14 de agosto del 2016: 20o Domingo del Tiempo Ordinario
Un bello
combate
Ser discípulo
de Jesús, es atar atado a Él, mantener los ojos fijos en Él y esforzarse por
comportarse como Él. Con Él, el combate es hasta el final para que el mal sea
vencido y llegue el bien. La vida cristiana es un bello combate.
Que podamos
nosotros no tener que un solo corazón y una sola alma para darle gracias a
Dios, orarle, escuchar su Palabra y alimentarnos del Pan que Él nos ofrece.
EVANGELIO
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- He venido
a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar
por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a
traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará
dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra
el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la
madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Desear hacer la paz, ¡sí! Pero no despreciando al ser
humano
Yo creo que todos
deseamos la paz. En el contexto y coyuntura de nuestra Colombia, es falso
aquello de que nadie desee y sueñe con la paz…En el fondo todos la queremos,
aunque sea soñando distintos métodos o caminos.
En el fondo de
nosotros mismos, todos deseamos la buena comprensión entre nosotros y en el
mundo. En este sentido, todos somos artesanos de la paz. Como la paz y la
justicia, ellas van juntas, todos nosotros estamos por la paz y la justicia.
Personalmente creo en
la paz, ¡sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la apertura,
del dialogo, a causa de la mentira, ¡la hipocresía y la intriga!
Yo creo en la paz,
si! En la colaboración, si! Pero no en el desprecio de la persona, por
manipulación o explotación.
Yo creo en la paz,
sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio del respeto por la vida,
suprimiéndola directamente desde sus comienzos y o terminándola o acelerándola
hacia su final.
Yo creo en la paz,
sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la familia, ¡exponiendo
los niños a situaciones degradantes e imposibles de vivir!
Jesús ha venido para
traer un fuego a la tierra, un bautismo de Espíritu Santo. Es el riesgo de la
fe que incomoda. Su paz es una paz que sacude o revoluciona las ideas y las
personas. Hay algunas que están a favor de Jesús, otras no. En este sentido, Él
aporta la división.
Hay quienes deciden
arriesgar mucho en dinero, en tiempo, en trabajo en sus negocios o asuntos y
han tenido éxito. Que ellos inviertan solamente un poco en esfuerzo en su
búsqueda de Dios y ellos alumbrarán el fuego de Dios en su ambiente.
Hay gente capaz,
plena de iniciativas, valientes, audaces, que cuentan con los medios necesarios
para influenciar sobre los demás en proyectos comunitarios; ¡que ellos tengan
también la audacia de poner sus talentos en beneficio y al servicio de la
comunidad cristiana!
Un caso o ejemplo de
la vida:
Juan Pablo se había
casado por amor; vivía en armonía con su esposa; un día hace una profunda
experiencia de vida; descubre que estaba despreocupado por su fe; decide
cambiar y se compromete al servicio de su barrio, y sobre todo por ayudar a los
más necesitados…
Solamente
nuestros actos o gestos concretos le darán peso a nuestra vida. Hay 10.080
minutos en una semana, ¿cuantos minutos dedico a la oración y a los gestos de
bondad?
Aproximación psicológica
al texto del evangelio:
Cuando la amenaza
aparece en el horizonte:
Un general del
ejército tenía la costumbre de decir a sus tropas en los momentos críticos: “armémonos y…partamos!” Esta frase que quizás no es histórica-
expresa bien la situación de aquel que espera que los suyos enfrenten los
riesgos que él mismo no quiere enfrentar o asumir.
En contraste con esta
actitud, la actitud de Jesús se destaca claramente. Él no inventa un bautismo
para los otros, él no se exime ni evita las exigencias éticas y espirituales
que se desprenden de su FE. Si Él pregona que sus discípulos habrán de
seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes que ellos, pagando las
consecuencias con su vida para abrir el camino.
Si Jesús dice a sus
discípulos: “ustedes serán
bautizados con el bautismo que yo seré bautizado” (Marcos 10,39), quiere decir
que Él es plenamente consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene
ninguna intención de descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el
discípulo no es más grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el
maestro tampoco ha venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos
10,45). De cara a la soledad como al sufrimiento, todos los hombres se
encuentran en la misma situación fundamental, a pesar mismo de los privilegios
de clase que puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.
De cualquier manera,
ningún privilegio ha podido atenuar el sufrimiento de Jesús, y aquí le vemos
probar la angustia del sufrimiento anticipado, (no olvidemos que se dirige
hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y muerte) y por lo mismo aparece
consciente de su fragilidad al punto tal de expresar la ilusión de querer
evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús sabe bien que “el espíritu está pronto (listo,
dispuesto) pero la carne es débil” (Mateo
26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él no se
siente exento o libre de caer, y sabe muy bien que “aquel que ha puesto la mano en el
arado” puede “mirar hacia atrás” (Lucas
9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.
Con demasiada frecuencia nosotros negamos
la realidad exterior que se anuncia y o aparece claramente ante nosotros, como
Pedro: “eso no sucederá” (cfr. Mateo 16,22). Muy a menudo
también, nosotros negamos nuestros miedos y escondemos nuestras propias
fragilidades, o al contrario, exageramos nuestra debilidad y nos negamos a
movilizarnos para el combate.
Por su parte, Jesús encuentra su camino
entre todos sus obstáculos o peligros y evita a la vez la falsa seguridad de
los fanáticos y la falsa humildad de aquellos que se auto apiadan o se auto
compadecen por su suerte. Si Él aparece fuerte, es por la fuerza de aquellos
que aceptan situarse desnudos totalmente de cara a la verdad de su destino.
Reflexión Central:
Tres contra dos, dos contra tres
En adelante,
una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres.
Es una palabra
sorprendente por muchas razones. Ante todo, ella se sitúa en un contexto
familiar. En tiempo de Jesús, la familia es sagrada, y habitualmente no hay
divisiones puesto que la autoridad del padre o papá es absoluta. En efecto,
Jesús cita al profeta Malaquías y la división sigue el esquema esperado:
El padre estará contra del hijo y el hijo contra
el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra
la nuera y la nuera contra la suegra.»
(Lucas 12,53)
Jesús evoca aquí
dos oposiciones binarias. Se podrían agregar al menos otras 3 oposiciones
binarias: el padre contra la madre, o si ustedes prefieren el esposo contra la
esposa; la hija contra su hermano o el hijo contra su hermana; la hija contra
la nuera. Pero también se podría describir las alianzas de tres contra dos y
dos contra tres, la madre que se asocia a su hija y en este punto a su esposo
para combatir al hijo y su cónyuge, o todavía para venir a lo moderno,
imaginemos un clan de mujeres, madre, hija, nuera, contra el padre y el hijo, o
el clan de los jóvenes, hijo, hija, nuera, contra los viejos, el padre y la
madre. Cuando la guerra comienza, nadie sabe hasta dónde puede ir…y cuándo se
detendrá.
No hay nadie
aquí que no haya estado implicado, a veces por gusto o defendiéndose, en un
divorcio. Uno se ve obligado a apoyar uno de los cónyuges y estar contra el
otro. Los hijos querrían al padre y a la madre. Ellos son el objeto
interminable de interminables negociaciones y de montajes afectivos por amar al
uno o al otro y detestar al uno o al otro. Como dice un escritor, ellos son casi
que obligados o tienen el imperativo de declararse sea “papistas” o “mamistas”.
Uno ve a veces las mujeres tomar partido por las mujeres en el nombre de la
solidaridad femenina. Los hombres también tienen sus preferencias de clan.
También yo he visto grupos de amigos disolverse a causa de una pareja en
ruptura y la ruptura se instala también en el grupo…Como dice aquella canción del
dúo español “Ella Baila Sola” (EBS), haciendo decir a la pareja que está divorciándose:
“Cómo repartimos los amigos?”:
Una historia
tiene dos finales
el tuyo y el mío
no recuerdo cuantos daños cerebrales
causamos los dos;
el tuyo y el mío
no recuerdo cuantos daños cerebrales
causamos los dos;
pero es
cierto ninguno está contento
yo no soy el tuyo y tú no eres mi centro
ya no, esto se acabó
yo no soy el tuyo y tú no eres mi centro
ya no, esto se acabó
nada es tuyo,
nada es mío
¿Cómo repartimos los amigos?
¿Cómo repartimos los amigos?
Cada quien tiene su interpretación de las responsabilidades en la crisis
y, de hilo en aguja, los encuentros se relajan, se deterioran, cuando no son
las discusiones por el partidismo a favor de uno o de otro (miembro de la
pareja).
Nuestros conflictos de divorcio son cada vez más y tan frecuentes que
terminan por banalizarse. Mas ellos revelan un aspecto importante de la vida
que uno no sospecha cuando está joven. Cuando se es joven uno percibe el mundo
en primer grado. Al envejecer, uno percibe que un sentimiento esconde a veces
otro. Así el amor puede convertirse en odio. Hay rebeldía en la amistad, hay
miedo en la admiración…De igual modo las mejores causas pueden pervertirse y
convertirse en sujetos de discordia. Uno puede matar para hacer la paz, uno
puede odiar para poder amar.
¿Si ha habido un ser humano, alguien, que ha querido la paz no es acaso
Jesús?
En el momento de su nacimiento, es cuestión de paz a los hombres que
Dios ama, que uno traduce también “a los humanos de buena voluntad”. En efecto,
el mensaje de Jesús está tan centrado en el amor y en Jesús hay poco de
agresividad y de odio, que uno se sorprende al escuchar las palabras tan duras
que pronuncia hoy:
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
Jesús es el hombre con una
inmensa convicción. Esta convicción es el amor. Pero precisamente el amor no es
tan evidente. Al anunciar el amor, Jesús ponía en obra, por delante, y exigía
un discernimiento, un juicio. El amor no es un feeling, como dicen los gringos, un sentimiento vago. Es una
decisión. Hay cosas que van con el sentido del amor; y hay otras que no van.
Jesús le ha reprochado a los escribas y a los fariseos su manera de comprender
la Ley que termina por contradecir la Ley, por darle preferencia a los fuertes
contra los débiles, por despreciar los pequeños. No hay amor sin justicia, no
hay amor sin transformación de la realidad. La vida social no reposa en el
amor, sino más bien en un conjunto complejo de relaciones donde se mezclan la
agresividad, el odio, el desprecio, la colaboración. Al empujar muy lejos las
exigencias del amor, Jesús ha iniciado o provocado una serie de controversias
que han llevado a la división, al resentimiento, al odio. Detrás de éstas reacciones,
está siempre el miedo. Cuando uno cambia
un orden establecido o dado, el miedo hace presión en el hombre y viene para
crispar las actitudes de cada uno.
El medio religioso y político en
los que ha vivido Jesús no ha podido tolerar los mensajes de amor de Jesús, la concepción
de Dios que Jesús tenía, un Dios inclinado por el pecador, un Dios que renuncia
al poder y a la fuerza, un Dios que invita al perdón de las ofensas y al amor a
los enemigos. Esto era intolerable. En su camino, en su marcha, Jesús tiene
esta intuición, que no había probablemente percibido desde el comienzo. Al
comienzo, Él ha anunciado el Reino de Dios y su venida, después ha comprendido
que esto pasaba por el rechazo y la cruz.
Pero entonces, ¿por qué Jesús
habla de la división en el seno mismo de la familia? Que haya un rechazo a
Jesús en su pensamiento en el medio judío, esto no explica que esta división se
insinúe en las familias.
Un sacerdote, exegeta y autor
quebequense (André Beauchamp) tiende a pensar que esto arribó en el momento de
las persecuciones. Normalmente, es el jefe de la familia quien se convierte y
su casa, los miembros de la familia se convierten con él. La pertenencia a un
grupo, en general, es muy fuerte para permitir disidencias individuales. Cuando
esto ocurre, la persona esconde un poco sus convicciones personales. Pero
cuando la persecución comienza y que la vida personal corre peligro y en el
horizonte se ve el exilio, la tortura, entonces la disensión puede aparecer. Peor aún, las personas pueden denunciarse unas
a otras por miedo, o por otros motivos que se confiesan con dificultad. Hubo en
las primeras persecuciones de cristianos gente de una bravura, o valentía extraordinaria.
Pero también hubo cobardes, gente que se quebró ante la presión.
En el momento de la pasión,
Pedro se acobardó, y los evangelios dicen que todos los apóstoles huyeron. Los
únicos discípulos que parecen haber perseverado en la valentía, fueron las
mujeres. Más tarde cuando la fe cristiana fue vista como verdaderamente
diferente con respecto a la religión judía, los judíos expulsaron los
cristianos. Entonces la religión judía gozaba
de una protección legal especial. Normalmente los ciudadanos del imperio debían
reconocer la religión del imperio. Pero la religión judía tenía un estatuto
particular y era una forma de disidencia aceptada. Cuando los cristianos fueron
percibidos como una secta totalmente diferente, entonces el contexto cambió.
Los judíos los expulsaban y
los paganos los consideraban ateos, pues ellos se negaban a reconocer el culto
a los dioses de la ciudad, y por consiguiente vistos como malos ciudadanos,
como traidores. Esta marginalidad era un terreno propicio para las
persecuciones. Bastaba un incidente, una denuncia, un decreto y la violencia se
desataba. En el año 64, en Roma, el emperador Nerón acusó a los cristianos de
haber quemado la ciudad y procedió a grandes masacres. Se piensa que Pedro fue
ejecutado en este periodo y que Pablo haya sido decapitado algunos años más
tarde.
En tiempos de persecución las
personas se denunciaban unas a otras. A los sistemas vigentes, de dominio y de poder,
de acuerdo a cada época les gusta mantener la delación o la denuncia…Lo hemos
visto en Alemania con el asunto de los judíos, en la URSSS, en Chile. Y de
igual modo al interior de una doctrina que quiere hacer del amor su sola ley,
uno puede llegar a dividirse tres contra dos, dos contra tres. En un grupo tan íntimo
como el de los 12, Jesús vio a la obra Judas Iscariote, el traidor. Nicodemo,
que era un fariseo y miembro del sanedrín, visitaba a Jesús a escondidas. Él,
arriesgaba su vida. Jesús ha comprendido bien que lo que le había pasado antes
y que había reportado el profeta Miqueas podía reproducirse. Hay entonces a la vez en su frase de hoy una predicción
y una constatación amarga. La división está en medio de ustedes. Cuando Lucas,
por su parte acaba su evangelio, hay ya en la Iglesia personas que habían ya
abandonado la fe cristiana por cobardía.
¿Qué quiere decir esto hoy
para nosotros? Evocaba ahora rato nuestras experiencias de divorcio. ¿Podríamos
nosotros juntos definir una ética del divorcio para odiarnos un poco menos y provocar
menos daño? Yo pienso también en la división de los cristianos. Tenemos hoy una
gran multitud de Iglesias o profesiones cristianas, a veces solidarias, a
menudo rivales. ¿Cuál es hoy nuestro camino de solidaridad, para redescubrirnos
como creyentes y emprender trabajos juntos? Habría tanto por hacer. Pero el
diálogo y la colaboración son difíciles puesto que ellos suponen una cierta
victoria sobre el miedo.
La división y el odio no son
fatalidades. El amor y la unidad no son más sinónimos de uniformidad. Pero para
construir la solidaridad aceptando la diversidad y las diferencias, es
necesario un largo aprendizaje de dialogo y de colaboración. Actualmente con el
terrorismo y los atentados suicidas, arriesgamos con resbalar en un mundo
binario en donde no hay más que buenos y malos, entendiéndose que los malos son
los otros. El simplismo de las representaciones arriesga con sumirnos en el
odio y la violencia absolutas.
Yo comprendo que,
ante la amenaza terrorista, hay una cierta acentuación de mecanismos de
control. Pero es una cuesta lisa que lleva rápido a abusos si no se presta la suficiente
atención.
Pienso en la incitación
que hace a veces la policía para denunciar fraudes o crímenes de manera anónima.
Si el hijo denuncia al padre, y la nuera denuncia a la suegra, es el comienzo de
una cuesta deslizante.
El pretexto de la
seguridad puede servir de ventilador para la caza de brujas, y tranquilamente
se llega a confundir el criminal y al militante social…
Cuando escuchamos
estas palabras tan duras de Jesús, arriesgamos pensar que esto se aplica en un
periodo revolucionario de la historia…! y no! Los mismos mecanismos de miedo y
antagonismo pueden jugar hoy como ayer. Todo mensaje poderoso de paz y de
justicia levanta protestas, provoca oposiciones.
Optar por el amor siempre supone riesgos.
Optar por el amor siempre supone riesgos.
ORACIÓN- MEDITACIÓN
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestra Iglesia extendida por todo el mundo:
que ella busque siempre la verdad,
que ella suscite en todas partes el diálogo y la comprensión.
que ella camine pacientemente por las rutas humanas.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz,
mira a los responsables de la sociedad civil:
que ellos sean amados y comprendidos por sus
conciudadanos,
que sean en todos lados artesanos de la paz
mismo cuando ellos deban ejercer la ley o contradecir.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira a todos los militantes sociales,
esos hombres y mujeres sedientos de justicia:
dales el coraje y la paciencia,
la capacidad de denunciar, pero sobre todo de edificar.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestras familias heridas, divididas, sufrientes:
transforma nuestras soledades en comunión,
dona la fe y la esperanza
a aquellos cuyo amor se ha roto,
concede a los viejos ver los niños
y a los niños ver los viejos.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Escucha nuestra oración, Señor.
Haznos testigos de tu amor,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Referencias bibliográficas:
http://betania.es (Para el texto del evangelio)
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
BEAUCHAMP,
André. Comprendre la Parole, année
C. Novalis, Québec, 2007.
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