viernes, 30 de julio de 2021

1 de agosto del 2021: 18o Domingo del Tiempo Ordinario (B)


Qué bueno cuando se tiene hambre!

Jesús ha saciado de pan una multitud numerosa y ella quiere todavía más. Sobre la otra orilla del lago, Él ofrece a su gente que tiene hambre OTRO PAN, aquel que viene del cielo y da la vida al mundo. Este pan, es Jesús mismo.

Si no tenemos hambre, no vengamos al encuentro del Señor, ya que Él no puede alimentar aquellos que se creen satisfechos. Al contrario, con los ojos de la fe, reconozcamos que el Señor Jesús es el Pan de Vida, de la Vida presente y de la Vida Eterna.



 EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 24- 35

En aquel tiempo, cuando la gente vio que no estaban allí ni Jesús ni sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Lo encontraron al otro lado del lago, y le dijeron:
--Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús les contestó:
--Os aseguro que no me buscáis porque habéis visto milagros, sino porque habéis comido pan hasta hartaros. Procuraos no el alimento que pasa, sino el que dura para la vida eterna; el que os da el hijo del hombre, a quien Dios Padre acreditó con su sello
Le preguntaron:
--¿Qué tenemos que hacer para trabajar como Dios quiere?
Jesús les respondió:
--Lo que Dios quiere que hagáis es que creáis en el que él ha enviado.
Le replicaron:
--¿Qué milagros haces tú para que los veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo».
Jesús les dijo:
--Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo; mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo
Ellos le dijeron:
--Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les dijo:
--Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.

Palabra del Señor-



A guisa de introducción:

El valor de un regalo!
1.     Cuando un niño recibe un regalo que esperaba, sea por su cumpleaños u otro motivo, es difícil distraer su atención del regalo recibido. No es raro que su madre deba arrancarlo de su fascinación para invitarlo a decir “Gracias”, para ayudarlo a reconocer que hay algo más importante que el mismo regalo: el amor y la persona de aquel o aquella que le ha ofrecido el regalo.
Cuando se trata de enamorados que se regalan mutuamente, es totalmente diferente. El aspecto material, utilitario del regalo pierde entonces rápidamente su importancia; uno busca la significación del presente, los sentimientos que lo han inspirado; lo que revela de la persona que lo ha dado.
2.     Como el niño, podemos quedarnos en el regalo, no mirar que el pan de la multiplicación y mismo no mirarlo que como un regalo más entre otros posibles. Jesús entonces pasa al segundo plano; sin exagerar, podríamos decir que Él tiene importancia sólo como hacedor de milagros para nuestro provecho personal. Es otra cosa totalmente, si tomamos la actitud de los enamorados. Aquello que Jesús ha dado en abundancia, no es cualquier cosa, es un alimento que Él ha escogido por su rico valor de signo: pan, pan que alimenta; es Él mismo donando el amor, la Vida de Dios.



Aproximación psicológica del evangelio:

Cuidado con lo que comen!

Dios se preocupa del ser humano y quiere verlo crecer. Él se inquieta de verlo agotándose en actividades y preocupaciones que lo hacen dar vueltas. “por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no sacia?”, demanda Dios por intermedio del profeta Isaías (Isaías 55,2).

Esta cuestión nos parece  que hoy tiene una gran actualidad en un mundo donde efectivamente gastamos nuestro dinero en diversos productos de consumo que además de nunca saciarnos (o llenarnos) también nos dejan en la superficie de nuestro ser y alejados más que antes de nuestros recursos o fuentes espirituales.

Jesús retoma acá la misma pista cuando nos dice: “es necesario que se pongan a trabajar no para obtener este alimento o comida que perece, sino la comida que permanece para la vida eterna” (v.27). “Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse” (v.26).

Ustedes se interesan en mí porque yo les he alimentado su sed de lo mágico, de milagros (uno podría agregar hoy: de religiosidad). Pero todo esto no les permite avanzar mucho,  y lo que yo quiero, es justamente hacerles avanzar, abarcar  y unirme a ustedes en  sus verdaderas hambres y su verdadera sed, de ponerlos en camino a este nivel.

Mateo 5,6 sería un  buen eco de esta palabra: “Bienaventurados (o felices) aquellos que tienen hambre y sed de justicia”…Felices los que no trabajan por la “comida que se acaba (o perece)”: bienes de consumo, reconocimiento social, seguridad y confort ilimitados, religiosidad, espiritualidad comprometida con la inconsciencia social…

Felices aquellos que están en búsqueda de la “comida que permanece”, bienaventurados aquellos cuya hambre y sed de justicia les hace semejantes a Jesús, para quien “su alimento era el de hacer la voluntad de Aquel que le había enviado” (Juan 4,34).

Esta “sed de justicia”, esta “voluntad de Dios”, miren cómo la expresa el profeta  Isaías: “romper las cadenas injustas (…) romper todos los yugos, compartir tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante..?  (Isaías 58,6-7).

Esta “sed de justicia”, era ya visible en las prácticas de Jesús, pero Él lamenta que no se vuelva una norma de vida y uno no se apropie de ella: “En verdad les digo que ustedes me buscan, no porque hayan visto las señales” (v.26). Ustedes se apegan a los detalles superficiales de mi acción, sin dejarse interpelar (o cuestionar) por lo esencial…”Pónganse a la obra” (v.27)! mejor dicho “a trabajar!”



Reflexión CENTRAL:



Yo soy el pan de vida




Continuamos hoy meditando el capítulo 6 del evangelio de San Juan. A partir de este evangelio, vemos a Jesús actuar en otro nivel. El domingo pasado, el evangelio nos relataba una acción exterior y visible de Jesús: “La multiplicación de los panes”.

Ahora Jesús trata de actuar en los corazones, en los espíritus. Trata de encaminar su auditorio más lejos. Su punto de partida obligado son los sentimientos, los pensamientos, la mentalidad de estos judíos que han venido con Él al desierto.

El milagro del pan ha iniciado en ellos un proceso de esperanza y de sueños. Ellos ven en Jesús al nuevo Moisés que dona el “maná”  de los tiempos últimos, el Eliseo enviado por Dios para realizar maravillas todavía  más grandes o mayores que aquellas de las cuales fueron testigos los ancestros. He aquí el punto de partida de Jesús.

Su punto de culminación o final? Es llevar esta gente a comprender que Él, Jesús a la vez es y no es  el Mesías esperado. Él es, bien claro, el enviado de Dios en quien se cumplen  todas las promesas pero no a la manera como lo sueñan los judíos: no a partir de maravillas en el cielo, no por la fuerza política, no por la abundancia material, sino por una respuesta más radical a las verdaderas necesidades del ser humano. Cristo debe entonces a su vez, llevar a descubrir a esta gente su verdadera hambre, mucho más profunda que el hambre de pan y de lo mágico o maravilloso, y hacerles descubrir que Él es el solo pan dado por el Padre para alimentar la humanidad. Es necesario creer para percibir el misterio de Cristo. Desafortunadamente, los judíos exigen ver para creer cuando es necesario creer para ver.

Otra hambre (u otros apetitos)…

A las numerosas definiciones existentes del ser humano, yo agregaría otra: “la persona es un cumulo de hambres!” (otros dicen “un animal de eternas insatisfacciones”) Todos nuestros sentidos tienen hambre: los ojos tienen hambre de ver, los oídos de oír, la boca de gustar, la nariz de oler, el cuerpo de tocar…

Físicamente, todos nosotros tenemos necesidad de ser alimentados por todo tipo de sensaciones. A menudo ellas son tan ricas, tan variadas, tan intensas, que parecen colmar nuestra vida. En efecto, algunas personas lo hacen a lo largo de toda su vida. Ellas se convierten en prisioneras de sus apetitos físicos. No pueden tomar más  distancia con respecto a esas hambres. Ellas viven sobre la epidermis del ser. De igual modo, ellas no pueden  percibir otras hambres.

El hambre fundamental

Porque hay otras hambres más  radicales, más exigentes, que son preferiblemente necesidades de la persona toda entera que de su cuerpo solamente. Podríamos resumir estas hambres en tres necesidades fundamentales:

La PRIMERA es la necesidad de seguridad. Ya sea uno un niño pequeño, un adulto o un anciano, uno siente la necesidad de proteger su vida de la enfermedad, del hambre, de la muerte. Si esta seguridad no es asegurada (valga la redundancia), uno no funciona bien. Es sino mirar los destrozos sicológicos que provoca en un individuo y su familia el desempleo, o simplemente la amenaza de llegar a quedarse sin trabajo.

La segunda necesidad es aquella de REALIZARSE, de llegar a la plenitud. Cada ser humano porta en su interior riquezas, potencialidades que quieren ganar su lugar, su sitio en el gran día. Un siempre quiere “ganar o tener su sitio en el mundo gracias a sus talentos y potencialidades”. Como una semilla traza o dibuja su camino a través de la tierra y mismo en las piedras para poder estirarse y ser frondosa, la persona puede  a veces desplegar o gastar energías considerables para poder realizarse. Ya sea que uno piense en la adolescencia, este periodo de la vida donde uno despliega tantos esfuerzos  para afirmarse y uno se rebela contra la autoridad, o donde uno rechaza de ser encerrado  o clasificado en un rol de dependencia así  se le ofrezca la seguridad.

La tercera necesidad  es la de ser reconocido. Es esencial para un ser humano que los otros digan SI a su presencia, a su existencia. Todos tenemos necesidad de sentir que somos importantes para alguien, que otros se den cuenta que existimos y que acojan nuestra existencia en la de ellos.

Como canta en una letra de música tropical el venezolano Pecos Kanvas : “Todo el mundo necesita amor…” Cada uno de nosotros lleva en su corazón esta inmensa hambre de ser mirado amorosamente por los otros, de ser reconocido, de sentir que los demás son felices  de que uno exista.

Hambres superficiales:

Tales son las hambres fundamentales del ser humano, pero como lo subraya R. Blondin en su libro “La felicidad posible”, el problema de las gentes de occidente es que su corazón es una selva de 1000 deseos que esconden las verdaderas hambres. Somos como los niños que caminan en un lugar entre  montañas de juguetes y que lloran porque no pueden llevárselos todos a su casa. Una cosa que es simplemente útil o agradable se convierte con facilidad en algo esencial para nuestro bienestar o felicidad. Si no me compro tal mueble o tal carro, si no hago tal viaje, si me pierdo tal o cual salida, mi vida es destrozada o demolida. Cómo  vuelve uno la tan felicidad frágil! Como dice San Pablo en la segunda lectura escuchada hoy, uno tiene fácilmente el corazón habitado por “deseos engañosos”.

En el evangelio, Jesús denuncia aquellos que no esperan de Él nada más que el pan que alimenta el vientre. Hoy aun, nosotros estamos tentados a  utilizar a  Jesús para que responda nuestras hambres superficiales. Hay gente que ora, encienden lámparas para que haga buen tiempo en el momento de su picnic,  o que tal asunto o negocio interesante se cierre bien, o para que la cosecha (de café) de cualquier producto sea buena…

Jesús entonces puede volvernos a decir lo que le decía a sus contemporáneos:“no me busquen porque hayan comido pan hasta saciarse. No trabajen por la comida que perece, sino por la comida que permanece” (v. 26 y 27).


Otro pan…

Jesús va aun más lejos. Él denuncia todos aquellos quienes, conscientes de su verdadera hambre, tratan sin embargo de saciarlas por sí mismos. Él condena los fariseos ya que ellos tratan de responder a su necesidad de ser reconocidos por sus solos esfuerzos, cumpliendo actos religiosos. Solo Dios puede reconocerlos, les dirá Jesús. Es necesario buscar la Gloria que viene de Dios y no de los hombres. Jesús denuncia aquellos que buscan realizarse en el solo éxito material, cuando el destino del ser humano llama a un ideal mucho más rico y pleno.

El denuncia aquellos que fundan y o ponen  su seguridad en el dinero, cuando este no puede darles una milésima de segundo más de vida.

El pan de la presencia

Pero si Jesús rompe así las ilusiones de las personas, es para irrigar su deseo hacia su verdadera fuente, es para ofrecer a su hambre el solo pan verdadero, su propia persona: “Mi padre les da el verdadero pan, el que desciende del cielo». Esto quiere decir que nuestra verdadera seguridad no puede venir de nosotros mismos. Ella no puede venir sino de OTRO. Ella no puede venir sino de Dios. Jesús se nos propone como aquel que en su ser lleva la fuerza para vencer a la misma muerte. Él es el médico de la vida. Él es el solo remedio contra la muerte. Ya que lo esencial de la muerte, no es totalmente la desaparición de los cuerpos, es la desaparición de los lazos y la ruptura de las relaciones. Háblenle a cualquiera que vive sus últimos momentos, en la agonía de su vida. Lo que le da miedo, no es encontrarse muerto, no, es la de encontrarse o verse solo! Ahora la relación por la cual Cristo quiere unirnos a Él  es tan fuerte que la muerte misma no puede romperla. Y esta fuerza de Cristo ha estallado en la resurrección. Esta es la victoria de la relación sobre la ruptura, es la unión al Padre que sobrevive a la fractura de la muerte.

“Yo quiero vivir mi vida”. Así se resume a menudo la necesidad de realizarse o sentirse colmado. Y es necesario mucho camino o recorrido de madurez para descubrir que el solo éxito que cuenta de verdad es antes que todo  interior. Éste consiste en llegar a ser plenamente uno mismo, preferible que  realizar muchas cosas. Entonces, Cristo es el ser humano totalmente exitoso, realizado, aquel que ha actualizado todas nuestras virtualidades (potencias o capacidades). Y por  tanto, en términos materiales Él ha realizado poco: Él no ha construido nada, Él no ha amasado fortuna. Él se ha realizado en esta dimensión donde el hombre es la máxima imagen de Dios: en la dimensión de un ser relacional abierto a todos los demás seres y abierto al totalmente Otro (Dios).

Y Él se nos ofrece como el camino que conduce al verdadero cumplimiento o realización de nosotros mismos. Si somos imagen de Dios en nuestro nacimiento, es un poco a la manera por la cual somos imágenes de nuestro padre  o de nuestra madre: en potencia. Nosotros debemos entonces llegar a ser imagen de Dios a la manera de Cristo, quien es el camino y el término de esta realización.

El pan de la dignidad

“Yo soy el pan de vida que dona la vida al mundo”. En el evangelio si uno ve a Jesús hacer volver a la vida algunas personas (Lázaro, la niña del jefe de la sinagoga, el hijo de la viuda), se le ve sobre todo resucitar la esperanza y la dignidad en el fondo de sus corazones. Esto es particularmente impactante en su encuentro con las personas que ya no son más nada a los ojos de los otros.

A los ojos de todos, Zaqueo no es más que un ladrón. Mateo es un explotador: Magdalena, una prostituta, y la mujer adultera, una pecadora. Todas estas personas no  atraen nada más para sí que desprecio. Pero he aquí que sobre su camino, ellos viven un encuentro que los sacude, que les resucita. Si Jesús quiso morir entre dos ladrones, no es para revelarnos en el supremo momento de su vida que Él siempre está dispuesto a acogernos? La diferencia entre los dos ladrones no reside en la gravedad de sus crímenes: tanto el uno como el otro es culpable. La diferencia reside en el hecho que uno ha sabido percibir esa mirada de amor depositada en él y lanzarse, pleno de confianza en los brazos de Cristo. Él ha sabido ver, tomar y comer este pan roto, esta presencia de amor a su lado. Solo Cristo nos ama lo suficiente para venir a nosotros a pesar de nuestros pecados, para venir hacia nosotros a pesar de nuestros fracasos, y darnos todo lo que Él es.

Ser creyente, es entonces  primero que todo aceptar ser incomodado o cuestionado por la Palabra de Dios que denuncia o descubre nuestros deseos engañosos, revela la fragilidad de nuestras satisfacciones o alegrías y nos llama a descubrir en nosotros nuestras hambres las más verdaderas, las más profundas.

Ser creyente, es descubrir en la fe el verdadero pan que no es un objeto sino una persona, Cristo. Él se nos propone o se nos presenta para salvar nuestra vida de la muerte, para conducirnos al cumplimiento o realización de todo nuestro ser, para depositar en nosotros su mirada de amor y vestirnos de dignidad.



En conclusión con respecto a la Eucaristía


Al mencionar el mana del desierto, Jesús hace alusión al estatuto del hombre pecador en el libro del Génesis (capitulo 3). “Comerás el pan con el sudor de tu frente”. Alimento obtenido para un trabajo agotador, comida que no llega a conjurar la vejez y la muerte, comida sembrada o cultivada, que monta de la tierra que implica el trabajo agotador y el sudor de la frente.

En el texto de San Juan, todos estos términos son puestos a la inversa. Jesús anuncia un pan que no sube de la tierra sino que desciende o baja del cielo. Un pan que no es el fruto del trabajo ya que el solo esfuerzo exigido para recibirlo es aceptarlo en la fe. Lo que Dios espera de nosotros es que creamos que Cristo es nuestro pan de vida.

La Eucaristía o (santa cena o misa) no es simplemente una comida, una liturgia donde todo debe desenvolverse según las normas o las rúbricas, o donde cada quien cumple el papel asignado. No se trata de un acto donde el sacerdote se pone lujosos vestidos litúrgicos, con suntuosas decoraciones, música inspiradora, homilías bien preparadas…Se trata de un encuentro comunitario que acrecienta nuestra fe en Jesús, el Pan venido del cielo.

Cuando yo compartía mi fe en Camerún, recuerdo haber presidido la Eucaristía utilizando como altar piedras planas y alargadas bajo los árboles o bajo una improvisada enramada. Mas, la comunidad cristiana estaba presente y participaba activamente, con alegría y convicción. Cristo estaba presente, como lo está hoy en nuestras grandes iglesias y catedrales.




REFERENCIAS Bibliográficas:


·        Para las lecturas: http://betania.es

         http://paroissesaintefamilledevalcourt.org 

·        Pequeño  misal “Prions en Église”, edición quebequense, Novalis, 2012.

·        HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

·        Revue Liturgique «  Célébrer « , Canada

·        http://cursillos.ca  , reflexion del P. Allard, s.d.v

lunes, 19 de julio de 2021

20 de julio del 2021: martes de la decimosexta semana del tiempo ordinario (I)

 

Mateo 12, 46-50) Jesús no quiere denigrar a los miembros de su familia, simplemente quiere que entendamos que todos pueden llegar a ser sus parientes: su madre, su hermana, su hermano ... Al considerarnos así en la fe, nos volvemos más benévolos y comprensivos unos con otros, más solidarios.

 



Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (14,21–15,1):

En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros. Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: «Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.»
Dijo el Señor a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»
Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico al Señor.

Palabra de Dios.

 

 

Salmo

Ex 15,8-9.10.12.17



R/.
 Cantaré al Señor, sublime es su victoria

Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.» R/.

Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra. R/.

Introduces a tu pueblo
y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos. 
R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,46-50):

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»
Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Palabra del Señor

 

 

***********

 

«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»


Mateo 12: 48–50

 

 

Estas preguntas las planteó Jesús a una multitud de personas que estaban dentro de una casa donde estaba enseñando. Su madre y sus hermanos llegaron afuera pidiendo hablar con él. 

En primer lugar, cabe señalar que la palabra "hermanos" en hebreo antiguo, arameo y otros idiomas no significa necesariamente hijos del mismo padre. La misma palabra se usó para referirse a cualquier persona dentro de la misma familia extendida, como primos. Por lo tanto, está claro que la madre de Jesús y algunos otros parientes varones venían a verlo.

 

Jesús aprovecha esa oportunidad para seguir enseñando a la multitud sobre la familia de Dios. Él dice claramente que nos convertimos en miembros de Su familia simplemente por obedecer la voluntad del Padre Celestial. Por lo tanto, la definición de familia de Jesús excede las relaciones de sangre para incluir a todos los que están unidos espiritualmente a Él a través de la unidad de su voluntad con la del Padre.

 

Una razón por la que esto es tan útil de entender es porque nos revela nuestra identidad. Dios quiere que le pertenezcamos. Quiere que entendamos quiénes estamos llamados a ser. Estamos llamados a ser hijos del Padre, hermanos y hermanas de Cristo, e incluso madres y padres de nuestro Señor en un sentido espiritual. Nos convertimos en Sus madres y padres en el sentido de que lo traemos a este mundo a través de nuestra obediencia a la voluntad del Padre.

 

Los niños, desde las edades más tempranas, quieren pertenecer a alguien o algo. Quieren amigos, quieren ser incluidos, quieren tener relaciones con los demás. Este deseo innato se coloca dentro de nosotros desde el momento de nuestra creación y es fundamental para quienes somos. Y ese deseo solo puede cumplirse completamente a través de nuestra membresía espiritual dentro de la familia de Dios.

 

Piensa, por un momento, en tu propio deseo de amistad. A menudo, cuando dos personas son los amigos más cercanos, se refieren entre sí como hermanos o hermanas. El vínculo de la amistad es profundamente satisfactorio porque para eso estamos hechos. Pero la verdadera amistad, los verdaderos vínculos familiares espirituales, solo se cumplen en la forma más pura cuando son relaciones que resultan de nuestra unidad con la voluntad del Padre. Cuando estás unido a la voluntad del Padre y cuando otro también está unido a la voluntad del Padre, entonces esto crea un vínculo familiar que se cumple en el nivel más profundo. Y ese vínculo no solo nos une con otros cristianos, también nos une profundamente con Jesús, como se menciona en este pasaje del Evangelio.

 

Reflexiona hoy sobre estas palabras de Jesús como si fueran una forma de invitación que se te ha hecho. Te está invitando a Su familia. Quiere que le pertenezcas. Quiere que tomes tu identidad en Él. Mientras buscas entrar en plena obediencia a la voluntad del Padre, considera también el efecto que eso tiene en tus relaciones con otros que también buscan vivir la voluntad del Padre. Regocíjate en el vínculo que crea tu mutua obediencia a Dios y saborea esos vínculos con mucha gratitud.

 


Mi amado Señor, Tú has establecido la familia humana para la unidad y el amor. Invitas a todas las personas a compartir tu familia en amor. Acepto tu santa invitación, querido Señor, y prometo obediencia de todo corazón a la voluntad del Padre Celestial. Al hacerlo, me regocijo en la recompensa de una relación cada vez más profunda contigo y con todos los que están unidos a ti. Jesús, en Ti confío.

 

sábado, 17 de julio de 2021

18 de julio del 2021: 16o Domingo del Tiempo Ordinario (B)


Acá estamos de nuevo para escuchar la Palabra del Señor y dejar que resuene en nuestras mentes y corazones y se traduzca en los gestos cotidianos de nuestras manos…

Él nos invita hoy a que le dediquemos tiempo, a que saquemos  momentos para estar con Él, en lo apartado, para encontrar un poco de descanso.

En este mundo donde tantas cosas nos acaparan y hacen pesada nuestra marcha, que venga Él a hablar a nuestro corazón y que sea el Pastor que guía cada día nuestros pasos hacia la felicidad y la paz.







L    E    C    T    U    R    A    S    :

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE JEREMÍAS 23, 1-6

¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño --oráculo del Señor--. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: A los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuenta, por la maldad de vuestras acciones --oráculo del Señor--. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen: ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá --oráculo del Señor-- en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con ese nombre: "El-Señor-nuestra-justicia"
Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL
SALMO 22

R.- EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA.

El Señor es mi Pastor, nada me falta:
En verdes praderas me hace recostar.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.-

 Me guía por sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
Tu vara y tu cayado me sosiegan. R.-

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume
y mi copa rebosa. R.-

 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.-



SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 2, 13-18

Hermanos:
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca de los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, Judíos Y Gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces para crear, en él, un solo hombre nuevoReconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz; paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Palabra de Dios



ALELUYA Jn 10, 27

Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor--, Yo las conozco y ellas me siguen.


EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6, 30- 34

En aquel tiempo los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que había hecho y enseñado. Él les dijo:
-- Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Palabra del Señor



A guisa de introducción:


Los visos del verdadero compartir

Yo creo que uno de los momentos más bellos y entrañables en una relación de verdadera amistad es el rencuentro, el volverse a ver para compartir de los hechos y experiencias de vida.

Dos amigos que se quieran o amen de verdad no podrán nada más que recontar después de una corta o larga separación y tiempo sin verse,  sus historias, sus relatos de éxito, de triunfo, pero también de fracaso, de dolor, de desilusión, de decepción.

En nuestros días, las redes sociales tanto usadas como Facebook por ejemplo, nos están haciendo olvidar el objetivo de la amistad concreta, sencilla, clásica…Así como en el Facebook mayormente contamos nuestras alegrías o mismo nuestras sandeces y cosas inútiles, lo mismo se está proyectando en nuestros encuentros persona a persona de amistad…No nos digamos mentiras, tendemos a ser superficiales, hipócritas, pusilánimes, desconfiados, envidiosos, especuladores, desinteresados  y mas bien egoístas.

Yo puedo decirles por experiencia personal que también me he vuelto más bien reservado respecto a mis sentimientos, a mis experiencias y vivencias, a mis pensamientos…Y ello por muchas razones:

La primera porque casi nadie se interesa en lo que usted hace, en lo que ha vivido, en lo que está trabajando o estudiando…Díganme cuantos de  ustedes entre sus amigos en las pasadas vacaciones cuando lo volvieron a ver le dijeron: “…pero cuénteme de su vida, qué ha hecho, compártame una experiencia remarcable vivida en el último año…”, si lo encontraron “tienen suerte de tener aun buenos amigos”.

La segunda porque si uno toma la iniciativa de “contar sus gestas o milagros”, puede pecar de parecer jactancioso, “Pinchao”, un “echador de tierra” , “un fantoche”, y muchas de esas críticas vienen a veces de corazones celosos, tacaños o resentidos…Sin embargo, nos dejamos afectar por esas críticas equiparable a las bagatelas.

Tercera razón porque andamos siempre a las carreras, acelerados…Ya no hay tiempo para sentarse a tomar un café por largas horas, porque tenemos muchas personas a quien saludar o visitar…y yendo acá y allá, el tiempo vuela y las conversaciones o “compartires” son por lo mismo superficiales, lacónicos, ver frívolos.

Y una última razón porque casi amigos ideales, amigos que se interesen por sus aventuras, sus problemas o sus éxitos ya no los ve, están lejos, o están muy cerca pero han cambiado…ya no tienen como interés primordial encontrarle para escucharle y hacerse escuchar. Aunque esta última también puede pesar como razón también: ocurre que todo el mundo quiere hablar pero nadie quiere escuchar…


Un maestro fuera de serie

Jesús decide instruir a la multitud, comprendido sus apóstoles, después de tomar conciencia de a situación deplorable en la que se encuentran: “Estaban como ovejas sin pastor”. Junto a todas estas personas que vienen hacia Él, cada uno de nosotros también portamos o traemos nuestra parte de penas, de preocupaciones, de decepciones y fracasos que nos dejan a veces en un tal estado de abandono y de confusión que caminamos como a tientas en una oscuridad casi total. Nos sentimos solos, abandonados y dejados a nuestra sola cuenta. Que sea a la ocasión de la perdida de un hijo o de un pariente, de la traición de un ser querido¸ de la enfermedad que golpea de repente, todos nosotros tenemos necesidad de una presencia compasiva (que no sienta lastima sino que “sienta con”) y reconfortante, de un corazón que se muestre acorde y conforme a nuestra necesidad.

Jesús juega ese papel de manera eficaz. Él no puede impedir la pena, Él puede solamente curarla…compartiéndola, haciéndola suya.

El lo hace invitando y agregando colaboradores, llamando a personas a quienes confía la tarea de ser pastores al estilo del corazón de Dios, seres atentos a la vivencia de los otros, que se dejan tocar por sus penas y dificultades.

El llama a hombres y mujeres de compasión que saben vibrar ante el sufrimiento de su prójimo y que pueden consolarlo, desplegando todos los recursos de su corazón y de su fe.

Feliz rencuentro

Jesús en el evangelio después de haber enviado en misión los doce ahora los recibe para escucharles, para darles instrucciones y así  nos ofrece pistas de compartir de la vida entre amigos:

Esta reunión no tiene nada que ver con la idea de hacer un balance o evaluación de los hechos y gestos realizados por los apóstoles. Al contrario, Jesús los reúne para que permanezcan cerca de él. La relación entre Jesús y los suyos indica la importancia del rencuentro.

Ellos son personas que se vuelven a encontrar después de una ausencia larga durante un tiempo consagrado a la “misión”.  Jesús les escucha. “Él escucha todo lo que han hecho y enseñado”. Una relación de acercamiento se teje entre Jesús y sus apóstoles durante este compartir.

Enseguida ellos son invitados a venir a un “lugar apartado”. Para qué? Para descansar “un poco”. Alrededor de ellos, había una gran cantidad de gente “que no tenían tiempo ni para comer”. La invitación de Jesús responde a las necesidades de todo ser humano: comer, descansar, retirarse del núcleo de la acción, tomar un momento para si mismo. Cristo se revela como aquel que cuida de los suyos de una manera particular.

Jesús ofrece a los apóstoles un tiempo privilegiado para detenerse, antes de empezar otra etapa de la misión. Hace que sus apóstoles se sientan cercano a Él. Cuántas veces los relatos del evangelio nos cuentan que los discípulos buscaban a Jesús mientras Él estaba alejado en un lugar especial para estar cerca de Dios? Jesús incita a los apóstoles a vivir de manera más intima con Él para no sucumbir ante el activismo de la misión.

Y como la multitud es grande, y la gente los persigue, una gran masa de gente que tiene hambre física y  hambre de la Buena Nueva (de escuchar una noticia de esperanza, de optimismo, de aliento, de amor…) que andaban como un rebaño sin pastor, Jesús prepara los apóstoles para que encuentren un sentido a la actividad misionera.

ella apenas empieza! La multitud espera justo al otro lado del lago o del rio. Y Jesús “siente compasión” cuando la ve. Aparte, en un lugar desierto, ahora  ofrece  a la gente un tiempo de reposo y de encuentro con Él.

Los apóstoles son testigos de la manera como Jesús se preocupa y vela por el bienestar de todo ese mundo hambriento de la Palabra de Dios.

Hoy, Jesús nos reúne al lado suyo y después de una semana de actividades, de trabajo o quizás mismo  de vacaciones.

Venimos de algún lugar para estar en su presencia y compartir con Él nuestros  hechos y gestos realizados por amor y para disponernos a escuchar la Palabra de Dios.

Este tiempo de descanso nos permite emprender de nuevo la marcha, retomar el camino?

Que impulso y que fuerza , qué inspiración me da este rencuentro dominical?



Aproximación psicológica del evangelio:


Pastores que no son más pastores

Jesús desea un poco de soledad y tranquilidad para que sus discípulos puedan desconectarse de toda preocupación y reposar con Él. Pero todo no sale tal cual como se pensaba, puesto que Jesús ve llegar multitud de gente y para él,  esto constituye una experiencia que lo compromete, que lo agarra. Jesús se siente implicado y tocado profundamente al ver una infinidad de personas  que tienen necesidad y que buscan quien se ocupe de ellas, que llevan una larga  y pesada carga de vivencias (cfr. Mateo 11,28), que tienen hambre y sed de las cuales nadie se preocupa o presta atención.

Nos encontramos acá con una de las críticas más profundas de Jesús y de cara a la institución religiosa de su tiempo: la religión no responde a las verdades necesidades, no entienden el sentido de necesidad que tiene la gente. Más precisamente los agentes de pastoral no son verdaderos acompañadores espirituales:
-    
     Ellos tienen mucha “organización”, pero no tienen una verdadera práctica evangélica (Mateo 7,21-23).

-         Ellos no cargan de verdad junto con la gente sus interrogantes, cuestiones vitales y problemas (Lucas 11,45-46).

-         Ellos no tienen una fe liberadora y comprometida y tampoco ayudan a los otros a llegar a ella o a ese ideal.

-           Ellos se preocupan por las apariencias y el poder exterior, pero no asumen sus verdaderas cuestiones y su vivencia interior (Mateo 23,25-28).

Aquí está el por qué Jesús afirma que con tales sacerdotes y tales animadores, la gente se ve a la larga sola, afligidos “sin pastor”, y esta situación está lejos de dejarle indiferente.

Es porque Él mismo ha decidido renunciar a su trabajo como carpintero  y llegar a ser “constructor  o edificador de hombres”, así como Él ha llamado a otros a dejar su trabajo de pescadores para ocuparse de los hombres y de las mujeres. Él se definirá como un pastor, y esta imagen sugiere dos grandes responsabilidades: acompañar a la gente en sus cuestiones y guiarlos en el camino hacia los prados verdes que alimentan de verdad (cfr. Juan 10).

Esto implica que el pastor tome primero en mano su propia vida, que trabaje en su propia liberación y que asuma sus propios compromisos, porque es solamente con estas condiciones que aquel o aquella que viene hacia el pastor “encontrará de qué alimentarse”  (Juan10,9).

En el relato de Marcos, la alusión al pastor es por otro lado seguida del relato de la multiplicación de los panes, donde Jesús es presentado como Aquel que alimenta efectivamente aquellos que vienen a Él.

Pero es a  nuestra propia práctica que nos reenvía la alusión al verdadero pastor y la crítica de los malos pastores, porque nuestra solidaridad humana en Jesús, en adelante  nos convierte en pastores los unos de los otros.



REFLEXIÓN

Las vacaciones no son paréntesis espirituales!

O como nos decía uno de los padres formadores en el seminario antes de partir a vacaciones por un mes: “La espiritualidad no tiene vacaciones”…Incluso había un compañero seminarista muy relajado que nos decía sin menor vergüenza que él no iba a la misa durante las vacaciones porque según él a lo largo del año en el seminario y en la actividad pastoral en las parroquias de la ciudad él asistía a unas 200 misas!

Es el peligro de comprender mal el tiempo de reposo, de vacaciones o hacer turismo, ya lo decía la semana pasada…el ser humano no puede pasar por la tierra meramente como un turista porque corre el riesgo de perderse el verdadero placer del color y del paisaje existencial.

El descanso tiene de positivo que permite interrumpir el trabajo, salir de la rutina a veces alienadora, adormecedora y agotadora para permitirnos encontrarnos con nosotros mismo, detenernos, evaluar y rencontrar el sentido de la vida.

El evangelio de este domingo nos permite constatar que hay dos tipos de fatigas: la de aquel que marcha largo tiempo para cumplir su misión…Es la de los apóstoles, es la misma de Jesús que se sienta fatigado al bordo del pozo de la samaritana…Y hay otra fatiga, aquella de las ovejas “agotadas, abatidas por el cansancio”.

“Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban fatigadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9,36).

Como respuesta a la primera fatiga, Jesús propone a los discípulos lo que él mismo vive: el retiro, el silencio, lo apartado.

Jesús ha enviado sus discípulos para hacer lo mismo que Él: enseñar, anunciar el Evangelio y sanar los enfermos. Ahora les propone el mismo reposo: retirarse en un lugar desierto y alejado, para hacer silencio, rencontrarse, orar. “Jesús va a la montaña para orar solo” (Mateo 14,23)

Quizás esto puede decirnos algo a propósito de la manera como nosotros 
concebimos las vacaciones?...No hay de un lado tiempo gris y atenuado, vacío de Dios y de silencio, que seria lo cotidiano y un tiempo de colorido, interesante y rico, que seria el tiempo de vacaciones. El reposo está al servicio de la misión, de la vida entera. Si Jesús, el Hijo de Dios ha sentido la necesidad de tomar esos momentos de retiro, cuanto más lo debemos nosotros mismos tomar! Nosotros arriesgamos sin cesar de perder el sentido de esta vida. El ritmo en el cual nos dejamos constantemente sumergir no favorece para nada este retiro o tiempo de descanso, Se trata de rencontrar el sentido del por qué uno vive y uno trabaja.

Se trata de estar por demás a la escucha de aquello que el Señor quiere decirnos. Jesús saca provecho siempre de este tiempo de retiro. Cuando se aleja una noche para orar, lo hace para escoger los 12 a la mañana siguiente. Cuando Jesús se aleja para orar cerca de Cesarea de Filipo fue para preguntar a los apóstoles: “Quien dicen ustedes que soy yo?” (Marcos 8,29).

A menudo nosotros concebimos nuestras vacaciones como un paréntesis, un tiempo meramente de distracción destinado a permitirnos ser lo que somos en verdad, cuando el resto del tiempo nosotros soportamos nuestra vida. Pero no es así como Cristo utiliza este tiempo de descanso o retiro. Su vida es una unidad; ella toda entera está al servicio de su Padre y de su misión. No de una manera forzada o sobrehumana. Jesús sabe reposarse porque Él sabe lo que es la fatiga. Pero esos momentos de retiro, de alejamiento y de reposo pertenecen al tiempo de su misión, son todavía su misión. Ellos no son un paréntesis.

Por otro lado, hoy el tiempo de reposo comienza mal! El vuelve a encontrar la multitud. Los mejores planes o programas son aquellos que incluyen lo imprevisto. Como se dice en inglés: « ustedes quieren hacer reír al Señor, just make plans! “Hagan planes!” Y Jesús entonces ve otra forma o modo de fatiga, la más extendida quizás, la fatiga de aquellos que están alejados, desposeídos, que no tienen sentido de la vida y andan sin dirección. Esta fatiga es todavía más agobiante que la otra fatiga. Están aquellos que caminan y se cansan sobre un camino conocido y aquellos que erran (y o deambulan) sin saber a donde va su vida y cual sentido darle. A estos últimos, Jesús les “enseña” “largamente”. Nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos dándoles un vaso de agua, como lo hará la samaritana- es igualmente muy apreciado en estos tiempo que corren!- pero también ensenándoles. Cuál Palabra el Señor esperas de mi?  Cuál enseñanza? Para saber como estar atentos con nuestro cónyuge, con nuestros padres, con nuestros hijos, no tenemos acaso necesidad de esos momentos de retiro, de silencio y alejamiento? No para distraernos y olvidarnos de las preocupaciones sino para discernir como resolverlas,

No para huir de nuestra vida sino para vivirla mejor, con más calidad e intensidad.

Allá, en  Getsemaní (en el huerto de los Olivos) por  última vez, Jesús se retirará un poco a lo lejos para orar y encontrar de nuevo el sentido de su misión.

Que el Señor nos permita imitarle en sus retiros como en sus enseñanzas, en su actividad como en su reposo. Amén.



otra reflexión


Venid a un sitio tranquilo a descansar


P. Adolfo Franco S.J.
Comentario del Evangelio del Domingo XVI, TO
Marcos 6, 30-34

Los apóstoles han terminado su primera actividad apostólica, y al volver cuentan todo lo que cada uno ha hecho. Regresan felices. Ellos mismos han quedado admirados de todo lo que fueron capaces de hacer por la fuerza comunicada por Cristo. Al terminar de escuchar sus experiencias Jesús les invita a irse a un lugar solitario para descansar. Y por eso suben a la barca para buscar un sitio tranquilo.

La vida del hombre es trabajo, pero debe tener espacios solitarios de recuperación, de descanso. Este mensaje del evangelio de hoy parece necesario como nunca, para nosotros, hijos de una civilización que se mueve en forma vertiginosa. Vivimos a la carrera, con tanta prisa que ni nos damos cuenta de que vivimos. La velocidad de los acontecimientos es tan grande que no nos permite distinguir los hechos, vivirlos, gozar la vida, detenernos, profundizar, tener reposo. Como cuando una película se dispara en el proyector, entonces sus imágenes van tan aprisa que no percibimos lo que el filme nos quiere decir. La vida a veces la vivimos en forma tan agitada que no la llegamos a profundizar.

Será, seguramente, que necesitamos un poco de reposo, una pausa. Y esto no siempre es fácil, porque la prisa termina siendo una droga que nos envicia. Y necesitamos más y más prisa para sentir que seguimos vivos; y nos asustan las pausas, los silencios. Vivimos acelerados, y tenemos que aquietarnos. Pero la velocidad, como todas las drogas, tiene esas dos características de la tolerancia y de la dependencia. Cuando nos acostumbramos a vivir a una cierta velocidad, sentimos la necesidad de imprimir más velocidad (si no ya no se produce eso que muchos llaman “adrenalina”). Y cuando se nos para en seco (se nos quita la droga de la velocidad) nos viene el aburrimiento, parecería que nos cuesta vivir.

Pero el vértigo produce varios efectos nocivos a la calidad del ser humano. El primero es la superficialidad. No se tienen experiencias profundas, no se medita en las raíces, no hay espacio para la quietud de la contemplación. La meditación, los espacios de reflexión, no caben en una vida llena de velocidad (por eso es frecuente que la gente diga que no tiene tiempo, o que no le alcanza el tiempo). Se tienen tantas informaciones que no hay tiempo para asimilarlas, perdemos la capacidad de reflexión sobre los acontecimientos; y sobre todo no tenemos el suficiente sosiego para darse un espacio a sí mismos. Somos hombres devoradores de noticias. Las amenas tertulias en familia o con amigos son tan escasas, porque nos cuesta estar quietos un rato sin estar urgidos por el reloj; enseguida surge: “disculpen tengo que irme, porque se me hace tarde”; y la tertulia se deshace, porque la prisa por irse contagia a todos los presentes. Hacemos demasiadas cosas pero no tenemos tiempo para la filosofía, para la contemplación, para la oración.

Pero no menos problema que la superficialidad es la provisionalidad. Todo se vuelve provisional, todo es “usar y tirar”. La comida es al paso, las relaciones son al paso. Hoy digo que sí, mañana no sé qué pensaré. No hay principios estables, no hay compromisos duraderos. La velocidad con que todo cambia, no nos permite darnos cuenta de lo duradero, y de lo perenne. Parecería que solo hay velocidad, sin nada de esencial. Como si lo único verdadero fuera el fluir, el correr. No hay valores estables en la vida: también se piensa que los valores se sujetan con imperdibles, para poderlos cambiar, cuando no estén de moda. Y lo mismo pasa con las instituciones, y con una de las más sagradas, el matrimonio y la familia. Los compromisos duran unos cuantos plazos, hasta que encuentre un “nuevo producto” que me guste más que el que ya me aburre de tanto verlo, y lo cambio por uno nuevo. El hombre de hoy puede tener el peligro de no saber comprometerse.

Por eso es tan importante el consejo del Evangelio: vamos a un lugar apartado, para descansar un poco. Y si esto vale para la vida natural, mucho más vale sobre todo para nuestra vida sobrenatural. La pausa es necesaria para darle espacio a la fe, a entrar en el espacio de la contemplación, donde se produce el encuentro con el Rostro Amado; para eso es necesario un tiempo y un espacio en soledad, tranquilo. Para entrar en nuestro mundo interior, profundizar en él, para ver nuestra realidad y purificarla. Para entrar en la paz de una oración quieta, que nos llene de savia vigorizante, nos hace falta quietud. Cumplamos, pues, la invitación que nos hace Jesús, de ir a un lugar solitario para descansar un poco.


     OBJETIVOS DE VIDA PARA LA SEMANA :

-         Si aun estoy en vacaciones o mejor, si ya estoy trabajando y o estudiando, me doy un momento de reposo y de silencio para rehacer mis fuerzas.

-         Cada día de la semana , releo el Salmo 22 y dejo que el Señor, mi Pastor, me conduzca hacia la paz.



ORACION:

Como el pastor vela  por sus ovejas,
Tu nos proteges y cuidas Señor.
Bendito seas Padre de Bondad
Por guiar nuestra existencia y
Por instruirnos largamente con tu Palabra de Vida.

Como el Pastor vela por sus ovejas,
Tu nos das tu Hijo, Señor
Y guías nuestros pasos.
Bendito seas Padre de Bondad por reunirnos
Y hacer de nosotros el Pueblo que amas.

Como el Pastor vela por sus ovejas,
Tú haces de nosotros Señor, un pueblo fraternal.
Bendito seas Padre de Bondad, por hacernos revivir
Y  por preparar para nosotros. 
La mesa donde nos das el Pan de Vida.

 Como el Pastor vela por sus ovejas,
 Tu estas siempre con nosotros
 Y Tu eres nuestra vida.

 Bendito seas Padre bueno
 Por darnos tu aliento
 Por colmarnos cada día  
  Del don de tu Espíritu. Amén





BIBLIOGRAFIA:


-         Pequeño “Prions en Église”, Edicion quebequense, Novalis, 2012.

-         HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

-         http://betania.es  y  otras fuentes de internet.

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