martes, 3 de septiembre de 2019

4 de septiembre del 2019 miércoles de la 22a semana del Tiempo Ordinario


(Carta a los Colosenses 1, 1-8) Estamos bien  lejos del entusiasmo de los orígenes del cristianismo. Nuestra Iglesia de hoy parece agotarse, desanimarse, sobre todo en los países europeos y o del norte. Y por lo tanto, la Buena Noticia, sigue presente en ella, lista para irradiar. Entonces, pongamos un poco de fe y sobre todo de audacia y de creatividad como en los orígenes!




Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,1-8):

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre. En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios. Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para con vosotros, el cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 51,10.11

R/. Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás

Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás. R/.

Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.» R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,38-44):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Palabra del Señor

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Por qué leer la Carta a los Colosenses?

La fe hace diferencia? La Carta pone a la luz a Cristo en todo su esplendor y su poder. Es Él quien nos acompaña en la realidad de nuestra vida cotidiana! Cristo nos posibilita vivir una vida transformada, a la altura de lo que se nos dice de Él. Una vida que vale la pena ser vivida!
Pablo nunca vino, no estuvo en Colosas, pero su compañero Epafras quien es nombrado en la introducción que leemos hoy, y originario de la ciudad, es quien ha hecho conocer la Buena Noticia de Cristo.
En el fragmento inttroductorio de la carta que leemos hoy, se nos muestra además que Pablo ha sido escogido y enviado por Dios, pero él no está solo! Todos los que están unidos por la fe en Cristo son hermanos, así como es hermano Timoteo su compañero de ruta y los creyentes de Colosas,  los destinatarios de la carta.


Sanar, curar…y aún más todavía…

El Evangelio de este día en el que contemplamos a Cristo sanando, nos impulsa a dar gracias a Dios por todos aquellos que nos lo dieron a conocer y nos lo siguen dando a conocer: Epafras en la 1a lectura, en otrora, y hoy el papa Francisco…


Oración:

Señor Dios nuestro:
Te damos gracias hoy por Jesús, tu Hijo.
Él vino para sanar nuestras heridas
y para ponernos en marcha en el camino
hacia ti y hacia los hermanos.


Ayúdanos en nuestros torpes intentos
de seguir buscando a Cristo, aun a tientas y tropezando.
Y ayúdanos también
a hacer que su evangelio de esperanza y amor
sea una realidad en medio de nosotros;
y que esto sea como la Buena Noticia
de que tu Hijo está vivo entre nosotros
y de que él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.

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