lunes, 23 de marzo de 2020

PARA VIVIR LA CUARESMA DIA A DIA 27 de marzo del 2017: cuarto lunes de cuaresma





Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (65,17-21):

ESTO dice el Señor:
«Mirad: voy a crear un nuevo cielo
y una nueva tierra:
de las cosas pasadas
ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.
Regocijaos, alegraos por siempre
por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”,
y a su pueblo, “júbilo”.
Me alegraré por Jerusalén
y me regocijaré con mi pueblo,
ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;
ya no habrá allí niño
que dure pocos días,
ni adulto que no colme sus años,
pues será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán los frutos».

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):

EN aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor
///

EL DIOS DE LAS PROMESAS

Yo voy a crear un cielo nuevo una tierra nueva. A lo largo de la Biblia, Dios promete. Una promesa que está siempre ligada (o en relación) con el tiempo. Fuera del tiempo no hay más promesas. Así,  Dios se aventura en nuestro tiempo, prometiendo. Él se arriesga en nuestro mundo en movimiento.

Una promesa no vale sino para Aquel que promete.  Ella está fundada sobre dos cualidades del que promete: su fidelidad y su poder.  Si confiamos en las promesas de Dios, es porque Él es un Dios fiel. Fiel a Sí mismo y a nosotros “por los siglos de los siglos”, como lo dice la formula.

Él es también el Dios Poderoso: por su Palabra ha creado el mundo, por su cruz ha vencido el mal. Si, nosotros podemos confiar en Él. Sus promesas no son vanas. Ellas están llenas de lo que es Él mismo, ellas son como una semilla que contiene en embrión lo que cumplirá.

Jesús es el siempre vivo. Él es la vida misma de Dios que ha entrado en nuestro mundo para que nosotros vivamos. Todavía es necesario que nos abandonemos a Él. Es todo lo que exige Cristo, un mínimo de fe.


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