14 de agosto del 2016: 20o Domingo del Tiempo Ordinario

Un bello combate


Ser discípulo de Jesús, es atar atado a Él, mantener los ojos fijos en Él y esforzarse por comportarse como Él. Con Él, el combate es hasta el final para que el mal sea vencido y llegue el bien. La vida cristiana es un bello combate.

Que podamos nosotros no tener que un solo corazón y una sola alma para darle gracias a Dios, orarle, escuchar su Palabra y alimentarnos del Pan que Él nos ofrece.




EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 49-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor



A guisa de introducción:

Desear hacer la paz, ¡sí! Pero no despreciando al ser humano

Yo creo que todos deseamos la paz. En el contexto y coyuntura de nuestra Colombia, es falso aquello de que nadie desee y sueñe con la paz…En el fondo todos la queremos, aunque sea soñando distintos métodos o caminos.

En el fondo de nosotros mismos, todos deseamos la buena comprensión entre nosotros y en el mundo. En este sentido, todos somos artesanos de la paz. Como la paz y la justicia, ellas van juntas, todos nosotros estamos por la paz y la justicia.

Personalmente creo en la paz, ¡sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la apertura, del dialogo, a causa de la mentira, ¡la hipocresía y la intriga!

Yo creo en la paz, si! En la colaboración, si! Pero no en el desprecio de la persona, por manipulación o explotación.

Yo creo en la paz, sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio del respeto por la vida, suprimiéndola directamente desde sus comienzos y o terminándola o acelerándola hacia su final.

Yo creo en la paz, sí! En la colaboración, ¡sí! Pero no en el desprecio de la familia, ¡exponiendo los niños a situaciones degradantes e imposibles de vivir!

Jesús ha venido para traer un fuego a la tierra, un bautismo de Espíritu Santo. Es el riesgo de la fe que incomoda. Su paz es una paz que sacude o revoluciona las ideas y las personas. Hay algunas que están a favor de Jesús, otras no. En este sentido, Él aporta la división.

Hay quienes deciden arriesgar mucho en dinero, en tiempo, en trabajo en sus negocios o asuntos y han tenido éxito. Que ellos inviertan solamente un poco en esfuerzo en su búsqueda de Dios y ellos alumbrarán el fuego de Dios en su ambiente.

Hay gente capaz, plena de iniciativas, valientes, audaces, que cuentan con los medios necesarios para influenciar sobre los demás en proyectos comunitarios; ¡que ellos tengan también la audacia de poner sus talentos en beneficio y al servicio de la comunidad cristiana!

Un caso o ejemplo de la vida:

Juan Pablo se había casado por amor; vivía en armonía con su esposa; un día hace una profunda experiencia de vida; descubre que estaba despreocupado por su fe; decide cambiar y se compromete al servicio de su barrio, y sobre todo por ayudar a los más necesitados…

Solamente nuestros actos o gestos concretos le darán peso a nuestra vida. Hay 10.080 minutos en una semana, ¿cuantos minutos dedico a la oración y a los gestos de bondad?



Aproximación psicológica al texto del evangelio:

Cuando la amenaza aparece en el horizonte:



Un general del ejército tenía la costumbre de decir a sus tropas en los momentos críticos: “armémonos y…partamos!” Esta frase que quizás no es histórica- expresa bien la situación de aquel que espera que los suyos enfrenten los riesgos que él mismo no quiere enfrentar o asumir.

En contraste con esta actitud, la actitud de Jesús se destaca claramente. Él no inventa un bautismo para los otros, él no se exime ni evita las exigencias éticas y espirituales que se desprenden de su FE. Si Él pregona que sus discípulos habrán de seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes que ellos, pagando las consecuencias con su vida para abrir el camino.

Si Jesús dice a sus discípulos: “ustedes serán bautizados con el bautismo que yo seré bautizado”  (Marcos 10,39), quiere decir que Él es plenamente consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene ninguna intención de descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el discípulo no es más grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el maestro tampoco ha venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos 10,45). De cara a la soledad como al sufrimiento, todos los hombres se encuentran en la misma situación fundamental, a pesar mismo de los privilegios de clase que puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.

De cualquier manera, ningún privilegio ha podido atenuar el sufrimiento de Jesús, y aquí le vemos probar la angustia del sufrimiento anticipado, (no olvidemos que se dirige hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y muerte) y por lo mismo aparece consciente de su fragilidad al punto tal de expresar la ilusión de querer evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús sabe bien que “el espíritu está pronto (listo, dispuesto) pero la carne es débil” (Mateo 26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él no se siente exento o libre de caer, y sabe muy bien que “aquel que ha puesto la mano en el arado” puede “mirar hacia atrás” (Lucas 9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.

Con demasiada frecuencia nosotros negamos la realidad exterior que se anuncia y o aparece claramente ante nosotros, como Pedro: “eso no sucederá” (cfr. Mateo 16,22). Muy a menudo también, nosotros negamos nuestros miedos y escondemos nuestras propias fragilidades, o al contrario, exageramos nuestra debilidad y nos negamos a movilizarnos para el combate.

Por su parte, Jesús encuentra su camino entre todos sus obstáculos o peligros y evita a la vez la falsa seguridad de los fanáticos y la falsa humildad de aquellos que se auto apiadan o se auto compadecen por su suerte. Si Él aparece fuerte, es por la fuerza de aquellos que aceptan situarse desnudos totalmente de cara a la verdad de su destino.




Reflexión Central:


Tres contra dos, dos contra tres


Este domingo Jesús tiene para nosotros, una palabra misteriosa y dura. Uno espera de Él la paz, pero anuncia que traerá la división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres.

Es una palabra sorprendente por muchas razones. Ante todo, ella se sitúa en un contexto familiar. En tiempo de Jesús, la familia es sagrada, y habitualmente no hay divisiones puesto que la autoridad del padre o papá es absoluta. En efecto, Jesús cita al profeta Malaquías y la división sigue el esquema esperado:

El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
(Lucas 12,53)

Jesús evoca aquí dos oposiciones binarias. Se podrían agregar al menos otras 3 oposiciones binarias: el padre contra la madre, o si ustedes prefieren el esposo contra la esposa; la hija contra su hermano o el hijo contra su hermana; la hija contra la nuera. Pero también se podría describir las alianzas de tres contra dos y dos contra tres, la madre que se asocia a su hija y en este punto a su esposo para combatir al hijo y su cónyuge, o todavía para venir a lo moderno, imaginemos un clan de mujeres, madre, hija, nuera, contra el padre y el hijo, o el clan de los jóvenes, hijo, hija, nuera, contra los viejos, el padre y la madre. Cuando la guerra comienza, nadie sabe hasta dónde puede ir…y cuándo se detendrá.

No hay nadie aquí que no haya estado implicado, a veces por gusto o defendiéndose, en un divorcio. Uno se ve obligado a apoyar uno de los cónyuges y estar contra el otro. Los hijos querrían al padre y a la madre. Ellos son el objeto interminable de interminables negociaciones y de montajes afectivos por amar al uno o al otro y detestar al uno o al otro. Como dice un escritor, ellos son casi que obligados o tienen el imperativo de declararse sea “papistas” o “mamistas”. Uno ve a veces las mujeres tomar partido por las mujeres en el nombre de la solidaridad femenina. Los hombres también tienen sus preferencias de clan. También yo he visto grupos de amigos disolverse a causa de una pareja en ruptura y la ruptura se instala también en el grupo…Como dice aquella canción del dúo español “Ella Baila Sola” (EBS), haciendo decir a la pareja que está divorciándose: “Cómo repartimos los amigos?”:

Una historia tiene dos finales
el tuyo y el mío
no recuerdo cuantos daños cerebrales
causamos los dos;
pero es cierto ninguno está contento
yo no soy el tuyo y tú no eres mi centro
ya no, esto se acabó
nada es tuyo, nada es mío
¿Cómo repartimos los amigos? 

Cada quien tiene su interpretación de las responsabilidades en la crisis y, de hilo en aguja, los encuentros se relajan, se deterioran, cuando no son las discusiones por el partidismo a favor de uno o de otro (miembro de la pareja).

Nuestros conflictos de divorcio son cada vez más y tan frecuentes que terminan por banalizarse. Mas ellos revelan un aspecto importante de la vida que uno no sospecha cuando está joven. Cuando se es joven uno percibe el mundo en primer grado. Al envejecer, uno percibe que un sentimiento esconde a veces otro. Así el amor puede convertirse en odio. Hay rebeldía en la amistad, hay miedo en la admiración…De igual modo las mejores causas pueden pervertirse y convertirse en sujetos de discordia. Uno puede matar para hacer la paz, uno puede odiar para poder amar.

¿Si ha habido un ser humano, alguien, que ha querido la paz no es acaso Jesús?

En el momento de su nacimiento, es cuestión de paz a los hombres que Dios ama, que uno traduce también “a los humanos de buena voluntad”. En efecto, el mensaje de Jesús está tan centrado en el amor y en Jesús hay poco de agresividad y de odio, que uno se sorprende al escuchar las palabras tan duras que pronuncia hoy:
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

Jesús es el hombre con una inmensa convicción. Esta convicción es el amor. Pero precisamente el amor no es tan evidente. Al anunciar el amor, Jesús ponía en obra, por delante, y exigía un discernimiento, un juicio. El amor no es un feeling, como dicen los gringos, un sentimiento vago. Es una decisión. Hay cosas que van con el sentido del amor; y hay otras que no van. Jesús le ha reprochado a los escribas y a los fariseos su manera de comprender la Ley que termina por contradecir la Ley, por darle preferencia a los fuertes contra los débiles, por despreciar los pequeños. No hay amor sin justicia, no hay amor sin transformación de la realidad. La vida social no reposa en el amor, sino más bien en un conjunto complejo de relaciones donde se mezclan la agresividad, el odio, el desprecio, la colaboración. Al empujar muy lejos las exigencias del amor, Jesús ha iniciado o provocado una serie de controversias que han llevado a la división, al resentimiento, al odio. Detrás de éstas reacciones, está siempre el miedo.  Cuando uno cambia un orden establecido o dado, el miedo hace presión en el hombre y viene para crispar las actitudes de cada uno.

El medio religioso y político en los que ha vivido Jesús no ha podido tolerar los mensajes de amor de Jesús, la concepción de Dios que Jesús tenía, un Dios inclinado por el pecador, un Dios que renuncia al poder y a la fuerza, un Dios que invita al perdón de las ofensas y al amor a los enemigos. Esto era intolerable. En su camino, en su marcha, Jesús tiene esta intuición, que no había probablemente percibido desde el comienzo. Al comienzo, Él ha anunciado el Reino de Dios y su venida, después ha comprendido que esto pasaba por el rechazo y la cruz.

Pero entonces, ¿por qué Jesús habla de la división en el seno mismo de la familia? Que haya un rechazo a Jesús en su pensamiento en el medio judío, esto no explica que esta división se insinúe en las familias.

Un sacerdote, exegeta y autor quebequense (André Beauchamp) tiende a pensar que esto arribó en el momento de las persecuciones. Normalmente, es el jefe de la familia quien se convierte y su casa, los miembros de la familia se convierten con él. La pertenencia a un grupo, en general, es muy fuerte para permitir disidencias individuales. Cuando esto ocurre, la persona esconde un poco sus convicciones personales. Pero cuando la persecución comienza y que la vida personal corre peligro y en el horizonte se ve el exilio, la tortura, entonces la disensión puede aparecer.  Peor aún, las personas pueden denunciarse unas a otras por miedo, o por otros motivos que se confiesan con dificultad. Hubo en las primeras persecuciones de cristianos gente de una bravura, o valentía extraordinaria. Pero también hubo cobardes, gente que se quebró ante la presión.

En el momento de la pasión, Pedro se acobardó, y los evangelios dicen que todos los apóstoles huyeron. Los únicos discípulos que parecen haber perseverado en la valentía, fueron las mujeres. Más tarde cuando la fe cristiana fue vista como verdaderamente diferente con respecto a la religión judía, los judíos expulsaron los cristianos.  Entonces la religión judía gozaba de una protección legal especial. Normalmente los ciudadanos del imperio debían reconocer la religión del imperio. Pero la religión judía tenía un estatuto particular y era una forma de disidencia aceptada. Cuando los cristianos fueron percibidos como una secta totalmente diferente, entonces el contexto cambió.

Los judíos los expulsaban y los paganos los consideraban ateos, pues ellos se negaban a reconocer el culto a los dioses de la ciudad, y por consiguiente vistos como malos ciudadanos, como traidores. Esta marginalidad era un terreno propicio para las persecuciones. Bastaba un incidente, una denuncia, un decreto y la violencia se desataba. En el año 64, en Roma, el emperador Nerón acusó a los cristianos de haber quemado la ciudad y procedió a grandes masacres. Se piensa que Pedro fue ejecutado en este periodo y que Pablo haya sido decapitado algunos años más tarde.

En tiempos de persecución las personas se denunciaban unas a otras. A los sistemas vigentes, de dominio y de poder, de acuerdo a cada época les gusta mantener la delación o la denuncia…Lo hemos visto en Alemania con el asunto de los judíos, en la URSSS, en Chile. Y de igual modo al interior de una doctrina que quiere hacer del amor su sola ley, uno puede llegar a dividirse tres contra dos, dos contra tres. En un grupo tan íntimo como el de los 12, Jesús vio a la obra Judas Iscariote, el traidor. Nicodemo, que era un fariseo y miembro del sanedrín, visitaba a Jesús a escondidas. Él, arriesgaba su vida. Jesús ha comprendido bien que lo que le había pasado antes y que había reportado el profeta Miqueas podía reproducirse.  Hay entonces a la vez  en su frase de hoy  una predicción y una constatación amarga. La división está en medio de ustedes. Cuando Lucas, por su parte acaba su evangelio, hay ya en la Iglesia personas que habían ya abandonado la fe cristiana por cobardía.

¿Qué quiere decir esto hoy para nosotros? Evocaba ahora rato nuestras experiencias de divorcio. ¿Podríamos nosotros juntos definir una ética del divorcio para odiarnos un poco menos y provocar menos daño? Yo pienso también en la división de los cristianos. Tenemos hoy una gran multitud de Iglesias o profesiones cristianas, a veces solidarias, a menudo rivales. ¿Cuál es hoy nuestro camino de solidaridad, para redescubrirnos como creyentes y emprender trabajos juntos? Habría tanto por hacer. Pero el diálogo y la colaboración son difíciles puesto que ellos suponen una cierta victoria sobre el miedo.

La división y el odio no son fatalidades. El amor y la unidad no son más sinónimos de uniformidad. Pero para construir la solidaridad aceptando la diversidad y las diferencias, es necesario un largo aprendizaje de dialogo y de colaboración. Actualmente con el terrorismo y los atentados suicidas, arriesgamos con resbalar en un mundo binario en donde no hay más que buenos y malos, entendiéndose que los malos son los otros. El simplismo de las representaciones arriesga con sumirnos en el odio y la violencia absolutas.

Yo comprendo que, ante la amenaza terrorista, hay una cierta acentuación de mecanismos de control. Pero es una cuesta lisa que lleva rápido a abusos si no se presta la suficiente atención.

Pienso en la incitación que hace a veces la policía para denunciar fraudes o crímenes de manera anónima. Si el hijo denuncia al padre, y la nuera denuncia a la suegra, es el comienzo de una cuesta deslizante.

El pretexto de la seguridad puede servir de ventilador para la caza de brujas, y tranquilamente se llega a confundir el criminal y al militante social…

Cuando escuchamos estas palabras tan duras de Jesús, arriesgamos pensar que esto se aplica en un periodo revolucionario de la historia…! y no! Los mismos mecanismos de miedo y antagonismo pueden jugar hoy como ayer. Todo mensaje poderoso de paz y de justicia levanta protestas, provoca oposiciones. 

Optar por el amor siempre supone riesgos.



ORACIÓN-MEDITACIÓN

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestra Iglesia extendida por todo el mundo:
que ella busque siempre la verdad,
que ella suscite en todas partes el diálogo y la comprensión.
que ella camine pacientemente por las rutas humanas.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz,
mira a los responsables de la sociedad civil:
que ellos sean amados y comprendidos por sus conciudadanos,
que sean en todos lados artesanos de la paz
mismo cuando ellos deban ejercer la ley o contradecir.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira a todos los militantes sociales,
esos hombres y mujeres sedientos de justicia:
dales el coraje y la paciencia,
la capacidad de denunciar, pero sobre todo de edificar.
Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Mira nuestras familias heridas, divididas, sufrientes:
transforma nuestras soledades en comunión,
dona la fe y la esperanza
a aquellos cuyo amor se ha roto,
concede a los viejos ver los niños
y a los niños ver los viejos.

Guía nuestros pasos por el camino de la paz.
Escucha nuestra oración, Señor.
Haznos testigos de tu amor,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.



Referencias bibliográficas:



http://betania.es (Para el texto del evangelio)



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus. 


BEAUCHAMP, André.  Comprendre la Parole, année C.  Novalis, Québec, 2007.

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