23 de mayo del 2021: Domingo de Pentecostés (B)

 Nada sin Él

Hay una canción romántica-melosa (1993) del italiano Eros Ramazzotti llamada « nada sin ti », donde canta a su amada y su total dependencia de ella. Pues bien este domingo la Palabra nos dice que “Nada sin Él”. El Espíritu Santo es dado a todos los discípulos de Cristo. Sin Él, ellos no pueden acoger las maravillas de Dios, vivir y testimoniar de Él por sus palabras y sus actos. Las obras de Dios que desde siempre se han realizado con el Espíritu no pueden continuarse, seguir, sin Él. 




LECTURAS

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:

-- ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 103

R.- ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.-

Les retiras el aliento,
y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas, y
repueblas la faz de la tierra. R. -

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R. -


 SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
                                                                     
Palabra de Dios.



SECUENCIA

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

 Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

ALELUYA

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor


 EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-- Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Palabra del Señor.



A guisa de introducción:

A cuál de los 3 más desconocido?

Uno no sabe a qué teólogo o predicador creerle en nuestros días…Que cual de las 3 personas de la Santísima Trinidad es el más desconocido? La mayoría de las veces he escuchado que es el Espíritu Santo. Hace unas dos semanas leía a alguien afirmando que en realidad es el Padre el más desconocido…Pero sin lugar a dudas, en una sociedad cada vez mas descristianizada, como su nombre lo dice, Cristo, o sea el Hijo también llega a ser un gran desconocido…Entonces no nos digamos mentiras, como están las cosas, las Tres personas de la Trinidad Santa son desconocidas, y por muchos cristianos bautizados, inclusive han sido olvidadas, y de día en día más negadas…

Las palabras para describir a Dios son como sombras a través de las cuales nosotros podemos percibir su luz sin ser encandilados. La Iglesia ha retenido 3 que se acercan lo más cerca posible del misterio de Dios revelado por Cristo: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Los dos primeros reenvían a una realidad común, la relación de paternidad y filiación por engendramiento. El Espíritu Santo no dice nada de parecido. Él es designado por múltiples nombres en la Biblia, con un dominante, el soplo (espíritu y soplo, es la misma palabra en hebreo, en griego y en latín) y sus variantes respiración, viento, nube; o aun, tomado también entre los elementos naturales, el agua, el fuego. Viento, en fin, solamente un ser vivo, la paloma en el momento del bautismo de Jesús.

Qué significa esta mezcla de imágenes?  Si el Espíritu Santo nunca es representado por una figura humana, es quizás porque Él no utiliza la palabra, Él actúa. En Dios, Él es el amor que sella la unión y la diferencia del Padre y del Hijo. Y este amor se difunde en tres grandes olas portando el universo y la historia de los hombres hacia su realización.

Es en el Espíritu Santo que todo toma nacimiento, el mundo desde sus orígenes, después Jesús concebido por Él en María, y Resucitado, Primogénito de la Nueva Creación, Enseguida, Él es quien inspira las Escrituras, el que continúa asistiendo los cristianos que las leen y las predican y Él sostiene a aquellos que testimonian.

Él, el santo por definición, en fin, opera toda santificación por sus dones, por los sacramentos y los carismas que edifican la Iglesia, por el Amor que Él infunde en nuestros corazones para que también  nosotros lo demos…Amemos a nuestros hermanos.  

El Espíritu Santo nos introduce en la Verdad toda entera  (Juan 16,13) puesto que él hace presente y actuantes, a lo largo de la historia, la vida, las palabras y la Pascua de Jesús.




Aproximación psicológica al texto del evangelio

Una religión de movimiento

La religión judío-cristiana no es una ascesis. No es una marcha de interiorización. Ella no es una iniciación de un conocimiento nuevo. Ella no es una búsqueda de perfección moral. Ella no es la armonía con el cosmos.

Ella misma es movimiento.
Movimiento de Dios hacia el ser humano.
Movimiento del ser humano de un punto a otro.
Movimiento de ser humano a ser humano.
Movimiento del ser humano hacia Dios.

Y es el Espíritu el que mueve, aquel que pone en marcha, que hace emerger el camino bajo los pasos. Más allá de todo plan. Con la soberana libertad de Dios. “Donde  Él quiere”.

Jesús ha caminado porque Él había sido puesto en marcha. Por una Palabra de Dios originaria de Isaías. Él ha continuado avanzando sin saber hacia dónde iba, pero sabiendo que caminaba hacia algo seguro, hacia Alguien.

Él ha muerto con la convicción que sus discípulos continuarían caminando (o marchando),  con la certeza que el Espíritu le sucedería, para tenerles en continuo movimiento.

Para Jesús, el pecado nunca llega cuando se camina sobre la vía incorrecta o en mala dirección.   El pecado arriba cuando uno se detiene, porque uno cree haber llegado, como el fariseo en el templo. El pecado también aparece cuando se está seguro de la dirección en la cual el Espíritu va a soplar.  El pecado se manifiesta cuando se controla a Dios y cuando uno cree ya no tener nada más que aprenderle. Todavía como el fariseo en el templo.

La salvación consiste entonces en reconocer la libertad de Dios y creer enseguida que esta libertad juega a nuestro favor, que ella es creadora de nuestra propia libertad y de nuestra propia realización.

Y desde luego, la vida cristiana consiste en hacerse dócil, en consentir todas las rupturas y todos los renacimientos a los cuales somos convidados (Juan 3,3-8).

Si el Espíritu sopla sobre nosotros, no es para aniquilarnos ni para desorientarnos sobre caminos sin salida, sino más bien para conservarnos y o mantenernos en marcha  hacia la VIDA.



Reflexión Central

El Maestro interior

La Fiesta de Pentecostés es la culminación de la Fiesta de Pascua, su complemento normal. Es sobre todo la ocasión de una revelación prodigiosa del misterio de Dios. En su relato de Pentecostés, Lucas hace una puesta en escena espectacular para mostrarnos que la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos hace que en adelante las personas de diferentes lenguas y de diferentes países tengan acceso a las maravillas de Dios y al Anuncio de la Resurrección de Jesús. Desde el día de Pentecostés, la dimensión universal de la Salvación aparece desde ya. Dios se hace accesible a todos los humanos y a todo lo que es humano en nosotros.

Hay varios aspectos en la fiesta de Pentecostés. Me gustaría profundizar en ciertas palabras de Jesús que el evangelista Juan nos refiere a propósito del Espíritu Santo y de su papel a jugar en (el corazón, espíritu, interior, alma) de los creyentes. Nosotros sabemos que Jesús ha tenido una conciencia aguda de su muerte, y que como todo responsable de grupo, Él se ha inquietado por lo que le podría llegar a suceder a sus discípulos, a los hombres y mujeres que le habían seguido y que él consideraba en adelante como sus amigos. La llegada de la muerte es un momento de angustia para todo ser humano. Como Jesús ve venir la muerte en la fuerza de la edad y como Él sabe que esta muerte está ligada a un mensaje religioso que proclama, esta Buena Noticia del Reino de Dios que parece insoportable a las autoridades de su ambiente y espacio, Jesús está necesariamente inquieto por aquellos que van a seguirle. Con respecto a sí mismo, Jesús ha tenido miedo, nosotros lo sabemos.

Pero también sabemos que jamás se echó para atrás y que tuvo confianza en su padre hasta el final. La relación de Jesús con su Padre era tan intensa, tan fuerte, que ni la misma muerte podía quitarle la certeza de su amor.

No es raro que las personas que van a morir ayuden a sus amigos y a su parentela a hacer frente a la eventualidad de la muerte. ¿Cuántos padres y abuelos han hecho la experiencia si conmovedora de ver partir un hijo leucémico? El hijo sufre y queda con vida hasta que sus cercanos consientan verlo morir. Y Él muere plácidamente. A veces, los moribundos dicen sus adioses, a menudo de una manera desconcertante, simbólica, por alusión, puesto que uno no habla banalmente de la muerte, de su muerte. Uno da un regalo, uno pide perdón, uno reza unido a otra persona por un momento, uno escucha el silencio, uno dice dicta a veces su última voluntad o deseos. Jesús hace esto. Pero Él va más lejos todavía. Él promete a sus discípulos una nueva presencia de Dios cerca de ellos. Vean el nivel de la confidencia.

“Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. (no tienen la fuerza para soportarlo). (Juan 16,12).

En la opera, en el cine, en el teatro, nosotros vemos lo contrario. La persona que va a morir quiere hablar pero quienes le rodean lo hacen callar para no cansarlo.  Pero Jesús no es un hombre enfermo ni un agonizante. Es alguien que marcha libremente hacia la muerte. Pero hay cosas que Él no puede decir, puesto que los discípulos no van a comprenderle. Ellos no tendrían la fuerza de soportar ciertas cosas.

Es como sucede en ciertos cursos de catequesis para la primera comunión o la confirmación, por ejemplo. Uno dice ciertas convicciones personales a los candidatos (la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, el por qué de la Adoración del Santo Sacramento…) y se les advierte que por el momento no lo comprenderán, pero que más tarde, después de la experiencia de la vida, el sufrimiento y la madurez, llegaran a entender…creerán…

Si…en definitiva, hay palabras, hay gestos que en el momento uno no comprende el sentido pero que años más tarde uno deducirá…Es por ello que la memoria y el recuerdo son tan importantes para nosotros los humanos. Es necesario, como María, siempre meditar los eventos en nuestro corazón.

Pero todavía, aun, Jesús va más lejos. Jesús promete a sus discípulos el Espíritu de Verdad. Este Espíritu de Verdad, es el Espíritu del Padre y es el Espíritu de Cristo mismo. Jesús promete a sus discípulos una presencia especial de Dios que los va guiar hacia la Verdad total.

La Verdad de la cual habla Jesús no es del orden del conocimiento científico y técnico. La Verdad es el conocimiento de Dios mismo, es la revelación del Padre. Qué va hacer el Espíritu? Presencia de Dios en nosotros, El Espíritu va hacernos caminar en la experiencia de Dios. Jesús continua su pensamiento en este sentido: “Él me glorificará, puesto que Él retomará lo que viene de mi para dárselos a conocer a ustedes”. Comprenden ustedes hasta qué punto la revelación que Jesús nos da de Dios es completamente diferente de lo que pensamos de Dios? En la oración, en la vida moral, nosotros intentamos poner la mano sobre Dios. Nosotros hacemos esfuerzos para ir hacia Él. Y eso está bien. Mas a la persona que pone su confianza en Jesús y que trata de acoger su palabra, Jesús le promete que el Espíritu de Dios va tomarlo a su cargo para hacerle caminar hacia la Verdad Total. No somos nosotros más quien ponemos la mano sobre Dios, es en un sentido, Dios que nos pone en su mano. El progreso espiritual consiste en dejar a Dios guiarnos y revelársenos. De ahí la importancia de la escucha de la Palabra. De ahí la importancia de una cierta cultura de la interioridad para aprender a escuchar la fuente que habla en nosotros mismos y que murmura: “Ven hacia el Padre”.

 De ahí también la importancia de la oración en comunidad y del amor eficaz hacia el prójimo puesto que lo vemos…Amar a Dios a quien no vemos no tiene sentido mientras no amemos a nuestro vecino que vemos. Pero en el fondo, se trata menos de cansarse, agitarse, hacer  muchas cosas y mucho más de tener confianza, dejar a Dios actuar, y dejar al Espíritu encargarse.

Con seguridad, dice Jesús, el Espíritu “testimoniará a mi favor. Y ustedes también darán testimonio” (Juan 15,27). La Revelación que Jesús hace de Dios, es que es Dios, Él mismo, por su Espíritu,  quien es su presencia en nosotros”  (“El Espíritu de Verdad que procede del Padre”, 15,26), quien es nuestro maestro interior.

Los católicos han tenido mucha tendencia a quedarse ignorantes con respecto a las cosas de la FE y entonces se confían, preguntan, se remiten a los sabios, a los sacerdotes, a los teólogos, a los expertos. Este tipo de saber es importante, puesto que la fe tiene necesidad de palabras para decirse, y las palabras no todas son intercambiables. Pero es necesario comprender, que más allá de un cierto lenguaje técnico,  el verdadero maestro interior, es el Espíritu Santo. Es Él quien da sabor a la Palabra. Es Él quien revela la verdadera significación en el fondo del ser. Jesús ha dicho esta fabulosa palabra: “Padre, yo proclamo tu Gloria: lo que has escondido a los sabios y a los poderosos, Tú lo has revelado a los más pequeños” (Mateo 11,25).

Es dentro de esta misma fidelidad y docilidad al Espíritu que nosotros aprenderemos a vivir con toda libertad. “Vivan bajo la conducción del Espíritu de Dios”, nos dice el apóstol Pablo  (Gálatas 5,16). Paul opone las tendencias del Espíritu y las tendencias de la carne. No se trata aquí de una oposición cuerpo-alma. Vivir de acuerdo al Espíritu, es dejarse animar interiormente por Dios para dar frutos. Vivir según la carne es uno pretender ser el único maestro (amo) de su vida y separarse de Dios. “He aquí lo que produce el Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, amabilidad, fe, humildad y dominio de ”.

A cada quien de escoger entre esos frutos aquellos que le complacerán más. La elección de mi obispo actual va hacia la obediencia y la fidelidad a Jesús,  es su divisa en el escudo episcopal, "Haced lo que Él os diga",  citando a María en las Bodas de Caná). Mi elección irá hacia la justicia, la paciencia y la amabilidad…




2

Reciban el don de Pentecostés, el don del Espíritu Santo


En este día de Pentecostés, celebramos con todos los cristianos del mundo el don del Espíritu Santo a los apóstoles y luego a toda la Iglesia. El evangelio nos recuerda que, en la víspera de su muerte, Jesús reunió a los Doce. Les acababa de anunciar que los iba a dejar; pero permanecerá presente de otra manera y, sobre todo, les enviará el Espíritu Santo. "Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los guiará a la verdad plena".

 

Esta Verdad es el mismo Jesús: Esto es lo que leemos en uno de sus diálogos con los discípulos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sin pasar por mí". Ir a la Verdad, hacer la Verdad, es ir a Jesús, es acoger el amor que hay en Dios y dejarnos invadir por Él. Esto es lo que sucedió el día de Pentecostés. San Lucas nos habla de un ruido como el de una violenta ráfaga de viento. Los apóstoles vieron aparecer una especie de fuego que se dividía en lenguas y que se depositaba sobre cada uno de ellos. Fueron llenos del Espíritu Santo. Es como un ciclón que atraviesa la casa y los empuja hacia afuera para encontrarse con la multitud.

 

Y este es un cambio extraordinario. Pedro no se anda con rodeos en sus palabras. El que, 50 días antes, había negado a Jesús porque tenía miedo, comienza a dar un discurso asombroso: "A este Jesús a quien matasteis en la cruz, Dios lo resucitó ... Y ahora ha derramado su Espíritu en el mundo". Y entre todas estas personas que escuchan a Pedro, hay quienes han pedido la muerte de Jesús. Pero allí los apóstoles ya no tienen miedo. Ahora nada puede detenerlos. Esta Buena Nueva que están anunciando es como un fuego que debe esparcirse por todo el mundo.

Y desde el primer Pentecostés, el Espíritu Santo trabaja en la Iglesia para guiarla “a toda la verdad”. Por supuesto, no debemos creer que todo lo que se ha hecho en la Iglesia ha sido impulsado por el Espíritu Santo. Ha habido divisiones entre los seguidores de Cristo, masacres, abusos e incluso escándalos. Nosotros mismos podemos examinar nuestra conciencia. Reconocemos nuestras divisiones, nuestro egoísmo, todas estas debilidades que siempre tienden a ganar terreno. Pero el Señor no nos abandona. Él continúa enviándonos su Espíritu Santo para encendernos con este amor que está en Dios.

 

"El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre les enviará en mi nombre, les enseñará y les recordará todo lo que les he dicho". Entendamos bien, el Evangelio no es un texto que solo hay que repetir como si el significado se hubiera dado de una vez por todas. A lo largo de los siglos, el mundo ha cambiado mucho. Actualmente, está marcado por el progreso de la tecnología y la ciencia. Pero al mismo tiempo, vive tragedias muy dolorosas a causa de la crisis, el desempleo, la pobreza. Los más débiles son víctimas de violencia e injusticias de todo tipo.

 

Aquí es donde entra el Espíritu Santo. Resuena en cada etapa de nuestra historia con una novedad perpetua. Es en su Luz que descubrimos la Biblia, como una brújula que nos muestra la dirección a seguir. En el contexto actual, nos recuerda que lo primero no es el dinero sino la persona. Lo que hace que una vida valga la pena no es el rendimiento o la productividad, sino el amor diario por todos los que nos rodean. Así nos recuerda el gran mandamiento de Cristo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” … Así está llamada la Iglesia a avanzar bajo la dirección del Espíritu que le inspira las exigencias de la fidelidad inventiva.

En la historia de San Lucas, el Espíritu se compara con el viento. Es una forma de decir que es como una energía que nos mueve hacia adelante y, en ocasiones, nos empuja a un lado. Durante veinte siglos, la Iglesia ha conocido tormentas. Pero el Espíritu Santo nunca ha dejado de soplar en sus velas. La Iglesia de hoy necesita esta fuerza para reconstruir su unidad. Sin él, ella sería incapaz de evangelizar este mundo donde a los hombres les cuesta tanto entenderse y vivir en solidaridad.

 

Con el Espíritu Santo podremos redescubrir y ofrecer los valores del Evangelio a todos los hombres y mujeres que viven sin ninguna perspectiva de futuro. En una de sus cartas, San Pablo nos invita a caminar “bajo el impulso del Espíritu”. No dudemos en pedirle ayuda en las decisiones y elecciones que tenemos que tomar. Que él nos ayude a encontrar el camino correcto en medio de las exigencias del mundo de hoy. Si Pentecostés es una fiesta tan grande, es porque es la exaltación del valor, la verdad y la alegría. La única devoción real que podemos tener hacia el Espíritu Santo es decirle "¡VEN!"

 

En este día damos gracias al Señor por este don del Espíritu que se renueva en cada celebración eucarística. Abramos la mente y el corazón a su soplo para comprender mejor el mensaje de Jesús, para amar mejor a nuestros hermanos y anunciarles el Evangelio con un celo que nada puede intimidar.




Referencias Bibliográficas:



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, Cycle C. Novalis. 2007  


dimancheprochain.org

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