domingo, 14 de febrero de 2016

En los 100 años del nacimiento de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve. mxy


 “El rasgo esencial del hombre en tanto que hombre no es preguntar por el poder, sino por el deber, y abrirse a la voz de la verdad y sus exigencias. Los mártires responden de la capacidad de verdad del hombre como límite de cualquier poder y como garantía de su semejanza con Dios. Así es como los mártires son los grandes testigos de la conciencia, de la capacidad otorgada al hombre para percibir el deber por encima del poder y comenzar el progreso verdadero y el efectivo ascenso”

(J. Ratzinger, Verdad, valores, poder. Piedras de toque de la sociedad pluralista. RIALP, Madrid, 2012, p. 64).



El 2 de octubre de 1989, cuando hacia mi segundo año de filosofía en el SEMISIONES, tanto yo como mis compañeros seminaristas y los sacerdotes dirigentes y formadores, nos sentimos aterrados por la terrible noticia del asesinato de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, hermano de comunidad.

Desde entonces su figura, vida y obra ha estado en el centro de interés no solo del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, al que pertenece sino también de la Iglesia Católica colombiana y universal.

Este día, 14 de febrero, se celebra el siglo de su nacimiento y se sabe que se ha iniciado ya una causa de canonización que marcha poco a poco.

¿Pero quién era Monseñor Jesús Emilio Jaramillo?

Había nacido el 14 de febrero de 1916, un día como hoy, en Santo Domingo (Antioquia). En 1929 ingresó al Seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal (Antioquia). Llegó a ser Superior General de este Instituto. Fue ordenado sacerdote el 1º de septiembre de 1940 y el 10 de enero de 1971 consagrado obispo y nombrado vicario apostólico de Arauca.



El 11 de noviembre de 1970 la Prefectura Apostólica fue elevada a Vicariato Apostólico por la bula Quoniam praecipuas del papa Pablo VI y se nombró a Jesús Emilio Jaramillo como Vicario Apostólico de Arauca y obispo titular de Strumnitza, recibió la ordenación episcopal el 10 de enero de 1971.

Con la intensificación del conflicto armado en buena parte del departamento de Arauca, en medio de la disputa por el petróleo, donde el ELN mantuvo una posición de sabotaje permanente, pero de extorsión continuada, la Iglesia, en cabeza de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, un Obispo con vocación social y comunitaria, empezó a criticar de manera abierta las acciones del Frente Domingo Laín.  Jaramillo les pedía a las comunidades que no se dejaran engañar por el hecho de que el ELN incluyera obras sociales dentro de sus pliegos a las petroleras, y se propuso de manera decidida ganarle las comunidades que veían con alguna simpatía o abierto apoyo al Frente Domingo Laín.

Monseñor Jesús Emilio Jaramillo intensificó la labor social de la Iglesia y en este pulso social e ideológico ganó espacio y se puso de manera decidida del lado del Estado y de la fuerza pública, clamando por más presencia del gobierno en la región. El Frente Domingo Laín, que henchido de arrogancia se creía un Estado alterno en Arauca, lo asesinó en octubre de 1989. Un acto que contó con el repudio de toda la sociedad, alejó a muchos que antes toleraban al ELN, y casi genera un sisma dentro de esa organización insurgente que para ese momento era comandada por un sacerdote, el cura Manuel Pérez, y en cuyas filas había decenas, sino centenares de religiosos y religiosas. Mayor paradoja aun cuando este frente lleva el nombre justamente de un sacerdote español muerto en combate como guerrillero: Domingo Laín.

El crimen contra Monseñor Jesús Emilio Jaramillo significó el cruce de una frontera que hizo percibir a los elenos de Arauca como un grupo intransigente y sin límites en el ejercicio de la violencia. La encarnación de la intolerancia y el autoritarismo. Hacia adentro, el Domingo Laín, demostró con ese asesinato que tenía suficiente autonomía y que, como tenía la sartén de las finanzas por el mango, no se dejaba mandar de nadie.
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, primer obispo de Arauca, fue asesinado por el ELN hace poco más de 26 años, el 2 de octubre 1989, en la vereda Santa Isabel de Panamá, Municipio de Arauquita, departamento de Arauca. Sus restos reposan en la catedral de Arauca. Actualmente está en curso el proceso de canonización de este mártir de la Iglesia colombiana.

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No tuve el privilegio de conocer personalmente a Monseñor, pero tuve un primer contacto con él cuando, siendo yo un pichon de cura, vi entre los anaqueles de la Biblioteca del Semisiones, un escrito por Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, “He ahí el hombre”: Palabras fugaces sobre Cristo; después me di cuenta que concluía con las mismas palabras del Apocalipsis: “Veni Domine Iesu” ‘”Ven Señor Jesús”(22, 20)…

Cuando supe de su martirio hace poco más de 26 años me faltaban 6 años para ordenarme sacerdote.  El ejemplo de este santo obispo no deja de inspirarme en esta Colombia que espero un día sea capaz de vivir en paz y armonía, de respetar la vida y los derechos de los ciudadanos, de salvaguardar la libertad y defender la justicia y la verdad, valores todos por los que luchó Monseñor Jesús Emilio.


A continuación, transcribo unos breves apartes tomados de entrevistas y libros biográficos, donde algunos obispos, sacerdotes y autores han expresado su impresión sobre la vida, obra y el martirio de Monseñor Jaramillo Monsalve:


“Un hombre abnegado, dedicado al oficio de pastor, sencillo y humilde, que nunca alardeó superioridad y que mostró siempre un espíritu de servicio…
sus cualidades altruistas quedaron patentadas en las escuelas y colegios, y en el trabajo que siempre tuvo con el único ánimo de servir a la niñez y la juventud, visitando cada uno de los lugares de la recién creada Diócesis de Arauca y estableciendo contacto con las comunidades.
Por su sencillez y cordialidad, guardo un recuerdo por su bondad expresada en su modo de ser y su simpatía.”
 (Cardenal Mario Revollo Bravo, declaraciones hechas a el diario EL ESPECTADOR;  poco después del asesinato de Monseñor Jaramillo)


 “...Fue el místico, el predicador, el enamorado de Cristo y de María, que anhelaba un mártir para su Instituto y le correspondió a él mismo serlo”. He ahí la síntesis de lo que fue Monseñor Jesús Emilio. Dios le concedió la gracia del martirio, algo reservado a pocos. Esperamos un día verlo venerado en los altares. Él es en verdad un mártir de la violencia de Colombia, una víctima de aquellos que no creen en la fuerza de la razón y del diálogo; un hombre, un cristiano, un sacerdote, un misionero y un obispo que selló con su sangre lo que creyó, lo que escribió y lo que predicó. Que la ayuda de su intercesión nos ayude a encontrar caminos de paz, de diálogo, de reconciliación, de perdón y de entendimiento mutuo.

(Monseñor Edgar Hernando Tirado Mazo.mxy, obispo emérito de Tierradentro)


“Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve se destacaba por su inmensa espiritualidad, un hombre de Dios, que tenía las cualidades de un pastor, en quien se podía encontrar transparencia, verdad, piedad, sabiduría, predicación elocuente. Monseñor era el hombre preocupado por las dificultades por las que atravesaba la región de Arauca en su tiempo, escasas vías de comunicación, una educación incipiente, una salud carente de estructuras, una región apartada y desconocida para el país, un hombre solidario y generoso a quien le dolía la realidad, los indígenas eran para él su primera preocupación”.

(Vicario General de la Diócesis de Arauca, padre José María Bolívar Monroy.)






…Monseñor Jesús Emilio Jaramillo era uno de los jóvenes seminaristas que todos los días arrancaba tierra del barranco con las picas y la transportaba en las parihuelas, los miércoles durante el largo día bucólico de esfuerzo y permanencia, puesto que se construían los sueños y la estancia de esos sueños. Había una emulación transparente en torno a las cosas del espíritu, a la oración infinitiva latina (en que el sujeto está al principio y el verbo se pierde en la espesura), a la lectura de los textos de Palestrina en clave de fa, a la construcción de las cláusulas que debían ser iluminadas por la gramática de Bello. El estudiante Jaramillo las interpretaba de acuerdo con los cánones de Demóstenes y Cicerón. Las Catilinarias y las Filípicas corrían de boca en boca, pero en labios del seminarista Jaramillo la elocuencia adquiría caracteres de apoteosis. Sin embargo, el estudiante Jesús Emilio era la simplicidad y la tersura, era la expresión más translúcida de la bondad que luego se tranfiguraba en cataratas del verbo como columnas fluídas de granito en el soneto de Juan Lozano a la catedral de Colonia. Se diría que el estudiante Jaramillo personificaba en sí mismo la elocuencia. El arrebato ciceroniano frente a Catilina era estremecedor. El período en que la entonación de Bossuet alternaba con la exposición filosófica, discurría con la tranquila sonoridad del arroyo en la meseta.


***  Aquel grupo de seminaristas brillaría con caracteres propios en toda la promoción. De él habrían de salir obispos, como Gerardo Valencia Cano; escultores como Arenas Betancourt; escritores, músicos, profesores, sacerdotes, colonizadores. La formación se impartía para la catequización, con énfasis sobresaliente en todo lo relacionado con las labores colonizadoras. Por lo mismo se aprendía a construir la casa, a rodearla de huerta y establo, a sembrar y cosechar y recoger. La vega del río Nechí había sido recibida en donación y era cultivada con minuciosa parsimonia. Esa constituía, al tiempo, la diversión y el descanso: era aprender en el libro abierto de la sementera. La labranza compensaba en satisfacciones a la hora de comer: lo que se consumía era lo que se producía. ¿Hay mayor encanto que ir al labrantío a descolgar el racimo de plátano, arrancar la yuca y la arracacha, desgajar el achiote, recoger y cortar el culantro y abrevar todo aquello en el plato de sancocho hirviente? La cantiga la formaba el hablar pausado y sonoro del seminarista Jaramillo. Era manantial que no cesa, como se dijera del clásico. Pico de oro, garganta de oro, micrófono de Dios, se le decía. El obispo Builes había sembrado en él. Y cosechaba. Por eso cuando Jaramillo fue destinado como obispo de Arauca, percibió que —él mismo— recibía la oportunidad de sembrar y de recoger. Y se consagró por completo a su ministerio de muchos años, de muchas madrugadas, de muchas pedagogías, de muchas vigilias. Decía que el cumplimiento del deber no cansaba, porque el espíritu y el músculo estaban haciendo aquello para lo que habían sido preparados; y que, por consiguiente, la fatiga (que es la protesta del organismo cuando se le pone a hacer aquello que le disgusta), no tenía por qué presentarse, puesto que todo se hacía a gusto y contento. De paso iba dejando páginas silenciosas sobre su ministerio. Deben existir cuadernos discretos en los archivos de la diócesis de Arauca en que el obispo, Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, ha dejado la impronta de su bondad, las imágenes de su magisterio.



 * * * El crimen se ha cebado en él. No era destinatario, no podía serlo, de ninguna venganza. No había ningún aspecto negativo qué cobrarle, porque todo en él construía, su humildad, su sencillez, su consagración. Lo están diciendo en su casa paterna en Santo Domingo, una pequeña ciudad antioqueña que ha dado honor a la Patria por las figuras eminentes que de su suelo han salido a servir bien a Colombia. Lo dicen en la ciudad retablo en cuyo seminario resuena aún el eco de su elocuencia. Lo están pregonando en Arauca, en donde su ministerio no tenía fronteras ni enemigos. ¿Qué se le ha cobrado a Monseñor Jaramillo? ¿El amor entrañable a su gente y a su tierra? ¿Su credo en las más altas esencias del ser humano, en la dignidad de los valores, en la suerte mejor de Colombia y de los colombianos? ¿Qué se encontraba en él que estorbara al proyecto de toda índole que tuviera sabor a cristianismo y patriotismo? Porque todo en él esplendía virtud, por consiguiente ¡se asestaba un golpe a la virtud! Todo en él resumía bondad y por tanto se hería a la bondad. ¡Dios tiene ahora a su lado a Monseñor Jaramillo! ¡Dios tenga de su mano a la patria!   

(Jaime Sanín, EL HABLAR PAUSADO, En el diario La Prensa, Bogotá, octubre 6 de 1989. )



Referencias bibliográficas:










5 comentarios:

  1. FU MI RECTOR DURANTE MI PERMANENCIA EN EL SEMINARIO AÑOS 1954-55 - UNA SANTO MISIONERO COLOMBIANO - HOY EN IDA SOY PERIODISTA Y ESCRITOR COLOMBIANO

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  2. MONSEÑOR JESUS EMILIO NECESITO ORACION POR LA SALUD DE JUAN SEBASTIAN VIERA MEJIA

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  3. Para la muerte y el dolor….
    725e)
    Si había alguna simpatía
    De la Iglesia por su organización
    Esas la perdieron del todo
    Y el párrafo en que ven ese error
    Simplemente desapareció
    Debe ser el mismo diablo
    El Frente D. Laín se satanizó
    Y ese odio hacia la fe cristiana
    Camilo nunca lo practicó
    Pero ustedes son unos resentidos
    Que odiaron al Pastor.
    725f)
    La forma como lo acribillaron
    Es tema de reflexión
    Aún para la Nuevo Arco iris
    Y pueden dar su versión
    A ver si se arrepienten
    “por la vía de la violencia más no”
    Ha dicho uno de ellos
    Su nombre en reservación
    Pero hicieron lo, más cobarde
    Contra el hombre comunitario
    Como su boletín lo admitió.
    725g)
    Ustedes pintan a unos de héroes
    Que solo ofrecen devastación
    Mientras que el Obispo Jesús Emilio
    Toda una red social él tejió
    La misma que ustedes destruyen
    Pero tendrán castigo de Dios
    Miren cómo muere el cura Pérez
    por una enfermedad muy atroz
    y era un catorce de Febrero
    cuando había nacido el pastor.
    725h)
    A dialogar pues, insurgencia
    Por n o darles un nombre peor
    Fue a causa de los diálogos
    Como Jaramillo se presentó
    Como un anciano inerme
    Y el Laín lo devoró
    Contra normas internacionales
    Sin ninguna conmiseración
    Y si ustedes no negocian
    Se van al infierno, chao, adiós.


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  4. Excelente sacerdote Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, yo estaba en el Seminario de Misiones de Yarumal cursando el grado 11 de bachillerato en 1989 cuando nos dieron la trágica noticia, y de inmediato recordé sus lindas y resonantes palabras sobre la leyenda del Loco del Ave María, pronunciadas por él en el sepelio de Monseñor Miguel Ángel Biíles.

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  5. Siendo las 4,10 de la madrugada,viernes 15 de abril, viernes santo, desvelado busco un libro el que acompaña de tiempos atrás,"He ahí al hombre" igualmente en mis tiempos de colegio, en un estante en mi cuarto lo veía, era un libro más al que llegue por el título, que me llevaba a pensar en un letrero visto en un instituto para la recuperación mental del hombre, sabía que la frase la dijo Pilatos aquel día buscando salvar a JESÚS del pueblo cegado, después de flagelarlo, el autor era desconocido para mí su contenido de JESÚS DIOS hombre, calma mis tempestades y angustias mundanales cuando ávido voy a mi mesa de noche en su busca; es un pequeño libro cómo una semilla,levadura o llamita pero la gracia de Dios la hace terminar, crecer y alumbrar para la misión creadora (palabras del autor).

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