jueves, 21 de abril de 2016

24 de abril del 2016: 5º Domingo de Pascua (C)

Todas las cosas nuevas

El mandamiento nuevo de Jesús, permite a Dios implantar su morada en medio de la humanidad.
En este 5º domingo de Pascua, la luz del Resucitado continúa brillando para nosotros. En la alegría de su Espíritu, celebremos la vida nueva que Él nos da.



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35):

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra de Señor



A guisa de introducción:

Un amor que va más lejos

Ninguna persona puede pasar de lado, o ser impermeable a la experiencia fundamental de SER AMADO (A)…por sus padres o por los adultos que han sido atentos con él, haciéndole bien. De otra manera, uno no podría sentirse amado en la vida y uno se sentiría incapaz de amarse a sí mismo, de aceptarse con sus cualidades y sus defectos, para alejar las barreras y superar sus limitaciones. Y es esta una condición esencial para amar al otro: padres-hijos; hijos-padres; hombre-mujer.

El amor humano intimidad, es pasión, ternura, compromiso, no necesariamente mutuos.

Uno encuentra personas a quienes se les facilita amar los demás, gracias a un feliz temperamento, a un carácter dulce; ellas toman todo por el lado amable, son muy sociables; ellas tienen confianza en sí mismas y en el prójimo.

De igual modo, uno encuentra personas que se entienden de maravilla en grupo, participan en comunidad y tienen objetivos comunes en los diferentes movimientos o asociaciones: ellos viven la fraternidad humana.

Y otra manera de amar, la encontramos en la amistad entre las personas que se comprenden o entienden, tiene confianza mutua, en un clima de razón y de igualdad.
Como el amor es ante todo libertad, uno comprende difícilmente que él pueda ser codificado en una LEY. Y por tanto es lo que vemos en los mandamientos de Moisés: es un deber amar a Dios y amar su prójimo como a sí mismo.

El amor según la Biblia es un deber basado en la alianza: Dios se comprometió con su pueblo y éste a su vez como respuesta debe observar los mandamientos del amor.

Es necesario admitir que amar un cercano, alguien que nos pone obstáculo o "trabas" es a menudo un sacrificio; no es necesario agregar no importa qué (lo que sea) a esta ley que a primera vista es más bien exterior a sí misma.

Quedarse sólo en el cumplimiento de una ley exterior significa no comprender la Biblia y sobre todo el pensamiento de Jesús. Según el Señor, el amor está basado en el amor de Dios por los seres humanos, en el amor de Jesús por los suyos: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

El Espíritu del amor de Jesús vive en el interior de las personas, que aman como en una sobreabundancia de amor. Este amor cristiano supone la FE en Jesús y la aceptación de su persona.



Aproximación psicológica y política al texto del evangelio:

Si Dios existe, y Él (Jesús) se le parece

Con palabras muy simples y haciendo intervenir dos discípulos, Juan el evangelista expresa y enseña aquí aquello que se constituye en el corazón (o centro) de la experiencia cristiana.

Si Dios existe- y Juan está seguro de ello- Él se parece a Jesús. En Jesús las líneas de fuerza de toda experiencia humana-libertad, sensibilidad ante el otro, fidelidad – han llegado a una tal profundidad que aquí se está ante algo más allá de lo humano.

Ciertas palabras de Jesús eran “desconcertantes, duras”, difíciles de escuchar (Juan 6,60). Después, Él debía explicar a menudo, el sentido de esas afirmaciones a sus discípulos (Marcos 4,34), pero aun así no era siempre comprendido (Marcos 8,21) y con frecuencia los discípulos han debido repetirse entre ellos: “Nosotros no comprendemos lo que quiere decir” (Juan 16,18).

Mas esta dificultad de “seguir” intelectualmente a Jesús no les impedía a los discípulos de seguirle físicamente y de creer en él moralmente. Lo que demuestra que, en el campo humano, las acciones de Jesús no decepcionan ni engañan. Los apóstoles no eran ni psicoanalistas ni exegetas (intérpretes de las escrituras), pero ellos al menos, eran hombres que podían distinguir entre un buen fruto y un fruto malo (Mateo 7,15-20), entre la libertad y la esclavitud, entre la apertura al otro y el egoísmo.

Si ellos creían en Jesús era más por lo que Él era y por lo que hacía más que por sus enseñanzas, en las que han tenido buen tiempo para analizar…Es el sentido de las palabras del versículo 11: “Si ustedes no creen en mi palabra, crean al menos a causa de mis obras”.

Para nosotros también, hoy, el reconocimiento de la divinidad de Jesús se encuentra al final del mismo camino. La fe no viene por un análisis de la teología del Nuevo Testamento, sino por una puesta a la escucha de lo que Jesús ha vivido, tal cual como afloran esas vivencias en cada página del evangelio.

No es seguro que antes de encontrar a Jesús, los apóstoles hayan sido grandes creyentes y que haya sido la intensidad de su fe en Dios (descollante en el Antiguo Testamento) lo que les ha abierto o despertado su fe en Jesús. Cuando ellos descubren en Jesús “el camino, la verdad y la vida”, es probablemente el camino inverso que ellos hacen (el amor y fe en Jesús les intensifica el amor y fe en el Dios del Antiguo Testamento).

A través de un hombre en el que la libertad, la apertura al otro y la fidelidad les impresionaba, ellos descubren la FE: FE de Jesús en el hombre, Fe de Jesús en Dios. Es entonces cuando ellos intentan darle un lugar a Dios en su vida, la misma que Jesús le daba en la suya.

He aquí entonces, el impacto de Jesús sobre los apóstoles y en todo discípulo que viene posteriormente. Una vivencia humana donde la intensidad y la profundidad reenvían a otra cosa, y en la cual Jesús demuestra, o da testimonio por la influencia que Dios tiene sobre Él.

Es aquí cuando los apóstoles se ven conducidos a afirmar y después de haber encontrado a Jesús: “Dios existe y Él (Jesús) se le parece!”




Reflexión Central:

La última petición de Jesús

La lectura del evangelio nos transporta al cenáculo donde Jesús realiza la última cena con sus discípulos. Judas acaba de partir para preparar su traición. La señal del debut de la pasión acaba de ser dada. Sabiendo que muy pronto será arrancado de la vista de los suyos, Jesús expresa su última voluntad. “Como yo los he amado (…) ámense los unos a los otros”.

El amor en la vida de Jesús

Cuando Jesús ha fraccionado (partido) el pan y lavado los pies de sus discípulos (Juan
13,3-15), Él significaba ya en qué consistía el amor.
Pero toda su vida nos aclara acerca del sentido de la ofrenda y del servicio.
Jesús veía la urgencia de socorrer las personas atacadas por enfermedades y sufrimientos morales. Él ha alimentado las multitudes hambrientas de reconocimiento (agradecimiento), de sanación interior, de ternura y de pan. Él ha transformado por su acogida un hombre rico, un recolector de impuestos deshonesto, un paralítico, un ciego, una mujer pagana y otra jorobada. Él ha tocado la samaritana en su verdad profunda. Él ha vivido un amor sin límites por todas las personas, sin juzgar ni condenar. Él ha perdonado a sus verdugos (ejecutores). Él nos ha amado llegando hasta donar su vida para que nosotros tengamos la vida en abundancia (Juan 10,10). Y Él nos pide amarnos como Él nos ha amado.

Amar como Él

¿Es posible? ¡Nuestra sed de confort y de placer, nuestra obsesión por las apariencias y el deseo de satisfacer, complacer a todo precio nos centran totalmente en nosotros mismos!
Amar como Jesús, nos obliga a salir de nuestro egoísmo, a dejar de lado nuestras preocupaciones y nuestra búsqueda de gratificaciones personales para ir a consolar aquellos que están sumidos en la pena, calmar sus angustias, erradicar su tristeza.
Amar como Jesús, implica que nosotros nos aceptemos los unos y los otros tal como somos: gente de aquí o de allá, ricos o pobres, eruditos o ignorantes, fuertes y frágiles. Que alguien esté sobre la cuesta de la delincuencia o en ruptura con su vida familiar o social, a pesar que el otro repita sin cesar los mismos errores o que esté paralizado ante los esfuerzos a realizar…
Amarnos como Jesús nos ama, significa:
 aceptarnos de manera incondicional, sin juzgamientos (juicios).
Es abrir los brazos a nuestro hijo afligido por una pena de amor.
Es Apoyar un colega que tiene dificultad para salir de la depresión.
Visitar un vecino enfermo de un cáncer en fase terminal y que tiene necesidad de ánimo, coraje para enfrentar la muerte.
Acoger al extranjero que acaba de llegar a nuestra comunidad y que busca intercambio e interactuar.
Perdonar a las personas que nos han hecho mal (nos han herido) …
En resumen, reavivar la esperanza y restaurar la comunión entre nosotros.

Un ideal a alcanzar

Es por nuestro amor los unos por los otros que el mundo (la sociedad, los demás) nos reconocerán como sus discípulos, dice Jesús. ¡Mas el amor día a día es difícil! ¿Cómo llegar a amar como Él, de manera gratuita, con la misma humildad y la misma entrega de sí mismo? ¿Cómo llegar a amar sin excluir a nadie, rechazando la vía o camino del poder, del control y de la violencia? Con seguridad, Jesús no se espera eso, que lleguemos a vivir todo ello sin dificultad…Es un ideal que Él propone. Y perseveraremos en la búsqueda de este ideal si permanecemos cerca de Jesús, la fuente misma del amor. Ayudándonos los unos a los otros a reconocer los signos de su amor en nuestra vida. Dejándonos guiar por su Espíritu…Un paso a la vez…un día a la vez…





OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA:

1.    Me doy tiempo para decir a miembros de mi familia “yo te amo”.

2.    Me pregunto sobre mis compromiso cristiano-católico (de bautizado) en mi ambiente de vida y de trabajo.

3.    Me acerco a alguien que vea en la misa con frecuencia, le hablaré y trato de entablar una relación de amistad con ella.



ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN

Nosotros tratamos de amar a tu manera.
Humildes peregrinos en nuestro mundo,
caminamos en búsqueda de amor y de verdad.
Nuestros odios y nuestras rupturas no hablan bien de nosotros.
y de repente! He aquí que todos los pretextos son buenos
para satisfacer nuestra sed de poder.
Y por lo tanto, nosotros tratamos de amar y de servir
aquí y ahora en nuestra comunidad.
Sostiene nuestros pasos vacilantes,
nuestros gestos torcidos.
Permítenos Señor según tu promesa
de HACER todas las cosas nuevas.
Amén!




REFERENCIAS:    

Pequeño misal “Prions en Église”, edición quebequense, 2010,2013.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


Otras fuentes de internet.


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