sábado, 27 de febrero de 2021

28 de febrero del 2021: segundo domingo de Cuaresma (B)

Contemplar y escuchar

Sobre la ruta que conduce a la Pascua, Cristo nos lleva con Él a un lugar apartado. La luz de Dios nos cubre con sus rayos y nos invita a escuchar a su Hijo. Por el don de éste, en la muerte y la resurrección, el Señor es fiel a sus promesas y nos justifica, nos prepara para la vida eterna.

Hermanos y hermanas que nuestra celebración de la Eucaristía nos haga saborear la resurrección. Que ella nos relance al seguimiento de Cristo.




PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 22, 1-2.9-13.15-18



En aquellos días Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
-- ¡Abrahán!
Él respondió:
-- Aquí me tienes.
Dios le dijo:
-- Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor gritó desde el cielo:
-- ¡Abrahán, Abrahán!
Él contestó:
-- Aquí me tienes.
Dios le ordenó:
-- No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
-- Juro por mí mismo --oráculo del Señor--: Por haber hecho eso, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistaran las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 115

R.- CAMINARÉ EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR, EN EL PAÍS DE LA VIDA

Tenía fe, aun cuando dije:
“Qué desgraciado soy."
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de tus fieles. R.-

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor. R.-

 Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo;
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti Jerusalén. R.-




SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 8, 31b-34

Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con Él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica, ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
Palabra de Dios



 ACLAMACIÓN Mt 17,5

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Ese es mi Hijo, el Amado, escuchadle”






LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9, 2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
-- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
-- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:
-- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor




A guisa de introducción:

Cómo entender la transfiguración de Jesús?


Debo confesar con humildad que solo vine a tener un entendimiento claro del significado de la TRANSFIGURACIÓN hace pocos años…Y aun, cada vez que leo este pasaje en cualquiera de los 3 evangelios sinópticos, descubro cosas novedosas. Sí, porque el asunto va mas allá de un resplandecimiento de Jesús, de una luz blanca encandiladora que se apodera del maestro y arroba la inteligencia de sus 3 discípulos que le acompañaron en su subida a la montaña: Pedro, Santiago y Juan.

  Este misterio de la TRANSFIGURACIÓN, tiene muchos significados, es polisémico, rico en interpretaciones. Veamos al menos 3:

1.     El evento se presenta como un momento luminoso tanto para Jesús como para sus discípulos…Es un momento de consolación, de esperanza, DE UNA NUEVA MIRADA sobre la historia y los eventos… después del anuncio de la Pasión por parte del Maestro (la cruz se avista en el horizonte, ya que el rechazo por parte de los notables y poderosos, la incredulidad en el nuevo profeta se hacen cada vez más  evidentes…Los apóstoles no comprenden nada…Ahora sobre la montaña, les devela (o descubre) el misterio intimo de su persona…Por la transfiguración comprenden entonces que Él es el Hijo de Dios, y así con este aperitivo de la Pascua (o Resurrección)  les permite ver todo claro…

2.     El relato tiene como objetivo mostrar en el NT a Jesús como el profeta definitivo, después de Moisés y Elías que aparecen junto a Él, ellos simbolizan la Antigua Alianza (AT) de la Ley (Moisés) y los profetas (Elías). Jesús es la Palabra definitiva y única valedera de ahora en adelante, Él es el emisario, el mensajero, el Hijo de Dios que viene a proclamar la Buena Nueva para todos los hombres de todas las épocas venideras.

3.     Si bien es cierto que subir a la montaña (entrar en contacto con Dios), para orar es importante para renovar fuerzas, recibir consolación, seguridad y reafirmarse en el discipulado, también es cierto que es preciso descender, ver cara a cara las dificultades del mundo (encontrar al hermano) y ser militantes poniendo en práctica lo que quiere Dios de cada uno y de acuerdo a su vocación…La ascética, la espiritualidad es benéfica pero esa oración ha de alimentar nuestra creatividad, nuestro coraje y esperanza para seguir trabajando por la construcción de la sociedad nueva, el mundo alternativo y casi utópico donde la justicia, el amor y la paz de Cristo sean reales y o evidentes.

En conclusión, un día u otro, vivimos experiencias de luz: un encuentro, un momento de oración, una prueba (o dificultad), una Palabra del Evangelio, la admiración o arrobamiento ante un paisaje…Todo ello, nos abre los ojos y nos permite ver la grandeza de Dios y la belleza de las personas que nos rodean. Dios llega a ser alguien que se hace cercano y que nos ama. Y los otros no son simples concurrentes o aparecidos, sino “prójimos” (próximos , cercanos) en humanidad.

Nuestra vida entonces TRANSFIGURADA toda, se abre a un mañana donde despunta un sol radiante…





Aproximación Socio-Política al texto del Evangelio:


Una experiencia de confirmación:


Marcos divide su evangelio en dos partes exactamente iguales.

La primera parte presenta a Jesús como el Mesías que se esperaba y esta termina por otro lado con el reconocimiento explicito de Pedro de este mesianismo del maestro: “Tu eres el Mesías” (8,29).

La segunda parte de su evangelio presenta a Jesús como el HIJO DEL HOMBRE que debe sufrir y pasar por la muerte.

La división o escisión de las dos partes es muy clara: “…Después Él comienza a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho…" (8,31), y no muy lejos de aquí está situado el episodio de la Transfiguración.

Todo el evangelio de Marcos se descubre entonces como la descripción de las dos experiencias de fondo de Jesús: su bautismo y su transfiguración, durante los cuales Él es tocado por la presencia de Dios y durante los cuales la Palabra de Dios se hace clara para Él. (En los dos casos, es por la misma citación del Profeta Isaías que la Palabra de Dios llega a Jesús: “He aquí mi servidor, en quien yo me complazco (Mi hijo Bien-Amado)…”

En el bautismo Jesús  descubre que Dios lo llama para comprometerse con Él en la línea del pasaje de Isaías citado más arriba:  “Miren a mi servidor bien amado…; yo te he destinado para ser luz de las naciones, abrir los ojos a los ciegos, a liberar los prisioneros…” (Isaías 42,1-7).

La transfiguración  puede interpretarse como la época en que Jesús comprende que las cosas serán complicadas y cada vez más difíciles para Él, y cuando Jesús revive con la misma intensidad una experiencia análoga, y  se reafirma  más  decidido,  fiel en su compromiso.

En lenguaje cristiano, el equivalente de la transfiguración seria la CONFIRMACIÓN, que viene después del Bautismo, de manera ideal tiene un momento significativo en la evolución del creyente, para darle la seguridad de la presencia y del sostén de Dios en el corazón de las decisiones y u opciones a veces desgarradoras que él debe asumir.

Para Jesús, en todo caso, es el momento favorable para tomar “Un segundo aire”, para acoger más profundamente dentro de Él a Dios que viene para sostenerlo en una fidelidad que se anuncia exigente.

En el momento que Jesús vive esta experiencia, los tres discípulos implicados, son conscientes de las diferentes dimensiones de esta experiencia: recuerdo de la primera opción, anticipación del sufrimiento, opción por una fidelidad nuevamente asumida en la continuidad de la fe?

Uno puede dudarlo. Pero lo esencial es que con el contexto y el repliegue, nosotros mismos tenemos acceso a este misterio de Jesús en su profundidad y su efecto de encauzamiento. Y entonces, la Palabra resuena para nosotros: “Miren lo que mi Hijo ha vivido. Adéntrense ustedes en su experiencia y asuman su vida como Él ha asumido la suya”.

Con Jesús, una luz nueva invade nuestro mundo. Por la fe, nuestra mirada no se detiene en las apariencias, sino que ella abraza el corazón de las personas y de los eventos. Nuestra misión no es acaso ser luz, hacer la luz alrededor de nosotros? Gracias a todos aquellos que escuchan y viven el evangelio, Jesús continua haciendo la Iglesia mas radiante y el mundo mucho más bello…




REFLEXIÓN CENTRAL:


Este es mi Hijo Amado! Escúchenlo!


La transfiguración sobre la montaña se sitúa en un momento crucial de la vida de Jesús. Durante  cierto tiempo la multitud había recibido su mensaje con entusiasmo, pero el Señor había llegado a ser una amenaza para las autoridades locales que se pusieron a atacarle y a criticarle formándose una lucha encarnizada contra Él.  Entonces la multitud dejan de seguirle de manera gradual.  Jesús se dio cuenta que sus enemigos buscarían hacerle morir. El comparte sus miedos con sus discípulos y consagra la más grande parte de su tiempo a prepararlos para que tomen su bandera y su proyecto. 

El texto nos dice que Jesús, se retira a la montaña para orar, tal y como lo hacía de modo habitual en cada momento importante de su vida. Pero esta vez se  lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan. Son los mismos 3 que le acompañarán en el Jardín de Getsemaní, la víspera de su Pasión.

Poco tiempo antes, Pedro se había escandalizado por las Palabras de Jesús donde afirmaba que en Jerusalén seria arrestado, torturado y condenado a muerte. Él no comprendía nada más, porque eso se oponía a todas las ideas que él tenía sobre el “Mesías”.

La transfiguración en la montaña ocurre entonces en un periodo de confusión y desaliento (o desánimo). Ella es entonces para los 3 apóstoles un momento de consolación. La transfiguración proyecta una luz nueva sobre el caminar de Cristo. El mensaje de este evento importante es el siguiente: “Mismo si   un día ustedes me ven desfigurado, golpeado, humillado, asesinado, sepan que yo soy siempre el Hijo Amado que da su vida por amor”.

Este evangelio ilumina la vida de Jesús, pero también aclara cada una de nuestras existencias en particular. Frente a las dificultades que encontramos todos los días, los momentos de contacto con Dios (la oración) pueden darnos el coraje necesario para descender de la montaña  y hacer frente (encarar) los problemas de la vida cotidiana.

Martin Luther King,  en medio de las amenazas de muerte recordaba este pasaje bíblico de la transfiguración  y escribiría  en su diario: « Yo he subido a la montaña  para orar y he podido entrever la tierra prometida…Este encuentro con Dios me ha permitido continuar mi lucha por la justicia”.

Y en verdad que es fácil “tener fe” cuando todo va bien en nuestra familia, en el trabajo, en nuestro país…Cuando la economía marcha en plenitud y cuando  nosotros tenemos buena salud. Y la confianza y la fe, es mucho más difícil cuando atravesamos  un periodo de crisis, en la enfermedad,  cuanto todo parece incierto…

A veces es difícil ver la luz en el fondo del túnel.  Nosotros buscamos lo máximo de seguridad posible, multiplicamos nuestras pólizas de seguro pero la vida es siempre un riesgo y ningún seguro puede protegernos contra todas las eventualidades negativas. La enfermedad y la muerte son realidades cotidianas, lo mismo que las divisiones en nuestras familias, las separaciones y los divorcios, la violencia intrafamiliar, la vejez, la soledad…

Pedro muy bien  habría querido quedarse en la montaña, donde se sentía en paz y lejos de todos los problemas de la vida cotidiana: “Qué bueno es estar acá, hagamos tres tiendas…” Pero él ha debido descender al llano (al plan) y retomar dolorosamente el camino detrás de Jesús. Pero este momento de oración y de transfiguración le había vuelto a dar el coraje de continuar su camino.

Es importante para nosotros, los cristianos, entrar en contacto con Dios de manera regular, para enseguida seguir a Jesús a Jerusalén.

El Domingo de la transfiguración es un poco como un oasis en medio del desierto, un pozo en una región sin agua, una fuente de agua clara en la ruta de nuestra peregrinación hacia la vida plena y total. En esos momentos de encuentro con Dios, el Señor nos da seguridad y nos recuerda que somos siempre los Hijos e Hijas bien amados de nuestro Padre del Cielo.

Otro comentario acá muy inclusive, aterrizado y ameno para tener en cuenta :







ORACIÓN-Contemplación


Señor Jesús, como Pedro y los discípulos,
a veces nosotros no comprendemos  los planes de Dios Padre
quien quiere salvar a todos los humanos por tu muerte en la cruz.
Nosotros con frecuencia nos sentimos acongojados y desconcertados por el sufrimiento, el de nuestro prójimo, tanto por las personas inocentes y por el nuestro.
Amilanados por las tinieblas de nuestro mundo,
tenemos la impresión que nada se comprende.
En la montaña de la transfiguración,
Tú has dejado entrever, un poco como un rayo,
 la belleza divina de tu rostro.
El mismo Dios nos ha enseñado el secreto de tu persona:
Tú eres su Hijo Bien-Amado, mismo en (y a pesar de)  el sufrimiento.
Ayúdanos Señor Jesús, a escucharte siempre,
a caminar sobre tus huellas y a donar nuestra vida.
Contigo todo se ilumina, se hace claro y la Pascua despunta en el Horizonte.




Referencias:

Traducción del francés:

de Normand Provencher


BIBLIOGRAFÍA:

Para las lecturas:



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus. fides. 1978 .







martes, 16 de febrero de 2021

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2021

 Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2021, 12.02.2021


Publicamos a continuación el Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma de 2021 cuyo tema es «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18).Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad.




Mensaje del Santo Padre

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18).

Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad.

 

Queridos hermanos y hermanas:

Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo.

Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.

 

La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva a la plenitud de la Vida.

El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).

La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.

 

La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino

La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt 20,19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.

En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.

En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224).

En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.

Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).

 

La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

«A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183).

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.

«Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad» (FT, 187).

 

Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.

 

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2020, memoria de san Martín de Tours.

 

Francisco

 

16 de febrero del 2021: martes de la sexta semana del tiempo ordinario (I)


(Marcos 8, 14-21) El mensaje del Evangelio es claro: Dios da de qué vivir a toda su creación. Todavía es necesario que nos comprometamos en una distribución equitativa, de acuerdo con las necesidades de los humanos y de las otras criaturas terrestres.

 


Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (6,5-8;7,1-5.10):

Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón. Y dijo: «Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho.»
Pero Noé alcanzó el favor del Señor.
El Señor dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado.»
Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días, vino el diluvio a la tierra.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 Sal 28, 1a.2.3ac-4.3b.9c-10


R/.
 El Señor bendice a su pueblo con la paz

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno
R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,14-21):

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían mas que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»
Ellos comentaban: «Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron: «Doce.»
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron: «Siete.»
Él les dijo: «¿Y no acabáis de entender?»

Palabra del Señor

 

 

******

Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís?

 

 Marcos 8: 17-18

 

 

¿Cómo responderías tú, a estas preguntas que Jesús les hizo a sus discípulos si él te las hubiera planteado? Se necesita humildad para admitir que aún no comprendes o entiendes, que tu corazón de hecho está endurecido y que no logras ver y escuchar todo lo que Dios ha revelado. Por supuesto, hay varios niveles en estas luchas, por lo que es de esperar que no luches con ellas en un grado grave. Pero si puedes confesar humildemente que luchas con ellos hasta cierto punto, entonces esa humildad y honestidad te ganarán mucha gracia.

 

Jesús planteó estas preguntas a sus discípulos dentro del contexto más amplio de una discusión sobre la levadura de los fariseos y Herodes. Sabía que la "levadura" de estos líderes era como una levadura que corrompía a otros. Su deshonestidad, orgullo, deseo de honores y cosas por el estilo tuvieron un efecto muy negativo en la fe de los demás. Entonces, al plantear estas preguntas, Jesús desafió a sus discípulos a ver esta levadura maligna y a rechazarla.

 

Semillas de duda y confusión nos rodean. Parece que en estos días casi todo lo que promueve el mundo secular es de alguna manera contrario al Reino de Dios. Y, sin embargo, al igual que la incapacidad de los discípulos para ver la levadura maligna de los fariseos y Herodes, con frecuencia también fallamos en ver la levadura maligna dentro de nuestra sociedad. En cambio, permitimos que los muchos errores nos confundan y nos conduzcan por el camino del secularismo.

 

Una cosa que esto debería enseñarnos es que el hecho de que alguien tenga alguna forma de autoridad o poder dentro de la sociedad no significa que sea un líder santo y veraz. Y aunque nunca nos corresponde a nosotros juzgar el corazón de otro, debemos tener "oídos para oír" y "ojos para ver" los muchos errores que se consideran buenos en nuestro mundo. Debemos buscar constantemente “comprender y entender” las leyes de Dios y usarlas como guía contra las mentiras del mundo. Una forma importante de asegurarnos de que lo hacemos bien es asegurarnos de que nuestro corazón nunca se endurezca a la verdad.

 

Reflexiona hoy sobre estas preguntas de nuestro Señor y examínalas especialmente dentro del contexto más amplio de la sociedad en su conjunto. Considera la falsa "levadura" enseñada por nuestro mundo y por tantos en posiciones de autoridad. Rechaza estos errores y vuelve a comprometerte con la plena aceptación de los santos misterios del Cielo para que esas verdades y solo esas verdades se conviertan en tu guía diaria.

 

Mi glorioso Señor, te agradezco por ser el Señor de toda la Verdad. Ayúdame a volver todos los días mis ojos y oídos a esa Verdad para que pueda ver la levadura maligna a mi alrededor. Dame sabiduría y el don del discernimiento, querido Señor, para que pueda sumergirme en los misterios de tu santa vida. Jesús, en Ti confío.

sábado, 13 de febrero de 2021

13 de febrero del 2021: sábado de la quinta semana del tiempo ordinario (I)


(Marcos 8, 1-10) Cristo ha venido para alimentarnos, pero no sólo físicamente. Si Él se preocupa por los cuerpos, se preocupa aún más por los espíritus ¿Hasta cuándo será necesario tener para conocer espiritualmente por fin el único pan verdadero que nutre y abre a la vida?



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (3,9-24):


EL Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
«Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
A la mujer le dijo:
«Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».
A Adán le dijo:
«Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al polvo volverás».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
Y el Señor Dios dijo:
«He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él y viva para siempre».
El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 89,2.3-4.5-6.12-13

R/.
 Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

V/. Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R/.

V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

 

Lectura del santo Evangelio San Marcos (8,1-10):

POR aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor

 

 

 

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».

 

Marcos 8: 2-3

 

Lo primordial en la vida…

 

 

La misión principal de Jesús fue espiritual. Él vino a liberarnos de los efectos del pecado para que pudiéramos entrar en la gloria del cielo por toda la eternidad. Su vida, muerte y resurrección destruyeron la muerte misma y abrieron el camino para que todos los que se vuelven a Él sean salvos. Pero el amor de Jesús por la gente era tan completo que también estaba atento a sus necesidades físicas.

 

En primer lugar, reflexiona sobre la primera línea de esta declaración de nuestro Señor «Siento compasión de la gente ...” El amor divino de Jesús estaba entrelazado con Su humanidad. Amaba a toda la persona, en cuerpo y alma. En esta historia del Evangelio, la gente estuvo con Él durante tres días y tenían hambre, pero no daban señales de irse. Se habían quedado tan asombrados por nuestro Señor que no querían irse. Jesús señaló que su hambre era grave. Si los despedía, temía que “desfallecieran por el camino”. Por tanto, estos hechos son la base de Su milagro.

 

Una lección que podemos aprender de esta historia es la de nuestras prioridades en la vida. A menudo, es posible que tendamos a invertir nuestras prioridades. Por supuesto, es importante ocuparse de las necesidades de la vida. Necesitamos comida, techo, ropa y cosas por el estilo. Necesitamos cuidar a nuestras familias y satisfacer sus necesidades básicas. Pero con demasiada frecuencia elevamos estas necesidades básicas de la vida por encima de nuestra necesidad espiritual de amar y servir a Cristo, como si las dos se opusieran entre sí. Pero ese no es el caso.

 

En este Evangelio, las personas que estaban con Jesús eligieron poner su fe en primer lugar. Eligieron quedarse con Jesús a pesar de que no tenían qué comer. Quizás algunas personas se habían ido uno o dos días antes decidiendo que la necesidad de comida tenía prioridad. Pero aquellos que pudieron haber hecho esto se perdieron el increíble regalo de este milagro en el que toda la multitud fue alimentada hasta el punto de quedar completamente satisfecha. Por supuesto, nuestro Señor no quiere que seamos irresponsables, especialmente si tenemos el deber de cuidar a los demás. Pero esta historia nos dice que nuestra necesidad espiritual de ser alimentados por la Palabra de Dios siempre debe ser nuestra mayor preocupación. Cuando ponemos a Cristo en primer lugar, todas las demás necesidades se satisfacen de acuerdo con Su providencia.

 

Reflexiona hoy sobre tus propias prioridades en la vida. ¿Qué es más importante para ti? ¿Tu próxima buena comida? ¿O tu vida de fe? Aunque estas no tienen por qué oponerse entre sí, es importante que siempre pongas tu amor por Dios en primer lugar en la vida. 

 

Reflexiona sobre esta gran multitud de personas que pasaron tres días con Jesús en el desierto sin comida y trata de verte como ellos. Haz tu elección de permanecer también con Jesús , de modo que tu amor por Dios se convierta en el enfoque principal de tu vida.

 

Mi providencial Señor, Tú conoces todas mis necesidades y te preocupas por cada aspecto de mi vida. Ayúdame a confiar en Ti tan completamente que siempre ponga mi amor por Ti como mi primera prioridad en la vida. Creo que, si puedo mantenerte a ti y a tu voluntad como la parte más importante de mi vida, todas las demás necesidades de la vida estarán en su lugar. Jesús, en Ti confío.

 

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