19 de mayo del 2019: Quinto domingo de Pascua (C)
Moniciones:
1. Misa para clausurar la semana de oración
por la familia:
Hoy,
Quinto Domingo de Pascua, después del Domingo del Buen Pastor, la Liturgia nos
vuelve a centrar en el Señor Jesús que nos deja su mandamiento nuevo de amarnos
los unos a los otros como él nos ha amado.
Siempre la Eucaristía es celebración
del Amor total de Dios por nosotros en la persona de su Hijo Jesucristo que se
entregó a la muerte de Cruz por amor a nosotros y por nuestra salvación. Por lo
tanto, la Eucaristía es Amor celebrado y Amor compartido. Dispongámonos con fe
a participar fructuosamente de nuestra eucaristía dominical.
2.
La
eternidad del amor
El
Evangelio del Amor es el eje de la liturgia de este domingo de Pascua. Volvemos
la mirada hacia el Jueves Santo, a la mesa de la Última Cena, donde el
mandamiento del amor contrasta con el egoísmo de Judas. Por eso, imploramos al
Señor que nos ayude a dar frutos abundantes de amor y alcanzar la vida eterna,
a la que se accede al final de la vida cuando seamos juzgados por el amor. Ese
amor lo entregaron Pablo y Bernabé, dedicados a la primera misión en tierras
que no conocían la Palabra de Dios, y es lo que contaron a los hermanos que los
habían enviado. Ese amor es el que permanece para siempre, porque Dios es
eterno amor y es capaz de dar consuelo a los afligidos y dolidos por el luto,
el llanto y el sufrimiento. Jesús es el que hace nuevas todas las cosas por
medio del amor. Este camino estrecho deberemos andar en nuestro país y en
nuestra Iglesia, que clausura hoy la Semana de la familia, y hemos de volver la mirada a sus orígenes para ser “una comunidad cuya identidad sea la pasión por la verdad y
el compromiso por el bien común”.
Primera
lectura
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (14,21b-27):
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Palabra de Dios
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
144,8-9.10-11.12-13ab
R/. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
R/. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Segunda
lectura
Lectura
del libro del Apocalipsis (21,1-5a):
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acamparé entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»
Palabra de Dios
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acamparé entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35):
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
Palabra de Señor
A guisa de introducción:
La
concreción del amor
Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen unos a otros... Como yo les he amado. Escuchando el mandamiento
nuevo de Jesús podemos preguntarnos :
Ha cambiado algo la situación
porque los discípulos de Jesús han vivido durante veinte 20 siglos el
mandamiento del amor?
Jesús dice que Él hace nuevas
todas las cosas. A veces nuestra percepción es que todo está igual que siempre;
que nuevo, lo que se dice nuevo, no hay mucho.
¿Qué ha sido del mandato del
amor, ámense como yo les he amado?
¿Pueden los demás apreciar que somos
discípulos de Jesús porque nos amamos como él ama?
Cuando el libro del
Apocalipsis nos dice hoy que Jesús hace nuevas todas las cosas, debemos pensar
si nosotros colaboramos en algo o si estamos más bien empeñados en que
"todo siga como siempre".
El hermoso mandato del Señor, amarnos
los unos a los otros, no puede ser únicamente una indicación bonita,
pero sin concreción en nuestra vida.
Éste es el camino de los
discípulos: amarnos, amarnos unos a otros, amarnos como Él nos amó.
¿Cuáles son las oportunidades
que tenemos cada día para bajarnos de nuestro egoísmo y vivir el amor? El
camino de cada día nos ofrece múltiples posibilidades para que veamos los
cielos nuevos y la tierra nueva. Sólo el amor lo logrará.
Aproximación psicológica al texto
del Evangelio:
Ámense
los unos a los otros, tal como yo los he amado!
El amor es una dimensión
esencial de nuestra vida, tremendamente personal e íntima.
Hay tantos tipos y estilos de amor como personas. Cada uno de nosotros posee un modo propio de amar; un modo que habitualmente hemos aprendido en nuestro entorno familiar. Por lo mismo, el amor cristiano no es cualquier tipo de amor, sino un amor como el de Jesús.Al estilo del amor que podemos aprender de Jesús.
Jesús no nos pide simplemente que amemos, así de modo general, sino que nos pide que amemos tal como Él nos ha amado. Por lo mismo, los creyentes necesitamos tener una mirada contemplativa de Jesús, a fin de percibir el estilo y la calidad de su amor. A fin de dejarnos enseñar en el amor, de ponernos a los pies de Jesús para aprender su modo de amar. Y el camino fundamental para aprender su modo de amar es dejarnos amar por Dios.
Necesitamos la valentía de la fe que nos hace capaces de reconocer y acoger el amor de Dios en nuestra propia vida. Su amor educa nuestra capacidad de amar.
En este tiempo estamos invitados por el papa Francisco a superar la cultura del abuso y reemplazarla por una cultura del cuidado y protección de cada ser humano. Estamos llamados a aprender un modo de relacionarnos en el cual cada persona sea valorada por sí misma, respetada en su originalidad y protegida de toda agresión y daño.
Para construir esta cultura nueva es indispensable mirar a Jesús y contemplar su modo de relacionarse con las personas, contemplar su modo de entablar vínculos de amor para aprender de él un nuevo modo de amar. En este momento eclesial y social estamos desafiados a ahondar nuestra capacidad de amar, pero por sobre todo a mejorar la calidad de nuestro amor.
Hay tantos tipos y estilos de amor como personas. Cada uno de nosotros posee un modo propio de amar; un modo que habitualmente hemos aprendido en nuestro entorno familiar. Por lo mismo, el amor cristiano no es cualquier tipo de amor, sino un amor como el de Jesús.Al estilo del amor que podemos aprender de Jesús.
Jesús no nos pide simplemente que amemos, así de modo general, sino que nos pide que amemos tal como Él nos ha amado. Por lo mismo, los creyentes necesitamos tener una mirada contemplativa de Jesús, a fin de percibir el estilo y la calidad de su amor. A fin de dejarnos enseñar en el amor, de ponernos a los pies de Jesús para aprender su modo de amar. Y el camino fundamental para aprender su modo de amar es dejarnos amar por Dios.
Necesitamos la valentía de la fe que nos hace capaces de reconocer y acoger el amor de Dios en nuestra propia vida. Su amor educa nuestra capacidad de amar.
En este tiempo estamos invitados por el papa Francisco a superar la cultura del abuso y reemplazarla por una cultura del cuidado y protección de cada ser humano. Estamos llamados a aprender un modo de relacionarnos en el cual cada persona sea valorada por sí misma, respetada en su originalidad y protegida de toda agresión y daño.
Para construir esta cultura nueva es indispensable mirar a Jesús y contemplar su modo de relacionarse con las personas, contemplar su modo de entablar vínculos de amor para aprender de él un nuevo modo de amar. En este momento eclesial y social estamos desafiados a ahondar nuestra capacidad de amar, pero por sobre todo a mejorar la calidad de nuestro amor.
¿Estoy viviendo y amando tal
como Jesús me ha amado?
Cuando alguien mira nuestra comunidad, ¿puede reconocernos como discípulos de Jesús por el amor que nos une?
Los Apóstoles exhortaban a la comunidad a perseverar en su fe en medio de las tribulaciones. ¿Cuáles han sido o están siendo mis mayores tribulaciones? ¿Qué elementos me ayudan a perseverar en la fe?
Cuando alguien mira nuestra comunidad, ¿puede reconocernos como discípulos de Jesús por el amor que nos une?
Los Apóstoles exhortaban a la comunidad a perseverar en su fe en medio de las tribulaciones. ¿Cuáles han sido o están siendo mis mayores tribulaciones? ¿Qué elementos me ayudan a perseverar en la fe?
En este domingo, en que el
Señor nos entrega el mandamiento del amor, pidamos la gracia de unirnos al esfuerzo
de todos los hombres para construir una sociedad más justa, una patria
reconciliada, la civilización del amor.
Reflexión (1)
Que perviva el amor a pesar de todo
En este
quinto domingo de Pascua, la Iglesia nos propone un pequeño texto del discurso
de Jesús la tarde del jueves santo. El contexto es doloroso. Cristo acaba
de anunciar su muerte y su resurrección a sus discípulos.
Durante 3 años,
ellos han vivido una bella experiencia con Jesús. Y es justo ahora que ellos se
dan cuenta que todo va a terminarse. Ahora, para Cristo la muerte no es el fin
de todo sino un paso. El abre un camino y los invita a seguirle. A través de
sus Palabras, Él quiere transmitirles confianza y sobretodo prepararlos
para la misión que viene.
Y así será,
más tarde ellos serán enviados para anunciar el evangelio (la Buena Nueva) al
mundo entero. Este evangelio, nos muestra un Dios apasionado de amor por toda
la humanidad. Este mundo impregnado de tanta violencia, el Señor quiere sanarlo
y salvarlo.
Al recibir
el sacramento del bautismo, nosotros somos sumergidos en ese océano de amor que
está en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto cambia toda la vida de los
creyentes. En adelante, ellos no pueden vivir más en el egoísmo ni en la
violencia. Al entrar a la gran familia de Dios, los bautizados estamos llamados
a vivir como lo que somos: Hijos de Dios.
Ahora, la
cuestión es, ¿cómo saber si nosotros somos verdaderos discípulos de Cristo? La
última frase del evangelio de hoy nos da la respuesta: “El signo de que ustedes son mis discípulos es el amor que
ustedes tengan los unos por los otros”.
Veamos aquí
nuestra marca distintiva. Los ritos, las instituciones, los sacramentos, están subordinados a
ello, y no tienen otra función que de mantener y expresar el amor que nosotros
nos tenemos los unos a los otros.
El
mandamiento del amor no es nuevo en sí. El constituye uno de los elementos
fundamentales de la tradición bíblica: “Tu
amaras tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19,18). Lo que es nuevo, es la
manera como Jesús expresa este amor:
“Ámense los unos los a los otros como yo los he amado”.
Es decir,
un amor sin límite, un amor que llega hasta dar la vida por el otro.
Recordemos
la historia del padre polaco Maximiliano Kolbe (modelo de sacerdocio y de
santidad para nuestros días): En el campo de concentración nazi, donde él estaba,
un prisionero había acabado de evadirse. Las represalias son terribles: diez de
sus compañeros detenidos son condenados a morir en el bunker del hambre. El
padre Maximiliano Kolbe decide morir, intercambiándose con uno de los
condenados que lloraba junto a su mujer y sus hijos. El padre Kolbe entonces se
suma a los condenados y les ayuda a morir cantando las alabanzas del Señor. A
través de este testimonio y muchos otros, nosotros vemos cuanto el amor es más
fuerte que el odio.
Ahora, el
amor fraternal no es muy evidente que digamos en el seno de nuestras
comunidades. La historia nos enseña que los cristianos han sido violentamente
separados por cuestiones más o menos importantes de teología, dogma, liturgia,
por política, etc. Desde las primeras divisiones (separaciones, cismas),
desde los primeros conflictos sobre la concepción de la verdad, los cristianos
se han peleado entre ellos y estas disputas están presentes todavía hoy. Ha
habido los conflictos entre Roma y Constantinopla, ha habido las cruzadas,
las guerras de religiones, las numerosas excomuniones, la cacería de brujas,
los abusos del poder, las muertes y genocidios de la colonización, los
desacuerdos o malentendidos entre ortodoxos, católicos y protestantes.
Los países
de Europa se separaron, perdieron su unidad en el nombre (por causa) de la
religión, lo que causó la muerte de millones de personas. El fanatismo
religioso ha llevado a atrocidades terribles…en el nombre de Dios.
En el plan
individual y o personal, el mismo tipo de divisiones nos afectan y nos dividen.
Nuestros amores son frágiles y arriesgan de no ser sólidos y consistentes en
los momentos de prueba, en los momentos difíciles y dolorosos. Nuestras
familias no están libres de esta crisis. Muchos hermanos y hermanas que se
entendían bien de un momento a otro no se hablan más; gran cantidad de parejas
juntas por muchos años se separan y a veces se persiguen delante los
tribunales. Los amigos de vieja data se evaporan y no se frecuentan
(visitan) más. La indiferencia, el egoísmo, la violencia, hacen parte de
nuestros comportamientos.
El amor del
cual nos habla y nos propone Cristo, es una fuente de agua viva que hace
surgir una nueva primavera. Es un bálsamo que sana las heridas. Este amor es
difícil, profundo, fiel, un amor más fuerte que el odio, más fuerte que la
injusticia y más fuerte que la muerte. Y él es nuevo, porque va hasta el final:
“Ámense los unos a los otros como yo les
he amado”
Este
mandamiento se constituye como la única obligación de la nueva alianza. Todo el
resto es secundario y en función de esta misión que nos confía Cristo. “Ellos sabrán que ustedes son mis
discípulos, si ustedes se aman los unos a los otros”.
Lo más
importante en la Iglesia no son las leyes, las instituciones, los mecanismos de
organización, ni los dogmas ni las tradiciones. No son tampoco las oraciones,
el diezmo, la limosna, la cruz sobre la pared de la casa o la estatua y o la
estampilla de la Virgen. Todo eso es importante, pero lo que es
absolutamente esencial es el amor que nosotros tenemos los unos por los
otros. Ese es el distintivo por el cual los cristianos pueden ser
reconocidos. Ese es el mandamiento nuevo que Cristo nos ha dejado de
herencia.
Cada domingo,
después de la consagración, nosotros oramos para que este amor nuevo se realice
en nosotros. En la plegaria eucarística Número III, decimos “para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo
cuerpo y un solo espíritu”.
Esta clase
de amor, o mejor, esta forma de amar a la manera de Cristo, nosotros la podemos
palpar, vemos que es posible vivirla en nuestro mundo. Cada uno podría dar
ejemplos que todos conocemos:
- Padres de
familia que durante años rodean de amor y de afecto un hijo con discapacidad,
incapaz de cuidarse a sí mismo.
- Hijos que
se ocupan y se preocupan de sus padres ya ancianos (no autónomos) y que los
visitan regularmente y les ayudan económicamente.
- Gente que
consagra una parte de su tiempo a hacer trabajo benévolo y o voluntario,
visitando enfermos, acompañando a los ancianos, ayudando a los que no pueden
valerse por sí mismos.
- Personas
que aceptan vivir con los más pobres y marginados de nuestro país y en otros
países del mundo.
- Gente que
trabaja con Amnistía Internacional, la cruz roja, médicos sin fronteras.
-
Voluntarios que dan su tiempo y dinero para ayudar en las situaciones de desastres
naturales, de tragedias de cualquier tipo, un poco por todo el mundo, etc.
Este amor
mutuo se traduce de mil maneras en la vida de todos los días: en la escucha, en
la acogida, en la atención al otro, en el servicio a los más débiles, en la
compasión, en el perdón, en la misericordia, etc.
Este amor
se traduce también en los actos comunitarios en favor del bien común, en la
lucha por los derechos de las personas, en la búsqueda de la justicia social,
de la mejor repartición de los bienes, de una vida más digna y o de mejor calidad,
de un ambiente o aire más puro y sano, en la lucha contra todo racismo e
indiscriminación, etc.
Amándonos
los unos los otros como Cristo nos ha amado, participamos en la construcción de
la ciudad nueva, la ciudad, donde no habrá ni muerte, ni lágrimas, ni dolor, ni
violencia, ni guerra, ni explotación.
2.
DIOS
ES NOVEDAD.
1.–
JESÚS NOS DA UN MANDAMIENTO NUEVO. (Evangelio)
Es interesante conocer el contexto inmediato. Las palabras que anteceden son éstas:” hijitos míos, qué poco me queda de estar con vosotros”. Sabemos que, en arameo, la lengua que hablaba Jesús, no había diminutivos. ¿Cómo se puso esta palabra en diminutivo al traducirla al griego? Dicen los comentaristas: Juan, el testigo de los hechos, no sólo quiso traducir la palabra sino el tono, la emoción, la ternura que puso al pronunciarla. Jesús, en estos momentos tan emocionantes se sintió de una manera especial,” Revelador del Padre”. Y, en los últimos instantes de su vida, quiso entregarnos todo el cariño del Padre que tenía acumulado a lo largo de su existencia.
En este mandamiento nuevo se concentran y se funden el mandamiento del amor al Padre y el mandamiento del amor a los hermanos.
La muerte de Cristo es “para demostrar al mundo que yo amo al Padre” (Jn. 14,31). Y para demostrar al mundo lo que yo amo a los hombres: «Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él” (Jn. 15,13).
La novedad consiste en que debemos amarnos con este mismo amor que Cristo nos ama. Aquí está la gran revolución del mundo. La energía, la fuerza de este amor es irresistible ante cualquier obstáculo. Y, sin embargo, como se lamentaba el Papa San Juan XXIII, “a veinte siglos de distancia, el mandamiento nuevo sobre el amor, lo tenemos los cristianos todavía sin estrenar”.
Es interesante conocer el contexto inmediato. Las palabras que anteceden son éstas:” hijitos míos, qué poco me queda de estar con vosotros”. Sabemos que, en arameo, la lengua que hablaba Jesús, no había diminutivos. ¿Cómo se puso esta palabra en diminutivo al traducirla al griego? Dicen los comentaristas: Juan, el testigo de los hechos, no sólo quiso traducir la palabra sino el tono, la emoción, la ternura que puso al pronunciarla. Jesús, en estos momentos tan emocionantes se sintió de una manera especial,” Revelador del Padre”. Y, en los últimos instantes de su vida, quiso entregarnos todo el cariño del Padre que tenía acumulado a lo largo de su existencia.
En este mandamiento nuevo se concentran y se funden el mandamiento del amor al Padre y el mandamiento del amor a los hermanos.
La muerte de Cristo es “para demostrar al mundo que yo amo al Padre” (Jn. 14,31). Y para demostrar al mundo lo que yo amo a los hombres: «Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él” (Jn. 15,13).
La novedad consiste en que debemos amarnos con este mismo amor que Cristo nos ama. Aquí está la gran revolución del mundo. La energía, la fuerza de este amor es irresistible ante cualquier obstáculo. Y, sin embargo, como se lamentaba el Papa San Juan XXIII, “a veinte siglos de distancia, el mandamiento nuevo sobre el amor, lo tenemos los cristianos todavía sin estrenar”.
2.–
JESUS NOS ABRE UN CAMINO NUEVO PARA LA FE (1ª lectura).
Después de la Resurrección, los apóstoles, en especial Pablo, caen en la cuenta de que esta “maravillosa noticia” no se podía quedar sólo para el pueblo judío. Y abrieron la puerta de la fe a todos los paganos. Jesús había dicho: «Cuando yo sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí” (Jn. 12,32). Cristo, muriendo en la Cruz, ha escrito en la cima de ese monte la carta más bella sobre el amor. No se trata de un amor sentimental, pasajero, superficial. Se trata del amor de donación, del amor gratuito, del amor de excelencia.
Los primeros cristianos fueron creadores, fueron capaces de traspasar la fe a un mundo pagano. La razón es que creyeron “en la fuerza del amor”. El amor auténtico siempre es atractivo, seductor. Y los primeros cristianos, entusiasmados por ese amor, supieron seducir y atraer a los paganos al mundo fascinante del amor de Jesús. !Mirad cómo se aman!. La gente se quedaba embelesada por esa nueva manera de amarse.
Los cristianos del siglo XXI, ante el paganismo reinante, ¿qué hacemos? ¿En qué nos entretenemos? ¿Por qué no vamos a la raíz de nuestros males y estrenamos el maravilloso camino que Jesús nos dejó? ¡ AMAOS COMO YO OS HE AMADO!
Después de la Resurrección, los apóstoles, en especial Pablo, caen en la cuenta de que esta “maravillosa noticia” no se podía quedar sólo para el pueblo judío. Y abrieron la puerta de la fe a todos los paganos. Jesús había dicho: «Cuando yo sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí” (Jn. 12,32). Cristo, muriendo en la Cruz, ha escrito en la cima de ese monte la carta más bella sobre el amor. No se trata de un amor sentimental, pasajero, superficial. Se trata del amor de donación, del amor gratuito, del amor de excelencia.
Los primeros cristianos fueron creadores, fueron capaces de traspasar la fe a un mundo pagano. La razón es que creyeron “en la fuerza del amor”. El amor auténtico siempre es atractivo, seductor. Y los primeros cristianos, entusiasmados por ese amor, supieron seducir y atraer a los paganos al mundo fascinante del amor de Jesús. !Mirad cómo se aman!. La gente se quedaba embelesada por esa nueva manera de amarse.
Los cristianos del siglo XXI, ante el paganismo reinante, ¿qué hacemos? ¿En qué nos entretenemos? ¿Por qué no vamos a la raíz de nuestros males y estrenamos el maravilloso camino que Jesús nos dejó? ¡ AMAOS COMO YO OS HE AMADO!
3.–
JESÚS NOS ANUNCIA UN NUEVO CIELO, UNA NUEVA CIUDAD, BELLA COMO UNA NOVIA QUE SE
ADORNA PARA SU NOVIO (Segunda lectura).
Lo peor que nos está pasando a esta generación es que, con el apagón de la fe, se nos está eclipsando la esperanza en un mundo futuro.
Hay muchos cristianos, incluso que van a Misa, y tienen muchas dudas en su futura resurrección.
San Juan, cuando describe la Nueva Jerusalén con esas imágenes tan vivas, tan evocadoras, tan sugerentes, está copiando lo que sucede en la liturgia de la tierra, con esas celebraciones tan vivas, tan alegres, tan radiantes, tan entusiastas.
En cada celebración recordaban la Resurrección del Señor y avivaban su esperanza con un grito MARANATHA=VEN, SEÑOR JESUS.
Para San Juan de la Cruz, lo que separa el cielo de la tierra no es un muro sino “una tela transparente”. No se ve todavía el cielo pero se trasparenta. Y la muerte sólo consiste en “romper la tela de ese dulce encuentro”.
Hemos vaciado de contenido nuestra fe y nuestra esperanza. Hay que volver a un encuentro vivo con Jesús y con la mejor tradición. Así acaba San Agustín su famoso libro de la Ciudad de Dios: “Allí veremos, alabaremos, amaremos, gozaremos, en un fin que no tendrá fin".
Lo peor que nos está pasando a esta generación es que, con el apagón de la fe, se nos está eclipsando la esperanza en un mundo futuro.
Hay muchos cristianos, incluso que van a Misa, y tienen muchas dudas en su futura resurrección.
San Juan, cuando describe la Nueva Jerusalén con esas imágenes tan vivas, tan evocadoras, tan sugerentes, está copiando lo que sucede en la liturgia de la tierra, con esas celebraciones tan vivas, tan alegres, tan radiantes, tan entusiastas.
En cada celebración recordaban la Resurrección del Señor y avivaban su esperanza con un grito MARANATHA=VEN, SEÑOR JESUS.
Para San Juan de la Cruz, lo que separa el cielo de la tierra no es un muro sino “una tela transparente”. No se ve todavía el cielo pero se trasparenta. Y la muerte sólo consiste en “romper la tela de ese dulce encuentro”.
Hemos vaciado de contenido nuestra fe y nuestra esperanza. Hay que volver a un encuentro vivo con Jesús y con la mejor tradición. Así acaba San Agustín su famoso libro de la Ciudad de Dios: “Allí veremos, alabaremos, amaremos, gozaremos, en un fin que no tendrá fin".
OBJETIVOS
DE VIDA PARA LA SEMANA:
1. Me
doy tiempo para decir a miembros de mi familia “yo te amo”.
2. Me
pregunto sobre mis compromiso cristiano-católico (de bautizado) en mi ambiente
de vida y de trabajo
3. Me
acerco a alguien que vea en la misa con frecuencia, le hablaré y trato de
entablar una relación de amistad con ella.
ORACIÓN
UNIVERSAL
(Extraída del folleto “Semana de la familia, del CELAM 2019)
Presidente: oremos hermanos a Dios nuestro Padre y
digámosle con fe:
R. Padre de Amor, llénanos del amor de tu
Hijo.
1.
Oremos por el santo Padre, por los sacerdotes y por los diáconos para lleven a
todos los pueblos el amor de Cristo que se les ha confiado transmitir.
2.
Oremos por los dirigentes de las naciones para amen a sus pueblos y promuevan
la justicia, la paz, el desarrollo y la dignidad de todas las personas.
3.
Oremos por las familias para que sean escuelas en donde se cultive el auténtico
amor y para que con valentía imiten el amor vivido por la Sagrada Familia de
Jesús, María y José.
4.
Oremos por todos los enfermos, por los privados de la libertad y por todos los
que sufren para que experimenten el amor de Dios en Jesucristo y con Él
transformen su sufrimiento en fuente de bendición para ellos y para muchos más.
5. Oremos por las familias, para que logren
llevar el don del amor buscando siempre la perfección y la Santidad
6.
Oremos por todos los aquí presentes para que Jesús nos inflame con su amor y
vivamos la auténtica fraternidad cristiana que él nos pidió vivir.
En un momento de silencio
presentemos al Padre intenciones particulares.
Oración
conclusiva
Escucha
Padre de Amor las oraciones de tus hijos y envíales hoy y siempre el Espíritu
Santo para que sean misioneros del Amor de tu Hijo en sus familias, ambientes y
hasta el mundo entero. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Textos de apoyo para la homilía
1.
Un
cuento sobre… la fuerza del amor
En el evangelio de hoy, Jesús
nos ordena amarnos de verdad, como signo esencial e identificador de que somos
sus seguidores. Por ello, compartamos un cuento para reflexionar sobre el
significado y la importancia del amor:
“Te
moldearé”, le dijo el hacha a un férreo y duro pedazo de hierro, mientras
descendía empecinadamente sobre uno de sus costados. Pero, tras cada golpe que
le daba, iba perdiendo su filo hasta que, después de un rato, aquella
herramienta no pudo más y quedó completamente obtusa. “¡Déjamelo a mí!”,
exclamó un serrucho que vio la escena anterior, y que comprobó cómo perdía sus
filosos dientes a medida que los hincaba en el hierro. “Yo me encargaré de
moldearlo”, profirió con arrogancia un martillo, burlándose del fracaso de sus
compañeros. Sin embargo, luego de unos pocos martillazos perdió su cabeza al
desprenderse del mango partido. “¿Me permiten probar a mí?”, dijo una humilde y
pequeña llamita de fuego, quien tuvo que soportar las burlas y carcajadas de
sus tres antecesores, convencidos de que ella también iba a fracasar. Sin
embargo, la llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él, lo
abrazo y abrazó hasta volverlo blando y darle la figura que quería. De ese
modo, aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas
no pudieron alcanzar.
Así
es el amor.
En
el mundo, hay corazones tan duros que pueden resistir los hachazos de la ira,
los dientes del rencor y los golpes del orgullo y el rechazo. Pero, por más
severo que sea ese corazón, no podrá resistir los embates del amor, porque el
amor es la fuerza más poderosa que existe”.
(Tomado y adaptado de M.
Buttera y R. Re, La auténtica felicidad, SAN PABLO, 2010).
2
DE
JOSE LUIS MARTIN DESCALZO:
DEL
LIBRO RAZONES PARA LA ALEGRIA
Este
es el gran problema: volver a creer en la eficacia del amor. En la l-e-n-t-a
eficacia del amor. Una eficacia que tiene poco que ver con todas las de este
mundo, sean del signo que sean. Una eficacia que -con frecuencia es
absolutamente invisible.
Jesús
conoció en su vida esa tristeza de la aparente inutilidad del amor. Nadie ha
entendido esto tan bien como Endo Shusaku, el primer biógrafo de Jesús en
japonés: «Jesús -dice- se daba cuenta de una cosa: de la impotencia del amor en
la realidad actual. Él amaba a aquella gente infortunada, pero sabía que ellos
le traicionarían en cuanto se dieran cuenta de la impotencia del amor.
Porque,
a fin de cuentas, lo que los hombres buscaban eran los resultados concretos. Y
el amor no es inmediatamente útil en la realidad concreta. Los enfermos querían
ser curados, los paralíticos querían caminar, los ciegos ver, ellos querían
milagros y no amor. De ahí nacía el tormento de Jesús. Él sabía bien hasta qué
punto era incomprendido, porque él no tenía por meta la eficacia o el triunfo;
é1 no tenía otro pensamiento que el de demostrar el amor de Dios en la concreta
realidad.»
Tal
vez los ilustres le mataron porque les estorbaba. La multitud dejó que le
mataran porque ya se habían convencido de que era un hombre bueno, pero
«ineficaz». Arreglaba algunas cosillas, pero el mundo seguía con sus problemas
y vacíos. No servía.
Veinte
siglos después van aumentando los hombres que están empezando a sospechar que
la picardía, los codos, las zancadillas son más útiles que el corazón. Cientos
de miles de cristianos buscan otras armas más eficaces que el amor. En el amor
hoy ya sólo creen los santos y unas cuantas docenas de niños, de ingenuos o de
locos. Pero si un día también éstos dejaran de creer en ello habríamos entrado
en la edad glaciar.
Amarás
a Dios. Lo amarás sin retóricas, como a tu padre, como a tu amigo. No
tengas nunca una fe que no se traduzca en amor. Recuerda siempre que tu Dios no
es una entelequia, un abstracto, la conclusión de un silogismo, sino Alguien
que te ama y a quien tienes que amar. Sabe que un Dios a quien no se puede amar
no merece existir. Lo amarás como tú sabes: pobremente. Y te sentirás feliz de
tener un solo corazón y de amar con el mismo a Dios, a tus hermanos, a Mozart y
a tu gata. Y, al mismo tiempo que amas a Dios, huye de todos esos ídolos de
nuestro mundo, esos ídolos que nunca te amarán, pero podrán dominarte: el
poder, el confort, el dinero, el sentimentalismo, la violencia.
(José
Luis Martin Descalzo, sacerdote y periodista español + 1991)
3.
10 cosas que Dios no te preguntará:
1. Dios no te preguntará qué modelo de auto
usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste.
2. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
3. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
4. Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo.
5. Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.
6. Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
7. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
8. Dios no te preguntará por el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.
9. Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará con amor a tu casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.
10. Dios no te preguntará a cuántas personas enviaste este mensaje; te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.
REFERENCIAS:
Libro razones para la alegría, José Luis Martin Descalzo.
Diversas fuentes de internet en español y francés.
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