jueves, 28 de diciembre de 2017

28 de diciembre del 2017: Los Santos Inocentes

(Mateo 2, 13-18) Hoy, aún, como al día siguiente de la Natividad de Jesús, niños inocentes son arrancados violentamente del amor de sus padres y sus seres queridos. Oh Emanuel, Oh príncipe de la paz, sálvanos de tanto odio, de tanta violencia, de tanta maldad!





Introducción

La celebración de hoy nos sorprende y conmociona al verificar que el nacimiento de Cristo no supuso que todo era paz y alegría. La venida de Jesús fue el principio de una lucha-a-muerte entre los poderes del mal y el reino de la luz, una lucha que tendría su climax en la pasión y muerte del mismo Jesús. Herodes representa aquí las fuerzas del mal. Con frecuencia, incluso niños inocentes son víctimas de esta enemistad.
La historia de los Santos Inocentes puede muy bien ser una ilustración teológica de Mateo sobre este formidable choque entre el bien y el mal, que comenzó con el nacimiento de Jesús. Con frecuencia los inocentes tienen que sufrir a causa de tanto mal en el mundo, causado desgraciadamente por seres humanos.
San Juan nos dice en la primera lectura que el primer pecado es pensar que uno no tiene pecados, que uno no peca.


Reflexión:

 Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.

Es una creencia que se extiende cada vez más, que se hace popular en nuestros días…Muchas personas, incluidos cristianos, hermanos nuestros, asiduos a la IGlesia, y a la misa, piensan que no tienen pecado y por eso argumentan no tienen necesidad de confesarse…Y le dicen a uno "yo no mato, yo no robo, para qué confesarse?" como si el pecado sólo se redujera a matar y a robar literalmente…No piensan que también con frecuencia matamos con las palabras, con la indiferencia, con el desprecio…Que en ocasiones no robamos cosas materiales, sino también le robamos el tiempo al amor, a las obras de caridad, a Dios.
San Juan nos dice que la luz de Dios es tan inmensa, tan iluminadora, tan brillante que ella impide a nuestros pequeños rincones sombríos de nuestra vida, quedarse en la oscuridad. No hay ningún ser humano sin faltas, que no tenga pecado. Reconocer su falta es algo liberador y el perdón de Dios nos ahce justos.
En el Salmo con el autor sagrado, hemos confesado que si tenemos nuestra confianza en Dios, no habrá ningún obstáculo por el que podamos caer, ni ninguna trampa que nos atrape para siempre. La fe, confianza en el Señor nos permite siempre levantarnos a pesar de nuestros pecados, nuestros fracasos y nuestras caídas.

 En el Evangelio de hoy, vemos el Tercer testimonio a favor del Niño que nos ha nacido: Los santos Inocentes.  Los niños cruelmente degollados en Belén por orden de Herodes, porque teme que el Rey de los judíos que ha nacido -según le han dicho los magos- le arrebate el trono. ¡De qué crueldades es capaz el ser humano para lograr o conservar algunos privilegios, triunfos, ganancias! Hoy recordemos ante el Señor a tantos niños inocentes que, en estos tiempos, son maltratados, pasan hambre, son explotados en trabajos inhumanos. Sobre todo, a los masacrados en guerras crueles, promovidas por intereses egoístas y bastardos. Y por los no nacidos, víctimas del aborto. Y pidamos al Señor, que cambie, el corazón de los “herodes” de hoy; que se respeten los derechos de los niños en todas partes; que cese el dolor de tantas madres que ven, impotentes, la muerte o el sufrimiento de sus hijos; que en el corazón de los gobernantes -y en el de todos los hombres-  se instale  el Amor y la Paz de la Navidad.

Hoy, en el evangelio, vemos que el Dios encarnado empieza a ser perseguido tempranamente. Con este relatado el evangelista nos recuerda el destino martirial del recién nacido. Pero aún no era “su hora”, y el ángel del Señor avisa a José: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto… José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto.” Y el Dios recién nacido –como nuevo Israel- tiene que marchar con su familia a Egipto, asumiendo la realidad dolorosa del emigrante, que deja su patria y marcha a un país extraño, como tantos  pobres o perseguidos de nuestro tiempo...  Más tarde llegará “su hora”, y entonces no huirá, sino que –ante el desconcierto de sus discípulos-  irá al encuentro de los que le buscan para matarlo: “Yo soy”, les dirá. ¿Cuál es nuestra actitud frente a los sufrimientos, las contradicciones e incomprensiones, que se presentan en nuestra vida de seguidores de este Dios encarnado perseguido? Señor, que esté presto a hacer siempre lo que en cada momento me pidas, por costoso que me sea.


3.      Herodes mata por miedo a perder su trono. ¿No tenemos nosotros nuestros “tronos”, que queremos conservar, y para los que en Cristo vemos una amenaza? Pidamos al Señor que nos haga ver cuáles son esos “tronos” que tanto tememos perder. Y que no recelemos nunca del Señor; que veamos claro que no viene a quitarnos nada, sino a ponernos en nuestro verdadero “trono de hijos de Dios”. Señor, Niño de Belén, míranos con amor: deshiela con el fuego de tu mirada amorosa este corazón nuestro, a veces,  tan frío, tan egoísta, tan receloso de tu amor. Míranos, Niño que eres el Amor. Y hoy que “los mártires inocentes proclaman tu gloria, no de palabra, sino con su muerte, concédenos, por su intercesión, que nosotros testimoniemos con nuestra vida la fe que confesamos con la palabra”. (oración Colecta de la misa).



Intenciones

Para que todos los seres humanos, pero especialmente los niños, se vean libres de sufrimiento, malnutrición y maltrato, roguemos a Dios nuestro Padre misericordioso.

Para que los niños no sean víctimas de padres poco cariñosos, que no los quieren y los abandonan, mientras ellos se separan el uno del otro, roguemos al Señor.

Para que todos los niños tengan padres cariñosos que les ayuden a crecer hacia una rica y madura adultez, roguemos al Señor.




Referencias:

totona.com

ciudadredonda.org

prionseneglise.ca

sábado, 23 de diciembre de 2017

23 de diciembre del 2017: Sábado de la 3a semana de Adviento



Lucas 1, 57-66) Juan Bautista es el mensajero que prepara el camino delante de Jesús, quien a su vez será el mensajero de la Alianza nueva y eterna.




Primera lectura
Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24):

ESTO dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño.
Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 24,4-5ab.8-9.10.14

R/. Levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación.


V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

V/. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

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Reflexión:

1.      El evangelio narra el Nacimiento del Bautista. Los parientes y vecinos felicitan a Isabel y se alegran porque “Dios le había hecho una gran misericordia.” El nacimiento del niño levantó expectación, pues la gente conoce las circunstancias de  su concepción: los padres eran muy ancianos, e Isabel, además, estéril. Y se preguntaba: « ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él». Nosotros sabemos que él fue el mensajero que Malaquías anunció: «Mirad, yo envío mi mensajero, para que prepare el camino ante mí». (1ª lectura). Esa  fue la misión de Juan Bautista: preparar los caminos del Señor, como nos recuerda la liturgia en este tiempo de Aviento y hemos meditado en días anteriores.

2.      También sobre cada uno de nosotros Dios tiene un proyecto, que nos va revelando a través de los días. ¿Nos ha interesado descubrirlo?; ¿cuál es ese proyecto?; ¿pedimos a Dios que nos manifieste lo que quiere de nosotros?... Juan llevó a cabo fielmente la misión de anunciar la llegada del Mesías y preparar sus caminos, que Dios le encargó. ¿Lo somos nosotros? Como con Juan, “la  mano del Señor ha estado siempre con nosotros”. Dios camina junto a cada uno de nosotros en todo momento, para que podamos cumplir nuestra misión... Hoy démosle gracias, porque nunca nos ha fallado. Agradezcámosle el regalo de la vida, los padres cristianos que nos dio, que nos han transmitido la fe y nos han enseñado a amar a Jesús y a María, su Madre y Madre nuestra. Sobre todo, démosle gracias por la oportunidad que nos da cada día de comenzar de nuevo, como san Francisco de Asís aconseja a sus frailes cuando los animaba: “comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, pues escaso es o poco lo que hemos adelantado”.

3.      Este nacimiento del Precursor nos anuncia la proximidad de la Navidad. Hoy, vísperas casi de la Navidad, al salmo que se reza en la misa la Asamblea responde: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación” (Lc 21, 28). Y en la antífona de la comunión se nos advierte: «Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). El Señor llega con su misericordia salvadora. ¿Cómo estamos preparándonos para recibirle? La liturgia, al recordarnos en Adviento las historias de esterilidad y fecundidad, como la de Zacarías e Isabel, intenta avivar nuestra esperanza en el Señor. El es fuerte. Lo que para nosotros es imposible, para él es posible. Y Dios sigue siendo la Fuente de la Vida, capaz de hacer fecundas nuestras vidas cristianas estériles, él puede cambiarlas y hacerlas nuevas.  Viene para eso. ¡Dejémosle entrar!


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jueves, 21 de diciembre de 2017

22 de diciembre del 2017: viernes de la 3a semana de Adviento


Hoy vamos a participar en una celebración de acción de gracias al Señor, que hace grandes cosas a favor de la gente humilde que confía en Dios.
    En el Antiguo Testamento (Primera Lectura) Ana da gracias a Dios porque le ha dado un hijo. Ella lo dedicará a Dios mismo. Samuel, el hijo, será un extraordinario profeta del Señor.
    Y María (Evangelio), una muchacha joven, humilde, sin pretensiones mayores, expresa con vehemencia su alegría y su acción de gracias al Dios que trastornará los valores del mundo  por medio de Jesús, el Hijo que nacerá de ella. Con Ana y María cantamos hoy, entusiasmados, nuestra alegría y nuestra acción de gracias a Dios.

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(1 Samuel 1, 24-38) Ana no guarda egoistamente  el don de Dios para ella. Su gesto nos hace comprender que la Gracia del Señor produce todavía más frutos cuando ella es compartida y nuevamente dada.



Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel (1,24-28):

EN aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo.
Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo:
«Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había mi pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida».
Y se postraron allí ante el Señor.

Palabra de Dios


Salmo
1S 2,1.45.6-7.8abcd

R/.
 Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

V/. Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.

V/. Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.

V/. El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.

V/. Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,46-56):

EN aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor

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Reflexión:
1. Cuando María escucha la alabanza de Isabel: “¡Bendita tú entre las mujeres… ¡Dichosa tú porque has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”, de su corazón brota, como potente surtidor, la gratitud, la alegría  y la alabanza a Dios. Es el Señor -proclama- el que merece ser alabado y glorificado. Ella no es más que una humilde muchacha de Nazaret, en la que él se ha fijado y, bondadosamente, ha levantado su pequeñez y la ha hecho su Madre. Por eso María grita a los cuatro vientos su alabanza: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí…” Y desde entonces, este canto de María -el "Magnificat", lo llamamos-  es el himno de gratitud y alegría por excelencia para la Iglesia. Madre, enséñame a entonarlo constantemente en alabanza agradecida al Señor por todo lo que su bondad y misericordia han hecho también en mí.
2. En lo que el Señor ha hecho en ella, María ve resumido el estilo de actuar de Dios a lo largo de la historia de la salvación. Por eso canta: “Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. En toda la Biblia Dios aparece complaciéndose en los humildes, pobres, hambrientos y explotados, a quienes alza y colma de sus bienes, mientras que a los explotares -a los ricos y poderosos- los vence y humilla. Y es que los pobres se saben necesitados de Dios, de alguien que les salve, y esperan y confían en él,  mientras que los ricos y poderosos no creen necesitar a Dios y no lo esperan... Tú, María, Madre, la humilde esclava del Señor, sí sentías necesidad del Mesías-Salvador y anhelabas y suspirabas por su venida. Por eso, Dios vino a ti y se encarnó en tu seno y llenó tu vida toda. Madre, ruega por nosotros, para que el Señor nos dé un corazón de pobre, vacío de nosotros mismos y de todo lo  que estorbe para  que él venga y se encarne en nosotros en esta  Navidad.

3. Hoy, meditando el canto de María, yo me alegro y exulto con ella. En verdad el Señor ha hecho obras grandes en María: la ha elegido, entre todas las mujeres para ser la Madre del Mesías, al que esperaba toda la Humanidad. ¿Hay honor más grande que se pueda conceder a persona humana? Y ella lo recibe humilde y agradecida,  como don gratuito del Señor. ¡Qué gran lección de humildad y gratitud! Ruega por nosotros, Madre, para que de nuestros corazones brote constantemente la alabanza agradecida al Señor por cuanto nos ha dado: la fe, el bautismo que nos hizo hijos de Dios y miembros de la Iglesia, la eucaristía, el perdón tantas veces recibido...  María, Madre,  Maestra de gratitud y de alabanza, ruega por nosotros para que vivamos la Navidad con corazón agradecido al Dios que nos ama y se hace Dios-con-nosotros.

21 de diciembre del 2017: jueves de la 3a semana de Adviento



(Cantar de los Cantares , 8-14, Salmo 32 et Lucas 1, 39-45) Qué decir de esos momentos de pura alegría, donde no hay otra cosa qué hacer sino dar graciar por la visita del Señor en nuestra vida y el cumplimiento de su promesa?





Primera lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡LA voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/.
 Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.


V/. Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

V/. El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

V/. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

EN aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor


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La alegría del encuentro

 Pocas cosas  -si es que hay alguna-  son más lindas, tanto a nivel humano como divino, que el encuentro entre personas. Un encuentro supone una gran alegría y una gracia incomparable. La Primera Lectura (del libro El Cantar de los Cantares) habla del encuentro entre un joven pretendiente y la joven que él ama. Ésta es probablemente una imagen simbólica del amor entre Dios e Israel.
En el evangelio, Isabel encuentra a María; incluso el nonato Juan el Bautista encuentra al Salvador, con su madre. Más profundos que los encuentros entre gente ocupada en asuntos de negocios, ciencia, política, o gente en sus ocupaciones y trabajos, son la comprensión, el amor y el compartir en unos encuentros realmente humanos. Éste es el tipo de encuentros que nos espera con el Señor en Navidad y en esta eucaristía. Los encuentros son aún más profundos cuando Dios es compañero y parte  en el mismo encuentro.



 Fuente:

ciudadredonda.org

miércoles, 20 de diciembre de 2017

20 de diciembre del 2017 miércoles de la 3a semana de Adviento


(Lucas 1, 26-38) Al aceptar ser la sierva del Señor, María  se convierte no en su esclava, sino su asociada en la fe. Dios también tiene un proyecto preciso para cada uno de nosotros. Aceptar y participar de él, hace de nosotros amigos y compañeros del Padre que cree en nuestras posibilidades.

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Los dos bellos textos bíblicos de hoy se corresponden mutuamente como promesa y cumplimiento de la misma promesa.
    El hijo que  habría de nacer de una joven doncella como signo o señal de la salvación de Israel (Primera Lectura) probablemente se refería, en sentido directo, a un hijo del rey todavía por nacer; sin embargo en la tradición más tardía y particularmente en el entendimiento cristiano de ese pasaje, se vino a interpretar el texto como una profecía mesiánica, que se cumplió en María y en el Hijo nacido de ella, en Jesús.
    Es digno de notar también el espíritu del cumplimiento de la promesa. La encarnación de Cristo fue el comienzo de una subversión total de valores; pone todo patas arriba; por ejemplo: la salvación viene y se ofrece a los pobres y humildes, se expresa a sí misma en obediencia y humilde servicio, el poder y la majestad de Dios se muestran en su sencillo acercamiento al pueblo, Dios se nos hace cercano en la gente, incluso la muerte se convierte en camino hacia la vida.
(ciudadredonda.org)




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

EN aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.

V/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

V/. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

V/. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R
/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

EN el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Él ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido en hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.


Palabra del Señor



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Reflexión:

En la primera lectura es bueno conocer un poco el contexto de las palabras del Señor dirigidas al profeta; los dos reinos del pueblo del Señor están en conflicto, Israel contra Judá. Dios quiere proteger al rey, pero el rey tiene miedo y busca aliarse con otras potencias politicas extranjeras, olvidándose que Dios se ha comprometido con él, y no escucha los consejos de su profeta. Tener fe, es depositar la confianza e Dios quien será fiel hasta el punto de ayudarnos a remontar el peligro. El miedo es contrario a la fe.
Y qué sorprendente victoria se anuncia con la venida de un bebé! Un Emanuel, cuyo nombre significa en hebreo "Dios con nosotros". Dios viene como un niño frágil, para vencer el orgullo de los poderosos. Él nunca está ahí donde se le espera. Este es el desafío de la fe! La vida, ella también es más infinitamente vasta, profunda, misteriosa y bella que lo que nos permite ver. El Nuevo Testamento verá en estos versículos un anuncio del nacimiento de Jesús.

1.      Hoy, avanzado ya el Adviento, contemplamos a María en su anunciación. Gabriel la saluda llamándola “la-llena-de-gracia”. María es la llena de gracia, la llena del favor de Dios, la colmada del amor de Dios. Que eso es lo que  en la Biblia significa gracia: el amor, el cariño, el favor  con que Dios quiere a su pueblo. Después añade el ángel: “El Señor está contigo”. A nosotros, en la misa, -comenta P. Schillebeck-  el sacerdote nos saluda diciendo: “El Señor esté con vosotros”. Y ora para que así sea, pues siempre hay rincones de nuestro corazón donde todavía no hemos recibido a Dios. En María, por el contrario, no hubo un solo rincón de su corazón que fuera extraño a Dios. Ella pertenecía del todo a Dios. Ruega por nosotros, Madre,  para que no hurtemos a Dios ningún rincón de nuestro corazón. Que le dejemos entrar en todos. Para que cada día esté más con nosotros.

2.      Después de saludarla, el ángel le da a conocer la misión que Dios le ha  asignado: ser la Madre del Mesías, del Salvador. La misión es grande. pero el ángel la anima: “no temas, María”, porque más grande y poderosa es la gracia del Señor. Y él está con ella. Ante esta oferta de Dios, María se pone a su disposición: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." ¡Qué libres le deja María las manos a Dios! ¡Con qué confianza se abandona en las manos del Padre Dios para que haga de ella lo que quiera! Y ese “sí” lo repetirá en todas las circunstancias de su vida,  aun en los momentos más oscuros. 

Señor, que hoy, mirando a María, aprenda  esa disponibilidad, que aprenda a decir sí a tus planes, aceptándolos sin reserva ninguna; que,  como para María, tu voluntad lo sea todo para mí, en todos los momentos y circunstancias.  Que no trate de escabullirme, cuando escuche en mi corazón tus llamadas. Dame un corazón generoso como el de María.

3.      «Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir: ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte». Sí, Señor Jesús, ven y abre la puerta de mi cautiverio, líbrame de la oscura tiniebla del pecado. Que pueda caminar en libertad por los caminos de amor a Dios y el amor y servicio al prójimo, sobre todo, a los que más lo necesitan.


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lunes, 18 de diciembre de 2017

19 de diciembre del 2017 martes de la tercera semana de Adviento


En el Evangelio de hoy vemos cómo con edad muy avanzada, Zacarías e Isabel, sin duda, creen haber dado y recibido todo…Y he aquí que una nueva vida se abre delante de ellos: ellos se convertirán en "jóvenes" padres. El Señor siempre nos reserva sorpresas.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,5-25):

EN los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».


Palabra del Señor

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Reflexión:

Escogidos y amados

Las personas escogidas por Dios para una misión especial en su Plan de Salvación constantemente se presentan en la Biblia como escogidas y amadas antes de su nacimiento, mientras se anuncia su alumbramiento de una manera especial; el Espíritu del Señor los mueve; su misión exige sacrificios. Veamos el llamado de Sansón en su saga folklórica, o el de Juan el Bautista. El silencio misterioso de Zacarías proviene probablemente de la alegría de un mensaje abrumador, demasiado sorprendente y maravilloso para poderse expresar en palabras.
Subyacente en estas historias vocacionales está el hecho  de que el pueblo es débil, que la salvación es otorgada por Dios gratuita y graciosamente, que la esterilidad (las mujeres estériles) abre paso a la fertilidad, que se exigen siempre sacrificios. Y por eso, el Espíritu de Dios será quien moverá a esas personas elegidas. Todo esto es también aplicable y se hace verdad en nosotros, ya que estamos llamados a preparar el camino del Señor.
Hermanos: Navidad está ya cerca. Que nuestras oraciones se vuelvan más insistentes, para que nos entreguemos con mayor entusiasmo a llevar el amor y la justicia de Cristo a nuestro frío y áspero mundo. 

(cfr. ciudadredonda.org) 

domingo, 17 de diciembre de 2017

18 de diciembre del 2017 lunes de la tercera semana de Adviento


(Mateo 1, 18-24) El proyecto de Dios se revela en el nombre de Jesús, que significa "El Señor salva". Este nombre nos compromete hoy a ser de aquellos que salvan, en este mundo en que vivimos.





Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):

MIRAD que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/.
 En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

V/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

LA generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.


Palabra del Señor



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Reflexión:

Jesús hace parte de nuestra historia humana

Después de que los Reyes del Pueblo de Dios no cumplieron su misión de guiar al pueblo de Dios, el profeta Jeremías anuncia que Dios los suprimirá y se erigirá a sí mismo como el pastor de su pueblo.
Pero Dios mismo realizará este nuevo comienzo por medio de un retoño, humano y lleno de virtud, de la casa de David. --- Por medio de él, Dios restablecerá la integridad de su pueblo, y será causa de nuestra fidelidad.

    Evangelio  

 -como nos dice Mateo-   Jesús es ese Hijo de David, descendiente a través de José y de María,  y al mismo tiempo es hijo de Dios. Él es ciertamente “Dios-nuestra-justicia”, y Emanuel, “Dios-con-nosotros”; él es Jesús, cuyo nombre significa  “Salvador”.


viernes, 15 de diciembre de 2017

16 de diciembre del 2017 sábado de la segunda semana de Adviento Primer día de la novena


En el Antiguo Testamento (Primera Lectura) el Profeta Elías es el “profeta de fuego”, una personalidad fogosa, apasionada, y llena de celo que hace caer fuego sobre los enemigos de Dios. Él quería preparar los corazones del pueblo para que aceptaran a Dios.
    En el Nuevo Testamento (Evangelio) el “profeta de fuego”, el nuevo Elías fue Juan el Bautista. Lleno también de celo, quería preparar los corazones de su pueblo para que aceptaran a Jesús como su Mesías salvador. --- ¿Quién nos está llamando hoy a nosotros a la conversión, y abriendo nuestros corazones para que Cristo viva realmente en nosotros? Es el Espíritu Santo de fuego, que quiere que realicemos con gran celo y amor el trabajo de Cristo, para llevar el amor, la paz y la justicia de Dios a nuestro mundo de hoy. ¿Le dejamos al Espíritu Santo encender este fuego en nosotros?






https://www.youtube.com/watch?v=iYmwRgkQoO4&t=57s



 

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):

EN aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego,
sus palabras quemaban como antorcha.
Él hizo venir sobre ellos hambre,
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor cerró los cielos
y también hizo caer fuego tres veces.
¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!
¿Quién puede gloriarse de ser como tú?
Fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,
en un carro de caballos de fuego;
tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,
para aplacar la ira antes de que estallara,
para reconciliar a los padres con los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
Dichosos los que te vieron
y se durmieron en el amor.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19

R/.
 Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

V/. Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.

V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.



Texto del Evangelio Mateo 17,10-13:

 Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.



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REFLEXIÓN

Cuando Dios nos visita, sepamos acogerle



Hoy, la liturgia nos presenta un monumento: el profeta Elías. Entre sus hazañas o milagros, retenemos que le ha dado órdenes a la lluvia, ha resucitado un niño, multiplica el pan y el aceite, predice la muerte del rey Acab y de su reina Jezabel y tiene un encuentro con Dios cual Moisés , sobre el Sinaí. Y por tanto, él no tenía ni casa, ni riqueza, ni ejército. Él fue abandonado por todos, amenazado de muerte, perseguido.

Dios viene a nosotros la mayor parte del tiempo y se manifiesta dentro de lo que es simple y “desnudo” o despojado. Nosotros corremos el riesgo de no percibirlo, puesto que tenemos la tendencia de ver a Dios o manifestarse dentro de lo que es poderoso y prestigioso. Elías mismo, esperaba a Dios manifestarse o verlo entre la tempestad y los rayos. Ahora, Dios ha venido se ha presentado “en el murmullo del silencio” (1 Reyes 19,12).

Dios nos visita de manera desconcertante: sepamos percibirlo y acogerle.




jueves, 14 de diciembre de 2017

14 de diciembre del 2017 jueves de la segunda semana de Adviento o San Juan de la Cruz



(Isaías 41, 13-20) Dios no ha venido para condenarnos. La perdición e infelicidad nos la labramos nosotros mismos. Él ha venido para estar en medio de nosotros para curarnos, manifestándonos su misericordia.



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (41,13-20):

YO, el Señor, tu Dios,
te tomo por la diestra y te digo:
«No temas, yo mismo te auxilio».
No temas, gusanillo de Jacob,
oruga de Israel,
yo mismo te auxilio
-oráculo del Señor-,
tu libertador es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo nuevo,
aguzado, de doble filo:
trillarás los montes hasta molerlos;
reducirás a paja las colinas;
los aventarás y el viento se los llevará,
el vendaval los dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes
buscan agua, y no la encuentran;
su lengua está reseca por la sed.
Yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré brotar ríos en cumbres desoladas,
en medio de los valles, manantiales;
transformaré el desierto en marisma
y el yermo en fuentes de agua.
Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos, y olivares;
plantaré en la estepa cipreses,
junto con olmos y alerces,
para que vean y sepan,
reflexionen y aprendan de una vez,
que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.


Palabra de Dios


Salmo
Sal 144,1.9.10-11.12-13ab

R/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad.

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

V/. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,11-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor


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Reflexión:

DIOS SALVA A LOS POBRES

Es alentador oír, en estos días de Adviento, un fuerte y repetido mensaje de ánimo y aliento. En esto es precisamente en lo que creemos, si confiamos en la cercanía de Dios en la persona de su Hijo Jesucristo. Cuando la gente es pobre y vive afligida, Dios está cerca como su Salvador, es decir, Dios es alguien que está vinculado a ellos con lazos íntimos de afecto, y que con toda seguridad vendrá a asistirles. Los pobres son los que confían en él. Él les promete un nuevo paraíso. Aun los más pequeños en su reino son más grandes que el mayor y último de los profetas, Juan el Bautista.


Por otra parte, hoy la Iglesia nos invita a contemplar la vida, obra y santidad de San Juan de la Cruz, sin duda alguna, alguien que nos puede inspirar para vivir como debe ser este tiempo de Adviento, tiempo de vigilia, de velar, de esperar. Este contemplativo carmelita supo distinguir lo esencial de lo accesorio en la práctica de la oración, fue vigilante; es para nosotros un modelo de permanente disponibilidad para Dios por su intensa vida de oración y diálogo con Él y es un modelo de esperanza, pues San Juan de la Cruz no supo ni quiso moldearse con las tendencias egoístas ni cortas del mundo sino que siempre vio al Mesías en el Horizonte, y tras Él caminó y por El vivió y con su testimonio y escritos quiso y quiere hacer centrar a todas las personas en el Salvador del Mundo.

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