viernes, 30 de octubre de 2020

30 de octubre del 2020: viernes de la trigésima semana del tiempo ordinario (año par)


(Filipenses 1,1-11) La Gracia de Dios no es aquella de una danza o de una sonrisa. Es su amor gratuito. La Paz de Dios no es el resultado de un tratado o alianza política, es una vida plena y entera que Él ofrece.





Primera lectura

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1,1-11):

Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos que residen en Filipos, con sus obispos y diáconos. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios cada vez que os menciono; siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo dentro, porque, tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís la gracia que me ha tocado. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 110

R/.
 Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
 R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1-6):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.

Palabra del Señor

 

 

1

 

Comenzamos hoy la lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses, y que nos iluminará durante una semana, interrumpida en la fiesta de todos los Santos y el 9 en La Dedicación de la Basílica de Letrán.

 

¿Y por qué leer esta Carta? Pues bueno, más que en las otras cartas, Pablo invita a sus lectores a la alegría y por tanto ni él ni los filipenses está libres de las dificultades. Esta carta dinámica rechaza la morosidad, porque el apóstol tiene confianza en Dios, y no baja jamás los brazos. Él es agradecido y manifiesta su alegría…una letra que se recomienda leer cuando estemos desanimados.

En el pasaje introductorio que leemos hoy, en lugar de identificarse como “Apóstol”, Pablo se presenta como “servidor”, lo que le va a dar el tono especial a esta Carta.

Los dos términos “gracia” y “Paz” tienen aquí un sentido más rico que en el lenguaje corriente. La Gracia de Dios no es aquella de una danza o de una sonrisa. Es su amor gratuito. La Paz de Dios no es el resultado de un tratado o alianza política, es una vida plena y entera que Él ofrece.

Pablo manifiesta mucha afección por esta comunidad cristiana de Filipos, tiene confianza en ellos, ora por ellos, los ama. Esta atención particular no puede menos que animar a los filipenses a avanzar, ir hacia adelante. Cada uno tiene necesidad de ser amado y valorizado para así poder tener confianza en sí mismo. Cada uno puede poner esta mirada positiva, atenta ya afectuosa, sobre aquellos que le rodean.


En el Evangelio vemos a Jesús confortable, cómodo en casa de un fariseo, donde ha sido probablemente invitado para comer. Jesús nos enseña con este gesto a ser abiertos, a amar y buscar la novedad en nuestros encuentros. Porque es verdad que cuando hay una reunión, todos tenemos tendencia a unirnos a las personas conocidas, parientes o amigos. Preferimos conversar con personas que comparten nuestros puntos de vista, nuestras ideas y hasta nuestros prejuicios. La conversación es más fácil, sin esfuerzo ni discusión. ¿Pero qué sacamos de esos encuentros?, ninguna idea nueva, ninguna perspectiva original, sino solamente despreocupación en la pasividad… Jesús no teme encontrar a personas que no piensen como Él, y que son hasta inclusive, adversarios. Él no quiere copiar sus ideas, ni enfrentarlos por el placer de confundirlos, sino ofrecerles el evangelio de la libertad...

 

Jesús es consciente de ser Enviado por Dios para extender la verdad que libera y que permite vivir en la serenidad y en la paz, a pesar de que los asistentes lo observen y lo espíen, Cristo domina la situación, enfrentando con lucidez la sospecha o desconfianza y la crítica.

 

Dentro de este contexto, Jesús sana a un hombre con hidropesía…El problema es que es un sábado, prohibido por la Ley para hacer curaciones…Es día de descanso y de alegría…y la observación de esta Ley distinguía al pueblo elegido de sus vecinos.

 

Sin embargo, Jesús actúa, da prioridad al ser humano necesitado, pobre, antes que obedecer ciegamente una Ley. Jesús proclama por su acción y enseñanza que el Reino que ha venido a instaurar tiene como objetivo la alegría para toda persona que acoja. La Ley es una luz para dirigirnos, pues ella expresa la voluntad de Dios, que quiere indicarnos el camino de la vida y de la felicidad. Pero la ley escrita, exterior a nosotros, no contradice nunca la ley inscrita por el creador en nuestro corazón, y que el Espíritu interpreta para nuestra conciencia.

 

 

Dios nunca ha querido que su Ley se convierta en una esclavitud para sus hijos. San Pablo lo recuerda a los cristianos de Galacia: "Cristo nos ha liberado para ser libres; manténgase firmes y no se dejen atrapar de nuevo en el yugo de la esclavitud" (Gálatas 5,1).

 

 

2

 

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Lucas 14: 1

 

Este versículo con el que comienza el evangelio de hoy, revela dos cosas que vale la pena considerar.

Primero, Jesús fue a cenar a la casa de uno de los principales fariseos. Esto no fue poca cosa. De hecho, probablemente fue la fuente de mucha discusión entre la gente y los otros fariseos. Nos muestra que Jesús no tiene favoritos. No solo vino por los pobres y los débiles. También vino por la conversión de los ricos y poderosos. Con demasiada frecuencia olvidamos ese simple hecho. Jesús vino para todas las personas, ama a todas las personas y responde a las invitaciones de todos los que quieren tenerlo en sus vidas. Por supuesto, este pasaje también revela que Jesús no tuvo miedo de ir a la casa de este fariseo líder y desafiarlo a él y a sus invitados para que cambiaran de opinión.

En segundo lugar, este pasaje declara que la gente lo estaba "observando cuidadosamente" (le estaban espiando, lo observaban con atención, dicen otras traducciones) . Quizás algunos solo tenían curiosidad y buscaban algo de qué hablar más tarde con sus amigos. Pero lo más probable es que otros lo estuvieran observando con atención porque realmente querían comprenderlo. Se dieron cuenta de que había algo único en Jesús y querían saber más sobre él.

Estas dos lecciones deberían animarnos a darnos cuenta de que Jesús nos ama y responderá a nuestra apertura a Su presencia en nuestras vidas. Todo lo que tenemos que hacer es pedir y estar abiertos a que Él venga a “cenar” con nosotros. También debemos aprender del testimonio de aquellos que lo estaban observando atentamente. Nos revelan el buen deseo que debemos tener de mantener la mirada fija en Jesús. Aunque algunos que lo observaron cuidadosamente se volvieron contra Él y se burlaron de Él, hubo otros que lo observaron cuidadosamente y abrazaron a Jesús y Su mensaje.  

Reflexiona hoy sobre tu disposición de invitar a Jesús al hogar de tu corazón y a la situación de tu vida. Debes saber que Él aceptará cualquier invitación que te ofrezca. Y cuando Jesús venga a ti, dale toda tu atención. Observa todo lo que Él dice y hace, y deja que Su presencia y su mensaje se conviertan en la base de tu vida.

Señor, te invito a mi corazón. Te invito a todas las situaciones de mi vida. Por favor, ven a vivir conmigo en mi familia. Ven a vivir conmigo en el trabajo, entre amigos, en mis dificultades, durante mi desesperación y en todas las cosas. Ayúdame a estar atento a Ti y a Tu voluntad y guíame a todo lo que tienes reservado para mi vida. Jesús, en Ti confío.

miércoles, 28 de octubre de 2020

28 de octubre del 2020 : San Simón y San Judas Tadeo, Apóstoles


(Lucas 6, 12-19)  Jesús reúne personas "comunes y corrientes" para que le ayuden en su misión. Así, nosotros podemos reconocernos en ellas y animarnos cada uno cuando nos desanimemos o decepcionemos.


(Lucas 6, 12-19) De estos dos apóstoles, Simón y Judas, no sabemos gran cosa, sino que ellos han presentido el misterio de Cristo. Ellos han creído en Él. Ellos han hecho de su Palabra su sabiduría y lo han seguido hasta la muerte. ¿No es acaso esto lo esencial?





Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22):

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,2-3.4-5

R/.
 A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R/.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

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Una casa para todos

El ser humano tiene la tendencia a separar y a excluir. Pero para Dios no hay sino una sola humanidad, de la cual Él desea constantemente restablecer la unidad. En su proyecto de alianza, Él había escogido un pueblo, Israel  como testigo de su amor por la humanidad. En adelante, esta alianza se abrió a todos los pueblos. Con Cristo, Dios destruye las antiguas barreras o muros culturales y religiosos. Cada pueblo puede tener acceso a esta alianza de vida. Con Cristo, ya no hay más extranjeros, todos estamos invitados a entrar en la Casa de los Hijos de Dios. Es lo que nos dice Pablo hoy en este fragmento de la Carta a los Efesios.

En el Evangelio, Poco conocemos sobre estos apóstoles. El apodo “Zelote” indica probablemente que Simón había pertenecido al grupo de activistas anti-romanos antes de convertirse en apóstol. –  Judas, hermano de Santiago y llamado también Tadeo, preguntó a Jesús después de la Última Cena cómo el mismo Jesús podría mostrarse a sí mismo como Mesías sin usar la fuerza. Jesús le respondió que los creyentes le aceptarían por su amor.

La misión de Jesús:

Después de escoger a los 12, Jesús se dirige a la gran multitud, venida de todas las regiones circundantes. Según Lucas, el sermón inaugural de Jesús no transcurrirá en la montaña, como en Mateo, sino en una planicie, cómoda para todos. Dios ofrece la alianza y el Evangelio al universo de las naciones, sin ninguna discriminación.

Cristo enseña la senda o vía de la felicidad y cura todo mal. Jesús irradia la vida, ya que una fuerza salía de Él. En particular, Él libera los humanos de los espíritus que los alienan o esclavizan, que los dividen e impiden ser ellos mismos, con su rostro y su identidad propias.

Simón el Zelota y Judas Tadeo no son de por sí personajes imponentes, mas ellos constituyen con los otros 10 apóstoles, el colegio de los 12, instituido por Jesús para ser signo de fidelidad al Señor, quien protege esta continuidad de la Iglesia en la Historia. Ellos están en la raíz de la tradición cristiana, ese movimiento de verdad y de vida del cual el Resucitado es la fuente. Es esta misma misión que cada miembro de la Iglesia tiene debe de encarnar en Él mismo y en su ambiente.



Oración


Señor Dios nuestro:
Al celebrar hoy a tus apóstoles Simón y Judas,
recordamos cómo tu Hijo pudo edificar su Iglesia
sobre hombres débiles y falibles
y hacerlos su firme fundamento.
Te pedimos hoy, con tu Hijo,
que nuestra fe en tu Iglesia y en los que la gobiernan
permanezca  inquebrantable.
Mientras ellos se esfuerzan y quizás andan a tientas,
que tu Espíritu los llene
con su sabiduría y su ardor.
Te lo pedimos por Jesucristo n
uestro Señor.


2

 

Orando toda la noche

 

subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. 

 

Lucas 6:12

 


Es fascinante pensar en Jesús orando toda la noche. Este acto de Su parte nos enseña muchas cosas tal como lo hubiera enseñado a Sus apóstoles. Aquí hay algunas cosas que podemos tomar de Su acción.

Primero, se puede pensar que Jesús no “necesitaba” orar. Después de todo, él es Dios. Entonces, ¿necesitaba orar? Bueno, en realidad esta no es la pregunta correcta. No se trata de que Él necesite orar, sino de que Él ora porque Su oración llega al corazón de quién es Él.

La oración es ante todo un acto de profunda comunión con Dios. En el caso de Jesús, es un acto de profunda comunión con el Padre Celestial y con el Espíritu Santo. Jesús estaba continuamente en perfecta comunión (unidad) con el Padre y el Espíritu y, por lo tanto, su oración no era más que una expresión terrenal de esta comunión. Su oración es vivir de Su amor al Padre y al Espíritu. Así que no es tanto que necesitaba orar para poder estar cerca de ellos. En cambio, fue que oró porque estaba perfectamente unido a ellos. Y esta perfecta comunión exigía una expresión terrenal de oración. En este caso, fue oración toda la noche.

En segundo lugar, el hecho de que haya pasado toda la noche revela que el “reposo” de Jesús no fue otra cosa que estar en la presencia del Padre. Así como el descanso nos restaura y nos rejuvenece, la vigilia nocturna de Jesús revela que su descanso humano fue el de descansar en la presencia del Padre.

En tercer lugar, lo que debemos tomar de esto para nuestras propias vidas es que la oración nunca debe subestimarse. Con demasiada frecuencia le hablamos a Dios con algunos pensamientos de oración y lo dejamos así. Pero si Jesús decidió pasar toda la noche en oración, no debería sorprendernos que Dios quiera mucho más de nuestro tiempo de oración de lo que le estamos dando ahora. No se sorprenda si Dios le llama a pasar mucho más tiempo cada día en oración. No dude en establecer un patrón fijo de oración. Y si encuentra que no puede dormir alguna noche, no dude en levantarse, arrodillarse y buscar la presencia de Dios que vive dentro de su alma. Búsquelo, escúchelo, permanezca con Él y deje que se consuma en oración. Jesús nos dio el ejemplo perfecto. Ahora es nuestra responsabilidad seguir ese ejemplo.

Al honrar a los apóstoles Simón y Judas, reflexiona hoy sobre tu propio llamado a seguir a Cristo y actuar como Su apóstol para el mundo. La única forma de cumplir esta misión es a través de una vida de oración. Reflexiona sobre tu vida de oración y no dudes en profundizar tu resolución de imitar la profundidad y la intensidad del perfecto ejemplo de oración de nuestro Señor.

Señor Jesús, ayúdame a orar. Ayúdame a seguir Tu ejemplo de oración y a buscar la presencia del Padre de manera profunda y continua. Ayúdame a entrar en una profunda comunión contigo y a ser consumido por el Espíritu Santo. Jesús, en Ti confío.

viernes, 23 de octubre de 2020

23 de octubre del 2020: viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

 

(Lucas 12, 54-59) En lugar de ponernos  o remitirnos ante una autoridad exterior, Jesús nos invita leer “el tiempo presente”, es decir, a desarrollar nuestra capacidad de discernimiento y de juicio.

 

 


Primera lectura

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):


Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
 R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,54-59):

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

Palabra del Señor

 

 

1

 

Efesios 4, 1-6

¿Vivir la unidad…es acaso una utopía? Para Pablo no lo es.

Vivir juntos no es borrar nuestras diferencias, es recordar que todos estamos llamados a acoger el mismo Espíritu, a reconocer al mismo Señor, Jesús y a vivir como los hijos de un mismo Padre.

 En el Evangelio, se nos muestra como fariseos y saduceos, esperaban la llegada de un reinado o reino triunfante…ellos no admitían que la compasión de Jesús por los débiles, fuera el signo evidente de esta llegada.


2

 

Interpretando el tiempo presente

 

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

 

Lucas 12: 54-56

 

¿Sabes interpretar los tiempos actuales? Es importante para nosotros, como seguidores de Cristo, poder mirar con honestidad nuestras culturas, sociedades y el mundo en su conjunto e interpretarlo con honestidad y precisión. Necesitamos ser capaces de discernir la bondad y la presencia de Dios en nuestro mundo y también necesitamos ser capaces de identificar e interpretar las obras del maligno en nuestro tiempo presente. ¿Qué tan bien haces eso?

 

Una de las tácticas del maligno es el uso de la manipulación y la mentira. El maligno busca confundirnos de innumerables formas. Estas mentiras pueden llegar a través de los medios de comunicación, de nuestros líderes políticos y, en ocasiones, incluso de algunos líderes religiosos. El maligno ama cuando hay división y desorden de todo tipo.

 

Entonces, ¿qué hacemos si queremos poder "interpretar el tiempo presente"? Debemos comprometernos de todo corazón con la Verdad. Debemos buscar a Jesús por encima de todas las cosas a través de la oración y permitir que su presencia en nuestras vidas nos ayude a distinguir qué es de Él y qué no.

 

Nuestras sociedades nos presentan innumerables opciones morales, por lo que podemos encontrarnos atraídos aquí y allá. 

 

Podemos encontrar que nuestras mentes se ven desafiadas y, a veces, encontramos que incluso las verdades más básicas de la humanidad son atacadas y distorsionadas. Tomemos, por ejemplo, el aborto, la eutanasia y el matrimonio tradicional. Estas enseñanzas morales de nuestra fe están continuamente bajo ataque en las diversas culturas de nuestro mundo. La dignidad misma de la persona humana y la dignidad de la familia tal como Dios la diseñó son cuestionadas y directamente desafiadas. Otro ejemplo de confusión en nuestro mundo actual es el amor al dinero. Tantas personas están atrapadas en el deseo de riqueza material y han caído en la mentira de que este es el camino a la felicidad. Interpretar el tiempo presente significa que vemos a través de todas y cada una de las confusiones de nuestra época.  

 

Reflexiona hoy sobre si estás dispuesto y eres capaz de permitir que el Espíritu Santo atraviese la confusión tan manifiestamente presente a nuestro alrededor. 

¿Estás listo para permitir que el Espíritu Santo de la Verdad penetre en tu mente y te conduzca a toda la verdad? Buscar la verdad en nuestro tiempo presente es la única forma de sobrevivir a los muchos errores y confusiones que nos lanzan cada día.

 

Señor, ayúdame a interpretar el tiempo presente y a ver los errores que se fomentan a nuestro alrededor, así como tu bondad manifestada de tantas maneras. Dame valor y sabiduría para que pueda rechazar lo que es malo y buscar lo que es de ti. Jesús, en Ti confío.

 

21 de octubre del 2020: miércoles de la vigésima novena semana del tiempo ordinario - Santa Laura Montoya

 

(Efesios 3, 2-12) Doy gracias hoy al Señor por el don de la audacia: la de San Pablo, que se hizo apóstol; aquella de los primeros cristianos que se reclamaron pertenecientes al pueblo de Dios; la de Santa Laura Montoya, mujer y religiosa pionera en la evangelización colombiana; pero también demos gracias por la audacia que nos regala hoy todavía el Señor para proclamar la Buena Noticia.

 



Primera lectura

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-12):


Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/.
 Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.»
 R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor

 

 

1

 

El canto de la libertad

 

Un Buena Noticia, ¡eso se comparte! Pablo está encargado de anunciar que Dios es accesible a todo el mundo. En adelante, todos pueden conocer, saber quién es Jesús y lo que Él hace por cada uno. Mismo, en la prisión, Pablo canta su libertad de tener una relación de confianza con Dios, a la cual asocia a todos los cristianos.  ¡Ya nada más debe causarnos miedo!

 En el Evangelio, al igual que ayer, Jesús habla de la venida de Dios como una irrupción inesperada. Para no perder la oportunidad, el discípulo debe mantenerse en estado de vigilancia y estar preparado. Como no sabemos el momento en que el Señor viene, corremos el riesgo de desmovilizarnos. ¡Apeguémonos, tengamos amarrados los cinturones! La venida de Dios nos proyecta siempre más lejos: el futuro no es posible sin Él.

 

2

dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

 

Lucas 12: 39-40

 

Esta Escritura nos ofrece una invitación. Se puede decir que Jesús viene a nosotros en una hora inesperada de dos maneras.

Primero, sabemos que Él regresará un día en gloria para juzgar a vivos y muertos. Su Segunda Venida es real y debemos ser conscientes del hecho de que podría suceder en cualquier momento. Claro, puede que no suceda durante muchos años, o incluso durante muchos cientos de años, pero sucederá. Habrá un momento en el que el mundo como es terminará y se establecerá el nuevo orden. Idealmente, vivimos todos y cada uno de los días anticipando ese día y ese momento. Debemos vivir de tal manera que siempre estemos listos para ese fin.  

En segundo lugar, debemos darnos cuenta de que Jesús viene a nosotros, continuamente, por gracia. Tradicionalmente, hablamos de Sus dos venidas:

 1) Su Encarnación y

2) Su regreso en gloria.

 Pero hay una tercera venida de la que podemos hablar, que es Su venida por gracia a nuestras vidas. Y esta venida es bastante real y debería ser algo a lo que estemos continuamente atentos. Su venida por gracia requiere que estemos continuamente “preparados” para encontrarnos con Él. Si no estamos preparados, podemos estar seguros de que lo extrañaremos. ¿Cómo nos preparamos para esta venida por gracia? Nos preparamos ante todo fomentando un hábito diario de oración interior. Un hábito interior de oración significa que, en cierto sentido, siempre estamos orando. Significa que no importa lo que hagamos todos los días, nuestra mente y nuestro corazón siempre están dirigidos hacia Dios. Es como respirar. Siempre lo hacemos y lo hacemos sin ni siquiera pensarlo. La oración debe convertirse en un hábito tanto como respirar. Debe ser fundamental para quiénes somos y cómo vivimos.

Reflexiona hoy sobre tu vida de oración. Debes saber que los momentos que dedicas exclusivamente a la oración cada día son esenciales para tu santidad y relación con Dios. Y entérate que esos momentos deben ayudar a construir el hábito de estar siempre atento a Dios. Estar preparado de esta manera te permitirá encontrarte con Cristo en cada momento que Él venga a ti por gracia.

Señor, ayúdame a fomentar en mi corazón una vida de oración. Ayúdame a buscarte siempre y a estar siempre preparado para ti cuando vengas. Jesús, en Ti confío.

martes, 20 de octubre de 2020

20 de octubre del 2020: martes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

 

(Lucas 12, 35-38) Dios no es un tirano que exige ser servido en todo tiempo. Él quiere que nosotros, simplemente estemos dispuestos a acogerle cuando Él se nos manifieste. Lo que importa es estar ahí, permanecer en vela sin desanimarnos nunca.

 

 


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,12-22):


Antes no teníais un Mesías, erais extranjeros a la ciudadanía de Israel y ajenos a las instituciones portadoras de la promesa. En el mundo no teníais ni esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu. Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo. Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 84,9ab-10.11-12.13-14

R/.
 Dios anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. 
R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor

 

 

1


Efesios (2,12-22)

El ser humano tiende a separar y a excluir, pero para Dios no hay sino una sola humanidad, en la cual Él desea restablecer la unidad. En su proyecto de alianza, Él había escogido un pueblo: Israel, como testigo de su amor por la humanidad. En adelante, esta alianza se abre a todos los pueblos. Con Cristo, Dios destruye las antiguas barreras o muros culturales y religiosos; cada pueblo puede tener acceso a esta alianza de vida. Con Cristo no hay más extranjeros: todos estamos invitados a entrar en la casa de los hijos de Dios.

En el Evangelio, Jesús habla de la venida de Dios como una irrupción inesperada. Para no perder la oportunidad, el discípulo debe mantenerse en estado de vigilancia y estar preparado. Como no sabemos el momento en que el Señor viene, corremos el riesgo de desmovilizarnos. ¡Apeguémonos, tengamos amarrados los cinturones! La venida de Dios nos proyecta siempre más lejos: el futuro no es posible sin Él.

 

2

 

dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame”

 

Lucas 12: 35-36

 

La clave aquí es que debemos "abrir inmediatamente" cuando Jesús venga y toque la puerta de nuestro corazón. Este pasaje revela la disposición que debemos tener en nuestro corazón con respecto a la forma en que Cristo viene a nosotros, por gracia, y "llamado".

Jesús está llamando a tu corazón. Él viene continuamente a ti buscando entrar y reclinarse contigo para conversar, fortalecer, sanar y ayudar. La pregunta para reflexionar honestamente es si estás o no listo para dejarlo entrar inmediatamente. Con demasiada frecuencia dudamos en nuestro encuentro con Cristo. Con demasiada frecuencia queremos conocer el plan completo de nuestra vida antes de estar dispuestos a someternos y rendirnos.  

Lo que debemos llegar a saber es que Jesús es digno de confianza en todos los sentidos. Él tiene la respuesta perfecta para cada pregunta que tenemos y tiene el plan perfecto para cada aspecto de nuestra vida. ¿Crees esto? ¿Aceptas esto como cierto? Una vez que aceptamos esta verdad, estaremos mejor preparados para abrir la puerta de nuestro corazón al primer impulso de la gracia. Estaremos preparados para estar inmediatamente atentos a todo lo que Jesús quiera decirnos y a la gracia que quiere darnos.

Reflexiona hoy sobre lo listo que estás para abrir inmediatamente cada parte de tu vida a la gracia y la voluntad de Dios. Déjalo entrar con gran gozo y entusiasmo y deja que Su plan continúe desarrollándose en tu vida.

Señor, deseo dejarte entrar en mi vida más profundamente todos los días. Deseo escuchar Tu voz y responder con generosidad. Dame la gracia de responderte como debo. Jesús, en Ti confío.

sábado, 17 de octubre de 2020

17 de octubre del 2020: sábado de la vigésima octava semana del tiempo ordinario- San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir

 

(Luc 12, 8-12) Es que me ha pasado ya, que no defienda a una persona necesitada por “miedo a no saber qué decir”?. Jesús nos pide hoy confiar. El Espíritu Santo nos ayudará a encontrar las palabras justas para testimoniar nuestra fe.

 


 

Primera lectura

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,15-23):


Yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 8,2-3a.4-5.6-7a

R/.
 Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza. R/.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R/.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos
R/.

 

 

Evangelio de hoy

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,8-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»

Palabra del Señor

 

 

1

 

La fe y esperanza para ganar la Eternidad

 

En el Evangelio, hoy, el Señor despierta nuestra fe y esperanza en Él. Aquel que se haya pronunciado a favor de Jesús adhiriéndose a su misión «también el Hijo del hombre se declarará por él» (Lc 12,8). Dicha confesión pública se realiza en palabras, en actos y durante toda la vida.

Esta interpelación a la confesión de la fe es todavía más necesaria y urgente en nuestros tiempos, en los que hay gente que no quiere escuchar la voz de Dios ni seguir su camino de vida. Sin embargo, la confesión de nuestra fe tendrá un fuerte seguimiento. Por tanto, no seamos confesores ni por miedo de un castigo —que será más severo para los apóstatas— ni por la abundante recompensa reservada a los fieles. Nuestro testimonio es necesario y urgente para la vida del mundo, y Dios mismo nos lo pide, tal como dijo san Juan Crisóstomo: «Dios no se contenta con la fe interior; Él pide la confesión exterior y pública, y nos mueve así a una confianza y a un amor más grandes». 

 Nuestra confesión es sostenida por la fuerza y la garantía de su Espíritu que está activo dentro de nosotros y que nos defiende. El reconocimiento de Jesucristo ante sus ángeles es de vital importancia ya que este hecho nos permitirá verle cara a cara, vivir con Él y ser inundados de su luz. A la vez, lo contrario no será otra cosa que sufrir y perder la vida, quedar privado de la luz y desposeído de todos los bienes. Pidamos, pues, la gracia de evitar toda negación ni que sea por miedo al suplicio o por ignorancia; por las herejías, por la fe estéril y por la falta de responsabilidad; o porque queramos evitar el martirio. Seamos fuertes; ¡el Espíritu Santo está con nosotros! Y «con el Espíritu Santo está siempre María (…) y Ella ha hecho posible la explosión misionera producida en Pentecostés»

(Papa Francisco).

 

 

Oración

 

Señor Dios nuestro:
Tú puedes resucitar a los muertos.
Tú quieres que confiemos en ti
y que creamos en tus promesas.
Danos una fe suficientemente fuerte
para seguir esperando en la buena noticia
de tu poder que puede renovar el mundo,
de la gente capaz de unidad y de paz,
y de la alegría de un amor rejuvenecido
que puede soportar y hacer todo
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

¡Amen!

2

 

La inspiración no es suficiente

 

dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios.

 

Lucas 12: 8-9

 

Uno de los mayores ejemplos de quienes reconocen a Jesús antes que los demás es el de los mártires. Un mártir tras otro a lo largo de la historia dio testimonio de su amor por Dios manteniéndose firme en su fe a pesar de la persecución y la muerte. 

Uno de esos mártires fue San Ignacio de Antioquía, a quien celebramos hoy

 

A continuación, se muestra un extracto de una famosa carta que San Ignacio escribió a sus seguidores una vez que fue arrestado y se dirigió al martirio para ser alimento de los leones. El escribió:

 

Les escribo a todas las iglesias para que se sepa que con mucho gusto moriré por Dios si ustedes no se interponen en mi camino. Les ruego: no me muestren bondad intempestiva. Dejadme ser comida para las fieras, porque son mi camino hacia Dios. Yo soy el trigo de Dios y seré molido por sus dientes para convertirme en el pan puro de Cristo. Oren a Cristo por mí para que los animales sean el medio para convertirme en una víctima sacrificada por Dios.

Ningún placer terrenal, ningún reino de este mundo puede beneficiarme de ninguna manera. Prefiero la muerte en Cristo Jesús al poder sobre los límites más lejanos de la tierra. Aquel que murió en nuestro lugar es el único objeto de mi búsqueda. El que resucitó por nosotros es mi único deseo.

 

Esta declaración es inspiradora y poderosa, pero aquí hay una idea importante que podría perderse fácilmente al leerla. La idea es que es fácil para nosotros leerlo, maravillarnos de su valentía, hablar de él con los demás, creer en su testimonio, etc. pero no dar un paso más para hacer nuestra esta misma fe y valentía. Es fácil hablar de los grandes santos e inspirarse en ellos. Pero es muy difícil imitarlos.  

 

Piensa en Tu propia vida a la luz del pasaje del Evangelio de hoy. ¿Reconoces libre, abierta y plenamente a Jesús como Tu Señor y tu Dios ante los demás? No tienes que andar por ahí mostrándote extravagantemente, pero tienes que permitir que tu fe y tu amor por Dios brillen de manera fácil, libre, transparente y completa, especialmente cuando es incómodo y difícil. 

 

¿Dudas en hacer esto? Lo más probable es que sí. Lo más probable es que todos los cristianos lo hagan. Por eso, San Ignacio y los demás mártires son grandes ejemplos para nosotros. Pero si solo siguen siendo ejemplos, entonces su ejemplo no es suficiente. Debemos vivir su testimonio y convertirnos en el próximo San Ignacio en el testimonio que Dios nos llama a vivir.

 

Reflexiona hoy sobre si sólo estás inspirado por los mártires o si realmente los imitas. Si es lo primero, ora para que tu testimonio inspirador produzca un cambio poderoso en tu vida.

 

Señor, gracias por el testimonio de los grandes santos, especialmente de los mártires. Que su testimonio me permita vivir una vida de santa fe a imitación de cada uno de ellos. 

Te escojo, querido Señor, y te reconozco, hoy, ante el mundo y, sobre todo. Dame la gracia de vivir este testimonio con valentía. 

Jesús, en Ti confío.

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