domingo, 31 de julio de 2022

1 de agosto del 2022: Lunes de la decimo octava semana del tiempo ordinario


Testigo de la fe

 San Alfonso María de Ligorio 

Era abogado en Nápoles, cuando el espectáculo de intrigas e injusticias lo empujó a dedicarse de lleno a la evangelización. Se hizo sacerdote en 1726 y predicó misiones en círculos populares. Los discípulos se unieron a él para formar una asociación de sacerdotes y hermanos conocida hoy como los Redentoristas.





(Mateo 14, 22-36) Cristo da a sus discípulos un primer sabor de lo que será la Iglesia bajo el gobierno de Pedro. Ella podrá dominar las aguas agitadas del mal mientras que mantenga su confianza en Cristo victorioso de la muerte.





Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (28,1-17):

Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente: «Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del rey de Babilonia."»
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo: «Amén, así lo haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor."»
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo: «Así dice el Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías: «Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré."»
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: «Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor."»
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.

Palabra de Dios




Salmo

Sal 118,29.43.79.80.95.102


R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad. R/.

No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.

Vuelvan a mi tus fieles
que hacen caso de tus preceptos. R/.

Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado. R/.

Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos. R/.

No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/
.




Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-36):

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.

Palabra del Señor



1

En la primera lectura se nos quiere decir que un profeta, es particularmente necesario en momentos de agitación social y política. Su papel entonces, es denunciar las desgracias de las cuales son víctimas las personas más vulnerables.  El profeta pone en evidencia los disfuncionamientos de la sociedad e interpela a las autoridades. Un verdadero profeta se distingue por su lucidez, su fuerza de convicción, su coraje.

Entre los “Profetas de hoy” algunos actúan impulsados por su fe en Dios. Todos son puestos en movimiento por su convicción de que nosotros podemos hacer el mundo un poco mejor.


En el Evangelio, Jesús comunica seguridad nuevamente a sus discípulos, quienes le toman por un “fantasma”. “No tengan miedo”, se dice a menudo en la Biblia cuando Dios se manifiesta. Cuando uno fija su mirada en Jesús, uno avanza, pero desde el momento en que uno se paraliza ante las dificultades, ¡uno se hunde!

Los discípulos no logran tener totalmente confianza, pero por primera vez, ellos reconocen que Jesús es el Hijo de Dios.

Que hoy cuando recordamos a San Alfonso de Ligorio, imitemos su fervorosa entrega y dedicación a la oración, en la cual nos enseña a dirigirnos a Dios en todas las situaciones de la vida y que nos dice que no se puede dejar de orar, especialmente en los momentos de prueba y dificultad. Siempre debemos llamar con confianza a la puerta del Señor, sabiendo que él cuida de sus hijos, de nosotros, en todo. Él está muy lejos y a la vez muy cerca de nosotros … Por esto, por la intercesión de San Alfonso, que hoy no tengamos miedo de recurrir a nuestro Dios y presentémosle con confianza nuestras peticiones, con la certeza de que obtendremos lo que necesitamos.


2

Cuando la fe vacila

Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»



¡Qué maravillosa expresión de fe!

San Pedro, atrapado en condiciones de tormenta en el mar, expresó su total confianza, creyendo que, si Jesús lo llamaba a salir de la barca para caminar sobre el agua, sucedería.  Por lo tanto, Jesús lo llama, y San Pedro comienza a caminar sobre el agua. Por supuesto que sabemos lo que sucedió después. Pedro se llenó de miedo y comenzó a hundirse. Afortunadamente, Jesús lo rescató y todo estuvo bien.

Curiosamente, esta historia nos revela mucho sobre nuestras propias vidas de fe y mucho más sobre la bondad de Jesús. Muy a menudo comenzamos con una fe en nuestra cabeza y tenemos toda la intención de vivir esa fe. Al igual que Pedro, a menudo tomamos resoluciones firmes para confiar en Jesús y para "caminar sobre el agua" a sus órdenes. Sin embargo, con demasiada frecuencia experimentamos lo mismo que hizo Pedro. Comenzamos a vivir la confianza que expresamos en Jesús, solo para vacilar repentinamente y ceder al miedo en medio de nuestras dificultades. Comenzamos a hundirnos y tenemos que pedir ayuda.  

De alguna manera, el ideal habría sido que Pedro expresara su fe en Jesús y luego caminara hacia Él sin vacilar. Pero, de todas formas, esta es la historia real no ideal, ya que revela la profundidad de la misericordia y la compasión de Jesús. Revela que Jesús nos rescatará y nos sacará de nuestras dudas y temores cuando nuestra fe ceda.

 Esta historia trata más sobre la compasión de Jesús y el alcance de su ayuda que sobre la falta de fe de Pedro.

Reflexiona, hoy, sobre cualquier momento o manera en que hayas tenido grandes intenciones de confiar en Jesús, y comenzaste por ese camino y luego caíste.  Debes saber que Jesús está lleno de compasión y te rescatará en medio de tu debilidad tal como lo hizo con Pedro. Permite que Jesús tome tu mano y fortalezca tu falta de fe con su abundancia de amor y misericordia.

Señor, yo creo. Ayúdame cuando vacile. Ayúdame a recurrir siempre a ti cuando las tormentas y los desafíos de la vida parezcan abrumarme. Que pueda creer en esos momentos más que nunca, que estás allí extendiendo tu mano de gracia. Jesús, confío en ti.




sábado, 30 de julio de 2022

31 de julio del 2022: decimo octavo domingo del tiempo ordinario (ciclo C)

 

“¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!”, dice el sabio Qohelet en la primera lectura. Por eso nos llama a abrir los ojos a lo que estamos haciendo y a ser lúcidos. Pero no nos detengamos en todo lo que es doloroso, triste y sin futuro. En cambio, fijemos nuestra mirada en el Señor Jesús que nos ofrece lo que llena nuestro corazón y lo hace feliz.

 


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiastés (1,2;2,21-23):

¡Vanidad de vanidades!, —dice Qohélet—. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad!
Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?
De día su tarea es sufrir y penar; de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 89

R/.
 Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.


V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-5.9-11):

Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos.

Palabra de Dios

 

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS  12, 13-21

 

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:

--Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.

Él le contestó:

--Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?

Y dijo a la gente:

--Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.

Y les propuso una parábola:

--Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Necio esta noche te van a exigir la vida Lo que has acumulado, ¿de quién será?” Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios.

Palabra del Señor

 

 

 

1

--Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.

 

Lucas 12:15

 

 


Imagina cómo sería tu vida si no tuvieras posesiones. 

 

Imagina que todo lo que tuvieras fuera la ropa que usas y pasaras la vida confiando en la generosidad de los demás. 

 

Aunque, al principio, esto puede parecer una forma irresponsable de vivir, hay algunos que son llamados a vivir de esta manera por una razón sagrada. Aquellos llamados a una vida religiosa estricta están llamados a abrazar la vida de pobreza, sin poseer nada ellos mismos, por una razón. La razón se destaca en este Evangelio.

 

Con demasiada frecuencia en la vida nos consumimos con nuestras posesiones. Es cierto que las cosas materiales pueden agregarle “condimento” a la vida. Pueden ser divertidas, entretenidas, reconfortantes, etc. Pero el peligro de apegarnos a las cosas de este mundo es que comenzamos a confiar más en el placer que brindan que en las posesiones espirituales que son de mucho mayor valor. No es que las posesiones materiales sean malas, en sí mismas; más bien, es que las posesiones espirituales que Dios quiere que obtengamos son de un valor infinitamente mayor.

 

La mayoría no está llamada a vivir una vida de pobreza material, pero todos están llamados a vivir una vida de pobreza espiritual. Esto significa que, aunque vivimos en el mundo, no debemos ser del mundo. Debemos mantener nuestro corazón unido únicamente a los mayores tesoros de la vida: la fe, la esperanza y la caridad. Cuando la codicia y el amor por las posesiones materiales nos alejan de estos tesoros espirituales, debemos volver a comprometernos con el descubrimiento de su gran valor.

 

Reflexiona hoy sobre cualquier lucha que tengas con la codicia. Si eso no te sienta bien y te encuentras inmediatamente tratando de justificar tu apego a las cosas materiales, entonces es posible que necesites esta reflexión más de lo que crees. El Señor quiere darte mucho más de lo que este mundo puede ofrecerte. No tomes la decisión de apegarte a lo que es “barato” desde una perspectiva eterna. Esfuérzate por abrazar esas verdaderas riquezas que permanecerán contigo para siempre.

 

 

Señor de las verdaderas riquezas, ayúdame a mantener siempre mi corazón puesto en las riquezas que Tú concedes y nunca conformarme con aquellas cosas que nunca podrán satisfacerme por completo. Deseo la riqueza del Cielo, querido Señor, no la riqueza de la Tierra. Ayúdame a vivir la pobreza espiritual a la que estoy llamado a vivir para obtener todo lo que Tú deseas para mí. Libérame de la codicia y el egoísmo y ayúdame a encontrar el verdadero gozo en Tu santa voluntad. Jesús, en Ti confío.

 

 

2

“Enséñanos la verdadera medida de nuestros días»

 

Los textos litúrgicos de este domingo nos invitan a reflexionar sobre los bienes materiales. Sí, por supuesto, los necesitamos para nuestra vida diaria. Pero el verdadero problema está en otra parte: nos esforzamos mucho en acumular riquezas, demostramos ingenio, nos imponemos un cansancio que arruina la salud, la unión de las familias, la educación de los hijos. El confort material es bueno, pero si nuestra vida no está llena de amor, falta lo esencial.

En una de sus homilías, el Papa Francisco nos dice que “la codicia es idolatría”. Recomienda combatirlo con la capacidad de compartir, de dar y de entregarnos a los demás. Un hombre viene a pedirle a Jesús que sea el árbitro en sus problemas de herencia. Jesús se niega a ser juez en este asunto. Aprovecha para decir que hay riquezas que no nos llevaremos al paraíso.

Para hacerse entender mejor, cuenta una parábola. Nos habla de un hombre rico “cuya hacienda había rendido bien”; su gran preocupación es que no tiene suficiente espacio para almacenar toda esa cosecha. Lo que Jesús denuncia en esta historia no son las riquezas sino el apego a las riquezas. En otro lugar nos dice que es muy difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. El Papa Francisco especifica que este apego inmoderado a la riqueza es idolatría; estamos ante dos dioses: “el Dios vivo… y el dios de oro en quien pongo mi seguridad”.

Nunca debemos olvidar que la tierra y sus riquezas fueron creadas por Dios. Continúan perteneciéndole. Él nos las confió para que las hagamos fecundas para beneficio de todos sus hijos. Tenemos derecho a usarlo pero no a abusar de él. Por boca de Jesús, Dios llama locos a los que se dejan encarcelar. Se encierran ante el becerro de oro; se olvidan de amar a Dios y al prójimo. En esta época de verano y gasto, vale la pena reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida. Esto es importante porque sabemos que la riqueza, grande o pequeña, puede impedir que tomemos el evangelio en serio.

Para Jesús, la única felicidad que perdura es el encuentro con Dios, es ser “rico a los ojos de Dios”. Todos somos ricos en las riquezas de Dios, en su alegría, en su amor, en su perdón. Estas riquezas pueden incluso ofrecerse a otros. Todos conocemos a hombres, mujeres e incluso niños que han dado lo mejor de sí para ayudar a otros a tener una vida mejor.

Lo que hace el valor de una vida es precisamente nuestro amor cotidiano por todos los que nos rodean. Para comprender esto, es hacia la cruz de Cristo hacia donde debemos mirar: él se entregó hasta el final. Él nos amó “como nadie ha amado jamás”. Él mismo recomienda que nos amemos unos a otros “como él nos amó” (tanto como él nos amó). Podemos ver claramente que nosotros, pobres pecadores, estamos muy lejos de la realidad. Pero lo importante es acoger este amor que viene de él; es una riqueza que debemos comunicar al mundo.

Este Evangelio es una respuesta muy hermosa a la mirada desilusionada de Quohelet (1ª lectura). Nos metemos en muchos problemas y, un día, tenemos que dejarlo todo atrás. San Pablo (2ª lectura) nos invita a dar muerte a “todo lo que pertenece sólo a la tierra… en particular esta sed de poseer que no es más que idolatría”. Si queremos encontrar a Cristo, debemos buscar “las realidades de lo alto”. Estas realidades se llaman justicia, amor, caridad. No olvidemos nunca que el día de nuestro bautismo fuimos sumergidos en este océano de amor que es en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con él, nada puede ser como antes. Es una vida enteramente renovada la que se abre ante nosotros. Para Pablo, el hombre realizado es Jesucristo. Hacia él debemos dirigir nuestra existencia.

Por tanto, todos estamos invitados a construir el mundo de los hombres no sobre la fortuna de unos pocos, sino sobre la justicia que inspira el amor. Por eso, más que nunca, acogemos esta llamada a la conversión: “Hoy, no cerremos el corazón, sino escuchemos la voz del Señor”.

 

 

3

El buen uso de los bienes

 


1.   La parábola relatada por Jesús a la gente, en el evangelio de hoy, se refiere a un mal muy difundido en la humanidad: el de amontonar riquezas.

En pocas palabras se describe a un hombre que tiene que resolver un problema que se le ha presentado. Este hombre ha cosechado tanto en sus campos, que ya no tiene dónde guardar todos sus bienes. Entonces, acierta con la solución que parece ser la más prudente: derribar los graneros y construir otros más grandes. Una vez que haya hecho esto podrá descansar y disfrutar por largos años porque ya tiene riquezas para gozar por el resto de su vida. Pero este rico, que parecía tan prudente, no ha tomado en cuenta un detalle que echará a perder todas sus previsiones. Si bien él ha pensado en guardar bien asegurados todos sus bienes, no se ha acordado de que hay un bien que no puede asegurar. Y este bien es la misma vida. Sus riquezas podrán estar seguras en los depósitos nuevos por muchos años, pero él no tiene modo de alargar su vida ni siquiera un minuto. Es por eso por lo que, cuando termina su reflexión y se alegra por la solución que ha encontrado para su problema, oye la voz de Dios que le dice que esa misma noche tendrá que morir. Por más riquezas que tenga, no podrá prolongar su vida ni un minuto, para gozar y descansar como lo había pensado. La parábola podría haber terminado en este punto, y sería una enseñanza sobre la inseguridad de nuestra vida terrenal, dado que se puede acabar en cualquier momento. De nada vale trabajar y acumular bienes si no sabemos cuándo vamos a morir. Además, es bien sabido que cuando alguien logra tener una fortuna, en cuanto muera la disfrutarán los herederos que no trabajaron para alcanzarla.

2. Sin embargo, Jesús va más allá y hace una aplicación de la parábola que no se detiene en esta mirada melancólica y pesimista sobre la vida que se acaba y los bienes que se pierden, sino que se refiere al buen uso que hay que dar a los bienes si se quiere que ellos duren para siempre. De esta manera, su enseñanza vale tanto para los que tienen grandes fortunas como para aquellos que tienen poco o nada. El Señor habla de “ser ricos en lo que se refiere a Dios”. O sea, de tener la actitud de acumular tesoros en el cielo en vez de amontonarlos en la tierra. Jesús desaprueba la actitud de aquellos que, como el rico de la parábola, viven para amontonar fortunas terrenales como si estuvieran seguros de que se van a quedar para siempre en este mundo y que tendrán tiempo para disfrutar todo lo que han acumulado. En cambio, la actitud correcta es la del que sabe cuál es el verdadero destino de todos los bienes que nos da el Señor. Tenemos que hacer que estos duren para siempre y que sean siempre nuestra felicidad. Es decir, debemos buscar la forma de que no los perdamos en el momento de nuestra muerte. El Señor nos dice que los depositemos en el cielo. Cristo nos enseña el camino del desprendimiento por amor.

3. El problema del rico es que se “dedica”, se “afecciona” a la riqueza. Pone su corazón donde está su tesoro. Y, así, las riquezas se convierten en obstáculos para la iluminación y la salvación del alma. Pero ¿son un mal los bienes de este mundo? Platón los puso en último lugar en la lista de los bienes. De suyo los bienes materiales son indiferentes; pero, dada la condición humana, caída por el pecado original, los bienes constituyen un verdadero peligro por el poder que tienen de apegar el corazón. Cristo obviamente no odió a los ricos ni a las riquezas. Pero, podemos decir, que Cristo amó a los pobres y señaló ásperamente el grave peligro de las riquezas.

4. Cristo amó a los pobres: pero no era tonto como para creer que basta ser pobre para ser perfecto o estar salvado (como algunos ideólogos “populistas” creen hoy en día). Sin embargo, es cierto que Jesús amó a los pobres. Sin embargo, también es cierto que puede haber malos pobres: es el gran pecado de nuestra época. Decía un santo: “Dios mío, ¡cuánta pobreza desperdiciada!”. La impaciencia, la envidia, el resentimiento, la rebeldía, la venganza son los vicios del “mal pobre”, el cual es el más mísero de los hombres, pues tiene las desventajas de las riquezas..., sin las riquezas; el mal pobre tiene el quemante cauterio de la plata sin la plata; el mal pobre tiene el peso del Peso sin los pesos. ¿Por qué habría de tener una excelencia espiritual el ser pobre? ¿No es eso una especie de “resentimiento”, como decía Nietzsche? El cristiano –y Cristo- no ama la pobreza por sí misma, sino por el señorío de espíritu que es necesario tener para depreciar la riqueza. Pero no basta. Cristo dijo directa y tajantemente que lo mejor es dejar los bienes, lo cual es mucho más que solamente estar desapegados de ellos. ¿En qué consiste, entonces, la excelencia espiritual de la pobreza? En que la pobreza nos pone más cerca de la Realidad; o sea, de la realidad mística y religiosa, que es la realidad última y duradera; la realidad más real. El fin último del hombre. Aquello para lo cual el hombre fue creado. El pobre ve más fácilmente que el rico; y el ver bien toda la Realidad es la Humildad, principio y fundamento de todas las virtudes. Las apariencias de lo material y la atracción de lo sensible nos engañan de tal manera que no nos damos cuenta de que somos míseros y ciegos, y pobres y desnudos (cfr. Ap 3, 17). Pero el pobre, lo sabe (se da cuenta) más fácilmente. El pobre tiene los anteojos de la “necesidad”. El que está en necesidad tiene más facilidad, está más proclive, a ver la carencia del hombre y su estado de indigencia delante de Dios. O sea, existe una especie de pacto entre el ser pobre y el percibir las verdades del Evangelio, que son sobrenaturales; y esto es el “Reino de los cielos”. De hecho, Cristo en su vida terrenal eligió ser pobre; por algo habrá sido; Dios sabe más que nosotros. No negamos que con las riquezas también se puede hacer mucho bien, pero ese bien se hace dejándolas o gastándolas, no amontonándolas. Aristóteles enseña que el que no tiene bienes no puede practicar muchas virtudes como por ejemplo la generosidad, la magnificencia, y hasta la amistad. Lógicamente, si no tiene bienes materiales, ¿qué va a dar? ¿con qué va a ser generoso? ¿qué va a comunicar a sus amigos? Pero Jesucristo cambió esa doctrina de la filosofía sin fe. Cristo prefiere al que lo da todo, incluso la propia vida. Da más el que no tiene que el que tiene, como Cristo en la cruz, desnudo, sin nada, que dio más al mundo que si hubiese sido rico. Por eso, para terminar, aprendamos: 1) a desprendernos de los bienes en la voluntad, o sea, “ofrecérselos a Dios” 2) para ver, luego, qué es lo que Dios quiere de nosotros. Porque el que no se desprende al menos espiritualmente, no ve. Y el que no ve es un ciego que no capta ni captará lo esencial del Evangelio.


Referencias:

RONCAGLIA, Fabio. Homilías Católicas Ciclo C

viernes, 29 de julio de 2022

30 de julio del 2022: sábado de la decimoséptima semana del tiempo ordinario- San Pedro Crisólogo

 

Testigo de la fe

San Pedro Crisólogo

Obispo de Rávena, en el norte de Italia, Doctor de la Iglesia. Famoso por su predicación de inspiración bíblica, muy cercana a la vida cotidiana. Su elocuencia pastoral le valió el título de Crisólogo, "palabra de oro". Murió alrededor del año 451.

  

(Jeremías 26, 11-16.24) El profeta denuncia la injusticia y revela todo el horror que ella implica. Y Él es también a la vez acusado, despreciado, rechazado. La gente quiere deshacerse de él. Y por lo tanto su objetivo es salvar a su prójimo. Su voz, que es la del amor, me llama hoy a la conversión.

 


Primera lectura

 Lectura de la profecía de Jeremías (26,11-16.24):


En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 Sal 68



R/. Escúchame, Señor, el día de tu favor


Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R
/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,1-12):

En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.

Palabra del Señor

 


El triste fruto del odio

 

«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»

Mateo 14:8

 

Ugh, ¡qué mal día! Podemos decir al menos.

San Juan Bautista fue decapitado a petición de Salomé, la hija de Herodías. Juan estaba en prisión por decir la verdad a Herodes con respecto a su matrimonio, y Herodías se llenó de odio hacia Juan. Así que Herodías hizo bailar a su hija en presencia de Herodes y sus invitados. Herodes quedó tan impresionado que le prometió a Salome hasta la mitad de su reino. En cambio, su petición fue por la cabeza de Juan el Bautista.

Incluso, superficialmente, ésta es una petición extraña. A Salomé se le promete hasta la mitad del reino y, en su lugar, pide la muerte de un hombre bueno y santo. De hecho, Jesús dijo de Juan que nadie nacido de mujer era más grande que él. Entonces, ¿por qué tanto odio de Herodías y su hija?

Este triste incidente ilustra el poder de la ira en su forma más extrema. Cuando la ira se produce y crece, causa una pasión profunda, tanto que nubla el pensamiento y la razón de una persona. El odio y la venganza pueden consumir a una persona y conducir a una completa insensatez.

Herodes también es un testigo de extrema irracionalidad aquí. Se le presiona para hacer lo que no quiere hacer porque tiene miedo de hacer lo correcto. Está abrumado por el odio en el corazón de Herodías y, como resultado, cede a la ejecución de Juan a quien realmente parecía apreciar y disfrutaba escuchando.

Normalmente buscamos inspirarnos en el buen ejemplo de los demás. Pero, en este caso, encontramos que podemos ser "inspirados" de una manera diferente. Debemos usar el testimonio de la ejecución de Juan como una oportunidad para ver cualquier lucha que tengamos con ira, resentimiento y sobre todo odio. El odio es una pasión fea que puede colarse y causar mucha destrucción en nuestras vidas y en las vidas de los demás. Incluso los comienzos de esta pasión desordenada deben ser confesados y superados.

Reflexiona, hoy, sobre si ves algún odio en tu corazón. ¿Te has aferrado a un rencor o amargura que no va a desaparecer? ¿Esa pasión está creciendo y causando daño a tu vida y a la de los demás? Si es así, resuelve dejarla y perdonar. Es lo correcto.


Señor, dame la gracia que necesito para mirar en mi corazón y ver cualquier tendencia de ira, resentimiento y odio. Por favor, purifícame de todo esto y dame la libertad. Jesús, confío en Ti.

jueves, 28 de julio de 2022

29 de julio del 2022: Santos Marta, María y Lázaro

 

Testigos de la fe

Santa Marta y María, y San Lázaro 

Un decreto del 26 de enero de 2021 instituyó una nueva memoria obligatoria para el 29 de julio, en sustitución de la de Santa Marta. Se trata ahora del recuerdo de la misma familia, la de Marta, María y Lázaro, a quienes Jesús contó entre sus amigos y que supieron acogerlo entre sus visitas apostólicas.

 

(Lucas 10, 38-42) Al honrar a estos hermanos juntos, se nos recuerda especialmente la importancia de permanecer cerca de la familia e invitar a Jesús a nuestra familia. Marta, María y Lázaro vivieron juntos y compartieron una vida común de amor. Invitaron a Jesús a su vida familiar y Él aceptó su oferta.

 


Primera lectura

 Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):


Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 33

R/. Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

 

 Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,38-42):


En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»

 

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Dios es amor

El amor del cual nos habla en su Carta San Juan no tiene nada que ver con el sentimiento amoroso, reducido, meramente pasional…. Es una bondad, es una preocupación y cuidado y estima por los demás (ágape en vez de eros). Cuando entramos en esta dimensión y nos disponemos a amar así, nos damos cuenta que cualquier cosa se dilata en nosotros y nos abre a otra cosa más grande que nosotros. Dios que es amor es fuente de todo amor. Un amor que Él ha manifestado enviándonos a Jesús, su Hijo. Un amor del cual Jesús testimonia en palabras y en actos.

 En el Evangelio, vemos cómo de entrada al llegar Jesús a casa de la familia de Lázaro, avisado de la muerte de su amigo, Marta, la hermana del difunto le reprocha a Jesús por no haber estado presente en los últimos momentos de su agonía y no haber hecho algo para evitar su muerte. Enseguida, ella expresa lo que ella cree como muchos judíos de su tiempo: sí, habrá una resurrección en el último día. En fin, ella se pone entre las manos de Aquel que reconoce como el Hijo de Dios.

 


 Amistad familiar con Jesús


 «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»

 

Lucas 10:41–42

 

El memorial de hoy era antes un memorial solo en honor a Santa Marta. Sin embargo, el 26 de enero o 2 de febrero de 2021, el Papa Francisco amplió este memorial para incluir a la hermana y el hermano de Marta, María y Lázaro. Así, hoy celebramos a estos tres hermanos juntos.

Marta, María y Lázaro eran amigos cercanos de Jesús. Vivían en Betania, que estaba a poca distancia de Jerusalén. Marta es recordada especialmente por la historia en la que ella había estado preparando una comida para Jesús, mientras su hermana, María, se sentaba a los pies de Jesús escuchándolo, dejando todo el trabajo a Marta. Marta se quejó con Jesús, instándolo a “Dile que me ayude”. La amable reprensión de Jesús por su pedido se cita arriba.

María también es conocida por la historia anterior en la que se sentó a los pies de Jesús. Esto se ha visto tradicionalmente como un símbolo de la oración contemplativa. También se la presenta en el Evangelio de Juan como la que derramó un frasco entero de costoso aceite perfumado sobre los pies de Jesús y los secó con su cabello solo seis días antes de la muerte de Jesús. Aunque la tradición medieval a veces ha asociado a María de Betania con María de Magdala y con la mujer pecadora que ungió los pies de Jesús ( Lucas 7:36–50 ), la mayoría de los eruditos están de acuerdo en que se trata de tres Marías diferentes. De hecho, una de las razones por las que el Papa Francisco agregó hoy a María de Betania a este memorial fue para honrarla con un memorial litúrgico que no la confundiera con María de Magdala.

Lázaro es, por supuesto, bien conocido por el hecho de que Jesús lo devolvió a la vida después de estar muerto y en la tumba durante cuatro días. Poco más se menciona sobre Lázaro en los Evangelios excepto por el hecho de que los fariseos querían arrestar a Lázaro en el momento en que también buscaban arrestar a Jesús y que él era hermano de Marta y María.

¿Por qué tenemos este memorial en honor a estos tres hermanos juntos? Cuando se estableció este memorial, la Congregación para el Culto Divino dijo: “En la casa de Betania, el Señor Jesús experimentó el espíritu de familia y la amistad de Marta, María y Lázaro, y por eso el Evangelio de Juan dice que los amaba”. Al honrar a estos hermanos juntos, se nos recuerda especialmente la importancia de permanecer cerca de la familia e invitar a Jesús a nuestra familia. Marta, María y Lázaro vivieron juntos y compartieron una vida común de amor. Invitaron a Jesús a su vida familiar y Él aceptó su oferta. 

La elección de Jesús de hacerse amigo de esta familia es una indicación de Su deseo de unir a cada familia y de hacerse amigo de cada miembro de cada familia para ser la fuente central de su amor y unidad compartidos. El amor familiar es fundamental para nuestra vida humana. Y aunque no todas las familias disfrutan de la unidad y el amor mutuo, nunca debemos olvidar que Dios quiere entrar en cada familia tal como lo hizo con Marta, María y Lázaro.

Reflexiona, hoy, sobre tu propia familia. ¿De qué maneras desea Jesús hacerse más amigo tuyo? ¿Cómo desea Él entrar en tu vida familiar y fortalecerla con Su amor? ¿Y cómo quiere Él usarte para ayudar? Incluso si tu familia lucha de varias maneras, debes saber que Dios quiere amarte a ti ya tu familia de la misma manera que lo hizo con la familia de Marta, María y Lázaro. Aunque no eran perfectos, no obstante, Él los amaba. Y Él desea hacer lo mismo contigo y tu familia. 

 

Mi amado Jesús, Tú elegiste amar a la familia de Marta, María y Lázaro. Al hacerlo, nos revelas también tu deseo de amar a todas las familias con un amor santo. Te invito a mi vida y a mi familia, amado Señor. Fortalece nuestros lazos, trae unidad y respeto mutuo. Elimina cualquier dolor y división del pasado y permite que cada familia comparta más plenamente Tu amistad y amor. Jesús, te amo. Jesús, en Ti confío.

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