miércoles, 26 de mayo de 2021

26 de mayo del 2021: miércoles de la Octava Semana del Tiempo Ordinario (I)

 


(Marcos 10, 32-45) La mejor manera de compartir la gloria del Señor es hacerse como él cada día, el servidor de todos



Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (36,1-5a.10-17):

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 78,8.9.11.13

R/.
 Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. R/.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,32-45):

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor

 

************

 

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

 

Marcos 10: 35–37

 

 

Santiago y Juan aquí se mostraron bastante atrevidos. Su audacia puede venir, en parte, por el hecho de que se habían familiarizado mucho con la bondad de Jesús. Él era un maestro diferente a cualquier otro, y su autenticidad era muy evidente para ellos. Por lo tanto, se permitieron caer en la trampa de dar por sentada la bondad de Jesús al buscar un favor egoísta de nuestro Señor. 

 

La respuesta de Jesús es gentil y reflexiva y, al final, Santiago y Juan se sienten algo humillados por su intento de obtener este favor egoísta cuando los otros discípulos se “indignan” ante su pedido.

 

Jesús resume su respuesta a estos discípulos de esta manera: “… el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.Jesús, por supuesto, estaba hablando especialmente de sí mismo. Fue el más grande y el primero entre ellos. Y por esa razón, Jesús se humilló a sí mismo como su servidor y el "esclavo de todos". Normalmente, la idea de ser esclavo tiene connotaciones muy negativas. La esclavitud es un abuso de la dignidad de otro. Es una forma de descartar la dignidad de la persona; sin embargo, Jesús dice que la forma ideal de ser verdaderamente grande es convertirse en esclavo de todos.

 

Cuando se impone la esclavitud literal a otro, esto es un abuso grave. Pero hay otra forma de santa esclavitud de la que habla Jesús. Para Jesús, una santa esclavitud es aquella en la que nos entregamos al otro en forma sacrificada por amor. Y esto es lo que Jesús hizo a la perfección. Su muerte en la Cruz fue una verdadera muerte física. Fue un sacrificio de Su vida terrenal, pero fue hecho libremente y con el propósito de liberar a otros. Al referirse a sí mismo, Jesús explica Su santa "esclavitud" cuando dice: Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

La grandeza de Jesús se encuentra primero en el simple hecho de que Él es Dios. Pero su grandeza se manifiesta más en su naturaleza humana cuando da su vida "en rescate por muchos". Es la Cruz la que se convierte en el mayor acto de amoroso servicio jamás conocido. El fruto de su sacrificio desinteresado es la salvación de todos los que se vuelven a él. Así, Jesús convierte la esclavitud y la muerte en el mayor acto de amor jamás conocido.

 

Reflexione hoy sobre su propio llamado a vivir una vida de santa esclavitud. ¿Cómo lo está llamando Dios a entregarse con sacrificio a los demás por amor? Desde un punto de vista puramente humano, la idea del sacrificio, la servidumbre e incluso la santa esclavitud es difícil de comprender. Pero cuando nos valemos de Jesús y lo vemos como modelo, se vuelve mucho más claro. Busque formas en las que pueda entregarse a los demás desinteresadamente y sepa que cuanto más pueda imitar a nuestro Señor en este santo esfuerzo, mejor y más grande será su vida.


 

Señor de toda santidad, Tu grandeza se manifestó en Tu naturaleza humana por Tu acto de perfecta servidumbre cuando elegiste libremente morir por los pecados de aquellos que se vuelven a Ti en busca de redención. Te humillaste tomando la forma de un esclavo, para que todos pudieran ser liberados. Ayúdame a confiar siempre en Tu gran amor y a abrirme continuamente al don de la redención que Tú ofreces. Jesús, en Ti confío.

lunes, 24 de mayo de 2021

24 de mayo del 2021: Memoria de María Madre de la Iglesia


(Juan 19: 25-34) Jesús está al borde de la muerte y tiene un último pensamiento para su madre que sufrirá cuando él se vaya. Con todo su amor, la confía al buen cuidado del discípulo que ama. ¡Qué gesto admirable cuando está en su peor momento! Como lo hizo su discípulo, Acojamos  a María y hagámosle a ella un lugar especial en nuestro corazón.




Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20

 

El Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?».
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?».
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza, cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

 

 

Salmo

Sal 86, 1-2.3 y 5. 6-7

 

R/. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

 

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.

Se dirá de Sión: «Uno por uno,
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí». R/.

Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R/.

 

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

 

 

 

“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.”

 

Juan 19: 25-27

 

 

La memoria que celebramos hoy, que fue agregada al Calendario Litúrgico Romano en 2018 por el Papa Francisco, destaca la verdad de que la Santísima Virgen María no es solo la Madre de la Persona de Cristo y, por lo tanto, la Madre de Dios, es también Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todos los fieles. 

 

La Santísima Virgen María es tu madre. Y como tu madre, ella es verdaderamente tierna, compasiva, cariñosa y misericordiosa, y te otorga todo lo que una madre perfecta desea otorgar. Es la más feroz de las madres que no se detendrá ante nada para proteger a sus hijos. 

 

Es una madre totalmente dedicada a su querida hija, la Iglesia.

 

El pasaje del Evangelio elegido para este memorial muestra a nuestra Santísima Madre de pie al pie de la Cruz. Ella no habría estado en otro lugar que directamente debajo de su Hijo mientras soportaba Su última agonía. Ella no huyó asustada. Ella no se sintió abrumada por el dolor. Ella no se enfurruñó en la autocompasión. No, ella estuvo junto a su Hijo con el amor y la fuerza perfectos de una madre devota, cariñosa, compasiva y fiel.

 

Mientras estaba junto a su Hijo en su hora de sufrimiento y muerte, Jesús se volvió hacia ella y le confió al apóstol Juan a su cuidado maternal. Desde los primeros Padres de la Iglesia hasta las enseñanzas más recientes de la Iglesia de hoy, este acto de encomienda de Juan a María y de María a Juan por Jesús se ha entendido como una encomienda de todos los fieles al cuidado maternal de la Madre María. 

 

La Madre María es, por tanto, no sólo la Madre del Redentor, el mismo Cristo, sino que también se convierte en la Madre de todos los redimidos, la madre de todos nosotros, la Madre de la Iglesia.

 

Piensa en la madre espiritual que tienes en el cielo. Una madre es la que da vida. A tu madre celestial se le ha confiado la tarea de otorgarte la nueva vida de gracia conquistada por la cruz. Y como tu madre, ella no te negará nada que sea para tu beneficio. Una madre también es tierna con sus hijos. 

 

El Inmaculado Corazón de nuestra Madre Celestial está lleno de la mayor ternura hacia nosotros. Aunque sus caricias no son físicas, son mucho más profundas. Ella te acaricia con la ternura de la gracia que te imparte cuando oras y te vuelves hacia ella en tu necesidad. Ella te da la gracia de su Hijo, derramada sobre la Cruz como la sangre y el agua brotaban como una fuente de misericordia. La Madre María derrama sobre ti esa misericordia como lo haría una madre tierna y devota. Ella no retiene nada.

 

Si no eres consciente del amor que siente nuestra Santísima Madre por ti, utiliza esta memoria de hoy como una oportunidad para profundizar tu comprensión del papel de ella en tu vida. Muchos niños dan por sentado a sus madres, sin comprender completamente la profundidad de su amor. Así es con nuestra Madre Celestial. Nunca comprenderemos completamente su amor y su constante trabajo maternal en nuestra vida hasta que nos unamos a ella en el Cielo cara a cara.

 

Reflexiona hoy sobre la Madre María que está a tu lado en cada momento de tu vida. Mírala allí en tus alegrías y en tus penas, en tus momentos de tentación y luchas, en tus momentos de confusión y claridad. Mírala allí a tu lado, otorgándote todos los buenos dones espirituales cuando más los necesitas. Ella es una verdadera madre y es digna de tu amor y gratitud.

 

Mi querida Madre, apoyaste a tu Hijo con fidelidad y amor inquebrantables. Lo cuidaste, lo nutriste y nunca te apartaste de Su lado. Yo también soy tu querido hijo. Te agradezco tu amorosa fidelidad hacia mí y abro mi corazón a la gracia de tu Hijo que me concedes a lo largo de la vida. Ayúdame a estar más atento a tu cuidado maternal y a crecer cada día en agradecimiento por tu presencia en mi vida. Madre María, ruega por nosotros. Jesús, en Ti confío.

sábado, 22 de mayo de 2021

23 de mayo del 2021: Domingo de Pentecostés (B)

 Nada sin Él

Hay una canción romántica-melosa (1993) del italiano Eros Ramazzotti llamada « nada sin ti », donde canta a su amada y su total dependencia de ella. Pues bien este domingo la Palabra nos dice que “Nada sin Él”. El Espíritu Santo es dado a todos los discípulos de Cristo. Sin Él, ellos no pueden acoger las maravillas de Dios, vivir y testimoniar de Él por sus palabras y sus actos. Las obras de Dios que desde siempre se han realizado con el Espíritu no pueden continuarse, seguir, sin Él. 




LECTURAS

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:

-- ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 103

R.- ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.-

Les retiras el aliento,
y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas, y
repueblas la faz de la tierra. R. -

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R. -


 SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
                                                                     
Palabra de Dios.



SECUENCIA

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

 Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

ALELUYA

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor


 EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-- Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Palabra del Señor.



A guisa de introducción:

A cuál de los 3 más desconocido?

Uno no sabe a qué teólogo o predicador creerle en nuestros días…Que cual de las 3 personas de la Santísima Trinidad es el más desconocido? La mayoría de las veces he escuchado que es el Espíritu Santo. Hace unas dos semanas leía a alguien afirmando que en realidad es el Padre el más desconocido…Pero sin lugar a dudas, en una sociedad cada vez mas descristianizada, como su nombre lo dice, Cristo, o sea el Hijo también llega a ser un gran desconocido…Entonces no nos digamos mentiras, como están las cosas, las Tres personas de la Trinidad Santa son desconocidas, y por muchos cristianos bautizados, inclusive han sido olvidadas, y de día en día más negadas…

Las palabras para describir a Dios son como sombras a través de las cuales nosotros podemos percibir su luz sin ser encandilados. La Iglesia ha retenido 3 que se acercan lo más cerca posible del misterio de Dios revelado por Cristo: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Los dos primeros reenvían a una realidad común, la relación de paternidad y filiación por engendramiento. El Espíritu Santo no dice nada de parecido. Él es designado por múltiples nombres en la Biblia, con un dominante, el soplo (espíritu y soplo, es la misma palabra en hebreo, en griego y en latín) y sus variantes respiración, viento, nube; o aun, tomado también entre los elementos naturales, el agua, el fuego. Viento, en fin, solamente un ser vivo, la paloma en el momento del bautismo de Jesús.

Qué significa esta mezcla de imágenes?  Si el Espíritu Santo nunca es representado por una figura humana, es quizás porque Él no utiliza la palabra, Él actúa. En Dios, Él es el amor que sella la unión y la diferencia del Padre y del Hijo. Y este amor se difunde en tres grandes olas portando el universo y la historia de los hombres hacia su realización.

Es en el Espíritu Santo que todo toma nacimiento, el mundo desde sus orígenes, después Jesús concebido por Él en María, y Resucitado, Primogénito de la Nueva Creación, Enseguida, Él es quien inspira las Escrituras, el que continúa asistiendo los cristianos que las leen y las predican y Él sostiene a aquellos que testimonian.

Él, el santo por definición, en fin, opera toda santificación por sus dones, por los sacramentos y los carismas que edifican la Iglesia, por el Amor que Él infunde en nuestros corazones para que también  nosotros lo demos…Amemos a nuestros hermanos.  

El Espíritu Santo nos introduce en la Verdad toda entera  (Juan 16,13) puesto que él hace presente y actuantes, a lo largo de la historia, la vida, las palabras y la Pascua de Jesús.




Aproximación psicológica al texto del evangelio

Una religión de movimiento

La religión judío-cristiana no es una ascesis. No es una marcha de interiorización. Ella no es una iniciación de un conocimiento nuevo. Ella no es una búsqueda de perfección moral. Ella no es la armonía con el cosmos.

Ella misma es movimiento.
Movimiento de Dios hacia el ser humano.
Movimiento del ser humano de un punto a otro.
Movimiento de ser humano a ser humano.
Movimiento del ser humano hacia Dios.

Y es el Espíritu el que mueve, aquel que pone en marcha, que hace emerger el camino bajo los pasos. Más allá de todo plan. Con la soberana libertad de Dios. “Donde  Él quiere”.

Jesús ha caminado porque Él había sido puesto en marcha. Por una Palabra de Dios originaria de Isaías. Él ha continuado avanzando sin saber hacia dónde iba, pero sabiendo que caminaba hacia algo seguro, hacia Alguien.

Él ha muerto con la convicción que sus discípulos continuarían caminando (o marchando),  con la certeza que el Espíritu le sucedería, para tenerles en continuo movimiento.

Para Jesús, el pecado nunca llega cuando se camina sobre la vía incorrecta o en mala dirección.   El pecado arriba cuando uno se detiene, porque uno cree haber llegado, como el fariseo en el templo. El pecado también aparece cuando se está seguro de la dirección en la cual el Espíritu va a soplar.  El pecado se manifiesta cuando se controla a Dios y cuando uno cree ya no tener nada más que aprenderle. Todavía como el fariseo en el templo.

La salvación consiste entonces en reconocer la libertad de Dios y creer enseguida que esta libertad juega a nuestro favor, que ella es creadora de nuestra propia libertad y de nuestra propia realización.

Y desde luego, la vida cristiana consiste en hacerse dócil, en consentir todas las rupturas y todos los renacimientos a los cuales somos convidados (Juan 3,3-8).

Si el Espíritu sopla sobre nosotros, no es para aniquilarnos ni para desorientarnos sobre caminos sin salida, sino más bien para conservarnos y o mantenernos en marcha  hacia la VIDA.



Reflexión Central

El Maestro interior

La Fiesta de Pentecostés es la culminación de la Fiesta de Pascua, su complemento normal. Es sobre todo la ocasión de una revelación prodigiosa del misterio de Dios. En su relato de Pentecostés, Lucas hace una puesta en escena espectacular para mostrarnos que la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos hace que en adelante las personas de diferentes lenguas y de diferentes países tengan acceso a las maravillas de Dios y al Anuncio de la Resurrección de Jesús. Desde el día de Pentecostés, la dimensión universal de la Salvación aparece desde ya. Dios se hace accesible a todos los humanos y a todo lo que es humano en nosotros.

Hay varios aspectos en la fiesta de Pentecostés. Me gustaría profundizar en ciertas palabras de Jesús que el evangelista Juan nos refiere a propósito del Espíritu Santo y de su papel a jugar en (el corazón, espíritu, interior, alma) de los creyentes. Nosotros sabemos que Jesús ha tenido una conciencia aguda de su muerte, y que como todo responsable de grupo, Él se ha inquietado por lo que le podría llegar a suceder a sus discípulos, a los hombres y mujeres que le habían seguido y que él consideraba en adelante como sus amigos. La llegada de la muerte es un momento de angustia para todo ser humano. Como Jesús ve venir la muerte en la fuerza de la edad y como Él sabe que esta muerte está ligada a un mensaje religioso que proclama, esta Buena Noticia del Reino de Dios que parece insoportable a las autoridades de su ambiente y espacio, Jesús está necesariamente inquieto por aquellos que van a seguirle. Con respecto a sí mismo, Jesús ha tenido miedo, nosotros lo sabemos.

Pero también sabemos que jamás se echó para atrás y que tuvo confianza en su padre hasta el final. La relación de Jesús con su Padre era tan intensa, tan fuerte, que ni la misma muerte podía quitarle la certeza de su amor.

No es raro que las personas que van a morir ayuden a sus amigos y a su parentela a hacer frente a la eventualidad de la muerte. ¿Cuántos padres y abuelos han hecho la experiencia si conmovedora de ver partir un hijo leucémico? El hijo sufre y queda con vida hasta que sus cercanos consientan verlo morir. Y Él muere plácidamente. A veces, los moribundos dicen sus adioses, a menudo de una manera desconcertante, simbólica, por alusión, puesto que uno no habla banalmente de la muerte, de su muerte. Uno da un regalo, uno pide perdón, uno reza unido a otra persona por un momento, uno escucha el silencio, uno dice dicta a veces su última voluntad o deseos. Jesús hace esto. Pero Él va más lejos todavía. Él promete a sus discípulos una nueva presencia de Dios cerca de ellos. Vean el nivel de la confidencia.

“Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. (no tienen la fuerza para soportarlo). (Juan 16,12).

En la opera, en el cine, en el teatro, nosotros vemos lo contrario. La persona que va a morir quiere hablar pero quienes le rodean lo hacen callar para no cansarlo.  Pero Jesús no es un hombre enfermo ni un agonizante. Es alguien que marcha libremente hacia la muerte. Pero hay cosas que Él no puede decir, puesto que los discípulos no van a comprenderle. Ellos no tendrían la fuerza de soportar ciertas cosas.

Es como sucede en ciertos cursos de catequesis para la primera comunión o la confirmación, por ejemplo. Uno dice ciertas convicciones personales a los candidatos (la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, el por qué de la Adoración del Santo Sacramento…) y se les advierte que por el momento no lo comprenderán, pero que más tarde, después de la experiencia de la vida, el sufrimiento y la madurez, llegaran a entender…creerán…

Si…en definitiva, hay palabras, hay gestos que en el momento uno no comprende el sentido pero que años más tarde uno deducirá…Es por ello que la memoria y el recuerdo son tan importantes para nosotros los humanos. Es necesario, como María, siempre meditar los eventos en nuestro corazón.

Pero todavía, aun, Jesús va más lejos. Jesús promete a sus discípulos el Espíritu de Verdad. Este Espíritu de Verdad, es el Espíritu del Padre y es el Espíritu de Cristo mismo. Jesús promete a sus discípulos una presencia especial de Dios que los va guiar hacia la Verdad total.

La Verdad de la cual habla Jesús no es del orden del conocimiento científico y técnico. La Verdad es el conocimiento de Dios mismo, es la revelación del Padre. Qué va hacer el Espíritu? Presencia de Dios en nosotros, El Espíritu va hacernos caminar en la experiencia de Dios. Jesús continua su pensamiento en este sentido: “Él me glorificará, puesto que Él retomará lo que viene de mi para dárselos a conocer a ustedes”. Comprenden ustedes hasta qué punto la revelación que Jesús nos da de Dios es completamente diferente de lo que pensamos de Dios? En la oración, en la vida moral, nosotros intentamos poner la mano sobre Dios. Nosotros hacemos esfuerzos para ir hacia Él. Y eso está bien. Mas a la persona que pone su confianza en Jesús y que trata de acoger su palabra, Jesús le promete que el Espíritu de Dios va tomarlo a su cargo para hacerle caminar hacia la Verdad Total. No somos nosotros más quien ponemos la mano sobre Dios, es en un sentido, Dios que nos pone en su mano. El progreso espiritual consiste en dejar a Dios guiarnos y revelársenos. De ahí la importancia de la escucha de la Palabra. De ahí la importancia de una cierta cultura de la interioridad para aprender a escuchar la fuente que habla en nosotros mismos y que murmura: “Ven hacia el Padre”.

 De ahí también la importancia de la oración en comunidad y del amor eficaz hacia el prójimo puesto que lo vemos…Amar a Dios a quien no vemos no tiene sentido mientras no amemos a nuestro vecino que vemos. Pero en el fondo, se trata menos de cansarse, agitarse, hacer  muchas cosas y mucho más de tener confianza, dejar a Dios actuar, y dejar al Espíritu encargarse.

Con seguridad, dice Jesús, el Espíritu “testimoniará a mi favor. Y ustedes también darán testimonio” (Juan 15,27). La Revelación que Jesús hace de Dios, es que es Dios, Él mismo, por su Espíritu,  quien es su presencia en nosotros”  (“El Espíritu de Verdad que procede del Padre”, 15,26), quien es nuestro maestro interior.

Los católicos han tenido mucha tendencia a quedarse ignorantes con respecto a las cosas de la FE y entonces se confían, preguntan, se remiten a los sabios, a los sacerdotes, a los teólogos, a los expertos. Este tipo de saber es importante, puesto que la fe tiene necesidad de palabras para decirse, y las palabras no todas son intercambiables. Pero es necesario comprender, que más allá de un cierto lenguaje técnico,  el verdadero maestro interior, es el Espíritu Santo. Es Él quien da sabor a la Palabra. Es Él quien revela la verdadera significación en el fondo del ser. Jesús ha dicho esta fabulosa palabra: “Padre, yo proclamo tu Gloria: lo que has escondido a los sabios y a los poderosos, Tú lo has revelado a los más pequeños” (Mateo 11,25).

Es dentro de esta misma fidelidad y docilidad al Espíritu que nosotros aprenderemos a vivir con toda libertad. “Vivan bajo la conducción del Espíritu de Dios”, nos dice el apóstol Pablo  (Gálatas 5,16). Paul opone las tendencias del Espíritu y las tendencias de la carne. No se trata aquí de una oposición cuerpo-alma. Vivir de acuerdo al Espíritu, es dejarse animar interiormente por Dios para dar frutos. Vivir según la carne es uno pretender ser el único maestro (amo) de su vida y separarse de Dios. “He aquí lo que produce el Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, amabilidad, fe, humildad y dominio de ”.

A cada quien de escoger entre esos frutos aquellos que le complacerán más. La elección de mi obispo actual va hacia la obediencia y la fidelidad a Jesús,  es su divisa en el escudo episcopal, "Haced lo que Él os diga",  citando a María en las Bodas de Caná). Mi elección irá hacia la justicia, la paciencia y la amabilidad…




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Reciban el don de Pentecostés, el don del Espíritu Santo


En este día de Pentecostés, celebramos con todos los cristianos del mundo el don del Espíritu Santo a los apóstoles y luego a toda la Iglesia. El evangelio nos recuerda que, en la víspera de su muerte, Jesús reunió a los Doce. Les acababa de anunciar que los iba a dejar; pero permanecerá presente de otra manera y, sobre todo, les enviará el Espíritu Santo. "Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los guiará a la verdad plena".

 

Esta Verdad es el mismo Jesús: Esto es lo que leemos en uno de sus diálogos con los discípulos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sin pasar por mí". Ir a la Verdad, hacer la Verdad, es ir a Jesús, es acoger el amor que hay en Dios y dejarnos invadir por Él. Esto es lo que sucedió el día de Pentecostés. San Lucas nos habla de un ruido como el de una violenta ráfaga de viento. Los apóstoles vieron aparecer una especie de fuego que se dividía en lenguas y que se depositaba sobre cada uno de ellos. Fueron llenos del Espíritu Santo. Es como un ciclón que atraviesa la casa y los empuja hacia afuera para encontrarse con la multitud.

 

Y este es un cambio extraordinario. Pedro no se anda con rodeos en sus palabras. El que, 50 días antes, había negado a Jesús porque tenía miedo, comienza a dar un discurso asombroso: "A este Jesús a quien matasteis en la cruz, Dios lo resucitó ... Y ahora ha derramado su Espíritu en el mundo". Y entre todas estas personas que escuchan a Pedro, hay quienes han pedido la muerte de Jesús. Pero allí los apóstoles ya no tienen miedo. Ahora nada puede detenerlos. Esta Buena Nueva que están anunciando es como un fuego que debe esparcirse por todo el mundo.

Y desde el primer Pentecostés, el Espíritu Santo trabaja en la Iglesia para guiarla “a toda la verdad”. Por supuesto, no debemos creer que todo lo que se ha hecho en la Iglesia ha sido impulsado por el Espíritu Santo. Ha habido divisiones entre los seguidores de Cristo, masacres, abusos e incluso escándalos. Nosotros mismos podemos examinar nuestra conciencia. Reconocemos nuestras divisiones, nuestro egoísmo, todas estas debilidades que siempre tienden a ganar terreno. Pero el Señor no nos abandona. Él continúa enviándonos su Espíritu Santo para encendernos con este amor que está en Dios.

 

"El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre les enviará en mi nombre, les enseñará y les recordará todo lo que les he dicho". Entendamos bien, el Evangelio no es un texto que solo hay que repetir como si el significado se hubiera dado de una vez por todas. A lo largo de los siglos, el mundo ha cambiado mucho. Actualmente, está marcado por el progreso de la tecnología y la ciencia. Pero al mismo tiempo, vive tragedias muy dolorosas a causa de la crisis, el desempleo, la pobreza. Los más débiles son víctimas de violencia e injusticias de todo tipo.

 

Aquí es donde entra el Espíritu Santo. Resuena en cada etapa de nuestra historia con una novedad perpetua. Es en su Luz que descubrimos la Biblia, como una brújula que nos muestra la dirección a seguir. En el contexto actual, nos recuerda que lo primero no es el dinero sino la persona. Lo que hace que una vida valga la pena no es el rendimiento o la productividad, sino el amor diario por todos los que nos rodean. Así nos recuerda el gran mandamiento de Cristo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” … Así está llamada la Iglesia a avanzar bajo la dirección del Espíritu que le inspira las exigencias de la fidelidad inventiva.

En la historia de San Lucas, el Espíritu se compara con el viento. Es una forma de decir que es como una energía que nos mueve hacia adelante y, en ocasiones, nos empuja a un lado. Durante veinte siglos, la Iglesia ha conocido tormentas. Pero el Espíritu Santo nunca ha dejado de soplar en sus velas. La Iglesia de hoy necesita esta fuerza para reconstruir su unidad. Sin él, ella sería incapaz de evangelizar este mundo donde a los hombres les cuesta tanto entenderse y vivir en solidaridad.

 

Con el Espíritu Santo podremos redescubrir y ofrecer los valores del Evangelio a todos los hombres y mujeres que viven sin ninguna perspectiva de futuro. En una de sus cartas, San Pablo nos invita a caminar “bajo el impulso del Espíritu”. No dudemos en pedirle ayuda en las decisiones y elecciones que tenemos que tomar. Que él nos ayude a encontrar el camino correcto en medio de las exigencias del mundo de hoy. Si Pentecostés es una fiesta tan grande, es porque es la exaltación del valor, la verdad y la alegría. La única devoción real que podemos tener hacia el Espíritu Santo es decirle "¡VEN!"

 

En este día damos gracias al Señor por este don del Espíritu que se renueva en cada celebración eucarística. Abramos la mente y el corazón a su soplo para comprender mejor el mensaje de Jesús, para amar mejor a nuestros hermanos y anunciarles el Evangelio con un celo que nada puede intimidar.




Referencias Bibliográficas:



HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, Cycle C. Novalis. 2007  


dimancheprochain.org

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