(Lucas 10, 21-24) Para descubrir la sabiduría de Dios, nuestros maestros no son los
sabios sino los pequeños, ya que ellos acogen en toda confianza a Jesús y su
mensaje de amor.
Lectura del Profeta
Isaías:
Isaías 11: 1 -
10
1 Saldrá un vástago del tronco
de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
2 Reposará sobre él el
espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y
fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh.
3 Y le inspirará en el temor
de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
4 Juzgará con justicia a los
débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre
cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.
5 Justicia será el ceñidor de
su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.
6 Serán vecinos el lobo y el
cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro
pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.
7 La vaca y la osa pacerán,
juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.
8 Hurgará el niño de pecho en
el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la
mano.
9 Nadie hará daño, nadie hará
mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de
Yahveh, como cubren las aguas el mar.
10 Aquel día la raíz de Jesé que estará
enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será
gloriosa.
****
Lectura del evangelio
Según San Lucas 10,21-24
21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te
alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas
de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre,
porque así te agradó.
22 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;(L) y nadie conoce
quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo,(M) y aquel
a quien el Hijo lo quiera revelar.
23 Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los
ojos que ven lo que vosotros veis;
24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que
vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
***
Reflexión:
YO ME ACUERDO…
Para los judíos,
la memoria es importante. Al hacer memoria de las intervenciones de Dios
por ellos en el pasado, ellos retoman confianza y dirigen su mirada hacia
el futuro. Ellos se dicen: « Recuerda lo que el Señor ha hecho en otro
tiempo. Puesto que el Señor ha hecho esto por nosotros en el pasado, Él no
nos dejará caer ni hoy ni mañana ».
Nosotros que somos
cristianos también tenemos memoria. Mas lo que estimula nuestra fe no es el
recuerdo de los hechos pasados, sino tener presente constantemente lo que va a
venir. Nosotros hacemos memoria del futuro, de la venida de Cristo, de su
Parusía (manifestación definitiva en el tiempo). Nosotros decimos: « Recuerda
lo que viene! Cristo viene para culminar (consumar) su Pascua, Él viene para
llevarnos consigo, para que todos estemos con el Padre para siempre ».
Y puesto que la
venida o revelación definitiva de Jesús, su Parusía se acerca (ya
llega) levantemos la cabeza, tengamos confianza en el mañana y superaremos, sin importar, cualquier dificultad. El Señor no nos fallará nunca. Al seguir tras
sus huellas, los cristianos tienen la responsabilidad de transmitir el gusto por
lo que viene, por el mañana!
Un Mesías para todos
los pueblos
Y estamos aquí, con
la primera lectura de hoy, sumergidos en la plena espera mesiánica, con la
figura emblemática de un “vástago” salido del tronco de Jesé, padre de David. Todo
está contenido ahí: ascendencia davídica y real, plenitud del Espíritu, hombre
de palabra, de justicia, de compasión y de paz. Isaías hace eco de las
esperanzas mesiánicas de su comunidad, pero es él también, entre todos los
profetas, quien más ha contribuido a elaborar estas esperanzas. Con razón es
llamado “el quinto evangelista” o sea dador de buenas nuevas.
El oráculo del
profeta con respecto a la raíz de Jesé desborda completamente el horizonte
estrictamente nacionalista de los habitantes de Jerusalén y de la
comunidad judía del siglo VIII antes de Cristo. Desde ya, el gran profeta
extiende la perspectiva en la salvación a todas las naciones: la raíz de Jesé
se erguirá “como un estandarte para todos los pueblos”.
El evangelio de hoy
nos muestra cómo Jesús “bajo la acción del Espíritu Santo”, se regocija de la
manera como el Padre ha decido revelarse: no con un gran estallido de poder, sino a través de la
humildad del corazón de los “más pequeños” que saben reconocer su bondad. Este
Dios no se concibe ni se quiere mostrar conquistador, sino servidor de los más
pequeños y de los más pobres.
2
Dirigiéndose
a los discípulos en privado, dijo: “Bienaventurados los ojos que ven lo que
ustedes ven. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver
lo que veis, pero no lo vieron, y oír lo que oís, pero no lo oyeron ”.
Lucas 10: 23-24
¿Qué
vieron los discípulos que hizo que sus ojos "fueran bendecidos"? Claramente,
fueron bendecidos al ver a nuestro Señor. Jesús era el prometido por los
profetas y reyes de la antigüedad y ahora estaba allí, en carne y hueso,
presente para que los discípulos lo vieran. Aunque no tenemos el privilegio
de "ver" a nuestro Señor de la misma manera que lo hicieron los
discípulos hace unos 2.000 años, tenemos el privilegio de verlo de innumerables
formas en nuestra vida diaria, si solo tenemos "ojos que ven" y oídos
para oír.
Desde
el momento de la aparición de Jesús en la Tierra, en la carne, muchas cosas han
cambiado. Los apóstoles fueron finalmente llenos del Espíritu Santo y
enviados en una misión para cambiar el mundo. Se estableció la Iglesia, se
instituyeron los sacramentos, se ejerció la autoridad pedagógica de Cristo e
innumerables santos han dado testimonio de la Verdad con sus vidas. Los
últimos 2000 años han sido años en los que Cristo se manifestó continuamente al
mundo de innumerables formas.
Hoy,
Cristo todavía está presente y continúa ante nosotros. Si tenemos los ojos
y los oídos de la fe, no lo dejaremos de ver día tras día. Veremos y
entenderemos las innumerables formas en las que Él nos habla, nos guía y nos
guía hoy. El primer paso hacia este don de vista y oído es su deseo. ¿Deseas
la Verdad? ¿Deseas ver a Cristo? ¿O estás satisfecho con las muchas
confusiones de la vida que buscan distraerte de lo que es más real y que más
cambia tu vida?
Reflexiona
hoy sobre tu deseo. Los profetas y reyes de la antigüedad “deseaban” ver
al Mesías. Tenemos el privilegio de tenerlo vivo en nuestra presencia hoy,
hablándonos y llamándonos continuamente. Fomenta en ti el deseo de nuestro
Señor. Deja que se convierta en una llama ardiente que anhele consumir
todo lo verdadero y todo lo bueno. Desea a Dios. Desea Su Verdad. Desea
Su mano guiadora en tu vida y permítele que te bendiga más allá de lo que
puedas imaginar.
Mi
divino Señor, sé que estás vivo hoy, hablándome, llamándome y revelándome Tu
gloriosa presencia. Ayúdame a desearte y, dentro de ese deseo, a volverme
a Ti con todo mi corazón. Te amo, mi Señor. Ayúdame a amarte más. Jesús,
en Ti confío.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones