martes, 10 de febrero de 2015

15 de febrero del 2015: 6o domingo del Tiempo Ordinario (B)

Discriminación o compasión?

Discriminación o compasión?
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En nuestro mundo en búsqueda de paz y de armonía subsiste a veces el miedo a la diferencia que nos aleja de ciertas personas. Dios en Jesús, trabaja activamente para reunir su pueblo, en la unidad y la diversidad.

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL LEVÍTICO 13, 1-2.44-46
El Señor dijo a Moisés y Aarón:
-- Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel y se le produzca la lepra, será llevado al sacerdote de Aarón o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra, y es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra, andará harapiento y despeinado, con la barba rapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la lepra, seguirá impuro: vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.
Palabra de Dios

EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 40-45
En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-- Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-- Quiero: queda limpio
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él le despidió encargándole severamente:
-- No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aún así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor

A guisa de introducción:
Discriminación o compasión?
Cuando estuve en Camerún (África) vi muchos ancianos que habían sido víctimas de la lepra. La señal de ello eran muñecas de las extremidades superiores desprovistas de dedos, pies estropeados, en fin personas con los brazos incompletos, limitados de alguna forma a causa de una de las enfermedades más temidas y aborrecidas por el ser humano.
Por fortuna en los últimos años, los descubrimientos de la medicina han logrado casi que erradicar tan espantoso flagelo.
La primera lectura tomada del Levítico nos muestra la calamidad social que representaba la lepra entre el pueblo judío: causa de discriminación, de rechazo, de abandono para quien la padecía. Mas hoy hemos de contemplar el contexto de tal situación de rechazo y no juzgar apresuradamente con nuestros cánones y visión (por supuesta más moderna, madura) de nuestro tiempo. El hecho de aislar el enfermo, hemos de entenderlo así, buscaba el bienestar de la mayoría, se sacrificaba el individuo por referencia al pueblo, y lo más tenaz es que el leproso debía convencerse de su estado y aceptar mismo su desgracia anunciándose y actuando como alguien indeseable para la comunidad con el fin de no ser tocado y no contagiar a nadie. Así la ley de Moisés contemplaba estas prescripciones con respecto a la lepra porque velaba el bienestar de la mayoría y se creía que ese era el querer de Dios…Era la interpretación, la inspiración divina plasmada en la ley y por supuesto se creía actuar bien.
Pero he aquí que Jesús aparece en el Evangelio demostrando que Él ha venido para instaurar una Buena Noticia: Una historia fascinante e incómoda se nos cuenta en la lectura del evangelio de hoy, poniendo en escena un leproso y a Jesús que pone fin a la discriminación para dar paso a la compasión. Jesús se revela (se manifiesta) y se rebela (respecto a la ley) con su gesto provocador y subversivo de contaminarse tocando al leproso (al desechado, al aislado, al rechazado).
Una vez más con su paso entre el pueblo Jesús viene para mostrar el nuevo rostro de Dios, casi que la antítesis de aquel que se dilucidaba en el Antiguo testamento: un Dios que acoge, que libera tanto al individuo como al pueblo, un Dios compasivo y que no discrimina, un Dios que reintegra en la sociedad y que le devuelve la dignidad a quien la creía perdida.
En nuestro mundo de hoy son muchos los leprosos que vemos representados en las personas despreciadas, ignoradas, dejadas de lado, rechazadas…No se les quiere ni ver. No se les quiere escuchar. No se acepta que se les hable. Se les pide no molesten a nadie. Ellos están ahí, acá, cerca de nosotros MUY VIVOS O YO DIRIA están Vivientes, debido a la connotación peyorativa que ha tomado la palabra “vivos” (timadores, tramposos) o “vividores” para nosotros. Ellos digamos mejor sobreviven, subsisten a pesar de nuestra incomodidad…En la práctica se les pretende negar el derecho de vivir…Y hay quienes se dicen: “Es bastante triste…ellos se lo han merecido…no les queda que desenvolverse, “arreglárselas como pueden”…
Vayan y vean! Su piel no tiene buen color: quien se les acerca para entablar conversación? Ellos acaban de salir de la cárcel: quién les ofrece un empleo? Ellos son seropositivos (han contraído el VIH) quiénes quieren llegar a ser sus amigos? Ellos no tienen ni siquiera un salario mínimo para vivir: acaso esto nos concierne en verdad, nos importa? Ellos viven muy lejos de nosotros!
Este evangelio entonces nos interpela respecto a todos esos hermanos que muy a menudo sin darnos cuenta, consideramos prácticamente como leprosos.


Liberarse de la lepra que separa y aísla (2)

Liberarse de la lepra que separa y aísla (2)
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Aproximación psicológica al texto del evangelio:
Liberarse de la lepra que separa y aísla
Una lectura atenta de este relato nos permite discernir bajo la curación de la lepra, un exorcismo del leproso. 
Tres indicios nos conducen a esta conclusión. Primero que todo, según ciertos manuscritos, “Jesús se llena de cólera” (o ira santa?) y no “se llena de compasión o tiene piedad” (v.41), cuando ve aproximarse la victima de la lepra. Más que impaciencia de cara al enfermo, esta cólera de Jesús seria atribuible al encuentro aun con un demonio. 

Enseguida, el primer sentido del verbo griego traducido acá por o “despedir” (v.43) es “lanzar afuera”, y es un verbo que es utilizado cuando Jesús expulsa un demonio. En lugar de traducir “irritándose contra él (el leproso), Jesús le despide…”, se podría entonces comprender así: “irritándose contra él (el demonio), Jesús le hace salir”.
En fin, en el v.42, la lepra “abandona, sale” del enfermo como un espíritu “sale” de un poseso (o poseído).
En la mentalidad de la época, no se distinguía con claridad entre una curación y un exorcismo, puesto que en los dos casos a una persona cortada o desprovista de una parte de ella misma, se le devuelve esta parte y se le vuelve a poner en contacto con la totalidad de su potencial. Tal es el sentido del poder liberador (mesiánico) de Jesús: liberar la gente de aquello que les disminuye como personas, cuales quiera sean las modalidades concretas de su alienación.
Es posible explorar lo que está bajo la base existencial de este episodio y generar una significación que nos toque, o nos conmueva hoy. 

La lepra es por excelencia, el símbolo de una deficiencia personal que separa o aísla de la comunidad. Aquel que es consciente de su deficiencia, no osa más entrar en contacto con el otro, sea por miedo de hacerle mal, sea por miedo de provocar dificultades o problemas. Recíprocamente, la seguridad exige que se evite tal o cual persona a causa de su deficiencia. El milagro de la curación (o sanación) llega a hacernos comprender que esta deficiencia desaparece cuando dos hombres aceptan sinceramente ir al encuentro el uno del otro, a pesar de su miedo mutuo de provocar mal o de hacerse daño. 

Una liberación se produce cuando se toma el riesgo del contacto, cuando uno acepta existir ante otro con toda su fragilidad y cuando el otro acoge calurosamente este proceso (marcha o movimiento).

El leproso estaba excomulgado porque se le tenía miedo, y en la fuente u origen de toda excomunión, existe el miedo de una contaminación. El leproso había sido declarado impuro, y religiosamente esto era una justificación teológica del miedo que pervivía bajo todo ese manto. De tal modo que Jesús y el leproso, todos dos optan por un contacto verdadero, rechazando (o respondiendo) de este modo a las categorías religiosas de la pureza, y rompen con la dinámica de la excomunión, asumiendo los riesgos de su encuentro.

He aquí entonces lo que es liberador: actuar no en función de las convenciones religiosas y sociales, no en función de sus miedos (de ambos), sino en función del evento que ha surgido ante ellos y que es signo diciente, actuar en relación con la persona que está ahí ante mí, con sus problemas y sus recursos, y hacer con ella la parte del camino que se pueda.



“Señor si Tú quieres, puedes limpiarme…” (3)

“Señor si Tú quieres, puedes limpiarme…” (3)
Foto:http://lasmemis.com/wp-content/uploads/2012/02/leproso-31.jpg

"A mí me duele sentarme a la mesa, comer con buen apetito y dormir sin pesadillas después de haber visto el espectáculo atroz de tantos hambrientos y de tantas miserias humanas. Por eso grito con voz en cuello para los que prefieren cerrar los ojos, los voluntarios de la sordera, los que visten esmoquin para arreglar el mundo y les pido justicia. Grito para que me oigan; se lo pido en nombre de Dios". 
"La caridad es la proyección del rostro de Cristo en el rostro del pobre, del que sufre. Si Cristo mañana volviera a golpear a tu puerta..., ¿qué harías? El sería como en aquel entonces un pobre, un hombre solo, seguramente un trabajador, quizás desocupado...".
(Raoul Follereau, periodista comprometido con la causa de los leprosos)

REFLEXIÓN CENTRAL

“Señor si Tú quieres, puedes limpiarme…”
Hoy, Jesús ataca a los prejuicios y a la exclusión: “lleno de compasión… (no, “sintiendo lástima”, que es la más acertada traducción) extendió la mano y lo tocó“.
La intención del evangelista Marcos no es recordar de manera simple un milagro de sanación, sino más bien decirnos QUIEN ES JESÚS. El derribaba las barreras de las leyes humanas y sociales, que prohibían tener contacto con los leprosos, Él sentía compasión por los “intocables” arrojados lejos de la ciudad y rechazados por todos. Al actuar así, el mismo Jesús llega a ser un “intocable” o más bien un “indeseable” o como decimos horrorosamente para referirnos a ciertos hermanos privados de tanto: DESECHABLES: “Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado…”
Este evangelio nos invita a responder a la pregunta: Quiénes son los leprosos del siglo XXI?
- Aquellos que viven en los tugurios, en las favelas, en los barrios marginados de todo el mundo y en nuestro país.
- Los desempleados y los mendigos sin techo que viven en la calle.
- Los ex convictos (ex prisioneros) que no pueden reinsertarse o rencontrar su lugar en la sociedad.
- Las personas que están esclavizadas por todo tipo de dependencias (droga, alcohol, juegos, sexo desaforado…), los alienados.
- Las personas a quienes se les encierra en prisiones secretas y en prisiones del Estado, donde la tortura está al orden del día.
- Las personas ancianas que esperan la muerte en medio del aislamiento y el abandono.
- La ola de inmigrantes que llegan por miles…
Hay una gran cantidad de leprosos y excluidos en nuestra sociedad moderna!
Entrar en contacto con aquellos que sufren es esencial en nuestro compromiso cristiano.
Francisco de Asís debe su conversión en gran parte, gracias al encuentro que tuvo con un leproso. Ha sido el texto del evangelio de hoy lo que le hizo salir de su mediocridad y le provocó un cambio radical en su vida.
Por ello escribiría en su testamento: “ver los leprosos me parecía insoportable, pero cuando me sentí interiormente empujado a abrazar a uno de ellos, todo se ha derrumbado, se ha sacudido, todo ha cambiado”. Francisco se convierte por un beso a un leproso. Literalmente él se ha vuelto sobre si, se ha visto a sí mismo, se ha transformado, él ve a las personas, él ve la vida de otra manera.
Cosa parecida le ocurrió al Padre Damián (1840-1889) sobre la Isla de Molokai y al periodista francés Raoul Follereau (1903-1977) quien junto a su mujer Madeleine Boudou, consagró su vida a la causa de los leprosos. Fue él quien introdujo la Jornada Mundial de los leprosos, una página del evangelio celebrada en 127 países.
El contacto de Jesús con el leproso es en efecto el equivalente de la parábola del buen samaritano en la vida real. Es también el símbolo de la intervención de Dios en cada una de nuestras vidas.
Detrás la imagen de la lepra, encontramos todas nuestras fragilidades, nuestras limitaciones, nuestras toxicomanías, lo que nos desfigura y nos carcome del interior, todo aquello que nos impide ser miembros en parte entera de la comunidad humana y de ofrecer todo aquello que tenemos de original o único en nosotros. Todos tenemos necesidad de la ternura de Dios. Y todos estamos invitados a seguir el ejemplo de Cristo, aportando un poco de consuelo y de esperanza a aquellos que están enfermos, que son rechazados y marginados.
Al final del evangelio de San Marcos, Jesús indica los signos que acompañaran a los miembros de su pueblo: “Ellos impondrán las manos a los enfermos y estos se sentirán mejor” (Mc 16,18).
Ser discípulo de Cristo, es ser sanado por Él y caminar tras sus pasos actuando como Él.

@gadabay
padregusqui.blogspot.ca

Bibliografía:
 Pequeño misal “prions en Église”, edición para Quebec, 2012.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

http://cursillos.ca (reflexión del P. Yvon-Allard. Sdv)

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