sábado, 14 de diciembre de 2019

14 de diciembre del 2019: sábado segundo de Adviento o San Juan de La Cruz


En el Antiguo Testamento (Primera Lectura) el Profeta Elías es el “profeta de fuego”, una personalidad fogosa, apasionada, y llena de celo que hace caer fuego sobre los enemigos de Dios. Él quería preparar los corazones del pueblo para que aceptaran a Dios.
    En el Nuevo Testamento (Evangelio) el “profeta de fuego”, el nuevo Elías fue Juan el Bautista. Lleno también de celo, quería preparar los corazones de su pueblo para que aceptaran a Jesús como su Mesías salvador. --- ¿Quién nos está llamando hoy a nosotros a la conversión, y abriendo nuestros corazones para que Cristo viva realmente en nosotros? Es el Espíritu Santo de fuego, que quiere que realicemos con gran celo y amor el trabajo de Cristo, para llevar el amor, la paz y la justicia de Dios a nuestro mundo de hoy. ¿Le dejamos al Espíritu Santo encender este fuego en nosotros?


 

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):

EN aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego,
sus palabras quemaban como antorcha.
Él hizo venir sobre ellos hambre,
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor cerró los cielos
y también hizo caer fuego tres veces.
¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!
¿Quién puede gloriarse de ser como tú?
Fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,
en un carro de caballos de fuego;
tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,
para aplacar la ira antes de que estallara,
para reconciliar a los padres con los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
Dichosos los que te vieron
y se durmieron en el amor.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19

R/.
 Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

V/. Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.

V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.



Texto del Evangelio Mateo 17,10-13:

 Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.



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REFLEXIÓN

Cuando Dios nos visita, sepamos acogerle


Hoy, la liturgia nos presenta un monumento: el profeta Elías. Entre sus hazañas o milagros, retenemos que le ha dado órdenes a la lluvia, ha resucitado un niño, multiplica el pan y el aceite, predice la muerte del rey Acab y de su reina Jezabel y tiene un encuentro con Dios cual Moisés , sobre el Sinaí. Y por tanto, él no tenía ni casa, ni riqueza, ni ejército. Él fue abandonado por todos, amenazado de muerte, perseguido.

Dios viene a nosotros la mayor parte del tiempo y se manifiesta dentro de lo que es simple y “desnudo” o despojado. Nosotros corremos el riesgo de no percibirlo, puesto que tenemos la tendencia de ver a Dios o manifestarse dentro de lo que es poderoso y prestigioso. Elías mismo, esperaba a Dios manifestarse o verlo entre la tempestad y los rayos. Ahora, Dios ha venido se ha presentado “en el murmullo del silencio” (1 Reyes 19,12).

Dios nos visita de manera desconcertante: sepamos percibirlo y acogerle.




miércoles, 11 de diciembre de 2019

12 de diciembre del 2019: Nuestra Señora de Guadalupe


(Isaías 7, 10-14; 8, 10 y Lucas 1, 39-48) No temamos pedirle al Señor que nos ayude a descubrir los signos de su presencia en el mundo de hoy. Al igual que María, siguiendo su ejemplo, caminemos con confianza en la búsqueda de estos signos…


PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías: 7,10-14
En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
—«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Acaz:
—«No la pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Dios:
—«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa "Dios-con-nosotros"».

Palabra de Dios

O bien:

Lectura del libro del Eclesiástico: 24,23-31
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza.
Yo soy la madre del amor, del temor del conocimiento y de la santa esperanza.
En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud.

Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos.
Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales.

Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí;
los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán.
Los que me honran tendrán una vida eterna.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 66
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R. 


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas: 4, 4-7
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
2 cruzLectura del santo evangelio según san Lucas: 1, 39-48
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito;
—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava».

Palabra del Señor


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Juan Diego y Nuestra Señora de Guadalupe

En 1531, en Tepeyac, cerca de la ciudad de México, La Virgen María se le apareció a un amerindio azteca llamado Juan Diego, de quien celebramos su santo el pasado viernes 9 de diciembre.

La Virgen le da instrucciones al pequeño que deberán llevar a la construcción de una iglesia y deja una imagen de ella pintada o impregnada sobre su poncho. Este santuario llega a ser un lugar de peregrinación bastante frecuentado.

Reina de México y patrona de las Américas desde 1946, Nuestra Señora de Guadalupe fue proclamada Madre de América por Juan Pablo II en 1999.

De todas las apariciones o visiones  de la Virgen María, es quizás esta la más célebre en el mundo moderno…Objeto de estudio, de curiosidad y de admiración inclusive por la NASA, el poncho o pequeño telón sobre el cual la Virgen quiso representarse continua siendo un signo indeleble y permanente  de esperanza  a través del tiempo.

Hoy el Pueblo latinoamericano celebra la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, madre y patrona de nuestros pueblos. Mujer madre, de rostro Indio, virgen morena, de nuestra propia raza, mujer campesina, madre amorosa a la que acudimos para fortalecer nuestra esperanza.

El evangelio nos pone en contacto con un relato que evidencia la presencia de la maternidad de Dios. La visita de María a Isabel es una gran lección de solidaridad, de fe y de alegría por las cosas que Dios ha hecho y cómo las ha hecho. La generosidad de María con Isabel muestra la manera cómo ella ha entendido la misión que Dios le ha encomendado. La fe de María, exaltada por Isabel, es una manifestación del amor y la responsabilidad con la que María asume su papel en la obra de la salvación. Ella es destinataria de la dicha, de la alegría de Dios.

Hoy como cristianos estamos llamados también a participar del plan de Dios, viviendo con generosidad al servicio de los hermanos más necesitados. La fe no se cultiva sólo en el culto; se robustece, ante todo, con la práctica de la solidaridad.





ORACIÓN 
A LA VIRGEN DE GUADALUPE

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.


martes, 10 de diciembre de 2019

11 de diciembre del 2019 miércoles de la segunda semana de Adviento


(Isaías 40, 25-31 y Salmo 102) El camino de la fe no es fácil. Hoy, pido al Señor que renueve mis fuerzas y mi esperanza. Yo se que él me ayudará a volverme a levantar.




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (40,25-31):

«¿CON quién podréis compararme,
quién es semejante a mi?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es él, que despliega su ejército al completo
y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,
ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino,
mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado,
acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.8.10

R/. Bendice, alma mía, al Señor

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.




Evangelio según San Mateo 11,28-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera." 

Palabra de Dios

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Reflexión:

1. Caminamos buscando al Señor. Esperamos su venida. A veces la espera se nos hace larga, y duro el camino de la búsqueda. Al Israel del destierro que empezaba a desconfiar de Yahvé, Isaías le recuerda: “¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa?” Los desterrados han llegado a pensar que Dios no se preocupa de ellos. Pero el profeta les dice que no olviden que la misericordia del Señor “no se cansa, no se fatiga,” que “los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les nacen alas como de águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.” Recordémoslo nosotros en los momentos de desaliento. Porque ¿de dónde vienen nuestras desesperanzas y cansancios? ¿No será que olvidamos cómo es nuestro Dios y el amor que nos ha  mostrado en tantas ocasiones, y que, cuando hemos caminado de su mano, no hemos desfallecido, sino que hemos corrido sin cansarnos, hemos marchado sin fatigarnos?

2. El evangelio nos entrega hoy un texto muy breve pero ¡qué hermoso! Jesús mira quiénes son los que captan su mensaje y el sentido de las obras que hace y le siguen, y ve que no son los ricos ni los sabios, los entendidos, los que sobresalen; es la gente sencilla del pueblo,  los pobres, los ignorantes, los enfermos, los que no son apreciados en aquella sociedad. A ellos mira y a ellos llama: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.” Hoy es a nosotros a los que mira y llama Jesús. A nosotros que, a veces, nos sentimos cansados, dudando del amor de Dios u olvidándolo. Y nos invita, porque ha venido -y viene- para aliviar  nuestros cansancios, para aligerar la carga de nuestros desalientos, de nuestros pecados. El que acude a él encuentra el descanso que necesita y el ánimo y la fuerza para no desfallecer.
Señor, que hoy y siempre escuche esta invitación tuya tan cargada de cariño y comprensión. Que vaya a ti, Señor, para descansar y sentirme querido por ti, a pesar de mis  fallos y pecados. Cuando he ido, ¡qué renovado he vuelto!

3. Otra invitación nos hace el Señor: “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Cargar con su yugo es unirnos a él, seguirle y aprender de él que es manso y humilde de corazón. Es aceptar su nueva ley que es ley de amor y servicio. Y aceptarla con amor y por amor. Que entonces su carga ni agobia ni oprime, se hace ligera. Lo dijo San Juan de la Cruz: “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.” ¿No has comprobado cómo el amor aligera hasta las renuncias más costosas y los trabajos más pesados? Y si es tu amor, Señor, ¡qué suaves y llevaderas hace todas las cargas! ¡Qué suave se torna la senda estrecha y empinada del servicio y la entrega, y con qué alegría se camina por ella cuando el que empuja es el amor, no el legalismo frío de los escribas y fariseos!

Señor, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor; no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del que viene a salvarnos de todos nuestros males. (Colecta de la misa). Y tú, María, Madre de la Esperanza, ruega por nosotros para que, imitándote, seamos firmes en la espera.


Referencia:





sábado, 7 de diciembre de 2019

7 de diciembre del 2019:Sábado I de Adviento o San Ambrosio

(Isaías 30, 19-21.23-26) El Señor viene siempre a nuestro encuentro para indicarnos el camino a seguir y llenar nuestro corazón! Él que conoce bien nuestros caminos, los más secretos, es generoso con sus beneficios y nos bendice. Él solamente espera que nuestro corazón se abra para ofrecernos el perdón.




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (30,19-21.23-26):

ESTO dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 146,1-2.3-4.5-6

R/.
 Dichosos los que esperan en el Señor

V/. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

V/. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.



Texto del Evangelio (Mt 9,35—10,1.6-8):

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».


Reflexión

Un Mesías compasivo

Los grupos de intervención o ayuda humanitaria, sin ninguna duda podrían estar de acuerdo con el adagio bien conocido de Jesús según el cual “la cosecha (la mies) es abundante pero los obreros son pocos”. Porque a pesar del progreso de la tecnología en nuestros días, el sufrimiento humano es todavía casi infinito. Pensemos no solamente en el drama de la población del Cuerno de África, con su desertificación, sequía y grande hambruna, también veamos el sufrimiento de la gente en países como Colombia a causa del desplazamiento (emigrantes venezolanos, desplazados por la violencia en el campo), los efectos de la corrupción de las autoridades y de  poderosos…La pérdida del empleo en países desarrollados…O aun todavía,  pensemos en el pueblo afgano  y el pueblo iraquí que no han conocido sino otra cosa que la guerra y las divisiones étnicas y religiosas profundas en el último cuarto de siglo. Siempre hay escasez de obreros para curar las heridas de todas esas personas y devolverles la esperanza.

Isaías y Jesús, todos dos han conocido los estragos causados por la ocupación de un potencia extranjera  en su país. Ellos conocían o sabían de lo que hablaban y predicaban (sobre todo cuando hacían el balance del sufrimiento de los suyos (de su pueblo) ) e igualmente sabían lo que expresaban al testimoniar un Dios compasivo de sus sufrimientos …Ellos constantemente deseaban curar (sanar, consolar) esas multitudes que erraban sin esperanza “fatigados y abatidos como ovejas sin pastor”. Quien se atreverá a decir que en nuestros días no se tiene necesidad de un Mesías así de compasivo?



Dios quiere contar con nosotros para ser pastores. Eso forma parte de nuestra vocación. Ya desde el momento mismo de la creación, Dios puso en nuestras manos todo lo creado para gobernarlo y cuidarlo con amor. Eso incluye el cuidado mutuo, pues los hombres y las mujeres somos también parte de la creación. Todos somos tanto mies como trabajadores. Por un lado, alguien ha sido enviado a nosotros; por otro, nosotros mismos hemos sido enviados. Todos somos llamados. Todos somos enviados como heraldos, profetas, apóstoles, vigías, centinelas. Enviados a todos los pueblos.

Jesús quiso comenzar su predicación por el Pueblo de Israel, porque este tenía la misión de ir a predicar a los otros pueblos. Una vez que ha venido Nuestro Señor, nadie debe sentirse excluido de la misión.

Junto con el mandato misionero, Dios nos capacita para llevar a cabo la misión. Pero sus dones actúan en la medida de nuestra fe, de la identificación de nuestro corazón con el suyo. Podemos hacer muchísimo más de lo que pensamos, pero quizá no acabamos de creérnoslo: «¡si tuviéramos fe como un grano de mostaza!». Dice san Pablo que no luchamos contra la carne y contra la sangre, sino contra los dominadores del mundo de tinieblas (Ef 6, 12). Debemos librar una lucha muy complicada. Pero no nos faltan las armas adecuadas y, además, contamos con la ayuda mutua: la compañía, la exhortación, la corrección paterna y fraterna, la oración.

El hermano que es ayudado por el hermano es como una ciudad amurallada, inexpugnable para el enemigo (Pr 18, 19, en la versión griega).

Hoy celebramos a san Ambrosio, un pastor con un corazón enorme. De sus cuidados da testimonio, entre otros, el mismo san Agustín. De su vida podemos aprender un tierno y fuerte amor por Dios, por la Iglesia y por todos y cada de los que formamos parte de ella.



Referencias:

prionseneglise.ca

Con Él 2019, JUan Luis Caballero, Tomás Trigo (coordinadores)

ciudadredonda.org (para los textos de la PD).

viernes, 6 de diciembre de 2019

9 de diciembre del 2017: Sábado de la primera semana de Adviento


(Mateo 9, 35—10, 1.5a.6-8)  Aquel que esperamos y que viene será como un pastor con gran corazón. Él curará las ovejas heridas, acompañará sus pasos fatigados para llevarlos a mejores pastos.





Lectura del libro de Isaías (30,19-21.23-26):

ESTO dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios



Salmo
Sal 146,1-2.3-4.5-6

R/.
 Dichosos los que esperan en el Señor

V/. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

V/. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.


Texto del Evangelio (Mt 9,35—10,1.6-8):

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».


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Reflexión

Un Mesías compasivo

Los grupos de intervención o ayuda humanitaria, sin ninguna duda podrían estar de acuerdo con el adagio bien conocido de Jesús según el cual “la cosecha (la mies) es abundante pero los obreros son pocos”. Porque a pesar del progreso de la tecnología en nuestros días, el sufrimiento humano es todavía casi infinito. Pensemos no solamente en el drama de la población del Cuerno de África, con su desertificación, sequía y grande hambruna, también veamos el sufrimiento nuestra  gente en Colombia a causa del intenso y cruel invierno…En el momento actual del proceso de paz y reconciliación, cuántas trabas humanas aparecen (egoismo, odio e indiferencia) sin hablar de la corrupción de los políticos y dirigentes, el desempleo, la crisis económica que genera todo ello.

 La pérdida del empleo en países desarrollados…O aun todavía, pensemos en el pueblo afgano  y el pueblo iraquí que no han conocido sino otra cosa que la guerra y las divisiones étnicas y religiosas profundas en el último cuarto de siglo. Siempre hay escasez de obreros para curar las heridas de todas esas personas y devolverles la esperanza.

Isaías y Jesús, todos dos han conocido los estragos causados por la ocupación de un potencia extranjera  en su país. Ellos conocían o sabían de lo que hablaban y predicaban (sobre todo cuando hacían el balance del sufrimiento de los suyos (de su pueblo) ) e igualmente sabían lo que expresaban al testimoniar un Dios compasivo de sus sufrimientos …Ellos constantemente deseaban curar (sanar, consolar) esas multitudes que erraban sin esperanza “fatigados y abatidos como ovejas sin pastor”.

 Quien se atreverá a decir que en nuestros días no se tiene necesidad de un Mesías así de compasivo?

jueves, 21 de noviembre de 2019

22 de noviembre del 2019 viernes de la 33a semana del TO o Santa Cecilia



(Lucas 19, 45-48) Jesús prepara el lugar. Él toma el espacio del templo. Voy yo a arreglarle el espacio, el lugar que le corresponde en mi vida? Voy yo a dejarme invadir por la alegría de Dios que viene a sacudir mi pequeña comodidad y mis ideas ya hechas?




Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos (4,36-37.52-59):

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: «Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.»
Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Palabra de Dios


Salmo
1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed

R/.
 Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R
/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor


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La luz brilla de nuevo

En la primera lectura, vemos cómo el estado y o situación del Templo llena de tristeza a Judas Macabeo y sus hombres. Ellos manifiestan su duelo a través de los gestos  habituales propios de ésta época y suplican a Dios. Después Judas hace purificar aquello que ha sido profanado y ensuciado y hace erigir un nuevo altar sobre el cual es ofrecido un sacrificio de acción de gracias a Dios. Después de esta día, cada año, los judíos recuerdan la consagración de este altar y el restablecimiento del culto en el Templo…

Jesús, aguafiestas!

En el Evangelio vemos cómo la organización del culto  y los sacrificios suponían la presencia de comerciantes y vendedores de animales en el Templo. A los ojos de Jesús, estos ocupan demasiado espacio, disminuyendo el valor de la oración y el encuentro con Dios. Al expulsarlos, Jesús cruza la línea del no regreso. Para los autoridades del templo, esto es una provocación. Todos los actores de la condenación de Jesús, y que forman el consejo superior, entran en escena y reaccionan ante la autoridad de Jesús. Sin lugar a dudas, aquel día Jesús selló su condena a muerte.
En conclusión, Jesús obedece a la Voluntad de su Padre, sabiendo que su obediencia lo llevará a la cruz. Convencido de que su Padre está presente en él, tiene el coraje de confrontar a las autoridades más importantes para purificar el templo y le devolverá su santidad, un santuario consagrado a la oración en la comunión con Dios. Cristo abre este lugar privilegiado a toda persona, sin ninguna segregación. El amor universal de Dios acoge a todos los pueblos.
¡¡¡¡¡
Jesús arrojó del Tempo a los comerciantes. --- Es para nosotros un buen momento para preguntarnos: ¿Qué es lo que el Señor tiene que arrojar fuera de nosotros para llegar a ser mejores cristianos?  ¿Qué obstáculos encontramos en el camino que nos llevaría más cerca de Dios en la vida de cada día? Lo que realmente nos importa a los cristianos es que estemos adheridos espiritualmente al Señor y cercanos a la gente que nos ha confiado. Entonces podemos darle culto con toda nuestra vida.

Oración

Oh Dios y Padre nuestro:       
Con frecuencia convertimos nuestros corazones
en casas de orgullo y avaricia
más que en hogares de amor y de bondad,
donde tú puedes sentirte a gusto, como en tu casa.
Destruye el templo del pecado en nosotros,
arroja toda clase de mal de nuestros corazones,
y haznos piedras vivas de una comunidad
en la que pueda vivir y reinar
tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.






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