jueves, 15 de diciembre de 2016

18 de diciembre del 2016: 4o Domingo de Adviento (A)



Aquel que esperamos

El niño prometido en las escrituras es Jesús-Emanuel, el Hijo de Dios. Él está ya cerca de nuestros corazones. Cristo Salvador es Aquel que vive con nosotros por siempre. Nosotros esperamos su venida atentos, en la alegría, ya que Él es la Buena Noticia de la cual el mundo necesita.

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Pocos días nos separan ya de la Navidad. Esperamos el nacimiento de Jesús, don puro de Dios al mundo. La venida de Dios permanece siendo un misterio que nos supera, pero guardemos nuestro corazón abierto, esperemos de pie en la alegría. Nos preparamos para acoger un inmenso proyecto de vida.




EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1, 18- 24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

-- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, (que significa "Dios-con-nosotros").» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor
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A guisa de introducción:

Navidad, fiesta de familia, fiesta de Jesús



1. Entre todas las fiestas, Navidad ocupa un lugar especial; ninguna otra fiesta está tan bien arraigada en nuestras tradiciones junto a la del año nuevo para la alegría y bienestar de las familias; ninguna otra suscita un interés de modo colectivo entre la gente; si otras fiestas desaparecieran, uno podría acostumbrarse, arreglárselas; uno podría  acomodarse, pero no pasa lo mismo con la Navidad. Navidad es la fiesta de todo el mundo: jóvenes y viejos, creyentes y ateos, ricos y pobres, enfermos y aliviados. Es la única fiesta en la que nadie puede ser olvidado según el deseo de las personas comprometidas en los organismos sociocomunitarios. Navidad es la fiesta de los niños, la fiesta de la familia; uno sueña que ella sea para todo mundo , la fiesta de los reacomodamientos, de los arreglos, de los reencuentros.

2. Estas serían buenas razones para festejar Navidad, y ellas nos serían suficientes, si no fueramos cristianos. Debido a nuestra fe, nosotros sabemos por lo tanto que ellas no le dan todo el sentido a la fiesta. En efecto, no podríamos olvidar a Aquel que festejamos.

Cuando uno festeja el aniversario de nacimiento de alguien, su cumpleaños, uno se remonta al pasado, al momento en que nació. Los padres recuerdan los preparativos, el evento, los primeros instantes; el hijo o niño que festejan está delante de ellos; el tiene x o tantos años; ellos lo aman mucho y tienen grandes proyectos para él, con respecto a su futuro.

Cuando se festeja el nacimiento de Jesús, uno es transportado naturalmente al pasado: cuándo nació? Cómo sucedió? Es por esta razón que se "montan" pesebres de Navidad (con los personajes de María, José, el niño Jesús, los ángeles y los pastores)…Después de su nacimiento, Jesús ha hecho o recorrido un camino; ha crecido; ha aprendido un oficio; Él ha anunciado la Buena Noticia; ha dejado este mundo; está vivo en medio de los creyentes; Él no desea otra cosa más que renacer en el corazón de los cristianos, por la Palabra, por la asamblea cristiana, por el compartir con los más pobres, por la Eucaristía. De esta manera, el pueblo cristiano pone su esperanza en Aquel que volverá en la Gloria.

3. Jesús vivo es a quien los cristianos celebramos. Los niños están muy ansiosos por la fiesta, por que llegue rápido. Los padres, los mayores, se preparan para la visita de los parientes, los encuentros y reencuentros alegres, los regalos, la misa de media noche, según la tradición de la gente…Eso sí, pólvora cero…Ojalá nos convenzamos de ello.



Aproximación psicológica al texto del Evangelio

Nacer, sufrir, aprender…


Un best seller de autoayuda de los años 80 se titulaba “vivir, amar y aprender”. Era la tesis del profesor y escritor italo-americano Leo Buscaglia (1924-1998). En este libro el autor explora las múltiples definiciones del amor y trata de explicar cómo el amor es un elemento modificador de la conducta. El autor insiste
 que el amor es algo que se aprende, un hecho que los psicólogos, sociólogos y antropólogos han sostenido por mucho tiempo. En este aprendizaje del amor los primeros maestros son los padres, luego la escuela y así se va aprendiendo a lo largo de diversas experiencias en la vida.
Pero los evangelistas al presentarnos los relatos de la infancia como el que leemos este día, nos dan como coordenadas de la existencia otros 3 verbos: nacer, sufrir, aprender…Algo hay de parecido y en relación, pero las tesis de Buscaglia y los autores del evangelio difieren mucho, cuando se profundiza en ellas...veamos:

Con textos o relatos alegóricos, plenos de imágenes, los evangelios de la infancia, tanto el de Lucas como el de Mateo, constituyen una introducción teológica a lo que va venir enseguida en el texto.

Aquí, el centro del relato, es decir, el mensaje principal que el autor quiere comunicar dentro de esta sección de su texto, se encuentra sin lugar a dudas en la doble mención del Espíritu Santo.

La convicción de Mateo, como la de los demás autores del Nuevo Testamento, es la siguiente: En Jesús, es Dios mismo quien ha venido para estar en medio de nosotros (v.23). Y si Dios viene, y se coloca en medio de nosotros, es gracias a su Espíritu, manifestando su Espíritu en las situaciones y sobre todo en personas puntuales o precisas. Es así como antes de hacer a Dios presente en sus exigencias y en sus proyectos, los profetas estaban invadidos por el Espíritu de Dios. Mas para Mateo Jesús no es ni Juan Bautista, ni Elías, ni Jeremías, ni ningún otro de los profetas (Mateo 16,14). Puesto que, si estos hombres eran profetas, es porque el Espíritu se había “fundido en ellos”, para animarles durante el tiempo de la misión, mientras que Jesús es “el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16,16).

El Espíritu viene sobre los profetas, pero Jesús “viene del Espíritu” (Mateo 1,20). Aquí hay algo más que un juego de palabras. Está la diferencia entre las manifestaciones episódicas de Dios y su manifestación plena. Esto se manifiesta bien en el versículo 23, donde encontramos, en definitiva, en el “Dios con nosotros” de Mateo, el equivalente de aquello que encontramos en el prólogo de San Juan: “El Verbo era Dios (…) y ha puesto su tienda entre nosotros”; otra traducción dice: “Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros (Juan 1, 1,14). Dios ha habitado entre nosotros por intermedio de un hombre que estaba él mismo habitado plenamente por el Espíritu.

Es entonces el misterio de la Trinidad que se perfila acá discretamente, en el relato del nacimiento de Jesús. Pero Jesús es un hombre, y a justo título, nada humano le será quitado. “Hijo como él era, ha aprendido por sus sufrimientos”(Hebreos 5,8) a ser dócil entre las manos del Padre y a dejarse habitar, invadir por su Espíritu”.

Aún más que el misterio de la Trinidad, para aquel que conoce la continuación del relato, es entonces el misterio de la humanidad de toda persona humana que es evocada con estas palabras: nacer, sufrir, aprender…

A medida que llegará a ser hombre, Jesús aprenderá a dejarse moldear, a formar por Dios, de tal modo, que, en consecuencia, a nuestro turno, nosotros podamos aprender lo mismo. 




Reflexión central:

1
Dios con nosotros!

Estamos a una semana de la Navidad. Es la ocasión de prepararnos para este gran acontecimiento. Lo hacemos cada día, pero no a la manera del mundo. Navidad es ante todo Jesús que llega. Él se nos une. Él viene a buscar y salvar los que están perdidos. Él quiere estar presente en medio de nosotros para hacernos entrar en comunión con Dios. Un niño ha dicho que "Jesús es el más bello regalo de Navidad".

Esta venida del salvador estaba anunciada desde antes por el profeta Isaías (primera lectura), en la época del rey Acaz, un rey muy inquieto porque los ejércitos enemigos eran un gran peligro para su territorio. Además la población de Jerusalén no cesaba de manifestar su descontento. En lugar de confiar en el Señor, Acaz clama al poderoso rey de Asiria. Y es así como comienza la escalada de la violencia. A través de las lágrimas y el sufrimiento, esto llevará el reino de David a su pérdida.

Pero Dios no se deja. Él intervendrá de una manera desconcertante por este hijo a quien se le llamará Emanuel (Dios con nosotros). Si, con nosotros, pero no con nuestros ejércitos. Este niño que esperamos no utilizará los medios poderosos de este mundo. Dios utiliza medios que no son los nuestros. Su sola fuerza es la del amor. Es de esto que nosotros debemos testimoniar en la cercanía de Navidad.

En la segunda lectura, San Pablo nos anuncia la realización de esta salvación en Jesús. Él nos describe toda la riqueza del misterio desplegado después de su nacimiento hasta su muerte y su resurrección. Él mismo, Pablo ha sido escogido por Cristo para ser su apóstol: su misión ha sido la de anunciar la salvación en Cristo Jesús en medio de las naciones paganas. Como el profeta Isaías, él se ha enfrentado a la incredulidad. Pero nada ni nadie puede impedir a Dios querer salvar el mundo. La fiesta de Navidad nos recuerda que esperamos la venida de Aquel que unificará en Él a Dios y al hombre.

 Con el Evangelio, llegamos al anuncio del nacimiento de Jesús: el relato nos es familiar y un poco parecido al relato de la Anunciación hecha a María en el evangelio de Lucas. Pero es en el evangelio de Mateo donde se relata la Anunciación del nacimiento cercano de Jesús a José: " no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo."  Al acogerla, participa en el gran proyecto de Dios que es salvar al pueblo de sus pecados. Este acontecimiento nos recuerda que Dios nos conduce a veces por caminos que no habíamos previsto. La fiesta de Navidad, llega para invitarnos a reconocer al Hijo de Dios en Jesús. Acojámoslo con confianza, porque Él es "Dios con nosotros".

En la noche de Navidad, nuestra mirada se pondrá sobre este pequeño niño nacido en condiciones miserables, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Él es el gran misterio de la fe que se contenta con darnos signos humildes. Y por lo tanto este niñito, es el Hijo de Dios. Con Él se realiza la promesa de Isaías. Es el salvador que viene, no solamente para su país Palestina sino también para el mundo entero.

Este enviado de Dios cuenta con nuestra fe y confianza. Y sobretodo, Él nos llama a cada uno de nosotros para que su mensaje sea anunciado por todo el mundo. Nuestra misión no es "hacer creer" sino de decir y de testimoniar, Él se encarga del resto, es su Espíritu Santo el que revolotea, actúa, en el corazón de aquellos que Él pone en nuestro camino. El Cardenal Eyt, arzobispo de Bordeaux en Francia, decía que "nosotros no estamos  en el  año 2019 después Jesucristo sino que llevamos 2019 años con Él".

En cada misa, Dios nos da signos para decirnos que Él es el "Emanuel" (Dios con nosotros). Cuando escuchamos su Palabra, es Él quien nos habla. Cuando vamos a comulgar, es Él quien se nos ofrece como comida. No olvidemos que Él nació en Belén (nombre que significa "la casa del pan") y que Él ha sido depositado en un pesebre. El Señor está igualmente presente en los pequeños, los pobres y los excluidos que encontramos en nuestro camino.

Navidad es Jesús que viene a nosotros. Tomémonos el tiempo para acogerlo y escucharlo lejos de los ruidos y de la agitación del mundo. Es a este precio que podremos vivir una verdadera Navidad: confiemos estos próximos días al Señor: "Señor Dios del universo, la tierra canta desde ya su alegría, tu Palabra es promesa de renovación. Nosotros te pedimos: que el anuncio de nuestra liberación nos llegue, que ella nos sostenga en la paciencia y la esperanza; y nuestras voces aclamarán tu Enviado, tu Palabra hecha carne…Amén!



2
La Anunciación a José


En nuestros templos o iglesias solemos encontrar cuadros o vitrales que evocan “La Anunciación a María”. Se ve al Ángel Gabriel que visita a María y la respuesta que ella da. Pero no encontramos nada sobre “La Anunciación a José”, nada sobre esas cosas sorprendentes que le fueron reveladas. Los evangelios no nos reportan ninguna palabra de este hombre. Y por tanto el relato que acabamos de escuchar nos dicen mucho más de lo que podemos imaginar. En esta última etapa antes de navidad, José nos enseña a escuchar. Esta es una actitud absolutamente esencial. José puede servirnos de ejemplo y puede entrenarnos en esta virtud de escuchar.

El Evangelio nos dice que « el Ángel del Señor se le apareció en sueños". Es muy común que en la Biblia se evoque los sueños. En el lenguaje bíblico, esto no tiene nada que ver con un simple “sueño” o “ilusión” o “ensueño”, es una manera rica en imágenes de decir que El Señor le ha hablado al corazón. Lo que José ha escuchado es un llamado a recibir en su casa a María, su esposa: “El niño que ella ha engendrado viene del Espíritu Santo”.

Todo esto no era fácil. Imaginemos un poco a José completamente destrozado y atormentado por lo que le sucede.  Lo que si se presentaba  fácil, era  repudiar a María.  Esto era lo conforme  a la Ley de Moisés y a la tradición. Tomar a  María  y recibirla en su casa, era no tener cuenta de los rumores malintencionados y burlones de los vecinos. Pero la Palabra de Dios ha sido más fuerte que sus reticencias.  José ha tenido el coraje de cambiar de proyecto y de hacerse el servidor de un misterio que no comprende.

José es un hombre de silencio, un hombre capaz de escuchar a Dios , de hablarle  y de cambiar su vida a la luz de la Palabra que ha escuchado. El descubre que este niño  viene de otra parte. No es su niño, no le pertenece, tampoco es de otro, al igual que no es de María. Él es el enviado de Aquel que es el “Todo Otro”. Es así como José es introducido poco a poco en la luz de un inmenso misterio que deberá un día ser proclamado a toda la creación.

He aquí una lección absolutamente esencial para nosotros cristianos  del 2016. Vivimos en un mundo ruidoso y agitado, sobretodo en esta época de fiestas, Tenemos vidas aceleradas, una cantidad de actividades donde  algunas  son  más esenciales que las otras. Hoy, José nos enseña a escuchar lo que pasa en nosotros, a hacer la experiencia y la evaluación, a tomar distancia para acoger una Palabra que viene de otra parte. A veces es difícil escuchar, centrarnos, recogernos ya que tenemos la tendencia a hablar mucho, pero la mayoría de las veces para no decir nada importante. No podremos escuchar al Señor hablándole a nuestro corazón si no sacamos momentos para el silencio y el recogimiento.

Sí, es absolutamente necesario encontrar esos momentos de silencio para escuchar al Señor. Muchos lo hacen a su manera. Son numerosos cada vez más, aquellos que se detienen y entran a una iglesia. Para algunos es un poco de turismo o de cultura. Nosotros no hemos de juzgar lo secreto de sus corazones. Otros se detienen  para meditar en un monasterio, una hora, uno o muchos días. Ellos vienen a escuchar el silencio creado por los monjes, un silencio habitado por la presencia del señor, una presencia celebrada  cada día y cada noche en la oración.

Es esencial, muy importante tomar  el tiempo de callar, de silenciarse, para poder escuchar  si se quiere permanecer y gustar la experiencia de ser humano. Pues es en  el silencio que Dios habla a nuestro corazón por el Espíritu Santo. En otras circunstancias se nos dice también que la vida cristiana no puede concebirse sin un compromiso decidido contra la miseria, la injusticia y la violencia que degradan el ser humano y desfiguran el proyecto del amor de Dios sobre la humanidad. Hoy, descubrimos que no podemos ser cristianos sin un compromiso determinado por volver a encontrar el camino del corazón.

En este periodo del Adviento, descubrimos que para  preparar la Navidad  es necesario primero dedicar tiempo para silenciarnos, para la oración, la lectura del evangelio. Como José, escuchamos  una palabra y aprendemos a ser dóciles ante lo que Dios nos sugiere. Como él, estamos invitados a hacernos los servidores de un misterio que nos supera. Todo el evangelio nos dice que el Señor nos conduce por caminos que no habíamos previsto. Pero las palabras que Él nos dirige son Palabras de Vida eterna.

En unos días, festejaremos el aniversario del nacimiento de Jesús. Pero recordemos que la Navidad no es solamente el recuerdo de un suceso de otro tiempo. Es hoy cuando el Señor nos tiende la mano y nos pide acogerlo. “No había lugar para Él  en el hospedaje de Belén”. Nos corresponde a nosotros hoy  decidir si le hacemos un lugar en nuestra vida. Tomemos el tiempo de escucharlo, lejos del ruido y de la agitación de este mundo. Es de este modo que podremos vivir una Feliz Navidad.


OBJETIVOS DE VIDA PARA LA SEMANA

1.    Busco un tiempo de acá a la navidad para meditar y orar ante el pesebre.

2.    Contemplo a María y a José que son a la espera de Aquel que Dios les ha prometido.


3.    En mi oración pido a Dios, tener para el bebé que va a nacer, una acogida generosa igual a la de José, quien no tuvo miedo de llevarse a su casa a María y al niño.



ORACIÓN-MEDITACIÓN

Señor Dios, Tú nos has ofrecido este tiempo del Adviento
para preparar nuestros corazones y acoger tu Hijo, El Emmanuel.
Tu palabra que hemos escuchado atentamente nos invita a la conversión.
La necesidad de este cambio interior se observa con más profundidad hoy,
puesto que para asegurar nuestras vidas, 
nosotros tendemos como el Rey Acaz
a poner la confianza en alianzas humanas.

La falta de fe nos impide apoyarnos únicamente en Ti 
y abandonarnos entre tus manos.
La verdad es que al alejarnos de Ti, 
nosotros nos alejamos de la verdadera Vida y del Verdadero Amor.

Danos hoy el corazón de José
para que lleguemos a ser “justos”, 
que seamos personas que viven constantemente de tu Palabra
y que se alegran plenamente, al vivir de acuerdo a tu Voluntad,
puesto que solo manteniendo esta actitud de apertura hacia Ti,
es Como nosotros sabremos acoger en la Fe a tu Hijo, 
el Emmanuel, que tu das al mundo.

Que tu Espíritu nos conduzca  siempre a crear cada vez más 
 en nuestra existencia más espacio para el Niño de la Navidad,
de manera que lleguemos a ser más compasivos y amemos a los otros
hasta el final  como tu Hijo lo ha hecho.

Nosotros queremos comprometernos 
en nuestro ambiente de vida y de trabajo,
a realizar gestos y actos de solidaridad en  esta Navidad
y a lo largo de todo el nuevo año que llega.

Permítenos Padre, vivir como Pablo en la Acción de gracias 
por la Buena Noticia del nacimiento de tu Hijo,
y que  como él, anunciemos este mismo mensaje 
en nuestros círculos de vida.
Así tu nombre será glorificado en todo lugar.
Amén!






Referencias bibliográficas:

http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

http://betania.es (para el texto del evangelio)

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus

http://dimancheprochain.org

http://mystereetvie.com


Pequeño Misal "Prions en Eglise", Novalis, Québec. 2010-2013

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