martes, 31 de enero de 2023

1o de febrero del 2023: miércoles de la cuarta semana del tiempo ordinario (año impar)

 

(Marcos 6, 1-6) Lo que le ha sucedido a Jesús de Nazareth nos incita a abrirnos mucho más a la belleza y a los talentos de los que están cerca a nosotros. Muchas veces no los miramos bien e inclusive nos cuesta reconocer sus talentos que inclusive se vuelven invisibles para nosotros.

 

 

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (12,4-7.11-15):

HERMANOS:
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.
Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 102,1-2.13-14.17-18ª



R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos



V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.

V/. La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

EN aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

 


 Cristo a nuestro alrededor

 

“¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.”


San Marcos 6: 3

 



Después de viajar por el campo realizando milagros, enseñando a las multitudes y ganando muchos seguidores, Jesús regresó a Nazaret, donde creció. Quizás sus discípulos estaban emocionados de regresar con Jesús a su lugar natal pensando que sus propios habitantes estarían encantados de ver a Jesús nuevamente debido a las muchas historias de sus milagros y enseñanzas dadas con autoridad. Pero los discípulos pronto se llevarían una gran sorpresa.

 

Después de llegar a Nazaret, Jesús entró en la sinagoga para enseñar, y enseñó con una autoridad y sabiduría que confundió a los lugareños. Dijeron entre ellos: “¿De dónde saca este hombre todo eso? ? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? Estaban confundidos porque conocían a Jesús. Era el carpintero local que trabajó durante años con su padre, que era carpintero. Él era el hijo de María y conocían a sus otros parientes por su nombre.

 

La principal dificultad que tuvo la gente del pueblo de Jesús fue su familiaridad con Jesús. Ellos lo conocieron. Sabían dónde vivía. Lo conocieron cuando creció. Conocían a su familia. Sabían todo sobre Él. Por tanto, se preguntaban cómo podía ser Él algo especial. ¿Cómo podía ahora enseñar con autoridad? ¿Cómo podía ahora hacer milagros? Así, quedaron asombrados y dejaron que ese asombro se convirtiera en duda, juicio y crítica.

 

La misma tentación es algo con lo que todos lidiamos más de lo que nos damos cuenta. A menudo es más fácil admirar a un extraño desde lejos que a uno a quien conocemos bien. Cuando escuchamos por primera vez que alguien está haciendo algo admirable, es fácil unirse a esa admiración. Pero cuando escuchamos buenas noticias sobre alguien que conocemos bien, fácilmente podemos sentirnos tentados a sentir celos o envidia y ser escépticos e incluso críticos. Pero la verdad es que todo santo tiene una familia. Y cada familia tiene potencialmente hermanos y hermanas, primos y otros parientes a través de los cuales Dios hará grandes cosas. Esto no debería sorprendernos, ¡debería inspirarnos! Y deberíamos regocijarnos cuando nuestro buen Dios utiliza poderosamente a las personas cercanas a nosotros y con quienes estamos familiarizados.

 

Reflexione hoy sobre aquellos con quienes está familiarizado en la vida, especialmente su propia familia. Examine si lucha o no con la capacidad de ver más allá de la superficie y acepte que Dios habita en todos. Debemos buscar constantemente descubrir la presencia de Dios a nuestro alrededor, especialmente en la vida de aquellos a quienes conocemos muy bien.

 

Mi omnipresente Señor, gracias por las innumerables formas en las que estás presente en la vida de quienes me rodean. Dame la gracia de verte y amarte en la vida de los más cercanos a mí. Al descubrir Tu gloriosa presencia en sus vidas, lléname de profunda gratitud y ayúdame a reconocer Tu amor que emana de sus vidas. Jesús, en Ti confío.

 

lunes, 30 de enero de 2023

31 de enero del 2023: martes de la cuarta semana del tiempo ordinario- San Juan Bosco

 Testigo de la fe

San Juan Bosco.

Sacerdote, fundador de los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Nacido en 1815, de padres pobres, en Muraldo, cerca de Turín, fue el sacerdote de los hijos abandonados y sin trabajo de las ciudades.

Era un educador excepcional, por el amor y la confianza que llevaba a los jóvenes.



(Marcos 5,21-43) Al decirle a la mujer que sangraba: "Hija, tu fe te ha salvado", Jesús le muestra que su curación es el resultado de la confianza que ella ha puesto en él. El manto o la túnica no tiene nada que ver con eso. Sin una fuerte conexión con Dios, cualquier objeto, sea lo que sea, se vuelve secundario.



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (12,1-4):

HERMANOS:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 21,26b-27.28.30.31-32

R/. Te alabarán, Señor, los que te buscan

V/. Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
¡Viva su corazón por siempre! R/.

V/. Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.

V/. Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R/.

 

 

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor

 

 

El miedo transformado por la fe

 

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».

Marcos 5:35–36

 

Vale la pena reflexionar sobre este versículo todos los días: «No temas; basta que tengas fe». Esta afirmación puede aplicarse a muchas situaciones que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Es un mandato de amor de nuestro Señor y es un mandato que todos debemos escuchar, especialmente cuando las dificultades se nos presenten.

En primer lugar, cabe señalar que se trataba de una situación grave en la que la emoción extrema y las tentaciones de temer serían comprensibles. El padre de esta historia tenía una hija pequeña al borde de la muerte y vino a rogarle a Jesús que la sanara. Jesús estuvo de acuerdo. Pero mientras iban de camino, Jesús y el padre recibieron la desgarradora noticia de que la hija acababa de morir. Como cualquier padre normal, esta noticia debe haber sido increíblemente difícil de escuchar. Así que comience tratando de comprender el dolor que estaba experimentando este padre. Trate de entender especialmente su dolor en ese momento cuando escuchó esta devastadora noticia.

Mientras reflexiona sobre su dolor, trate de reflexionar también sobre el corazón, el pensamiento, las emociones y las palabras de Jesús. Jesús no tenía miedo. Sabía que esto terminaría muy bien. Pero debido a que también tenía una profunda empatía y amor por este padre afligido, Jesús se volvió hacia él para darle esperanza. La esperanza en medio de una experiencia muy difícil y dolorosa en la vida es difícil de encontrar. Ante el duelo, es muy tentador ceder a la desesperación. La desesperación es una pérdida total de la esperanza. La desesperación nos aleja de Dios y nos despoja de la fe. Pero la desesperación siempre es evitable si seguimos el mandato de amor de Jesús. «No temas; basta que tengas fe»

¿Qué es lo que le tienta a usted a temer en la vida? ¿Qué es lo que le tienta a perder la esperanza? Tal vez usted lucha con la muerte de un ser querido y lo encuentra muy difícil. Quizás su dolor proviene de fuentes pequeñas y es solo menor en este momento. La verdad es que todos experimentaremos pequeñas tentaciones de perder la esperanza todos los días. Y la mayoría también experimentará graves tentaciones en un momento u otro. Por estas razones, todos debemos escuchar constantemente las palabras y la obra de Jesús para disipar todo temor en la vida mientras invitamos a Dios a que nos conceda el don de la esperanza que proviene de una fe inquebrantable en Su plan para nuestras vidas.

Reflexione hoy sobre cualquier lucha que usted tenga con la desesperación, el miedo o la ansiedad en la vida. Mientras lo hace, sepa que todas las cosas son posibles cuando se vuelve a Dios con fe. La fe no elimina necesariamente las dificultades de la vida; hace algo aún mejor, transforma las dificultades para que pueda soportarlas con gracia, alegría y esperanza sobrenatural. Cuando esto sucede, todo en la vida tiene el potencial de ser usado por Dios para nuestro bien. Todo lo que tenemos que hacer es rechazar continuamente el miedo y “simplemente tener fe”.

 

Mi compasivo Señor, Tú consolaste a este padre afligido y le infundiste los dones de la fe y la esperanza. Por favor, dime también tu mandato de amor, llamándome a confiar en Ti sin importar con qué luche en la vida. Que siempre tenga fe en Ti y nunca caiga en la desesperación o el miedo. Jesús, en Ti confío.


 ******************

 

San Juan Bosco, Sacerdote
1815–1888



Patrón de editores, escolares y delincuentes juveniles

 

Su persona irradiaba el cálido amor de Dios, atrayendo a todos hacia él.

 


Algunos santos atraen a los fieles por el poder puro de sus mentes y la fuerza pura de sus argumentos. Piénsese en Santo Tomás de Aquino o San Agustín. 

Otros santos escriben con tanta elocuencia, con tal gracia y dulzura, que sus palabras atraen a las personas a Dios como las abejas a la miel. Piénsese en el Beato John Henry Newman o San Francisco de Sales. 

Todavía otros santos dicen y escriben casi nada, pero llevan vidas de testimonio tan generoso y sacrificial que su santidad es obvia. Piénsese en San Francisco de Asís o Santa Teresa de Calcuta. 

El santo de hoy no fue un pensador de primera clase, un escritor elocuente, un mártir sangriento o un reformador de la Iglesia que abrió caminos. Pero tenía abundantes regalos de igual valor.

San Juan Bosco fue, para decirlo en los términos más simples, un ganador. Su corazón era como un horno que irradiaba un calor inmenso, una preocupación fraterna y un amor afectuoso de Dios para cada persona con quien encontraba o convivía. 

Su personalidad parecía operar como un poderoso imán que acercaba cada vez más a todos a su amor desbordante, sacerdotal y paternal. Su sencillez de campesino, su astucia callejera, su genuina preocupación por los pobres y su amor a Dios, a María ya la Iglesia lo hacían irresistible. 

 Don Bosco ('Don' es un título de honor para sacerdotes, maestros, etc...) tenía encanto. Lo que pidió, lo recibió. De todos. Él construyó, durante su propia vida, un imperio internacional de caridad y educación tan masivo y exitoso que es imposible explicar sus logros en términos meramente humanos.

Como muchos grandes santos, los carismas externos y observables de Don Bosco no fueron la historia completa. Detrás de su atractiva personalidad había una voluntad como una barra de hierro. Ejerció una estricta autodisciplina y firmeza de propósito al dirigirse hacia sus metas. Su don de sí mismo, o auto dedicación, fue notable. Mañana, mediodía y noche. Día de semana o fin de semana. Lluvia o sol. Él siempre estuvo ahí. Sin prisas. Disponible. Listo para hablar. Su vida fue un gran acto generoso de principio a fin.

San Juan Bosco creció muy pobre en el campo trabajando como pastor. Su padre murió cuando él era un bebé. Después de los estudios y la ordenación sacerdotal fue a la gran ciudad, Turín, y vio de primera mano cómo vivían los pobres urbanos. Cambió su vida. Comenzó un ministerio para niños pobres que no fue particularmente innovador. Dijo misa, escuchó confesiones, enseñó el evangelio, salió a caminar, cocinó comidas y enseñó habilidades prácticas como la encuadernación de libros. 

 No había ningún secreto en el éxito de Don Bosco. Pero nadie más lo estaba haciendo, y nadie más lo hizo tan bien. 

Los seguidores acudieron en masa para ayudarlo y fundó los Salesianos, una Congregación que lleva el nombre de su propio héroe, San Francisco de Sales. El imperio salesiano de la caridad y la educación se extendió por todo el mundo. En el momento de la muerte de su fundador en 1888, los salesianos tenían 250 casas en todo el mundo que atendía a 130.000 niños.

Don Bosco no se preocupó por las causas remotas de la pobreza. No desafió las estructuras de clase o los sistemas económicos. Vio lo que tenía delante y fue “directo a los pobres”, como él mismo dijo. Hizo su trabajo de adentro hacia afuera. Correspondía a otros encontrar soluciones a largo plazo, pero no a él.

Don Bosco no sabía lo que era el descanso y se desgastaba siendo todo para todos los hombres. Su reputación de santidad perduró mucho más allá de su muerte. 

Un joven sacerdote que lo había conocido en el norte de Italia en 1883, el p. Achille Ratti, más tarde se convirtió en el Papa Pío XI y, el domingo de Pascua de 1934, canonizó al gran sacerdote que había conocido tantos años antes.

 

San Juan Bosco, dedicaste tu vida a la educación y cuidado de la juventud pobre. Ayúdanos a llegar a aquellos que necesitan nuestra ayuda hoy, no mañana, y aquí, no en otro lugar. Que por tu intercesión llevemos a cabo una fracción del bien que lograste en tu vida.

domingo, 29 de enero de 2023

30 de enero del 2023: lunes de la cuarta semana del tiempo ordinario (año impar)

 

(Hebreos 11, 32-40) ¡Qué maravillas han hecho personas tan temerosas como nosotros, pero animadas por la fe! Al servicio de la justicia, Dios está siempre con nosotros.

 


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (11,32-40):

HERMANOS:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.
Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.
Y todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 30,20.21.22.23.24

R/. Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en en Señor

V/. Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

V/. En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.

V/. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R/.

V/. Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. R/.

V/. Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor

 

 

Transformación total

 

«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».

Marcos 5:7–9

 

Para la mayoría de la gente, tal encuentro sería aterrador. 

Este hombre cuyas palabras se registran arriba estaba poseído por una multitud de demonios. Vivía en las laderas de las colinas entre varias cuevas junto al mar, y nadie quería acercarse a él. Era un hombre violento, que gritaba día y noche, y toda la gente del pueblo le tenía miedo. Pero cuando este hombre vio a Jesús de lejos, sucedió algo asombroso. En lugar de que Jesús se aterrorizara del hombre, la multitud de demonios que poseían al hombre se aterrorizaron de Jesús. Entonces Jesús ordenó a los muchos demonios que abandonaran al hombre y entraran en una piara de unos dos mil cerdos. Los cerdos inmediatamente corrieron colina abajo hacia el mar y se ahogaron. El hombre poseído volvió a la normalidad, volviéndose vestido y en su sano juicio. Todos los que lo vieron quedaron asombrados.

Claramente, este breve resumen de la historia no explica adecuadamente el terror, el trauma, la confusión, el sufrimiento, etc., que soportó este hombre durante los años de su posesión diabólica. Y no explica adecuadamente el grave sufrimiento de la familia y amigos de este hombre, así como el desorden causado a la gente del lugar por su posesión. Por lo tanto, para comprender mejor esta historia, es útil contrastar el antes y el después de la experiencia de todos los involucrados. Fue muy difícil para todos comprender cómo este hombre podía pasar de estar poseído y fuera de sí a estar tranquilo y racional. Por eso, Jesús le dijo al hombre: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». Imagina la mezcla de alegría, confusión e incredulidad que habría experimentado su familia. 

Si Jesús pudo transformar la vida de este hombre que estaba completamente poseído por una legión de demonios, entonces nadie se queda sin esperanza. Con demasiada frecuencia, especialmente dentro de nuestras familias y entre viejos amigos, hay personas a las que hemos descartado como irredimibles. Hay quienes se han extraviado tanto que parecen desesperanzados. Pero una cosa que nos dice esta historia es que nadie pierde la esperanza, ni siquiera aquellos que están completamente poseídos por una multitud de demonios.

Reflexiona, hoy, sobre cualquier persona en tu vida a quien hayas descartado. Tal vez te han lastimado una y otra vez. O tal vez han elegido una vida de pecado grave. Mira a esa persona a la luz de este Evangelio y has de saber que siempre hay esperanza. Debes estar abierto a que Dios actúe a través de ti de una manera profunda y poderosa para que incluso la persona aparentemente más irredimible que conozcas reciba esperanza a través de ti.

 

Poderoso Señor mío, te ofrezco en este día a las personas que recuerdo que más necesitan de tu gracia redentora. Que nunca pierda la esperanza en Tu habilidad para transformar sus vidas, perdonar sus pecados y traerlas de regreso a Ti. Úsame, querido Señor, para ser un instrumento de tu misericordia, para que lleguen a conocerte y otras personas experimenten la libertad que tanto deseas que reciban. Jesús, en Ti confío.

viernes, 27 de enero de 2023

28 de enero del 2023: sábado de la tercera semana del tiempo ordinario- Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia

 

Testigo de la fe

Santo Tomás de Aquino

Religioso, Doctor de la Iglesia. Nacido cerca de Monte-Casino, Italia, en 1225, el dominico Tomás de Aquino renovó la filosofía y la teología de su tiempo, por su audacia en la exploración de los misterios y la solidez de su fe.

 

 

(Marcos 4:35-41) Como los discípulos en la barca con Jesús, entramos en pánico cuando surgen las tormentas de la vida. Si Jesús se entristece por la falta de fe de sus amigos, aún apacigua el viento y el mar, y así nuestra fe se profundiza sobre las obras de bondad de nuestro Dios.

 


 

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-2.8-19):

HERMANOS:
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son recordados los antiguos.
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Lc 1,69-70.71-72.73-75

R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado a su pueblo


V/. Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.

V/. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R/.

V/. Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán,
para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

AQUEL día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».


Palabra del Señor

 

 

Fe durante las tormentas de la vida

 

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.

Marcos 4:36–38

 

A lo largo de nuestra vida, podemos estar seguros de que en algún momento nos encontraremos con una tormenta. No solo una tormenta física sino espiritual. Puede venir en forma de un evento trágico, una herida profunda infligida por otro, los efectos de nuestro propio pecado o alguna otra experiencia dolorosa. Y para muchas personas, esto sucederá más de una vez.

Cuando se encuentra una “tormenta” de este tipo en la vida, puede parecer que Jesús está “dormido” y que no está disponible para ayudarnos. Cuando esto sucede, el mensaje del Evangelio de hoy es muy útil para reflexionar en oración.

A medida que avanza este pasaje del Evangelio, leemos que los discípulos, en pánico, despertaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. Jesús Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
. Luego les dijo a los discípulos: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

Los discípulos quedaron asombrados y maravillados.

La clave es la fe. Cuando enfrentamos una tormenta en la vida, debemos tener fe. Pero ¿qué significa eso? Significa que debemos saber, con una certeza profunda, que Jesús, de hecho, está siempre con nosotros. Debemos saber, con profunda certeza, que, si ponemos toda nuestra confianza y esperanza en Él, nunca nos abandonará. Debemos saber, con profunda certeza, que toda tormenta finalmente pasará y que sobrevendrá la paz y la calma.

Enfrentar las tormentas de la vida con fe es transformador. Y a menudo Jesús parece estar dormido por una razón. La razón es que Él quiere que confiemos. Con demasiada frecuencia volvemos nuestros ojos a la tormenta misma y permitimos que el miedo y la ansiedad dominen nuestras vidas. Pero cada tormenta que encontramos es una oportunidad para confiar en Él en un nivel nuevo y más profundo. Si la vida fuera siempre fácil y consoladora, tendríamos pocas razones para confiar profundamente. Por lo tanto, cada tormenta debe ser vista como una oportunidad para una gran gracia mientras ponemos toda nuestra confianza en Jesús, a pesar de cómo aparecen las cosas de inmediato.

Reflexiona hoy sobre cuán profunda y sustentadora es realmente tu propia fe en Cristo. ¿Confías en Él pase lo que pase? ¿Eres capaz de confiar en Él cuando todo parece perdido, cuando la vida es difícil y cuando la confusión te tienta? 

Prepárate, ahora, para la próxima tormenta que puedas enfrentar y decide usar esa oportunidad como un momento en el que tu fe se manifieste y se convierta en la fuerza estabilizadora de tu vida.

 

Mi Señor dormido, ayúdame a depositar siempre toda mi confianza en Ti, sin importar las circunstancias de mi vida en cada momento. Fortalece mi fe, especialmente durante esos momentos en los que enfrento desafíos y tentaciones. Que nunca dude de que Tú estás allí conmigo, guiándome y manteniéndome cerca de Tu Corazón misericordioso. Jesús, en Ti confío.

 

 

28 de enero:

Santo Tomás de Aquino, Presbítero y Doctor—Memoria

1225–1274 

Patrón de los estudiantes, las escuelas católicas, los apologistas, los libreros, la castidad, los filósofos, los editores, los eruditos, los teólogos

 Invocado contra las tormentas 

Canonizado por el Papa Juan XXII el 18 de julio de 1323 Proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío V en 1567 


Para que la salvación de los hombres pudiera efectuarse de manera más adecuada y segura, era necesario que se les enseñaran las verdades divinas por medio de la revelación divina. Por tanto, era necesario que además de la ciencia filosófica construida por la razón, debía haber una ciencia sagrada aprendida a través de la revelación.

 ~ Summa Theologica , de Santo Tomás

 

Entre los más grandes intelectuales de la historia de la Iglesia, Santo Tomás se eleva muy por encima de los demás. No sólo es Doctor de la Iglesia, sino que recibe los títulos de Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor Universal. Es difícil subestimar el impacto que Santo Tomás ha tenido en la doctrina de la Iglesia y en la comprensión intelectual de la fe.

Tomás nació en un gran castillo en el centro de Italia, cerca de la ciudad de Aquino. Su padre era un noble, un caballero en el ejército del emperador Federico II. Tomás comenzó sus estudios cuando tenía solo cinco años en el famoso monasterio benedictino de Monte Cassino, donde su tío era abad. Los padres de Tomás esperaban que algún día se convirtiera en abad. Cuando tenía catorce años, debido a conflictos militares, Tomás se mudó de Monte Cassino a la recién fundada Universidad de Nápoles para continuar sus estudios. Fue allí donde entró en contacto con los dominicos que influyeron mucho en él y que hicieron planes para que Tomás se uniera a su orden recién fundada. 

El intelecto de Tomás brilló en ese momento mientras participaba abiertamente en las discusiones, y su reputación de brillantez se hizo ampliamente conocida.

A la edad de diecinueve años, un año después de la muerte de su padre, Tomás se unió a los dominicos. Esta noticia enfureció a su familia quienes estaban inmersos en el sistema social del feudalismo en ese momento, que valoraba la propiedad de la tierra y el servicio militar. Los benedictinos estaban entre las órdenes honorables dentro del sistema feudal, no los dominicos que eran pobres predicadores mendicantes. La familia de Tomás quería que se convirtiera en abad de Monte Cassino, ya que era más apropiado para la nobleza. Para remediar esto, su madre hizo secuestrar a Tomás y lo encerraron en un castillo familiar donde permaneció encarcelado durante aproximadamente un año. Durante ese tiempo, su madre, sus hermanos y muchos otros hicieron todo lo posible para tratar de convencer a Tomás de que se convirtiera en benedictino, pero Tomás se negó. Un día, su familia incluso envió a una prostituta a su celda para tentarlo, pero él la ahuyentó con un leño en llamas.

Tomás, que ahora tiene veinte años, se reincorporó a los dominicos y fue enviado a París, donde se convirtió en alumno del gigante intelectual Hermano Alberto, ahora conocido como San Alberto Magno. El hermano Tomás se encariñó especialmente con la filosofía de Aristóteles, que se convertiría en la base de muchos de sus futuros escritos, una novedad en la historia de la Iglesia. Continuó estudiando con el hermano Alberto durante varios años. 

Tomás también se volvió mucho más reservado en clase a medida que creció en la virtud de la humildad, rara vez hablaba, debatía o revelaba su agudo intelecto. Su naturaleza tranquila llevó a muchos de los estudiantes a concluir que no era inteligente, y le dieron el apodo de "Buey tonto o mudo".  Sin embargo, un día, su maestro, el hermano Alberto, decidió que era hora de que todos se dieran cuenta de lo brillante que era el hermano Tomás. así que le dio una pregunta difícil de responder y le pidió que regresara al día siguiente para presentar su respuesta a la clase. Después de que Tomás lo hiciera, sus compañeros de estudios quedaron asombrados y el hermano Alberto dijo de él: “ustedes lo llaman el Buey Mudo, pero en sus enseñanzas un día producirá tal bramido que se escuchará en todo el mundo”.

En 1252, a la edad de veintiséis años, el Papa otorgó al hermano Tomás el título de “Maestro en Teología”. Durante los siguientes veintidós años, el hermano Tomás escribiría numerosos libros, sermones, comentarios de las Escrituras e incluso compondría algunos de los himnos más hermosos de nuestra Iglesia, incluido Pange Lingua . Continuó como maestro, predicador y teólogo papal en París, Nápoles, Orvieto y Roma.

Entre sus muchas obras, Santo Tomás es más conocido por la Summa Theologica , o "Resumen de la teología", que nunca completó. Una tradición dice que cuando estaba celebrando Misa en 1273, tuvo una visión. Más tarde le dijo a su escriba, el hermano Reginald, que ya no podía escribir. Cuando el hermano Reginald le preguntó por qué, él respondió: “Reginald, no puedo, porque todo lo que he escrito me parece paja”. El hermano Tomás murió al año siguiente después de una serie de enfermedades.

Santo Tomás no sólo fue brillante, también fue un hombre de profunda fe, que amaba a Dios, nunca dejó de contemplar las verdades de la fe e introdujo valientemente nuevos métodos por los cuales Dios se hizo más conocido y comprendido. Su vida de oración produjo una fuente de verdad sobrenatural que luego fue organizada por su intelecto y articulada en formas nunca vistas. La humildad y la sinceridad de Tomás se manifiestan en una historia contada por uno de los primeros biógrafos que relata que mientras el hermano Tomás estaba orando una mañana ante el crucifijo, imploró ansiosamente al Señor si sus escritos eran correctos o no. Jesús le habló diciendo: "Bien has escrito de mí, Tomás, ¿cuál será tu recompensa?" Tomás respondió: “Nada más que Tú, Señor”.

Aunque es posible que no estés llamado a una vida de brillantez intelectual, debes saber que Dios quiere hablarle a tu mente, revelar muchas verdades ocultas y ayudarte a aplicar esas verdades a tu vida diaria. Reflexiona sobre las formas en que puedes involucrar más plenamente tu mente con las verdades de la fe para que esas verdades se conviertan en el fundamento de tu misión en la vida.

 

Santo Tomás, Dios se te ha revelado a través de tu vida interior de oración desde temprana edad. Escuchaste Su voz, reflexionaste sobre todo lo que Él reveló y usaste tus dones naturales para compartir estas verdades con la Iglesia. Por favor ora por mí, para que yo también pueda abrir mi mente a las muchas verdades que Dios quiere hablarme para que la Verdad misma se convierta en el centro de mi misión en la vida. Santo Tomás, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

27 de enero del 2023: viernes de la tercera semana del tiempo ordinario

 

(Hebreos 10,32-39- Salmo 36) Los cristianos debemos vivir «Teniendo siempre presente al Señor» como vivía el salmista, y, como nos invita el autor de la Carta a los Hebreos: vivir intensamente el presente sin perder de vista nuestros principios, lo que ofrecimos al Señor, y, los apuros por los que pasamos para no decaer en nuestra perseverancia, para ello contamos con el fundamento de nuestra fe «recordar».

 

 


 

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,32-39):

HERMANOS:
Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.
No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.
Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.
«Un poquito de tiempo todavía
y el que viene llegará sin retraso;
mi justo vivirá por la fe,
pero si se arredra le retiraré mi favor».
Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 36,3-4.5-6.23-24.39-40

R/. El Señor es quien salva a los justos

V/. Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

V/. Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.

V/. El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano. R/.

V/. El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

EN aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor



Transformación por la Gracia de Dios

 

Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.

 Marcos 4:26–27

 

Es hermoso reflexionar sobre cómo la Palabra de Dios cambia la vida de las personas. Este breve pasaje de hoy compara el compartir la Palabra de Dios con la siembra de semillas. El sembrador sale y esparce la semilla en la tierra y luego observa cómo esa semilla se convierte en una planta fructífera. La línea misteriosa dice "sin que él sepa cómo".

Así es con la Palabra de Dios. Cuando otra persona recibe esa Palabra, tenemos la bendición de poder dar un paso atrás y observar cómo esa Palabra se arraiga y transforma su vida. Por supuesto, a veces podemos sembrar la Palabra y no echa raíces. Esto se debe a la dureza del corazón de otro o a la forma en que sembramos. Pero cuando la semilla de la Palabra de Dios echa raíces, debemos asombrarnos de cómo Dios obra en esa alma.

Piensa en esta realidad en tu propia vida. ¿Cómo recibiste por primera vez la buena semilla de la palabra de Dios? Quizás fue a través de un sermón, un retiro, la lectura de la Escritura, un libro o el testimonio de otro. Piensa en cómo recibiste por primera vez la Palabra de Dios en tu vida y qué efecto tuvo sobre ti.

Una vez que la Palabra de Dios ha echado raíces en un alma, es una práctica santa “levantarse de noche y de día” para observar cómo crece esta semilla. Específicamente, debemos dejarnos asombrar por la forma misteriosa en que se cambia una vida, ya sea la propia vida o la vida de otro. Es inspirador observar el alma de una persona que comienza a desarraigar el pecado, a buscar la virtud, a establecer una vida de oración y a crecer en el amor de Dios.

Si esto es algo con lo que te resulta difícil relacionarte, entonces tal vez sea hora de permitir que esa semilla de la Palabra de Dios caiga suave y profundamente en la tierra fértil de tu propia alma o de buscar en oración las formas en que Dios quiere usarte para que siembres esa semilla en el corazón de otro. Hacer esto último requiere mucha apertura a la obra del Espíritu Santo. Requiere que dejemos que Dios nos inspire para saber cómo podemos cooperar con su mano en la evangelización.

Reflexiona, hoy, sobre el “misterio” de un alma que pasa por este proceso de cambio y crecimiento espiritual. Si te resulta difícil encontrar un ejemplo así para reflexionar, entonces recurre a la vida de los santos. Los santos están entre los más grandes testigos de aquellos que permitieron que la Palabra de Dios se hundiera profundamente en sus vidas para que se convirtieran en nuevas criaturas, transformadas por la gracia de Dios. Reflexiona sobre este testimonio transformador y mientras lo haces déjate llevar por la gratitud y el asombro.

 

Mi Señor transformador, te agradezco por la forma en que has sembrado la semilla de tu santa Palabra en mi propia vida. Te agradezco por la forma en que me has cambiado, me has liberado del pecado y me has puesto en el camino de la santidad. Úsame, amado Señor, para sembrar esa semilla en la vida de los demás y lléname de asombro y admiración al ser testigo de la obra de Tu mano misericordiosa. Jesús, en Ti confío.

Entrada destacada

1o de enero del 2017: Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Reemprender el camino La palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir escuchando nuestra memoria, como María. En el moment...