domingo, 21 de abril de 2019

22 de abril del 2019: Lunes de la Octava de Pascua

(Mateo 28, 8-15) Los jefes de los sacerdotes extorsionan a los soldados para evitar que la Buena Noticia se expanda. ¿Por qué? Porque es demasiado bello para ser verdad, o demasiado insensato, ¿o demasiado amenazante?





"Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.»



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14.22-33):

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: «Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia." Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.»
Palabra de Dios





Salmo
Sal 15,1-2.5.7-8.9-10.11

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.






Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,8-15)


En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido.
Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Palabra del Señor



////

El Mesías anunciado por las Escrituras


El día siguiente a la celebración de la Pascua se corre el peligro de dejar enfriar el corazón y dejar atrás el entusiasmo del triunfo de Cristo. No podemos olvidar que es nuestro turno ahora de ser testigos de la Resurrección. Al igual que Pedro, es nuestro tiempo ahora, hemos de levantar nuestra voz y volcar nuestra mirada, mente y corazón sobre las Escrituras, tanto para alimentar nuestra esperanza como para predicar, alimentando la fe de los otros y entusiasmando a nuevos discípulos.

En el pasaje de los hechos de los apóstoles que leemos hoy el príncipe de los apóstoles retoma las profecías sobre el Mesías, las decodifica para que todos sus auditores comprendan el evento del cual Él y los elegidos por Jesucristo han sido testigos. Dios había prometido por boca de sus profetas dar su Espíritu a todos. Y esto es lo que ocurre ese día (de Pentecostés)  ante los ojos de los judíos del mundo entero, presentes en Jerusalén.

Allí donde los hombres han puesto muerte Dios pone vida. La resurrección de Jesús es la prueba. Esta es la Buena Noticia proclamada por Pedro y los apóstoles. Las palabras de los salmos 16 y 110 confirman su testimonio. Jesús crucificado y resucitado es el Mesías prometido por Dios a su pueblo.






21 de abril del 2019: Domingo de Resurrección (Ciclos A, B, C)


¿El sepulcro vacío?

El sepulcro vacío prepara a los discípulos para acoger al resucitado. Esta acogida suscita una transformación que se cristaliza en la imitación de Cristo: hacer el bien como Él mismo lo ha hecho. Y esta imitación es fuente de la fraternidad universal y del nuevo mundo; ella incita a la edificación del Reino de Dios, el Reino de la vida en abundancia.
El domingo de Pascua nos convida desde ya a entrar, con alegría, en la casa del Padre para tomar parte en su banquete y comulgar en la vida de su Hijo resucitado.




Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 117, 1-2. l6ab-17. 22-23
R. ESTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR: SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO. (O ALELUYA)

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.


SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES 3, 1-4

Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.


SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


ALELUYA Cf. 1 Cor 5, 7b-8a
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua en el Señor.



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor




A guisa de introducción: 

El deseo de vivir



Indudablemente que lo que deseamos todos es una VIDA PLENA, humana, en salud, en bienestar. Esta es una de las aspiraciones más profundas, uno de los deseos más reales y o verdaderos, anclados en nuestra existencia. Nosotros deseamos vivir…FELICES.

Jesús había comprendido este deseo de vivir. Más allá del fracaso, de las apariencias, Él ha rencontrado la vida. Él les ha devuelto el gusto de vivir a todos aquellos que han creído en Él.

La ceremonia del Sábado Santo habla de la vida, por las lecturas bíblicas de la Creación, del Éxodo (deseo de vivir libre), por la Carta de San Pablo a los Romanos (vida del bautismo), por el Evangelio de la Resurrección.

El deseo de vivir puede ser colmado en parte por nuestra energía o esfuerzo personal, por nuestros medios modernos. Debemos dejar de VIVIR en un estilo que no tiene futuro (el de AMO y sirvientes o esclavos). Volvamos a encontrar un estilo de vida actual que tenga cuenta lo humano, el buen sentido; no escamoteemos la realidad con principios de antaño. Vivamos la realidad de hoy, con principios que den cuenta de la VIDA, de una vida arraigada en este mundo, puesto que nosotros vivimos en esta época y no en otro tiempo, ni en otro lado, con el objetivo de ir más lejos.

Volvamos a encontrar el gusto de implicarnos en nuestros asuntos, como Iglesia de Bautizados; algo así como las “partes” o miembros de una empresa, dando ánimo a los empleados para que realicen bien su trabajo y diciéndoles esto les pertenece, es nuestra propiedad… Los Bautizados tienen el deber de informarse sobre lo que ellos son, de formarse, de ser y de llegar a ser lo que ellos son.

La vida supera los sacramentos. Es muy importante mirar cómo se evangeliza en el corazón o centro de la vida y de la existencia (en lo cotidiano).

El deseo de vivir puede ser satisfecho, sobre todo por la FE en la Resurrección de Cristo.

Los cristianos, convencidos de la Resurrección de Cristo, poseen un optimismo, un entusiasmo comunicativo, esta es la esperanza en su esencia, genuina.

Cristo es vencedor. Él ha merecido y ganado bien la medalla de Oro en la carrera contra la muerte.

La Vida de Pascua, es mucho más que los conejos en o rellenos de chocolate (y que por el excesivo mercantilismo y consumismo se comen aun fuera del tiempo). La vida de Pascua es la esperanza de vivir por (para) siempre. Vivir inmediatamente, y enseguida con Cristo vivo.




Una aproximación psicológica al texto del evangelio:

Tú conocerás a Yahvé



La resurrección es la intervención de Dios en el caso Jesús.

Es la toma de posición de Dios de cara a las opciones de Jesús. 

Es Dios quien interviene para decir: si, tiene sentido, eso de orar como Él lo ha hecho, de luchar como Él ha luchado, de morir como Él ha muerto.

La resurrección, es Dios quien interviene para contradecir los cínicos que dicen: la militancia, ahí vemos donde lleva eso; el amor, ahí constatamos lo que él da; la búsqueda de Dios, podemos bien concluir a dónde, eso lleva.
En la resurrección, Dios afirma que hay un más allá 
de la represión por el poder, 
de la traición que decepciona el amor, 
de la noche que desemboca en oración; 
y que represión, traición y noche son un pasaje hacia otra cosa, que esta oscuridad desemboca sobre la luz y sobre una posibilidad nueva de comunión.

La resurrección de Jesús aparece entonces como una consecuencia comprensible de lo que le ha precedido. No porque este evento no sea pura gracia de Dios, sino a causa justamente del deseo gratuito de Dios de ser reconocido por el hombre.

Conocer a Dios, es primero que todo vivir de la justicia: “No hay ni sinceridad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país, sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia…” (Oseas 4,2).

Aquel que se comprometa con todas sus fuerzas a “conocer Dios” en la búsqueda de la justicia social, este mismo no podrá actuar de otro modo que desembocar un día sobre Dios, y esto en virtud misma de su promesa: “yo te haré mi novia en la justicia y en el derecho, en la ternura y en el amor; yo te haré mi novia en la fidelidad, y tu conocerás a Yahvé” (Oseas 2,21).

He aquí lo que le sucedió a Jesús. 

El cómo de su resurrección permanece ciertamente como una realidad misteriosa, pero su sentido es claro: ella es la muestra de la fidelidad de Dios a su compromiso, un compromiso también real y creador como el compromiso de Jesús: concreto, fuerte y cimentado en la esperanza.




1
Reflexión central:

¡El otro discípulo vio y creyó!




El primer día de la semana, María Magdalena va al sepulcro de Jesús. Para ella, es un día triste. Y a nosotros nos pasa lo mismo, nos acongojamos cuando visitamos el cementerio y contemplamos la tumba de un ser querido. Pero hoy hay una tristeza más: no es solamente el cuerpo de un amigo que termina en la tumba; es la esperanza de un reino nuevo que ha sido acabada.

El Evangelio de San Juan nos dice que "todavía estaba oscuro"; comprendamos bien: no habla solamente de la oscuridad de la noche, Él quiere mostrarnos que la luz está venciendo las tinieblas. La luz acaba con la noche en la cual los hombres se han sumergido a causa de su pecado. Jesús Resucitado es la luz que brilla en las tinieblas. Esta luz no puede ser detenida; nada ni nadie puede impedirle brillar.

Una vez llega al sepulcro, María Magdalena descubre que la piedra ha sido desplazada, ha sido removida y deduce que alguien se ha llevado el cuerpo de Jesús y entonces corre para prevenir a Pedro y a Juan. Todos dos llegan ante el sepulcro vacío. Ellos ven los lienzos tumbados en el lugar y bien organizados. Pedro está perplejo; pero en Juan ocurre algo diferente, y con unas palabras expresa su fe: "El vio y creyó". Nosotros recordamos que él siguió a Jesús hasta el pie de la cruz; él había participado en el embalsamiento y sepultura del cadáver. Él ve que no hay desorden provocado por una violación de sepultura. Más tarde, Jesús dirá: "Dichosos o felices aquellos que creen sin haber visto".

Esto es importante para nosotros hoy, cristianos del siglo XXI: nunca tendremos otra prueba de la resurrección de Jesús más que el sepulcro vacío. Ciertamente, tenemos además las apariciones de Cristo resucitado y de las cuales testimonian los evangelios. Pero en ninguna de estas pruebas se nos hace difícil creer. Si creemos en Cristo Resucitado, es porque le hemos creído, confiamos en el testimonio de los apóstoles y de las comunidades cristianas que nos ha sido transmitido de generación en generación.

La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos presenta un discurso de Pedro después de la resurrección. Recordemos que él había negado a su maestro delante de unas mujeres sencillas. Hoy, en la ciudad de Cesarea, residencia de Pilato y de sus legiones, él se atreve a proclamar la Buena Noticia de la resurrección de Jesús. Las palabras de Pedro son muy audaces: "Lo mataron colgándolo de un madero…pero Dios lo resucitó al tercer día". Todo esto pasa en la casa del centurión (porque tenía a su cargo o mando 100 soldados) del ejército romano. Es una manera de decir que la salvación se ofrece a todos, incluyendo a los paganos. Dios no excluye a nadie. Cualquiera sea la nación o lengua, toda persona puede recibir la salvación en la medida que ésta acoja el Evangelio. Esta buena noticia debe ser proclamada a todos los pueblos del mundo entero. Es por todos que Jesús ha dado su vida en la cruz.

Es el mismo testimonio de la fe en Jesús resucitado que encontramos en la segunda lectura de la Carta de San Pablo a los Colosenses (habitantes de Colosas). Esta resurrección no es una simple vuelta atrás como fue el caso de Lázaro. Pablo nos dice que Él está sentado a la derecha de Dios. Él ha subido al Cielo; ÉL ha recibido la autoridad de su Padre. Es un llamado para nosotros a que levantemos los ojos hacia el cielo y busquemos las cosas de arriba (las realidades de arriba). Si creemos en Jesús resucitado y si lo seguimos, nada puede volver a ser como antes. Esta resurrección de Cristo nos incita a renovar nuestra vida, a renovar la oración, a experimentar la alegría de descubrir y vivir el Evangelio.

Todo esto pasa por decisiones concretas:
salir del "sepulcro" de nuestro egoísmo para vivir un amor verdadero,
remover la piedra del desaliento, del desánimo que nos aprisiona y nos impide avanzar,
no dejarnos llevar por el rencor y la venganza, sino hacer que triunfen el perdón y la misericordia.
Es por nuestra manera de vivir que podremos mostrar que Cristo está vivo y que ÉL transfigura aquellos que acogen su fuerza vital.

Viviendo así es como podremos ser mensajeros de vida y esperanza. Cristo resucitado quiere asociarnos a todos a su victoria sobre las fuerzas del mal que buscan destruir al hombre.

Todos estamos llamados a optar por la vida, a elegir la vida, a defenderla y a dejarnos invadir por el amor de Dios.

Vivimos en un mundo donde muchos sufren por causa de la guerra, de la violencia, del odio, la discriminación, del desprecio de los otros. Pero el Señor Resucitado no nos exige, sino que removamos de nuestros corazones esta piedra que nos encierra en las tinieblas. Él quiere que la luz de la Pascua brille en el mundo entero.

En comunión con toda la Iglesia, seamos todos testigos de esta Buena Noticia ante todos aquellos que nos encontremos en nuestra casa, en nuestro vecindario, nuestro trabajo, en nuestro estudio…en la vida de todos los días.

¡Amén!



2

¡El compromiso es ya!



Pascua es la fiesta cristiana más grande del año. Es la fiesta de la vida, de la primavera, de la renovación, de la alegría.

Lo que distingue los cristianos de los no creyentes es la resurrección, es la fe y la confianza en un Dios que rechaza la idea de poner fin a la vida y que no acepta que todo se termine en el cementerio. De otro lado, la palabra que los cristianos utilizaban para indicar el lugar donde ellos enterraban sus difuntos era la palabra griega “koimiterion”, que ha llegado a ser nuestra palabra “cementerio” y que quería decir “hotel para visitantes extranjeros”, “refugio de pasaje”.

La liturgia del domingo de Pascuas está impregnada de paz y serenidad.

“El Señor ha resucitado!”; “El sol se ha puesto: no busquen más entre los muertos a Aquel que vive. ¡EL ha roto las cadenas de la muerte!”. Jesús le había dicho a María la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida. Si alguien cree en mí, mismo si él muere vivirá”.

La resurrección, es la respuesta de Dios Padre a la violencia, a la injusticia de la tortura y de la cruz. Aquellos que han condenado a Jesús creían que podían hacerle callar y deshacerse definitivamente de Él. Pero el padre lo ha resucitado, aprobando los valores que Él ha querido promover durante su vida.

Nuestra fe cristiana no se limita a recordarnos que Cristo ha resucitado y que nuestra vida no se termina con la muerte. La Pascua y la resurrección conducen a una nueva primavera después del invierno frío y despiadado.

La pascua y la resurrección nos incitan a comprometernos ahora, a tomar la vida en serio. Cristo nos invita a vivir plenamente desde ahora, a salir de nuestros sepulcros, de nuestras decepciones o desalientos, de nuestros miedos, de nuestros temores.

“Salgan de sus tumbas”, de sus vidas sin esperanza. Recomiencen a respirar a pleno pulmón…” Yo he venido para que tengan vida y la vida en abundancia” (Juan 10,10).

Después de la ultima cena, yendo al Monte de los Olivos, Jesús había dicho a sus discípulos: “Una vez que haya resucitado, yo iré delante de ustedes en Galilea”. Es esta misma invitación que Jesús transmite a las mujeres después de la resurrección: “Vayan a anunciar a mis hermanos que deben estar presentes en Galilea: es ahí que ellos me verán”. Ellos son convidados a retornar a su Galilea natal, a su lugar de origen, a sus familias, a sus barcas y a sus redes.

Nuestra religión es una religión pascual. Y por lo tanto no ignoramos el mal presente en el mundo, pero eso sí, nos negamos a creer que este mal tendrá la última palabra, y nos proponemos hacer todo lo posible para que él sea vencido.

Es verdad que vivimos en un mundo de muerte. Cien millones de personas han perdido la vida a causa de la guerra durante el último siglo, 60% de la población mundial sufre de pobreza crónica y de malnutrición. Vivimos en un mundo de discriminación, de violencia, de terrorismo, de suicidio, de drogas, del abuso de alcohol, de malos hábitos alimentarios, de falta de respeto hacia la naturaleza. Y sin embargo nosotros queremos luchar contra todos esos fenómenos y esos abusos mortales.

Es por eso que, al recordar la Pascua, cada “primer día de la semana”, nos reunimos alrededor del Señor. El Sabbat (sábado) era el último día de la semana: “el séptimo día” …Para los cristianos, “el primer día de la semana” es un día de fiesta y de adoración antes del trabajo que va continuar. El domingo cristiano inaugura e impregna los días que seguirán.

Cristo resucitado está presente entre nosotros: “cada vez que dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Él nos invita a escuchar su palabra, a compartir su vida, a retomar fuerzas antes de volver a “nuestra Galilea”, donde Él nos acompaña día a día: “He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,28).

Hoy, festejamos la más grande fiesta cristiana del año, la fiesta de Pascua. Cristo resucitado nos da la valentía para volver al interior de nuestras familias, a nuestro trabajo, para vivir la primavera de Dios.

En este primer día de la semana, en este día de la Resurrección del Señor,

Felices Pascuas para todos. “¡El Señor resucito, aleluya, aleluya!”




Para la revisión de vida:


1. Una vez que descubre el sepulcro vacío, María Magdalena da media vuelta y en medio de la urgencia, el narrador no toma tiempo para explicar lo que ella ha visto e inmediatamente María corre en otra dirección. Va a reunirse con los discípulos. Ella necesita de los otros para enfrentar esta nueva prueba: ¿es que yo soy como ella, plena del reflejo, del deseo de buscar el apoyo de los demás, o más bien me veo tentado a vivir mis pruebas solo?  ¿Ante las dificultades es que pienso en buscar mi comunidad, mi grupo que tiene la misma fe, la Iglesia? Señor en mis dificultades o pruebas, permíteme contar con los otros, concédeme estar presente para ellos, manifestarme, solidarizarme cuando ellos también me requieran.

2. El domingo de Pascua nos invita a regocijarnos al escuchar estas dos palabras referentes a San Juan, el discípulo amado por Jesús: "Él creyó". Él ve y cree. Hoy, nosotros sabemos lo que debemos creer:
la vida es más fuerte que la muerte, la historia no se termina aquí…Ella continúa todavía con las apariciones, localizadas y poco numerosas.
Ella continúa todavía con Jesús Resucitado que nos dice: "Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo".
La historia, en fin, continúa con la Iglesia alegre de su Pascua, que celebra la Vida y debe anunciarla… En el trabajo de todos esos hombres y mujeres comprometidos con la justicia y con la paz en el mundo entero…En la Eucaristía, en los Sacramentos…
No retengamos nuestro aliento para cantar hoy” Aleluya" y dejémonos proyectar al mundo como testigos de esta pequeña frase: "Él creyó".






ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN

Salvación, mañana nueva de la vida,
salvación, alegre mañana de Pascua,
porque Cristo se ha levantado de entre los muertos,
y nos ha hecho entrar a un mundo nuevo.

Sí, es cierto, nuestra vida continúa a la manera antigua,
y la vida se va, gastándose de estación en estación, de año en año, 
mes a mes, semana a semana,
las arterias se hacen más estrechas,
el corazón se agota,
las arrugas se cruzan.

Nuestros amores también se gastan al ritmo de nuestras renuncias.
El antiguo mundo sigue su camino como si se tratara de nada,
y nuestras esperanzas tienen a menudo un sabor de ceniza y de muerte.
Pero el sepulcro está vacío,
El que está vivo se ha ido,
es necesario acordarse de su promesa, 
hay otra estación entre las estaciones de la vida,
la quinta estación misteriosa, inefable...

Es otra semana que se espera.
Otro día ha despertado sobre otra creación.
Es tiempo de ir más lejos,
Oh Tú, el Resucitado, haznos entrar en tu VIDA.

Amén!






Referencias:







HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, Novalis, Canada, 2007.





Entrada destacada

1o de enero del 2017: Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Reemprender el camino La palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir escuchando nuestra memoria, como María. En el moment...