Mal amo, pero buen servidor
(Lc 16,9-15) El
Evangelio de hoy continúa el pasaje de ayer y precisa su sentido.
Lucas no busca elogiar la
deshonestidad, todo lo contrario.
Se trata de ser “digno de confianza” en todo.
Y para ello, el dinero es un
mal amo,
pero puede ser un buen servidor,
especialmente cuando circula y genera vínculos mutuos de reconocimiento y
gratitud,
que Dios, de algún modo, “eterniza”.
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
Primera lectura
Rom
16, 3-9. 16. 22-27
Salúdense
unos a otros con el beso santo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
HERMANOS:
Saluden a Prisca y Áquila, mis colaboradores en la obra de Cristo Jesús, que
expusieron sus cabezas por salvar mi vida; no soy yo solo quien les está
agradecido, también todas las Iglesias de los gentiles.
Saluden asimismo a la Iglesia que se reúne en su casa.
Saluden a mi querido Epéneto, primicias de Asia para Cristo.
Saluden a María, que con tanto afán ha trabajado en favor de ustedes.
Saluden a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que son
ilustres entre los apóstoles y además llegaron a Cristo antes que yo.
Saluden a Ampliato, a quien quiero en el Señor.
Saluden a Urbano, colaborador nuestro en la obra de Cristo, y a mi querido
Estaquio.
Salúdense unos a otros con el beso santo.
Los saludan todas las Iglesias de Cristo.
Yo, Tercio, que escribo la carta, los saludo en el Señor.
Los saluda Gayo, que me hospeda a mí y a toda esta Iglesia.
Los saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y Cuarto, el hermano.
Al que puede consolidarlos según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que
proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante
siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a
conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes
llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
144, 2-3. 4-5. 10-11 (R.: cf. 1bc)
R. Bendeciré tu nombre
por siempre, Dios mío, mi rey.
V. Día tras día, te
bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R.
V. Una generación
pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R.
V. Que todas tus
criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya,
aleluya.
V. Jesucristo, siendo
rico, se hizo pobre para enriquecerlos con su pobreza. R.
Evangelio
Lc
16, 9-15
Si
no fueron fieles en la riqueza injusta, ¿quién les confiará la verdadera?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Gánense amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando les falte, los
reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo
poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fueron fieles en la riqueza injusta, ¿quién les confiará la
verdadera? Si no fueron fieles en lo ajeno, ¿lo de ustedes, quién se lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y
amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No
pueden servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se
burlaban de él.
Y les dijo:
«Usteden se las dan de justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus
corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».
Palabra del Señor.
1
1. Introducción: un corazón confiado como el de María
En este sábado dedicado a la Virgen, la liturgia
nos invita a contemplar el modo en que María vivió con libertad interior su
relación con los bienes, con las personas y con Dios. Todo en ella fue
disponibilidad: “Hágase en mí según tu palabra.”
El Evangelio de Lucas nos pone ante una frase tajante de Jesús: “No pueden
servir a Dios y al dinero.” No hay neutralidad en el corazón: o servimos al
amor o servimos a la codicia.
Y san Pablo, al concluir su carta a los Romanos, nos muestra la otra cara de la
moneda: la de la generosidad fraterna. Agradece a tantos hermanos y hermanas
que, sin buscar recompensas materiales, han colaborado con la misión del
Evangelio. Ese es el espíritu que debe animar también a los discípulos de hoy.
2. “Mal amo, pero buen servidor”
Se dice comentando este evangelio que “mal amo pero
buen servidor es el dinero”, y esto resume
con precisión el mensaje de Jesús. El dinero no es malo en sí; lo malo es
ponerle un altar en el corazón.
Cuando el dinero se convierte en amo, exige sacrificios: roba el tiempo,
destruye amistades, endurece la conciencia. Pero cuando se pone al servicio del
Reino, se transforma en un buen servidor: sostiene obras de caridad,
educación, evangelización, cultura y esperanza.
Jesús no alaba la deshonestidad del administrador infiel, sino su sagacidad.
Nos invita a usar la misma inteligencia y determinación, pero para el bien,
para construir relaciones justas, generosas, solidarias.
3. San Pablo y la economía del
amor
En la lectura de Romanos 16, san Pablo pronuncia
una larga lista de nombres. No es una despedida burocrática: es una sinfonía de
gratitud.
Nombra a Priscila y Aquila, a Epeneto, a María, a Andrónico, a Junia, a Urbano,
a Rufo, a Filólogo, a Julia… personas reales, con rostros concretos, que
pusieron sus bienes, sus casas y sus vidas al servicio del Evangelio.
Es hermoso que en medio de un texto aparentemente administrativo se respire
tanto cariño, tanta comunión. Es como si Pablo dijera: “El verdadero capital
de la Iglesia son sus vínculos de amor.”
Esta es la economía de la fe: compartir los talentos, abrir las puertas,
agradecer. Pablo nos enseña que la misión no se sostiene con dinero acumulado,
sino con corazones generosos que lo ponen en circulación para el bien.
4. El salmo: un canto de
confianza
El salmista proclama: “Te alabaré por siempre,
Dios mío, mi Rey.” y añade: “El Señor es bueno con todos y cariñoso con
todas sus criaturas.”
La verdadera riqueza, según este salmo, no está en la acumulación, sino en la
bondad. El corazón que confía y alaba vive en la libertad de los hijos de Dios.
María, mujer del Magníficat, vivió esta experiencia: su alabanza fue su tesoro,
y su humildad su riqueza.
5. El dinero que une y el dinero
que divide
Alguien comentando este evangelio, lo expresaba bellamente: el dinero puede ser
bueno si “circula y crea lazos de reconocimiento y gratitud que Dios, de algún
modo, eterniza.”
Eso ocurre cada vez que un don se convierte en signo de amor: una ofrenda, una
ayuda, un gesto solidario, una palabra gratuita. En el Reino, lo que se da no
se pierde: se transforma en eternidad.
Pero cuando el dinero separa, cuando se usa para dominar, humillar o acallar la
conciencia, entonces se vuelve un mal amo. En palabras de Jesús: “Lo
que los hombres tienen por sublime, Dios lo considera abominable.”
6. María: icono de la libertad
interior
En este sábado mariano, contemplamos a María como
la mujer que no se dejó poseer por nada ni por nadie.
Ella nos enseña que la verdadera grandeza consiste en la confianza absoluta en
Dios. No acumuló riquezas, pero fue la más rica en gracia. No tuvo poder, pero
fue la Madre del Señor.
Su vida fue una administración fiel de los dones: escuchó, creyó, guardó,
acompañó, y dio sin medida. En ella, el amor fue el único tesoro y la fe su
única moneda.
7. Aplicación jubilar y pastoral
En el contexto del Año Jubilar “Peregrinos de la
Esperanza”, el Evangelio nos invita a renovar tres actitudes:
- Libertad
interior:
para no servir a dos señores. Que nuestras decisiones pastorales,
familiares y personales estén guiadas por la caridad, no por el interés.
- Solidaridad
concreta: que
los bienes materiales de la Iglesia y de nuestras comunidades sean medios
de comunión y no de privilegio.
- Gratitud: como Pablo, aprendamos a
agradecer a quienes colaboran silenciosamente, a quienes sostienen la
misión con su esfuerzo, sus talentos y su oración.
Cada gesto de generosidad es una semilla que Dios
hace eterna. El Jubileo es tiempo para compartir lo que somos y tenemos, para
reconciliarnos con quienes la codicia o el egoísmo hayan herido, y para
reconstruir los lazos del amor fraterno.
8. Conclusión: la alegría del
servidor fiel
Ser “digno de confianza en lo poco” es el
camino de los santos. No se trata de despreciar los bienes, sino de aprender a
administrarlos con sabiduría.
María nos muestra que la vida entregada y confiada a Dios se convierte en
riqueza eterna.
Pablo nos recuerda que los verdaderos tesoros son los amigos, la comunidad, la
misión.
Y Jesús nos invita a elegir con claridad: o servimos al amor o servimos al
dinero. No hay punto medio.
🙏 Oración final
Señor
Jesús,
Tú que fuiste pobre para enriquecernos con tu amor,
haz que sepamos administrar con fidelidad lo que nos confías.
Líbranos de la esclavitud del tener
y enséñanos a servir con alegría y gratitud.
Que como María, nuestra Madre,
pongamos todo lo que somos al servicio de tu Reino,
para que en nosotros florezca la esperanza del Jubileo
y el mundo conozca la verdadera riqueza del Evangelio.
Amén.
2
1.
Introducción:
La fidelidad empieza en lo pequeño
Jesús
nos dice hoy: “El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel; y el que es injusto en lo poco,
también en lo mucho es injusto.”
Estas palabras, sencillas pero profundas, nos introducen en una de las
lecciones más bellas y exigentes del Evangelio: la fidelidad cotidiana,
silenciosa, constante.
El
Señor no nos pide grandes hazañas heroicas, sino fidelidad en las cosas
pequeñas: en los gestos, en las decisiones, en el manejo del tiempo, del
dinero, del amor y de la palabra. Quien es capaz de vivir con integridad en lo
pequeño, demuestra que su corazón está bien orientado.
En
este sábado mariano, recordamos que María Santísima vivió precisamente así: en
la fidelidad a lo pequeño. Su grandeza no fue visible ante el mundo, pero en el
silencio de Nazaret aprendió a servir, a esperar, a confiar. Por eso Dios la
confió con lo más grande: ser Madre del Salvador.
2. “Los pequeños asuntos” según Jesús
Hoy
se nos pregunta: ¿cuáles son
las pequeñas cosas de la vida? Muchos pensarían en lo cotidiano:
las tareas, los deberes, los hábitos. Pero Jesús, en el contexto de este
Evangelio, pone un ejemplo concreto: el dinero.
En
nuestra cultura —como también en la de su tiempo— el dinero parece ocupar el
centro. Muchos trabajan incansablemente para tener más, soñando que la
felicidad está en la abundancia. Jesús, en cambio, afirma que el dinero es una cosa pequeña. No desprecia
su utilidad —sirve para vivir, sostener, ayudar—, pero sí relativiza su valor.
Desde
la perspectiva de Dios, lo que verdaderamente importa no es cuánto tenemos,
sino cómo lo usamos. El dinero no nos define, sino el amor con el que lo
administramos. Si somos fieles en su uso —justos, solidarios, desprendidos—,
entonces demostramos que podemos ser confiados con “grandes cosas”: la vida
espiritual, la gracia, la salvación, el servicio en el Reino.
3. San Pablo: la fidelidad en los vínculos y la misión
En
la primera lectura (Rm 16,3-9.16.22-27), san Pablo concluye su carta con una
hermosa lista de nombres. Podría parecer un detalle menor, pero ahí se
manifiesta otra forma de fidelidad en lo pequeño: la gratitud.
Pablo recuerda a Priscila y Aquila, a Andrónico, a Junia, a Urbano, a Rufo y a
muchos otros. Ellos fueron discípulos fieles en lo cotidiano: ofrecieron sus
casas, sus manos, su tiempo, su afecto. Ninguno de ellos fue famoso, pero todos
fueron confiables, leales, perseverantes.
Así
es como se construye la Iglesia: con pequeños gestos de amor que Dios convierte
en obras grandes. En la vida parroquial, en nuestras comunidades, en la
familia, la fidelidad se muestra cuando alguien cumple con humildad sus tareas,
cuando reza cada día, cuando perdona sin hacer ruido, cuando da sin esperar
nada.
4. El salmo: alabar a Dios cada día
El
Salmo 145 proclama: “Día tras
día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.”
Ser fiel en lo pequeño también es alabar cada día, aunque las circunstancias no
sean favorables. La alabanza cotidiana —no la de grandes celebraciones, sino la
de cada amanecer— nos entrena en la constancia del corazón.
María lo vivió en el Magníficat: alabó a Dios en su pobreza, confió en Él en la
oscuridad, guardó todo en su corazón.
5. El dinero: prueba de fidelidad y espejo del alma
Jesús
no condena el tener bienes; lo que condena es la idolatría del dinero. Cuando
el dinero domina, destruye la confianza, endurece el corazón y nos hace perder
el sentido de la gratuidad.
Pero cuando el dinero se pone al servicio del bien —cuando se comparte, se
invierte en solidaridad, se administra con justicia—, se convierte en una
herramienta de santidad.
Ser fiel en lo pequeño es usar los bienes materiales con conciencia de que todo
es de Dios.
El
Papa Francisco lo repitió muchas veces: “El dinero debe servir, no
gobernar.” El corazón del discípulo no se mide por la cuenta bancaria, sino
por su capacidad de compartir.
6. María: modelo de fidelidad silenciosa
La
Virgen María es la mujer de las pequeñas cosas bien hechas.
·
En
Nazaret, cuidó la casa con amor y paciencia.
·
En
Caná, observó el detalle de unas tinajas vacías y actuó por compasión.
·
En
el Calvario, permaneció de pie junto a la Cruz sin pronunciar grandes
discursos.
En
lo pequeño fue perfecta, y por eso Dios la confió lo inmenso. Su vida nos
enseña que el Reino de Dios no se edifica con espectacularidad, sino con
fidelidad y ternura.
7. Aplicación jubilar y pastoral
En
el marco del Año Jubilar
“Peregrinos de la Esperanza”, esta enseñanza se vuelve muy
concreta para nosotros:
·
En la vida personal: Ser fieles en lo
pequeño es cumplir con responsabilidad, orar con constancia, vivir con
coherencia moral incluso cuando nadie nos ve.
·
En la familia: Es cuidar los detalles
del amor, escuchar, agradecer, perdonar, acompañar.
·
En la comunidad eclesial: Es servir sin buscar
reconocimiento, sostener con generosidad las obras de la parroquia, participar
en la liturgia con devoción.
El
Jubileo no se vive solo con grandes peregrinaciones o gestos visibles, sino
también en las “pequeñas peregrinaciones” diarias: salir de nosotros mismos
para amar, reconciliarnos, compartir, esperar.
8. Conclusión: lo pequeño que se hace eterno
Jesús
nos invita a creer que en lo pequeño se juega lo eterno. Un gesto de fidelidad,
una palabra amable, una limosna dada con amor, una oración silenciosa, pueden
tener efectos que solo Dios conoce.
Cuando somos fieles en lo poco, Él nos confía lo mucho: la misión, la gracia,
la vida eterna.
El
alma fiel en lo pequeño está lista para lo grande. Así fue María, así fueron
los santos, así debe ser la Iglesia hoy: humilde, perseverante, confiable.
🙏 Oración final
Señor
Jesús,
Tú que fuiste fiel en todo y obediente hasta la cruz,
enséñanos a vivir con fidelidad las pequeñas cosas del día a día.
Haznos administradores honestos, servidores confiables,
personas de palabra y de corazón.
Líbranos
del deseo de lo espectacular
y danos la alegría de lo sencillo.
Que, como María, sepamos guardar, servir y confiar.
Y que, siendo fieles en lo poco,
podamos recibir de Ti lo mucho:
la gracia de participar en tu Reino
y de ser instrumentos de esperanza en este Año Jubilar.
Amén.

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