24 y 25 diciembre 2015: homilias para las Misas de Navidad (noche y día)
Dios ha decidido revelarse, manifestarse
Celebremos esta
noche el infante que se nos dona. Él nos abre la puerta al misterio del otro.
Él llega para despertar en nosotros el deseo de nacer de nuevo (renacer).
Evangelio Según San
Lucas 2,1-14
Por aquellos días
salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo
en todo el imperio. Éste fue llamado el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria.
Todos, pues,
empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José
también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la
ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David
Mientras estaban en
Belén, llegó para María el momento del parto
y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en
un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
En la región había
pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus
rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de
claridad. Y quedaron muy asustados.
Pero el ángel les
dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que
será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David,
ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo
reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado
en un pesebre.»
De pronto una
multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con
estas palabras: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a
los hombres: ésta es la hora de su gracia.»
Palabra de Dios
A
guisa de introducción
La experiencia de Dios no es
necesariamente algo sensacional que se salga de lo ordinario. Hay sin ninguna
duda una experiencia de Dios que difiere de la mayoría de las experiencias a
las cuales nosotros estamos acostumbrados; está el silencio profundo, la
oscuridad radiante, el vacio que llena de plenitud…La soledad cuando se le
descubre más que como una novia o compañera sino también como el hábitat donde
puede hablarnos Dios…
Hay rayos de eternidad y de infinito,
sorprendentes e inexplicables, que nos emocionan de una manera inesperada en
medio de nuestras tantas ocupaciones.
Agreguemos que en presencia de la
belleza y del amor, nosotros tenemos la impresión de ser transportados fuera de
nosotros mismos. Es raro que consideremos esas experiencias como sensacionales
o extraordinarias. Nosotros no conocemos su verdadera naturaleza y continuamos
nuestra búsqueda de la gran experiencia de Dios que vendrá para transformar
nuestras vidas.
La verdad es que para hacer la
experiencia de Dios no se necesita de grandes cosas. Es suficiente con
encontrar la calma y llegar a ser conscientes de nuestras sensaciones
corporales, por ejemplo sentir el tacto en nuestra mano…Y bien SI! Ahí se
encuentra Dios, vivo, obrando en nosotros, tocándonos, intensamente, cerca de
nosotros. Eso es hacer la experiencia de Dios…
Se considera esta experiencia como
“tener bien puestos los pies sobre la tierra”.
Hacer la experiencia de Dios, es
ciertamente mucho más que percibir las sensaciones de nuestra mano, derecha o
izquierda.
Nos parecemos a los judíos que
escrutaban el avenir en la espera de un Mesías glorioso, sensacional…cuando el
Mesías estaba tan cerca de ellos, bajo la forma de un niño llamado Jesús.
Olvidamos con demasiada facilidad que
una de las grandes lecciones de la Encarnación (Dios que se hace hombre en
medio de nosotros) es que a Dios se le encuentra en la vida ordinaria, en
nuestra cotidianidad.
Ustedes desean ver a Dios?
Escuchen el llanto de un niño, una
risa sonora en una fiesta, el ruido que hacen los arboles agitados por el
viento.
Quiere usted sentir a Dios?
Tiéndale la mano a alguien o
simplemente cálmese, apacígüese, tome conciencia de todo el poder de Dios que
se encuentra ahora obrando en usted y hasta qué punto Él esta tan cerca
suyo…Emmanuel= Dios con nosotros.
Dios es lo Infinito y por lo tanto,
El viene a nosotros en lo finito, en el mundo!
Por qué buscar lejos o en otra parte
Aquel que está cerca de nosotros?
Por qué pretender buscar en las nubes
Aquel que se hace pequeño en una Palabra, en un trozo de pan?
Dios está con nosotros y es para
permanecer por siempre a nuestro lado.
Sin Navidad no
puede existir Pascua
(reflexión basada
en el evangelio del día de la Navidad: 25 diciembre del 2015)
Lectura del santo
evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya
existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La
Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo
todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había
vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la
tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos
vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la
luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y
los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor
carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del
Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí,
porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido,
gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios
Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
Aproximación
Psicológica al texto del evangelio:
El sentimiento ante la Navidad es
ambiguo. Muchos esperan con impaciencia e ilusión este tiempo de fiestas donde
la atmosfera es de alegría O diversión permanente, uno hace ruido, otros se
intercambian regalos, se juega a los tradicionales aguinaldos (me imagino que
unos pocos), se hacen encuentros y reuniones de parientes y amigos, donde el
tiempo de trabajo se detiene por unos cuantos días u horas para darle lugar a
espacios de gratuidad.
Para otros, por el contrario, es la
angustia en esos grandes momentos de soledad, el llamado tortuoso de los hijos
que ya no están más aquí o que no llegarán, o el dolor de no poder hacer parte
de la fiesta…Por ejemplo, acá en Quebec –Canadá, el año pasado por este tiempo,
hablaba con Alfonso un migrante mexicano
que ha sufrido mucho en su vida por las adicciones, lo que con el tiempo hizo
que vinieran otros males más complejos y se viera de pronto sin familia (porque
decide abandonarlo), solo, dependiendo de personas y organismos estatales,
perdiendo su autonomía…no se demasiado, pero en todo caso desde lo profundo del
corazón me decía conscientemente que esta época del año no hacía sino más que
reabrir la herida que no cicatriza por una familia que no existe más.
Es la misma ambigüedad que uno
encuentra en el relato del evangelio previsto para la liturgia del 25 de
diciembre “La luz es aquella que está ahí y brilla en las tinieblas pero no ha
logrado llegar a iluminar (expandirse por) todo…y es por su causa que el mundo
ha llegado a existir, pero desgraciadamente éste no la ha reconocido…”. Qué
puede ser más deseable que la VIDA y la LUZ? La Navidad coincide con ese
momento en que celebramos la prolongación del día y la disminución de la noche.
Por qué entonces hablar de un rechazo de la luz? Igualmente, según el
evangelista, al igual que esta Palabra de Dios (Jesucristo) nosotros estamos
tejidos con la misma fibra. Qué significa entonces la afirmación o el hecho de
“que el mundo no la ha reconocido (la luz)? Hay aquí algo trágico que es
necesario intentar comprender. Puesto que lo se dice en una palabra, es que la
alienación en relación a su ser verdadero hace parte de nuestro mundo, y
entonces describe una faceta de nuestras vidas.
Según ustedes, cuál es una de las más
grandes dificultades de la vida?, será acaso la vida misma, donde otras muchas
(dificultades) convergen? Personalmente respondo: la VIDA misma, la existencia
misma. Puesto que hay, y en eso estoy de acuerdo, la alegría de vivir, pero
también está el envejecimiento y la muerte. Hay el placer de descubrir, pero
también existen los límites donde cada pequeña respuesta es obtenida de manera
penosa y a cuenta gotas. Está el placer de este cuerpo que puede correr y
bailar, pero también está la enfermedad, los problemas mentales y físicos
(hándicaps), las consecuencias de un cuerpo demasiado obeso o demasiado pequeño
y hay la maravilla del amor, pero también existen la soledad, el odio y la
violencia. Hay esta cosa única y misteriosa llamada: LIBERTAD. Pero esta
libertad cede lugar a un montón de opciones (o decisiones) catastróficas, hasta
tal punto que la primera cosa que sería eliminada si el hombre pudiera re-crear
(VOLVER A CREAR) al hombre-es una convicción personal- es la LIBERTAD.
Aceptar celebrar Navidad, es entrar
en este mundo de sombras y de luz, es volver aceptar este largo nacimiento de
sí mismo y de este mundo que habitamos, no tal cual como nos lo imaginamos
cuando tomamos caminos de evasión sino tal como él es realmente. Dónde, piensan
ustedes se ha reconstruido la persona de Jesús tal como lo revelará sus 3
últimos años, sino en la cotidianidad de Nazaret? Dónde se ha afinado su
percepción de Dios, sino es en su oración y en el contacto con los eventos y
los seres (personas)?
De manera simbólica, nuestra actitud
ante el cuerpo, a la vez querido y detestado, fuente a la vez de tantas
alegrías y penas, condensa el sentido de nuestras relaciones con el universo.
Cada quien encontrará un movimiento de vaivén entre la plena aceptación y el
rechazo, entre un compromiso consciente y una pasividad total. Por lo tanto, la
tierra prometida hacia la cual nos ha hecho caminar el Adviento, no está en
otro sitio más que aquí, y si Pascua puede producirse, es necesario primero
nacer a su yo y a su mundo, es necesario entrar en esta carne para esperar
vivir la resurrección de la carne, esta carne donde el Verbo de vida ha posado
su tienda.
Es costumbre en los ambientes
religiosos condenar la fiesta mercantil de Navidad. Por qué no superar las
sombras de esos condicionamientos sociales, y ver en esos múltiples momentos de
festividades esta luz que muestra esta cara de cada uno de nosotros, un ser
que, más allá del trabajo, tiene necesidad de los otros para aprender a vivir?
Por qué no ver en esos momentos, cuando los niños ocupan la escena, a pesar de
los excesos del niño-rey (consentido, mimado…) que nuestra persona no se define
primordialmente por su trabajo, su status social, sus entradas, sino por su
lado único y porque está en crecimiento incesante?
Pueda la Navidad ser ese momento de
reconciliación con la persona que somos, con este mundo que es el nuestro. Pues
no hay otro lugar para caminar hacia la Pascua (pasaje del mal al bien, del
pecado a la gracia, de la muerte a la vida).
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!
MUCHAS BENDICIONES Y GRACIAS DE DIOS PARA TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD!
El
testimonio maduro y convencido de San Juan
25 diciembre del
2015: Misa del día de Navidad
REFLEXIÓN
CENTRAL
El testimonio
maduro y convencido de San Juan
En NAVIDAD, los cristianos tenemos
dos celebraciones: una en la noche y la otra en el día. Mas el día no es la
noche: qué diferencia!
Las lecturas propuestas para la noche
y las propuestas para el día, pertenecen a dos mundos diferentes.
En la noche nos sentíamos atraídos
por el pesebre: hemos visto al niño, hemos vivido el acontecimiento con José y
María, ocupamos un lugar entre los pastores. Nos maravillamos de tanta
HUMANIDAD: Dios hecho uno de nosotros, Emanuel: Dios con nosotros.
Ahora que el día avanza, escuchamos
en las lecturas cosas muy diferentes a las de la noche anterior. Entre lo que
acabamos de escuchar no oímos nombrar ningún niño en el pesebre, no hay más una
palabra sobre José y María, y los pastores son lejanos. Qué escuchamos
entonces?
“En el principio
era el verbo, y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios” (Jn 1,1-2).
Así, pues somos de repente elevados
muy alto, lejos de los sucesos del pesebre o portal de Belén, escenario de Lucas
en cuyo centro están José, María, los pastores y los Ángeles. Estamos sobre las
alas de un águila, Juan el Evangelista se eleva hasta la cercanía de Dios,
llevándonos con él.
Pero la redacción mística del
evangelio de este día, elevada y muy teológica es la elaboración fruto de la
experiencia personal y muy cercana que Juan el Evangelista ha tenido con Jesús
de Nazaret. Además no hay que olvidar que según la tradición Juan murió a una
edad avanzada (entre 110 y los 120 años), lo que le permitió por otra parte
tener el tiempo necesario para meditar y contemplar el misterio de Cristo vivo,
muerto y resucitado de quien fue testigo...si, con el tiempo, orando,
escribiendo lo revelado por el Espíritu (Evangelio y Apocalipsis) Juan
demuestra por qué se le ha simbolizado con el águila, la reina de las aves,
cuyo ojo tiene la capacidad según las leyendas de mirar de frente el sol mismo
sin parpadear...pero a Juan se le compara con ese ojo de águila justo por la
capacidad de ver más allá de lo aparente, de lo físico, de los sucesos históricos...
Juan nos dice que en Dios hay el
Verbo, hay la Palabra misteriosa y poderosa que se ha tornado hacia Dios. Hay
un diálogo en el seno mismo de Dios, mostrándonos que Dios no es un solitario.
Dios es comunión.
Nosotros comprendemos ahora, nosotros
que somos creados a su imagen, el por qué hay dentro de nosotros ese deseo, esa
atracción, ese movimiento hacia el otro, y esta alergia a la soledad. Nadie es
una isla. El hombre busca la comunión. Comprendemos ahora por qué nos casamos,
o hacemos vida con otra persona en pareja, por qué fundamos una familia y por
qué nos gusta tener amigos.
Esto explica también la depresión y
la violencia de los que no son bien amados: “Amadme o yo me muero” “Amadme o yo
muerdo”.
Así, tomando impulso hacia cimas más
altas en compañía de san Juan…Nos volvemos a encontrar como hermanos, hijos de
un Padre que se fija en nosotros dándonos su Hijo.
“y el Verbo se hizo carne” (Juan
1,14). El Verbo se hizo carne y hoy nosotros cristianos anunciamos al mundo el
salvador, el Salvador de la carne.
“Por el Espíritu
Santo se encarnó de María Virgen y se hizo hombre”.
Han ustedes tomado recientemente un
bebe entre sus brazos? Hay en el mundo un ser más pequeño y dependiente?
La Palabra de Dios es poderosa,
creadora, pero esta Palabra también es frágil y débil como un niño. Ella está
en nuestras manos. Uno puede aceptar o rechazar la Palabra. Es por la Palabra
que uno se liga, se compromete pero también por ella uno rechaza. Uno puede dar
su Palabra, uno puede retomarla, o uno puede faltar a su Palabra. Pero si uno
tiene Palabra, uno es ya reflejo de Dios, porque Dios, Él es fiel.
Una Palabra implica la libertad de
aquel que la pronuncia (o dice). De nada valen las palabras forzadas o aquellas
que no se dicen en libertad a Aquel a quien las dirigimos? Hoy Dios se nos
propone como LA PALABRA. Él se nos propone como un niño frágil y que se propone
a vivir como esta Palabra que uno no puede olvidar o simplemente no escuchar.
En el misterio de la pobreza de Navidad, Él corre el riesgo de no ser recibido,
pero le da al hombre su oportunidad, su dignidad: la ocasión de amar y de ser
amado.
Maravilloso intercambio: el Verbo ha
llegado a ser carne, para que le demos una humanidad a la imagen de aquella que
ya está en nosotros, forjada a través de nuestros esfuerzos, destilada (o
depurada) durante siglos de civilización.
Él es el verbo, pero hoy Él se calla
y duerme y nos toca a nosotros enseñarle a hablar. Hoy, Él no tiene órdenes
para darnos, Él está sometido a nuestros requerimientos, expuesto a nuestras
violencias, huyendo ante nos caprichos. Muy pronto lo veremos escapándose a
Belén para llegar a Egipto, y de Egipto ir a Nazaret. Es un hijo del azar,
nacido al bordo de un camino, en el transcurso de un viaje.
Si, ayer Dios Él mismo ha venido para
pasar su primera noche sobre nuestra tierra. Que en adelante nadie se sienta
muy pequeño o limitado: Dios ha encontrado suficiente lugar en una pesebrera.
Él es la perla fina del oriente. La
maravillosa perla debuta como una partícula extraña dentro de la ostra. En
lugar de rechazar lo extraño, la ostra “lo envuelve de tejidos” “le pone pañal”
, y ella llega a ser tan preciosa como el negociante que está en búsqueda de
perlas finas, va y vende todo lo que él posee y compra esta perla (Mateo
13,45-46).
Y ustedes me preguntarán: dónde está
esta perla? Cómo puedo yo encontrarla? Y yo les respondo: Quieres encontrar a
Dios? Haz como Él, se o llega a ser) HOMBRE!
Acaso no tiene nuestro mundo, una
inmensa necesidad de humanidad y de calor para ser transformado a la imagen de
su hijo? “lo que ustedes hicieron con los más pequeños (pobres) conmigo también
lo hicieron” (Mateo 25,40). “Y entonces ustedes nacerán no de la carne y de la
sangre, sino de Dios” (Juan 1,13)
Cada día puede ser Navidad. La imagen
de Dios, en cada hombre espera ser reconocida para nacer y esperamos nuestro
nacimiento con Él. “Todos aquellos que lo han recibido, aquellos que creen en
su nombre, Él les ha dado el poder de llegar a ser Hijos de Dios” (Juan 1,12).
Si, la Palabra se ha hecho carne y
estableció su tienda entre nosotros (Juan 1,14). Hemos visto su magnificencia y
loa firmamos los unos a los otros: Él nos tomará de la mano y nos mostrará el
camino. De su plenitud heredaremos y, sin cesar, seremos colmados de gracia
tras gracia, luz tras luz, paz tras paz…
REFERENCIAS
paroissesaintefamilledevalcourt.org
ALLAN, Roy.
L'Avent au quotidien. Nöel 2011
mystereetvie.ca
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