jueves, 16 de mayo de 2024

17 de mayo de 2024: viernes de la séptima semana de Pascua

 

Amor divino

Juan 21, 15-19

Este pasaje puede ayudar a quienes confunden a Dios y su exigente “superyó”. Jesús se adapta a las capacidades de Pedro, incapaz de amar con amor ágape (amor totalmente desinteresado), pero abierto a un amor de amistad. El matiz es perceptible en el idioma griego, no en español. Si en las dos primeras preguntas Jesús pregunta sobre el amor ágape, en la tercera sólo le habla a Pedro de este amor de amistad mencionado en las respuestas. Un mensaje de esperanza que nos anima a ser sinceros. ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña



(Hch 25,13-21) Para Pablo, Jesús está vivo. Y no es ni un dogma (verdad irrefutable), ni una causa (política) o una teoría desencarnada a defender.

Su relación con Cristo resucitado lo hace verdaderamente vivir.


 

(Juan 21, 15-19) Tres veces Pedro negó a Jesús. Tres veces, él también mostró su amor por su maestro. Así, Pedro pudo reparar sus pasadas infidelidades. Doy gracias al Señor por darme también a mí nuevas oportunidades para demostrarle mi amor.





Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25,13-21):

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días.
Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 10,4-7

R/. El Señor puso en el cielo su trono

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.




Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):    

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor

///

Una doble condición: Amar y Seguir a Cristo

En el relato de los Hechos de los Apóstoles que la Iglesia nos sugiere hoy, vemos reflejada una situación que es común en nuestros días: "mirar la religión, la fe o las creencias con indiferencia, con desdeño".

Los grandes, los detentores del poder, objeto de la farándula (people o gente V.I.P: Festo, Berenice y el Rey Agripa, sucesor de Herodes) tienen como sujeto de conversación a Pablo (sujeto, preocupación del pueblo)  y su proceso ante la justicia.

Pero el proceso parece dar vueltas y no se toman decisiones, recordando lo que pasó con el proceso de Jesús (vemos elementos comunes):  El gobernador romano, sucesor de Herodes, los acusadores que piden la muerte…Y una declaración que hará volver todo como al principio (pero que no leemos en el texto recortado) : nada justifica la condena a muerte de Pablo. Vemos pues que a diferencia de Jesús, y en este momento preciso de su vida, las cosas no han terminado aun para Pablo. El final del viaje de Pablo no es Jerusalén (como Jesús), sino Roma.

En el Evangelio, y  particularmente, en el diálogo al que asistimos entre Jesús y Pedro, se nos ilumina sobre el sentido de nuestra vida cristiana y sobre nuestra relación con Dios. Jesús confía a Pedro el pastoreo de las ovejas, tarea importante y también muy difícil. Y uno se pregunta cuáles son los criterios que ha tenido Jesús para elegir a Pedro? Acaso le hizo un examen de admisión con preguntas como: qué has retenido de lo enseñado en estos tres años de vida pública, a mi lado? Tú has interpretado bien mis palabras? No, veamos, Jesús no lo interrogó ni sobre su  ortodoxia, ni sus proyectos. Jesús hace una sola pregunta: ME AMAS? Él la va a repetir tres veces y ya en la primera vez, Jesús explica de cierto modo su elección: "Me amas más que estos?" . Es este entonces, la relación de amor con Pedro, el criterio esencial de la elección de Jesús.

Pedro era consciente de su debilidad. Recordemos cómo había negado al maestro. Pedro no puede más que responder con humildad: "Señor, Tú conoces todo, Tú sabes que te quiero".

Me parece que cada uno de nosotros no le queda más que responder con humildad como Pedro, mientras que tengamos conciencia de lo débil, de lo corto,  de la poquedad en nuestro amor por Dios.

Miremos que Jesús no  da ninguna consigna en lo concerniente a la tarea o misión de Pedro. Él agrega simplemente dos cosas. La primera es que la misión que le ha confiado pone a prueba, es difícil: amar de verdad tiene el riesgo de suscitar rechazos, incomprensiones, mismo el odio, y tras la imagen de aquellos que llevan a Pedro a donde no quiere, se designa la persecución que el mismo Jesús ha sufrido. "Si ellos me persiguieron, a ustedes también los perseguirán" (Juan 15,20).

La otra palabra que termina este pasaje del Evangelio es "Sígueme". Es una palabra que encontramos una y otra vez en los evangelios. Ella está en el origen de todas las vocaciones…Así pues, este diálogo entre Jesús y Pedro, podemos entenderlo o asumirlo para nosotros mismos.

Es cierto, nosotros no tenemos la misma misión de Pedro, pero a cada uno se le ha confiado una misión con la doble condición: AMAR Y SEGUIR A JESÚS.


2



«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas.




¡Me amas?

Tres veces Jesús le preguntó a Pedro si lo amaba. ¿Por qué tres veces? Una razón fue para que Pedro pudiera "compensar" las tres veces que negó a Jesús. No, Jesús no necesitaba que Pedro se disculpara tres veces, pero Pedro necesitaba expresar su amor tres veces y Jesús lo sabía.

Tres es también un número de perfección. Por ejemplo, decimos que Dios es "Santo, Santo, Santo". Esta triple expresión es una forma de decir que Dios es el más santo de todos. Al tener Pedro la oportunidad de decirle a Jesús tres veces que lo amaba, fue una oportunidad para que Pedro expresara su amor de la manera más profunda.

Así que tenemos una triple confesión de amor y una triple anulación de la negación de Pedro. Esto debería revelarnos nuestra propia necesidad de amar a Dios y buscar su misericordia de una manera "triple".

Cuando le dices a Dios que lo amas, ¿qué tan profundo llega eso? ¿Es más un servicio de palabras, o es un amor total y que todo lo consume? ¿Es tu amor a Dios algo que quieres decir en toda su extensión? ¿O es algo que te causa dificultad?

Ciertamente, todos necesitamos trabajar en nuestro amor, y es por eso que este pasaje debería ser tan significativo para nosotros. Deberíamos escuchar a Jesús haciéndonos esta pregunta también tres veces. Debemos darnos cuenta de que no está satisfecho con un simple "Señor, te amo". Quiere escucharlo una y otra vez. Nos pregunta esto porque sabe que necesitamos expresar este amor de la manera más profunda. "¡Señor, lo sabes todo, sabes que te amo!" Esta debe ser nuestra respuesta final.

Esta triple pregunta también nos da la oportunidad de expresar nuestro más profundo anhelo por su misericordia. Todos pecamos. Todos negamos a Jesús de una forma u otra. Pero la buena noticia es que Jesús siempre nos invita a dejar que nuestro pecado sea una motivación para profundizar nuestro amor. Él no se sienta y se enoja con nosotros. Él no pone mala cara. Él no tiene nuestro pecado sobre nuestras cabezas. Pero sí pide el dolor más profundo y una conversión completa del corazón. Él quiere que nos alejemos de nuestro pecado al máximo.

Reflexiona hoy sobre la profundidad de tu amor por Dios y lo bien que se lo expresas. Toma la decisión de expresar tu amor por Dios de una manera triple. Que sea profundo, sincero e irrevocable. El Señor recibirá este acto sincero y te lo devolverá cien veces.


Señor, sabes que te amo. También sabes lo débil que soy. Déjame escuchar tu invitación a expresar mi amor por ti y mi deseo por tu misericordia. ¿Puedo ofrecer este amor y deseo al máximo? Jesús, confío en ti.

miércoles, 15 de mayo de 2024

16 de mayo del 2024: jueves de la séptima semana de Pascua

 

La unidad de la unicidad

Juan 17, 20-26


La unidad de la que habla Jesús no debe confundirse con la uniformidad, el pensamiento único. Sabemos que Dios ama la diversidad. Así lo evidencia la historia de la Creación y la imagen del cuerpo de Cristo dotado de miembros con carismas diferenciados. O el discurso de Jesús identificándose con el Buen Pastor, que llama a cada una de sus ovejas por su nombre, signo de su unicidad.

Una realidad que hay que profundizar en la contemplación de Dios, Uno y Trino. Una realidad que vivir dejándonos unir cada vez más estrechamente a Cristo. ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,30;23,6-11):

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.»
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?»
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 15

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.



Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor


///

Una estrategia eficaz

Pablo acusado en el tribunal ante el consejo de sumos sacerdotes y el Sanedrín (Corte Suprema de la ley judía, con la misión de administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, tanto oral como escrita. A la vez, ostentaba la representación del pueblo judío ante la autoridad romana), se le ocurre una estrategia para poner la situación a su favor. Un viejo refrán dice: "Divide y reinarás", pues bien, el apóstol de los gentiles sabiéndose en un grupo de judíos,  con dos tendencias bien claras (fariseos, que creen en la resurrección y saduceos que la niegan), empuja a sus adversarios a discutir  y disputarse entre ellos. Al final, los fariseos se ponen a favor de Pablo, y concuerdan con su doctrina…terminando por defenderlo.

En el Evangelio, constatamos que está el mundo, está el Hijo, está el Padre, están aquellos que creen en el Hijo y en el Padre, y los otros, todos los otros (que no creen?)…Existe amor entre todos ellos, amor que se difunde, que va del Padre al Hijo: "Porque me amabas, antes de la fundación del mundo", después está el amor que va del Hijo hacia aquellos que creen y de ahí a todos los demás que están lejos, "para que el amor que me tenías esté con ellos, como yo también estoy con ellos".
Este amor que va, que se manifiesta, se expresa, posibilita, este amor que viene una y otra vez, va y vuelve, retorna a su fuente…El sentido de las cosas, de las relaciones se revela en este movimiento, en esta unidad…que se propaga, que se revela, se construye para que el amor reine. "Para que sean completamente uno (que su unidad sea perfecta), de modo que el mundo sepa que Tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí…"
Esta palabra entera, total, dicha en la última cena de Jesús con sus discípulos, justo antes de su pasión, ha llegado a ser verdaderamente creíble para nosotros con el paso de los días de Pascua. Esta Palabra se ha encarnado, ha tomado forma, ante nuestros ojos, en los relatos de la Iglesia Primitiva…Después de la Ascensión, estamos cada vez más llamados a tomar conciencia de nuestro presente, de nuestra cotidianidad, allí donde estamos y trabajamos…
Hoy, aun, en nuestro mundo, donde estamos, esta Palabra puede tomar consistencia, peso, realidad, encarnarse…si la dejamos habitar en nuestros corazones, en nuestras actitudes, en nuestras prácticas…Basta con asociarnos a esta unidad, es decir, estar unidos, es suficiente con dejarnos amar y dejar que el amor actúe en nosotros, entre nosotros, perdonarnos y la creatividad, la novedad, serán posibles, la historia de la Buena Noticia podrá continuar, podrá pasar por nosotros…
Jesús ha orado por esta intención y su oración fue recibida, y  acogida. Basta con creer. Esta llama puede propagarse…las puertas van a abrirse, el fuego va venir, nosotros esperamos…

2

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.



Levantar los ojos al Cielo!



"Levantando los ojos al cielo ..." ¡Qué gran frase!

Cuando Jesús levantó sus ojos al cielo, oró a su Padre en el cielo. Este acto, de levantar Sus ojos, revela un aspecto único de la presencia del Padre. Revela que el Padre es trascendente. "Trascendente" significa que el Padre está por encima de todo y más allá de todo. El mundo no puede contenerlo. Entonces, al hablarle al Padre, Jesús comienza con este gesto mediante el cual reconoce la trascendencia del Padre.

Pero también debemos notar la inmanencia de la relación del Padre con Jesús. Por "inmanencia" queremos decir que el Padre y Jesús están unidos como uno. Su relación es de naturaleza profundamente personal, íntima 

Aunque estas dos palabras, "inmanencia" y "trascendencia", pueden no ser parte de nuestro vocabulario diario, vale la pena entender y reflexionar sobre los conceptos. Debemos esforzarnos por estar muy familiarizados con sus significados y, más específicamente, con la forma en que nuestra relación con la Santísima Trinidad comparte ambos términos.

La oración de Jesús al Padre fue que nosotros, los que creemos, compartiremos la unidad del Padre y del Hijo. Compartiremos la vida y el amor de Dios. Para nosotros, esto significa que comenzamos viendo la trascendencia de Dios. También levantamos nuestros ojos al cielo y nos esforzamos por ver el esplendor, la gloria, la grandeza, el poder y la majestad de Dios. Él está por encima de todo y más allá de todo.
Al lograr esta mirada de oración a los Cielos, también debemos esforzarnos por ver a este Dios glorioso y trascendente descender a nuestras almas, comunicándose con nosotros, amándonos y estableciendo una relación profundamente personal con nosotros.

 Es sorprendente cómo estos dos aspectos de la vida de Dios van tan bien, aunque, al principio, puedan parecer completamente opuestos. No se oponen, sino que están unidos y tienen el efecto de atraernos a una relación íntima con el Creador y sustentador de todas las cosas.  

Reflexiona, hoy, sobre el Dios glorioso y todopoderoso del Universo que desciende a las profundidades secretas de tu alma. Reconoce su presencia, adóralo como Él vive dentro de ti, háblale y ámalo. 

Señor, ayúdame a levantar siempre los ojos al cielo en oración. Que pueda recurrir constantemente a ti y a tu padre. En esa mirada de oración, que también te descubra vivo en mi alma donde eres adorado y amado. Jesús, confío en ti.

25 de mayo del 2023: jueves de la séptima semana de Pascua

 

(Hechos 22, 30; 23, 6-11.) El Señor se acerca a los que dan testimonio de él. Esta presencia íntima les da la fuerza y ​​el coraje para seguir dando testimonio con alegría ante la adversidad o la indiferencia generalizada.


(Juan 17, 20-26) “Que todos sean uno, como tú, Padre, tú estás en mí y yo en ti”. Esta oración de Jesús debe traspasarnos de dolor y de alegría. Sufriendo por las divisiones que están desgarrando el mundo, nuestras Iglesias, pero también nuestras familias y nuestros corazones. Alegría al creer que Jesús entregó su vida para “reunir en unidad a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11,52). “Consumado es” (Jn 19,30), murmura desde lo alto de la Cruz. ¿Realmente lo creemos? ■

Benito de la Cruz, Cisterciense


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,30;23,6-11):

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.»
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?»
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 15

R/.
 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor

 

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gestos de amor


 

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

«Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

 

Juan 17: 20-21

 

 

Durante las últimas dos semanas, hemos estado leyendo continuamente los capítulos 14 al 17 del Evangelio de Juan. 

 

Estos capítulos contienen los Discursos de la Última Cena de Jesús y nos proporcionan, por así decirlo, el último sermón de Jesús. 

 

El capítulo 17, que hemos estado leyendo desde la semana pasada, nos presenta la oración final de Jesús por sus discípulos y por todos nosotros "que creeremos" en él a través de la predicación de los discípulos. Cada vez que leemos del Capítulo 17, el Leccionario comienza la lectura con la frase “Alzando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo…” Esa línea es una adaptación del Capítulo 17: 1 pero se usa para presentar las diversas partes de la oración de Jesús cada vez que se lee en la Misa.

 

Es interesante que Jesús mirara al cielo cuando oraba. Por supuesto, el cielo no está físicamente arriba, en la bóveda celeste, porque el cielo es una realidad espiritual. El Padre no se encuentra en algún lugar del cielo, sino que es omnipresente, es decir, presente en todos los lugares y en todos los tiempos. Y, sin embargo, Jesús levanta los ojos hacia arriba cuando ora al Padre. Hay una gran lección en esto.

 

Nuestra disposición física es importante, a veces. Por ejemplo, cuando alguien a quien le debemos respeto entra en una habitación, generalmente nos levantamos y lo saludamos. Sería una falta de respeto, en ese caso, permanecer tumbado en una cama o un sofá.

Y en la Misa, no nos sentamos con las piernas cruzadas durante la Consagración; más bien, nos arrodillamos en adoración. Y cuando saludamos a alguien por primera vez, no miramos al suelo; más bien, los miramos a los ojos.

 

El acto de Jesús de “levantar los ojos al cielo” no lo hizo porque pensó que podría ver al Padre en el cielo; más bien, lo hizo por respeto y amor y como una forma de reconocer la dignidad del Padre. Esto debería enseñarnos sobre nuestra propia disposición corporal y el mensaje que comunicamos a los demás, especialmente a Dios en oración.

 

Cuando rezas, ¿qué haces? Aunque puedes orar en cualquier momento y mientras estés en cualquier disposición, es una práctica excelente que hables con Dios no solo con tus palabras, sino también con la disposición que adoptes. Arrodillarse, levantar las manos en oración, postrarse ante tu Señor, sentarse erguido con atención, etc., son todas las formas en las que le comunicas a Dios tu amor.

 

Reflexiona hoy sobre esta imagen de Jesús orando. Mira cuán atento habría estado al levantar sus sagrados ojos hacia arriba como un gesto físico en honor al glorioso y todopoderoso Padre Celestial. Trata de imaginar la devoción, la intensidad, el respeto y el amor ardiente de Jesús. Imita este santo gesto de oración y atención al Padre y recuerda la importancia de expresar tu amor en forma corporal.


 

Mi Santísimo Padre Celestial, me uno a Tu Hijo, Jesús, al levantar mis ojos, mi corazón y toda mi vida hacia Ti en honor, amor y respeto. Que pueda estar siempre atento a Ti y mostrarte siempre la devoción debida a Tu grandeza. Mi querido Jesús, gracias por tu amor al Padre Celestial. Dame la gracia que necesito para imitarte a ti y a tu perfecto amor en mi vida. Jesús, en Ti confío.

martes, 14 de mayo de 2024

15 de mayo del 2024: miércoles de la séptima semana de Pascua- San Isidro Labrador, memoria opcional

 

Libres de obrar

Juan 17, 11b-19

Si nuestra oración puede ser escuchada por Dios, cuánto más la del Hijo amado. Esto apunta hacia el día después de Pascua, cuando Jesús ya no estará allí concretamente para velar por sus discípulos y alejarlos del Maligno. Una vigilancia que no limita en modo alguno las opciones, como lo demuestra el destino de aquel “que va a su perdición”, Judas. De hecho, ¿nuestra libertad no se construye con la escucha de la Palabra, recibida como palabra de amor para ser descifrada y puesta en práctica? ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña






Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20,28-38):

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que, durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.”»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 67,29-30.33-35a.35b.36c

R/.
 Reyes de la tierra, cantad a Dios

Oh Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R/.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios.» R/.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder, sobre las nubes.
¡Dios sea bendito!
 R/.



Lectura del santo evangelio según san Juan (17,11b-19):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

Palabra del Señor




Sobrevivir al mundo

Yo les he dado tu mensaje, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos mediante la verdad: tu palabra es verdad."

                                       Juan 17: 14–17


“Conságralos en la verdad. Tu palabra es verdad. ¡Esa es la clave para la supervivencia!  

Las Escrituras revelan tres tentaciones primarias que enfrentamos en la vida: la carne, el mundo y el diablo. Las tres trabajan para desviarnos. Pero las tres son conquistables con una cosa ... la Verdad.

Este pasaje del Evangelio anterior habla específicamente del "mundo" y del "maligno". El maligno, que es el diablo, es real. Nos odia y hace todo lo posible para engañarnos y arruinar nuestras vidas. Intenta llenar nuestras mentes con promesas vacías, ofrece un placer fugaz y alienta las ambiciones egoístas. Fue un mentiroso desde el principio y sigue siendo un mentiroso hasta el día de hoy.

Una de las tentaciones que el diablo le lanzó a Jesús durante su ayuno de cuarenta días al comienzo de su ministerio público fue la tentación de obtener todo lo que el mundo tiene para ofrecer. El diablo le mostró a Jesús todos los reinos de la Tierra y dijo: "Todo esto te lo daré, si te postras y me adoras".

Primero que nada, esta fue una tentación tonta dado el hecho de que Jesús ya era el Creador de todas las cosas. Pero, no obstante, permitió que el diablo lo tentara con esta tentación mundana. ¿Por qué hizo esto? Porque Jesús sabía que todos seríamos tentados con los muchos atractivos del mundo. Por "mundo" queremos decir muchas cosas. Una cosa que viene a la mente, en nuestros días, es el deseo de aceptación mundana. Esta es una plaga que es muy sutil pero afecta a muchos, incluida nuestra propia Iglesia.

Con la poderosa influencia de los medios de comunicación y la cultura política global, hoy en día, más que nunca, existe una presión para que nosotros, como cristianos, simplemente nos ajustemos a nuestra época. Estamos tentados a hacer y creer lo que es popular y socialmente aceptable. Y el "evangelio" que nos permitimos escuchar es el mundo secular de la indiferencia moral.  

Existe una poderosa tendencia cultural (una tendencia global debido a Internet y los medios de comunicación) a convertirnos en personas que estén dispuestas a aceptar cualquier cosa, y sin importar qué. Hemos perdido nuestro sentido de integridad moral y verdad. Por lo tanto, las palabras de Jesús deben ser abrazadas más hoy que nunca. "Tu palabra es verdad". La Palabra de Dios, el Evangelio, todo lo que enseña nuestro Catecismo, todo lo que nuestra fe revela es la Verdad. Esta Verdad debe ser nuestra luz y guía y nada más.

Reflexiona hoy sobre la influencia que la cultura secular tiene en ti. ¿Has cedido a la presión secular, o ante los "evangelios" seculares de nuestros días? Se necesita una persona fuerte para resistir estas mentiras. Resistiremos a ellos solo si permanecemos consagrados en la Verdad.


Señor, me consagro a ti. Tu eres la verdad Tu Palabra es lo que necesito para mantenerme enfocado y navegar a través de las muchas mentiras que me rodean. Dame fuerza y ​​sabiduría para que siempre pueda permanecer en Tu protección lejos del maligno. Jesús, confío en ti.


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15 de mayo: San Isidoro—Memorial opcional

C. 1070-c. 1130 Patrón de Madrid, de labradores, albañiles y comunidades rurales

Canonizado por el Papa Gregorio XV, 12 de marzo de 1622 



San Isidoro, a quien honramos hoy, a menudo se llama Isidoro el Labrador o Isidro Labrador. 

Era un hombre común, esposo y padre que vivió una vida humilde y sencilla trabajando los campos para un terrateniente. Su fe extraordinaria, por la que siempre buscó primero el Reino de Dios, nos da un excelente ejemplo de cómo lograr una santidad extraordinaria en la rutina ordinaria del trabajo diario.

Isidoro nació en la pobreza material de Madrid. Sus padres, sin embargo, eran ricos en virtud y fomentaron en él una fe profunda. En su bautismo, se le dio el nombre de Isidoro, en honor a San Isidoro de Sevilla, el gran erudito español y obispo de Sevilla que vivió unos 500 años antes. A causa de la pobreza de la familia, Isidoro el Obrero no recibió educación. En cambio, desde muy joven, Isidoro trabajó como jornalero para un rico terrateniente. El hacendado se encariñó mucho con Isidoro y lo trató como a un hijo, confiándole incluso la administración de su finca. Se cree que Isidoro vivió durante sesenta años como peón, pero otra especulación es que pudo haber muerto alrededor de los cuarenta años.

¿Qué es lo que elevó a este hombre humilde y sencillo a las filas de los santos de la Iglesia? Para empezar, se dice que Isidoro fue excepcionalmente generoso con los pobres. Aunque él mismo era pobre, él y su esposa distribuían regularmente lo poco que tenían a aquellos que tenían una necesidad aún mayor. También se dice que fue un hombre de profunda oración. Asistía regularmente a Misa todos los días antes del trabajo, poniendo a Dios primero todos los días. Y como resultado de su intercesión, abundaron los milagros, no sólo durante su vida, sino también después de su muerte.

Isidoro y su esposa tuvieron un hijo. Una leyenda dice que su hijo pequeño cayó en un gran pozo. Isidoro y su esposa oraron con fervor y de repente, el agua del pozo comenzó a subir. Muy pronto, el agua había llevado al niño a la superficie, e Isidoro y su esposa pudieron sacarlo.

Otra leyenda dice que como Isidoro asistía a misa todas las mañanas, llegaba más tarde a trabajar que los demás jornaleros. Cuando el hacendado recibió quejas de que Isidoro llegaba tarde al trabajo, decidió investigar. Efectivamente, el terrateniente descubrió que Isidoro llegaba regularmente más tarde que los demás. Cuando el hacendado fue a confrontar a Isidoro por esto, se encontró con una gran sorpresa. Mientras caminaba hacia Isidoro arando en el campo, vio que había otros arando junto a él que parecían ángeles, usando bueyes de apariencia angelical. Por lo tanto, Dios recompensó a Isidoro con la ayuda de los ángeles para realizar aún más trabajo que los demás porque Isidoro puso a Dios en primer lugar todos los días.

Isidoro también cuidó con gran solicitud a todas las criaturas de Dios. Según una leyenda, un día de invierno, cuando Isidoro llevaba un saco de grano para moler, vio unos pájaros hambrientos y compartió con ellos un poco de grano, lo que provocó las críticas de un compañero de trabajo. Pero después de que el saco de grano disminuido de Isidoro fue molido y devuelto a él, tenía el doble de harina que los demás.

Otras leyendas describen a Isidoro devolviendo a la vida a la hija de su terrateniente, levantando un manantial de agua en un lugar seco para dar de beber a los sedientos y produciendo una olla llena de comida para alimentar a los visitantes pobres y hambrientos. 

También se creía que la esposa de Isidoro, María, era bastante santa. Cuando su único hijo murió a una edad muy temprana, la pareja hizo una promesa de celibato y juntos se dedicaron exclusivamente a Dios. En España, María se conoce como Santa María de la Cabeza (Santa María de la Cabeza). Se le han atribuido milagros y hasta el día de hoy se lleva en procesión la reliquia de su cabeza. Se cree que por su intercesión en múltiples ocasiones ha caído lluvia en el campo durante las sequías.

Después de la muerte de Isidoro, los milagros continuaron. Alfonso VIII, rey de Castilla, durante una batalla con los musulmanes, supuestamente tuvo una visión de San Isidoro, quien lo dirigió a él y a su ejército por el camino de la victoria en 1212. Ese mismo año, después de una inundación, el cuerpo de San Isidoro fue exhumado milagrosamente de su tumba y fue hallado incorrupto. Siglos más tarde, cuando Felipe III, rey de España, tocó el cuerpo de San Isidoro, éste se curó milagrosamente de una grave enfermedad. En total, ha habido más de 400 milagros atribuidos a la intercesión de Isidoro a lo largo de los siglos.

Otro gran honor otorgado a este sencillo, pobre y humilde agricultor fue canonizado por el Papa Gregorio XV en 1662. Fue canonizado al mismo tiempo, en la misma ceremonia, con algunos de los santos más reconocidos y queridos en la historia de la Iglesia: Santos Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Ávila y Felipe Neri.

San Isidoro es el patrón de Madrid, y su fiesta es muy celebrada en esa localidad y en toda España. También es honrado en muchas comunidades rurales de Chile, Nicaragua, Perú, Filipinas y Estados Unidos. San Isidoro es un santo para el hombre trabajador. Mientras trabajaba, oraba continuamente, ofreciendo su trabajo como un acto de amor a Dios. La vida de san Isidoro magnifica la dignidad del trabajo y muestra al trabajador común el camino de la santidad. El trabajo diario y el trabajo duro tienen el potencial de ser una forma de honrar a Dios. San Isidoro puso a Dios primero en su vida. De su fe y amor a Dios resplandecía su trabajo, caridad y dignidad.


San Isidoro, naciste en la pobreza y trabajaste con el sudor de tu frente durante toda tu vida. Todo lo que hiciste, lo hiciste para dar gloria a Dios. Incluso las tareas pequeñas fueron santificadas en tu vida. Por favor oren por mí, para que encuentre dignidad y santidad al hacer las tareas y trabajos más mundanos de mi vida con amor. Que busque siempre primero el Reino de Dios, haciendo de su voluntad el centro de mi vida. San Isidoro Obrero, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.



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