a Jerusalén, Jesús anuncia su pasión y resurrección, pero los discípulos se entristecen. Es más fácil —como dice el comentario— imaginar la muerte de Jesús a manos de hombres hostiles que su resurrección por la fuerza de Dios.

Luego, el episodio del impuesto del templo:

  • Jesús, como Hijo de Dios, no está obligado a pagarlo, pues el templo es la casa de su Padre.
  • Sin embargo, por respeto y para no escandalizar, envía a Pedro a pescar un pez, en cuya boca encuentra la moneda para pagar por los dos.

Este gesto tiene una enseñanza profunda: la verdadera libertad no es rebeldía contra todo, sino actuar con amor y sabiduría, sin dejarse atar por el poder humano. Jesús no paga porque deba, sino porque elige hacerlo, para cumplir su misión en paz.


5. Santa Clara de Asís: un corazón libre

Santa Clara entendió este Evangelio con su vida.

  • Hija de una familia noble, eligió vivir pobre para ser libre.
  • Renunció a toda propiedad, confiando en la providencia.
  • En su lecho de enferma, Dios le concedió ver y oír la misa de Navidad como si estuviera presente: un signo de que la comunión con Él traspasa toda distancia y límite humano.
  • Fue capaz de enfrentar, con el Santísimo en sus manos, a quienes amenazaban su convento, recordándonos que la verdadera fuerza del cristiano es Cristo vivo en la Eucaristía.

6. Aplicaciones para nuestra vida

  • Para los vivos: Vivir en libertad cristiana significa no dejar que el miedo, el pecado o el apego a las cosas nos dominen.
  • Para nuestros difuntos: Pedimos que, purificados de todo lazo con el mal, entren en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
  • Para la comunidad jubilar: Peregrinar con esperanza es caminar ligeros de equipaje, confiando más en la providencia que en nuestras seguridades humanas.

7. Conclusión

La libertad infinita de Jesús, reflejada en Santa Clara, nos muestra que el creyente puede vivir en este mundo sin pertenecerle, porque su identidad está en el cielo.
Pidamos hoy que nuestra vida, como la de Clara, sea un testimonio de confianza, pobreza evangélica y amor total a Dios.
Que, al recordar a nuestros difuntos, vivamos con la certeza de que en Cristo la muerte no es el final, sino la puerta a la verdadera libertad.


Oración final

Señor Jesús, que viviste libre de todo miedo y de todo apego,
enséñanos a caminar en tus caminos como hijos amados del Padre.
Que Santa Clara nos inspire a vivir en pobreza y libertad,
y que nuestros hermanos difuntos gocen ya de la vida eterna
en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Amén.

 

 

                      11 de agosto:

Santa Clara, Virgen — Memoria
c. 1193–1253
Patrona de las Clarisas, bordadoras, orfebres, lavanderas, costureras, teléfonos y televisión
Invocada contra las enfermedades de los ojos y para pedir buen clima
Canonizada por el papa Alejandro IV en 1255

 


Cita:

Al contemplar más profundamente sus inefables delicias, riquezas eternas y honores, y suspirar por ellos con el gran deseo y amor de tu corazón, puedas clamar: “¡Atráeme tras de Ti! ¡Corramos en el perfume de tus aromas, oh Esposo celestial! Correré y no me cansaré, hasta que me introduzcas en la bodega del vino, hasta que tu mano izquierda esté bajo mi cabeza y tu mano derecha me abrace con alegría y me beses con el más feliz beso de tu boca.”


(De una carta escrita por Santa Clara)

 

Reflexión:


Clara Offreduccio, nacida en el seno de una familia noble de alto rango en la pintoresca ciudad italiana de Asís, fue la mayor de tres hijas. Criada entre un suntuoso palacio en Asís y un castillo en la ladera cercana del Monte Subasio, las niñas fueron educadas en la fe por sus devotos padres católicos, especialmente por su madre. Desde muy pequeñas, llevaban una vida de oración.

Cuando Clara tenía doce años, sus padres, siguiendo las costumbres de la época, intentaron concertar su matrimonio con un noble adinerado. Sin embargo, Clara expresó su deseo de esperar hasta cumplir dieciocho años, a lo que sus padres accedieron.

En la adolescencia, Clara comenzó a admirar a un joven de veinticuatro años llamado Francisco, quien había experimentado recientemente una profunda conversión. En su juventud, Francisco había sido el alma de las fiestas en Asís, con el sueño de convertirse en un gran caballero, sueño que persiguió en dos ocasiones. Su vida cambió cuando fue capturado en la guerra y encarcelado durante un año. Tras ser rescatado por su padre, volvió a Asís como un hombre transformado. Aquella dura experiencia encendió en él una conversión espiritual que no solo marcaría su vida, sino también la de Clara, la de la ciudad de Asís y la de toda la Iglesia durante siglos.

Después de renunciar a la herencia de su familia y obtener la aprobación papal, Francisco y un pequeño grupo de seguidores adoptaron un estilo de vida radical, caracterizado por la pobreza, la oración, la penitencia y la predicación itinerante.

Hacia 1211 o 1212, cuando Clara se acercaba a sus dieciocho años, asistió a una misión cuaresmal en la iglesia de San Giorgio en Asís, predicada por el hermano Francisco. Aquella predicación caló hondo en su corazón, y Clara sintió que Dios la llamaba a unirse a Francisco y a sus hermanos formando una rama femenina de su nueva orden. Sabiendo que su familia no aprobaría su decisión, habló en secreto con el hermano Francisco. Con la aprobación del obispo local, Francisco aceptó recibirla la noche del Domingo de Ramos en la pequeña capilla de la Porciúncula, donde vivía su fraternidad.

Aquella noche, Clara llegó a la capilla vestida como una novia dispuesta a desposarse con su Esposo celestial. La acompañaban su tía y una amiga. Clara entregó su ropa noble a cambio de un tosco hábito, permitió que Francisco le cortara su larga cabellera y cubrió su cabeza con un velo. Luego, Francisco dispuso que se alojara en un convento benedictino cercano.

Cuando su familia supo lo sucedido, intentaron persuadirla de volver a casa, ofreciéndole riquezas y todos los privilegios de la nobleza. Clara se negó. Al tratar de llevarla por la fuerza, ella se aferró al altar y les mostró su cabello cortado, símbolo de su consagración a Dios. Comprendiendo que ya no tenían autoridad sobre ella, sus familiares cedieron. Este fue no solo un momento decisivo en la vida de Clara, sino también el nacimiento de la orden religiosa de las Clarisas.

Por su seguridad y tranquilidad, Clara fue trasladada a otro monasterio a los pocos días, y luego a otro más. Para su sorpresa, semanas después su hermana Catalina se le unió. La familia trató nuevamente de intervenir, pero —según cuenta una tradición—, por las oraciones de Clara, el cuerpo de Catalina se volvió tan pesado que los hombres no pudieron levantarla. Finalmente, la familia desistió. Catalina fue aceptada en la nueva orden y recibió el nombre religioso de Inés.

Con el tiempo, incluso su otra hermana y su madre se unieron a Clara e Inés en la pequeña casa que Francisco había construido junto a la iglesia de San Damián. Siguiendo la regla de vida que les dio Francisco, se las conoció como “Las Damas Pobres de San Damián”. Solo después de la muerte de Clara se las comenzó a llamar “Clarisas”.

Las Damas Pobres de San Damián vivían en extrema pobreza, trabajaban con sus manos y guardaban casi completo silencio, siguiendo estrictamente la regla de Francisco durante los primeros años. A diferencia de los frailes, ellas permanecían en clausura, sin salir a predicar. En aquella época, esta austeridad era novedosa para mujeres consagradas, ya que la mayoría de los conventos eran ricos y poseían grandes extensiones de tierra trabajadas por otros. Como la rama masculina, esta nueva forma de vida fue revolucionaria, especialmente por su estricta regla de pobreza.

Aunque no deseaba asumir autoridad, Clara fue elegida abadesa. Era humilde y reservada, y le resultaba difícil dar órdenes; solía encargarse de los trabajos más humildes y menos deseados.

La protección divina cuidó de la comunidad. Cuando invasores musulmanes rodearon el convento y se preparaban para atacar Asís, Clara tomó la custodia con el Santísimo Sacramento y salió a enfrentarlos. Impactados, los invasores se retiraron y nunca regresaron.

Madre Clara pasó gran parte de su vida resistiendo las presiones de obispos, cardenales e incluso papas que querían que su orden se asemejara más a las monjas benedictinas. Firme, optó por depender de la providencia divina, confiando plenamente en su Esposo celestial. Estas luchas se intensificaron tras la muerte de San Francisco en 1226. Después de años de insistencia, Clara redactó una regla para sus hermanas y obtuvo su aprobación del papa Inocencio IV pocos días antes de morir, en 1253, a los cincuenta y nueve años. Fue la primera vez en la historia que una mujer escribía una regla para la vida religiosa y lograba su aprobación oficial.

A pesar de su vida oculta, su santidad era tan reconocida que el papa acudió personalmente a Asís para celebrar su funeral. Fue canonizada solo dos años después.

Al honrar hoy a Santa Clara y a sus hermanas, se nos invita a contemplar su total confianza en Dios. Abandonar su vida noble para abrazar la pobreza radical requirió gran fe, pero permaneció fiel a su llamado. Por medio de ella, Dios ha dado frutos abundantes que solo se conocerán plenamente en el cielo. Meditemos en su pobreza, su vida escondida de silencio y oración continua, y su fidelidad a la llamada divina. Que su radicalidad nos inspire a salir de nuestra zona de confort y abrazar una vida más confiada y de servicio desinteresado a la voluntad de Dios.

Oración:


Santa Clara, aunque procedías de una familia rica y noble, Dios te llamó a la pobreza, donde encontraste tu verdadera nobleza. Escuchaste su llamado a vivir radicalmente para Él, respondiste y nunca volviste atrás. Ruega por mí, para que yo también responda al llamado de Dios en mi vida con radical fidelidad. Que nada se interponga en mi adhesión plena a su voluntad.
Santa Clara de Asís, ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.

 

 

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