16 de octubre del 2016: 29o Domingo del Tiempo Ordinario (C)
No bajemos los
brazos!
El Señor parece a veces muy
silencioso ante los sufrimientos del mundo. Silencioso ante nuestras pruebas,
nuestras dificultades, nuestras peticiones. Y por lo tanto, Él quiere que le
oremos sin cesar, de manera insistente, como Moisés y la viuda de la parábola
del Evangelio.
Hoy, el Señor nos invita a
celebrar nuestra fe y a ponernos al servicio de los demás para que ellos amen y conozcan su Evangelio. Él nos llama también
a perseverar en la oración para que nuestra comunidad cumpla su misión
evangelizadora, con alegría y audacia.
Evangelio de Nuestro
Señor Jesucristo según San Lucas 18, 1-8
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Una oración, como un grito
humano
1. Cada persona desea de la justicia una justa repartición de salario, de
bienes, según el trabajo; aquello que vale para las familias, los pueblos.
En el caso particular de Colombia y en su momento coyuntural, se desea
una reforma agraria adecuada (como se cacarea hace tiempo) y la reparación de
víctimas, según lo establecido en los acuerdos de paz.
Cuando una persona es perjudicada por otra que la involucra en un proceso
con el fin de obtener más que su parte correspondiente , ella "pide justicia
contra su adversaria (o)".
2. La gente no
experimenta la misma necesidad de las cosas espirituales como de las
materiales, estas últimas son aparentemente más deseadas. Esto no quiere decir
que las necesidades espirituales no existan. Los bloqueos psicológicos hacen
parte de los bloqueos espirituales. Una persona sensible interiormente que se
resiente por largo tiempo debido a un traumatismo paternal o social, se ve
cerrada a toda influencia eclesial.
Cómo desbloquear una necesidad profunda que busca respuesta?
Por la confidencia de una persona amiga?
Por un cambio que afecte la persona en su rutina cotidiana y que
cuestione su aislamiento social, eclesial?
De una manera u otra,
la persona que busca sentido a su existencia está confrontada a las grandes
preguntas de la existencia: De dónde vengo? A dónde voy? Cómo es mi fe en Dios?
Qué importancia le doy a la comunicación con Dios (a la oración?)
3. No se obtiene nada
en la vida sin insistir en sus necesidades, ya se trate de una cita con el
médico, de un reclamo en un almacén.
La persona que
escucha, está obligada a escuchar a aquella que insiste, y que busca por todos
los medios hacerse comprender.
Así son las cosas en
el campo espiritual: uno tiene fuertes posibilidades de hacerse escuchar en sus
oraciones repetidas con perseverancia: cuando se ora al Señor con Fe, tomando
los medios y realizando el esfuerzo con amor fraternal.
Aproximación
psicológica al texto evangélico
Una opción por una
clase (preferencia por el pobre)
Esta parábola posee dos dimensiones o puntas, o características podríamos
decir.
Primero, ella está situada en un contexto escatológico, y eso es
importante tenerlo en cuenta. Qué quiere decir escatológico?, o sea que está
ligada a una creencia en un inminente final de los tiempos.
Si, es imposible
comprender este pasaje de Lucas sin sumergirnos en la época en que él ha
escrito su evangelio, sea hacia el año 80 o 85. La efervescencia que ha seguido
tras la muerte y resurrección de Jesús, en particular la espera de su regreso
inminente, se ha atenuado un poco: mientras que Pablo, de quien Lucas fue el
compañero y secretario, parece esperar mientras aun vive el retorno de Cristo
(cfr. su carta 1 Corintios 15,51-53), escrita hacia el año 56), los cristianos
parecen vivir ahora un cierto relajo y o tranquilidad que más tarde llevará a
algunos a la tentación de no creer más en esta parusía (segunda venida de
Cristo) o ese mundo nuevo (ver la 2ª carta de Pedro 3,9, escrita hacia el año
125). En qué consiste este retorno de Cristo o ese mundo nuevo? Para Pablo,
esta es la última etapa en la lucha contra el mal y la victoria final sobre él
(ver 1 Corintios 15,24-25). Con lo que sabemos hoy, es evidente que no es para
mañana por la mañana.
Lucas, en
efecto, se dirige a cristianos perseguidos a mediados del siglo I (año
50-60), a causa de la fe y que piden a Dios lo mismo que la viuda pide al
juez: “hazme justicia contra
mi adversario” (no tanto,
castigando al adversario sino más bien haciendo valer mis derechos ante quien
me atropella).
Al decirles a los
cristianos que la viuda tendrá lo que merece, Lucas está diciendo a los
cristianos perseguidos: “para
ustedes también, el juez actuará a pesar de la dureza de su corazón y para
tener la paz, pero Dios actuará a causa de la ternura de su corazón y para
compartir la paz con ustedes. Tengan paciencia un poco aun, pues su liberación
se acerca y Dios hará pronta justicia.”
La primera arista o
punta de la parábola es entonces la siguiente: a pesar de las apariencias
(contexto de injusticia, de persecución) no duden de Dios y de su deseo de
actuar en su favor. Pero la
parábola posee una segunda característica (punta, dimensión o arista…) que se
traduce en la eficiencia de una oración constante.
La viuda no se
desalienta, no se amilana, a pesar de no contar con ningún apoyo (recursos
financieros por ejemplo, que le permitirían ofrecer “pastel” o la posibilidad
de hacer un “chanchullo”, o relaciones influyentes que intervendrían en su
favor). Y puesto que ella debe confiar o bastarse de sus propios recursos, sólo
su determinación personal, le permitirá ganar la causa.
Esta es la razón por
la que Lucas nos propone esta viuda como modelo para nuestra oración,
diciéndonos: si ustedes ponen
la misma determinación y perseverancia que esta viuda ha puesto en su
reivindicación, ustedes serán también seguramente escuchados.
En fin, notemos que
la imagen de Dios que aparece en el origen de esta parábola, es la imagen de un
Dios socialmente comprometido y que está del lado de los oprimidos. Es posible que debido
a la estrecha semejanza o parecido entre el presente texto y el capítulo 35 del
libro del Eclesiástico (del Antiguo Testamento), Jesús haya encontrado en este
pasaje la inspiración para su parábola: “Miren lo que se dice de Dios,
“no traten de corromperlo con regalos, Él no los aceptará(…)porque el Señor es
un juez(…), Él no tiene parcialidad contra el pobre, Él escucha la oración de
aquel a quien se trata injustamente. Jamás Él desprecia la súplica del huérfano
ni de la viuda cuando explica su pena (…) la oración del humilde atraviesa las
nubes y no se consuela hasta no ser escuchado , (…)El Señor no tardará, Él no
tendrá paciencia con aquellos hasta que haya golpeado las riñones del
hombre sin piedad (…) y roto el cetro de los injustos” (Eclesiástico 35,10-21).
A Dios se le presenta
acá haciendo una “opción por una clase” a favor de los oprimidos, y
preparándose a intervenir contra aquellos que practican la injusticia y la
opresión. Este fondo o
trasfondo de escenario, puede darle a nuestra parábola una coloración bien
precisa para hoy: un día, Dios vendrá al encuentro de su (vuestro) compromiso y
de su oración, y aquel día su (vuestra) justicia triunfará, y no solamente para
las viudas sino también para todos los oprimidos.
Reflexión central:
Discípulos y
misioneros
La liturgia de este domingo nos recuerda la importancia de la oración. El
libro del Éxodo (primera lectura) nos muestra a Moisés sobre la cima de la
montaña. Con manos elevadas, suplica al Señor por su pueblo que lucha contra
sus enemigos. Es gracias a esta oración perseverante que el pueblo triunfa. Al
leer este relato, comprendemos la importancia y la fuerza de la perseverancia
de la oración personal y comunitaria.
En este domingo, entramos en la semana misionera mundial. Al igual que
Moisés nos ponemos a orar para sostener a aquellos que anuncian la Buena
Noticia en los cinco continentes. Pensamos en todos esos pueblos que deben
luchar para que su dignidad humana y su libertad religiosa sean respetadas y
reconocidas. Nos corresponde ahora a nosotros alzar las manos hacia el Señor,
pues esos pueblos cuentan con nosotros para sostenerlos con nuestra oración
fraternal y comunitaria.
Juntos, hacemos la oración del salmo 120: "Levantemos los ojos hacia los montes porque el auxilio nos vendrá
del Señor nuestro Dios, que permanece cerca de nosotros. Él protegerá nuestra
vida en la partida y el regreso, ahora y por siempre".
La Carta de San Pablo a Timoteo es también un llamado a la misión. La
palabras de Pablo nos recuerdan que "los textos sagrados tienen el poder
de comunicarnos la sabiduría", y también nos hace a nosotros esta
recomendación: "proclama la palabra de Dios, interviene a tiempo y a
destiempo; denuncia el mal, haz reproches, anima, pero con gran paciencia y con
el cuidado de instruir". A través de esta exhortación, el apóstol nos
anima a dedicar tiempo para descubrir las Escrituras, que podemos hacerlo a
solas o con otros. Esta Buena Noticia la acogemos, con ella nos alimentamos
para ser los mensajeros allí donde estamos o vivimos. El don que hemos
recibido, no podemos guardarlo para nosotros en exclusiva. Es como una luz que
debe irradiar y comunicarse al mundo entero.
El evangelio de este domingo nos recuerda que todo comienza con la oración.
Jesús nos cuenta la historia de esta pobre viuda que suplica para que le sea
aplicada justicia. Es una mujer sin defensa, sin poder ni buenas relaciones.
Ella tiene dificultades con una justicia corrupta, con un juez que se burla de
los pobres y de los débiles. La obstinación de esta mujer hará trastabillar la
actitud burlona de este "juez desprovisto de justicia, o juez
inicuo". A causa de tanto acoso, terminará por acordarle todo lo que ella
le pide.
Esta viuda simboliza la pobreza y la impotencia de los excluidos, de los
sin voz y de los marginados. Son muchos en nuestro medio y en el mundo entero
que sufren por causa de esto. Pensamos en todas las víctimas de injusticias, de
los conflictos, de los atentados, de las persecuciones.
Muchos mueren cada día bajo la acción nefasta de las bombas y es todo
este sufrimiento que venimos a presentarle al Señor en nuestra Eucaristía. Orar
es insistir como niños que vienen una y otra vez a la carga, hasta obtener lo
deseado. Nuestro Dios no es como este juez de quien nos habla el evangelio. Él
es nuestro padre, un padre que ama a cada uno de sus hijos y a quienes quiere ver felices. He aquí una buena noticia que debe llenarnos de alegría.
Cristo concluye su parábola haciéndonos una pregunta muy importante:
"Cuando regrese, el Hijo del Hombre, encontrará aun fe sobre la
tierra?" Encontrará discípulos misioneros? El peor enemigo de la fe es el
desanimo, la decepción, es cuando uno dice que Dios nunca está ahí cuando se
necesita, o cuando decimos que ÉL nos ha abandonado. Jesús nos previene ante
este peligro, esta tentación de desanimarnos. Creer es obstinarse en la
oración. Es gritar hacia Dios día y noche sin bajar los brazos. No faltarán
nunca las aves de mal agüero para sembrar la duda. Pero el ejemplo de la viuda
está ahí para enseñarnos la obstinación, la terquedad o insistencia en la
oración.
En este mes del Rosario, oremos a María. Ella está ahí para reenviarnos a
Cristo y su Evangelio. En la palabra "Rosario", está
"rosa". Un niño que quiera complacer a su madre no le ofrece solo una
rosa sino un ramo entero. Es lo mismo con nosotros ante la mirada de nuestra
mamá del cielo. No dudemos en darle un lugar de honor en nuestra vida. Ella
está ahí para ajustarnos al amor de Dios.
Juntos, nos volvemos a ti Señor. Te oramos en comunión con todos los
grupos de oración de nuestra diócesis y con todos los cristianos del mundo
entero. Ayúdanos a superar el plan terrenal donde nos instalamos muy fácilmente.
Guárdanos en tu amor. En medio de nuestros trabajos, de nuestras alegrías y de
nuestras penas, haz que vivamos como hijos de Dios, discípulos y misioneros. A
Él sea la Gloria por los Siglos de los Siglos, Amén!
Oración y combate
espiritual (2)
Qué lugar o cuál es la importancia que le damos a la oración en nuestra vida? Nos gusta orar o al contrario tenemos la tendencia de ver la oración como un ejercicio o trabajo fatigante y aburridor en el cual gastamos tiempo voluntariamente?
Para aprender a orar
y para orar, para renovar nuestras oraciones y para perseverar, tenemos el
beneficio de las enseñanzas de la Palabra de Dios, de la experiencia de los
santos, de una gran variedad de celebraciones (sacramentos, ritos) donde la
cima es la EUCARISTIA.
Ricos por tener todos
esos tesoros, nos sucede todavía que permanecemos sin apetito espiritual
y nos negamos a ponernos en oración. Es la conclusión de la parábola lo que
debería hacernos enderezar y parar las orejas. En el terreno de la más
importante y de la más ruda de las batallas, “el combate espiritual…así mismo e
igual de brutal que la batalla de hombres” (Arthur Rimbaud-una estación en el
infierno), el nervio de esta guerra no es el dinero, sino la oración. Aquella
misma que le permite a Moisés sostener la lucha de su pueblo contra los
amalecitas (cfr. primera lectura de la misa de este domingo). Pero el Hijo del
Hombre la encontrará aun sobre la tierra cuando vuelva?
Este domingo, la
Carta de San Pablo a Timoteo, nos ofrece una respuesta. La Palabra es como la
tierra nutritiva donde enraizar nuestra fe. Ella solamente puede hacer circular
en nuestra vida la savia divina que la hará dar fruto. “Todos los pasajes de la Escritura
están inspirados por Dios(…); gracias a ella, el hombre de Dios estará bien
armado, él podrá contar con todo lo necesario para un buen trabajo”.
La oración,
alimentada con la Palabra de Dios, no es una distracción que nos permitiría
olvidar los enfrentamientos sin perdón y las injusticias que sacrifican tantos
inocentes en todo el mundo. La oración hace parte del combate del evangelio, de
la lucha de Cristo: Él mismo ha orado estando clavado en la cruz para que
germine sobre nuestra tierra una semilla de resurrección.
Se dice que el mundo
va mal, que uno se burla tanto de Dios como de los hombres. Pero, oramos
nosotros, como la pobre viuda, sin desanimarnos? Que sería de la historia de la
humanidad sin esos millones de manos elevadas hacia Dios, día, noche, en esos
corazones en oración que son como los ante postes o antesalas de la victoria de
Cristo resucitado? Qué llegaría a ser nuestra tierra sin la infatigable y
perseverante fe de aquellos que se niegan a bajar los brazos y que proclaman la
palabra de justicia “a tiempo
y a destiempo?”
Jesús también reclamó
ante el silencio de Dios. Nuestra oración es un combate. El combate de la fe. Y es por ello que
nuestra oración es misionera. La
fe es la fuerza del espíritu que atraviesa el universo y que lo transfigura
(transforma) poco a poco.
Objetivo de vida para la semana:
1. Vuelvo a leer la 2ª lectura propuesta en
la liturgia de este domingo y me pregunto sobre el interés que yo pongo a la
Sagrada Escritura.
2. Me pregunto sobre la constancia y la
autenticidad de mi oración.
3. Cada día, en 3 o 4 veces, me pongo en
oración durante algunos minutos. Rezo el Padre Nuestro u otra oración que
elija.
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Señor, muy bien ha pedido uno de tus
discípulos al decir:
“Enséñanos a ORAR,
Como Juan Bautista le ha enseñado a sus
discípulos”.
Sorprendente innegablemente.
No hacían falta ni materias ni modelos,
Puesto que el Antiguo Testamento contiene
al menos 150 salmos
Y una buena centena de cánticos e himnos
de todo tipo.
No faltaban tampoco maestros en la
oración,
Puesto que estaban Juan Bautista y el
Maestro de la Comunidad de Qumram,
Y después estabas Tú, que nos has dado una
oración bien breve,
Pero que dice lo esencial.
Ella es alabanza y súplica,
Ella está dirigida hacia el Padre y su
Reino,
Pero ella también habla de nuestras
necesidades cotidianas:
El pan a compartir, el perdón a distribuir
alrededor de nosotros
Y la lucha contra el mal y la injusticia.
No hay nada realmente complicado,
Pero en este mundo donde abundan las
guerras,
Donde se siembra la desconfianza y a veces
el odio hacia el extranjero,
Uno comprende mejor por qué Tú insistes
Al decirnos que oremos siempre sin
desanimarnos,
Puesto que hay tantos conflictos que
quieren inmovilizar al amor.
Escucha nuestra oración insistente y
acelera la venida del día de tu justicia!
Referencias bibliográficas:
- Pequeño Misal “Prions en Église”, edición quebequense, Novalis,
2010-2013
- HÉTU, Jean-Luc. Les
Options de Jésus.
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