El cura Camilo Torres Restrepo, 50 años después de su muerte...
Camilo Torres Restrepo, nació un dia como hoy el 3 de febrero de 1929, fue un sacerdotecatólico colombiano, pionero de la Teología de la Liberación, cofundador de la primera facultad de Sociología de Colombia y miembro del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN).Durante su vida, promovió el diálogo entre el marxismo y elcristianismo. Fue ordenado sacerdote hacia 1954 luego de estudiar ciencias eclesiásticas en la Arquidiócesis de Bogotá.
(Wikipedia.org)
Un aula de clase, quizás una
treintena de mocosos apenas despertándose a la vida, y entre ellos, yo. Corría el año 1980, cursábamos 4º grado en la
única escuela masculina del pueblo caldense.
Una voluptuosa e inteligente profesora,
presa de atracciones precoces sexuales de impúberes y la instructora necesaria,
designada ese año para nuestro grupo, nos enseña aquella canción que hoy
realizo se titula “Dispersos”.
“porque no
unirnos
y porque si
ya se unieron
el fusil y
el evangelio
en las manos
de Camilo”
La gran pregunta desde el principio
fue, ¿pero cuál Camilo? ¿Quién era Camilo? Solo con el pasar del tiempo,
personalmente descubriría de quién se trataba. Y en un primer momento hubo la confusión
inevitable, con el homólogo del siglo XVIII, el payanés, prócer de la
independencia y reconocido como “El verbo de la revolución”: Camilo Torres
Tenorio (1766-1816) (y de quien el próximo 5 de octubre se celebrará los 200
años de su sacrificio a manos del terrorista español Murillo), y quien aparecía
en los billetes de 50$ de nuestra época.
Del cura Camilo Torres Restrepo vine
a saber de manera profunda, años más tarde, en la adolescencia. En 1980 cuando con
los alumnos infantes escolares, cantábamos aquella canción entre ingenuidad y
espontaneidad, ya hacía 14 años atrás había sido asesinado.
El primer escándalo fue enterarme que
había sido a la vez sacerdote y guerrillero. Y la explicación de algún adulto
cercano fue “que aquel cura se había desesperado al ver tanta injusticia
social, que se precipitó a tomar las armas para acelerar la llegada de la
justicia, que vio cómo el anuncio del evangelio y la celebración de los
sacramentos, especialmente la Eucaristía eran vanos e infructuosos…”
¿Comprendió entonces mal a Jesucristo
el cura Camilo? ¿Qué lo llevo esencialmente a convertirse en un revolucionario
y a querer cambiar la paz por la guerra, la predicación por el combate, las
palabras por las armas?
¿Era su fe en verdad profunda? ¿No
comprendió acaso a la Iglesia católica, a su obispo, al Evangelio, al
Catecismo, al Derecho Canónico?
Y con seguridad, muchas respuestas se
han dado casi 50 años después de su muerte. Y las respuestas e hipótesis, las
certezas varían de acuerdo con el bagaje político, religioso, social y psicológico
de cada interesado en la biografía del cura camilo Torres Restrepo. Las
respuestas se encuentran y contradicen entre quienes vivieron con él y le
conocieron de cerca…
BIOGRAFIA SUSCINTA
Sacerdote, sociólogo y revolucionario nacido en Bogotá, el 3 de
febrero de 1929, muerto en Patio Cemento, Santander, el 15 de febrero de 1966.
La vida de Jorge Camilo Torres Restrepo estuvo marcada por las premoniciones,
el mito y la ficción. Efectivamente, días antes de su nacimiento una pitonisa
le predijo a su madre, Isabel Restrepo de Torres, que el niño por nacer sería,
con el tiempo, figura grande en la religión o en la política. Años después, en
Lima, en julio de 1965, cuando ya había dejado la sotana e iniciado una activa
vida política desde el Frente Unido, y había decidido vincularse al Ejército de
Liberación Nacional (ELN), en una reunión el sacerdote peruano Gustavo
Gutiérrez, a quien Camilo le comentó su deseo e interés de integrarse a la
guerrilla, le expresó francamente que, en caso de alistarse en la lucha
revolucionaria, lo mejor que podía pasarle era que lo mataran con la primera bala,
en el primer combate. Meses después, cuando se dirigía al fortín del ELN en las
montañas del departamento de Santander y casi es sorprendido por una patrulla
del ejército, Torres Restrepo le comentó a su guía, con el humor que siempre lo
caracterizó: Casi no llego siquiera al campamento. Muerto en combate, el lugar
donde se encuentra su tumba es un misterio pues, a excepción del entonces
coronel Alvaro Valencia Tovar, nadie sabe dónde está sepultado. De todas
maneras, es un hecho que Camilo 'I'orres Restrepo constituye un símbolo de
rebeldía latinoamericana, y se ha convertido en un mito.
Nacido en el tradicional barrio de La Candelaria, en el seno de
una familia burguesa y liberal encabezada por el prestigioso médico pediatra
Calixto Torres Umaña, los primeros meses de su vida los pasó Camilo en un
apartamento anexo al lujoso Hotel Ritz, propiedad de sus padres. Luego, en
1931, se trasladaron a vivir a Ginebra (Suiza), pues el doctor Torres fue
nombrado representante por Colombia en la Liga de las Naciones. Debido a una
separación matrimonial temporal, doña Isabel sus hijos Gerda y Edgar
Westendorp, fruto de su primer matrimonio, y los Torres Restrepo, Fernando y
Camilo, vivieron en Barcelona. En 1934 retornaron todos juntos a Bogotá, y en
1937 el matrimonio se disolvió quedando los dos hermanos Torres Restrepo bajo
la tutela de su madre, pero con la supervisión y responsabilidad económica del
padre. Luego del divorcio, Camilo, su hermano y su madre se fueron a vivir a
las afueras de Bogotá, en un finca lechera llamada La Granja. Camilo Torres
Restrepo se graduó d~ bachiller en el año 1946, en el Liceo Cervantes. En el
primer semestre de 1947 entró a estudiar Derecho en la Universidad Nacional.
Luego de un contacto con dos promotores vocacionales dominicos y de un período
de incertidumbre, decidió hacerse fraile de la comunidad de SantoTomás. Sus
padres se opusieron a su decisión, pero fue tal la presión que al fin aceptaron
que Camilo entrara, en septiembre de 1947, al Seminario Conciliar de Bogotá. En
realidad, nadie pensó que el alocado hijo del doctor Calixto fuera a tomar la
sotana, pues si bien asistía los domingos a misa, su forma de actuar y la vida
de comodidades a la que estaba acostumbrado, decían otra cosa. Sin embargo, al
entrar al seminario lo hizo plenamente convencido y desde ese momento, y
durante casi dieciocho años, asumió la vida sacerdotal con gran
responsabilidad.
En el seminario, ubicado en las Sierras del Chicó, permaneció
durante siete años. Allí comenzó a interesarse por la realidad social y creó un
círculo de estudios sociales con su compañero Gustavo Pérez. Las obras leídas
por los seminaristas no eran revolucionarias, hacían énfasis en encíclicas y
obras cristianas sobre justicia social, que prohibían y censuraban el comunismo,
la lucha de clases y la propiedad colectiva. La lectura adelantada de fase
crítica, pero despertó en el joven seminarista un interés por la acción social
y por los problemas de los marginados, al punto que inició una labor con los
picapedreros habitantes de las lomas aledañas al seminario. Bien pronto
comprendió que la solución al problema de la pobreza no debía buscarla en las
liberalidades de los ricos. Camilo Torres Restrepo se ordenó como sacerdote el
29 de agosto de 1954, y al día siguiente ofició su primera misa en la capilla
del. Liceo Cervantes. El 25 de septiembre del mismo año viajó a Lovaina, vía
Nueva York, con el fin de adelantar estudios de Sociología.
En Bélgica recibió gran cantidad de influencias, en especial de
la Democracia Cristiana y, del sindicalismo cristiano, que le sirvieron para
abrazar una causa que nunca abandonó: la de los oprimidos, en el ideal, nunca
alcanzado, de llevar con ellos una vida comunitaria y compartir sus tareas y
esfuerzos. Además fundó, en 1955, el Equipo Colombiano de Investigación
SocioEconómica (ECTSA), que tuvo comités en la mayoría de los países de Europa
occidental y ocupó la vicerrectoría del Colegio Latinoamericano. Así mismo, se
vinculó a la actividad estudiantil latinoamericana, vio muy de cerca los tugurios
existentes en París y, en 1957, además de conocer a Marguerite Marie Guitemie
Olivieri; quien llegaría a ser su amiga, confidente y secretaria, tuvo un
acercamiento con los grupos de la resistencia argelina ~n París, y alcanzó a
vislumbrar lo que era un proceso de liberación nacional y el papel que un
intelectual podía cumplir en tal lucha. En 1958 obtuvo su título de sociólogo,
con la tesis "Una aproximación estadística a la realidad socioeconómíca de
Bogotá", publicada en 1987 como La proletnrización de Bogotá, que fue
dirigida por el profesor Yves Urbain. Este trabajo le sirvió, al igual que
otras investigaciones posteriores, para familiarizarse con las estructuras
sociales de los medios urbanos v rurales; aprendió a conocer las personas y a
sacar conclusiones.
Este trabajo tiene las lógicas limitaciones de una monografía de
pregrado: ritualismo académico, presentación mecánica de conceptos,
bibliografías v marcos teóricos que después no encuentran ubicación alguna en
el cuerpo del escrito; sin embargo, inauguró los estudios :modernos sobre la
ciudad en Colombia. De regreso al país, el padre Camilo permaneció tres meses
en Estados Unidos, tomando un curso de sociología en la Universidad de
Minneápolis (Minnesota), en la que conoció a Teodore Caplow. Llegó a Colombia
en enero de 1959 y fue nombrado capellán auxiliar de la Universidad Nacional y
profesor del recién fundado Departamento de Sociología que serviría de base a
la facultad. Comenzó entonces una intensa actividad como docente, dictando sociología
urbana y de trabajo social. Durante e1 año 1959-1960, el padre Camilo cumplió
una importante labor investigativa y de acción social en el barrio obrero de
Tunjuelito. Al principio, comenzó a ir con sus estudiantes de sociología
motivado por el interés de observar la realidad cotidiana, el nivel de vida de
la clase obrera y los problemas creados por la migración de campesinos a la
ciudad. Pero en la medida que el trabajo fue conocido por estudiantes de otras
facultades, poco a poco se fueron integrando a él con el fin de mejorar el
nivel de vida de los habitantes del barrio. Fue tan importante la labor
cumplida por Camilo Torres y su grupo en Tunjuelito, que en el mismo año de
1959 el emprendedor sacerdote y profesor obtuvo el Premio Nacional de Beneficencia
"Alejandro Angel Escobar", con un plan piloto para ese sector
capitalino. Así mismo, el Ministerio de Educación lo invitó a integrar un
comité para el desarrollo de la comunidad, que a partir de julio de 1959 pasó a
llamarse Acción Comunal. Aunque escéptico, Torres Restrepo colaboró con la
nueva entidad e involucró a la Universidad; allí fundó, en 1960, el MUNIPROC
(Movimiento Universitario para Promoción Comunal), que gracias a sus buenas
influencias logró financiarse y pudo mantenerse como un ente independiente de
la Acción Comunal y demás instituciones oficiales. Además, en 1961 se creó el
Consejo Interfacultades para el desarrollo de la comunidad. Como capellán
auxiliar de la Universidad Nacional, el padre Camilo introdujo en Colombia
muchas de las reformas del Concilio Vaticano n: no daba la misa de espaldas al
público, sino de frente, y decía la misa en castellano, no en latín como hasta
el momento era ley. Pregonó que el problema no era rezar más, sino amar más;
aprobó el noviazgo para curas y seminaristas, y abogó por el ecumenismo.
A finales de 1961, Camilo Torres comenzó a tener problemas con
el cardenal Luis Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos la vinculación
del sociólogo y sacerdote a la Universidad. El asunto fue tornándose cada vez
más espinoso y tuvo su punto culminante cuando, en julio de 1962, luego de un
período de agitación estudiantil, la Universidad fue cerrada y el joven
subcapellán y profesor incitó al cuerpo docente universitario a seguir dictando
las clases y, después de una larga asamblea especial, los estudiantes lo
declararon rector. El prelado no aguantó más y lo destituyó de su cargo como
capellán ~ de los trabajos académicos y funciones administrativas que
desempeñaba en la Universidad. Luego de alguna presión por parte del centro
docente, el cardenal aceptó que terminara sus clases del segundo semestre
académico, pero que siguiera al frente de la parroquia de La Veracruz, a donde
había sido enviado. Por este tiempo, Camilo Torrez fue nombrado miembro de la
junta directiva del recién creado Instituto de la Reforma Agraria (INCORA).
Allí tuvo infinidad de enfrentamientos con diferentes autoridades, pues
permanentemente cuestionó las políticas del Ministerio de Agricultura; pero
desde ese privilegiado lugar, no sólo pudo conocer gran parte de los problemas
del campesino colombiano, sino hacerse una idea muy fiel de la burocracia y del
proselitismo del Estado. Así mismo, por esa época Camilo Torres fue nombrado
decano del Instituto de Administración Social de la Escuela Superior de
Administración Pública (ESAP), institución en la que permaneció hasta fines de
abril de 1965, cuando, por presiones de la curia, decidió viajar a Lovaina, el
22 de mayo de 1965, para adelantar estudios de doctorado en sociología. Su
proyecto de tesis, diseñado en 1962, buscaba estudiar, siguiendo el ejemplo de
Oscar Léwis, la asimilación de migrantes a los medios urbanos y examinar en
detalle la experiencia de diez familias de origen campesino residentes en
Bogotá. No obstante, Torres nunca emprendió este viaje, pues decidió, más bien,
tomar los rumbos de la lucha armada que los del intelecto.
De todas formas, en la ESAP Camilo Torres pudo trabajar en el
desarrollo de la comunidad, y organizar cursos para campesinos en todo el país.
Es particularmente importante la escuela que fundó en Yopal (Casanare), y que
se llamó la Unidad de Acción Rural (UAR). En realidad, los problemas suscitados
entre Camilo Torres y el cardenal Concha tuvieron diferentes causas que no sólo
radicaron en la labor proselitista de Camilo dentro del estudiantado y en sus
actividades académicas, sino en lo que representaban uno y otro. El cardenal
enfrentaba un momento difícil, suerte de renegociación en las relaciones entre
el Estado y la Iglesia; por eso había que borrar la idea dejada por la reciente
violencia de que los curas participaban abiertamente en la política del país, y
que el púlpito era una tribuna desde donde se decidían los destinos de la
nación. Por su parte, Torres Restrepo quería que la Iglesia se reformara, que
cumpliera un papel más social, en beneficio de los más necesitados, y en aras
de tal ideal muchas de sus actuaciones públicas parecían turbulentas y llegaron
a entorpecer las armónicas relaciones entre el poder civil y el eclesiástico.
Así pues, uno y otro personaje representaba un punto de vista distinto sobre el
papel de la Iglesia. Tales concepciones frecuentemente chocaron, directa o
indirectamente. En 1960, Torres Restrepo hizo una evaluación de las escuelas
radiofónicas, Radio Sutatenza, de monseñor José Joaquín Salcedo, que sin ser
analítica, demostraba que ese programa era demagógico y perjudicial para el
campesino, a quien estaba principalmente orientado. Salcedo se molestó con
Camilo y comenzó una controversia entre los dos sacerdotes que llegó a su punto
culminante cuando el joven sociólogo y subcapellán le expresó al prelado que su
anticomunismo [el de Salcedo], lo hacía ciego y ridículo ante cualquier
movimiento reformista. La campaña anticomunista emprendida desde los programas
emitidos en Radio Sutatenza, incitaba al odio y ocasionaba violencia. Fueron
muchos los hechos que, como éste, ampliaron la distancia entre el cardenal y
Camilo Torres. Sin lugar a dudas, la salida de la Facultad de Sociología de la
Universidad Nacional se precipitó debido a la activa participación que tuvo
Camilo en la búsqueda de la financiación y redacción de la investigación
emprendida años atrás por monseñor Germán Guzmán Campos, que terminó con la
edición de los tomos del libro La Violencia en Colombia (1962 y 1964). Este
trabajo, por lo menos el primer volumen, levantó muchas ampollas dentro de la
clase política, la Iglesia, la comunidad académica y el ejército, pues tocó
aspectos que habían ocurrido recientemente y que involucraban muy directamente
a la clase dirigente y dominante del país. Camilo no aparecía como autor, pero
su papel fue importante.
Precisamente fue en torno a la violencia que escribió su último
ensayo sociológico de fondo: La violencia y los campos socioculturales en las
áreas rurales(1963), presentado en el primer Congreso Nacional de Sociología,
en el que planteó que la violencia era factor importante del cambio social. El
permanente trabajo de Camilo Torres con la docencia y su acercamiento a los
problemas más álgidos del país fueron radicalizándolo: en agosto de 1962, en
Buenos Aires, en una reunión previa a la fundación del CELATIN (Consejo
Episcopal Latinoamericano), planteó que los marxistas luchaban por la nueva
sociedad y, por lo tanto, los cristianos debían estar luchando a su lado. En
mayo de 1964, antes del bombardeo a la llamada República independiente de
Marquetalia, Torres quiso entrar antes de que empezaran las acciones militares,
junto con Gustavo Pérez, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna, Germán Guzmán
y un político de apellido Muñoz, para emprender una misión de paz
independiente; sin embargo no pudo hacerlo, pues el cardenal Concha no dio su
permiso a Camilo, ni a Guzmán Campos, ni a Gustavo Pérez por ser sacerdotes de
su feligresía.
De todas formas, el episodio de Marquetalia lo impulsó de una
manera mucho más abierta a la acción. Así, en septiembre de 1964 asistió en
Lovaina a un congreso de Teología Pastoral en el que planteó que la caridad
cristiana, si quería ser eficaz y no un asunto meramente verbal, tenía que ocuparse
de la planificación económica, la cual, en los países subdesarrollados, suponía
un cambio total en las estructuras del poder. Los católicos debían colaborar
con los marxistas, pues éstos estaban en la vanguardia de la lucha por el
cambio. A partir de enero de 1965, Camilo Torres trató de ponerse en
comunicación con el recién creado (julio de 1964) Ejército de Liberación
Nacional (ELN), y en febrero planteó una plataforma para un movimiento de
unidad popular: el Frente Unido de Movimientos Populares. Contactado por el
ELN, el 27 de junio de 1965 Camilo Torres abandonó el sacerdocio. Días después
de esta trascendental decisión, el 3 de julio, viajó a las montañas de
Santander a entrevistarse, por primera definitiva vez, con el entonces
comandante del ELN, Fabio Vásquez Castaño. En esta conferencia plantearon la
estrategia a seguir: Camilo seguiría su programa de agitación política con el
Frente Unido en las ciudades y pueblos del país, pero, en un momento dado,
cuando la dirigencia guerrillera lo creyera necesario, debería integrarse a la
lucha armada revolucionaria en los montes.
Así mismo, se acordó que el movimiento liderado por Torres
Restrepo debía tener un periódico y atraer a políticos de todos los sectores.
Es decir, Camilo entró a formar parte del ELN, pero debía considerarse como un
militante en comisión en la ciudad. A partir de la conferencia de principios de
julio y hasta el 18 de octubre, cuando Camilo Torres partió para la guerrilla,
el ex cura y ex profesor universitario se dedicó, junto con Jaime Arenas, su
contacto directo con el ELN, y Marguerite Guitemié Olivieri, a trabajar con el
Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento, cuyo primer
número apareció el 26 de agosto y tuvo un éxito arrollador: 45000 ejemplares se
vendieron en cuestión de horas. La carismática figura de Camilo aglutinó a
gentes de diferentes tendencias de la izquierda y de la política tradicional, y
sobre todo captó la atención de grandes multitudes. A semejanza del asesinado
líder Jorge Eliécer Gaitán, Camilo Torres llenó las plazas públicas y tuvo un
vertiginoso ascenso político. Pero su éxito pronto generó problemas: los
políticos de todos los lados, especialmente los de la disidencia, quisieron
captarlo para que atrayera a las masas hacia las urnas, cosa a la que Camilo se
negó sistemáticamente pues estaba convencido del abstencionismo como posición
revolucionaria. Se generaron entonces grandes contradicciones, inconsistencias
que llevaron a un camino sin salida al movimiento y al caudillo. Efectivamente,
a consecuencia de su radicalismo, poco a poco Camilo fue rompiendo con sus
amigos y con los de su clase, y en torno a él se fue estrechando un círculo. El
periódico, a consecuencia de los rompimientos con los "electores" y
de su falta de maquinaria organizativa y de recursos económicos suficientes, se
convirtió pronto en un fracaso. Además, había indicios muy serios de que la
derecha quería asesinarlo. Entonces, Fabio Vásquez ordenó que dejara su
comisión en la ciudad y partiera para la guerrilla, disposición a la que Camilo
se acogió y cumplió al pie de Ja letra. Noventa días después de su ajustamiento
y cumpliendo la predicción hecha por el cura Gutiérrez, Camilo Torres murió en
el primer combate en el que participó, cuando quiso apoderarse del fusil de un
soldado dado de baja en la emboscada.
JOSÉ EDUARDO RUEDA ENCISO
Bibliografía
ALVAREZ, JHON Y CRISTIAN RESTREPO. Camilo Torres. Medellín,
Ediciones Carpel-Antorcha, 1966. BRODERICK, WALTERT. Camilo Torres, el cura
guerrillero. Barcelona, Editorial Grijalbo, 1977. CATAÑO, GONZALO. La
sociología en Colombia: Balance crítico. Bogotá, Plaza & Janés, 1986.
JARAMILLO, FRANCISCO DE PAULA. Camilo, 8 ensayos apasionados. Bogotá,
Populibro, 1970. LARTEGURY, JEAN. "Camilo Torres, la liberación del
continente americano". Revista Blanco y Negro, N- 2887 (septiembre de
1967). RUEDA ENCISO, JOSE EDUARDO. "La antigua Facultad de Sociología y la
creación de los departamentos en el país". En: Los imaginarios y la
cultura popular. Bogotá, CEREC-CODER, 1993. TORREZ RESTREPO, CAMILO. Ca
revolución, imperativo cristiano. Bogotá, Ediciones del Caribe, 1965. TORREZ
RESTREPO, CAMILO. La proletarización de Bogotá. Bogotá, ceRecCEREC, 1987.
Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia
del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
TOMADA DE: Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango.
IMAGENES: Tomadas de Wikypedia.
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