lunes, 2 de febrero de 2015

8 de febrero del 2015: 5o domingo del Tiempo Ordinario

Una salvación de todos los días

Una salvación de todos los días
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 El Señor es nuestro consuelo. Él conoce nuestros sufrimientos, nuestras debilidades y nuestras dificultades. En la antesala de la celebración de la asamblea (Iglesia) del fin de semana, confiémosle y portemos en nuestra oración a todos aquellos quienes conocemos y que viven pruebas diversas (de salud, afectivas, financieras…)
Jesús ve cómo y cuánto el sufrimiento nos afecta. Compasivo ante nuestra debilidad, Él nos anuncia la Buena Noticia (Evangelio) de la libertad. En Él, nosotros encontramos la cura y la fuente de una vida restaurada. La acogida de la salvación de Dios se vive en la cotidianidad. 

Qué hacer ante el sufrimiento? Dios no se queda incólume. Y por lo tanto Él todo lo puede. Dejémonos instruir por su Palabra. Abrámonos desde ya a su Gracia!

LECTURAS:
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE JOB 7,1-4.6-7
Habló Job diciendo:
--El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerdo que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más dicha.

Palabra de Dios
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
--Todo el mundo te busca.
Él les respondió:
-- Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

Palabra del Señor


A guisa de introducción:
Una salvación de todos los días…
Una gran parte de los seres humanos no le ven razón de ser a su vida, no le ven sentido. En ciertos momentos de su existencia, algunos autores bíblicos expresaron de manera cruda y sin ambages esos sentimientos de vacuidad, de inutilidad, de la ausencia de Dios, que asaltan a todo ser humano. La primera lectura del libro de Job que leemos este domingo nos transmite entonces ese sentimiento y pensamiento que nos arriba en ciertos momentos de la existencia, pero que por fortuna no se imponen ni determinan la vida.
Cuando yo evoco los autores y correspondientes libros cuya lectura han forjado mi vida, me doy cuenta que a todos les debo, tanto a pesimistas como a optimistas, a idealistas como realistas, a agnósticos y ateos como a los creyentes en un Dios. Y así es lo mismo con todas las personas con quienes me he encontrado a lo largo de mi caminar: soy deudor tanto de aquellos y aquellas que han tratado de desanimarme como de aquellos que se han constituido en modelos de lucha, de tesón, de optimismo, peros sobretodo de FE, en medio de las arideces, los sufrimientos y las dificultades.
 En nuestro mundo y sociedad de hoy, quizás uno de los factores que más impide a las personas de creer en la existencia de Dios sea la persistencia del mal, las huellas del sufrimiento, la presencia u obra del pecado y la muerte.
 Se hace eco continuamente a lo que dijeron filósofos y o pensadores existencialistas en su momento, pesimistas (ante Dios) como Sartre u optimistas (frente al hombre) como Albert Camus que dijeron: “si Dios existiera no habría tanta maldad ni tanto sufrimiento en el mundo”.
Se piensa así porque erróneamente aun muchos creen que Dios es el autor del mal, que es Él quien genera la violencia, que es Él quien provoca la injusticia…
Dios solo quiere la felicidad del hombre, su desarrollo, su alegría, su progreso.
 Es en la estructura humana social donde se ha de descubrir el origen del mal, si el mundo está como está la culpa no es de Dios, es de una libertad y una inteligencia mal administradas por el mismo ser humano desde el comienzo del mundo y o la creación…Es ello lo que siempre ha querido mostrarnos los primeros 11 capítulos del Génesis donde se nos narra la creación del mundo y del hombre, la primera caída, la maldad del mundo en los tiempos de Noé.
 Dios siempre respeta la libertad del hombre y raras veces intervendrá (de ahí el milagro) cambiar o para detener el curso de las cosas.
 Quizás por ello desconcierta tanto la novela de Job en el Antiguo Testamento. Aquí Dios permite al espíritu del mal (el diablo) enconarse contra su santo fiel, sembrando en su vida y su familia, la muerte, la enfermedad y la destrucción…Y Dios no aparece, no actúa, no interviene (por un gran lapso de tiempo) para defender a su creatura…A pesar de todo, Job persiste incólume, confiado en las promesas del Señor, se deja hacer, porque tiene la plena confianza que al final triunfará el Bien , es decir que Dios se manifestará en su favor.
 Así que hay que ser claros sobre la intención del libro y todos los relatos de Job, que no pretende mostrar que Dios sea el autor del mal, no, todo obedece a maniobras del espíritu maligno (representado en Satán o el diablo) que está decidido a poner a prueba al hombre de fe y buscar hacerle desistir de su ilusión de salvación (fe y esperanza) en Dios.
El libro de Job nos ayuda a comprender lo siguiente:
- Satán no puede infligirnos una destrucción física y financiera sin el asentimiento de Dios.
- Dios controla lo que Satán pueda o no pueda hacer.
- Comprender los “por qué” detrás de toda prueba o sufrimiento que existe en el mundo, supera nuestra capacidad humana,
- Los malos o malvados, recibirán su merecido.
- Nosotros no podemos siempre atribuir nuestros sufrimientos a nuestro pecado o a nuestro estilo de vida.
 - El sufrimiento es permitido en nuestra vida para purificarnos, hacernos test, enseñarnos o fortalecer nuestra alma.
- Dios permanece siempre como aquel que es suficiente, aquel que nos basta para vivir, y merece y pide nuestro amor y nuestras alabanzas, en todas las circunstancias de nuestra vida.

En el evangelio vemos a Jesús que se hace o se presenta cercano o a los enfermos.
Jesús ha sanado o curado un cierto número de enfermos o aprisionados por el mal para darnos una señal y revelarnos la venida del Reino de Dios en nuestro mundo con frecuencia ciego, sordomudo (al estilo Shakira, je,je)…alienado.
 Jesús nos enseña así que Dios no manda la enfermedad y que ella tampoco es un castigo.
Las curaciones realizadas por su Hijo son una revelación de Dios que combate las diversas formas del mal que toca a los humanos, en su cuerpo y en su alma. Cerca de ellos, Él les ofrece la vida que no conoce ya más de sufrimiento y de muerte. Su presencia discreta no puede reconocerse sino por la fe (un don, una gracia, un regalo a pedir), esta segunda mirada sobre Dios y sobre la existencia humana.
Jesús va inclusive hasta identificarse con el enfermo: “yo estaba enfermo, y ustedes me visitaron” (Mateo 25,36). La persona enferma es como un sacramento de la presencia de Cristo resucitado. No es esto también una Buena Noticia (evangelio) para aquellos que sufren y por quienes están bien (o sanos?) en el momento?
 Esto es una invitación que empuja e invita a ir hacia quienes sufren pruebas (de diversa índole por el sufrimiento, la enfermedad, la vejez…,) para reconfortarlos y decirles que ellos tienen un gran lugar, una plaza al interior de la comunidad cristiana y de la sociedad.
Es por medio de cada uno de nosotros que Jesús Resucitado va a su encuentro para hacérseles presente, estar cerca de ellos y ayudarles a vivir. Así nuestra presencia, en el día a día, puede ayudarles a curarse.



Poder y oración (2)

Poder y oración (2)
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Aproximación psicológica al texto del evangelio
 
Poder y oración:
Marcos insiste más que los otros evangelistas acerca de la reticencia o el rechazo de Jesús de ser remarcado y apreciado a causa de sus poderes de sanador (no curandero). Jesús es evidentemente consciente de sus poderes y los utiliza con frecuencia, a veces de manera espontánea u otras se hace el de rogar.
Pero lo que le preocupa, es la interpretación que pueda hacerse de sus poderes (tu eres entonces el Mesías), las esperanzas que ello puede suscitar en los patriotas (“ahora, libera a Israel de los romanos”) y el izquierdismo que estos malentendidos desencadenarían en referencia a sus intuiciones de fondo (enseñarle al hombre a liberarse en profundidad antes que de conducirle a un golpe de fuerza nacionalista de inspiración dudosa).
En este sentido se puede comprender el versículo 34 (“Él no dejaba hablar a los demonios porque estos le conocían”): algunas personas intuían que Jesús era el Mesías, el liberador, pero Jesús no quería ser identificado como tal, ya que su título estaba demasiado asociado a una idea de poder, de supremacía.

Es solamente, cuando esté alejado este peligro de ser conducido por la marea del poder, que Jesús se presentarâ abiertamente como el Mesías. Pero para ello será necesario esperar hasta el final de su vida pública, después de su arresto (Marcos 14,60-62).
El ser humano experimenta (siente) una cierta exaltación o entusiasmo a la hora de utilizar (hacer consciencia del poder concerniente a él) su poder, no importa bajo cual forma: física, intelectual, sexual, política, financiera, social…Pero Jesús había decidido no sumergirse o adentrarse en una experiencia de poder, con el fin de permanecer abierto tanto a las exigencias de su recorrido espiritual como a las posibilidades abiertas cotidianamente por los eventos (sucesos o noticias).
Porque sí el poder puede enceguecernos, hacernos egoístas, insensibles, desentendidos del sufrimiento de los otros, alienarnos…De ahí se comprende por qué la importancia de los votos consagrados de la pobreza, la castidad y la obediencia que hay que entenderlos más como medios para acrecentar la humildad, posibilitar la disponibilidad y vivir el desprendimiento por los otros.
Como nosotros, en consecuencia, Jesús ha experimentado la resistencia ante el llamado de esta invitación a la exaltación o entusiasmo por el poder, ha debido retroceder ante sus ideas fantasiosas de poder y supremacía.
 Es este el sentido profundo del relato de las tentaciones y es quizás también la experiencia que se perfila bajo el versículo 35: “en la mañana, cuando aún era oscuro, Jesús se levanta, sale y se va hacia un lugar desierto; y allí Él ora”).
No tenemos ningún motivo o razón para negar que Jesús haya podido vivir una oración de gratuidad, de alabanza, de simple presencia ante Dios como la vivirán después las comunidades contemplativas. Por el contrario, tenemos algunas razones para pensar que su oración fue un camino de integración a partir de las necesidades de sus vivencias: necesidad de detenerse (parar), de distanciarse, para hacer un ejercicio de clarificación, de reflexión, de decisión…Todo esto vivido en presencia del Padre y en estado de receptividad filial de cara a Él.
Esta oración aflora en ciertos momentos claves del evangelio, y es normal que la hagamos de igual manera quienes hemos decidido marchar tras sus pasos.

Resurrección es...reaccionar ante el mal (3)

Resurrección es...reaccionar ante el mal (3)
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Reflexión central:
Vale decir que como todos los domingos la Palabra de Dios se presta para profundizar en más de un tema. Y el predicador siempre buscara aplicar esa PALABRA liberadora, creadora y creativa en su comunidad, de acuerdo a las circunstancias y la realidad que se vive.

Me parece a mí que además de la idea ya esbozada sobre el poder liberador y sanador de Jesús, podríamos ampliar nuestra reflexión acerca de la invitación que Jesús nos hace a reaccionar ante el mal (Él nos muestra el modo: curando, siendo discretos, humildes, ORANDO). Un buen cristiano no se queda con los brazos cruzados, ante el sufrimiento el discípulo de Jesús por su fe y con su fe: sana, consuela, alimenta, sacia la sed de cualquier índole, transmite fuerza, coraje, da sentido a la vida…)
Pero además el evangelio precisa los lugares donde se ejerce esa liberación y podríamos profundizar en la manera como se manifiesta esa fe, esa esperanza en tales medios…
1. En el ambiente religioso y de asamblea de fe (la sinagoga, el templo o la iglesia).
2. El medio familiar (cura a la suegra de Pedro en la casa de ellos)
3. La realidad socio-política de trabajo o escolar (Jesús sana muchas personas en la entrada a la ciudad).
4. La intimidad o la soledad (lugar interior de cada persona. El encuentro en la oración con Dios para recargar baterías, silenciarse, cerrar los ojos para ver…)
Entonces comenzaré por decir que a veces nombramos o hacemos referencia a otro texto diferente de los leídos para introducir nuestra reflexión, homilía (charla familiar).
Yo comenzaré por citar este versículo del salmo 51: “Él no se adormece, no duerme el Guardián de Israel”. Este salmo nos muestra a Dios ocupado de su pueblo y siempre dispuesto a tenderle una mano de ayuda en todas las circunstancias que lo agobian sea en la noche o en el día.
Es seguro que a muchos no les suena o parece real este salmo, no se ve mucho a Dios obrando en este bajo mundo. Pero al contrario si le vemos obrando –actuando en el relato que acabamos de leer, constatamos que Jesús toma el relevo. Jesús en este texto cumple todas las funciones destinadas a Dios en el salmo. El realiza (lleva a su cumplimiento la obra del Padre).
Ustedes adivinan fácilmente que yo terminaré por decir que si nos esforzamos por imitar a Jesús nosotros llegaremos a ser a nuestro turno cercanos a Dios y seremos elevados como Jesús a la función de Hijos de Dios. Es así como Jesús va asociarnos a su propio destino y nos hace participar desde ahora en su resurrección. En efecto, sin que uno se dé cuenta, este pasaje está interpretado acá bajo el signo de la resurrección.
Este comienza por el relato de la curación de la suegra de Pedro. Ella tiene fiebre, Jesús la sana, no hay nada de espectacular en esta curación (o sanación) y uno no comprendería porqué este pequeño milagro sería reportado si no fuera para volver a sacar y destacar un elemento que se deja ver claramente a través de los términos utilizados. Estas son palabras habitualmente reservadas a la descripción de la resurrección. Se dice que ella estaba acostada y no que estuviera en cama. Estaba extendida, como lo están los muertos (y no siempre, pues en África muchas etnias entierran sus difuntos sentados como el caso de los Mafa de Camerún con quienes viví). Y no se dice que Jesús la haya sanado, pero sí que la hizo levantarse, y la expresión “hacer levantarse” designa con frecuencia en el evangelio la acción de RESUCITAR! Este relato anodino de la curación de esta mujer es muy conocido (de hecho es de los evangelios que más se lee a la hora de la liturgia de la misa, a lo largo del año en sus diferentes versiones), pero aparte de que este se haya prestado para hacer ciertos chistes flojos o malintencionados, éste no tiene que él solo interés de ubicarlo, lo mismo que a los otros relatos de sanación que seguirán bajo el signo de la RESURRECCION. Cuando Jesús interviene en la existencia de alguien es para hacerle pasar de una situación de muerte a una situación de vida, es esto la resurrección.

Sin que se digan las cosas, se nos permite percibir que todas las relaciones que Jesús establece con los seres humanos están ubicadas dentro de esta dimensión de la resurrección que llega a ser la realidad profunda de su ministerio.
La resurrección toma entonces su sentido verdadero que no designa solamente el hecho de sobrevivir a nuestra propia muerte sino que también es en efecto (el hecho) de vivir desde ahora la realidad de la presencia de Jesús a nuestro lado. De ahora en adelante este será el primer aspecto de la resurrección.
Para ser "resucitados" es necesario ser liberado de todo lo que nos lleva a la muerte. Tenemos acá toda una serie de acciones liberadoras de Jesús. Estas acciones han tenido lugar en plena noche y la muchedumbre (gran cantidad de gente) está presente. Toda la ciudad está ahí, y esto para decir que todos y a cada uno les (nos) concierne. La noche no es solamente la ausencia del día, es también la ausencia de esperanza, la noche significa la incapacidad que se tiene de ver los sucesos que vendrán, la noche no es solamente física es también espiritual. Ella designa esta situación que provoca (o hace) que todos los fantasmas, todos los demonios se muestren alegres y se comporten como si Dios no tuviera ningún poder sobre ellos.
En la sociedad antigua, como en nuestro inconsciente, la noche está poblada de elementos hostiles a los hombres. Ella es percibida como un momento donde Dios pareciera suspender su vigilancia y deja la plaza libre a las fuerzas negativas. Es en este mundo terrible y o peligroso para el hombre donde Dios pareciera estar ausente que Jesús interviene, como para decir que no hay dominio donde la enfermedad o las fuerzas hostiles a los hombres puedan tomar un lugar…El evangelio de Marcos nos dice que Jesús ha venido a instaurar la resurrección en el dominio de la muerte y restablecer una relación con Dios que parecía interrumpida.
Qué pone obstáculo a estas relaciones? Bien entendido que son los demonios y la enfermedad. En el contexto del evangelio, los demonios no son personalizados, ellos son puestos en el mismo rango que la enfermedad, en la cual la ausencia (o falta- dificultad) de sanación nos hace dudar de Dios. A veces, nosotros atravesamos por sucesos tan terribles que nuestra razón no puede sobrellevarlos o superarlos sin poner a Dios adelante o presente. Son estos eventos o sucesos que hemos de poner en la misma línea o en el rango de los demonios con los cuales Jesús libra un combate sin parar.
Nosotros dudamos de Dios, cuando tenemos el sentimiento o sensación de que el peso del destino es demasiado pesado y concluimos entonces que Dios debe ser impotente por haber tolerado cualquier cosa muy injusta. Y peor, si Él no es impotente, entonces es que es permisivo o que no tiene nada por hacer por criaturas tan insignificantes como nosotros. Este sentimiento de indiferencia o de total abandono es insoportable, puesto que no tenemos la fuerza para enfrentarnos al destino, totalmente solos. Nos sentimos encerrados o rodeados por una noche espesa, condenados a sufrir un destino que no controlamos o dominamos.
Es en esta noche espesa que Jesús se mantiene erguido. Es ahí que los discípulos le encuentran aunque todavía esté oscuro. Ellos le dicen la angustia de la humanidad y Jesús responde que Él está ahí para consolarlos, y darles seguridad. Jesús saliendo de la noche para orar quiere decir que mientras la humanidad dormía, Jesús velaba.
De este modo, Él da una primera respuesta a nuestras angustias. Cuando tenemos miedo, Él está ahí y Él ora, es su manera (la suya) de mostrarse y o ser eficaz.
Jesús responde a aquellos que le buscan y cuestionan. Él les dice: “VAMOS A OTRO LADO”. Este “otro lado u otra parte” toma una grande importancia, porque este “otro lado” no es ahí (o el lugar) donde ellos le esperan. Para ellos la presencia eficaz de Jesús será de detener, hacer cesar lo que no esté bien. Ellos esperan un milagro o un consuelo. El milagro es del orden de confort inmediato como lo haría un medicamento que apenas una vez administrado suprimiría el dolor. La posición de Jesús no es esta. Ella está en otro lado.

Los hombres desean que al intervenir Él corrija las anomalías de las cuales somos víctimas. Y no es exactamente eso lo que surge o se produce. A pesar de nuestras oraciones, nuestras angustias continúan, subsisten, las enfermedades perduran y en ocasiones nos llevan a la muerte. Dios no quiere pasar su tiempo corrigiendo lo que está mal en el mundo. Él se niega a ser el Dios providencia (el Dios « tapa huecos ») que responde a todas nuestras necesidades humanas en cantidad. Jesús orienta sus miradas hacia “otra parte” “otro lugar”, hacia donde ellos todavía no han volteado (o tornado) sus ojos. Este “otro lugar”, lo hemos designado al comienzo de esta reflexión, es el evento de la RESURRECCION.
La resurrección se ha manifestado en el momento que Dios, en la persona de Jesús ha aceptado  hacer recaer sobre Él todas las maldiciones de los hombres para portarlas (cargarlas) y asumirlas en su muerte. Su presencia dentro de nosotros implica entonces LA RESURRECCION.
Gracias a ella, nosotros superamos nuestros propios sufrimientos, sabiendo que Dios ha puesto en nosotros suficiente energía para superarlos y para hacer que ellos no sean más obstáculo para nuestra fe y nuestra esperanza. La RESURRECCION es poder o potencia de Dios en nosotros.
Dios no destruye, como por el efecto de una poción mágica todos nuestros bloqueos pero Él pone suficiente energía en nosotros para que los superemos, ya que Dios cree en el ser humano y en su capacidad de superación. El hace la apuesta que si nosotros confiamos en Él nosotros sobrellevaremos por nosotros mismos todo lo que nos hace sufrir. Esto no impide sin embargo  poner regularmente sobre nuestra ruta signos efectivos de su poder. Él nos da referencias o signos y se permite hacer mismo milagros. Ellos actúan en nosotros como el pan y el vino de la Eucaristía que se descomponen físicamente pero que nos dicen o revelan la presencia real de Dios en nuestra existencia.

Referencias:

Pequeno Misal "Prions en Eglise", Novalis, Quebec.

HÉTU, Jean Luc. Les options de Jésus.

Le sermon de dimanche matin:  jbesset.blogspot.com

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