11 de septiembre del 2016: 24o Domingo del Tiempo Ordinario (C)


 Oración perdón y alegría

Dios ama con un amor muy grande y perdona a quien se arrepiente e implora sinceramente. Para Dios no es dificil perdonar, perdona sin dudar y de manera generosa. Él perdona como ama: infinitamente, divinamente, en la alegría.

Una vez más venimos a celebrar y adorar nuestro Dios lleno de bondad y de misericordia, quien quiere la salvación de todos los pecadores y se complace en perdonar. Dispongámonos pues a celebrar con alegría y mucha fe.



LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 15, 1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
-- Ése acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
-- Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido" Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

También les dijo:
-- Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestido; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Palabra del Señor



A guisa de introducción:

La alegría de recuperar lo perdido
Todos, alguna vez hemos sentido, así sea una pequeña alegría, al encontrar algo, un objeto de gran necesidad,  que habíamos extraviado (un teléfono celular,  un libro, una plata, que sé yo...) y que habíamos perdido por descuido, confianza excesiva o desorden en nuestra casa u oficina. A propósito de perder algo por causa de desorden, alguien anotaba jocosamente, que "la ventaja de ser desordenado es que siempre se hacen hallazgos emocionantes"...

Y cuando se trata de una persona,o un amigo o familiar de quien  hace tiempos no sabiamos, la alegría es más intensa y significativa.

Pues bien, el Evangelio de este domingo, nos habla de tres personas que encuentran algo o alguien que habían perdido: el pastor abandona 99 ovejas para irse a buscar una sola que se había extraviado. La mujer busca con determinación una moneda, que equivalía a una jornada de trabajo. El Padre espera con ansia, un hijo que había decidido libremente dejar la casa paterna, reclamando su herencia. Ellos festejan cuando encuentran lo que habían perdido.

Pero todas estas situaciones tan terrenales y evangélicas a la vez nos ayudan a comprender y a  ver cómo Dios ama! Sí, para Dios cada ser humano es precioso! Él no puede resignarse a perder uno solo de ellos. El sale en nuestra búsqueda, barriendo el mundo para encontrarnos y darnos su amor. Su alegría es guardarnos en su corazón.

Quizás debería yo tomar conciencia de mis extravíos, de mis alejamientos…El Señor me busca! Lo mejor que podría suceder es que yo me deje encontrar por Él y que conmovido por su ternura, yo transmita a otros el gusto de su salvación!




 Aproximación psicológica al texto del evangelio:


Dos historias diferentes

La parábola que clásicamente se ha llamado "parábola del hijo pródigo" y que muchos conmigo prefieren llamar "parábola del padre misericordioso", se entiende mejor si uno subraya que está compuesta de dos historias casi distintas.

La primera historia concierne al hijo que vuelve del extranjero, y posee un final feliz. En cuanto a la segunda historia, que comienza después del versículo 25, se refiere al hijo que vuelve del campo, y no contiene desenlace o final.

La segunda historia pone completamente al revés los detalles de la primera. El primer relato nos presenta un hijo que no está seguro de la reacción de su padre, mientras que el segundo relato nos presenta un padre que no puede prever la reacción de su hijo!

En los dos relatos, la figura del padre permanece central. Pero mientras que el primer relato termina bien, el segundo nos deja perplejos, en ascuas y preguntándonos si el hijo logrará superar su amargura, si podrá volver a descubrir el afecto de su padre por él, si aceptará su invitación a la fiesta de bienvenida al hijo menor? No hay respuestas.

Al utilizar esta parábola, Jesús tiene tres intenciones: Él se justifica; Él llama y se acerca a Dios.

Con la primera historia, Jesús se justifica. Algunos versos más arriba se dice que los fariseos se molestaban al ver que Jesús acogía los pecadores, les costaba aceptar esa actitud abierta y generosa de Jesús quien no le veía  problema a sentarse a comer con los pecadores (15,1-2). Jesús les replica: es cierto que yo hago eso, pero no soy el primero en hacerlo. Yo actúo, hago como Dios!  Y como prueba para apoyarse, describe en su primera historia de hijo, un Dios tan bíblico y tan tradicional que ningún fariseo ha podido replicarle u oponerse al respecto.

Pero, además de justificarse, Jesús llama. Con su segunda historia, pone a pensar a los fariseos, los invita a confrontarse, a pensar: Dios quiere acogerlos en la misma mesa, si ustedes aceptan que no son los únicos invitados; su amistad por ustedes existe y permanece desde siempre, si ustedes quieren aceptarla. Superen su primera reacción de envidia, aprovechen para descubrir cómo  es de bueno su Padre, y esto les ayudará a unirse a la fiesta, de manera simple y sin malicias, pensamientos desatinados o agendas encubiertas...

En un nivel más profundo, se descubre en los gestos, actitudes  y palabras de Jesús, cómo Él se acerca a Dios. Él se permite  abrirse  a Dios para superar Él mismo todo prejuicio de cara a los que entienden mal. En el nombre mismo de su fe, Él invita a su mesa a gente que la religión oficial mantiene alejada. Jesús mismo va dejar entender que para Él, es el mismo Dios quien invita a la fiesta, dentro de una liberación de prejuicios y de barreras de clase en el plan religioso y en el plan moral.

En el fondo, es regocijante, da mucha alegría hallar 2 historias, puesto que por medio de ellas, Jesús nos pone en contacto con los 2 hijos que viven en nosotros: aquel a quien Dios da sin cesar nuevas oportunidades, y aquel que a menudo, tiene la tendencia   a endurecerse cuando Dios le da chance a otro!




     REFLEXIÓN CENTRAL

      1
      Perdido y encontrado
     
      Encuentro una historia parábola contada por un sacerdote quebequense. Dice que en una parroquia de barrio prestante el padre párroco Delumiére leía la siguiente carta:
      "Queridos amigos,
      Tengo una buena noticia para anunciarles. Después de algún tiempo, mucha gente me dice en confesión y de manera abierta que la FE les parece algo abstracto y que nunca encuentran situaciones concretas que les permita poner en práctica las enseñanzas de Jesús. Vivimos otros tiempos distintos a los de la primera Iglesia o primeros cristianos. Por ejemplo la definición de los derechos de las personas, que es ciertamente uno de los frutos de la Palabra de Dios a lo largo de los siglos, nos ha liberado de alguna manera del Evangelio.
      Ustedes saben que el territorio en el que estamos presentes como parroquia es muy amplio: un sector de 7 comunidades con equipos de todo género. El equipo responsable de los proyectos sociales ha trabajado bien y nosotros podremos acoger próximamente tres grupos nuevos:
      - En la parte norte, se abrirá pronto una casa de pasaje para antiguos prisioneros. Esta solución permite a los prisioneros elegibles para la libertad condicional finalizar su tiempo de detención en casas de transición que son residencias. En el día, los presos estarán libres para trabajar si tienen un trabajo o para buscar trabajo o para perfeccionar su formación, recibir tratamientos, hacer deporte, etc; y en la noche, deben entrar a la residencia;

      En el sector oeste, tendremos el privilegio de acoger un centro de alojamiento para mujeres víctimas de violencia conyugal. Ustedes saben el número considerable que hay de mujeres víctimas de todo tipo de abusos y que deben tener el coraje de enfrentarse a un hombre violento, de hombres que a menudo no pagan la pensión para los alimentos, que la corte ha fjado, y que acosan a veces a su antigua compañera. De ahí, el sentimiento de miedo, de abandono, de aislamiento que conocen estas mujeres marcadas por diversos maltratos físicos y morales. Nosotros podremos acoger estas mujeres en nuestra comunidad. Un comité de voluntarios está en el lugar para finiquitar las diferentes actividades de animación, de amistad y apoyo psicológico;
     
      En fin, en el sector sur, se abrirá una clínica para enfermos contagiados de sida. No tengo necesidad de explicar o hablarles mucho sobre la deplorable situación de una parte de nuestra población y las consecuencias nefastas que esta enfermedad causa entre nosotros. Quién de entre nosotros no tiene en su familia, un conocido, cercano o alejado enfermo de este flagelo?
     
      Me siento muy contento de anunciarles estas iniciativas que vienen de nuestra comunidad. Hoy, hemos proclamado el evangelio de Lucas que contiene tres parábolas sobre la misericordia: la oveja perdida después encontrada, la moneda perdida y después encontrada, el hijo perdido luego hallado. En las 3 párábolas, se nos dice que hemos de alegrarnos porque aquello que estaba perdido ha sido encontrado., y que hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por 99 justos que no tienen necesidad de arrepentimiento (o perdón). Darle una oportunidad a antiguos presidiarios que como se dice "han cumplido su tiempo", acoger mujeres maltratadas en sus cuerpos y en su alma por una experiencia conyugal desastrosas, acompañar enfermos contagiados de sida, he aquí tres maneras de poner en práctica el evangelio aquí y ahora.

      El anuncio del padre Delúmiere fue acogido en medio de un silencio de muerte. La gente no podía creer lo que había oído. Una casa de pasaje para expresidiarios, un centro de acogida para mujeres maltratadas, un dispensario para enfermos de sida, todo eso en su barrio? Es imposible. Es insensato. Se van acoger bandidos en nuestro barrio, verdaderos bandidos que van a salir de la cárcel? Nuestros hijos no podrán jugar en la calle, correrán el riesgo de ser atacados o agredidos, nuestras casas van a ser desvalijadas. Y luego, además se va a abrigar a mujeres golpeadas, seguramente con sus hijos? Nosotros tenemos un hijo, dos máximo. Y  ellas tienen 3, y a veces 4, a menudo sin ser casadas! yo estoy de acuerdo, ellas tienen necesidad de tratamiento, pero no dentro de un barrio como el nuestro. Que las lleven al centro de la ciudad, cerca de un puesto de policía, así está bien. Pero dentro de un barrio tranquilo y residencial? Y de sobremesa abrir un dispensario para enfermos de sida? Con las jeringas que ellos dejan botadas en cualquier parte, en la calle y los niños que recogen eso...qué peligro!

      En el tiempo que se dijo esto, los parroquianos constituyeron tres comités. Pero no comités de acogida. Comités de rechazo. Se evocaron los riesgos para la seguridad y la salud, la pérdida de la buena imagen del barrio, el riesgo de devaluación de las casas, el riesgo de la alza en los seguros. La radio y la televisión se involucraron. El obispo recibió tres peticiones para la salida de la parroquia del padre Delumiére, etc.

      Evidentemente lo que les cuento es una parábola. Una parábola a propósito de tres parábolas que hemos proclamado: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo.

      Por qué Jesús cuenta estas parábolas? Lucas nos lo dice claramente. Los publicanos y los pecadores vienen a escuchar a Jesús. Los fariseos por su parte, estaban escandalizados por eso. Ellos critican a Jesús: " Ése acoge a los pecadores y come con ellos." (Luc 15,2). Para ellos, la conducta de Jesús es escandalosa. Yo les explico por qué: Los fariseos del tiempo de Jesús son personas estrictas y rigorosas. Ellos tienen un sentido de lo religioso muy estricto, meticuloso. El grupo de los fariseos, constituye un movimiento de gente fervorosa y pura. Es una élite influyente. Los escribas por su parte son especialistas en la Ley de Moisés. Entonces la Ley es muy estricta: ella prohíbe comer con pecadores porque comer con un pecador o un extranjero lo vuelve a uno impuro. Es entonces, a causa de la concepción de la Ley y de la fidelidad a la Ley que los fariseos y los escribas le huyen a los pecadores. Jesús por el contrario come con los publicanos (recolectores de impuestos de manos sucias) y los pecadores reconocidos como tales.

      Es por eso que Jesús les cuenta las dos parábolas de la oveja y de la moneda perdidas. Son parábolas idénticas. En la primera, un hombre tiene 100 ovejas, pero pierde una. Deja las 99 en el plan y se va en búsqueda de la oveja perdida. Cuando la encuentra, se llena de alegría, la carga sobre sus espaldas y hace la fiesta. "Alégrense conmigo", y Jesús agrega esta frase inconcebible, intolerable: "Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse." Jesús tiene en la mira de manera clara a los fariseos y los escribas en los 99 que creen no tienen necesidad de conversión.
     
      El mismo caso para la moneda. Una humilde mujer posee 10 monedas y pierde una. Ella alumbra la lámpara, barre, mueve las cosas. Cuando la encuentra, la alegría es inmensa. El final de ambas parábolas, es entonces, el mismo: "Hay alegría en la casa de los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte".


      Cuando escuchamos estas parábolas de la oveja y moneda perdidas y encontrada ,  y más aun la tercera que conocemos mejor, la de los 2 hijos, nos metemos en la piel de los pecadores. Vemos esto formidable y nos admiramos de la imagen de Dios que Jesús anuncia. Hay alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepiente. Estas son parábolas de la alegría, de la alegría inconcebible cuando el universo gira al revés y la esperanza llega a ser posible.
     
      En verdad, estas parábolas nos consuelan y arriesgan con acomodarnos en nuestras posiciones. Nosotros creemos en un Dios que perdona, tanto que es a nosotros a quien perdona. Si se trata de perdonar a los otros, la cosa no cuadra. Es por ello que antes he evocado la parábola del padre Delumiére que habla de la acogida de ciertos excluídos de nuestra sociedad: de culpables, de víctimas, de enfermos, cuya enfermedad evoca una culpabilidad, y seguramente hay una diferencia entre un perdón espiritual y un grupo de ayuda y apoyo social. Pero, simplemente he evocado algunas de las reacciones de rechazo que tenemos, cuando los hombres y las mujeres que somos deben escoger entre el llamado de Jesús y su propio sentimiento de comodidad...
     
      La protesta de Jesús a los fariseos terminó por costarle la vida; ya que la concepción de Dios que Jesús proyectaba era intolerable. Es necesario decirlo, la protesta de Jesús no ha terminado y no cesará jamás, y comprendida contra su Iglesia. Jesús nunca dejará de incomodarnos puesto que creemos en Él. Y si esto nos pasara, otros tomarían el Evangelio contra nosotros. Y esto es la fuerza del Evangelio. Él es accesible la gente de afuera que pueden entonces volverlo contra nosotros si lo banalizamos.
     
      En verdad, hasta el fin del mundo, nosotros somos y nos quedaremos siendo fariseos. Queremos la condenación y la punición de los pecadores. Para nosotros mismos, con seguridad, queremos el perdón., es entonces fácil para nosotros acusar a los demás de fariseismo. Jesús ha comprendido que una cierta fidelidad a la Ley de Moisés terminaba por impedir la ternura de Dios. Él ha encontrado esto como un sinsentido, y es por ello que Él ha preferido los pecadores. Antes que un Dios del orden y de la regla, Jesús prefiere un Dios que perdona. Y es por eso  que Él ha evocado esta afirmación inaudita: una alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte. Es un escándalo, seguramente, pero esta es la Buena Noticia de Jesús.




      2
     Superar las erróneas imágenes de Dios
     

     Cuáles son nuestras imágenes de Dios? Leemos la Biblia? La vemos mucho
    más que un libro de anaquel, viejo, olvidado, apolillado, dogmático, que no tiene nada que decirnos a los hombres y mujeres de hoy?
  
     Para conocer a Dios verdaderamente es necesario leer la Biblia. En la Biblia se han inspirado la mayoría de obras espirituales, y consideradas por muchos de manera errónea más importantes o trascendentes que la Biblia (cfr. “El Principito” o no importa cuál obra del prolífico Paulo Coelho).

     La primera lectura de este domingo, tomada del libro del Éxodo nos cuenta el incidente del “becerro de oro”. Lo que nos hace caer en cuenta que desde siempre el hombre ha estado tentado a crearse ÍDOLOS, “falsos dioses” por la impaciencia ante la aparente inacción y el aparente silencio de Dios.

     Una imagen fija, no es así como nos representamos frecuentemente a Dios? Pero a Dios no le gusta que se le represente así. Es por ello que toda la Biblia nos muestra un Dios en movimiento.

    En la lectura del éxodo referida, la cuestión de la imagen es central. Los Hebreos (o israelitas) primer pueblo de la alianza con Dios, han querido representar su Dios con una figura de metal fundido. Peligro de idolatría, ciertamente, pero, más allá de eso, desprecio desastroso, que consiste en fijar a Dios en una imagen inmutable, sólida, cuando Dios no puede ser “agarrado” ni fijado (inmovilizado).  Pensemos en las imágenes que tenemos de Dios en la cabeza: a menudo, ellas son ídolos equiparables al becerro de oro. Nos imaginamos a Dios como aquel que previene o prevé y organiza todo de avance, que no puede cambiar de proyecto, ya que su primera idea es por fuerza lo mejor! No es Él perfecto? Él es el Todo Poderoso, el soberano Señor del universo, el Juez supremo…entonces, perfectamente inmutable.

    Finalmente la única imagen legítima de Dios, es el hombre, puesto que él está vivo y no se le puede comprender totalmente (agarrar, asir).
  
    Moisés se niega a pensar Dios como inmutable y es por eso que negocia con Él, para hacerle cambiar de idea y que renuncie a castigar. Antes de él, ya Abraham había negociado la suerte de Sodoma (Génesis 18,20-32).

    Toda la Biblia (y por eso hay que esforzarse por leerla) se inscribe contra la idea falsa que nos hacemos de un Dios exterminador, para quien todo sería programado de una vez por todas.
  
    Con Cristo Jesús, perfecta “imagen del Dios invisible”, nosotros llegamos al término de este camino del conocimiento de Dios. En todo el evangelio vemos como muchos no quieren a Cristo ya que todos “los publicanos y los pecadores vienen hacia Él” y porque el “acoge bien los pecadores: Él come con ellos”. Por qué esta actitud constante de Jesús? Pues, porque es la misma actitud  de Dios quien nos busca. “Adán, por qué te escondes? Dónde estás?” (Génesis 3,9) : como a Adán, Es a mí (Adán) hombre-mujer de hoy a quien Dios se dirige. Él me busca. Búsqueda laboriosa de su parte, como aquella del pastor que recorre la campaña, como aquella de la mujer que barre hasta el más pequeño rincón de la casa sin reparar en el tiempo. Hasta el final. “Hasta que él o ella haya encontrado su oveja, su moneda”.

     Tres parábolas sobre la ternura de Dios, que caen muy bein en este año de la misericordia que está llegando a su término,  dirigidas a aquellos que están “perdidos”. Cada una aporta su propio mensaje. La primera, la de la oveja, nos dice que “uno solo” es tan precioso como todos. Ahora que nuestras sociedades aceptan el sacrificio de un cierto número para la prosperidad general, el evangelio nos obliga volver nuestra mirada hacia los olvidados: uno solo, es mucho. Mismo esquema para la mujer que ha perdido una moneda, la que, inmediatamente, enseguida, llega a ser la única importante. Ella se pone en movimiento, se desvive “hasta que ella la encuentra”.

   En cuanto al Padre de la tercera parábola (reflexionada más particularmente en el 4º domingo de cuaresma del ciclo C), él no se desplaza, no se pone en trabajos por recuperar su hijo: él espera. Y es porque el hijo no es ni un objeto ni un animal, sino un SER HUMANO. Los reencuentros deben ser el fruto de una decisión de su libertad. Entonces, solamente el Padre se pone a correr.

    Cada una de estas tres parábolas nos dicen cómo es Dios, cuál es su manera de unirse  a nosotros. Dios no soporta que un solo ser humano llegue a perderse. En su obra, nada de desecho, nada de “sacrificado” a una lógica económica que deja cada vez más millones (masas) de pobres y frustrados, y mucho menos víctimas inocentes masacradas insoportablemente por el terrorismo político-religioso.

   Como lo recuerdan incesantemente los Papas, es necesario cerrar las puertas frente a todo terrorismo que nos hace la guerra y que es el neo totalitarismo del siglo XXI, y erradicar sus causas profundas que son la desigualdad y la injusticia social. Para Dios, es la oveja perdida, es la moneda extraviada, es el hijo pródigo, quienes llegan a ser los más importantes. El amor, mismo  e igual para todos y menos para uno, no sería el amor.

    San Pablo, en fin, nos descubre, en la segunda lectura, su identidad: él es un “pecador perdonado”. Para aportar nuestro pequeño grano de arena al mejoramiento de este mundo herido por la injusticia y la violencia insensata, tenemos necesidad de ser pecadores perdonados. Esto nos hace más humildes y más pacificados para llegar a ser corajudos artesanos de paz…


OBJETIVO DE VIDA SEMANAL:

1.    Tomo conciencia  que mis faltas son ocasiones para mí de acoger la misericordia del Señor.

2.    Me propongo ir a la búsqueda de una persona que he juzgado y quizás rechazado. Reanudo mi relación con ella y le ofrezco mi perdón.

3.    Oro por alguien entre mis conocidos (as) y que se siente perdido (a), que no sabe en cuál dirección conducir su vida.




ORACIÓN-MEDITACIÓN

Señor, a través de estas tres pequeñas historias,
que Tú nos cuentas hoy,
Tú te nos revelas como un Padre infinitamente bueno y misericordioso.
Tú nos descubres tu más bellos rostro:
tu rostro de amor y de ternura.
Tú nos recuerdas que cada ser humano es precioso ante tus ojos
y que no puedes resignarte o resolverte a perder alguno.

Cómo no reconocernos en los dos hijos de la parábola?
Nosotros somos a veces hijos perdidos que se alejan de Ti,
y a veces somos hijos fieles que se creen sin falla y que respetan las reglas.
Y por lo tanto al mostrarnos cómo actúa el Padre,
Tú quiere llevarnos  aún más lejos.
Tú nos invitas a imitarle, nada menos!
Tú nos invitas a que lleguemos a ser como Él: buenos, misericordiosos,
siempre prestos a perdonar y a acoger sin condición.

Señor danos un Espíritu Nuevo!
Ayúdanos también a nosotros a entrar en la lógica del corazón!
Ayúdanos a no fijar (encerrar)  o estigmatizar los otros por sus errores,
A estar siempre dispuestos a darles una oportunidad.
Y a  encontrar como Tú, nuestra alegría de perdonar y ayudar  volver a poner de pie a quienes han caído.
Amén.



REFERENCIAS:

http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole. Novalis,  Québec, 2007.

      Pequeño misal “Prions en Église”, edición en francés, Quebec, 2010.


      http://kerit.be

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