20 de diciembre del 2015 : 4o Domingo de Adviento
A la manera
de María
Después de haber acogido el mensaje del Ángel, María se pone en camino
para visitar a Isabel. Ella hace su trayecto, llevando en ella el Verbo de
Dios. Hoy, ella es nuestra modelo en la obediencia de la fe y en el testimonio
de la presencia de Dios.
EVANGELIO
LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39- 45
En aquellos
días, María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel escuchó el saludo
de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo,
y dijo voz en grito:
--¡Bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque
lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Palabra del Señor
A guisa de introducción :
Encuentro
humano : fruto de eternidad
El encuentro
de dos futuras madres lleva al intercambio de experiencias y de sentimientos. Experiencia
común de espera de maternidad y sentimientos de esperanza alegre. Cuando dos
futuras madres se hablan, ellas son conscientes que sus hijos participan del
encuentro y que ellos se benefician de la experiencia constructiva y benéfica.
Y cuando dos
madres son parientes e igualmente primas, se forman de manera instantánea, vínculos
de ayuda mutua y de calor humano.
Isabel y María
se sienten felices de verse y de permitir el contacto entre el futuro Juan
Bautista y el futuro Jesús, de constatar las promesas y la realización de las mismas.
El Espíritu
de Dios es el artífice de este encuentro de dos « humanas » que dan a
la humanidad su fruto de eternidad.
Cuando se ama
a alguien y se cree en él, uno hace todo lo posible por hacer ésta persona
feliz. Cuando uno se siente amado por el otro que uno ama, en plena confianza,
el fruto de sus amores es esperado con gran felicidad. Es lo que le sucede a María
con Dios. De tal manera, María estaba
tan alegre de creer en la realización de las palabras que le fueron dichas de
la parte del Señor, de vivir la realización del amor según las promesas de
Dios.
Y no son
precisamente los encuentros lo que le faltarán a los cristianos durante el
tiempo de Navidad: encuentros con la familia, los parientes, los amigos. Es
motivo de felicidad para nosotros que ello ocurra. Al acoger la visita de nuestros
parientes, amigos y demás, preguntémonos
qué podremos hacer para hacerles más felices? La presencia, la atención, la alegría
y el placer…
Es bueno
entonces que habituemos también a nuestros hijos a compartir con los niños
pobres, los huérfanos y aquellos que son víctimas de hambrunas y de terremotos!
Como María, pongámonos
en camino rápidamente en nuestro corazón, para provocar y o suscitar el
encuentro con Jesús, a través de nosotros, a toda la gente de otras partes, porque
aquí están los días cuando la tierra produce su fruto.
Aproximación psicológica al texto del evangelio:
Para dar a
luz y para morir
Al episodio del encuentro entre María e Isabel, la liturgia de este domingo
asocia un pasaje de la tradicionalmente llamada “Carta de San Pablo a los
Hebreos” (que no es carta, y que parece mismo no ser escrita por Pablo ni
ser dirigida exclusivamente a los Hebreos). Este pasaje reporta la caminada (o
itinerario de Jesús). Este texto podría llevarnos a distinguir dos periodos en
la vida de Jesús, a saber: un primer periodo activo y un segundo periodo
pasivo”.
El primer periodo es el de la búsqueda y la elección (opción) por Jesús, de
su vocación. Para describir este periodo de opciones, el texto a los hebreos utiliza
un verso del salmo 40: “heme
aquí, yo he venido, Oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10,7). Y de hecho, durante
este primer periodo, Jesús está activo, Él se compromete, Él hace cosas , Él
deja Nazaret para instalarse en Cafarnaúm, Él escoge sus discípulos, Él reúne
multitudes, Él predica en las sinagogas…
El segundo periodo deja de ser el tiempo de opciones para convertirse en el
tiempo de los consentimientos.
Este podría resumirse enteramente con la Palabra de Jesús a Dios en el Monte de
los Olivos: “Que no se haga mi
voluntad sino la tuya!” (Mateo
26,39). Después del periodo de opciones, viene el de las profundizaciones,
después del tiempo de las decisiones, viene el tiempo donde se aprende la
docilidad, la duración o perseverancia, donde se conoce también el sufrimiento.
Periodo de la vida donde se es enviado a la fe y a la esperanza que uno lleva
en el fondo de sí mismo.
Podríamos situar quizás el giro entre estos dos periodos de la vida de
Jesús, alrededor de la profesión de la fe de Pedro. En efecto, los evangelios
nos dicen que “a partir de este momento, Jesús comienza a mostrar a sus
discípulos que era necesario para Él irse a Jerusalén, sufrir mucho (…) morir…”
(Mateo 16,21).
Esta reflexión sobre el destino de Jesús puede iluminar la vida de las dos
mujeres que están en el centro del evangelio de este domingo y que nos ocupan.
Para ellas también, “hay un
tiempo para dar a luz y un tiempo para morir” (Eclesiastés 3,2), un tiempo para
disfrutar la alegría de hacer y de vivir, y un tiempo para ir más lejos
consintiendo que la vida nos quite lo que ella nos había dado (ya que los hijos
dejan de pensar como nosotros, que ellos abandonan el hogar, o que ellos se
encuentran en prisión o ante los tribunales como Juan Bautista…)
Pensándolo aún mucho mejor, esta experiencia no es propia y exclusiva de
Jesús, de María e Isabel. Ella es el lote o la parte de todo hombre y de toda mujer
quienes tomando o asumiendo su vida con fervor, descubren que éste fervor, todo
a la vez, está hecho de determinación y de docilidad.
He aquí quizás lo esencial de la experiencia espiritual: descubrir que uno
recibía de OTRO, LO QUE uno creía descubrir o darse por sí mismo, y abrirse a
ese OTRO dejando irse lo que se había recibido.
Reflexión Central :
Alegrìas cruzadas
Cuando la alegría
es inmensa, uno no da espera para compartirla, comunicarla. A ejemplo e imagen
de las dos primas que portan la vida en sus vientres y felices de compartir
este tesoro, Dios viene para visitarnos y hacernos parte de su proyecto para la
humanidad. Él viene a instaurar valores nuevos que sacudan los hábitos sociales
y revelen la verdadera justicia…
Es por ello
que el encuentro entre María e Isabel supera el simple contexto de dos mujeres
encinta que se encuentran, la más joven viniendo a ayudar su prima mayor para
el tiempo del parto. No estamos acá dentro de un marco doméstico, sino más bien
dentro de un marco místico o litúrgico. Los personajes no se hablan como uno lo
hace en la vida corriente : « Al fin has llegado », « has
hecho un buen viaje? », « Cómo estas de salud? », « cómo va
la familia…te quedaras por mucho tiempo? »…Uno se puede imaginar el
dialogo normal, obligado, de una visita esperada. Pero Isabel y María conversan
de manera solemne. El texto es enfático y tejido con expresiones del Antiguo
Testamento.
Primero que
todo encontramos que a la escucha del saludo de María, el niño (que será Juan
Bautista) salta en el vientre de Isabel. Su madre misma dirá que ha saltado de alegría
al interior de ella misma. El sentido está ya aclarado.
Juan Bautista reconoce desde ya en Jesús a su Señor. Juan será el precursor,
aquel que anuncie y prepare la venida del más grande que viene tras de él. Juan
pertenece al mundo de la promesa; él junto a sus padres pertenece al orden de
la Antigua Alianza. Por el contrario, Jesús es el Hijo por excelencia. Es por
ello que Juan salta de alegría y profetiza. De igual modo, Isabel está llena
del Espíritu Santo y recita un himno de alabanza que sigue la mística del
Antiguo Testamento y que la tradición conservará como la primer aparte del Ave María:
« Bendita eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre »
Se podría
decir que Isabel improvisa bien, pero de hecho se trata de una citación casi
que textual del libro de Judit :
«¡Bendita seas, hija del Dios Altísimo más que todas las mujeres de la
tierra! Y bendito sea Dios, el Señor” (Judit 13,18)
De igual modo
en el libro de los Jueces, se encuentra esta bendición:
« Bendita entre las mujeres es Jael » (Jueces
5,24)
Isabel
continua su saludo atribuyendo a Jesús un título divino que se le atribuirá al
resucitado :
¿Quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor? (v.43)
Isabel concede a Jesús aun no nacido, el título de Señor, que es de hecho el título
del cumplimiento de su resurrección:
« Por eso Dios lo engrandeció y le
dio el Nombre que está sobre todo nombre (…) : Cristo Jesús es el Señor” (Filipenses 2,9-11)
El relato de la visitación nos dice claramente que
desde el momento de su concepción, Jesús es ya el Señor. Cuando la Iglesia
llegue a precisar su fe, declarara que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre,
o aun todavía, que Él es el Hijo Único.
Es por ello que Isabel saluda a María empleando un
saludo corriente dentro de su tradición: Bendita tu eres entre todas las
mujeres. Pero en este caso, esta expresión toma una densidad particular. De hecho,
ella toma todo su sentido :
« Bendita
eres entre todas las mujeres,
Y
bendito es el fruto de tu vientre ».
En el fondo, el pequeño relato de la Visitación es
una gran profesión de fe. La tradición no se equivocó en este punto y nos
incita a orarle a María como la madre de nuestro Señor.
Dios
te Salve María,
Llena
eres de gracia,
El
Señor está contigo,
Bendita
eres entre todas las mujeres
Y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Algunos dicen « Tú » a María, como se
tutea a Dios. Esto es de poca importancia para nuestro propósito. He aquí una oración
que nos viene directamente del Antiguo Testamento a través del evangelio de
Lucas.
En María, la salvación se ha sacudido, ella ha
cambiado de densidad, podríamos decir. Antes, Dios había sido percibido sino
como el dios de Israel y de Judá, relacionado con el templo de Jerusalén. En Jesús,
Él llega a ser hombre, y su amor es para todos los humanos, que ellos ya sean
de Jerusalén o de Roma, del siglo de Herodes o del nuestro. Se comprende que
Lucas ponga en la boca de Isabel palabras de alabanza y de agradecimiento:
¡Dichosa tú que has creído!,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
En la fiesta de la Visitación, hay la palabra
VISITA. Visita que María hace a su prima, visitas que nosotros nos hacemos unos
a otros para ayudar, consolar, apoyar, festejar. La Visitación de María a
Isabel es interesante ya que las dos mujeres van tan lejos en el compartir de
su cotidianidad que sus voces llevan el eco de la tradición espiritual que las
ha alimentado. La Visitación es también la visita que Dios que nos hace,
gracias a María. El viene a habitar entre nosotros. Es necesario tomar por nuestra cuenta este elogio de Isabel:
« Dichosa, feliz, bienaventurada aquella que ha creído »
En el relato de Lucas, María no recibe con pretensión
o indiferencia el homenaje de Isabel. Ella agradece gracia por gracia y
pronuncia un himno de alabanza que llamamos el Magnificat :
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
y mi
espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
María es el modelo de nuestra fe, una fe ardua, una confianza difícil,
que exige coraje y fuerza para atravesar las pruebas de la vida y para que en
toda circunstancia, sepamos tomar la vía (el camino) del amor que responda al
amor de Dios.
Es bueno que en las cercanías de la Navidad, antes de maravillarnos con
los pastores y los magos, contemplemos el camino difícil de María y compartamos
también su alegría de ser acogida y confirmada en su misión por « las
palabras que le fueron dichas de la parte de Dios »…Si, creer es la fuente
de una alegría, que el mundo no podrá arrebatarnos jamás…
A pocos días de la Navidad, estamos en plena Visitación. Cuando
preparamos el pesebre de Navidad, es desafortunado que no evoquemos la marcha rápida
de María hacia Jerusalén y su visita a su prima. Apurados por comprar los
regalos y por preparar todo, podremos decir al menos:
Bendita Tu eres,
Nuestra Señora de la Visitación.
OBJETIVO-VIDA DE LA SEMANA:
- Durante estos días de la novena de aguinaldos, y hasta el día de navidad, escucho
algunos villancicos (o cantos navideños) con letras dicientes (no solo anton
tiruliro liros, alananita nanas, tutainas) y me tomo tiempo de meditar en sus
letras.
- Si puedo, invito a alguien que vive solo para compartir con él para la
víspera de navidad y o le invito a la cena de nochebuena.
- En el día de navidad, anuncio mi visita a alguien que estará feliz de
acogerme.
ORACION-MEDITACION:
Señor, yo te
doy gracias,
porque Tu
eres el Dios de lo imposible.
Gracias por
la alegría de Isabel
que ve cómo
sus oraciones son escuchadas.
Gracias por
la fe de María
que lleva en
ella el fruto de tus promesas.
Gracias por
la felicidad y alegría que estas dos mujeres comparten.
Señor,
Emmanuel, Dios con nosotros,
Tú quieres
siempre nacer en nuestros corazones.
Tú deseas
que nosotros aceptemos recibirte bien en la sencillez.
Cómo podemos
nosotros tener esa felicidad
Que tú te
hagas uno de nosotros para nuestra inmensa alegría?
Señor, Dios
en nosotros,
Tú nos
llamas a compartir con los otros
la alegría
que nos habita.
Que tu
Espíritu nos guíe y nos acompañe en nuestros caminos.
Haz de
nuestras visitas tiempos de fiesta,
momentos
fuertes de compartir y de alegría.
Haz que
nosotros tengamos felicidad y alegría
tanto para
dar como para recibir,
y en
el momento de recibirte, Tú, que vienes aun a visitarnos...
Amén!
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Pequeño misal
“Prions en Église”, edición quebequense, 2012.
HETU,
Jean-Luc. Les Options de
Jésus.
BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, année C. Novalis,
2006.
Porque Dios nos ama tanto que Dio a su hijo amado en una mujer, obediente, que lo acogió con humildad, prudencia y amor incondicional. Entregándolo al mundo para que muera por nuestros pecados...acogenos con tu manto madre nuestra y haznos obedientes y humildes a la voluntad de Dios. Amen
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