Reflexión alrededor del Cuerpo Humano, antesala de la Fiesta del Corpus Christi. Domingo 22 de junio del 2014
« …Mas el cuerpo,
no es solamente digno de respeto, él también tiene encanto, él es portador de
un chance, él es lugar de una Encarnación que no dejará jamás de sorprender…Él
está imbuido de divinidad, prometido a la Resurrección (condenado de Eternidad)
»
La mayor parte del tiempo, cuando
somos absorbidos por una actividad mental, como el hecho de leer estas líneas
por ejemplo, nosotros olvidamos que tenemos un cuerpo. Este último lo
recordamos en el dolor o enfermedad, en una contracción dolorosa (esguince o
“deschoncle”), o cuando experimentamos placer (si por ejemplo, comemos galletas
leyendo). Si yo me detengo y miro mi cuerpo, qué pensamientos me suscita?
cuáles preguntas? Si yo miro los cuerpos expuestos por la publicidad, las
revistas, siento ganas de otro cuerpo o del cuerpo de quien miro?
De nuestro cuerpo, antes que de
nuestra alma y o psique o espíritu (de informarnos y formarnos sobre ello)
somos conscientes y a muy temprana edad. Pero la gran pregunta es a qué edad
uno es consciente de tener un cuerpo? Y cuál será nuestra primera reacción?
Indudablemente la cultura y
pensamientos griego, infundidos en nosotros gracias a la filosofía, nos
introducen desde la adolescencia en un pensamiento o idea dualista del ser
humano, que nos induce a convencernos que cuerpo-alma y espíritu deben tomarse
aparte y que cada una es una entidad independiente. Esta manera de asumir el
ser humano contaminó al mismo pensamiento bíblico-judío-cristiano, sobre todo
en tiempos de Pablo, quien educado e
influenciado de manera muy importante por la filosofía griega, lo condujo a tener y a difundir una idea muy negativa del
cuerpo o corporalidad del ser humano…Las consecuencias de este reduccionismo
aun hoy son palpables.
Yo recuerdo que cuando hacia mis
postrimeros estudios teológicos en la facultad me vi admirable y gratamente
sorprendido al escuchar del holismo. El
holismo (del griego ὅλος [hólos]: "todo",
"entero", "total") es una posición metodológica y
epistemológica que postula que los sistemas (ya sean físicos, biológicos,
sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc.) y sus propiedades, deben
ser analizados en su conjunto y no a través de las partes que los componen (en
especial, enfermedades), consideradas éstas separadamente. Es el sistema como
un todo integrado y
global el que en definitiva determina cómo se comportan las partes; mientras
que un mero análisis de estas no puede explicar por completo el funcionamiento
del todo. Esto es así porque el holismo considera que el "todo" es un
sistema más complejo que una mera suma de sus elementos constituyentes o, en
otras palabras, que su naturaleza como ente no es derivable de sus elementos
constituyentes.
Y aprendí que el holismo, mismo tiene orígenes en la cultura
bíblica-hebrea y que para ella cuerpo-alma-espíritu no eran entidades separadas
sino que formaban un todo. Recuerdo que el profesor de Antropología Teológica,
un viejo y sabio sacerdote nos increpaba y o hacia ver lo expandida que está en
el mundo y la sociedad postmodernas esta manera de ver al ser humano, reduciendo
por ejemplo el cuerpo (femenino) a un mero objeto o instrumento de placer sea
sexual o de cualquier otra índole (alimentando al hedonismo, la pornografía, el
consumismo). Así, por ejemplo, nos decía este mismo profesor, que al ver una
mujer de proporciones físicas perfectas lo más correcto era echarle este
piropo: “Qué cuerpo eres” y no “qué
cuerpo tienes” o secamente “qué cuerpo” o como dicen en Colombia popularmente,
los del género masculino de toda edad “Como estas de buena”.
Durante mucho tiempo y aun en nuestros días, algunos al
interior de la Iglesia Católica (no todos sus miembros, porque es generalizar)
han despreciado el cuerpo, demonizando la sexualidad y la sensualidad…Las
prácticas de flagelación y de mortificación de la carne (del cuerpo) eran
comunes y o recurrentes en los medios clericales y monásticos.
Cuentan que ni el mismo San Francisco de Asís se pudo impedir
de llamar a su cuerpo “mi burro”, por lo terco y reacio que él se veía a veces
para moderar sus instintos y pasiones y que demoraban su comunión con Dios, en
la oración y en la vida de la caridad.
Hemos tenido un pasado y un pasivo pesado difícil de llevar.
Así pues, vivir la sacralidad del cuerpo y de los sentidos, como un regalo de
Dios, no es cosa fácil para nosotros.
Y reitero, sin duda que uno de los mayores males y yo diría
perversión de esta generación actual es el “cosificar” al cuerpo, reducirlo a
algo meramente animal, transitorio, objeto, intrascendente, desprovisto de toda
trascendencia, mística o divinidad, para la muestra tenemos los botones de los violentos,
terroristas, homicidas, pornógrafos, pedófilos, proxenetas, proabortistas, los
defensores de la eutanasia, etc.
Precisamente ayer celebrábamos la Trinidad, misterio que no
se comprende sino desde la relación (no relatividad) desde el amor al otro y a
si mismo…El rostro de Dios siempre es el otro (“porque tuve hambre y me disteis
de comer…”, era pisoteado y me devolvías la dignidad…)
Es una verdadera rehabilitación del cuerpo “de lo
físico”, la que tratamos de vivir hoy.
Cuando Jesucristo se encarnó en nuestro mundo,
automáticamente nuestra carne, sangre y o humanidad (aspecto exterior de la persona) se divinizó.
Cuando celebramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
proclamamos que la materia es santa. Es triste que ante la celebración de la
misa o Eucaristía algunos detienen su imaginación, se paralizan ante esta pequeña
hostia blanca en una atmosfera a veces muy piadosa, lejos de la vida real. Al
contrario, al momento de celebrar la misa o el acto de Adoración del Santo
Sacramento, es la ocasión para “Mirar el cuerpo, nuestro cuerpo, el Cuerpo del
judío Jesús de Nazaret, y decir “Bendito seas Tú” . Este Cuerpo es bueno, la
sensualidad es buena, la ternura es buena. Con toda seguridad que todo esto
puede ser desnaturalizado. La pornografía existe (lujuria pecado capital) . La
glotonería y o gula (pecado capital)
existe, y se podría decir entonces que el Cuerpo es un obstáculo. Pero
justamente no se podría hablar de pornografía o de gula si antes no se estuviera consciente de que el cuerpo
es sano y que él es lugar o espacio para compartir. La sangre es santa, pues
ella es un elemento del cuerpo. He aquí todo lo que simboliza la Eucaristía.
No tengamos miedo de mirar nuestro cuerpo y nuestra sangre de
frente. Puesto que si no nos atrevemos a mirarlos, cualquiera sea su estado, no
podremos encontrar el misterio mismo de Dios, y del rostro que Él nos ha dejado
en Jesús…Si uno se salta esto es imposible ser discípulo.
Cristo no hizo más que mostrarnos a lo largo de su vida y
especialmente en sus últimos 3 años sobre la Tierra la misión y el destino de
nuestro ser (tanto alma como cuerpo). Junto a su gran enseñanza de ver a Dios
como Padre (y no como un dios lejano, despreocupado del hombre y tirano), del
cual nosotros somos Hijos, creaturas divinas, “pequeños dioses, un poco
inferior a los ángeles” (Salmo 8) nos dejó por ellos mismo, el legado del
cuerpo como extensión divina (“res divinas”), templo del Espíritu Santo, medio
para salvarnos, instrumento de amor y relaciones justas, respetuosas y
equitativas entre los seres humanos.
No quiero alargarme mucho en este tema, pero considero que es
indispensable antes de disponernos a celebrar esta solemnidad del Cuerpo y la
Sangre de Cristo, ser conscientes de todo el ropaje divino, teológico,
filosófico que el cuerpo ha tenido a través de la historia de nuestro estilo de
vida católico-cristiano…si, porque esta fiesta eucarística (del Cuerpo y la
Sangre del Señor) es mucho más que un
asunto de comida y de bebida como ha dicho San Pablo…porque sin duda la mayoría
de las homilías se enfocaran este día en la cuestión de la comida…
P. Gustavo
Quiceno Jaramillo. mxy
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