domingo, 30 de agosto de 2020

31 de agosto del 2020: lunes de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario



(Lucas  4, 16-30)  “El Espíritu del Señor está sobre mí”. Los auditores de Jesús no ven en Él al Mesías prometido, sino a uno de los suyos, el hijo de José. ¿Cómo habrían podido ellos imaginarse que Dios se haría tan cercano a ellos? Hoy, todavía, Él se hace cercano a nosotros gracias al don del Espíritu que habita en nuestros corazones.




Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-5):

Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Palabra de Dios



Salmo

Sal 118,97.98.99.100.101.102

R/.
 ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día estoy meditando. R/.

Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña. R/.

Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos. R/.

Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R/.

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra. R/.

No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido
R/.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,16-30):

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»
Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor


///

1

El pasaje de la primera carta a los Corintios que escuchamos hoy, nos hace ver que el Espíritu de Dios da fuerza al mensaje y hace nacer la fe en aquellos que lo escuchan. Este poder de Dios se expresa en todo aquello que parece lo más humillante e insoportable. Jesucristo muerto sobre una cruz.


¿Para cuándo la felicidad, la alegría?

¡El Evangelio que escuchamos hoy nos dice que la felicidad es ya, es para hoy! Más que un programa, la Palabra de Isaías que Jesús proclama, anuncia la realización de la promesa de Dios: un mundo nuevo donde cada quien puede vivir feliz, la liberación y la dignidad para los pobres y los excluidos (cfr. Isaías 61,12). Esta alegría es posible desde ya, ahora, en la vida de cualquiera que acoja a Cristo, el enviado de Dios. Pero el proyecto de Dios de salvar a todos los pueblos, no gusta, es rechazado por los auditores de Jesús. No tanto porque Jesús sea judío y sea uno de los suyos y se identifique con el Mesías, sino porque esta Buena Noticia es para compartirla con todos, judíos o no.



Oración:



Oh Dios, Padre de misericordia y amor:
Tú designas a tu Hijo para anunciarnos
que “hoy” es el tiempo de gracia.
Ojalá venga hoy su Espíritu sobre nosotros,
para que en la pobreza de nuestros corazones
sepamos oír el conmovedor mensaje de Jesús;
y para que, ciegos como somos, nos dé ojos de fe,
y nos libere de la cautividad
de nuestros miedos y de nuestro egoísmo.
Te lo pedimos en nombre de Jesús el Señor.



2


Encontrarse con Cristo en los demàs


«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra"


¿Alguna vez has sentido que es más fácil hablar de Jesús con un extraño que con los más cercanos a ti? ¿Por qué pasa eso? A veces es difícil compartir la propia fe con las personas más cercanas, y puede ser aún más difícil dejarse inspirar por la fe de alguien cercano a ti.

Jesús hace esta declaración después de que acababa de leer un pasaje del profeta Isaías en presencia de sus parientes. Lo escucharon, al principio quedaron algo impresionados, pero rápidamente llegaron a la conclusión de que Él no era nada especial. Al final, se llenaron de furia contra Jesús, lo expulsaron del pueblo y casi lo mataron en ese mismo momento. Pero no era Su momento.

Si al Hijo de Dios le costó mucho ser aceptado como profeta por sus propios parientes, a nosotros también nos costará mucho compartir el Evangelio con las personas cercanas a nosotros. Pero lo que es mucho más importante es que consideremos la forma en la que vemos o no a Cristo en quienes están más cerca de nosotros. 

¿Estamos entre los que se niegan a ver a Cristo presente en nuestra familia y en aquellos quienes están cerca? ¿Tendemos, en cambio, a ser críticos y ácidos con quienes nos rodean?

La verdad es que nos resulta mucho más fácil ver las faltas de los más cercanos que su virtud. Es mucho más fácil ver sus pecados que la presencia de Dios en sus vidas. Pero no es nuestro trabajo enfocarnos en su pecado. Es nuestro trabajo ver a Dios en ellos.

Todas y cada una de las personas a las que estemos cerca tendrán, sin duda, bondad en ellas. Reflejarán la presencia de Dios si estamos dispuestos a ver eso. Nuestro objetivo debe ser no solo verlo, sino buscarlo. Y cuanto más cerca estemos de ellas, más debemos enfocarnos en la presencia de Dios en sus vidas.

Reflexiona hoy sobre si estás o no dispuesto a aceptar la voz profética de Cristo en las personas que te rodean. ¿Estás dispuesto a verlo, reconocerlo y amarlo en ellas? Si no, te identificarás con las palabras que Jesús profiere hoy, reprochando a sus paisanos.

Señor, que te vea en todos aquellos con quienes me relaciono todos los días. Que pueda buscarte constantemente en sus vidas. Y cuando te descubra, que te ame en ellos. Jesús, en Ti confío.

sábado, 29 de agosto de 2020

30 de agosto del 2020: vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario (A)



Perder o ganar?

Seguir a Cristo, es seguirlo en sus opciones. Opciones que pasan por la cruz. Pero el camino de la renuncia y el sacrificio lleva a la vida eterna.

El Padre nos invita a su casa donde quiere revelarnos a su Hijo y su misión mesiánica. Vayamos a Él con sentimientos de alegría y pidámosle prepare nuestros corazones para recibir su Palabra.






Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (20,7-9):

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/.
 Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene
R/.


Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12,1-2):

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,21-27):

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra del Señor





A guisa de introducción :


Perder o ganar?


El escritor francés Maurice Bellet, acaba de sacar un libro llamado “Le Messie crucifié” (es decir “El Mesías Crucificado”).  Mesías y Crucificado: si hay dos palabras que no deberían ir juntas, son éstas dos.
Mesías evoca un enviado, un salvador poderoso.
Crucificado significa sufrimiento y muerte.

En el judaísmo, en la época de Jesús, la idea de un mesías sufriente era inconcebible.  De ahí el por qué del grito de Pedro cuando Cristo anuncia su muerte: “Eso no te puede pasar”. Un mesías en cruz, también es rechazado por las personas que denigran de nuestra herencia judeo-cristiana, un cierto cristianismo tentado a exaltar el sufrimiento por sí mismo.

También muchos católicos tienen la misma reacción: incapaces de soportar un Dios que sufre, ellos banalizan el escándalo de la cruz.
Y, por tanto, Jesús nos invita a tomar el camino de la renuncia que Él ha elegido.
“Quien quiera salvar su vida la perderá”. Cuando nosotros deseamos “ganar el mundo entero”, como dice Jesús, ¿qué queremos obtener? ¿Más dinero?  ¿Más poder?

Cristo nos invita a ganar de otra manera, perdiendo.
Perder el tiempo para el otro,
consumir menos pensando en el futuro del planeta,
renunciar a nuestra sed de poder…
Cuando vayamos a hacer el signo de la cruz, recordemos cómo Jesús nos invita a servirle, a perder para ganar.



Aproximación psicológica al texto del Evangelio


Controlar todo y al mismo tiempo perder todo





No conozco a nadie que haría del evangelio de este domingo su pasaje favorito, un pasaje que al leerlo regularmente le permitiera decir al mismo tiempo que lo degusta, lo saborea por la fuerza de su sabiduría: “sufrir”, “ser asesinado”, “tomar su cruz”, “perder su vida”, “recibir la recompensa de acuerdo a su conducta”.


Todos los ingredientes están reunidos para hacer revivir un cristianismo que muchos han “vomitado” desde los años 60. A menos de ser masoquista, uno no puede aspirar de nuevo, desear una tal vía o camino.


Y por lo tanto, ¿no será verdad que este pasaje quizás encierre el secreto para un destino extraordinario, para una verdadera vida dentro de todo lo que ella puede dar? ¿Nuestras imágenes de autoflagelación, de vida disminuida y de pan de miseria no serán totalmente falsas? Los slogans como “es necesario hacer sacrificios”, ¿no pasarán de largo, son irrelevantes con respecto a lo que dice Jesús? Ante todo, ¿qué significa “negarse a sí mismo”, “tomar su cruz”, “perder su vida?”


Me parece que la pista más fecunda para comprender las interpelaciones de Jesús es aquella respecto a nuestra necesidad de controlar, controlar nuestra vida, controlar aquello que nos rodea. Ustedes saben que con las pulsiones sexuales, el control es una de las grandes necesidades que nos habitan. El control está mismo en el origen del progreso de nuestro mundo: lograr controlar las fuerzas hostiles, arribar a controlar nuestras fuentes de subsistencia, lograr controlar lo que será mañana. Uno no apostará mucho por una compañía que no controle sus entradas y sus salidas. Y por lo tanto no hay acá para nuestra humanidad un obstáculo/ un riesgo?


Cada uno podría hacer el ejercicio de nombrar aquello que controla o lo que le gustaría controlar. A quien no le gustaría ejercer un control absoluto en su trabajo, en su empleo. ¿Acaso los sindicatos no surgieron a raíz de esta necesidad?  ¿Pero qué sucede cuando esta necesidad de control, sea del lado patronal, del lado sindical, se convierte en un absoluto en sí mismo? No hay ya más evolución, ni novedad, no se escuchan ya más ideas originales, no hay más adaptación a las nuevas condiciones del mercado, no se cuestiona más las prácticas acostumbradas, no se hace más llamada a las nuevas capacidades de la gente. El control erigido como absoluto va no solamente matar a la empresa, sino también matar a todo el personal.


En nuestra calidad de padres quisiéramos controlar el destino de nuestros hijos, y esto, aduciendo, querer su bienestar. Como vemos con más amplias perspectivas, como deseamos para ellos un destino fabuloso y sobre todo como no queremos que conozcan las mismas dificultades que nosotros conocimos, tratamos entonces de pavimentarles el camino, proveerles de lo necesario, indicarles la vía a seguir, protegerles de una serie de males. El problema, es cuando ese deseo, bien intencionado en sí, se convierte en ejercicio de control.


Cuando yo pierdo el control de una realidad, yo tengo la impresión de morir. En el mundo político, hay hacedores de imágenes que ejercen un control absoluto sobre lo que se dice y se escribe sobre un personaje.


Por definición, el controlador quiere conservar lo que existe, y de ese modo puede impedir que lleguen realidades nuevas. Hay como una dialéctica entre el control de las cosas y la verdad de las cosas. 

Volvamos a Jesús. La mención del destino trágico que le espera no es más que una manera de decir: “yo quiero permanecer fiel a mi verdad y a la realidad de las cosas, mismo si eso implica que yo pierda el control sobre el destino de mi vida”. Debido a que Él no ha tratado de controlar todo en su caminar, Él ha dejado advenir la vida. Planificar su vida es una cosa, controlarla es otra. Hay como una semilla de muerte en el control. 


El proyecto de mi vida, es aceptar de dejarme “quemar” por las palabras de mis hijos, de mis colegas, de mi conyugue, de los medios, de todo aquello que puede contener una capa de verdad, y eso implica aceptar no controlarlas, eso implica “olvidarse de sí mismo”, de “desprenderse de su vida”. 

He aquí mi meditación actual, he aquí lo que nuestra sociedad y el conjunto de la Iglesia debería meditar. Es la condición para dejar advenir una vida superabundante que uno no se imagina.




Reflexión Central

El duelo o luto del pleno poder


Parece ser que iniciamos una nueva etapa en estos tiempos de pandemia. Se nos invita a un aislamiento consciente y a un autocuidado…Por eso no podemos cantar plenamente victoria y decir con el salmista a una sola voz: “Sí, tú has venido a socorrerme” …Mejor, como los discípulos hemos de prepararnos para atravesar una nueva etapa de prueba con menos imposiciones y o restricciones.

Nos queda aspirar, desear, que las semanas y los casi seis meses que acabamos de atravesar nos hayan transformado.
La Palabra de Dios resonará de una manera nueva, a causa de esta experiencia que hemos debido cargar como una cruz.

Una cuestión de sentido

 Porque el coronavirus no se ha ido, sigue ahí, pero nos toca ahora el autocuidado, la responsabilidad personal de cada uno…y todavía hemos de seguir preguntándonos: ¿qué significa esto para nuestra humanidad? ¿Qué significado tiene esto para mí? ¿Para mi vida? ¿Qué hace Dios en medio de todo esto?
Jesús en la lectura del evangelio, sabe de avance que sus discípulos deberán hacer frente a estas cuestiones, en el momento en que Él entre a su Pasión. Él quiere prepararlos.

El lugar de Dios

La reacción de Pedro ante el anuncio de Jesús revela su manera de ver a Dios: “No lo quiera Dios, eso para ti…eso no te sucederá”.

Pedro cree en el pleno poder divino. A sus ojos, la relación entre Jesús y Dios es tal que, de su cielo, éste intervendrá para salvarlo. La posición del apóstol es terrible porque ella pone su fe en peligro: ante los sufrimientos y la muerte de su amigo, él no podrá hacer otra cosa distinta que dudar de Dios. Y dudar de ese Jesús que él ha visto, un día, como “el Hijo de Dios vivo”.

Es el dilema de todos los creyentes ante una gran prueba: ¿dónde está Dios? ¿Por qué no hace nada? Mucha gente ha perdido la fe, netamente, por ejemplo, en los campos de concentración,  poniendo así la pregunta.
¿Y quién puede decir que no le ha venido al espíritu esta misma cuestión, durante esta pandemia, que ha reinado durante meses en el planeta?

Nuestra imagen de Dios

Como Pedro, la Iglesia ha vivido por mucho tiempo con el rostro de un Señor “todo poderoso”. Pero este poder total, o este poder tan poderoso tenía un reverso: él hacía de toda persona una marioneta entre las manos de Aquel del cual se decía que sus “caminos eran impenetrables”. ¿Dónde estaba la libertad, característica esencial del ser humano?

Nosotros comenzamos a comprender que el Dios revelado por Jesús es bien diferente. Él no es todo poderoso, por encima de la humanidad, él está en la humanidad. En Jesús, él ha tomado un cuerpo y ha sufrido (valga la redundancia) los sufrimientos del hombre. Dios también debe tomar su cruz.

A aquellos que han orado para que Dios los libre de la pandemia, Jesús responde mostrando, que Aquel que ha venido a revelar no se quedó en silencio, lejos de nuestra prueba. Él estaba acostado en una cama de hospital, en una UCI, confinado dentro de una habitación, más o menos protegido por un tapabocas o una máscara para cambiar un paciente, agotado, aterrorizado, con la idea de contaminar su familia…Él no estaba allá en el alto cielo, sino sobre el terreno.

Cuando uno comprende esto, no nos queda más que tomar nuestra cruz porque vendrán otras pruebas – y nos queda también tratar de llevarla lo mejor posible. En buena compañía.



2


Vocación- Misión- Dar la vida- ganar la eternidad






Seguir a Jesús significa tomar (y o asumir) sus mismos riesgos. Una opción cuando  es fundamental conduce a tomar decisiones y gestos concretos. Y esto puede suscitar la incomprensión, el juzgamiento y…LA CRUZ,  la misma que Jesús enfrentó.


Todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos encontrado una o varias veces con nosotros mismos y con esa voz profunda, superior, que está más allá de nosotros mismos…Y que llamamos, La conciencia, Dios, o esa inteligencia que busca entrar en contacto con nosotros…


Y en esa cita o esos encuentros quizás hemos puesto poco de nuestra parte: atención, silencio, reflexión, ORACIÓN…


Muchas veces hemos oído hablar y hablamos de VOCACION, como ese momento clave de la vida cuando nos dimos cuenta que nuestra existencia estaba llamada a algo superior, a algo grande…cuando nos cercioramos que la VIDA es un misterio  y que no es solamente un suceso biológico o accidental…que nuestra vida tiene un sentido, y que ella no debe vivirse con facilidad, por vivirse, desprovista de todo sentido…


Y así los hombres y mujeres creyentes, que creemos tener la fe en potencia, en embrión (porque naturalmente ha de desarrollarse, evolucionar y madurar gradualmente) decimos que Dios nos llama, que estamos invitados a hacer de nuestra vida una aventura de entrega, de amor y de búsqueda de lo esencial todos los días…Y una búsqueda de realización afrontando las dificultades, los obstáculos, el misterioso mal y hacer frente a la violencia de quienes se oponen a los designios  bondadosos y bienaventurados de Dios.


Así yo describiría simplemente eso que llamamos VOCACION CRISTIANA…pues después nos encontraríamos con Jesús y su evangelio y nos sentimos identificados con su vida, su misión y su “aparente final “ que no es más que “el principio de todo”.


El gran problema de todo ser humano es permanecer voluntariamente sordo, ciego e insensible a los llamados y signos de Dios…


Su gran problema es guardarse la semilla o tirarla entre las rocas y las espinas, su gran tragedia es enterrar la moneda (el talento) y esperar con pasividad y negligencia la respuesta o reacción de Dios quien le ha dispensado de la semilla y la moneda.


“TOMAR LA CRUZ”…Cuántas malinterpretaciones ha tenido a lo largo de la historia esta expresión…seamos sinceros la hemos entendido como “ser masoquistas”, “sufrir por sufrir…porque  a Dios le agradan quienes sufren y los lleva al cielo”. “sufrir es necesario para que Dios perdone mis pecados de ahora (de mi juventud)”…El sufrimiento es entonces un borrador, un límpido que me libera de todas las manchas, de las putrefacciones de mi ser…Y no se trata de eso.


La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús (Tomar la cruz). Tanto Jeremías como Mateo llaman la atención sobre el conflicto que tienen que afrontar tanto el profeta como Jesús.


Nuestro evangelio toma la continuación de la declaración de Pedro a Jesús:  “Tu eres el Mesias,  el Hijo del Dios vivo”. El texto nos presenta la confrontación de dos mentalidades: Pedro rechaza el sufrimiento y el Señor afirma que no hay verdadero amor sin sacrificio. Y esto es verdad en todas las relaciones de amor y amistad, en la vida de las parejas, en el ejercicio de una profesión o en la realización de una misión.


En el evangelio nos encontramos con un bello esquema catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz». Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo principal es el primer anuncio de la pasión. Pero aun los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. 


Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.


El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.


En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la cultura imperante y la globalización del mercado -que no es otra cosa que la globalización de la exclusión-.


Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos, sin conflictos. Pero Jesús es claro es su invitación: hay que tomar la cruz, hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio.


¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o lo es para mártires de otra manera?



Oración :


Señor, cuando yo miro a tus apóstoles

que te han seguido con confianza y coraje

y que han muerto mártires, yo me digo que

poner mis pasos sobre tus pasos,

no es una invitación al reposo o a la pereza.

Se ha de pensar dos veces antes de montar en tu barca.


Tú no has mostrado un camino lleno de rosas

a quienes quieren seguirte.

Tú les has prevenido y les has dicho

que como Tú debían llevar la cruz.

Pero con  el mismo aliento y respiro,

Tú les has declarado « felices » y Tú les has prometido

Que ellos estarían contigo por siempre.


Yo he puesto mi confianza en Ti y yo sigo tus pasos.

En los días sombríos, haz que  no me desanime.

Y en los días luminosos,

Permíteme darte gracias.

Amén.




 Referencias Bibliográficas:



 http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca


http://mystereetvie.com


HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus

jueves, 27 de agosto de 2020

28 de agosto del 2020: viernes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario- San Agustín



(Mateo 25, 1-13) Estar preparado, quiere decir vivir cada instante como si fuera el último, poner todo su corazón en todo aquello que uno hace aquí y ahora. La boda ha comenzado ya en un corazón que sabe esperar.




Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,17-25):

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 32

R/.
 La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos,
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
 R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor



1

Reflexión:

1Cor. 1, 17-25.

Cristo crucificado, principio de nuestra salvación.

Ahí se encuentra el Señor anonadado por nosotros. El Señor convertido en siervo; el Señor muriendo por el esclavo para hacerlo un liberto.

Nadie puede decir que no puede dedicarse al fiel cumplimiento de la Misión Evangelizadora que el Señor confió a su Iglesia, excusándose por no tener la sabiduría humana suficiente para hacerlo.

No podemos pasarnos la vida como niños sólo recibiendo los dones de Dios. El Señor nos ha llamado con santa llamada y nos ha marcado con su Sello, derramando abundantemente su Espíritu Santo en nuestros corazones.

A nosotros sólo nos corresponde ser dóciles al Espíritu del Señor, que habita en nuestro propio interior.

La salvación no es fruto de la sabiduría humana. Tal vez alguien, con esa sabiduría podría deslumbrarnos y deslumbrar al mundo entero. ¿Será capaz no sólo de ilustrar las mentes sino de entregarles a Cristo para que tome carne en sus vidas? Esto no es fruto de la sabiduría humana; esto es una obra exclusiva de Dios en el hombre.

Dejemos que Él la lleve a buen término en nosotros y dejémonos conducir por el Espíritu de Dios para que, a pesar de la sencillez de nuestra vida, seamos colaboradores de su Reino en el mundo.



Mantener encendida la llama

En el Evangelio, a través de la parábola de las 10 jóvenes vírgenes, Jesús ilustra lo que entiende por estar preparado (para su venida imprevista). Una fe que no se alimenta se puede apagar antes que el Señor llegue. La fe no es solamente el entusiasmo de un momento. La espera puede ser larga.

Señor Dios nuestro, fuente de toda sabiduría:
Tú nos invitas a ser sabios y previsores
 y a encontrar a tu Hijo
 con lámparas encendidas en nuestras manos.
 Ayúdanos a prepararnos para encontrarle
 en los acontecimientos de la vida diaria
  y en la gente que nos rodea,
  para que podamos entrar con él
  en tu fiesta celestial, que es eterna,
  y se prolongará por los siglos de los siglos.



2

El aceite de la Caridad

"Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco."


Qué experiencia tan aterradora y aleccionadora sería.

Este pasaje proviene de la Parábola de las Diez Vírgenes. Cinco de ellas estaban preparadas para encontrarse con nuestro Señor y las otras cinco no. 

Cuando vino el Señor, las cinco vírgenes insensatas estaban tratando de conseguir más aceite para sus lámparas, y cuando regresaron, la puerta de la fiesta ya estaba cerrada. El pasaje revela lo que sucedió a continuación.

Jesús cuenta esta parábola, en parte, para despertarnos. 

Debemos estar listos para Él todos los días. ¿Y cómo nos aseguramos de estar listos? Estaremos listos cuando tengamos suficiente "aceite" para nuestras lámparas. El aceite representa especialmente la caridad en nuestras vidas. 
Entonces, la pregunta simple para reflexionar es esta: "¿Tengo caridad en mi vida?"

La caridad es más que un simple amor humano. 

Por “amor humano” nos referimos a una emoción, sentimiento, atracción, etc. Podemos sentirnos así (sintiendo emoción, sentimiento, atracción)  hacia otra persona, hacia alguna actividad o hacia muchas cosas en la vida. Podemos "amar" hacer deportes o ver películas, etc.

Pero la caridad es mucho más. Caridad significa que amamos con el corazón de Cristo. Significa que Jesús ha puesto en nuestros corazones Su propio corazón misericordioso y amamos con Su amor. La caridad es un regalo de Dios que nos permite acercarnos y cuidar a los demás con maneras que van más allá de nuestras propias capacidades.

La caridad es acción divina en nuestra vida y es necesaria si queremos ser acogidos en la fiesta del Cielo.

Reflexiona hoy sobre si puedes o no ver el corazón de Jesús vivo en tu propio corazón. 

¿Puedes verlo actuando en ti, obligándote a acercarte a los demás incluso cuando es difícil? ¿Dices y haces cosas que ayuden a las personas a crecer en la santidad de vida? 

¿Dios actúa en ti y a través de ti para hacer una diferencia en el mundo? Si la respuesta es “Sí” a estas preguntas, entonces la caridad ciertamente está viva en tu vida.

Señor, haz de mi corazón un lugar apropiado para que pueda morar tu propio corazón divino. 
Deja que mi corazón lata con Tu amor y deja que mis palabras y acciones compartan Tu perfecto cuidado por los demás. 
Jesús, en Ti confío.










También nosotros tenemos que mantener viva nuestra esperanza y caridad, como lo hizo San Agustín, cuya memoria celebramos hoy. Vivió muchos años alejado de la única Verdad ; con su gran inteligencia la buscó donde no estaba, al fin la encontró, la abrazó y la trasmitió a los demás. De él es la frase “Tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé; curaste mi ceguera”. 

Es uno de los grandes Santos Padres de la Iglesia, por sus enseñanzas.

Consagró su vida a devolver la unidad rota a la Iglesia de África. Destacó por su entusiasmo, su espíritu conciliar y conciliador, su generosidad y por su apuesta por el diálogo. Todo ello facilitó que católicos y donatistas alcanzasen la reconciliación, haciendo de Agustín de Hipona una referencia para el ecumenismo del nuevo milenio.


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