viernes, 12 de agosto de 2016

14 de agosto del 2016: 20o Domingo del Tiempo Ordinario

Un bello combate


Ser discípulo de Jesús, es atar atado a Él, mantener los ojos fijos en Él y esforzarse por comportarse como Él. Con Él, el combate es hasta el final para que el mal sea vencido y llegue el bien. La vida cristiana es un bello combate.

Que podamos nosotros no tener que un solo corazón y una sola alma para darle gracias a Dios, orarle, escuchar su Palabra y alimentarnos del Pan que Él nos ofrece.




EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 49-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor



A guisa de introducción:

Desear hacer la paz, ¡sí! Pero no despreciando al ser humano

Yo creo que todos deseamos la paz. En el contexto y coyuntura de nuestra Colombia, es falso aquello de que nadie desee y sueñe con la paz…En el fondo todos la queremos, aunque sea soñando distintos métodos o caminos.

En el fondo de nosotros mismos, todos deseamos la buena comprensión entre nosotros y en el mundo. En este sentido, todos somos artesanos de la paz. Como la paz y la justicia, ellas van juntas, todos nosotros estamos por la paz y la justicia.

Personalmente creo en la paz, ¡sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la apertura, del dialogo, a causa de la mentira, ¡la hipocresía y la intriga!

Yo creo en la paz, si! En la colaboración, si! Pero no en el desprecio de la persona, por manipulación o explotación.

Yo creo en la paz, sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio del respeto por la vida, suprimiéndola directamente desde sus comienzos y o terminándola o acelerándola hacia su final.

Yo creo en la paz, sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la familia, ¡exponiendo los niños a situaciones degradantes e imposibles de vivir!

Jesús ha venido para traer un fuego a la tierra, un bautismo de Espíritu Santo. Es el riesgo de la fe que incomoda. Su paz es una paz que sacude o revoluciona las ideas y las personas. Hay algunas que están a favor de Jesús, otras no. En este sentido, Él aporta la división.

Hay quienes deciden arriesgar mucho en dinero, en tiempo, en trabajo en sus negocios o asuntos y han tenido éxito. Que ellos inviertan solamente un poco en esfuerzo en su búsqueda de Dios y ellos alumbrarán el fuego de Dios en su ambiente.

Hay gente capaz, plena de iniciativas, valientes, audaces, que cuentan con los medios necesarios para influenciar sobre los demás en proyectos comunitarios; ¡que ellos tengan también la audacia de poner sus talentos en beneficio y al servicio de la comunidad cristiana!

Un caso o ejemplo de la vida:

Juan Pablo se había casado por amor; vivía en armonía con su esposa; un día hace una profunda experiencia de vida; descubre que estaba despreocupado por su fe; decide cambiar y se compromete al servicio de su barrio, y sobre todo por ayudar a los más necesitados…

Solamente nuestros actos o gestos concretos le darán peso a nuestra vida. Hay 10.080 minutos en una semana, ¿cuantos minutos dedico a la oración y a los gestos de bondad?



Aproximación psicológica al texto del evangelio:

Cuando la amenaza aparece en el horizonte:



Un general del ejército tenía la costumbre de decir a sus tropas en los momentos críticos: “armémonos y…partamos!” Esta frase que quizás no es histórica- expresa bien la situación de aquel que espera que los suyos enfrenten los riesgos que él mismo no quiere enfrentar o asumir.

En contraste con esta actitud, la actitud de Jesús se destaca claramente. Él no inventa un bautismo para los otros, él no se exime ni evita las exigencias éticas y espirituales que se desprenden de su FE. Si Él pregona que sus discípulos habrán de seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes que ellos, pagando las consecuencias con su vida para abrir el camino.

Si Jesús dice a sus discípulos: “ustedes serán bautizados con el bautismo que yo seré bautizado”  (Marcos 10,39), quiere decir que Él es plenamente consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene ninguna intención de descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el discípulo no es más grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el maestro tampoco ha venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos 10,45). De cara a la soledad como al sufrimiento, todos los hombres se encuentran en la misma situación fundamental, a pesar mismo de los privilegios de clase que puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.

De cualquier manera, ningún privilegio ha podido atenuar el sufrimiento de Jesús, y aquí le vemos probar la angustia del sufrimiento anticipado, (no olvidemos que se dirige hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y muerte) y por lo mismo aparece consciente de su fragilidad al punto tal de expresar la ilusión de querer evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús sabe bien que “el espíritu está pronto (listo, dispuesto) pero la carne es débil” (Mateo 26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él no se siente exento o libre de caer, y sabe muy bien que “aquel que ha puesto la mano en el arado” puede “mirar hacia atrás” (Lucas 9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.

Con demasiada frecuencia nosotros negamos la realidad exterior que se anuncia y o aparece claramente ante nosotros, como Pedro: “eso no sucederá” (cfr. Mateo 16,22). Muy a menudo también, nosotros negamos nuestros miedos y escondemos nuestras propias fragilidades, o al contrario, exageramos nuestra debilidad y nos negamos a movilizarnos para el combate.

Por su parte, Jesús encuentra su camino entre todos sus obstáculos o peligros y evita a la vez la falsa seguridad de los fanáticos y la falsa humildad de aquellos que se auto apiadan o se auto compadecen por su suerte. Si Él aparece fuerte, es por la fuerza de aquellos que aceptan situarse desnudos totalmente de cara a la verdad de su destino.




Reflexión Central:


Tres contra dos, dos contra tres


Este domingo Jesús tiene para nosotros, una palabra misteriosa y dura. Uno espera de Él la paz, pero anuncia que traerá la división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres.

Es una palabra sorprendente por muchas razones. Ante todo, ella se sitúa en un contexto familiar. En tiempo de Jesús, la familia es sagrada, y habitualmente no hay divisiones puesto que la autoridad del padre o papá es absoluta. En efecto, Jesús cita al profeta Malaquías y la división sigue el esquema esperado:

El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
(Lucas 12,53)

Jesús evoca aquí dos oposiciones binarias. Se podrían agregar al menos otras 3 oposiciones binarias: el padre contra la madre, o si ustedes prefieren el esposo contra la esposa; la hija contra su hermano o el hijo contra su hermana; la hija contra la nuera. Pero también se podría describir las alianzas de tres contra dos y dos contra tres, la madre que se asocia a su hija y en este punto a su esposo para combatir al hijo y su cónyuge, o todavía para venir a lo moderno, imaginemos un clan de mujeres, madre, hija, nuera, contra el padre y el hijo, o el clan de los jóvenes, hijo, hija, nuera, contra los viejos, el padre y la madre. Cuando la guerra comienza, nadie sabe hasta dónde puede ir…y cuándo se detendrá.

No hay nadie aquí que no haya estado implicado, a veces por gusto o defendiéndose, en un divorcio. Uno se ve obligado a apoyar uno de los cónyuges y estar contra el otro. Los hijos querrían al padre y a la madre. Ellos son el objeto interminable de interminables negociaciones y de montajes afectivos por amar al uno o al otro y detestar al uno o al otro. Como dice un escritor, ellos son casi que obligados o tienen el imperativo de declararse sea “papistas” o “mamistas”. Uno ve a veces las mujeres tomar partido por las mujeres en el nombre de la solidaridad femenina. Los hombres también tienen sus preferencias de clan. También yo he visto grupos de amigos disolverse a causa de una pareja en ruptura y la ruptura se instala también en el grupo…Como dice aquella canción del dúo español “Ella Baila Sola” (EBS), haciendo decir a la pareja que está divorciándose: “Cómo repartimos los amigos?”:

Una historia tiene dos finales
el tuyo y el mío
no recuerdo cuantos daños cerebrales
causamos los dos;
pero es cierto ninguno está contento
yo no soy el tuyo y tú no eres mi centro
ya no, esto se acabó
nada es tuyo, nada es mío
¿Cómo repartimos los amigos? 

Cada quien tiene su interpretación de las responsabilidades en la crisis y, de hilo en aguja, los encuentros se relajan, se deterioran, cuando no son las discusiones por el partidismo a favor de uno o de otro (miembro de la pareja).

Nuestros conflictos de divorcio son cada vez más y tan frecuentes que terminan por banalizarse. Mas ellos revelan un aspecto importante de la vida que uno no sospecha cuando está joven. Cuando se es joven uno percibe el mundo en primer grado. Al envejecer, uno percibe que un sentimiento esconde a veces otro. Así el amor puede convertirse en odio. Hay rebeldía en la amistad, hay miedo en la admiración…De igual modo las mejores causas pueden pervertirse y convertirse en sujetos de discordia. Uno puede matar para hacer la paz, uno puede odiar para poder amar.

¿Si ha habido un ser humano, alguien, que ha querido la paz no es acaso Jesús?

En el momento de su nacimiento, es cuestión de paz a los hombres que Dios ama, que uno traduce también “a los humanos de buena voluntad”. En efecto, el mensaje de Jesús está tan centrado en el amor y en Jesús hay poco de agresividad y de odio, que uno se sorprende al escuchar las palabras tan duras que pronuncia hoy:
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

Jesús es el hombre con una inmensa convicción. Esta convicción es el amor. Pero precisamente el amor no es tan evidente. Al anunciar el amor, Jesús ponía en obra, por delante, y exigía un discernimiento, un juicio. El amor no es un feeling, como dicen los gringos, un sentimiento vago. Es una decisión. Hay cosas que van con el sentido del amor; y hay otras que no van. Jesús le ha reprochado a los escribas y a los fariseos su manera de comprender la Ley que termina por contradecir la Ley, por darle preferencia a los fuertes contra los débiles, por despreciar los pequeños. No hay amor sin justicia, no hay amor sin transformación de la realidad. La vida social no reposa en el amor, sino más bien en un conjunto complejo de relaciones donde se mezclan la agresividad, el odio, el desprecio, la colaboración. Al empujar muy lejos las exigencias del amor, Jesús ha iniciado o provocado una serie de controversias que han llevado a la división, al resentimiento, al odio. Detrás de éstas reacciones, está siempre el miedo.  Cuando uno cambia un orden establecido o dado, el miedo hace presión en el hombre y viene para crispar las actitudes de cada uno.

El medio religioso y político en los que ha vivido Jesús no ha podido tolerar los mensajes de amor de Jesús, la concepción de Dios que Jesús tenía, un Dios inclinado por el pecador, un Dios que renuncia al poder y a la fuerza, un Dios que invita al perdón de las ofensas y al amor a los enemigos. Esto era intolerable. En su camino, en su marcha, Jesús tiene esta intuición, que no había probablemente percibido desde el comienzo. Al comienzo, Él ha anunciado el Reino de Dios y su venida, después ha comprendido que esto pasaba por el rechazo y la cruz.

Pero entonces, ¿por qué Jesús habla de la división en el seno mismo de la familia? Que haya un rechazo a Jesús en su pensamiento en el medio judío, esto no explica que esta división se insinúe en las familias.

Un sacerdote, exegeta y autor quebequense (André Beauchamp) tiende a pensar que esto arribó en el momento de las persecuciones. Normalmente, es el jefe de la familia quien se convierte y su casa, los miembros de la familia se convierten con él. La pertenencia a un grupo, en general, es muy fuerte para permitir disidencias individuales. Cuando esto ocurre, la persona esconde un poco sus convicciones personales. Pero cuando la persecución comienza y que la vida personal corre peligro y en el horizonte se ve el exilio, la tortura, entonces la disensión puede aparecer.  Peor aún, las personas pueden denunciarse unas a otras por miedo, o por otros motivos que se confiesan con dificultad. Hubo en las primeras persecuciones de cristianos gente de una bravura, o valentía extraordinaria. Pero también hubo cobardes, gente que se quebró ante la presión.

En el momento de la pasión, Pedro se acobardó, y los evangelios dicen que todos los apóstoles huyeron. Los únicos discípulos que parecen haber perseverado en la valentía, fueron las mujeres. Más tarde cuando la fe cristiana fue vista como verdaderamente diferente con respecto a la religión judía, los judíos expulsaron los cristianos.  Entonces la religión judía gozaba de una protección legal especial. Normalmente los ciudadanos del imperio debían reconocer la religión del imperio. Pero la religión judía tenía un estatuto particular y era una forma de disidencia aceptada. Cuando los cristianos fueron percibidos como una secta totalmente diferente, entonces el contexto cambió.

Los judíos los expulsaban y los paganos los consideraban ateos, pues ellos se negaban a reconocer el culto a los dioses de la ciudad, y por consiguiente vistos como malos ciudadanos, como traidores. Esta marginalidad era un terreno propicio para las persecuciones. Bastaba un incidente, una denuncia, un decreto y la violencia se desataba. En el año 64, en Roma, el emperador Nerón acusó a los cristianos de haber quemado la ciudad y procedió a grandes masacres. Se piensa que Pedro fue ejecutado en este periodo y que Pablo haya sido decapitado algunos años más tarde.

En tiempos de persecución las personas se denunciaban unas a otras. A los sistemas vigentes, de dominio y de poder, de acuerdo a cada época les gusta mantener la delación o la denuncia…Lo hemos visto en Alemania con el asunto de los judíos, en la URSSS, en Chile. Y de igual modo al interior de una doctrina que quiere hacer del amor su sola ley, uno puede llegar a dividirse tres contra dos, dos contra tres. En un grupo tan íntimo como el de los 12, Jesús vio a la obra Judas Iscariote, el traidor. Nicodemo, que era un fariseo y miembro del sanedrín, visitaba a Jesús a escondidas. Él, arriesgaba su vida. Jesús ha comprendido bien que lo que le había pasado antes y que había reportado el profeta Miqueas podía reproducirse.  Hay entonces a la vez  en su frase de hoy  una predicción y una constatación amarga. La división está en medio de ustedes. Cuando Lucas, por su parte acaba su evangelio, hay ya en la Iglesia personas que habían ya abandonado la fe cristiana por cobardía.

¿Qué quiere decir esto hoy para nosotros? Evocaba ahora rato nuestras experiencias de divorcio. ¿Podríamos nosotros juntos definir una ética del divorcio para odiarnos un poco menos y provocar menos daño? Yo pienso también en la división de los cristianos. Tenemos hoy una gran multitud de Iglesias o profesiones cristianas, a veces solidarias, a menudo rivales. ¿Cuál es hoy nuestro camino de solidaridad, para redescubrirnos como creyentes y emprender trabajos juntos? Habría tanto por hacer. Pero el diálogo y la colaboración son difíciles puesto que ellos suponen una cierta victoria sobre el miedo.

La división y el odio no son fatalidades. El amor y la unidad no son más sinónimos de uniformidad. Pero para construir la solidaridad aceptando la diversidad y las diferencias, es necesario un largo aprendizaje de dialogo y de colaboración. Actualmente con el terrorismo y los atentados suicidas, arriesgamos con resbalar en un mundo binario en donde no hay más que buenos y malos, entendiéndose que los malos son los otros. El simplismo de las representaciones arriesga con sumirnos en el odio y la violencia absolutas.

Yo comprendo que, ante la amenaza terrorista, hay una cierta acentuación de mecanismos de control. Pero es una cuesta lisa que lleva rápido a abusos si no se presta la suficiente atención.

Pienso en la incitación que hace a veces la policía para denunciar fraudes o crímenes de manera anónima. Si el hijo denuncia al padre, y la nuera denuncia a la suegra, es el comienzo de una cuesta deslizante.

El pretexto de la seguridad puede servir de ventilador para la caza de brujas, y tranquilamente se llega a confundir el criminal y al militante social…

Cuando escuchamos estas palabras tan duras de Jesús, arriesgamos pensar que esto se aplica en un periodo revolucionario de la historia…! y no! Los mismos mecanismos de miedo y antagonismo pueden jugar hoy como ayer. Todo mensaje poderoso de paz y de justicia levanta protestas, provoca oposiciones. 

Optar por el amor siempre supone riesgos.



ORACIÓN-MEDITACIÓN

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestra Iglesia extendida por todo el mundo:
que ella busque siempre la verdad,
que ella suscite en todas partes el diálogo y la comprensión.
que ella camine pacientemente por las rutas humanas.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz,
mira a los responsables de la sociedad civil:
que ellos sean amados y comprendidos por sus conciudadanos,
que sean en todos lados artesanos de la paz
mismo cuando ellos deban ejercer la ley o contradecir.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira a todos los militantes sociales,
esos hombres y mujeres sedientos de justicia:
dales el coraje y la paciencia,
la capacidad de denunciar, pero sobre todo de edificar.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestras familias heridas, divididas, sufrientes:
transforma nuestras soledades en comunión,
dona la fe y la esperanza
a aquellos cuyo amor se ha roto,
concede a los viejos ver los niños
y a los niños ver los viejos.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Escucha nuestra oración, Señor.
Haznos testigos de tu amor,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.



Referencias bibliográficas:



http://betania.es (Para el texto del evangelio)



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus. 


BEAUCHAMP, André.  Comprendre la Parole, année C.  Novalis, Québec, 2007.

viernes, 5 de agosto de 2016

7 de agosto del 2016: 19o Domingo del Tiempo Ordinario (C)



¿Bienaventuranzas olvidadas?

“Dichosos los criados (…) en vela (…) dichosos ellos! (…) Dichoso el criado”. He aquí algunas bienaventuranzas olvidadas a menudo y que definen el ser cristiano. ¿Qué quieren decirnos hoy estas bienaventuranzas?

Desde los tiempos antiguos, Dios promete a su pueblo de venir a su encuentro. A nosotros nos corresponde permanecer vigilantes para reconocer los signos de su presencia.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,32-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor


A guisa de introducción:

Confiar en sí mismo, en sus bienes, en Dios.

Es cierto que uno puede hacer mucho por sí mismo. Uno debe hacer todo de su posible antes de pedir ayuda. Estas son verdades que invitan al ser humano a responsabilizarse de sí mismo, a tomar en serio lo que le corresponde. 

Uno puede ignorar, caminar sin percibir esta realidad, sin mayor o justa razón.

Es muy bueno que la mayoría de la gente comprenda la importancia de la responsabilidad.

Igualmente, no es necesario para eso, esperar el último minuto antes de pedir ayuda sea humana, social, etc.

Las grandes verdades de la fe en la providencia nos lo recuerdan:
-         “Todo sucede para nuestro bien, para mejorarnos, ya que Dios Creador es también Providencia, Él se ocupa de sus criaturas”.
-         “Actuar contra la voluntad De Dios, es actuar contra sus propios intereses”.
-         “Luchar contra el mal, sí, pero aceptar con fe lo que nos sucede, creyendo que eso viene de Dios.”
-         “Se nos escapa a veces una palabra que uno no quería decir; uno hace lo que no quiere; y lo que uno quiere no lo hace; alguien nos contradice; un incidente maluco nos pasa; aquel que piensa ofrecer a Dios todas estas contrariedades para aceptarlas como parte del plan de Dios, vive en unión con Dios.
-         “La alegría o felicidad de aquel que hace la voluntad de Dios es eterna. Ningún temor o miedo no puede robarle la paz interior. Él es como alguien sentado sobre una roca en medio del océano: ve venir sobre él las olas más furiosas sin sentir temor”.

Es esto lo que Jesús quiere para su pequeño rebaño, es lo que Dios ha encontrado bueno para él. Es eso lo que Jesús desea para sus dirigentes a quienes Él considera como sus servidores responsables.

Al amar algunas cosas, se tienen pequeñas alegrías.
Al amar las personas, uno tiene alegrías más grandes y más profundas.
Al amar a Dios, obtenemos la alegría suprema, de hecho, aquello que amamos es lo que nos hace más felices.




Aproximación psicológica al texto del evangelio:


¿Estamos haciendo nuestro trabajo?

Jesús nos invita a vivir en tensión entre dos actitudes que parecieran oponerse y o
rechazarse mutuamente a primera vista. “No tengan miedo” (v.32), pero “estén atentos, permanezcan vigilantes” (v.40), “porque al que se le ha confiado mucho, se le reclamará mucho” (v.48).

¿Cómo puede uno estar “sin miedo”, relajado, sin tensión y apacible, si al mismo tiempo es necesario estar vigilantes, de tal modo que “ese día que uno menos se espera” hay que estar listo para dar mucho a aquel que nos ha confiado mucho” (v.48)?

Hay efectivamente una manera de estar sin tensiones, tranquilos, permaneciendo vigilantes y prestos, y Jesús nos la muestra acá: “tengan ceñida la cintura” (estén con el delantal o el overol de servicio puesto, dicen otras traducciones) (v.35) pues felices serán ustedes si son encontrados haciendo (su) trabajo” (v.44).

Nos queda por encontrar o descubrir qué quiere decir “trabajar” (cuál es nuestro trabajo) en el presente contexto. Ahora, el versículo 31 nos proporciona un precioso índice en ese sentido: “Busquen primero el Reino (del Padre) y todo aquello (que coman, que beban) o lo demás se les dará por añadidura”.

El Padre ha decidido darnos su Reino (v.32), pero primero es cuestión de buscarlo. Ahora, buscar el reino, quiere decir construir el Reino“Bienaventurados, felices los artesanos de la paz” (Mateo 5,9); para entrar en el Reino es necesario hacer la Voluntad de mi Padre, (Mateo 7,21), poner en práctica las palabras de Jesús (Lucas 6,47).

El Reino es entonces a la vez, cualquier cosa que se recibe y cualquier cosa que se construye, es una realidad misteriosa que nos es dada (Lucas 12,32), dentro de la cual uno es introducido (Mateo 7,21), pero que al mismo tiempo es necesario buscar (Lucas 12,31) y hacer (o construir, edificar) (Mateo 7,21).

Lo que se busca, es un mundo más justo, donde haya menos explotación, menos egoísmo personal y colectivo, menos estructuras alienantes y menos inconsciencia asesina.

Lo que se construye, son leyes más justas, un sistema “penal” menos represivo y más centrado en la rehabilitación, donde haya prácticas profesionales menos ávidas de poder, de cara a los pequeños y la práctica de una moral y ética sindicales más democráticas, etc.

Al mismo tiempo, Jesús nos promete que se encontrará lo que se busca (Lucas 11,9ss), que se recibirá del Padre ese Reino de justicia y fraternidad que se demanda “no con palabras sino con actos y dentro de la verdad” (1 Juan 3,18).

He aquí nuestro trabajo,
he aquí la condición para nuestra paz,
he aquí la salida comunitaria hacia la salvación,
he aquí la única respuesta de nuestro corazón al amor de Dios.



Reflexión I

“Donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón

Otra frase que nunca olvido, palabras más o palabras menos dice: “Donde uno es feliz, 
ahí está el hogar”.

Estas diferentes historias del evangelio de hoy, de patronos o amos con sus servidores me recuerdan otra más contemporánea, digamos moderna:

“Había una vez una mujer de la alta sociedad, una burguesa, llamada Cristela. Ella era demasiado exigente con Emma, su doncella, digamos su dama de compañía, la que le servía… A Cristela le gustaba recibir a muchos amigos en su bella mansión llena de riquezas y de lujo. Todo debía estar siempre limpio, muy brillante y en perfecto orden. Ella recibía mucha gente y le gustaba “aparentar”.
Emma era buena y gentil con Cristela. A pesar que Emma a veces la veía demasiado exigente, sobre todo en la noche, pues en ocasiones, ella debía leerle a la señora Cristela quien sufría de insomnio.
Sus días tan llenos de ocupaciones le daban muy pocos momentos de descanso. A veces sobrecargada. Emma había tomado la costumbre de ofrecerlo todo a Dios en la oración constante; y entonces ella encontraba el reposo, el alivio de una presencia constante. Una presencia con quien ella podía compartir su vida cotidiana. Solamente la oración le aportaba la alegría y la motivación que necesitaba.
Un día, Cristela se va de viaje y lleva con ella a Emma, pues necesitaba una « sirvienta ». Pero por desgracia…el avión se estrella. Nadie sobrevive.
Llegadas ante San Pedro, éste le pregunta a Emma qué era lo que hacía en la tierra.
Emma responde: “Oh, no gran cosa. Yo era solamente la domestica de la señora Cristela”.
San Pedro le hace una gran venia, y con mucho respeto le designa el lugar que le estaba destinado por toda la eternidad. Se trataba de una espléndida mansión, asoleada, rodeada de flores de todos los colores, con pájaros, con música, etc.
Emma sorprendida pregunta a San Pedro si acaso no se había equivocado. San Pedro le confirma que todo estaba bien y que todo aquello le pertenecía.
Un poco más lejos, Cristela, testigo de la escena, levanta la cara y se dice que si una pobre domestica como Emma heredaba una casa tan bella, ella tendría ciertamente el resto del paraíso para ella sola.
Cristela llega ante San Pedro, y el portero del cielo le pregunta qué hacía ella en la tierra. Ella responde con pretensión que era una gran dama, quien poseía un dominio, que tenía muchos empleados y que todo eso era mucho trabajo, pero igual ella se había dado la pena de aprovechar de la vida tan preciosa que Dios le había dado.
San Pedro le hizo una gran venia o reverencia y con respeto, le designa el lugar que se le había destinado por toda la eternidad. Se trataba de una cabaña de madera muy pequeña, en la cual los muros estaban sin terminar, no había ninguna flor, ningún panorama.
Cristela, indignada le dice a San Pedro que con toda seguridad había un error, que todo eso era imposible.
San Pedro levanta los hombros, la mira con tristeza y le dice: “Pero, Señora, acá nosotros construimos con los materiales que ustedes nos entregan cuando están en la tierra…”

“Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”. Yo comprendo estas palabras, escuchando también esta frase que le decía un padre a su hijo, y después de pagar todas las facturas de casa y dándole los 10.000 pesos que le quedaban en el bolsillo para que se comprara un helado : “Cuando uno comienza a dejar de vivir y hacer feliz a los otros con dinero, es urgente hacer algo por la supervivencia del espíritu”.

Las preocupaciones materiales no deben jamás dominar nuestras vidas…Ser rico a los ojos de Dios quiere decir: nunca dejar envenenar el espíritu por las preocupaciones materiales; evitar acumular en caso de…a cambio de la disminución o empobrecimiento de las personas que nos rodean; y sobre todo, nunca abusar de la buena voluntad de los otros en provecho de nuestro ego.



Reflexión II

La lámpara encendida

“Dijo Jesús: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. San Lucas, cap.12.


La plaza de San Pedro en Roma se llena de silencio. Se alejan los coches, rechinando sus ruedas sobre las piedras gastadas del pavimento. El enorme obelisco se diluye en la sombra. Los surtidores desgranan con serenidad y mansedumbre el rumor del agua. Arriba, una ventana permanece iluminada. El Papa mantiene encendida la lámpara.

Cristo nos enseñó que los cristianos somos luz para el mundo. Mantengamos viva nuestra llama.

Un estudiante soporta burlas porque defiende sus convicciones cristianas. Una obrera se porta correctamente, no obstante el ambiente difícil de la fábrica. Una religiosa permanece fiel a sus compromisos, a pesar de las dificultades y los años. Una pareja continúa enseñando la fe a sus hijos con amabilidad y constancia, en medio de un hábitat pagano.

Un gerente medita largas horas sobre cómo mejorar el nivel de vida de sus obreros. Un publicista sabe juntar la promoción eficaz de un producto con mensajes constructivos y hermosos.

Una señora adinerada financia silenciosamente aquella obra social que iba a cerrarse.
Un profesional gasta sus ratos libres en ayudar a los pobres. Una familia renuncia a un viaje al exterior para que otra familia libere su casa hipotecada.

Estos son cristianos que deciden mantener su lámpara encendida para alumbrar el camino a mucha gente. Los miramos de lejos y su fe nos llena de esperanza. Nos motiva a mantener viva nuestra luz.

Va a venir el Señor. No sabemos si al principio de la noche, un poco más tarde o a la madrugada. Ojalá nos encuentre velando, construyendo un mundo mejor, llenos los ojos de luz, cansadas las manos de hacer misericordia.

Aguardémosle con ilusión, como se espera la visita de un amigo. Si nos encuentra velando, nos hará sentar a la mesa y su presencia iluminará todas las cosas.
Cicerón nos dice que la amistad es una sociedad de cosas humanas y divinas.

Si mantenemos la luz, el Señor asociará a nuestra vida todo lo que El es. Porque ha querido iluminar el mundo desde nuestro candil, tan frágil y humano ante las sombras y las tempestades.

(P. Gustavo Vélez. mxy,  Q.E.P.D)




OBJETIVO-VIDA PARA LA SEMANA:

1.    “Percibo y escribo que es lo que realmente me da miedo y me pregunto ¿por qué”.

2.    Desde mi profesión y presencia en mi ambiente de vida laboral, me pregunto: ¿En qué consistirá y cómo debería realizar mi trabajo por establecer el Reino de Dios aquí y ahora?

3.   ¿ Cómo descubro la presencia de Dios en mi vida y en el mundo? Hacer una lista de esas teofanías (manifestaciones de Dios).



Prolongación eucarística (oración después de comulgar)

Señor, qué bueno es acogerte,
y qué bueno es esperarte.
Qué dicha acogerte,
que feliz me siento de esperarte.

Qué bueno es acogerte,
pues eres el sol de nuestras noches,
la paz en medio de nuestras turbulencias,
la esperanza en nuestros duelos o lutos.
Tú eres aquel que viene para alimentarnos y sanarnos.
Qué bueno es esperarte,
ya que tú eres la realización de nuestro destino,
Tú le das sentido a nuestros pasos,
Tú eres la morada donde estaremos verdaderamente en nuestra casa.
¡Alabado seas Señor!

Amén!




Referencias Bibliográficas:




Para el texto del evangelio: http://ciudadredonda.org


HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus  (para la aproximación psicológica)



jueves, 4 de agosto de 2016

Resumen de la Exhortacion apostolica "Amoris Laetitia" del Papa Francisco



«Amoris Laetitia » (AL- « La alegría del amor »), exhortación apostólica post-sinodal, o sea escrita después del Sínodo  “sobre el amor en la familia”, que no por cuestión de azar tiene la fecha del 19 de marzo, día de la Solemnidad de San José, y junta los resultados o conclusiones de los dos sínodos sobre la familia convocados por el Papa Francisco en 2014 y en 2015.

Las relaciones conclusivas de los dos sínodos son largamente citadas, así como otros documentos y enseñanzas de los predecesores del papa Francisco y de numerosas catequesis que él ha pronunciado sobre la familia. Como ha ocurrido con otros documentos magisteriales, el papa bebe igualmente en otros documentos de diferentes conferencias episcopales del mundo (Kenya, Australia, Argentina…) y cita a personalidades bien conocidas como Martin Luther King (cfr. No 118) o Erich From (cfr. No 303). Merece citarse, por ejemplo, la referencia a una película danesa “El festín de Babette o la fiesta de Babette”, que el Papa ha deseado evocar para explicar el concepto de gratuidad:

“La alegría de ese amor contemplativo tiene que ser cultivada. Puesto que estamos hechos para amar, sabemos que no hay mayor alegría que un bien compartido: «Da y recibe, disfruta de ello» (Si 14,16). Las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás, en un anticipo del cielo. Cabe recordar la feliz escena del film La fiesta de Babette, donde la generosa cocinera recibe un abrazo agradecido y un elogio: «¡Cómo deleitarás a los ángeles!». Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar. Ese gozo, efecto del amor fraterno, no es el de la vanidad de quien se mira a sí mismo, sino el del amante que se complace en el bien del ser amado, que se derrama en el otro y se vuelve fecundo en él.”  (No 129).

Preámbulo

La exhortación apostólica impacta por su amplitud y su articulación. Ella está dividida en 9 capítulos y más de 300 parágrafos. Son 7 parágrafos introductorios que revelan la conciencia de la complejidad del tema y de la profundización que requiere. Se dice que las intervenciones de los padres del Sínodo han compuesto un “magnífico poliedro” (No 4) que debe ser preservado. En este sentido, el papa escribe que “que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales”. Así en lo que respecta a ciertas cuestiones, “en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado» (No 3). Este principio de inculturación es muy importante hasta en la manera de formular y de comprender los problemas, que más allá de las cuestiones dogmáticas bien definidas por el magisterio de la Iglesia, no pueden ser “mundializadas”.

Pero, sobre todo, el Papa afirma de entrada y con claridad que es necesario salir de la oposición estéril entre la angustia del cambio y la aplicación pura y simple de las normas abstractas”. Él escribe: Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas.”  (No 2).

Capítulo primero: “A la luz de la palabra”

Después del preámbulo o introducción, en este primer capítulo, el papa articula su reflexión a partir de la Sagrada Escritura y hace una meditación sobre el salmo 128, característico tanto de la liturgia nupcial hebraica como cristiana. La Biblia, dice el papa, “está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares” (No 8) y a partir de esta realidad, se puede meditar sobre el modo de concebir la familia que no es un ideal abstracto sino que  es una “ tarea artesanal” (No 16),  que se expresa con ternura (No 28) “En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio y de la familia, se destaca también otra virtud, algo ignorada en estos tiempos de relaciones frenéticas y superficiales: la ternura.”

Pero que también se confronta y desde el principio con el pecado, cuando la relación de amor se transforma en una dominación (cfr. No 19). Entonces “la Palabra de Dios no se muestra como una secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino…” (No 22).

Capítulo segundo: “Realidad y desafíos de las familias”

A partir del terreno bíblico, en el segundo capítulo, el papa considera la situación actual de las familias, manteniendo “los pies en la tierra” (cfr No 6), bebiendo ampliamente en las conclusiones de los dos sínodos, y afrontando numerosos desafíos desde el fenómeno migratorio hasta las negaciones ideológicas de sexos (ideología de género); de la cultura provisoria, pasando por la mentalidad antinatalista hasta el impacto de las biotecnologías en el dominio de la procreación; desde la carencia de vivienda y de trabajo hasta la pornografía y los abusos a los menores de edad; de la atención a las personas con limitaciones físicas o mentales al respeto a las personas mayores; desde la deconstrucción jurídica de la familia a las violencias contra la mujer. El Papa insiste en el carácter concreto que es algo fundamental de la exhortación. El carácter concreto y el realismo establecen una diferencia esencial entre la “teoría” de interpretación de la realidad, y las “ideologías”.

Citando Familiaris consortio del santo Papa Juan Pablo II, el papa Francisco afirma “Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque «las exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia», a través de los cuales «la Iglesia puede ser guiada a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia» (No 31).

Si no se escucha la realidad, es imposible comprender también las exigencias del presente como los llamados del Espíritu. El Papa anota que, en razón del individualismo exasperado, hoy es difícil darse con generosidad a otra persona (cfr. No 33). He aquí una descripción interesante de la situación: “Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor a ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales.” (No 34).

La humildad del realismo nos ayuda a no presentar “un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales.” (No 36).

El idealismo nos impide tomar el matrimonio como lo que es, es decir como «camino dinámico de desarrollo y realización”. Por esta razón, no hay que creer que para defender la familia basta con insistir “solamente en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia” (No 37). El papa invita a la autocrítica frente a una presentación inadecuada de la realidad matrimonial y familiar e insiste en el hecho que es necesario darle lugar a la formación de la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas. (No 37). Jesús proponía un ideal exigente, pero nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera.” (No 38).



Capítulo tercero: «La mirada puesta en Jesús: vocación de la familia”

Este tercer capítulo está consagrado a un cierto número de elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia con respecto al matrimonio y la familia. La existencia de este capítulo es importante ya que presenta de manera sintética, en 30 parágrafos, la vocación de la familia según el Evangelio y la manera como ella ha sido recibida por la Iglesia a través de las épocas, sobre todo en el tema de la indisolubilidad, del carácter sacramental del matrimonio, de la transmisión de la vida y de la educación de los hijos. La constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI y la Exhortación apostolica Familiaris consortio de Juan Pablo II, son ampliamente citadas.

La mirada es amplia e incluye también las “situaciones imperfectas”. Se puede leer en efecto: «El discernimiento de la presencia de los semina Verbi en las otras culturas (cf. Ad gentes divinitus, 11) también se puede aplicar a la realidad matrimonial y familiar. Fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas»[76], aunque tampoco falten las sombras. (No 77).

La reflexión también incluye a “las familias heridas” ante las cuales el Papa afirma, citando la Relatio finalis del Sinodo de 2015- que es siempre necesario recordar un principio general: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones” (Familiaris consortio, 84). El grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición»[ No 79].

Capítulo cuarto: “El amor en el matrimonio”

Este capítulo trata del amor en el matrimonio, e ilustra a partir del “himno al amor” de San Pablo en su 1ª Carta a los Corintios (13,4-7). Este capítulo es una verdadera exegesis atenta, puntual, inspirada y poética del texto de San Pablo. Podemos decir que se trata de una colección de fragmentos de un discurso amoroso, cuidadoso de describir el amor humano en términos absolutamente concretos. Uno se admira por la capacidad de introspección psicológica que caracteriza esta exégesis (o interpretación). El análisis psicológico nos hace entrar en el mundo de las emociones de los conyugues- positivas o negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremadamente rica y preciosa para la vida cristiana de los conyugues; uno no encuentra nada comparable en los precedentes o anteriores documentos pontificios.

A su manera, este capítulo constituye un pequeño tratado en el centro o seno de un desarrollo más amplio, plenamente consciente de la cotidianidad del amor que es la enemiga de todo idealismo: “No hay que arrojar sobre dos personas limitadas el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión que existe entre Cristo y su Iglesia, porque el matrimonio como signo implica «un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de los dones de Dios» (No 122).

Por otro lado, el papa insiste y de modo fuerte y determinante sobre el hecho que “en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo.” (No 123), y es justamente en esta “necesaria combinación de gozos y de esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres…”  (No 126) que se encuentra el matrimonio.

El capítulo concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor” ya que “ La prolongación de la vida hace que se produzca algo que no era común en otros tiempos: la relación íntima y la pertenencia mutua deben conservarse por cuatro, cinco o seis décadas, y esto se convierte en una necesidad de volver a elegirse una y otra vez.” (No 163). El aspecto físico cambia y la atracción amorosa no desaparece, sino que cambia: el deseo sexual con el tiempo puede transformarse en deseo de intimidad y en “complicidad”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad.”  (No 163).

Capítulo quinto: “Amor que se vuelve fecundo”

Este 5º capítulo está todo enteramente consagrado a la fecundidad y a la generatividad del amor. Se habla de manera profunda, tanto espiritualmente como psicológicamente, de la acogida de una nueva vida, de la espera de un embarazo, del amor de una madre y de un padre. Pero también de la fecundidad en sentido amplio, de la adopción, de la acogida, de la contribución de las familias en la promoción de una “cultura del encuentro”, de la vida en la familia dentro de un sentido amplio, con la presencia de tíos, de primos, de parientes de parientes, de amigos. La Amoris Laetitia no tiene en cuenta las familias “monoparentales”, pues ella considera la familia como una amplia red de relaciones.

Igualmente la mística del sacramento del matrimonio tiene un carácter social profundo (cfr No 186):  “No hay que olvidar que «la “mística” del Sacramento tiene un carácter social»[207]. Cuando quienes comulgan se resisten a dejarse impulsar en un compromiso con los pobres y sufrientes, o consienten distintas formas de división, de desprecio y de inequidad, la Eucaristía es recibida indignamente. En cambio, las familias que se alimentan de la Eucaristía con adecuada disposición refuerzan su deseo de fraternidad, su sentido social y su compromiso con los necesitados.” Al interior de esta dimensión social, el papa subraya en particular tanto el papel o rol especifico entre los jóvenes y las personas mayores como la relación entre hermanos y hermanas como un factor de aprendizaje del crecimiento en la relación con los otros.

Capítulo sexto: “Algunas perspectivas pastorales”

En el sexto capítulo, el papa aborda un cierto número de prácticas pastorales que llevan a la construcción de una familia sólida y fecunda, según el plan de Dios. En esta parte, la exhortación le otorga un amplio espacio a las relaciones o informes conclusivos de los dos sínodos y a las catequesis del papa Francisco y de San Juan Pablo II. Se repite que las familias son sujetos y no solamente objetos de evangelización. El Papa revela que « a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias.(No 202).

« Habrá que garantizar durante la formación una maduración para que los futuros ministros posean el equilibrio psíquico que su tarea les exige. ». Hay que mejorar la formación psico-afectiva de los seminaristas e implicar más la familia en la formación al ministerio”  (cfr. No 203). “En este sentido, también puede ser útil la experiencia de la larga tradición oriental de los sacerdotes casados.” (No 202).

El papa aborda el tema de los novios jóvenes a los que es necesario guiar en el camino de la preparación hacia el matrimonio, del acompañamiento de los esposos en los primeros años de vida conyugal (abarcando el tema de la paternidad responsable), pero también situaciones complejas, y en particular en las crisis sabiendo que “Cada crisis implica un aprendizaje que permite incrementar la intensidad de la vida compartida, o al menos encontrar un nuevo sentido a la experiencia matrimonial… “Cada crisis esconde una buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón.” (No 232). Algunos factores de crisis son analizados, como aquel de una maduración afectiva atrasada (cfr No 239).

Por otro lado, es abordada la cuestión del acompañamiento a las personas abandonadas, separadas o divorciadas, y la importancia de la reciente reforma de los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad de matrimonio, es subrayada. El sufrimiento de los hijos en las situaciones de conflicto es puesto por delante. Dice el papa: El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época. (No 246).

De igual modo son tratados otros temas como los matrimonios mixtos, los matrimonios con disparidad de culto, y la situación de las familias que tienen en su seno personas con tendencia homosexual, y se insiste en el respeto que se ha de tener en el encuentro con ellas y el rechazo a toda discriminación injusta o de toda forma de agresión y de violencia. La parte final del capítulo es preciosa en cuanto a lo pastoral: “cuando la muerte clava su aguijón”, evoca el tema de la perdida de los seres queridos y de la viudez. (cfr. Nos 253-258).

Capítulo séptimo: “fortalecer la educación de los hijos”

Este capítulo está enteramente consagrado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la sanción como estimulación, el realismo paciente, la educación sexual, la transmisión de la fe, y de manera más general la vida de la familia como contexto o lugar o espacio educativo. La sabiduría práctica que reaparece en cada parágrafo es interesante, y sobre todo la atención a la gradualidad y a los pequeños pasos que puedan ser comprendidos, aceptados y valorados”. (No 271).

Hay un parágrafo particularmente significativo, y pedagógicamente fundamental, en el cual Francisco afirma claramente que “la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo.” Aquí vale el principio de que «el tiempo es superior al espacio»[291].Es decir, se trata de generar procesos más que de dominar espacios. Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. (Sólo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles. Entonces la gran cuestión no es dónde está el hijo físicamente, con quién está en este momento, sino dónde está en un sentido existencial, dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida. Por eso, las preguntas que hago a los padres son: «¿Intentamos comprender “dónde” están los hijos realmente en su camino? ¿Dónde está realmente su alma, lo sabemos? Y, sobre todo, ¿queremos saberlo?»[ cfr. No 261, 292].)

A destacar también, el pasaje dedicado a la educación sexual, titulado de manera muy expresiva así: “sí a la educación sexual”. Se le juzga necesaria, y una pregunta es lanzada: “Deberíamos preguntarnos si nuestras instituciones educativas han asumido este desafío. Es difícil pensar la educación sexual en una época en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Sólo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua.”  (No 280). Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo seguro». Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse. Así se promueve la agresividad narcisista en lugar de la acogida” (no 283).

Capítulo octavo: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”

Este capítulo es una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral de cara a las situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor propone. El Papa utiliza aquí 3 verbos importantes: “acompañar, discernir e integrar” que son fundamentales para afrontar las situaciones de fragilidad, complejas o irregulares.

El papa presenta la necesaria gradualidad en la pastoral, la importancia del discernimiento, las normas y las circunstancias atenuantes en el discernimiento pastoral, y en fin aquello que él define como “la lógica de la misericordia pastoral”.

Este capítulo es muy delicado. Para leerlo, es necesario recordar que («la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o de una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a quienes han perdido el rumbo o se encuentran en medio de la tempestad»[313]. No olvidemos que,) a menudo, la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña. (No 291).

Aquí el soberano pontífice asume el fruto de la reflexión del sínodo sobre las temáticas controversiales. Él repite lo que es el matrimonio cristiano y agrega que  “ Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo”. Así la Iglesia no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio” (No 292).

En lo que concierne al “discernimiento” frente a situaciones irregulares, el Papa anota que “hay que evitar  los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición» (No 296). Y él continúa: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia «inmerecida, incondicional y gratuita». (No 297). Y todavía : “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. “ (no 298).

Dentro de este mismo espíritu, acogiendo las observaciones de los padres sinodales, el Papa afirma que «los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. (La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos.) Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: (es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas.) Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, (sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio.) Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, (que deben ser considerados los más importantes») [334](No 299).

De manera más general, el papa hace una afirmación extremadamente importante para comprender la orientación y el sentido de la Exhortación: “Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que «el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos»[335], las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas[336]. (No 300).

El Papa desarrolla de manera profunda las exigencias y las características del camino de acompañamiento y de discernimiento en un diálogo profundo entre los fieles y los pastores. Para llegar a esto, él llama la atención de la Iglesia: “sobre los condicionamientos y las circunstancias atenuantes” en lo que concierne la imputabilidad y la responsabilidad de las acciones, y apoyándose en santo Tomás de Aquino, se detiene en la relación entre “las normas y el discernimiento” afirmando que “ Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares. Al mismo tiempo, hay que decir que, precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma. (Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado[348].)  (No 304).

En la última parte del capítulo, «la lógica de la misericordia pastoral”, el Papa Francisco, para evitar los malos entendidos, recuerda con fuerza: “Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas. (No 307).

Pero el sentido global del capítulo y del espíritu que el Papa Francisco quiere inscribir en la pastoral de la Iglesia está bien resumido en las palabras finales: “Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal. E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia.(No 312).

Sobre “la lógica de la misericordia pastoral”, el papa Francisco afirma con fuerza que  “A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios[364]. Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio.” (No 311).

Capítulo 9o: «Espiritualidad matrimonial y familiar»

Este capítulo está dedicado a la espiritualidad matrimonial y familiar, hecha de miles de gestos reales y concretos(no 315). Con claridad, se dice que “quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística.(No 316). Todo, “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida plena de su Resurrección.” (No 317).

Entonces se habla de la oración a la luz de la Pascua, de la espiritualidad del amor exclusivo y libre de la pareja dentro del “desafío y el anhelo de envejecer y desgastarse juntos y así reflejar la fidelidad de Dios.” (No 319). En el pasaje que habla sobre “La Espiritualidad del cuidado, del consuelo y del estímulo”, el papa escribe queToda la vida de la familia es un «pastoreo» misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro” (No 322).  “Es una honda experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él.(No 323).

En el párrafo conclusivo, el papa afirma que «ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar. (Hay un llamado constante que viene de la comunión plena de la Trinidad, de la unión preciosa entre Cristo y su Iglesia, de esa comunidad tan bella que es la familia de Nazaret y de la fraternidad sin manchas que existe entre los santos del cielo. Pero además, contemplar la plenitud que todavía no alcanzamos, nos permite relativizar el recorrido histórico que estamos haciendo como familias, para dejar de exigir a las relaciones interpersonales una perfección, una pureza de intenciones y una coherencia que sólo podremos encontrar en el Reino definitivo. También nos impide juzgar con dureza a quienes viven en condiciones de mucha fragilidad.) Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante. Caminemos familias, sigamos caminando. (Lo que se nos promete es siempre más.) No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido.”  (No 325).

La Exhortación apostólica concluye con una oración a la Santa Familia:

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.

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Como se comprende desde ya, después de un rápido examen de su contenido, la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, quiere hacer entender y recordar con fuerza que no hay que idealizar la familia, sino tener cuenta de su realidad rica y compleja.

Uno encuentra en sus páginas una mirada abierta, profundamente positiva, que se alimenta no de abstracciones o de proyecciones ideales sino de una atención pastoral a la realidad. Este documento ofrece una lectura rica en sugerencias espirituales y en sabiduría práctica, útil para todas las parejas y personas que desean fundar una familia. Uno ve sobre todo que es el fruto de una experiencia concreta al lado de personas que saben por experiencia lo que es una familia y lo que quiere decir vivir juntos después de muchos años. La Exhortación habla en efecto el lenguaje de la experiencia.






Referencias:

http://www.eglise.catholique.fr/vatican/les-ecrits/418969-synthese-damoris-laetitia/




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