miércoles, 31 de mayo de 2023

Primero de junio del 2023: jueves de la octava semana del Tiempo Ordinario (I)- San Justino, mártir

Santo del día

San Justino (hacia el año 100-165)

Hoy nuestra Iglesia celebra a San Justino, Mártir de la Iglesia de Roma, Justino, filósofo de Samaria, se convirtió al cristianismo alrededor de los veinte años. Uno de los primeros apologistas cristianos. En sus obras establece un diálogo entre la fe y la razón. Abrió una escuela de catequistas en Roma que se convirtió en un centro de reflexión cristiana y profundización de la fe. Fue decapitado en 165.


 

(Marcos 10, 46b-52) La mirada de Jesús, su escucha, su deseo de encontrarse con Bartimeo son suficientes para que este mendigo se sacie y se levante. Jesús se contenta entonces con sus gritos, su respuesta a su invitación, su petición de curación para concederle, para salvarle. Bartimeo no solo comienza a ver, sino que sigue a Jesús. Este es quizás el verdadero milagro: recupera la vista, pero, mucho más, recupera la dignidad de hombre. Señor, dame la fuerza para clamar, pero también aumenta mi fe para que les diga a mis hermanos que te claman: “¡Confía, él te llama!» ■

Gérard Naslin, sacerdote de la diócesis de Nantes


(Marcos 10, 46b-52) "¿Qué quieres que haga por ti?" ¡Qué pedido, aunque era obvio! Jesús quiere escucharnos expresarle nuestros deseos. La relación, para él, es lo primero y nos lleva a caminar a su lado en el camino. ¿Ya lo he experimentado?




Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (42,15-16):

Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios son creadas y de su voluntad reciben su tarea. El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor a todas sus obras. Aun los santos de Dios no bastaron para contar las maravillas del Señor. Dios fortaleció sus ejércitos, para que estén firmes en presencia de su gloria. Sondea el abismo y el corazón, penetra todas sus tramas, declara el pasado y el futuro y revela los misterios escondidos. No se le oculta ningún pensamiento ni se le escapa palabra alguna. Ha establecido el poder de su sabiduría, es el único desde la eternidad; no puede crecer ni menguar ni le hace falta un maestro. ¡Qué amables son todas tus obras! Y eso que no vemos más que una chispa. Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones. Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil. Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura?


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 32

R/.
 La palabra de Dios hizo el cielo

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando a los vítores con bordones. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

La palabra del Señor hizo el cielo,
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R/.

Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó y surgió. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,46-52):

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Palabra del Señor

 

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Clamando a Jesús


En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»

Marcos 10: 46–47

 

¿Cómo rezas? ¿Alguna vez “clamas” a Jesús con profunda convicción e intensidad? Este ciego, Bartimeo, nos da un maravilloso ejemplo de cómo debemos orar a nuestro Señor. 

En primer lugar, el ciego estaba en un estado de necesidad. Su ceguera simboliza cada debilidad y necesidad que tienes en la vida. Entonces, ¿con qué luchas más en la vida? ¿Cuál es tu mayor pecado habitual? ¿O qué te causa más dolor?

Ver nuestra debilidad es el primer paso. Una vez que nos damos cuenta de nuestras mayores necesidades, también debemos “clamar” a nuestro Señor tal como lo hizo Bartimeo. 

Al escuchar que era Jesús, Bartimeo de alguna manera sintió dentro de su alma que Jesús quería curarlo. ¿Cómo sintió esto? Escuchó la voz de Dios en el interior. Sí, escuchó la conmoción de muchos hablando de Jesús mientras pasaba. Pero esto por sí solo no pudo haberlo obligado a gritar y a saber que Jesús era la fuente de la misericordia que necesitaba. Lo que lo impulsó fue la voz clara de Dios, un impulso del Espíritu Santo, dentro de su alma, que le reveló que necesitaba a Jesús y que Jesús quería curarlo.

Al principio, los que lo rodeaban reprendieron a Bartimeo y le dijeron que se callara. Y si Bartimeo hubiera sido débil en la fe, pudo haber escuchado a la multitud y, desesperado, hubiera permanecido en silencio. Pero está bastante claro que no solo ignoró las reprimendas de los demás, sino que "siguió gritando aún más fuerte".

 Bartimeo nos da aquí un doble testimonio de cómo debemos volvernos a nuestro Señor. Primero, debemos sentir Su presencia suave pero clara dentro de nuestra alma. Debemos reconocer Su voz y Sus impulsos de gracia. Él quiere sanarnos, y su presencia en nuestras vidas debe ser sentida en nuestro interior. 

 En segundo lugar, debemos fijarnos intensamente en esa voz interior. Las multitudes que reprendieron a Bartimeo son un símbolo de las muchas “voces” y tentaciones que experimentamos en la vida que intentan evitar que clamemos fiel y fervientemente al Dios que nos habla. Nada debería disuadirnos de nuestra determinación incondicional de llamar a Jesús en nuestra necesidad.

 Reflexiona hoy sobre Bartimeo siendo una imagen de ti mismo. Mírate a ti mismo en una necesidad desesperada de nuestro Señor y escucha Su voz clara. ¿Lo escuchas? ¿Lo sientes pasar? Mientras lo haces, clama a Él con fervor, intensidad y convicción. Y si descubres que hay tentaciones que intentan silenciar tu oración y tu fe, aumenta tu intensidad y clama “aún más” a nuestro Señor. Él te escuchará, te llamará a Sí mismo y te dará esa gracia que Él desea otorgar.

 

Jesús misericordioso, constantemente pasas de largo, atrayéndome hacia ti con tu divina presencia. Dame la gracia que necesito para ver mi necesidad y llamarte con todo mi corazón. Que nunca me desanime de esta ferviente oración, querido Señor, y que cuando llegue la tentación, que pueda gritar aún más. Jesús, en Ti confío.


1 de junio:

San Justino Mártir—Memorial

C. 100–c. 165

Patrón de filósofos, disertantes y apologistas 




Y este alimento se llama entre nosotros la Eucaristía, de la cual nadie puede participar sino el que cree que las cosas que enseñamos son verdaderas, y que ha sido lavado con el lavamiento que es para la remisión de los pecados, y para regeneración, y que es tan vivo como Cristo ha ordenado. Porque no los recibimos como pan común y bebida común; pero así como Jesucristo nuestro Salvador, hecho carne por la Palabra de Dios, tuvo carne y sangre para nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que la comida que es bendecida por la oración de su palabra, y de que nuestra sangre y nuestra carne por transmutación se nutren, es la carne y la sangre de aquel Jesús que se hizo carne. 

~San Justino Mártir

 

“Justino, hijo de Priscos, hijo de Bacqueio, de Flavia Neápolis, en la Siria palestina”, así se describe el santo de hoy en sus Apologías, o “defensas”, de la fe. Su

ciudad natal estaba en territorio samaritano, cerca del monte Garizim, donde los samaritanos continúan ofreciendo sacrificios en la actualidad. También es la ubicación del pozo de Jacob, donde tuvo lugar la historia del Evangelio de la mujer en el pozo. La ciudad estaba poblada en gran parte por paganos romanos, y lo más probable es que Justino fuera criado como pagano, siendo de ascendencia romana. Tenía una buena educación en filosofía griega, en la que se destacó enormemente.

Como estudiante de filosofía griega, Justino pasó de un maestro a otro, tratando de absorber toda la sabiduría que podía. Se interesó especialmente por la filosofía de Platón. 

Platón se centró en las "formas" inmateriales como base de la realidad. De esta filosofía dijo: “La percepción de las cosas inmateriales me venció por completo, y la contemplación de las ideas dotó a mi mente de alas, de modo que en poco tiempo supuse que me había vuelto sabio; y tal era mi estupidez, que esperaba mirar inmediatamente a Dios, porque este es el fin de la filosofía de Platón.” 

Aunque se refirió a la filosofía como “la mayor posesión y la más honorable ante Dios”, también descubrió que la filosofía sola, sin la revelación, era insuficiente para llegar a la plenitud de la verdad. 

La conversión de Justino al cristianismo comenzó un día cuando dio un largo paseo para reflexionar sobre todo lo que había aprendido de sus estudios filosóficos. Mientras caminaba, un anciano se le acercó por detrás y lo sorprendió. Los dos comenzaron a conversar y el anciano le preguntó qué era la filosofía y la felicidad. Justino respondió: “La filosofía, entonces, es el conocimiento de lo que realmente existe, y una clara percepción de la verdad; y la felicidad es la recompensa de tal conocimiento y sabiduría.” El anciano luego preguntó acerca de la comprensión de Dios por parte de Justino. Justino respondió que Dios era “Aquello que siempre mantiene la misma naturaleza, y de la misma manera, y es la causa de todas las demás cosas…” Pero el anciano lo presionó más, preguntándole cómo los filósofos pueden conocer a Dios si nunca lo han visto…Después de una larga conversación, el anciano convenció a Justino de que su filosofía era insuficiente para conocer a Dios si no incluía la revelación. Esta revelación comenzó con los profetas del Antiguo Testamento y se cumplió en el Hijo de Dios hecho carne. El anciano concluyó su conversación con Justino diciendo: “Pero reza para que, sobre todas las cosas, se te abran las puertas de la luz; porque estas cosas no pueden ser percibidas ni entendidas por todos, sino sólo por el hombre a quien Dios y su Cristo han impartido sabiduría.” 

La conversación con el anciano encendió una llama en el alma de Justino. Resolvió estudiar a los profetas y sintió como si hubiera descubierto la verdadera razón de la filosofía. La filosofía, usada en conjunto con la revelación de los profetas y el Cristo de Dios, ayudaría a las personas a llegar a la verdad y a conocer a Dios mismo, Quien es la Verdad. 

De ese modo, después de su conversión, Justino usó su mente aguda para defender a los cristianos de la persecución de las autoridades romanas. Fundó una escuela de filosofía en Roma y debatía regularmente con los filósofos romanos paganos en público. Varios de sus escritos todavía existen y se encuentran entre los escritos teológicos más articulados y valiosos de la Iglesia primitiva.

Justino escribió su "Primera defensa" directamente al emperador Antonino Pío. Aunque Antonino Pío era relativamente tolerante con los cristianos, las persecuciones continuaron a nivel local en todo el imperio. Dado que el emperador era hijo de un filósofo y también un filósofo, Justino usó su conocimiento filosófico para persuadir al emperador de que pusiera fin a la persecución cristiana. Justino refutó la acusación de que los cristianos eran ateos porque se negaban a sacrificar a los dioses romanos y presentó el cristianismo como una religión noble y verdadera con seguidores moralmente rectos. Además, proporcionó una hermosa descripción de Cristo y por qué los cristianos lo adoran como Dios, así como una de las primeras descripciones de la adoración cristiana. Esta descripción es de gran importancia para la teología de la Misa,

Justino dirigió su "Segunda defensa" al Senado romano y continuó defendiendo a los cristianos contra acusaciones falsas, como reclamos de canibalismo e inmoralidad sexual. Atribuye esas mentiras a los demonios. Después de dar una fuerte defensa, continúa proclamando el cristianismo como la fe verdadera, la práctica de la adoración del Dios verdadero y el camino al cielo.

Han sobrevivido varias otras obras de Justino, como su "Diálogo con Trifón". Trifón era un rabino judío a quien Justino trató de convencer para que se convirtiera al cristianismo. Explicó que Jesús era el Mesías y el cumplimiento de las profecías de las Escrituras Hebreas. La conversación se vuelve bastante animada y el enfoque filosófico de Justino se basa en un razonamiento sólido y explicaciones articuladas. En todos sus escritos, Justino claramente ama la búsqueda de la verdad, encontrando la plenitud de la Verdad en la Persona de Jesucristo.

La fuerte, clara y audaz defensa de la fe cristiana por parte de Justino causó tal conmoción que fue arrestado y llevado a juicio durante el reinado del emperador Marco Aurelio. Marco Aurelio había designado a su venerado maestro, Junius Rusticus, como prefecto de la ciudad de Roma. Como prefecto, Rusticus persiguió ferozmente a los cristianos. 

Alrededor del año 165, Justino participó en un debate público con un filósofo griego llamado Crescens. Crescens estaba tan indignado por su debate que denunció a Justino y seis de sus compañeros a Rusticus, quien hizo arrestar a Justino y sus compañeros y llevarlos a juicio. 

Un testigo conservó maravillosamente el discurso entre Rusticus y Justino. Después de ser interrogado por Rusticus y amenazado con tortura y muerte, Justino respondió: “Esperamos sufrir tormento por amor de nuestro Señor Jesucristo y así ser salvos. Porque esto nos traerá salvación y confianza al comparecer ante el tribunal más terrible y universal de nuestro Señor y Salvador”. En ese momento, Rusticus pronunció la sentencia sobre Justino y sus compañeros: "Que aquellos que se negaron a sacrificar a los dioses y obedecer el mandato del emperador sean azotados y llevados a sufrir la pena capital de acuerdo con el dictamen de las leyes". Con eso, Justino y sus compañeros fueron decapitados.

San Justino Mártir defendió heroicamente la fe cristiana, utilizando sus dones intelectuales naturales en conjunción con las verdades teológicas reveladas. Era audaz, elocuente, decidido y evangelizador. No temía a la muerte; sólo temía la continuación de la ignorancia. Su ardiente deseo era que todos llegaran al pleno conocimiento de Jesucristo, su Señor y Dios. 

Mientras reflexionamos sobre este gran santo, consideremos nuestra propia profundidad de compromiso para proclamar el Evangelio en un mundo confundido. Oremos para que también nosotros tengamos la sabiduría y el coraje que tuvo San Justino, para que, a través de nosotros, los demás conozcan y amen el mensaje salvífico del Evangelio.

San Justino Mártir, usaste tu mente para buscar la verdad y te encontraste inquieto hasta que descubriste la fe cristiana. Con tu fe recién descubierta, casada con tu intelecto humano, aceptaron la misión dada por Dios de defender la fe contra la persecución. Por favor, ora por mí, para que yo también pueda llegar a una comprensión más profunda de la Verdad y tenga el coraje que necesito para proclamar esa Verdad a los demás. San Justino Mártir, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

4 de junio del 2023: Fiesta de La Santísima Trinidad (A)


El rostro de Dios
Como comprender que un Dios único sea al mismo tiempo tres?
La Palabra de Dios de este domingo, nos dice que el Señor se nos revela como un amor que se da. En Él, todo es relación



El libro del Éxodo denuncia el riesgo de tortícolis, cuando los cuellos rígidos impiden cualquier movimiento interior. Frente a estos bloqueos que nos amenazan a cualquier edad, la fiesta de la Trinidad nos invita a inscribir la dinámica divina en nuestra vida, porque el Dios único en tres personas está en perpetuo movimiento. 

Al meditar en este pasaje del Éxodo, los cristianos vieron en él una prefiguración del misterio de la Trinidad. Dios es a la vez el que desciende al encuentro de Moisés, el que camina por nuestros caminos y el que se comunica en la nube. Ahora bien, este movimiento en el corazón de la divinidad nos es verdaderamente accesible, como muestra la señal de la cruz. A veces esbozado furtivamente, este gesto trinitario, a la vez simple y sutil, inscribe en nuestros cuerpos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo. La iniciativa del Padre, el don hasta el extremo del Hijo y el poder del amor del Espíritu Santo no se expresan primero en ideas. 

El movimiento trinitario se percibe en la convergencia entre el relato bíblico y el gesto litúrgico, entre el recordatorio de la Alianza entre Dios y su pueblo y su inscripción corpórea, desde el día de nuestro bautismo hasta el día de nuestro funeral, cuando nuestros seres queridos realizarán el mismo gesto sobre nuestro cuerpo. 

Trazar la Trinidad en nuestros cuerpos, en nuestra comida, en las personas de las que somos responsables, constituye una forma muy segura de entrar en el movimiento trinitario, y de dejarnos enviar como testigos en la historia humana. 



PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 34, 4b-6. 8-9

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando:
--Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo:
--Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.

Palabra de Dios


 SALMO RESPONSORIAL (Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56)

R.- A TI GLORIA Y ALABANZA POR LOS SIGLOS.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R.-
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.-
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.-
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.-



SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 13, 11-13

Hermanos:
Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los fieles. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.

Palabra de Dios


ALELUYA Ap 1, 8

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene.


EVANGELIO  
Juan 3, 16-18
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.


El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios."





 A guisa de introducción:

Celebramos este domingo la Fiesta de la Santísima Trinidad…
Para muchas personas que no tienen una formación cristiana sólida y o bien fundamentada, creen que la Santísima Trinidad es una advocación u otro nombre para la Virgen María.
El dogma de la Santa Trinidad es propio y exclusivo de los cristianos católicos y el catecismo varias veces hace alusión a él:
"El misterio de la Santísima TRINIDAD es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la 'jerarquía de las verdades de fe'. 'Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos'." (CIC. 234)
  
Nosotros creemos en un Dios trino que es Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres Personas distintas y un solo Dios verdadero, decía el catecismo tradicional del padre Astete. Es evidente que es un misterio difícil de comprender y asimilar, cómo creer en un Dios único que a la vez son 3? Y entonces se ha recurrido así a las figuras o comparaciones populares como la del huevo que es clara, yema y cascara pero un solo huevo…Pero concluimos entonces que de Dios o sobre Dios es inútil elaborar discursos o meterse en largas y teóricas discusiones que nos conducen finalmente a una fe o espiritualidad fría, tediosa y aburrida…Descubrimos que a Dios no se le puede estudiar, no se puede especular sobre Él y que solo en la relación, en el encuentro con los otros, en el amor y el servicio podemos descubrir su esencia…


Así El es presencia antes que ESENCIA,
VERBO ANTES QUE SUSTANTIVO,


 amar con las manos antes que poesía...
Yo soy una persona.
Sabían ustedes que es el Pensamiento cristiano que ha forjado el concepto de persona? Desde los primeros siglos de la Iglesia, para hablar del misterio de la Santísima Trinidad, un solo Dios en 3 personas, ha sido necesario reflexionar, precisar, definir este término. El concepto existía anteriormente, pero ha sido necesario decir claramente que padre, Hijo y Espíritu Santo no son tres maneras de hablar, como se podría decir de alguien que es a la vez padre de familia, medico y¸ pianista…No! El Padre es bien distinto del Hijo, y el Espíritu Santo no es un segundo hijo: ellos son 3 personas. Se ha debido trabajar mucho para expresarlo con exactitud. Y como la Biblia nos dice que el hombre fue creado a la imagen de Dios, la Iglesia dice “cada uno es una persona”. Antes, cuando se creía que Dios era un viejo solitario, gran arquitecto, un poco tiránico, uno decía individuo. Persona, entonces, quiere decir mucho mas. Una persona, no es un número, es ALGUIEN. Es un ser en relación, y en relación ante todo con su Creador.
Un día le preguntaban al Padre Sève como explicaba él, el por qué tan pocos cristianos vivieran verdaderamente el amor por sus hermanos. Andrés Sève ha respondido: “quizás tenga una explicación. En mi caminada, yo no he encontrado muchos cristianos persuadidos o convencidos de que Dios los ama con TERNURA. La mayoría no alcanzan o llegan a vivir dentro de esta certitud. Entonces, ellos mismos, para con Dios y para con sus hermanos no sienten o experimentan ni un poco de ternura. Las dos cosas se sostienen, yo lo veo bien, entre mas se siente uno amado por Dios, más deseos se siente de ser bueno”.
El misterio de la Trinidad es un poco como el secreto del sol. No logramos mirarlo de frente ni a comprender su composición (aquello de que esta hecho) ya que nos enceguecería. Mas el sol ilumina todo lo que existe. La Trinidad queda siendo para nosotros un misterio, pero ella ilumina nuestra existencia, le da un sentido a todo lo que nos pasa, alimenta nuestra esperanza y llena nuestros vacíos y acompaña nuestra soledad.

En esta fiesta de la Trinidad, es bueno preguntarnos qué tipo de dios adoramos. Es un dios vengador y sin piedad o el Dios que se nos ha revelado a través de los profetas y a través Jesucristo?

Es esta presencia maravillosa de Dios en nuestras vidas que celebramos en esta grande fiesta de la Trinidad


Aproximación psicológica al texto del Evangelio

Una acción a largo plazo

 Este pasaje del evangelio está centrado en la Salvación del mundo: Dios quiere salvar al mundo del fracaso y de la ruina o caos, de la auto-destrucción. A causa de su amor, Dios no puede tolerar un mundo donde el hombre explota a su hermano y donde ellos se matan entre sí, sin cesar, de un país al otro, en los 5 continentes.

Por razones que quedan aún por precisar o aclarar, Dios decide no actuar de un solo golpe con su vara mágica, sino más bien de intervenir a partir de una estrategia a largo plazo. Él “da su Hijo, su Unigénito, su único Hijo”. Este Hijo, siente la misma pasión por la vida que el Padre, Él quiere evitar el mismo fracaso, Él también quiere que el amor salve al mundo.

Por razones que permanecen también misteriosas como en el caso del Padre, el Hijo decide también utilizar una estrategia a largo plazo. Él “envía el Espíritu del lado del Padre” (Juan 15,26) con la misma misión: liberar del caos y de la confusión, aportar el amor y la paz.

Todos sabemos que al igual que el Padre y el Hijo, el Espíritu no actúa o interviene con una vara mágica. Él comienza también su trabajo de largo esfuerzo, de largo aliento! Pero el objetivo es siempre el mismonada menos que el de salvar al mundo,  arrancar a la humanidad de todas las formas de esclavitud, y de opresión, abrir los hombres al amor.

Por razones que permanecen siempre también misteriosas, es ahora el hombre quien se rencuentra con el mandato de liberar y de unificar al mundo. Para este affaire o tarea, él dispone de 3 grandes recursos o fuentes:
La fe en el amor del Padre,
El ejemplo de la Vida de Jesús, y
La presencia activa, transformadora del Espíritu.

Es así como “el tiempo del Espíritu” coincide con “el tiempo del hombre”. Ni Dios, ni Jesús han perdido de vista su proyecto de liberar al mundo. Pero este proyecto pasa por hombres y mujeres concretos, quienes son reunidos directamente por el Espíritu. “La verdad les hará libres”  (Juan 8,32), mas es “el Espíritu (quien) les permitirá acceder a la verdad toda plena” (Juan 16,13), de tal modo que “allí donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Corintios 3,17), y una libertad que debe desembocar en un servicio concreto:
“es a la libertad que ustedes han sido llamados (…); por el amor, pónganse ustedes al servicio los unos de los otros (…), caminen bajo el impulso del Espíritu” (Gálatas 5, 13,16).

Todas estas dimensiones de la acción del Espíritu deben integrarse en una espiritualidad unificada, donde el creyente hace su síntesis personal de lo que él es, de aquello que lo habita, y a lo que él está llamado.

Tener una espiritualidad, es a la vez tomar en mano lo que se es, lo que se piensa y lo que se hace, y dejarse moldear o trabajar por el Espíritu en esos 3 campos: Es a la vez llegar a ser consciente (“acceder” a la verdad- Juan 16,13), llegar a ser libre (Juan 8,32) y llegar a comprometerse (Gálatas 5,13).

La verdadera espiritualidad, es la experiencia constante del Espíritu hecha por las mujeres y los hombres lo suficientemente conscientes y suficientemente  libres para comprometerse en su momento en la concientización y la liberación de sus ambientes de vida.

He aquí como Dios nos revela lo que Él entiende por “Salvar el mundo”. 


Reflexión Central:

ANTE nosotros, CON nosotros, EN nosotros

La fiesta de la Trinidad presenta de manera inevitable y casi siempre un problema de comunicación.

No es tan simple hablar de Dios, porque Dios supera nuestro entendimiento y la capacidad de nuestras palabras para expresar su misterio.

Mismo los judíos no se atrevían a pronunciar el nombre de Dios, ya que este nombre revelado a Moisés no podía ser repetido banalmente y por costumbre. Eso hubiera sido una profanación.

En la espiritualidad católica, decimos que Dios es Trinidad: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU. Nosotros hablamos de un solo Dios en tres personas. En efecto, es un lenguaje técnico, cuyo objetivo no es ensayar de definir o encerrar en un concepto a Dios, sino el evitar errores (herejías) al definirlo.

En los comienzos del cristianismo ciertamente hubo numerosas querellas teológicas sobre la manera de representar a Jesús y decir quién era Él. No era más que un hombre adoptado por Dios? O a la inversa un Dios que aparentaba ser hombre? Y si Él es Dios cómo puede llamar  Dios su padre y obedecerle? Para salvar aquello que estimaba lo esencial de su FE, la Iglesia entonces ha afirmado  que Jesús es verdadero Dios y Verdadero Hombre y que Dios es Trino, a la vez Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Es por ello que nosotros bautizamos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es por ello que hacemos la señal de la Cruz en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es por esto que todavía la oración litúrgica está dirigida al padre, por el Hijo, en el Espíritu. Dios es comunión de personas en una unidad indisociable.

En nuestra existencia hay siempre una tensión jamás resuelta en el seno del amor, entre la fusión amorosa y la autonomía de personas. Dos personas locamente enamoradas querrán a menudo no ser que una sola persona. Pero esto, llega a ser rápidamente algo sofocante, o bien uno de los miembros de la pareja aparece como absorbido por el otro, en todo caso algo infernal. De ahí el proceso jamás terminado y constante  para buscar y descubrir al otro, sin por otro lado, abolir la distancia que los separa.

La doctrina cristiana de la Trinidad nos anuncia que en Dios no hay conflicto entre la autonomía y el amor, que el Padre, el Hijo y el Espíritu se aman sin confusión y que el ser de Dios se mantiene todo entero en el amor.

Si la relación amorosa es difícil entre dos individuos, nosotros sabemos también que en la pareja habitual formada por un hombre y una mujer, el amor es retransmitido o relevado gracias al nacimiento de un hijo. La relación se convierte de cualquier modo en algo diferente y triangular. El hijo es a la vez imagen de su padre y de su madre, pero él es mucho más que su doble. Él es otro, un tercero que se afirma y que se opone. Es llegando a ser 3 que una pareja evoluciona en su crecimiento. Esta explosión se acentuará todavía cuando lleguen los nietos.

Si es difícil formar una pareja, nosotros sabemos hasta qué punto es también difícil conformar un grupo social, una comunidad parroquial, una población, un barrio, una asociación, un pueblo. Los seres humanos no son simplemente animales gregarios como las langostas o las abejas, a los cuales los comportamientos les son dictados de manera rigurosa por la biología.

Nosotros somos seres sociales, pero cada uno de nosotros entra en sociedad a su manera, libremente,  comprometiéndose más o menos dentro de esta existencia, poniendo su razón, pero también su corazón. Puesto que nosotros intuimos el amor, el amor compartido en una sociedad orgullosa de su identidad, este amor aquí, vale más o es mejor que el odio, la soledad o la indiferencia. 

Hoy, nos hacen saber y o nos quieren hacer creer que para que la sociedad avance es suficiente con que las leyes del mercado libre funcionen, como si el dinero y la economía fueran nuestras únicas razones de vivir. Yo prefiero (amo mejor) una concepción trinitaria de la vida que a  imagen de Dios Padre, Hijo y Espíritu, busca construir el amor, la alegría, la comunión.

En el fondo, la Trinidad no puede ser nada más que un dogma para protegerse de las herejías, pues la Trinidad dice cualquier cosa sobre Dios, y de manera indirecta algo sobre nosotros. En mi humilde existencia como creyente, yo me digo a menudo que creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu, es descubrir Dios ante MI, Con MIGO y en MÍ.

Al introducirnos en la FE, ante todo, descubrimos la paternidad de Dios, comprendemos que este mundo es creado y que es resultado de una iniciativa del amor de Dios. Es sorprendente que haya cualquier cosa y no NADA.

La ciencia ahora nos hace descubrir la fabulosa historia del cosmos. Pero este inmenso proceso en ruta después quizás 15 mil millones de años, no explica el por qué de las cosas, él ilustra el cómo y el desarrollo. Pero cuál es el misterio de aquel que hace surgir el mundo y lo tiene entre sus manos?

Creer en Dios el Padre, es creer en una generosidad primera nunca acabada. Vivir en la fe, es recibir cada día la vida como un don inefable y tierno. “Dios tierno y misericordioso, lento a la cólera, pleno de amor y de fidelidad” (Éxodo 34,6).

Nosotros, cristianos, hemos perdido el sentido de la creación, el sentimiento de estar precedidos por el amor del Padre. Nosotros hemos desencantado el mundo y no tenemos más esta admiración (arrobamiento, sorprenderse) de niño ante la belleza del mundo y la grandeza de la creación. La menor puesta de sol, el más mínimo canto de un pájaro, el más pequeño brote de hierba que insiste crecer entre las zanjas del asfalto, todo esto es gracia y belleza. Descubrir al Padre, es descubrir la fuente y el origen, es palpar el amor presente detrás de la opacidad del mundo. Es ver Dios ante MÍ.

Pero es en Jesucristo que nuestra experiencia de Dios se profundiza. Jesús es el Emanuel, Dios con (en medio de) nosotros. En cierto sentido, Dios escapa a nuestras experiencias empíricas. Nosotros no vemos a Dios.  Es en el hombre JESÚS que nosotros hacemos la experiencia de Dios, que su rostro se descubre o revela y se concretiza. “Yo tenía hambre y ustedes me dieron de comer” (Mateo 25,35)

Nosotros, como insistía tanto el Padre Varillon, S.J, imaginamos a Dios bajo la forma de la fuerza y el poder. En Jesús nosotros lo descubrimos bajo la forma de la solidaridad y de la compañía. Más todavía, nosotros lo descubrimos bajo el signo de la debilidad, de la renuncia a la fuerza. Dios nos ama hasta tal punto de renunciar a su poder y hacerse vulnerable entre nuestras manos para que nosotros comprendamos qué clase de amor nos es ofrecido. Como lo decimos en Navidad, Jesús nos revela la humanidad de Dios, su filantropía, su solidaridad hasta en el sufrimiento. Por su Hijo Único Jesucristo, Dios es Dios con nosotros.

Dios ante MI (nosotros), Dios con MIGO (con nosotros). Nos queda Dios en MI mismo (o en nosotros mismos). Es la obra del Espíritu, quien es a la vez nuestro Maestro interior, nuestra Memoria, nuestro Respiro (o Aliento). Aquel que en nosotros respira con nosotros y abre nuestro corazón a las realidades divinas. El Espíritu Santo es aquel que nos hace descubrir nuestra complicidad interior con Dios y que por esto mismo  nos conduce a la paz y a la alegría.  Hay tanto bien por hacer, tanto mal por reparar, tantos sufrimientos por combatir que arriesgamos con desesperarnos y matarnos en la tarea bajo el motivo de la generosidad. Tanta gente sufre depresión o se quema (corre con locura) por motivos de dinero y de carrera. Es acaso necesario por demás que los creyentes caigan en la misma dinámica y se quemen en un activismo delirante?

Acaso no es necesario rencontrar el RESPIRO? Detenerse, respirar, dejarse amar, reposarse interiormente en el sábado de Dios. Lucas cuenta que el viejo Simeón, empujado por el Espíritu, ve al niño Jesús y exclama simplemente:
“Soberano Señor, ya puedes dejar ir  a tu siervo en paz.” (Lucas 2,29) 

Qué bella oración de la noche o del atardecer. Uno busca a Dios en toda la creación y en el servicio de los hermanos. Y se tiene buena razón de actuar así. Pero Él está también en el fondo de mi mismo (nosotros mismos) como el huésped interior y secreto que la soledad y el silencio me (nos) revelan.

Dios ante MI, Dios con MIGO, Dios en MI, es mi manera de decir el Padre, el Hijo, El Espíritu. O preferiblemente, al nombrar  Dios así, este es  el camino por el cual yo descubro la diversidad de su presencia.

La Trinidad no es un dogma o una doctrina. Es la riqueza íntima de Dios que nos permite comprender mejor los seres personales que  somos, fascinados y atraídos por el amor. Es también el camino por el cual nosotros podemos descubrir la presencia multiforme de Dios, ANTE nosotros, CON nosotros, EN nosotros. 


Nosotros vivimos en un ambiente divino. 


Por qué es tan difícil comprenderlo y abandonarse en él?



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"Dios amó tanto al mundo que le dio a su único Hijo, para que todos los que creen en él no perezcan sino que tengan vida eterna".



La vida interior de Dios



¡La Trinidad! ¡La vida interior de Dios! ¡El mayor misterio de nuestra fe!

Todos estamos acostumbrados a la idea de que hay un Dios. Y aceptamos plenamente que este Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En la superficie, esto parece una contradicción. ¿Cómo puede Dios ser uno y tres al mismo tiempo? Es un misterio que vale la pena penetrar y contemplar.

Primero, debemos entender que Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas divinas. Cada uno distinto del otro. Cada persona tiene un intelecto perfecto y libre albedrío. Cada uno es capaz de conocer y amar en un grado perfecto.

Pero es esta "perfección" de su capacidad de conocer y amar lo que los hace uno. Cada uno comparte la única naturaleza divina y, dentro de esa naturaleza divina, están perfectamente unidos. Esto significa que cada uno conoce y ama al otro perfectamente. Y ese conocimiento (un acto de su intelecto perfecto) y amor (un acto de su perfecta voluntad) produce una unidad tan profunda e intensa que viven y actúan como un solo Dios.

Lo que también es inspirador de saber y comprender es que la unidad que comparten por su conocimiento mutuo y amor también les ofrece a cada uno de ellos la realización perfecta como Persona. Esto muestra que la "persona" llega a la plenitud con la unidad. Qué maravillosa lección es esta para cada uno de nosotros.

No somos Dios, pero estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, encontramos satisfacción de la misma manera que Dios lo hace. Específicamente, encontramos satisfacción en la vida por nuestro amor a los demás y nuestra libre elección para entrar en el conocimiento de cada persona, formando una comunión con ellos. Esto tomará diferentes formas dependiendo de nuestras relaciones. Por supuesto, el esposo y la esposa están llamados a compartir la unidad más profunda en la imitación de la vida de Dios. Pero todas las relaciones están llamadas a compartir la vida de Dios a su manera única.

Reflexiona hoy, mientras celebramos este Domingo de la Trinidad, sobre las relaciones a las que Dios te ha llamado. ¿Cuán completamente imitas el amor de la Trinidad en tus relaciones? Ciertamente, todos encontraremos áreas en las que crecer. Comprométete a dar un paso más profundo y, en ese paso de amor, deja que Dios te dé una mayor satisfacción como resultado.


Padre, Hijo y Espíritu Santo, ayúdame a conocerte y amarte. Ayúdame a descubrir el amor que compartes dentro de tu propia vida divina. En ese descubrimiento, ayúdame a amar también a los demás con Tu corazón. Padre, Hijo y Espíritu Santo, confío en ti.


 

La esencia de la Santísima Trinidad




De todas las grandes fiestas que celebramos dentro de la Iglesia a lo largo del año, la Solemnidad de hoy nos presenta un Misterio tan profundo y trascendente que nuestra eternidad la pasaremos en perpetua contemplación. 

La Trinidad, la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nunca envejecerá, nunca será plenamente comprendida, y será motivo de nuestra eterna adoración y gozo. 

Aunque la Iglesia ha utilizado conceptos filosóficos para explicar la Trinidad, ningún concepto o descripción humana explicará por completo quién es Dios. Aunque podemos señalar algunas verdades generales acerca de Dios, nunca podremos describir completamente la esencia interna, la profundidad, la belleza y la omnipotencia de la Trinidad.

Al considerar ese hecho, es importante entender que la Trinidad no es primero un misterio teológico que tratamos de definir. Más bien, la Trinidad es primero una comunión de Personas que estamos invitados a conocer. Principalmente no llegamos a conocer a Dios a través de la deducción intelectual. Llegamos a conocer a Dios a través de la unión en oración con Él. Aunque la teología es excepcionalmente útil e importante, la esencia de Dios está más allá de cualquier concepto filosófico que podamos definir.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Personas. Y como Personas, quieren ser conocidas. Y quieren darse a conocer principalmente a través de una vida de oración profunda e íntima. Orar a Una Persona, por supuesto, es orar a todos, ya que son Un Dios. Pero estamos, no obstante, llamados a una relación de amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y aunque nuestras mentes débiles no puedan comprender completamente la esencia de Dios, Él nos llevará cada vez a un profundo conocimiento de Él si se lo permitimos.

La oración a menudo comienza diciendo frases, rezos, meditando en las Escrituras y escuchando. Pero la verdadera oración es algo mucho más profundo. La verdadera oración es la oración contemplativa que finalmente conduce a la unión divina. Solo Dios puede iniciar esta forma de oración en nuestras vidas, y solo Dios, a través de esta forma profunda de oración, puede comunicarse con nosotros tal como es. 

Algunos de los más grandes místicos de nuestra Iglesia, como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila, explican en su teología mística que el conocimiento más profundo de Dios no llega a través de conceptos o imágenes. De hecho, si deseamos obtener un conocimiento de Dios en Su esencia, debemos permitirle que purgue todo concepto de Quién es Él para que la luz pura de Su esencia pueda derramarse sobre nuestras mentes. Este conocimiento, dicen, está más allá de saber “sobre” Dios. Es el comienzo de un conocimiento “de” Dios.

Reflexiona, hoy, sobre la Santísima Trinidad. Mientras lo haces, di una oración a Dios pidiendo un conocimiento más profundo e íntimo de Él. Pídele que te comunique Su amor divino y que abra tu mente y tu corazón a una comprensión más profunda de Quién es Él. 

Trata de humillarte ante el gran Misterio de la vida interior de Dios. 

La humildad ante el Misterio de Dios significa que sabemos muy poco de Él. Pero esa humilde verdad te ayudará a acercarte a la relación más profunda de amor a la que estás llamado.

 

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por favor, llévame a una relación de amor contigo, que eres un solo Dios y tres Personas divinas. Que el misterio y la belleza de Tu vida sean cada día más conocidos y amados por mí a través del don de la oración mística transformadora. Jesús, en Ti confío.


Otra reflexión anterior, en este mismo blog, aquí:

https://padregusqui.blogspot.com/2017/06/11-de-junio-del-2017-domingo-de-la.html






BIBLIOGRAFÍA:

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org


HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole (cycle A). Novalis, 2007



https://catholic-daily-reflections.com/

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