lunes, 28 de junio de 2021

28 de junio del 2021: lunes de la decimotercera semana del Tiempo Ordinario- San Ireneo de Lyon

 

(Génesis 18, 16-33) Abraham es un buen hombre. Una y otra vez, ora a Dios para que no destruya al justo con el culpable. Cada vez, se escucha su oración. Como él, atrevámonos a expresarle a Dios lo que nos dicta nuestro corazón.




Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (18,16-33):

Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos.
El Señor pensó: «¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido.»
El Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.»
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?»
El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.»
Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?»
Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.»
Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta.»
Le respondió: «En atención a los cuarenta, no lo haré.»
Abrahán siguió: «Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?»
Él respondió: «No lo haré, si encuentro allí treinta.»
Insistió Abrahán: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?»
Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré.»
Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?»
Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré.»
Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 102

R/.
 El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.

No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó: «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»


Palabra del Señor

 

 

*************

 

Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»

Mateo 8: 19-20

 

 

No está claro en este pasaje por qué Jesús respondió a este escriba de la manera en que lo hizo. Al principio, la declaración del escriba parece muy devota: "Maestro, te seguiré adonde vayas". Pero muchos de los Padres de la Iglesia, en sus reflexiones sobre esta conversación entre Jesús y el escriba, ofrecen ideas útiles.

 

En primer lugar, tenga en cuenta que Jesús ni acepta la propuesta del escriba de ser su seguidor ni la rechaza. Más bien, Jesús simplemente hace una declaración que aclara lo que implica ser Su seguidor. Algunos Padres de la Iglesia sugieren que este escriba deseaba seguir a Jesús porque pensó que se le daría una gran recompensa al hacerlo. Después de todo, Jesús era un hacedor de milagros, se estaba volviendo bastante popular y mostraba potencial para ser un gran líder. Por tanto, la motivación interior de este escriba para seguir a Jesús a donde quiera que fuera era una motivación cuestionable. ¿Quería seguir a Jesús porque pensó que lo beneficiaría de alguna manera mundana?

 

La respuesta de Jesús a este escriba hace dos cosas. Primero, elimina todos los conceptos erróneos de lo que significa seguir a Jesús. Si el escriba quería seguir a Jesús, entonces tenía que estar preparado para seguirlo en la pobreza y la falta de vivienda, en lugar de riquezas y posesiones. Jesús quería que le quedara claro al escriba lo que estaba eligiendo. En segundo lugar, la respuesta de Jesús fue ciertamente una invitación al escriba a seguirlo, pero solo a la luz de este nuevo conocimiento. En otras palabras, Jesús estaba diciendo: “Sí, ven y sígueme. Pero ten en cuenta lo que eso significa. Seguirme no dará como resultado tener riquezas terrenales, sino pobreza terrenal ".

 

¿Por qué sigues a Jesús? A veces, es importante que consideres tus motivaciones. Algunos eligen seguir a Jesús porque esta fue simplemente la forma en que fueron criados. Otros lo hacen porque les hace sentir mejor hacerlo. Y otros lo hacen porque creen que mejorará sus vidas de diversas formas. Pero ¿cuál es la motivación ideal para seguir a nuestro Señor? La motivación ideal para seguir a Jesús de forma total e inquebrantable es muy sencilla. Lo seguimos porque es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Él vino a llamarnos a Él y nos ha invitado a vivir en unión con Él a través de la fe. Entonces, idealmente, seguiremos a Jesús simplemente porque es lo correcto. No lo haremos por los supuestos beneficios. El amor, en su forma más pura, no ama al otro por lo que sacamos de él. El amor puro es un regalo que se le da a otro porque es digno de nuestro amor. Y con Jesús, Él es digno de nuestro amor y adoración simplemente por ser Quién es.

 

Reflexiona hoy en Jesús invitándote a seguirlo en la pobreza, en el desprendimiento de todo, a la sencillez de vida y, en última instancia, al sacrificio de toda tu vida. ¿Entiendes lo que significa ser un seguidor de Cristo Jesús? ¿Entiendes que seguir a Jesús no se puede hacer por razones egoístas? ¿Te das cuenta de que decir "Sí" a nuestro Señor es decir "Sí" a Su Cruz? 


Reflexiona sobre la vida de Jesús y reflexiona sobre si estás o no dispuesto a seguirlo hasta la pobreza de la Cruz. 

 

Si puedes tomar la decisión de seguir a nuestro Señor, sabiendo muy bien a qué le estás diciendo “Sí”, entonces el resultado final también será una participación gloriosa en Su vida resucitada.


 

Mi glorioso Señor, caminaste por este mundo en pobreza, rechazo y sufrimiento. No tenías un hogar terrenal propio, pero ahora vives en las riquezas del cielo. Ayúdame a seguirte, querido Señor, dondequiera que me lleves en esta vida. Si me conduces a la pobreza y el sufrimiento mundanos, te doy las gracias. Te agradezco y elijo seguirte pase lo que pase. Dame la gracia que necesito para seguirte puramente por amor a Ti, porque Tú eres Dios y eres digno de toda mi alabanza y adoración. Jesús, en Ti confío.

sábado, 26 de junio de 2021

27 de junio del 2021: 13o Domingo del Tiempo Ordinario B


Sin cita previa

Jesús viene hasta nosotros con todo su poder. Un poder más fuerte que la muerte, pero que no puede mostrarse o actuar sino con el permiso y  o la expresión sincera de nuestra fe.
Por otro lado, Él se revela como un Dios accesible a todos, tanto a las personas importantes como a las personas sin prestigio.



L   E   C   T   U   R   A   S   :

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 1,13-15; 2, 23-25

Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni imperio del Abismo sobre la tierra, porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL
SALMO 29

R.- TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.-

 Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana el júbilo. R.-

 Escucha, Señor, y ten piedad de mi;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas,
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.-



 SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 8, 7-9.13-15

Hermanos:
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos. Pues no se trata de aliviar a otros pasando vosotros estrecheces; se trata de nivelar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá nivelación. Es lo que dice la Escritura: "Al que recogía mucho, no le sobraba; y al que recogía poco, no le faltaba"

Palabra de Dios



ALELUYA 2 Tim 1, 10 b
Vuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida por medio del Evangelio.



EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echo a sus pies, rogándole con insistencia:
-- Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.
Jesús se fue con le acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido una fuerza de él, se volvió enseguida en medio de la gente, preguntando:
-- ¿Quién me ha tocado el manto?
Los discípulos le contestaron:
--Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿quién me ha tocado?”
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echo a los pies y le confesó todo. Él le dijo:
-- Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y con salud.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
-- Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
-- No temas; basta que tengas fe.
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban. Entró y les dijo:
-- ¿Qué estrépito y que lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida.
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano, y le dijo:
-- Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).
La niña se puso en pie inmediatamente y echo a andar --tenía doce años--. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


Palabra del Señor




A guisa de introducción:



Detenerse para vivir y hacer vivir

Hoy pareciera que uno no tuviera tiempo para detenerse, para hablar, para jugar con simplicidad, ya que para la sociedad lo más importante es ser productivo, producir algo para comprar a menudo cosas fútiles, cosas que no necesitamos. Una vez se compra la cosa deseada, viene enseguida la insatisfacción.

Si en medio del tiempo del trabajo, uno supiera “perder su tiempo”, la vida sería más simple.

Por qué complicar lo que es simple? Porque mas bien no simplificar aquello que es complicado?

El verano tanto aquí como allá es un tiempo para el encuentro y para ser atento con las personas. El mejor servicio que podríamos darle a alguien es el de estar presente para permitirle decir lo que tiene en su corazón.

“Uno no ve bien sino con el corazón…Lo esencial es invisible a los ojos", decía Saint-Exùpery en boca del Principito. Uno llega a ser permeable al ser humano, a lo espiritual, a Dios. El verano es un tiempo para encontrarnos, visitar, hacer presencia ante los otros.

Jesús ha sacado tiempo para montar en una barca, para estar al bordo del lago, para ocuparse del jefe de la sinagoga, de su pequeña hija, para mostrarse atento a la fe de Jairo.
Por qué no tomarse tiempo y vivir este tiempo de vacaciones, para reforzar lazos entre parientes, amigos, conocidos?

Uno se ve ante la irresolución, ante la duda de decidirse a visitar tal o cual pariente: “hace tanto tiempo que no le visito…” Hay una cierta frialdad; todo tipo de razones para arrepentirse, y echarse atrás. Una vez en camino, una vez se llega al lugar, uno se da cuenta de la utilidad de esta visita, que ella es necesaria, y que igualmente brinda reposo; ella hace a las otras personas más felices! Ella brinda la oportunidad de ser más humano, de mostrarse más realizado y por el mismo hecho… ser más cristiano! Aquel, que se atreve a visitar a alguien tiene una razón de más para estar satisfecho consigo mismo y con su vida.

Durante el verano, seguramente que uno ha previsto tal viaje, tal salida…Y de pronto alguien anuncia un matrimonio, un bautismo en el último minuto; tal pariente o amigo fallece; otro es ingresado al hospital. Soy capaz de cambiar mis proyectos, en lo posible por esas personas?

Por otro lado, soy yo capaz de visitar aquella tía olvidada, aquel tío sin familia inmediata?
A cada quien le corresponde dar una respuesta!

Mientras tanto, bendigamos a Dios, alabémoslo por pensar en nosotros, por visitarnos por medio de su Hijo, puesto que somos importantes ante Él, ante su corazón!



Aproximación psicológica al texto del Evangelio

Las cosas que no se hacen

Juan nos dice en el evangelio que “los judíos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo aquel que reconociera a Jesús como Cristo o Mesías” (Juan 9,22) y en el Evangelio de Marcos también, se siente la tensión entre las autoridades religiosas y Jesús.

Y vemos en este evangelio como Jairo, presidente de la sinagoga, no tiene otro recurso que acudir a Jesús el profeta y  sanador o curandero. Y esto porque la muerte muy pronto va a devorar su hija y Jesús es su última oportunidad.

Y ante esta situación ya no hay prohibiciones o recomendaciones que puedan sostenerse. Jairo deja de lado su amor propio y profesional y quizás sus muchas oportunidades de avanzar (de ser promovido, de ascender), ya que un ser amado y frágil está a punto de morir.

Con esto, Jairo se parece a cualquier otro que deja de lado todo para salvar al hombre frágil y a punto de perderse (o de morir) (Lucas 15,4), se asemeja a ese otro que deja de lado sus principios de justicia y sus conveniencias porque su corazón está en contra de esos principios: “mi pueblo está enfermo por su infidelidad (pero) mi corazón dentro de mí se revuelca, todas mis entrañas se remueven y gimen. Yo no me dejaré llevar por mi cólera…” (Oseas 11,7-9).

Cuando se es una persona notable e importante, eso no se hace: acudir a un sanador o curandero ambulante. Cuando se es un jefe político eficaz, eso no se hace: lo de actuar en función del más débil. Cuando se es un dios que se respeta, eso no se hace: el no castigar los pecadores de manera ejemplar.

Por lo tanto, cuando la vida está ahí, frágil o débil y vacilante, “cuando el corazón se conmueve” y que “las entrañas gimen”, uno se olvida de principios (prohibiciones) y conveniencias y uno actúa con  la desnudez de su verdad profunda. No hay que preocuparse por lo que los demás puedan pensar, por los problemas que puedan sobrevenir, no importa si uno no es lógico y o consecuente  consigo mismo.

Cuando la vida de los seres amados es amenazada y que uno tiene un poco de corazón , uno se implica, sin dudarlo, se resuelve a pagar el precio por lo que viene o lo que sigue.


Jesús nos dice en otro pasaje del evangelio, que las acciones cometidas por los padres en bien de sus hijos, nos hablan de la actitud de Dios de cara a nosotros (Mateo 7,9-11). El episodio de Jairo nos envía en este sentido a un Dios más íntimo a nosotros y comprometido con nuestra salvación que con el cumplimiento de  principios o leyes socialmente o políticamente  impuestos.



 Reflexión central:

La abundancia de la vida en Dios

Siempre me ha llamado la atención la brevedad del Evangelio de Marcos. Ustedes saben que es la crónica de la vida y obra de Jesús más corta entre todas las 4. Podríamos decir que Marcos no es un gran hablador. Él va directamente al grano y formula las preguntas sin ambages. Pero entre los evangelistas, curiosamente es él quien da la versión más desarrollada y sucinta del relato de este domingo.

En efecto, los estudiosos de la Biblia destacan que Marcos desarrolla de un modo que le es propio, tres hechos donde padres desesperados imploran a Jesús para que les cure sus hijos: la Hija de Jairo que todo el mundo daba por muerta (5,21-43); la hija de la mujer siro-fenicia, poseída y excluida por sus orígenes (ella no es de la familia de Israel, 7,24-30) y el hijo epiléptico de un padre que suplica a Jesús le aumente su fe; los discípulos han sido incapaces de curar su hijo (9,14-29).

La cuestión de los hijos seria una clave de lectura importante de este evangelio.

En los 3 relatos, los padres demuestran una fe fuera de lo común. También es remarcable la capacidad de acogida de los infantes o hijos, su disponibilidad al don de Dios, sin haberlo merecido. Ellos son los últimos en la jerarquía social (sociedad judía, en comunidades africanas…) pero en posición de recibir todo. Pero qué reciben ellos precisamente? Y qué estamos llamados nosotros a recibir también?

La Hija de Jairo tiene 12 años. El texto griego la llama a veces “niña” y a veces “mujer joven”. En la sociedad que vivía, ella está en la edad del pasaje entre la infancia y la vida adulta. Es entonces cuando los jóvenes se hacen  responsables de vivir de acuerdo a la Tora (la ley de Moisés). Para las mujeres esto implica, entre otras cosas, reglas particulares en relación con la sangre. Apenas ha comenzado el relato cuando el evangelista lo interrumpe para hablar de una mujer que sufre hemorragia después de muchos años. Ahora, “la sangre” es la vida (Deuteronomio 12,23) y “la vida de una criatura está en la sangre” (Levítico 17,11). Esta mujer, uno lo adivina, no solamente es infértil sino que también pierde lentamente la vida. En el caso de la chica como de la mujer adulta, tanto la vida como la fecundidad de la vida, están en juego. Los dos relatos están unidos. Por el “tocar”; gesto de sanación, Jesús restablece la vida, se la devuelve a cada una. La fe, la relación con Cristo las ha salvado. Don de vida en abundancia: “Al atardecer llegan las lagrimas, pero al amanecer, los gritos de alegría” (Salmo 29,6).

“Ustedes han recibido abundantemente todos los dones”, dice San Pablo, (…) que su gesto de generosidad sea amplio también” (2 Corintios 8,7). Vida recibida en abundancia, vida dada en abundancia, como la sangre que circula por las venas. Nosotros estamos llamados a acompañar la vida, a cuidarla, a protegerla, a defenderla, a comunicarla hasta la cercanía de la muerte. La fe de Jairo era dinámica, activa. Este don de la vida que él había  recibido, lo ha compartido, ha hecho todo lo que está a su alcance, lo  posible para que su hija viva, una niña que no podía actuar por sí sola. Y la mujer que perdía su sangre ha dado testimonio de su fe. Y ella actúa en consecuencia. Y aquello que le había  sucedido ha sido puesto a la luz, ha sido revelado.

La vida de Dios es totalmente donada, ella está ahí para circular a través de nosotros, y los unos por los otros, por la fe, por su palabra, por su conocimiento íntimo. Nuestro Dios es el Dios de la vida.





Referencias:



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

Pequeño misal « Prions en Église », Quebec, Canadá, 2012.

viernes, 25 de junio de 2021

26 de junio del 2021: sábado de la decimosegunda semana del tiempo ordinario (I)- San José María Escrivá de Balaguer

 (Mateo 8, 5-17) No pertenece al pueblo elegido. Él no es el destinatario de las promesas. ¿Cómo entonces podría tener fe este centurión? Ahora bien, Jesús subraya fuertemente que este hombre es un verdadero modelo: “En verdad os digo que en nadie en Israel he encontrado tanta fe. » Donde estaríamos tentados a poner límites y barreras, ¡Cristo nos invita a ampliar nuestra mirada para convertirnos en testigos de la acción de Dios en los corazones! ■

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin


(Mateo 8, 5-17) Para relevar a un hombre, Jesús está listo una vez más para romper las reglas al entrar él, un judío, en casa de un centurión romano. ¿Somos tan atrevidos como él a la hora de satisfacer las necesidades de personas de otros orígenes sociales distintos al nuestro?




Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (18,1-15):

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él.
Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: «Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.»
Contestaron: «Bien, haz lo que dices.»
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.»
Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?»
Contestó: «Aquí, en la tienda.»
Añadió uno: «Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.»
Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus periodos.
Sara se rió por lo bajo, pensando: «Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer con un marido tan viejo?»
Pero el Señor dijo a Abrahán: «¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: “De verdad que voy a tener un hijo a mis años.” ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.»
Pero Sara, que estaba asustada, lo negó: «No me he reído.»
Él replicó: «No lo niegues, te has reído.»


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 1,46-47.48-49.50.53.54-55

R/.
 El Señor se acuerda de la misericordia

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R/.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R/.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R/.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve" y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.»
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

Palabra del Señor

 

 

 ***************


Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.

 

Mateo 8: 14-15

 

 

¿Cómo respondemos adecuadamente a la acción de Dios en nuestras vidas? En el pasaje anterior, se nos da el testimonio de la suegra de Pedro para responder esa pregunta. Cabe señalar que Jesús estaba en una misión continua de curación. De hecho, antes de llegar a la casa de Pedro, Jesús acababa de sanar al criado de un centurión. Cuando el centurión se acercó a Jesús y le dijo que ni siquiera era digno de que entrara en su casa, Jesús vio la fe del centurión y sanó a su criado desde la distancia. Después de llegar a la casa de Pedro, se nos dice que mucha gente trajo a Jesús a los que estaban poseídos por demonios, y Jesús los sanó a todos. Pero entre la curación del siervo y la curación de muchos, ocurrió otra curación. La respuesta a esta curación nos da un ejemplo maravilloso.

 

La suegra de Pedro estaba enferma y en cama con fiebre. No está claro qué tan enferma estaba, pero el hecho es que estaba enferma hasta el punto de estar en la cama. Note, primero, que a Jesús ni siquiera se le pidió que la sanara. Más bien, Él la “vio” enferma y en la cama, se acercó a ella por su propia elección, “le tocó la mano” y ella fue sanada.

 

En la misma frase que describe la curación de Jesús, se nos dice que "ella se levantó y le sirvió". En primer lugar, "ella se levantó". Esto debe verse como una descripción simbólica de lo que debemos hacer cuando somos tocados por la gracia. La gracia de Dios, cuando nos es dada, debe tener el efecto de hacernos levantar. Resucitamos del pecado cuando confesamos ese pecado y recibimos el perdón, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación. Nos levantamos cada vez que Dios entra en nuestras vidas para darnos dirección, claridad y esperanza. Levantarse es fortalecerse para disipar la carga que causan el pecado y la confusión. Nos levantamos con fuerzas, renovados y decididos a cumplir la voluntad de Dios.

 

Después de que esta mujer se levantó, ella “esperó” en Jesús. Esta es la razón por la que nos levantamos cuando nos toca la gracia. No se nos da la gracia de Dios para que podamos volver a nuestro pecado, o perseguir nuestras propias empresas, o hacer nuestra propia voluntad. Nos levantamos para poder servir a nuestro Señor y Su santa voluntad. En cierto sentido, las acciones de Jesús en nuestra vida nos imponen una carga santa. Pero es una carga ligera. Es una obligación servir y entregarnos a nuestro Señor para atenderlo a Él, a Su santa voluntad y a todo lo que Él nos llama a hacer.

 

Reflexione hoy sobre esta triple acción del Evangelio. Vea a Jesús acercándose a usted y tocándolo en su oración. Sepa que Él viene a usted no solo porque le ora, sino por Su propia iniciativa cuando ve que responderá. Entonces considere su respuesta. Levántese de lo que lo deprime. Deje que la gracia de Dios lo libere de las cargas que lleva. Y mientras Él le concede esta gracia, decídase a esperar en Él y a servir solo a Su voluntad. El servicio de nuestro Señor es para lo que estamos hechos, y hacerlo nos permitirá recibir continuamente Su gracia a través de Su toque de amor.

 

Mi misericordioso Jesús, continuamente vienes a mí, acercándome para extender la mano y tocarme con Tu gracia. Deseas mi sanación y fortalecimiento todos los días. Ayúdame a estar abierto a todo lo que deseas otorgar y, por favor, libérame de todo lo que me deprime. Que me levante en servicio de Ti y de Tu santa voluntad para que Tu Reino se edifique más plenamente a través de mí. Jesús, en Ti confío.

 

25 de junio del 2021: viernes de la decimosegunda semana del tiempo ordinario (I)

 

(Mateo 8, 1-4) Jesús toca al leproso. Nada detiene su compasión, su deseo de estar cerca de él, de curarlo, de sacarlo de la exclusión.




Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (17,1.9-10.15-22):

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.»
Dios añadió a Abrahán: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.»
Dios dijo a Abrahán: «Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.»
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?»
Y Abrahán dijo a Dios: «Me contento con que te guardes vivo a Ismael.»
Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.»
Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5

R/.
 Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,1-4):

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»
Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.»
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»


Palabra del Señor

 

 

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En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»

 

Mateo 8: 1–4

 

 

Hacer homenaje a otro es expresar públicamente reverencia y respeto. Esto es lo que le hizo este leproso a Jesús. Él "le rindió homenaje". Pero el leproso fue aún más lejos. También expresó su fe con seguridad en que Jesús podría curarlo si así lo deseaba. Y Jesús deseaba palabras:  y en consecuencia, Jesús “tocó” al leproso. Esta era una práctica prohibida, ya que los leprosos eran inmundos y tocarlos podía propagar su enfermedad. Pero Jesús rompió la norma y tocó al hombre, revelándole su dignidad innata.

 

Es interesante considerar la pregunta: ¿Quién rindió a quién un mayor homenaje? ¿Fue mayor el acto de homenaje del leproso? ¿O el acto de tocar y limpiar al leproso mayor? Aunque no necesitamos comparar estos dos actos, es útil reflexionar sobre el hecho profundo de que Jesús mostró una forma de homenaje a este leproso inmundo.

 

Como se dijo anteriormente, rendir homenaje a otro es expresarle públicamente reverencia y respeto. Sin lugar a dudas, Jesús hizo precisamente esto. No solo honró al leproso con Su toque y sanación, sino que expresó públicamente Su amor y respeto por este hombre a través de este acto.

 

Por supuesto, el homenaje que le debemos a Dios es único. Es el homenaje del culto. Debemos postrarnos ante Él, entregando nuestras vidas en total abandono y confianza. Debemos honrarlo como Dios y expresar nuestro amor en consecuencia. Pero, además de que Jesús muestra su poder omnipotente mediante este milagro, también nos da un ejemplo de cómo debemos tratar a los demás. Todas las personas, porque están hechas a imagen y semejanza de Dios, merecen nuestro mayor respeto, y merecen recibir ese respeto de manera pública. Debemos buscar continuamente honrar y respetar a los demás y expresar ese honor y respeto para que los demás lo vean. Esto es especialmente difícil cuando la persona por la que estamos llamados a mostrar respeto es considerada por otros como "inmunda". El leproso es solo un símbolo de los muchos tipos de personas que el mundo considera inmundas e indignas. Los criminales, los pobres, el confundido, el pecador, el sintecho, el oponente político y cualquier otra persona en nuestro mundo merece nuestro mayor respeto y reverencia. Hacerlo no justifica su pecado; más bien, atraviesa la superficie y mira su dignidad innata.

 

Reflexiona, hoy, sobre el acto de homenaje realizado por este leproso a Jesús. Y luego reflexiona sobre el acto de homenaje que Jesús ofrece a este leproso al confirmar públicamente su dignidad innata. 

 

¿Quién en tu vida está representado por este leproso? ¿Quiénes son “inmundos” debido a la condición de su vida, el pecado que cometen o el estigma público que tienen? ¿A quién te está llamando Dios a acercarte y tocar con amor y respeto, para que otros lo vean? Busca al leproso en tu vida y no temas imitar este santo acto de homenaje ejemplificado por nuestro Señor.

 

Mi santo Señor, eres digno de toda adoración, gloria y homenaje. Tú y solo Tú mereces nuestra adoración. Ayúdame a descubrir continuamente Tu presencia oculta en la vida de quienes me rodean. Ayúdame, sobre todo, a verte en el leproso de nuestros días. Que mi amor y respeto por ellos fluya de mi amor por Ti y se convierta en una imitación de Tu acto de amor por todos. Jesús, en Ti confío.

 

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