25 de deptiembre del 2016: 26o Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Las obras de misericordia
A dos meses terminar el año
jubilar de la misericordia, este domingo pone en valor una prolongación
concreta del amor y atención divinos: las obras de misericordia corporales.
La Palabra de Dios nos recuerda la importancia de reconocer las necesidades de los más
pobres y frágiles alrededor de nosotros.
Que esta sea la ocasión para
redescubrir la belleza de las obras de misericordia corporales.
Que el pan compartido este
domingo nos incite a ayudar los Lázaros de este mundo!
EVANGELIO
SEGÚN SAN LUCAS 16, 19-31
El Rico y Lázaro
19 “Había cierto hombre rico que se
vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con
esplendidez. 20 Y un pobre llamado Lázaro que se
tiraba en el suelo a su puerta, cubierto de llagas, 21 ansiaba
saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta
los perros venían y le lamían las llagas.
22 Sucedió que murió el pobre y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue
sepultado.23 En el Hades (la región de los
muertos) el rico alzó[a] sus
ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su
seno. 24 Y gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten
misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua
y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama.’
25 Pero Abraham le dijo: ‘Hijo,
recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males;
pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía. 26 Además
de[b]todo
esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y ustedes, de modo que los que
quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, y tampoco nadie puede[c] cruzar
de allá a nosotros.’
27 Entonces él dijo: ‘Te ruego, pues,
padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28 pues
tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga[d],
para que ellos no vengan también a este lugar de tormento.’ 29 Pero
Abraham dijo: ‘Ellos tienen a Moisés y a los Profetas; que los oigan a
ellos.’ 30 Y el rico contestó: ‘No, padre Abraham,
sino que si alguien va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.’ 31 Pero Abraham le
contestó: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si
alguien se levanta de entre los muertos.’”
PALABRA
DE DIOS
A
guisa de introducción:
Ser hombres y mujeres sensibles,
para ver los otros y compartir con ellos
1. En general, seamos
quienes seamos, hagamos lo que hagamos, no son las cosas más bellas, ni los
bonitos discursos de los extraños, ni las mejores homilías o sermones de los
curas, ni las buenas acciones de la gente piadosa que pueden influir mucho más
en nosotros... uno podría contar con todos los medios y los recursos, pero si
uno no es tocado en el corazón por un amigo de confianza, por un pariente que
uno acepta plenamente, por una persona que uno admira mucho, uno no abre su
corazón a las realidades que le rodean. Cuando uno no comprende con el corazón,
uno no comprende nada.
El espíritu que
está llamado a comprenderlo todo, se deja enceguecer fácilmente por las razones
que uno mismo se da y se crea, por lo prejuicios que se mantienen, por las
costumbres o malas mañas que uno ha aprendido.
2. Jesús ha tocado
el espíritu y el corazón de los discípulos que caminaban hacia Emáus,
acompañándoles en su camino, escuchándoles, dialogando con ellos, comiendo con
ellos.
En la parábola de
Lázaro y del rico, Abraham le hace entender al rico que sus hermanos tienen las
Sagradas Escrituras para abrir el espíritu y el corazón. San Lucas es el
evangelista de la ternura y de la apertura del espíritu y del corazón. Según
él, es actitud fundamental: escuchar la palabra y poner atención, poner ante
ella, el espíritu y el corazón para
creer, para ver la miseria de los demás, el sufrimiento que hay alrededor, para
compartir. El rico como sus 5 hermanos, tienen todo lo necesario para ver o
percibir la presencia de Lázaro y calmarle sus sufrimientos.
Había un hombre
que no se preocupaba sino de su auto, de su casa, de su cabaña de sus hobbies y de
su deporte favorito. En su vecindario, se encontraba una familia en la cual, el
padre, enfermo, no podía trabajar y vivían sin comodidad; a la familia le
hubiera gustado de vez en cuando, aprovechar el buen tiempo para hacer una
salida de campo, dar una vuelta en auto, o ir a refrescarse a orillas del río o
del mar, pero nadie les ofrecía esa chance, o la posibilidad de realizar tales
deseos. Nuestro
hombre que tenía sus comodidades no
percibía nada, no se daba cuenta de nada, todo feliz consigo mismo, ocupado,
ensimismado...No era esto parecido a la situación del rico y de Lázaro?
Al momento de
volver de vacaciones, muchas personas son asaltadas por los remordimientos;
pues han encontrado gente miserable en los lugares o las ciudades turísticas visitadas ; y ver conciudadanos
poco afortunados les reaviva la culpabilidad...
Responder al
sentimiento de culpa por un gesto de compartir no arregla todos los problemas
de la sociedad, pero tomar conciencia de la necesidad de hacer algo por quienes
sufren y actuar en consecuencia es ya una muestra de querer poner en práctica
el evangelio de la ternura y del compartir.
Aproximación psicológica al texto del evangelio
Este hombre se parece a mí?
Para los hombres y mujeres de hoy, esta parábola cuestiona fuertemente. Ella nos pone en presencia de un “rico” que consume mucho, que sistemáticamente y de modo regular, frecuenta los grandes restaurantes en medio de la inconsciencia social
total. Atención. Aquí no se dice que el rico en cuestión es un
explotador, un presidente de una multinacional o un deshonesto tramposo. Se nos
dice solamente que consume mucho y que es inconsciente, y lo más vergonzoso de
todo, es que nosotros nos parecemos un poco a él.
Y en contraste inmediato con este espectáculo, ante su puerta hay un
hombre pobre, desnutrido, con salud frágil y sumido en condiciones de higiene
degradante. Quizás trabaje él como cocinero inmigrante y clandestino sin
papeles en Nueva York por 2 dólares la hora, o en un hotel cinco
estrellas de América del Sur a 1 dólar por día.
En la segunda parte del relato, la pregunta es
formulada: qué se puede hacer ante
tal situación? Como respuesta, las opiniones son divididas. Tratemos de
convertir a los ricos uno por uno. Pero Abraham responde: eso no funcionará. Si
hasta ahora esta gente ha sido insensible a la dimensión política de su fe,
ellos son irrecuperables.
Prácticamente, de modo parecido, si nosotros compartimos la
posición de Abraham, nos resulta difícil seguirla hasta el final. Ya que si
desenmascaramos nuestra ilusión de que aquellos que poseen el poder se van a
convertir un día, nosotros concluimos que es necesario actuar
sin ellos, y por consecuencia actuar forzosamente contra ellos. Y es ahí
cuando nosotros nos unimos a los de la neo izquierda, a los que militan contra la
oposición capitalista o neoliberal, con toda la inconformidad, la incertitud, y
la inseguridad de una tal posición. De ahí nuestra ambivalencia o ambigüedad de
cara a la cuestión social. Yo quiero llevar a cabo una acción que porte frutos,
pero toda acción que aparece como alternativa, necesariamente lleva a
enfrentamientos. Y en mi cuerpo yo siento una repulsión casi psicológica por
los enfrentamientos (o choques). Y desde entonces, yo racionalizo mi
posición: yo no soy marxista, Jesús ha estado contra la violencia, es necesario
marchar con la gente pues la fe es un diálogo…
Los mejores no se libran, no tienen escapatoria. Al
final de un análisis fuertemente lúcido y desmontando los
mecanismos irreversibles del neo colonialismo latinoamericano, los obispos
reunidos en Medellín (1968) dicen esto: “Debemos orientarnos hacia una
reforma de las estructuras que sea gradual, desde todo punto de vista
asimilable y que desencadene en la unanimidad”…dicho de otra manera, que
estaría sujeta al veto de aquellos que detentan el poder”.
La parábola de Jesús nos vuelve a traer a la realidad.
No se puede esperar la conversión colectiva por parte de los grupos que están
instalados en el dinero, el poder y el consumo. En cuanto a las líneas de
acción personal, abiertas, propuestas por esta parábola, ellas aparecen en 3
niveles:
Primero que todo, verificar el estado de mi
consciencia social: hasta qué punto yo soy consciente de la situación de los
menos favorecidos instalados “en las puertas de mi casa”
Enseguida, verificar el realismo de la solución social
que yo preconizo de cara a los desfavorecidos,
Finalmente, verificar donde estoy yo en mi compromiso
personal, en la línea de acción social que yo preconizo.
LA REALIDAD:
Millones de personas sobre el planeta viven con menos
de 1 dólar por día, no tienen vivienda digna ni acceso al agua potable. En
nuestras ciudades, muchas familias no logran comer las 3 veces diarias, hay niños que no pueden saciar su hambre, hay
mendigos que duermen en las calles.
Acá y allá, hay personas que sufren depresiones y
bajas en la moral, con diversos problemas psicológicos, crisis espirituales
porque ellas tienen hambre de dignidad, de ternura y de sentido para sus vidas.
Como reaccionamos nosotros ante la miseria humana?
Nosotros acusamos a los Organismos de ayuda
internacional o local de malversar o malgastar los fondos. A los países ricos
los acusamos por no compartir sus recursos con los países desfavorecidos. A los
gobiernos los señalamos por no prever los presupuestos para erradicar la
pobreza. En ciertos casos, nosotros no nos equivocamos. Pero cuál es nuestro
compromiso personal? Es cierto, un sentimiento de impotencia nos invade ante la
vastedad o inmensidad de la pobreza, cualesquiera sea la forma en que
ella se presente. Pero, al menos, no desviemos nuestra mirada. La parábola del
rico y de Lázaro que Jesús propone nos empuja a una sola actitud ante toda
miseria: indiferencia cero!
La eliminación de la pobreza siempre será un desafío.
Pero si comenzamos por compartir nuestro tiempo y nuestra amistad con alguien
cercano, un vecino, un colega que necesita de nuestro apoyo moral y afectivo,
nosotros seremos hombres y mujeres de Dios, y que efectivamente lo somos- por el
Bautismo-un testimonio de esperanza en nuestro ambiente (o nuestro alrededor).
REFLEXIÓN CENTRAL
Ver al pobre
En la primera
lectura de este domingo, hemos escuchado la voz del profeta Amós, quien
pronuncia palabras fuertes y duras contra los corruptos que se despreocupan insensatamente
de los pobres. El profeta denuncia a los responsables de esta situación quienes
están ciegos en medio de sus riquezas y privilegios. De hecho, ellos son
incapaces de ver la situación que es cada vez más degradante en su país; ellos
están encerrados en su seguridad, abusando de todas las comodidades posibles.
No imaginando que su caída está cerca.
El profeta Amós
les reprocha sobre todo, haber olvidado al Señor y las exigencias de la
justicia. Este olvido de Dios engendra un malgasto innecesario, un desperdicio
de las riquezas del país en provecho de un pequeño grupo y en detrimento de la
masa de los campesinos, obreros y artesanos. Si Amós volviera a venir hoy,
imaginemos un poco lo que diría, denunciaría la mala manera de distribuir, gastar
los bienes lo que es una vergüenza para nuestro mundo y nuestra sociedad; esto
no se puede tolerar, más cuando sabemos que el 1% de los habitantes de nuestro
planeta poseen el 48% del patrimonio mundial.
En el evangelio,
escuchamos a Jesús que nos cuenta una parábola que nos invita a reflexionar. Él
nos habla de una realidad que está ante nuestras puertas y nuestros ojos cada
día: de un lado pobres cada vez más pobres y por el otro ricos cada vez más
ricos; de un lado aquello que tienen demasiado y que no saben qué hacer con lo
que tienen, y del otro lado, están aquellos que no pueden tener más acceso a los
cuidados mínimos y necesarios, a los medios para procurarse lo mínimo vital
para sobrevivir; siempre menos, cuando los otros logran adquirir siempre más.
Estamos ante una
situación bien conocida y de cual se habla diariamente; se denuncia pero la
cosa sigue igual. Hoy hay siempre millares de ricos "que visten de lujo y hacen cada día banquetes suntuosos". Ante su puerta se encuentran millones
de Lázaros que quisieran saciarse de lo que cae de sus mesas de acaudalados.
Cómo no pensar en todos esos hombres y mujeres, en todos esos niños que han
debido huir de su tierra por la guerra. Ellos han perdido todo y se encuentran
en la más extrema precariedad.
Esto no quiere
decir que la riqueza sea un mal, que ser rico es pecado. En la época de Jesús,
ser rico, poseer muchos bienes era considerado como un signo de la gracia de
Dios, una bendición. El pecado de los ricos no es ser ricos, lo que Jesús les
reprocha es no ver los pobres. Ellos no ven más que sus semejantes ricos, ellos
no se ven sino entre ellos mismos. Ellos andan demasiado ocupados en
enriquecerse; no quieren perder el tiempo ocupándose de los pobres. Ellos se obstinan
en su ceguera pero también en su indiferencia hacia los pobres. Lo que causa la
pérdida de los ricos es su corazón que se convierte en un desierto de
humanidad, de compasión y de ternura.
Este evangelio se
dirige hoy también a cada uno de nosotros. Sin duda alguna que nosotros no
somos tan ricos. Pero tampoco estamos entre los más pobres del mundo. En este
día Jesucristo quiere invitarnos a abrir nuestros ojos y nuestro corazón. La
Iglesia, muchos organismos, ONGs, constantemente están recordándonos la
necesidad de cambiar nuestras maneras de actuar, nuestros hábitos de consumo, nuestra manera de utilizar los recursos naturales y renovables, para que
los más pobres puedan salir de la miseria.
En la segunda
lectura, San Pablo nos dice que seremos juzgados por nuestros actos. A través
de su discípulo Timoteo, es también a cada uno de nosotros que se dirige. El apóstol
nos invita cumplir el mandamiento del Señor. Se trata para nosotros de vivir
"en la fe y en el amor, la perseverancia y la ternura". Los
discípulos están llamados a combatir en la fe y a ampararse de la vida
eterna". El reino de Dios que viene está desde ya viviendo este combate.
Tenemos aquí
entonces estos llamados de Amós, de Pablo y de Jesús. No nos falta nada, ningún
medio, ningún recurso o arma para salir de nuestra torpeza. Los medios de
comunicación (diarios, radio, televisión, internet) nos informan. Los pobres
nos tienden la mano. Muchos organismos de solidaridad nos llaman a participar
en esta lucha contra la precariedad. Y no olvidemos escuchar a "Moisés y
los profetas" y sobre todo los evangelios. A través de ellos, es Dios
quien nos habla. Él viene para recordarnos que tanto ricos como pobres son sus
hijos bien amados. Jesús ha estado tanto en casa de unos y de otros para unir
el abismo que los separaba.
La Eucaristía que
nos congrega nos anuncia un mundo donde no habrá más pobres. En ese mundo nuevo,
todos, ricos y pobres se sentarán a la misma mesa; ellos compartirán lo que
poseen. A nadie le faltará lo necesario. Todos tendrán lo suficiente para
entrar en la fiesta. El mundo que la Eucaristía anuncia es aquel mismo que
Cristo ha venido a instaurar. Démosle gracia y escuchémosle.
Amén!
OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA
1. Miro en mi cotidianidad, encuentro
a Dios mostrándome sensible a las necesidades de los más débiles (en mi
familia, mi grupo, mi comunidad…)
2. Doy gracias al Señor por las
personas que ponen su inteligencia, su corazón y su fe al servicio de las
personas sin vivienda, de los hambrientos de pan, de ternura, de amor.
3. Descubro los tesoros materiales,
intelectuales y espirituales con los que Dios me ha hecho rico y veo cómo
compartirlos con los otros.
4. Doy de mi tiempo, de mi dinero a
un Organismo de ayuda humanitaria.
ORACIÓN- MEDITACIÓN
Dios, Padre Nuestro,
Tú que escuchas siempre
el clamor de los pobres,
Tú nos has creado a tu imagen y
semejanza
para que podamos expandir la vida
alrededor de nosotros
y depositar una mirada de ternura
sobre todo ser humano, y ante todo al
más humilde y más necesitado,
que pones en nuestro camino.
Señor Jesús,
amigo y servidor de los pobres,
no permitas que nuestra mirada sea
una mirada fría y de indiferencia
cuando Tú vienes hacia nosotros bajo
los rasgos del pobre,
del hambriento, del sin techo, del
sufriente y del indigente.
Danos un corazón de carne y manos
generosas
para aliviar los sufrimientos y
reavivar la esperanza.
Espíritu de fuerza y de consolación,
Ven a tumbar el muro de la
indiferencia
Que separa un puñado de bien
satisfechos
De los de condición de pobreza
extrema
De pueblos enteros que piden un poco
de pan y aun mucho más, la COMPASIÓN.
REFERENCIAS
- http://vieliturgique.ca
- Pequeño Misal “prions en Église”, edición quebequense
2010,2013. Novalis.
- HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
- http://dimancheprochain.org
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