Santo del día:
Dedicación de la Basílica de Letrán
La fiesta de la dedicación de
la Basílica de Letrán nos recuerda que el ministerio del Papa, sucesor de
Pedro, consiste en constituir para el pueblo de Dios el principio y fundamento
visible de su unidad.
El lugar
del encuentro con el Padre
“¡Qué violencia!”,
podríamos exclamar al leer este Evangelio. Pero seamos claros: detrás del gesto
y las palabras de Jesús se oculta un mensaje profundo: devolver al Templo su
dignidad y su carácter sagrado y, más allá, revelar
que su cuerpo es el verdadero Templo.
En efecto, el Templo
debe seguir siendo el lugar por excelencia donde todos, sin excepción, pueden
acudir para encontrar
a Dios, adorarlo y orar. Las preocupaciones materiales y los
intereses económicos no deben transformar la casa de Dios en un “centro de
negocios” que se enriquece.
Pero, más allá de la
materialidad del edificio, es importante entender que el verdadero Templo
es el cuerpo mismo de Jesús. Es un cuerpo que pasará por la
muerte, pero que resucitará al tercer día, convirtiéndose
así en fuente
de agua viva para todos los creyentes.
Ya no son los
sacrificios ofrecidos en Jerusalén los que agradarán a Dios, sino el don
que Jesús hace de sí mismo, que reconcilia a la humanidad con
el Padre. El templo de piedra se convierte en el lugar del cuerpo de
Cristo.
A partir de ahora, la
presencia de Dios no se halla en una construcción material, sino en
el corazón mismo de la humanidad, en el cuerpo
del Resucitado. Jesucristo es para nosotros el
lugar del encuentro con el Padre.
Nos toca a nosotros
examinar si, cuando vamos a su encuentro, nuestro corazón no
está lleno de mercancías y cálculos, como un templo profanado.
Puede haber días en los que Cristo irrumpa en nuestra vida para decirnos
también, con la insistencia de un amigo verdadero:
“Quita eso de aquí; no
conviertas la casa de mi Padre en un mercado.”
¿No estará mi vida
demasiado llena de cosas para que Dios tenga espacio en ella?
¿Soy capaz de consagrarle tiempo?
¿Vivo mi relación con Él como un negocio o como una alianza de amor y
confianza?
Jean-Paul Sagadou, prêtre assomptionniste, rédacteur en chef de Prions en Église Afrique
Primera lectura
Ez
47, 1-2. 8-9. 12
Vi
agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente (Ant.
Vidi Aquam)
Lectura de la profecía de Ezequiel.
EN aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al
este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el
pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y
desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán
saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente,
tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan
llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el
torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se
marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes,
porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y
sus hojas medicinales».
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 5)
R. Un río y
sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
V. Dios es nuestro
refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.
V. Un río y sus canales
alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.
V. El Señor del universo
está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Vengan a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.
Segunda lectura
1
Cor 3, 9c-11. 16-17
Son
templo de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
HERMANOS:
Ustedes son edificio de Dios.
Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el
cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye.
Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo
de Dios es santo: y ese templo son ustedes.
Palabra de Dios.
Aclamación
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. He elegido y
santificado este templo —dice el Señor—para que mi Nombre esté en él
eternamente. R.
Evangelio
Jn
2, 13-22
Hablaba
del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
SE acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el
templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas
sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas
y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a
los que vendían palomas les dijo:
«Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo,
¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó
de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo
había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que
había dicho Jesús.
Palabra del Señor.
1
1.
✨ Introducción orante y contextual
Hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy celebramos una fiesta singular dentro del
calendario litúrgico: la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán,
la catedral del Papa, madre y cabeza de todas las iglesias del mundo. No
celebramos un edificio de piedra, sino el misterio de la Iglesia viva,
edificada sobre Cristo, templo espiritual donde Dios habita.
En este Año Jubilar de la Esperanza, esta
fiesta nos recuerda que cada uno de nosotros —piedras vivas de la Iglesia— está
llamado a dejarse purificar, reconstruir y renovar por el Espíritu, para ser
casa abierta, fuente de vida, santuario de comunión.
Pidamos al Señor que limpie también en nosotros
todo lo que impide su presencia y haga brotar de nuestro interior ese río de
agua viva que sana, fecunda y da alegría a su pueblo.
2. 📖 Exégesis
bíblica esencial
Primera lectura (Ez 47,
1-2.8-9.12)
Ezequiel contempla el agua que brota del templo
y transforma el desierto en un vergel. Donde llega esa corriente, todo cobra
vida. El profeta anuncia así la fuerza regeneradora de la presencia de
Dios: su gracia no se estanca, sino que fluye hacia el mundo, curando y
fecundando.
Salmo responsorial (Sal 45)
“El río alegra la ciudad de Dios.”
El salmo retoma la misma imagen: Dios es el centro, el refugio y la alegría
de su pueblo. No hay catástrofe ni enemigo que pueda destruir el corazón
que se apoya en Él.
Segunda lectura (1 Co 3,
9c-11.16-17)
San Pablo nos recuerda que nosotros somos el
templo de Dios, y que el Espíritu Santo habita en nosotros. Cristo es el
único fundamento; si ese cimiento se pierde, todo se derrumba.
“Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo
destruirá a él.”
Esta advertencia nos llama a cuidar la santidad del cuerpo, la comunidad y la
Iglesia entera.
Evangelio (Jn 2, 13-22)
Jesús purifica el Templo de Jerusalén. Su gesto no
es un arrebato de ira, sino una acción profética: señala que el
verdadero santuario ya no será de piedra, sino su propio cuerpo.
Cuando dice: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”, está
hablando de su muerte y resurrección. Desde entonces, Cristo mismo es el
nuevo Templo donde encontramos a Dios y donde cada creyente es incorporado a
esa comunión viva.
3. 🕊️ Reflexión
teológica y jubilar
Celebrar la Dedicación de Letrán en el Año
Jubilar de la Esperanza es reconocer que la Iglesia no es una institución
fría, sino una casa viva que respira el amor del Resucitado.
El Papa Francisco nos recuerda en Evangelii
Gaudium que la Iglesia debe ser “una casa de puertas abiertas” (EG
47). Eso significa que toda comunidad, toda parroquia, todo corazón cristiano
debe ser un lugar donde los demás se sientan acogidos, comprendidos, perdonados
y amados.
El templo de piedra se convierte en signo
visible de la Iglesia espiritual, pero también en espejo de nuestro
corazón. Cuando Cristo purifica el templo, nos invita a permitir que Él
purifique también nuestro interior, derribando la idolatría del dinero, del
poder o del egoísmo.
El Jubileo es precisamente eso: una limpieza del alma para reconstruir
el verdadero templo de la esperanza.
4. 💬 Iluminación
psicológica y existencial
A veces, queridos hermanos, nuestro interior se
parece a aquel templo lleno de ruido y comercio. Hay tantas preocupaciones,
envidias, miedos y resentimientos que roban el espacio a Dios.
Pero Cristo no entra con látigo por enojo, sino por amor sanador. Su
gesto es fuerte porque quiere liberarnos de aquello que nos impide ser
plenamente suyos.
Todos tenemos rincones del alma que necesitan
ordenarse. Hay zonas de sombra donde se trafica con la fe, donde cambiamos la
oración por costumbre, la entrega por cálculo, el amor por apariencia.
El Jubileo nos llama a dejar que Jesús atraviese el umbral de nuestro templo
interior, que eche fuera lo que no viene de Él y vuelva a colocar su cruz
en el centro.
5. 🌍 Aplicación
pastoral
Hoy, esta Palabra nos impulsa a reconstruir la
Iglesia viva con nuestras propias manos.
- Cuidemos
nuestros templos materiales, pero sobre todo el templo del corazón y de
la comunidad.
- Mantengamos
la casa parroquial como lugar de encuentro, oración y solidaridad.
- Promovamos
en nuestras familias el respeto, la pureza, la honestidad y el amor mutuo:
signos visibles de la presencia del Espíritu.
Y como peregrinos de la esperanza, hagamos
de cada visita al templo un acto consciente: entrar para adorar, salir para
servir.
El templo no termina en las paredes: la Iglesia comienza cuando abrimos las
puertas para amar.
6. 🌅 Conclusión
esperanzadora
Hermanos: Cristo es el Templo vivo que vence la
muerte.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, entramos en el verdadero santuario de
su Cuerpo, donde la fuente de agua viva brota para la vida eterna.
Pidamos hoy al Señor que esta comunidad —como la
Basílica de Letrán— sea casa de misericordia, de alegría y de esperanza,
donde cada persona encuentre consuelo y cada herida sea tocada por el amor de
Dios.
“El río alegra la ciudad de Dios”: que ese río
corra también dentro de nosotros.
Y que María, Madre de la Iglesia, nos enseñe a cuidar el templo interior donde
habita su Hijo.
🎵 Frase síntesis para recordar:
“La Iglesia no es solo un edificio: es el corazón
donde Cristo quiere morar.”
2
1. ✨ Introducción orante y contextual
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy la Iglesia universal celebra una fiesta
singular: la Dedicación de la Basílica de Letrán, la catedral del Papa,
madre y cabeza de todas las iglesias del mundo. No festejamos un monumento ni
una obra arquitectónica, sino el misterio del Templo espiritual que somos
todos los creyentes.
En este Año Jubilar de la Esperanza, la
liturgia nos invita a mirar más allá de las piedras y los muros, para descubrir
el Templo vivo que se edifica en cada corazón donde Dios habita. Y como
Jesús, también nosotros estamos llamados a purificar ese templo interior, para
que sea realmente casa de oración y encuentro con el Padre.
2. 📖 Exégesis
bíblica esencial
Ezequiel 47, 1-2.8-9.12
El profeta ve el agua que brota del santuario
y hace florecer todo lo que toca. Es un signo del Espíritu que brota del
corazón de Dios y renueva la creación. Donde llega esa corriente, la
vida vence a la muerte.
Salmo 45
“El río alegra la ciudad de Dios, el Altísimo
consagra su morada.”
El salmista canta la seguridad de quien habita en Dios. Él es nuestra
fortaleza y refugio, incluso cuando tiemblan las montañas y rugen las aguas
del mundo.
1 Corintios 3, 9-11.16-17
San Pablo nos recuerda: “Ustedes son el templo
de Dios y el Espíritu de Dios habita en ustedes.” No somos meros
espectadores de un culto; somos el santuario viviente de la presencia divina.
Cristo es el único fundamento: todo lo demás se derrumba.
Juan 2, 13-22
Jesús irrumpe en el Templo de Jerusalén y expulsa a
los mercaderes. Su gesto es profético: denuncia la corrupción de la fe y
anuncia una nueva era.
“Destruyan este templo y en tres días lo
levantaré.”
Hablaba de su propio cuerpo, que al resucitar se convertirá en el nuevo
y definitivo lugar del encuentro con Dios.
3. 🕊️ Reflexión
teológica y jubilar
Alguien nos lo dice con belleza: Cristo es el
lugar del encuentro con el Padre. Ya no necesitamos peregrinar a Jerusalén
para hallar a Dios; Él ha venido a nosotros en Jesús. Desde la Encarnación, el
Templo de Dios es humano: tiene rostro, mirada, corazón y heridas.
La Basílica de Letrán simboliza esa
presencia viva de Dios en la historia. Su dedicación nos recuerda que la
Iglesia es una casa de comunión, no de comercio; un espacio de
adoración, no de cálculo; una fuente de gracia, no de beneficio.
El Año Jubilar de la Esperanza es una oportunidad
para volver a poner a Cristo en el centro: Él es el único fundamento sobre
el cual se edifica la vida. Las estructuras eclesiales son necesarias, pero
sin el fuego del Espíritu, se vuelven frías e inertes.
La Iglesia no se mide por sus muros, sino por la calidez del corazón que
acoge.
4. 💬 Iluminación
psicológica y existencial
Cuando Jesús purifica el Templo, no lo hace por
ira, sino por amor. Sabe que cuando la fe se convierte en negocio, el alma
se marchita.
Y cuántas veces, hermanos, nuestro corazón también se parece a aquel templo
lleno de ruido, intereses y distracciones.
Hay en nosotros espacios abarrotados:
agendas sin tiempo para Dios, relaciones en las que comerciamos afecto, rutinas
donde todo tiene precio y nada valor.
El Señor entra, como entonces, y nos dice con
ternura y firmeza:
“Quita
eso de aquí.”
Quita el rencor, el orgullo, la prisa, el miedo… Deja que mi amor sea el centro
de tu templo interior.
El Jubileo nos invita a esa limpieza espiritual, a vaciar
el alma de lo accesorio para llenarla de presencia. Solo quien se deja
purificar, puede convertirse en fuente de agua viva para los demás.
5. 🌍 Aplicación
pastoral
Hoy, al celebrar esta fiesta, pensemos en tres
niveles de “templo”:
1. El templo de piedra: cuidemos nuestros lugares
sagrados con respeto, belleza y amor.
2. El templo comunitario: la parroquia, la comunidad, la
familia cristiana. Que no sean centros de murmuración ni de intereses, sino espacios
de comunión, escucha y servicio.
3. El templo interior: cada alma que acoge al Espíritu.
Cuidemos ese santuario invisible con silencio, oración y caridad.
El Jubileo es tiempo de reconstruir el templo
del corazón. La Iglesia será madre y casa solo si cada uno de nosotros
permite que Cristo reine en su interior.
No basta visitar un santuario; es preciso dejar que
el Santuario nos visite a nosotros.
6. 🌅 Conclusión
esperanzadora
Queridos hermanos:
Cristo resucitado es el Templo eterno, el
nuevo santuario donde la humanidad y Dios se abrazan. En Él se cumple la
profecía de Ezequiel: “Donde llega ese río, todo vive.”
Que esa corriente del Espíritu llegue hoy a nuestros corazones y comunidades,
para que la Iglesia entera sea casa de esperanza y misericordia.
Y que María, Madre de la Iglesia y primer templo
del Verbo, nos enseñe a custodiar la presencia de su Hijo con amor y
pureza.
“El templo no es solo un lugar: es el corazón donde
Cristo quiere habitar.”
🎵 Frase síntesis para redes o
cartel:
“Cristo
es el verdadero Templo donde el hombre encuentra al Padre.”
3
1.
✨ Introducción orante y contextual
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy la Iglesia nos invita a mirar más allá de los
muros y las piedras para descubrir la belleza del verdadero templo donde
Dios habita. Celebramos la Dedicación de la Basílica de Letrán, la
iglesia madre de Roma y de todo el mundo católico, símbolo visible de la
unidad, de la comunión y de la fidelidad al Sucesor de Pedro.
Pero esta fiesta no es una mirada nostálgica al
pasado, sino una llamada a renovar el templo interior, ese santuario
vivo que somos cada uno de nosotros. En este Año Jubilar de la Esperanza,
el Señor nos sacude, como lo hizo en el templo de Jerusalén, para que nuestra
alma vuelva a ser casa de oración, y no mercado de intereses.
Pidamos en esta Eucaristía que Cristo purifique
nuestros corazones con el fuego de su amor, y que la Iglesia, cuerpo vivo del
Señor, resplandezca por la santidad de todos sus hijos.
2. 📖 Exégesis
bíblica esencial
Primera lectura (Ez 47,
1-2.8-9.12)
El profeta Ezequiel contempla el agua que brota
del templo y todo lo renueva. Esa corriente fecunda simboliza la gracia de
Dios que, al salir de su santuario, convierte el desierto en jardín y el mar
muerto en fuente de vida. Es la imagen de una Iglesia que no se encierra,
sino que deja fluir la vida de Dios hacia el mundo.
Salmo (Sal 45)
“El río alegra la ciudad de Dios.”
El salmista proclama que Dios está en medio de su
pueblo; no vacila, no teme, porque el Señor es su refugio y fortaleza.
La presencia de Dios da firmeza a la ciudad santa, como la fe da estabilidad al
alma creyente.
Segunda lectura (1 Co 3,
9c-11.16-17)
San Pablo nos recuerda:
“Ustedes son el templo de Dios, y el Espíritu de
Dios habita en ustedes.”
Cada cristiano es una piedra viva edificada sobre el único fundamento: Cristo
Jesús. No se trata de construir con materiales de prestigio, sino con la
fidelidad, la pureza y la caridad.
Evangelio (Jn 2, 13-22)
Jesús entra en el templo de Jerusalén y expulsa a
los mercaderes. Su celo lo consume, porque la casa de su Padre ha sido
profanada. Pero más allá del gesto fuerte, hay un anuncio: el verdadero
templo no será de piedra, sino su propio cuerpo resucitado.
“Destruyan este templo y en tres días lo
levantaré.”
El Evangelio nos revela que el centro de nuestra fe ya no es un edificio, sino
una Persona viva, el Cristo que muere y resucita para hacernos templo de
su Espíritu.
3. 🕊️ Reflexión
teológica y jubilar
Este evangelio nos invita a quedarnos “impactados”
por el celo de Jesús. En su aparente violencia hay un amor purificador,
un deseo ardiente de devolver a la casa del Padre su santidad. Cristo no
destruye: limpia, libera, restaura.
Hoy, el Señor nos recuerda que su Iglesia es su
Cuerpo, y que el modo de purificarla es purificando el corazón de cada
uno de sus miembros. El verdadero Jubileo comienza cuando dejamos que Jesús
entre en nuestro interior y ponga orden, como lo hizo en Jerusalén.
El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, dijo
que el templo más importante no es de piedra, sino “la comunidad
evangelizadora que sale al encuentro de los demás”. Por eso,
esta fiesta nos llama a redescubrir la belleza de ser Iglesia viva, cuerpo del
Resucitado, fuente de esperanza para un mundo cansado.
La Basílica de Letrán es símbolo de unidad; nuestro
corazón debe ser signo de santidad.
En este Año Jubilar, Cristo quiere renovar la
Iglesia comenzando por ti, por mí, por todos los que formamos su Cuerpo.
4. 💬 Iluminación
psicológica y existencial
A veces, como los mercaderes del templo, llenamos
nuestra vida de ruido, de intereses y de cálculos. Nos acostumbramos a
nuestras pequeñas incoherencias, justificamos lo que sabemos que no está bien,
y dejamos que el alma se convierta en un mercado interior.
Pero el Señor no se resigna. Su amor tiene el celo
de un fuego que no se apaga. Entra en nuestro corazón, voltea las mesas de
nuestro egoísmo, y nos sacude para que despertemos. No lo hace para
humillarnos, sino para liberarnos.
“A veces necesitamos ser sacudidos, desafiados y
confrontados.”
Dios no nos hiere: nos despierta.
Nos ama demasiado como para dejarnos adormecidos por la comodidad espiritual.
Quizá también hoy el Señor nos diga:
“Quita eso de aquí… deja espacio para Mí.”
Tal vez se refiera a un rencor, una adicción, un
miedo, una tristeza o una doble vida. Jesús quiere limpiar el templo de
nuestra alma para que vuelva a ser lo que fue creado para ser: un lugar de
encuentro con el Padre.
5. 🌍 Aplicación
pastoral
La Iglesia se purifica cuando sus hijos se
purifican.
Por eso, esta fiesta no nos lleva solo a Roma, sino al corazón de nuestra
comunidad parroquial y personal.
- Purifiquemos
nuestras intenciones en el servicio pastoral: que todo lo que hagamos sea por amor y no
por vanidad.
- Hagamos
de nuestras parroquias casas abiertas y orantes, no simples lugares de
paso.
- Vivamos
el Jubileo
como una limpieza interior: confesémonos, reconciliémonos, sanemos relaciones
rotas.
- Dejemos
que el Espíritu nos reconstruya desde dentro, para que brote de nosotros esa
“agua viva” que transforma todo lo que toca, como en la visión de
Ezequiel.
Ser “peregrinos de la esperanza” significa dejar
atrás los viejos mercados del alma y avanzar hacia la libertad de los hijos de
Dios.
6. 🌅 Conclusión
esperanzadora
Queridos hermanos:
El Cristo que limpia el templo de Jerusalén es el
mismo que quiere levantar en nosotros su morada santa.
Su celo es amor; su látigo es misericordia; su fuerza es ternura.
Él no destruye el templo: lo reconstruye con su sangre, su perdón y su
resurrección.
Pidamos hoy al Señor que esta Iglesia —nuestra
comunidad, nuestra familia, nuestro corazón— sea casa viva de adoración,
reconciliación y esperanza.
Y que María, Templo purísimo del Espíritu Santo,
nos enseñe a custodiar a Cristo en lo más íntimo de nuestra alma.
“El templo se purifica cuando Cristo ocupa el
centro.”
🎵 Frase síntesis para redes o
cartel
“Deja que
Jesús limpie tu corazón: quiere levantar en ti su templo vivo.”
**********
9 de noviembre:
Dedicación de la Basílica de Letrán — Fiesta
Cita:
“Destruyan este templo y en tres días lo
levantaré.”
Los judíos dijeron: “Este templo ha estado en construcción durante cuarenta y
seis años, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”
Pero Él hablaba del templo de su Cuerpo.
~ Juan 2,19–21
Reflexión:
El templo más importante es el templo del alma
humana, porque Dios habita en cada uno de nosotros. En lo más íntimo y
secreto de nuestro ser se encuentra ese santuario sagrado donde nos
encontramos con Él. Santa Teresa de Ávila lo llamó “la morada interior”
o “la cámara de la presencia”, el lugar más profundo donde el alma conversa con
Dios.
Además del templo del alma, existen en el mundo muchos
lugares sagrados: santuarios, iglesias, basílicas, grutas, catedrales y
capillas, consagrados exclusivamente al culto divino. Son un pedazo de cielo
en la tierra, espacios donde nos unimos a los serafines, querubines y
tronos para alabar a la Santísima Trinidad.
La fiesta de hoy conmemora uno de esos lugares: la iglesia más importante
del mundo.
En Roma existen cuatro basílicas mayores:
1. San Pedro, en el Vaticano;
2. San Pablo Extramuros;
3. Santa María la Mayor; y
4. La Archibasílica del Santísimo
Salvador y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista en Letrán, conocida
simplemente como San Juan de Letrán.
De las cuatro, la más antigua y la más
significativa es precisamente San Juan de Letrán, cuya dedicación
celebramos hoy. Aunque actualmente el Papa reside junto a la Basílica de San
Pedro, San Juan de Letrán sigue siendo la catedral oficial de Roma, la
“madre y cabeza de todas las iglesias del mundo”.
Breve historia del templo
La historia de esta basílica es antigua y llena de
acontecimientos.
En el año 64, el emperador romano Nerón, errático y cruel, culpó a los
cristianos del incendio que devastó Roma. En represalia, ordenó la ejecución de
muchos, entre ellos San Pedro y San Pablo.
Un año después, en el 65, se descubrió una conspiración para asesinar a Nerón,
en la cual participaba Plautio Laterano, senador romano. Nerón lo mandó
decapitar y confiscó su residencia, el Palacio de Letrán.
Durante los siguientes dos siglos y medio, varios
emperadores usaron ese palacio con distintos fines, incluso como fortaleza
militar. Pero en el año 312, Constantino el Grande, tras vencer en el
puente Milvio y convertirse en único emperador de Occidente, tomó posesión del
Palacio de Letrán.
Un año después, promulgó junto con Licinio el Edicto de Milán, que
legalizó el cristianismo, y donó el Palacio de Letrán al Papa Melquíades,
quien celebró allí un sínodo de obispos y comenzó la construcción de la primera
basílica cristiana de Roma.
Cuando fue terminada en el año 324, el Papa
Silvestre la dedicó como “Casa de Dios”, bajo la advocación de Cristo
Salvador. Así nació la primera catedral del cristianismo, en el
corazón del imperio.
Constantino hizo mucho por el florecimiento de la
Iglesia: decoró la basílica con oro y plata, y construyó templos en Roma,
Jerusalén, Belén y Constantinopla.
Tras siglos de persecución, la Iglesia tenía por fin un hogar visible,
una catedral espléndida con el respaldo del emperador.
Evolución del nombre y de su
patronazgo
Originalmente dedicada a Cristo Salvador, la
basílica fue rededicada en el siglo X por el Papa Sergio III a San
Juan Bautista, al añadirle un baptisterio.
Más tarde, en el siglo XII, el Papa Lucio II la dedicó también a San
Juan Evangelista.
Por eso, honra a Cristo Salvador como titular principal, y a los dos
San Juan como co-patronos.
Aunque el Papa ahora vive en el Vaticano, la
Basílica de Letrán sigue siendo su catedral. El Palacio de Letrán,
adyacente a ella, fue residencia papal desde el 324 hasta el 1305.
Ese año, el Papa Clemente V fue elegido y decidió no trasladarse a Roma.
En 1309 estableció la sede pontificia en Aviñón, Francia, donde
permaneció hasta que Gregorio XI regresó a Roma en 1377.
Al volver, el Palacio Lateranense estaba en ruinas por dos incendios,
por lo que se construyó un nuevo palacio junto a San Pedro, en la colina
vaticana, donde desde entonces han residido todos los papas.
Sentido espiritual de la fiesta
Al honrar hoy la Iglesia Madre del mundo,
reflexionemos sobre el significado de todo templo cristiano.
Una iglesia es sagrada porque se dedica exclusivamente al culto divino.
San Juan de Letrán tiene una función única: es la catedral del Papa,
desde la cual se gobierna espiritualmente a toda la Iglesia.
Celebrar su dedicación en el año 324 es también rezar
por la Iglesia de hoy:
- Por
nuestras parroquias y comunidades;
- Por
las diócesis y conferencias episcopales;
- Por
las órdenes religiosas;
- Por
toda la Iglesia universal con sede en Roma.
Nuestros templos existen para encontrarnos con
Dios, para adorarlo y dejarnos transformar por su gracia.
Hoy, de modo especial, oremos por el Papa, pastor de la Basílica de
Letrán y de toda la Iglesia, para que en ese templo —y en su corazón— encuentre
siempre al Señor de manera profunda y renovadora.
Oración:
Cristo
Salvador nuestro,
por la intercesión de San Juan Bautista y San Juan Evangelista,
te pedimos hoy por tu Iglesia santa.
Derrama tu misericordia sobre todos los pecadores
a quienes llamas a la reconciliación.
Bendice nuestras parroquias, diócesis, comunidades religiosas
y la Iglesia universal que peregrina desde Roma.
Te pedimos de modo especial por el Santo Padre,
pastor de la Basílica Lateranense y pastor de toda la Iglesia.
Acércalo a Ti, hazlo santo y úsalo para atraer muchos corazones a tu amor.
San Juan
Bautista y San Juan Evangelista, rueguen por nosotros.
Jesús, en Ti confío.
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