martes, 20 de noviembre de 2018

20 de noviembre 2018: Martes de la 33a semana del TO (año par)




(Lucas 19, 1-10)  Zaqueo quería ver a Jesús, y para esto, era necesario estar dispuesto a subirse a un árbol. Efectivamente, Jesús lo ve y lo interpela: Él desea ir a hospedarse en su casa. Zaqueo era de baja estatura: Jesús le propone llegar a ser grande de corazón.






Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis 3,1-6.14-22:

Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias." Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver. A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias."»

Salmo
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5

R/. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.



Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»



Reflexión

Desde ayer empezamos a leer el libro del Apocalipsis o Revelación acordada a Juan.
Este libro es ante todo un libro de consolación y de esperanza para los creyentes que les permite perseverar en los momentos de prueba, confiando en Jesucristo.
El Apocalipsis describe o pinta a Jesús bajo un día diferente al de los evangelios y de las Cartas del Nuevo Testamento: Jesús es Aquel que ha vencido el mal una primera vez venciendo a la muerte. Él triunfará definitivamente sobre el mal para permitirle a los creyentes el acceso al Reino de Dios, a la Nueva Jerusalén (cfr. capítulo 21).
El Apocalipsis ha sido fuente de inspiración para numerosos autores y artistas, y más recientemente, para los realizadores de películas. Lenguaje codificado, el Apocalipsis es también la clave para entender numerosas obras pertenecientes al arte, a la literatura, al espectáculo.
Contenido
Los tiempos son duros, en este fin del primer siglo después de Jesucristo para los cristianos de Asia Menor. El imperio romano es cada vez más amenazante. Las persecuciones patrocinadas por el emperador Domiciano, se multiplican. Los cristianos sufren y se desesperan y se preguntan: Cuándo vendrá Jesús a poner fin a todas estas pruebas? Cuándo establecerá Él su Reino?
Luego de una visión espiritual (1,10) Juan recibe un mensaje de esperanza y de visiones consoladoras para siete Iglesias de Asia, que representan a todas las Iglesias y a todos los creyentes ("Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete Iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea." Apocalipsis 1,11.)
Las crisis y las pruebas los agobian, pero es necesario resistir permaneciendo firmes en la fe en el Señor Jesús. El "Cordero de Dios" por su resurrección, ha vencido ya a Satanás. El diablo todavía puede actuar sobre esta tierra, pero Dios va a manifestar su poder destruyendo las fuerzas del mal con juicios terribles. Ante el peligro, las Iglesias no debeb ni renegar de su fe, ni perder su fervor, ni ceder a la seducción de los ídolos. Hoy, ellas sufren a causa de Cristo (7.13-17), pero mañana, ellas reinarán con Él (20.4), y aun con más justeza se descubre que el día esperado está cerca.
Género
La palabra "Apocalipsis" no significa ni "final de los tiempos", ni "catástrofe", sino Revelación: revelación que Dios vencerá todos los obstáculos y todas las potencias del mal. Dentro de una situación de tantas crisis, el Apocalipsis dona una confianza a los creyentes, prometiéndoles un mañana mejor. El vocabulario utilizado es a veces oscuro para aquellos que no conocen muy bien el Antiguo Testamento y la literatura judía de la época, pero vale la pena esforzarse en comprenderlo!
En el fragmento que nos propone la liturgia de hoy, en el capítulo 3, escuchamos el mensaje dirigido a la Iglesia de Sardes.  (versículos 1-6),  nos dice que a pesar de las apariencias se puede tener una fe dormida o igualmente muerta. Entonces se hace necesaria la vigilancia! Aquel, aquella que es fiel a las enseñanzas de Jesús recibirá en recompensa una vestidura blanca. Esta vestidura dada por Dios, es el símbolo de la Vida Nueva con Cristo (7,13-17). El blanco, signo de pureza, es con frecuencia asociado a Dios en la Biblia.
(versículos 14-22) dirigidos a la Iglesia de Laodicea.  Atención! Esto está caliente! Dios no ama la tibieza. No hay lugar en ÉL para la indiferencia, los compromisos fáciles, la blandura. La fe es hacer opciones, es osar marcar la diferencia, es comprometerse verdaderamente.
Dios no ama el orgullo. Nada más peor que creerse fuerte, autosuficiente y no tener necesidad de nadie. La fe, es reconocer sus limitaciones, su fragilidad y sus necesidades; es dejar a Dios sanar y llenar (su) la  vida.
Evangelio
 El texto de Lucas que leemos hoy, está en conexión con el pasaje que leíamos ayer del ciego de Jericó…Hoy se trata del encuentro del Señor con Zaqueo. Ayer veíamos que el paso de Jesús es suficiente para provocar el deseo de verlo! Él toma la iniciativa del encuentro, Él, el Mesías esperado, permite a cada uno expresar sus aspiraciones profundas, como ocurre con el ciego a quien se le impidía acercársele y hablarle. Él se invita, y el encuentro es fuente de alegría.
Para Zaqueo el encuentro con Jesús le posibilita descubrir otra manera de vivir. A pesar de los obstáculos que pueden poner los demás, Jesús no duda en dedicarle tiempo a cada quien, a cada uno. Él viene a unírsenos , allí donde estamos.


viernes, 2 de noviembre de 2018

DÍA 2 DE NOVIEMBRE: CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS




CREADOS PARA LA VIDA

Saludo (Ver Rom 8,38-39)

Ni muerte ni vida, nada que existe ni nada todavía por venir, ni cosa creada alguna puede nunca interponerse entre nosotros y el amor de Dios hecho visible en Cristo Jesús, Señor Nuestro. Que este Cristo resucitado esté siempre con ustedes.


Introducción por el Celebrante

La muerte permanecerá siempre un misterio y un sufrimiento. Pero, como cristianos, vivimos en fe y esperanza. Si tuviéramos suficiente fe, soportaríamos la muerte sin miedo y la acogeríamos como un regreso a la casa del Padre. En nuestra fe no hay lugar para dudar de que en la muerte Dios abandonará a sus gentes, que son obra de sus manos, hechas a su imagen y semejanza, por quienes Cristo murió y resucitó de entre los muertos. Dios no nos dejará perecer para siempre. En Cristo tenemos la promesa de Dios de que nosotros resucitaremos también de entre los muertos para la gloria y alegría eternas. Con esta esperanza ponemos hoy espiritualmente nuestros difuntos en las manos del Dios de vida.

Acto Penitencial


Por su muerte y resurrección, Cristo nos trajo esperanza, vida y alegría. Con la mayor confianza le pedimos perdón por nuestros pecados.
(Pausa)

Señor Jesús, Hijo del Dios vivo: Tú viniste al mundo para compartir nuestras penas y alegrías: R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo Jesús: tú te entregaste a la muerte en la cruz para vencer al pecado y a la muerte en nosotros: R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, tú resucitaste de entre los muertos para ser nuestro camino de vida y alegría infinitas: R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor, y perdona todos nuestros pecados. Ayúdanos a vivir tu vida en la tierra y llévanos a nosotros y a todos los fieles difuntos a la felicidad de la vida eterna.


Oración Colecta

Encomendemos al Señor a todos los fieles difuntos.
(Pausa)
Oh Dios de la vida y de los vivos: Creemos que tú eres un Dios de un amor que es más fuerte que la muerte ya que tu Hijo Jesucristo, nacido como uno de nosotros, destruyó la muerte para siempre. Te pedimos confiadamente que todos los fieles difuntos vivan en la seguridad de tu amor; que disfruten de paz, tu paz, que con tanta frecuencia se les escapaba en la vida, y danos también a todos nosotros el valor para enfrentar la vida dándole auténtico sentido, viviéndola en unión íntima con tu Hijo Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos



Celebramos estos días 1o y 2 de Noviembre dos de las más grandes fiestas del año litúrgico: LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS y LA FIESTA DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS.

Al comienzo de noviembre, recordamos toda esta larga cadena de testigos que nos han precedido…

Los psicólogos afirman que el recuerdo de aquellos que han sido importantes en nuestra vida contribuyen a construir nuestra identidad. Las personas que hemos olvidado no tienen verdadera influencia sobre nosotros, mientras que aquellos de quienes nos acordamos y que han jugado un rol o papel importante en nuestra vida, continúan influyendo en nosotros después su partida.

El año litúrgico abre el gran libro de los recuerdos. Nos acordamos de personajes importantes de la historia del cristianismo: Pedro, Pablo, Agustín, Tomas de Aquino, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, la Madre Teresa, San Martin de Porres, Santa Mariana de Jesús, Santa Kateri Tekakwita, Martin Luther King, y tantos otros…Pero, también están las personas menos conocidas, que han ejercido una influencia determinante en nosotros: nuestros padres, nuestros abuelos, algunos educadores, vecinos, colegas de trabajo…personas sencillas, que han marcado nuestra vida…Estas personas son como faros que iluminan nuestras vidas. Ellas han sido guías y nos han ayudado a enfrentar los obstáculos de la vida. Son ellos quienes nos han permitido llegar a ser lo que somos hoy. Nosotros no hemos sido creados de una sola vez y enteros (de una sola pieza). Nosotros somos el fruto de una familia, de una parroquia, de un barrio, vereda,  pueblo o ciudad.

En el cristianismo, tenemos la excelente tradición de orar por aquellos que nos han precedido. Y en nuestras oraciones, no separamos los ricos de los pobres, los hombres de las mujeres, los buenos de los menos buenos.
Nosotros oramos por todos…
Esta primera semana de noviembre es nuestra semana de recordar, y evocar con gratitud aquellos que han vivido antes que nosotros.


Las celebraciones de noviembre son así también una excelente preparación para nuestra propia muerte.  Nuestro mundo moderno hace todo lo posible por borrar o hacernos olvidar la muerte de nuestros espíritus. Los medios están llenos (ante todo)  de informaciones superficiales, livianas, lights, después de   violencia y agresividad…y se trata siempre de la muerte de los otros. Se nos presenta sin parar anuncios comerciales que prometen la eterna juventud. No tenemos sino que utilizar sus productos milagrosos para parecer diez años más jóvenes.

Nosotros los cristianos, no creemos en una muerte cruel donde se termina con la tumba, en el cementerio. Nosotros creemos en un paraíso donde la vida se transforma y cambia. Creemos que la muerte es una entrada, un pasaje y o una puerta abierta hacia la eternidad. En el libro del profeta Isaías, encontramos este bello texto: “El Señor enjugara todas las lagrimas de nuestros rostros…sobre su santa montana, él preparará una fiesta de abundante comida…Él hará desaparecer la muerte para siempre…Alegrémonos en la salud del Señor”.

Nosotros viviremos entonces la paz del Reino de Dios donde: “ El lobo habitará con el cordero, el puma se acostará junto al cabrito, el ternero comerá al lado del león y un niño chiquito los cuidará. La vaca y el oso pastarán en compañía y sus crías reposarán juntas, pues el león también comerá pasto, igual que el buey. El niño de pecho jugará sobre el nido de la víbora, y en la cueva de la culebra el pequeñuelo meterá su mano. No cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo en todo mi Cerro santo” (Isaías 11,6-9).

Y san Juan agrega en el Apocalipsis Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar no existe ya. [2] Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. [3] Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios-con-ellos; [4] él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado




Hay esperanza en plenitud en estas fiestas de noviembre.
Esto nos recuerda que la muerte no es el final de todo.
Esto también nos recuerda que el tiempo que se nos da es un don precioso y que hemos de utilizar lo mejor posible.

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