2 de febrero del 2014: Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo




Monición antes de la procesión de luz

Hermanos, queridos amigos, hace 40 días, celebrábamos con alegría la Natividad del Señor. Y henos aquí este día celebrando el día que Jesús fue presentado en el Templo por María y José: Él se conformaba así a la Ley del Señor, pero en verdad Jesús salía al encuentro del pueblo de creyentes.
En efecto, el anciano Simeón y la profetisa Ana habían venido al Templo impulsados por el  Espíritu Santo; iluminados por este mismo Espíritu, ellos reconocieron su Señor en el pequeño niño y ellos lo anunciaron a todos con entusiasmo.
Nos corresponde hoy a nosotros hacer lo mismo: reunidos por el Espíritu, vamos a ponernos en marcha hacia la casa de Dios (o hacia el altar del Señor) al encuentro de Cristo; nosotros lo encontraremos, y lo reconoceremos al partir el pan, mientras esperamos su venida en la Gloria.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS CAPITULO 2 VERSICULOS 22 AL 40

22. Cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
23.tal como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
24.También ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos pichones.
25.Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él.
26.Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor.
27.El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento. Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley,
28.Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras:
29.Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz como le has dicho.
30.Porque mis ojos han visto a tu salvador,
31.que has preparado y ofreces a todos los pueblos,
32.luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.
33.Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se decía del niño.
34.Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, este niño traerá a la gente de Israel ya sea caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste,
35.mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres.»
36.Había también una profetisa muy anciana, llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser. No había conocido a otro hombre que a su primer marido, muerto después de siete años de matrimonio.
37.Permaneció viuda, y tenía ya ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones.
38.Llegó en aquel momento y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
39.Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40.El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él.


A guisa de introducción:

La luz y la vida

La luz es un elemento vital en nuestra existencia, sobre todo porque ella es indispensable para las plantas (que hacen su proceso de fotosíntesis) y a nuestro sentido de la vista.
Ella nos presta igualmente múltiples servicios con el fin de permitirnos mantener nuestra salud y nuestra vitalidad.
La luz es una onda electromagnética que nos aparece sea directamente como la luz del sol o la de un fuego o por reflejo sobre los objetos que ella toca.
La luz se caracteriza por 3 aspectos:
-        Una intensidad,
-        Una frecuencia o una combinación de frecuencias que son unidas al color (del rojo al violeta).
-        Una dirección.

Jesús es luz:

El 2 de febrero en Quebec y Canadá se conoce como "el día de la marmota". Si el cielo está cubierto de nubes, el invierno acaba. Curiosamente es el día de la Candelaria (de ahí la fiesta que llama a la Virgen María Nuestra Señora de la Candelaria) o de la Presentación del Niño Jesús en el Templo.

Si el tiempo es soleado, el invierno se prolongará por seis semanas. Es una cuestión de luz.

Es lo que proclama el anciano Simeón respecto a Jesús: Él es la luz de las naciones y la Gloria de su pueblo.

En nuestro bautismo, al recibir un cirio o una vela, los padrinos escuchan este 
imperativo: Reciban la luz de Cristo.

La segunda lectura nos ha recordado cómo Cristo es nuestra luz.

Como nos lo recuerda la Navidad y su bautismo por Juan, Él ha querido compartir nuestra condición humana. Y como la luz física:
-        
     Él quiere hacerse intensa su luz en nosotros, a través de nosotros,

-     El desea frecuentarnos en nuestras alegrías y sufrimientos (color rojo) o a través de nuestras privaciones o sacrificios, duelos, tristezas (color violeta). Jesús se ha sacrificado sobre la cruz,

-        La dirección de sus rayos señalan el cielo (la casa del Padre). Él es la luz que nos guía en nuestro camino hacia Dios…”Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo  irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador”.

Una luz para ser acogida

La esperanza habitaba Simeón. Gracias al Espíritu Santo, él la guardaba viva en su corazón. Y es el Espíritu que le ha permitido junto a otros, reconocer en este niño el Mesías tan esperado…Una luz para acoger…Por lo tanto, este futuro o porvenir estará rodeado de sombras también, la oscuridad será una amenaza. Jesús llegará a ser causa de división…Todavía hoy…según los debates con respecto a la oración en las asambleas de los consejos municipales, o por la presencia del crucifijo en la Asamblea nacional de Quebec…También es cierto en nuestras familias, Jesús es causa de división: los abuelos que sufren por ejemplo, porque sus nietos no son bautizados…cómo les gustaría a ellos depositar sus nietos y verlos en los brazos de Cristo, en la iglesia, en el lugar de culto, como Simeón lo ha hecho en el templo por Jesús!

Una luz a portar:

En el bautismo, son los padrinos y las madrinas que reciben el cirio o la vela para significar que ellos aceptan una responsabilidad importante: apoyar y acompañar a los padres en su proceso (camino) de fe de su ahijado; (un acompañamiento cerca del niño, en la infancia, en la adolescencia y hasta la edad adulta). Hay aquí un compromiso que va mucho más allá de las simples responsabilidades civiles.

A menudo, los padres se sorprenden que sea necesario estar bautizado y confirmado para llenar este requisito de padrinazgo. Cómo ayudar a alguien a crecer en la fe sin ser personalmente un creyente convencido?




Aproximación psicológica al texto del evangelio:

El crecimiento personal de Jesús (su madurez)

Sostenido o alentado por su ambiente familiar y o alimentado por el amor de José y de María, Jesús se hacía cada vez más grande y más fuerte.

El fenómeno del crecimiento humano ha sido muy estudiado en los últimos 75 años. Dentro de la corriente setentera de la psicología humanista, se privilegiaba cierto número de criterios para evaluar el nivel del crecimiento de una determinada persona. He aquí una breve enumeración:

Deseo de intimidad consigo mismo, traduciéndose en la necesidad de ciertas formas de silencio y de soledad, favoreciendo la presencia o conciencia de sí mismo…

Deseo de intimidad con alguien distinto (con otro), manifestándose en la expresión de sentimientos calurosos en los encuentros donde se permite la autenticidad de sí mismo y se permite al otro de ser él mismo.

La libertad con respecto a las normas morales y culturales presentes y observadas en su ambiente, esta libertad implica la capacidad de aceptar sanciones negativas expresadas ocasionalmente por personas concretas.

Deseo de servir a alguna causa, de donarse a una causa ligada a las vivencias significativas de personas concretas.

Capacidad de compadecerse ante el sufrimiento humano, compasión que no es sensiblería ni rebelión, sino capacidad de reaccionar humanamente ante el sufrimiento del otro, mismo si este sufrimiento está escondido o que el otro esté lejos.

Es emotivo constatar cómo esta enumeración técnica, llega a ser evocación de una marcha o camino bien preciso, cuando se sitúa en el contexto del crecimiento humano de Jesús. Éste, no ha frecuentado grupos de crecimiento como los que conocemos hoy en ciertos ambientes, pero con todo, Él se ha preocupado por salir adelante con su vida, triunfar, lograr grandes cosas (es decir, no “arruinarla”- Mateo 16,26, de no “perder su sabor”- Mateo 5,13, de “ir a lo profundo”- Lucas 6,48…).

Jesús se ha preocupado por actualizar todo su potencial humano, llegando a ser consciente de lo que era, y lo que habría de llegar a ser, comprometiéndose en lo que Él hacía y en lo que debía hacer. Pero al mismo tiempo, uno no siente en Él ninguna tensión, ninguna obsesión por el reconocimiento social, por el éxito personal, por el poder y la fuerza, por el prestigio. Puesto que estas realidades son objetivos  que se persiguen con obsesión cuando se quiere a cualquier precio “tener éxito en la vida”; ellas no tienen ninguna relación con el verdadero crecimiento personal, aquel que uno siente perseguir en sí mismo cuando uno aprende a llegar a ser fiel a aquello que uno es en profundidad, y en la indiferencia a todo lo que esta fidelidad puede hacernos perder exteriormente.

Puesto que aquel que nos ha dicho de no “arruinar” nuestra vida, nos ha dicho también que no se debía tener miedo de perderla (a los ojos del mundo- Lucas 17,33).


Al mismo tiempo que el crecimiento humano se asocia de manera destacada con los criterios modernos de la actualización de sí, este crecimiento humano o madurez de Jesús  también se abre sobre un misterio: “es Dios quien da el crecimiento” (1 Corintios 3,6), no solamente a nuestra acción, según el sentido inmediato de este texto, sino a nuestro ser mismo, y no solamente como respuesta a nuestros esfuerzos, sino como Lucas lo dice acá, a partir de su favor por nosotros.

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