jueves, 17 de julio de 2014

27 de julio del 2014: 17º Domingo del Tiempo Ordinario A

17º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

Nuestra relación con Dios, qué tesoro!

Jesús nos ha hecho descubrir poco a poco el Reino por medio de las parábolas.
Hoy, Él nos recuerda que no hay felicidad más grande que la de encontrar a Dios en nuestra vida. Si, qué tesoro!



Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-52):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Palabra del Señor

A guisa de introducción:

Qué es y o cual es el tesoro?

Hace ya varios años, siendo seminarista, para introducir a la reflexión de este mismo evangelio en un grupo juvenil de Medellín, yo lanzaba la pregunta , qué es un tesoro?
Alguien me dijo: “es algo que lo vuelve a uno rico”. Otro dijo “es algo que se debe buscar y una vez se encuentra lo llena a uno de alegría”. Otro diría: “es algo muy precioso y valioso, pero que está escondido y se debe hallar, y el primero que lo haya se considera vencedor, rico y por lo mismo se llena de felicidad”.

Todas las respuestas eran correctas, claro unas más completas que otras, yo diría la última es más precisa. Y es que Jesús sabia de estas cosas, pues la existencia y búsqueda de tesoros escondidos es de vieja data.

Quizás muchos de nosotros nos enteramos de la significación de un tesoro viendo películas de western (del oeste) antes de descubrir su existencia y o referencia en la Biblia. Y claro, nos sorprendimos que Jesús hablara de esas cosas, y así quedaba corroborado que los tesoros son tan viejos como la humanidad.

Robert Louis Stevenson (1850-1894), escritor inglés, publicó en 1883 (a sus 33 años) su obra más famosa “La Isla del tesoro”, la novela prototipo cuya lectura y visión en cine y televisión nos han ayudado más a comprender una esencia clásica más secular y o material de lo que es un tesoro (joyas, dinero, bienes preciosos enterrados en un lugar secreto) y que en su búsqueda después de muchas peripecias y aventuras, verdades y mentiras, muchos pierden la vida, antes de encontrarlo…la clave es hallarlo antes de que lo hagan los malos…Y en las lecturas de este domingo la cuestión es de tesoros, tesoros tan importantes que marcan toda nuestra vida.

Es posible que debido a nuestra mentalidad materialista, aun pensemos o nos imaginemos al pronunciar la palabra tesoro esos mismos elementos dorados, joyas, monedas antiguas de la novela, o en una lotería que de repente vuelve a alguien multimillonario, acaudalado , muy rico a algún “ suertudo “ que podrá dar rienda suelta en adelante a todos sus caprichos.

Pero no se trata de esto. Al contrario, el tesoro del cual nos habla el evangelio, SE LE BUSCA y CUANDO UNO LO ENCUENTRA, lo paga caro.

Mas, es un tesoro que no se disipa y no le tiene miedo a ladrones, ni a la corrupción, ni a la escasez (o amenaza de debilidad, o pérdida de poder). Es el tesoro para la VIDA.


APROXIMACION PSICOLOGICA-POLÌTICA AL TEXTO DEL EVANGELIO

Jean-Luc Hétu
(Tomado y traducido del libro “Les options de Jésus”)

Se le descubre antes…

Las parábolas del tesoro y de la perla permiten situar (o hallar) la plaza, el lugar de la penitencia en la vida cristiana. Es seguro que lo primero es el descubrimiento del Reino de Dios y la conversión le sucede (o viene después como una consecuencia).

Después del descubrimiento de su tesoro, la persona convierte todos sus bienes muebles e inmuebles en valores negociables y compra el campo. El mercader que descubre la perla hace la misma cosa.

La reorganización de la billetera (o portafolio) de estos hombres es radical: se vende todo, todos sus valores los convierte en dinero contante y sonante. Quizás la operación no esté libre de hesitación (de miedos), sin una sensación de aprieto de corazón, cuando llega el tiempo de deshacerse de tal o cual posesión, de dejar ir tal colección de perlas a la cual uno se ha apegado particularmente.

Pero los sacrificios no cortan o debilitan el sentimiento dominante de estos hombres, y cual es este sentimiento? LA ALEGRÍA (v.44). Ellos están totalmente seguros de hacer un buen negocio, tanto que ellos están listos a dejar (o renunciar a) todo para llevar esta transacción a término.

Jesús afirma que es la misma dinámica que se activa o trabaja en el campo de la fe. Un día, alguien cualquiera hace un insight (en psicología, es el momento privilegiado de toma de conciencia). Por una u otra razón, él llega a tener la intuición clara de que los valores contenidos en el Reino de Dios constituyen un tesoro existencial, y que él se sentirá completamente realizado si encuentra acceso a esos valores.

Desde ese momento, él convierte (transforma) todo su tener, él reorganiza a fondo completamente todas sus actitudes y sus prioridades para hallar la manera de poder penetrar en el campo espiritual, pues está convencido que si puede prospectar ese campo, y que si puede explorar la dimensión espiritual de su existencia, encontrará un tesoro.

Para él, tampoco, ese proceso no se desarrollara sin contratiempos. Hay valores, posesiones, hábitos y proyectos que no se dejan convertir (cambiar, transformar) fácilmente. Pero, la motivación por trabajar en estos desapegos en estas reorientaciones, en estas penitencias, permanece fuerte porque el tesoro de la vida, la vida vivida intensamente, está ahí, va adelante y llama…

Esta es toda la diferencia entre la antigua moral y la aproximación verdaderamente evangélica de la penitencia. No se hace penitencia para un día merecer encontrar, para ganar el tesoro del cielo. Sino para consentir, dar paso a las rupturas y a los desapegos porque ya se ha encontrado lo buscado, porque uno ha realizado que el Reino nos ha sido ya dado, y que uno está determinado (decidido) a acceder a él.



La diferencia no es más que teórica, pues a pesar de las rupturas y o desapegos, Jesús nos dice que el segundo acercamiento se vive en la alegría.


REFLEXIÓN CENTRAL: 

Saber sacar provecho de lo NUEVO y de LO VIEJO 


Las numerosas y variopintas parábolas que los evangelistas han conservado, demuestran como Jesús de Nazaret era un buen narrador de cuentos y de historias, estos mini-relatos son el indicio de un hombre que tenía claro la esencia y poder de la imagen y sabia narrar historias plenas de sentido y no de mero moralismo. No se trata simplemente de contar una historia, es necesario que esta historia induzca a pensar, a interrogarse uno mismo e ir más allá de lo que pretende contar. Así las parábolas del maestro tienen  y o esconden una segunda o tercera significación (o sentido).

Se dice que los orientales aman los cuentos y existen recopilaciones famosas como “Las Mil y una noches”, que demuestran la importancia de este tipo de literatura.

Hoy, Mateo nos cuenta la parábola del tesoro contenida en 5 lineas. Pero parece que Jesús aca citaba un cuento conocido de su tiempo, un cuento sobre un tesoro escondido que un hombre ha descubierto. En todo caso, es eso lo que afirma un texto apócrifo que data del siglo IV y que se llama “Evangelio de Tomas”. Este evangelio contiene 120 parábolas atribuidas a Jesús. El héroe del cuento es un hombre joven que encuentra un tesoro y lo vuelve a esconder, compra el terreno donde fue hallado, se hace rico y se casa con la hija del anterior propietario. Es una bella historia de amor. Parece ser que en el tiempo de Jesús, las historias de tesoros abundaban puesto que los bancos y las cajas fuertes no eran seguros. En un país donde los bandidos pululaban y los soldados eran voraces y corruptos, lo más simple y frecuente era esconder su tesoro (sus ahorros, joyas y piedras preciosas) en el campo.

Al evocar el tesoro escondido Jesús utiliza entonces un elemento bastante familiar en su medio cultural y  el auditorio rápidamente para las orejas. Mas el verdadero tesoro no consiste en unas cuantas monedas escondidas rápidamente y bajo el influjo del miedo cuando cae la noche. El verdadero tesoro está ahí en medio de nosotros, a veces al alcance de nuestra mano, en nuestra puerta.

Nos sucede a menudo que no vemos este tesoro y  o lo ignoramos, y de repente uno lo descubre.  Uno percibe su presencia, uno se da cuenta de su valor. (He aquí algunos ejemplos de tesoros:

el silencio y la inacción: pues nuestra cultura ambiente nos hace pensar que no somos nada o somos inútiles si hacemos oración o hacemos una pausa para recentrarnos en Dios y en el sentido de la vida;
el tiempo presente humilde y discreto pero que casi no lo valoramos por vivir tensos o expectantes hacia un pasado o un futuro;
la familia, que casi no la disfrutamos por vivir más hacia afuera, dando la prioridad, el tiempo a las ocupaciones (trabajo) y gente del exterior…
la tradición de la fe o el encuentro personal con Cristo,
los sacramentos, celebración de la vida y los  momentos más importantes de la existencia con Dios;
y tantos otros…)

Cuando uno percibe o se da cuenta de la existencia de  estos y otros tesoros uno es iluminado, transformado, encandilado (no “encandelillado”), una alegría inmensa nos atraviesa. El centro de nuestra vida se remueve, y en adelante nuestra vida será transformada puesto que la presencia de Dios nos invade. Como un  tesoro escondido así es el Reino de Dios : ”donde está tu tesoro allí está tu corazón”, dice el evangelio (Mateo 6,21).

Descubrir el Reino de Dios como un tesoro, es ser capaz en adelante de dedicar su vida a él, en un sentido dejar todo por él y así volver a encontrar a la luz o en pleno día  la alegría de Dios.

Hay en el fondo de su corazón un tesoro ignorado? Hay una perla tan preciosa que colocada al lado de lo que valoramos lo hace palidecer?

Ha descubierto usted el amor de Dios como la fuente de una alegría desbordante?
Haga de su vida una verdadera búsqueda del tesoro, entre en una aventura de la cual uno no sale jamás ileso, indemne o insensible, pues su corazón será transformado.
Es esto lo que evoca Jesús en 2 pequeñas parábolas del tesoro y la perla resumidas en algunas líneas. Al final del discurso en parábolas, el evangelio de Mateo agrega una pequeña frase intrigante:
«Es así como todo escriba
que llega a ser discípulo del  reino de los cielos
es como un padre de familia
que va sacando de su tesoro  lo nuevo y lo antiguo.»
(Mateo 13,52

En un principio, los escribas eran simples copistas en un mundo que no conocía la imprenta y donde cada manuscrito era transcrito a mano. A fuerza de tanto leer y copiar, un escriba llegaba a ser un sabio, un maestro, un profesor…Imbuido por la Escritura, él la comentaba en un momento dado. Si este escriba llega a ser discípulo de Jesús, o como dice el texto, discípulo del Reino de los Cielos, él sabrá sacar provecho de su tesoro, de lo nuevo y de lo antiguo. Lo antiguo es la tradición, es el tesoro de la Escritura, la larga tradición bíblica. Lo nuevo es la aclaración (la luz) de Jesús, su manera fresca de darle vida a los viejos textos y de darles su verdadera juventud. Lo nuevo es la manera o modo así tan libre que tiene Jesús de “agarrar” “asir” en los cuentos e historias de su tiempo para encontrar el material que va ponernos sobre la pista del verdadero tesoro.

Así pues, toda la vida humana está hecha de (lo)nuevo y de (lo) viejo.

Hoy nosotros tenemos la pretensión de no tener que “lo nuevo”, como si “lo viejo”  fuera caduco, ahogador, ilusorio. No hay porvenir sin historia, no hay presente sin memoria, no hay hoy sin ayer, no hay nietos sino hay abuelos. Un mundo sin abuelos y sin herencia, es una jungla. Hablar una lengua, es integrar siglos de aprendizaje, de palabras, de acentos, de fonemas, de frases, de verbos y de adverbios, de tiempos y de verbos, del pasado anterior al subjuntivo al futuro.

A veces tengo miedo de un mundo de ordenadores y de maquinas que no pretenden sino estar haciendo “lo nuevo”. Me gusta por eso esta idea del escriba que se convierte en discípulo que sabe sacar de su tesoro lo nuevo y lo viejo, que rejuvenece lo viejo, que religa lo nuevo a lo antiguo para comprender el origen el sentido de todo.

Jesús sacudió y movió completamente la Escritura de su tradición, aquello que  entre otros términos, conocemos como el Antiguo Testamento. Pero Él no lo rechazó. Él lo asumió, lo integró. Las revoluciones quieren siempre abolir el orden antiguo e imponer un orden nuevo. La revolución triunfa, sale adelante cuando asume el legado o la herencia. Cuando no hace más que negar su antepasado, sus ancestros, sus tradiciones, la revolución deja una herida que no termina nunca de cicatrizar.

Decimos esto pensando en nuestra Iglesia, en el Concilio vaticano II   y en la cantidad increíble de cuestiones y de debates nuevos que es necesario afrontar con audacia.

Decimos esto pensando en nuestra sociedad que entra a toda velocidad en una nueva era de la civilización y que arriesga con atraer la barbarie si ella mata la memoria.
Con toda  seguridad que  tenemos necesidad de escribas, tanto a nivel de la sociedad como a nivel de la Iglesia y del mundo de la fe…

Necesitamos hoy escribas (periodistas, redactores, traductores, profesores…) con memoria fuerte y la audacia viva. Es necesario que lancemos puentes hacia el futuro.


ORACIÓN:


Jesús, abre nuestros corazones al mensaje que tu nos comunicas en parábolas,
ayúdanos a comprender el sentido profundo de las palabras
que Tú nos haces descubrir en imágenes.
Cuando Tú nos hablas del Reino de los Cielos
Tú quieres hacernos comprender que su valor es incomparable,
y que vale la pena invertir  todo lo que uno tiene
y todo lo que uno es para tomar posesión de él.
Haz que tomemos conciencia de la oportunidad y suerte que tenemos
de adquirir un tesoro escondido como este o una perla de gran valor,
como lo es el Reino de los Cielos que se realiza y se completa contigo.

Jesús Tu no ignoras hasta qué punto amamos nuestros bienes y posesiones.
El hombre que encontró el tesoro en el campo y el negociante
no dudaron en vender todo lo que poseían,
con tal de  poner la mano sobre el tesoro y sobre la perla.
Al mirar nuestra vida en este momento,
podemos darnos cuenta de todo aquello que nos impide confiarnos en Ti,
de todo aquello que pone peros a nuestra decisión de elegirte.
Danos la fuerza de despojarnos de nuestras falsas seguridades,
de nuestros orgullos desmedidos,
de nuestros egoísmos estériles
y de nuestras suficiencias tranquilas.

Jesús, aviva nuestro deseo de ser todos tuyos y para este menester,
enséñanos lo que puede significar “renunciar a todo”.
Danos la capacidad un día de despojarnos de nuestro amor propio,
de nuestras reticencias a abandonarnos confiadamente entre tus manos.
Haz que nos demos cuenta hasta qué punto, es una suerte única escogerte
Y de pagar el precio.
Permítenos gustar, saborear la alegría que se siente al preferirte a todo.
Amén.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:



 http://vieliturgique.ca

Pequeño misal  "Prions en Église", edición quebequense 2011.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

BEAUCHAMP, André. Comprendre La Parole, cycle A. Novalis, 2007.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones




Entrada destacada

1o de enero del 2017: Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Reemprender el camino La palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir escuchando nuestra memoria, como María. En el moment...