viernes, 19 de octubre de 2018

La Palabra de Dios día a día Viernes de la 28a semana (año par)


Lejos de condenar nuestras infidelidades y cobardías, Jesús no nos deja solos: cada quien es precioso ante sus ojos. Él nos da su Espíritu para ayudarnos a encontrar las palabras y las actitudes propias del cristiano…Negarnos a  acogerle sería insultar a un Dios tan atento con nosotros.





Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,11-14:

Por medio de Cristo hemos heredado también nosotros, los israelitas. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.



Salmo
Sal 32,1-2.4-5.12-13 R/.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»



Reflexión


Estamos hoy en los inicios de la Carta a los Efesios. Preguntémonos por qué leer esta  Carta?


Pablo ha combatido para que los cristianos divididos hasta llegar a agredirse, compartan la misma mesa, el mismo culto y la misma fe. En su época este combate portó frutos. Hoy todavía, muros de separación dividen a las comunidades cristianas y por lo tanto, Cristo transforma las personas, derriba los muros del odio, establece la paz. Cristo es portador de esperanza para la humanidad entera. Él empuja a los cristianos a obrar por la reconciliación entre las comunidades humanas.


No es fácil  ser creyente hoy y profesar su fe en Cristo muerto y resucitado. Esta carta aconseja a los creyentes en su caminar de fe con Dios y los anima a dar testimonio con su vida.

El evangelio de hoy nos presenta una crítica de Jesús contra las autoridades religiosas de su tiempo.

Comienza diciendo que miles y miles de personas buscan a Jesús. “En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros…”. Esta frase deja entrever la enorme popularidad de Jesús y el deseo de la gente de encontrarse con él (cf. Mc 6,31; Mt 13,2). Deja entrever, asimismo, el abandono en el que se encontraba la gente. “Son como oveja sin pastor”, decía Jesús en otra ocasión cuando vio la multitud aproximarse para escuchar su palabra (Mc 6,34).

Marcos hablaba ya de levadura de los fariseos y de los herodianos y sugería que se trataba de la mentalidad o de la ideología dominante de la época que esperaba a un mesías glorioso y poderoso (Mc 8,15; 8,31-33). Aquí, en este texto, Lucas identifica la levadura de los fariseos con la hipocresía. La hipocresía es una actitud que invierte los valores. Esconde la verdad. Muestra una fachada bonita que encubre y disfraza la podredumbre que hay por dentro. En este caso la hipocresía era la cáscara aparente de la máxima fidelidad a la Palabra de Dios que escondía la contradicción de la vida de éstos. Jesús quiere lo contrario. Quiere coherencia que no deja en lo escondido.

Gracias a su humildad y a su paciencia, Dios lleva todo ante la luz, no para humillar, como lo hacen con frecuencia los seres humanos, sino por amor, para sanar y salvar.
En vez de la hipocresía de los fariseos que esconde la verdad, los discípulos deben tener sinceridad. No deben tener miedo a la verdad. Jesús los invita a compartir con los otros las enseñanzas que aprendieron de él. Los discípulos no podían tenerlas sólo para ellos, sino que debían divulgarla. Un día, las máscaras se caerán y todo será revelado a las claras, proclamado desde los terrados (cf. Mt 10,26-27).

Los amigos de Jesús no deben tener miedo de aquellos que matan el cuerpo, que torturan, que machacan y hacen sufrir. Los torturadores pueden matar el cuerpo, pero no consiguen matar en ellos la libertad y el espíritu. Deben tener miedo, esto es, de que el miedo al sufrimiento los lleve a esconder o a negar la verdad y, así, les haga ofender a Dios. Pues quien se aleja de Dios se pierde por siempre.

Los discípulos no deben tener miedo a nada, pues ellos están en las manos de Dios. Jesús manda mirar los pájaros. Dos pajarillos se venden por pocos centavos y ninguno de ellos cae en tierra sin el consentimiento del Padre.

No es la primera vez que Jesús usa a los pájaros del cielo como metáfora y comparación con los creyentes. Ellos, viven en la más absoluta providencia divina. Se dejan hacer, confían, viven, y, por supuesto vuelan.

Hasta los cabellos de la cabeza están contados. Lucas dice que ningún cabello cae sin que el Padre lo diga (Lc 21,18). ¡Y caen tantos cabellos! ¿Por esto: “no temáis; valéis más que muchos pajarillos. Es ésta la lección que Jesús saca de la contemplación de la naturaleza. (cf Mt 10,29-31)

Nos jugamos nuestra experiencia cristiana precisamente en esto. En dejar de controlarlo todo para que sea Otro el que lo haga. Decimos que Dios es el guía y el patrón del barco, pero nos cuesta ponerlo en práctica. Una vez más el miedo que paraliza, que estanca, que aborta tantos proyectos.

Dicen que los valientes no son los que no tienen miedo, sino aquellos que teniendo miedo deciden hacer lo que temen. Jesús tiene ante sí a un grupo de discípulos que quieren seguirle de corazón, igual que cada uno de nosotros. Pero hay una batalla primera que librar: la del miedo. Batalla que está entre nuestras ilusiones y el Señor Jesús. Quizá la vida cristiana no sea más que eso: ir despojándonos del miedo en cada momento, en cada riesgo, en cada compromiso. Quizá no sabemos hasta dónde podríamos llegar si decidiéramos que el capitán de nuestro barco fuese realmente el nazareno de Galilea.

Lo escondido será revelado. ¿Hay en mí algo que temo sea revelado un día?
La contemplación de los pajarillos y de las cosas de la naturaleza lleva Jesús a actitudes nuevas y sorprendentes que revelan la bondad gratuita de Dios. ¿Tengo costumbre de contemplar la naturaleza?


II

Apostilla:

En el Evangelio, Jesús no se cansa de animar a los que son fieles. Jesús es consciente de que siempre hay personas que se animan a seguirle pero de un momento a otro tienen la tentación de partir, de abandonar su camino. Es difícil para estas personas confundidas dar cuenta de su esperanza. No saben qué decir, y se sienten desestabilizadas, entonces prefieren callarse o enterrarse! Lejos de condenar nuestras infidelidades y cobardías, Jesús no nos deja solos: cada quien es precioso ante sus ojos. Él nos da su Espíritu para ayudarnos a encontrar las palabras y las actitudes propias de un discípulo suyo…Negarnos a  acogerle sería insultar a un Dios tan atento con nosotros.




Referencias:


ZEBLIBLE


https://www.ocarm.org/es



https://www.dominicos.org

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